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Mahubiri

Tema 18: Génesis

[Capítulo 7-5] Deben estar preparados para la llegada del fin del mundo (Génesis 7:1-24)

Deben estar preparados para la llegada del fin del mundo(Génesis 7:1-24)
«Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca; ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días».
 
 
En los tiempos de Noé este mundo estaba lleno de tanta maldad, insensatez y suciedad que Dios no pudo dejar este mundo pecador en paz. Así que Dios avió que enterraría y destruiría el mundo con agua. Sin embargo, al mismo tiempo Dios abrió un camino para que los que creyesen en Su Palabra fueran salvados de este juicio. Le dijo a Noé que construyese un arca, diciendo que iba a juzgar a este mundo, y que predicase que todo el que entrase en el arca podría escapar del juicio y evitar la muerte.
Cien años después de que Dios avisase a Noé con Su Palabra, envió una lluvia intensa al mundo. Para ser más exacto, Dios hizo caer lluvia durante siete días después de que Noé y su familia de ocho entrasen en el arca, desde su mujer a sus hijos y sus nueras. La Biblia dice que las ventanas del cielo se abrieron y todas las fuentes del abismo se abrieron también. En otras palabras, salió agua del suelo y cayó lluvia del cielo como su se hubiesen abierto unas ventanas. Llovió tanto y salió tanta agua del suelo que incluso la montaña más alta del mundo quedó sumergida en agua. Y las aguas permanecieron en la tierra durante 150 días, por lo que toda criatura que respiraba por la nariz murió, como dice Génesis 7:21-22: «Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió». Excepto la familia de Noé, protegida por Dios, y los animales escogidos por Él, Dios eliminó toda forma de vida que había en la faz de la tierra, así que todos los hombres murieron con todos los pájaros, ganado, animales salvajes y reptantes que no habían entrado en el arca. Por eso, este mundo presente es en realidad el segundo mundo.
Hoy en día, algunos científicos aceptan lo que está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy como un hecho histórico, el que las aguas del firmamento descendiesen al abrirse las ventanas de los cielos en tiempos de Noé. Cuando Dios creó los cielos y la tierra puso una capa de agua por encima de la atmósfera (firmamento) para evitar que los rayos nocivos del espacio penetrasen la tierra (Génesis 1:6-7), pero toda esa agua cayó al suelo en el Diluvio. Así que los científicos dicen que después del Diluvio, el clima del planeta, que había sido templado anteriormente, sufrió cambios radicales cuando los rayos nocivos del espacio exterior llegaron a la faz de la tierra y por tanto la esperanza de vida humana se redujo significativamente.
De esta manera, Dios había juzgado el primer mundo con agua, pero dice que este segundo mundo será juzgado por fuego (2 Pedro 3:6-7). En el futuro, Dios quemará este mundo con fuego. Este mundo lleno de pecados será juzgado una vez más como en tiempos de Noé, y este juicio no está lejos, sino que está a la vuelta de la esquina. Si Dios permite que haya una guerra nuclear, el mundo entero se convertirá en un mar de fuego por las armas nucleares creadas por el hombre. En ese caso será imposible esconderse. Aunque intentásemos encontrar un refugio temporal, ¿para qué nos serviría si todo el planeta tierra será juzgado y se convertirá en una bola de fuego y estará contaminado por la radiación?
Deben darse cuenta de que cuando descienda el juicio de Dios, ningún lugar del mundo podrá escapar de este juicio. Si surge una guerra nuclear en Corea, aunque sea solo una vez, el mundo será destruido en pocos segundos. Un dispositivo nuclear pequeño es suficiente para convertir esta tierra llamada Corea en un mar de fuego en poco tiempo. Los edificios se evaporarán en el aire. El aire y el agua estarán contaminados por la radiación, e incluso los pocos supervivientes de la explosión inicial no durarán mucho. Asimismo, incluso sin estas guerras, habrá una hambruna a escala global antes de que vuelva Jesucristo a este mundo. Este mundo es como una bomba de relojería esperando a explotar. Pero a pesar de esto hay muchas personas que no tienen miedo y no están preocupadas, como dice el proverbio coreano: “La ignorancia es la fuente del valor”.
En tiempos de Noé, todo el mundo murió excepto su familia de ocho. ¿Por qué? Porque la humanidad estaba llena de pecados. No había ninguna otra razón. Esto significa que todos los pecadores murieron. La familia de ocho de Noé se salvó porque creyó en Su Palabra. Esta es la única razón por la que se salvó la familia de ocho de Noé. La razón es así de simple. Para ser más exactos, Dios no juzgó a la gente de los tiempos de Noé por cometer un pecado en particular, sino por no creer en Su Palabra, y porque no habían nacido de nuevo como consecuencia. En otras palabras, como tenían pecados en sus corazones fueron juzgados y no por otra razón, y todos deben entender esto.
La gente de este mundo presente también será arrojada al infierno en el futuro. Solo hay una razón por la que está destinada a ir al infierno, y es porque tiene pecados en su corazón, porque no cree en la Palabra de Dios. La maldición más grade y la tragedia más triste de la humanidad es ser juzgada por Dios y arrojada al infierno, pero esto es lo que les ocurre a los seres humanos que rechazan la gracia de la salvación de Dios. Por eso el juicio por fuego descenderá sobre la tierra. Aunque nadie quiere que ocurran estas cosas, la Biblia deja claro que este tipo de tragedia tendrá lugar en este mundo sin falta. Por supuesto, este juicio no descenderá ahora mismo, pero estoy seguro de que tarde o temprano, el juicio por fuego tendrá lugar. Y quizás este juicio ocurra en nuestra propia generación.
Las iniquidades ahora están por todo el mundo como en tiempos de Noé. Pero como estamos rodeados de tanto pecado, no podemos diferenciarles, pero no hay ninguna duda de que el pecado prevalece en este mundo. Esto significa que la destrucción de la raza humana está sobre nosotros. Y significa que el fin del mundo está cerca. ¿No pueden sentirlo en sus corazones? ¿No pueden sentir la destrucción inminente de todos los seres humanos en sus corazones? ¿No saben dónde se va si se tienen pecados en el corazón? ¿Quién no lo sabe? Cualquier persona que tenga pecados será maldita en este mundo y en el siguiente. Todo el mundo lo sabe, incluso los niños. Si tienen pecados, Dios les maldecirá.
Sin embargo, Dios ha resuelto el problema de nuestros pecados, la fuente de nuestra maldición que nos había destinado al infierno. Al hacerlo, nos ha dado el Cielo. Asimismo, Dios ha bendecido nuestras almas en nuestras vidas presentes, y nos bendecirá de nuevo en nuestras vidas futuras, esta es precisamente la razón por la que Jesús vino al mundo. Para salvarnos de esta destrucción y este juicio, Jesús vino a nosotros. Pero el problema es que muchas personas no pueden prepararse para su futuro aunque saben que serán arrojadas al infierno si tienen pecados. Aunque la mayoría se da cuenta de que están destinados al infierno, no pueden encontrar la dirección adecuada para resolver este problema.
Sin embargo, si su corazón desea nacer de nuevo, se abrirá el camino para ustedes. Después de todo, tienen a Jesús de su parte y Él es el camino de la salvación. El Evangelio del agua y el Espíritu a través del que Jesús ha eliminado todos sus pecados está esperando aquí. Si se vuelven a la Palabra de Dios escrita, se darán cuenta de que el problema del pecado ha sido resuelto completamente. Al creer en la Palabra de Dios todo el mundo está seguro. Por tanto, deben escuchar esta Palabra de Dios, aceptarla por fe y recibir la salvación de sus pecados.
El precio del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Esto significa que por el pecado muchas personas en los tiempos de Noé se ahogaron. Dios está explicando aquí lo horrible y maldito que es el pecado, pero deben darse cuenta de esto por ustedes mismos. Lo que está en juego no son las almas de los demás, sino sus propias almas. El problema del pecado es el problema más grave para su vida presente y la siguiente. Si tienen pecados, estarán malditos en su vida presente y futura; pero si reciben la remisión de sus pecados estarán benditos en su vida presente y en la siguiente.
Puede que hasta ahora hayan vivido bien, ¿pero está su futuro asegurado? En otras palabras, ¿está su alma lista para ir al Cielo? Este no es el problema de otra persona, es su problema, y es el problema más urgente y común de la humanidad.
Si reciben la remisión de los pecados, serán bendecidos por Dios. Sé muy bien lo diferente que es mi vida presente de lo que era hace tiempo antes de conocer al Señor. Había creído en Jesús durante 30 años, pero durante los primeros diez años no pude recibir la remisión de mis pecados. Durante esos diez años, pensé que Jesús había redimido mi pecado original, pero no mis pecados personales, y por eso tenía pecados en mi corazón. En aquel entonces, la vida era un infierno. Todos los días intentaba no cometer pecados y vivir con rectitud, tanto que no podía descansar ni encontrar paz en mi corazón. En aquel entonces, no podía sostener mi vida espiritual leyendo la Biblia, ni encontraba paz leyendo comentarios y colecciones de sermones o incluso orando y ayunando, en resumen mi vida era un sufrimiento constante. Esto se debe a que mi corazón estaba muy pesado.
Entonces un día, encontré la Palabra de Dios escrita. Me di cuenta y creí que el Señor había eliminado todos mis pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Desde entonces mi vida empezó a cambiar. Cuando mi corazón encontró paz, empecé a engordar, pero antes estaba como un esqueleto de delgado. Por supuesto, no estoy diciendo que estar obeso sea una bendición. Después de todo, ¿quién va a decir que ser obeso es una bendición? Lo que estoy intentando decir aquí es que mi corazón se llenó de paz después de recibir la remisión de los pecados para siempre. En otras palabras, la comida de Dios ahora abundaba en mi corazón, y mi alma estaba bendita.
Ya no tengo que preocuparme por el infierno. He recibido la remisión de mis pecados, y por esta razón, no voy a ser destruido. Ahora, ya no tengo tantos problemas para preparar mis sermones. Como todo lo que tengo que hacer es predicar la gracia de Dios exactamente como es, no tengo que tomar prestadas las enseñanzas de otras personas para crear mis sermones. Con este corazón lleno de gozo ahora predico la gracia que el Señor nos ha dado. Los nacidos de nuevo ya no seremos arrojados al infierno, por la única razón de haber recibido la remisión de los pecados. Y nunca seremos destruidos. De la misma manera en que la familia de Noé fue salvada en sus días, nosotros hemos sido salvados de este mundo de destrucción. Como hemos sido recreados como hijos de Dios valiosos, estamos protegidos por Él como Sus posesiones valiosas. En tiempos de Noé, su familia de ocho entró en el arca cuando fue protegida y amada por Dios, y el mundo siguiente les esperaba. De la misma manera, nosotros también nos hemos convertido en personas benditas.
¿Por qué hemos recibido bendiciones como esta? ¿Por qué pudimos vestirnos de la gracia de Dios todos los días y vivir nuestras vidas por la gracia de Dios día tras día? Solo hay una razón para esto, y es que hemos recibido la remisión de los pecados. Por esta razón solamente, hemos sido redimidos de todos nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso no seremos destruidos. Por esta única razón hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos escapado de nuestras maldiciones, y ahora estamos viviendo en las bendiciones todos los días, y nuestro futuro eterno está asegurado.
Cuando tenía veinte años, sufrí de tuberculosos. En Corea, en aquel entonces, no era habitual encontrarse con personas que muriesen de tuberculosis. Yo era una de ellas, y mi enfermedad empeoró día tras día, hasta que empecé a toser sangre. Pensé que mi vida se había acabado ahora que tenía tuberculosis. En aquel entonces, era muy difícil para mí estar enfermo, y ya no quería vivir en este mundo, porque había decidido irme pronto. Sin embargo, antes de morir, quería creer en Jesús e intentarlo. En aquel entonces encontré al Señor, pero solo por nombre. En aquel entonces no sabía quién era el Señor. Pero había una cosa que sabía acerca de Él, era que había muerto por los malvados como yo.
Así que, por primera vez, abrí la puerta de una iglesia y entré. Me arrodillé en aquella iglesia oscura y oré: “Señor, aunque no sé quién eres, sé que tuviste que morir por los malvados como yo, y por eso te doy gracias. Dijiste que perdonarías mis pecados y te creo, y por esta promesa ahora creo en Ti. Ahora estoy ante Ti, por favor, acéptame. Con todo esto, todos los pecados que he cometido mientras he vivido en este mundo han sido resueltos”. Pero después de orar salí de la iglesia y volví a querer vivir.
Aunque no sabía quien era Jesús, quería creer en Él. Entonces compré una copia de la Biblia y empecé a ir a la iglesia, y seguí viviendo como un buen cristiano durante diez años. Creí en Jesús con tanta lealtad que ni siquiera tenía envidia de la fe del difunto diácono Chudal Bae, un mártir respetado por muchos cristianos en Corea. Durante la Guerra de Corea (1950-1953), cuando las tropas de Corea del Norte invadieron Corea del Sur el diácono Bea desobedeció cuando las fuerzas de la ocupación obligaron a trabajar los domingos para poder santificar el Día del Señor. Por eso, fue fusilado por las tropas de Corea del Norte. Más adelante, su denominación le concedió el título de diácono después de morir citando su fe tan valiosa. Yo era tan buen cristiano que podría haber sido comparado con este diácono Bae.
Después de convertirme en un cristiano, estuve feliz durante algún tiempo. Sin embargo, cuanto más creí en Jesús, más pecados empecé a acumular. Atormentado por mis pecados que se estaban acumulando en mi corazón, les pregunté a los cristianos mayores: “Mis pecados se están acumulando aún más que creo en Jesús. ¿Qué está pasando?”. Entonces me dijeron que no me preocupase explicando que era normal. Dijeron que un cristiano se debe convertir en un peor pecador cuanto más cree en Jesús. Dijeron que aunque tenía pecados, Dios me consideraba justo y me llamaba un santo. Sin embargo, estas palabras no me calmaron y seguí atormentado por mis pecados tanto que mi vida se hizo intolerable. Todos los días oraba a Dios diciendo: “Señor, he cometido pecados. Hoy he odiado a alguien”.
Aunque creí en Jesús, mi corazón estaba siempre sufriendo. No pasaba ni un día sin que mi conciencia sufriese por el pecado. Tenía miedo de que Jesús no hubiese podido eliminar todos mis pecados y por eso intenté hacer todo lo posible por no cometer pecados y cumplir la Ley. De esto es lo que se trataba mi vida de fe. Así que, por esta situación miserable, ¿cómo iba a vivir una vida de fe justa y llena de gozo? En aquel entonces, cuando cometía pecados con mi corazón, sentía tanto dolor que ofrecía oraciones de penitencia y ayunaba sin cesar. Estoy seguro de que algunos de ustedes eran así también. El día santo del Señor tenía que vestirme elegante, ir a la iglesia con santidad, adorar con santidad, volver a casa con santidad, y vivir mi vida con santidad, ¿pero quién puede hacer esto? Estaba tan cansado del pecado, pero aún así fingía ser santo. Cuando pienso en esto ahora, me doy cuenta de que estaba haciendo lo que Dios odia más.
Sin embargo, después de vivir así durante diez años, el Señor vino y me encontró. Después de vivir como un cristiano durante diez años, sentí que no podía creer en Jesús por mis pecados, pero aún así le pedí al Señor que me mostrase el camino, aferrándome al pasaje que dice: “Venid a Mí, todos los que trabajáis y estáis cansados, y os daré descanso”. Entonces pude encontrar al Señor de verdad.
Cuando encontré al Señor, me di cuenta de que todos mis esfuerzos para no cometer pecados habían sido en vano, de la misma manera en que había sido en vano intentar limpiar mis pecados cuando los cometía ofreciendo oraciones de penitencia y ayunando. Me di cuenta de que había vivido mi vida como un hombre ciego espiritualmente todo ese tiempo porque no había conocido la Verdad. Esto se debe a que estaba ciego espiritualmente y me había caído por el precipicio tan a menudo y había llegado a la conclusión equivocada en muchas ocasiones, porque había insistido en que iba por el buen camino. Pero en realidad había ido por el camino maldito a pesar de creer en Jesús. Había creído incorrectamente porque mi fe estaba basada en mis propias acciones. Por eso, cuanto más creí en Jesús, más pecados se acumularon en mi corazón, haciéndome sufrir aún más. Había tanto sufrimiento en mi corazón que la vida era una tortura para mí. Así que en un momento dado intenté suicidarme incluso después de haberme convertido en un cristiano.
¿Dónde habría ido si me hubiese suicidado? A pesar de creer en Jesús, tenía pecados en mi corazón y por eso ¿dónde habría ido entonces si me hubiese suicidado? Al infierno. Me dan escalofríos de pensarlo. Si hubiese muerto así, habría ido al infierno como todas esas almas que fueron destruidas en el diluvio de Noé y fueron al infierno. Pero ahora que he recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, estoy muy contento. Como creo en este Evangelio y he recibido la remisión de mis pecados, ya no tengo miedo, aunque acabe el mundo ahora. No tengo miedo porque mis pecados han sido redimidos; si mi corazón hubiese seguido siendo pecador, no solo habría sufrido en este mundo, sino que habría estado aterrorizado por la llegada del fin del mundo y la muerte resultante.
¿Cómo se nos muestra el mundo a través de los medios de comunicación hoy en día? ¿No vemos que está cerca el último día? En estos tiempos, si estuviese viviendo como un pecador sin el Evangelio del agua y el Espíritu, estaría viviendo sin saber que estamos en los últimos días, y aunque lo supiese mi corazón estaría aterrorizado por la posibilidad de ir al infierno. Los últimos días están cerca. Están ocurriendo muchos cambios climáticos catastróficos, desastres naturales, hambrunas, guerras, falta de recursos naturales y enfermedades incurables en todo el mundo. Hoy en día en Seúl hay muchos avisos de ozono, indicando que la capa de ozono tiene varios agujeros grandes. Pronto tendremos que llevar gafas de sol cada vez que salgamos fuera para evitar daños provenientes de la capa de ozono agujereada.
El año en que Noé cumplió 600 años, los cielos despejados y claros se oscurecieron de repente. Nubes negras empezaron a juntarse y después toda la tierra se oscureció, y entonces hubo un silencio antes de la tormenta. Pero aún así, la gente no se preocupó mucho, pensando que iba a llover un poco. En Corea hay un refrán que dice: «Un cachorro de un día no tiene miedo de un tigre». De esta manera, mientras los que conocen la Palabra de Dios aunque sea un poco y pueden leer los signos de esta era tienen miedo cuando ven que el tiempo no es normal, los que no tienen ni idea y no están preparados no tienen miedo de lo que les va a pasar. La gente de los tiempos de Noé no interpretó bien los signos antes del diluvio, ni pensó en ellos; simplemente siguió con su vida diaria, comiendo, bebiendo y durmiendo, como si no pasase nada.
Entonces empezó a llover. Se formaron gruesas columnas de lluvia, tan pesadas como para derrumbar tejados. Imaginen lo sorprendida que estaría la gente de ver agua entrar en las casas de repente. Los que estaban fuera se habrían dado cuenta de la gravedad de la situación y habrían intentado volver a su casa, pero también habrían visto a personas arrastradas por la corriente. Y entonces habrían sido arrastradas también y perdido el conocimiento hasta ahogarse. Otros más listos habrían intentado subir a una montaña alta dejando atrás los gritos de desesperación de la gente que se ahogada y que se podían oír por todo el vecindario. En tan solo una hora, todo el vecindario se habría inundado. Está escrito en la Biblia, que excepto la familia de ocho de Noé y todos los animales que entraron en el arca con ellos, todo tipo de pájaros en el cielo y toda criatura que se arrastra en el suelo, todo ganado y animal salvaje, y todo ser humano fue destruido.
No estoy diciéndoles esto para asustarles. Lo que quiero es que estén preparados para el fin, dándose cuenta de que este mundo presente es así. De la misma manera en que Noé fue librado del juicio al creer en la Palabra de Dios, ustedes también pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, si no creen en este Evangelio del agua y el Espíritu de corazón y siguen viviendo con pecados intoxicados por este mundo, serán destruidos por esta única razón de tener pecados. No serán los únicos destruidos, sino que sus hijos y todos los miembros de sus familias también serán destruidos. Y no solo serán destruidos en este mundo, sino que serán malditos para siempre en el mundo que viene. Por eso deben estar preparados para el último día.
El mundo entero está expuesto a muchas tribulaciones. Aunque los que no tienen ni idea sigan viviendo como si nunca hubiesen tenido nada de lo que preocuparse, los que tienen conocimiento deben examinarse a sí mismos para darse cuenta de si están viviendo sin prepararse, darse cuenta de la gravedad de la situación y prepararse para el fin. Si siguen sin prepararse levantándose contra Dios con todos sus pecados intactos, no podrán entrar en Su Reino y serán destruidos. ¿Creen que en tiempos de Noé, excepto Noé y su familia de ocho que prepararon el arca, todos los que bebían y comían sin prepararse fueron juzgados? Deben darse cuenta del hecho de que el Día del Juicio vendrá a destruir al planeta entero con fuego, y deben estar preparados para ese día.
Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu nos hemos preparado para el día del Señor. E incluso en este momento, estamos diciendo a todo el mundo que se prepare para el juicio inminente que llegará en estos tiempos, de la misma manera en que Noé intentó preparar a la gente de sus días durante cien años. Dios dijo que, aunque había juzgado al mundo en tiempos de Noé, juzgará a este mundo con fuego. De la misma manera en que Noé construyó el arca y llamó a la gente de sus días a subir abordo, al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu nosotros también estamos guiando a la gente de nuestros tiempos para que tenga fe, reciba la remisión de los pecados y entre en la Iglesia de Dios. Deben buscar la Palabra de Dios, abrir sus oídos para dejar que las palabras de los justos que la predican entren en ellos, prepararse para el fin con esta Palabra al vivir en Su Iglesia, y escapar así de la destrucción de este mundo.
¿Acaso no está el mundo lleno de preocupaciones? Comer, beber y disfrutar de la vida puede hacerse según los deseos propios. Pero, ¿cómo pueden resolver el vacío que viene detrás? Los seres humanos, creados a imagen de Dios, conocen Su voluntad. Anhelan lo eterno, y quieren convertirse en hijos de Dios a Su imagen. Incluso cuando la gente vive dejándose llevar por el mundo, estos deseos siempre están presentes en sus corazones; y estos son los deseos espirituales. Para recibir la vida eterna, deben volver a la Palabra de Dios según sus deseos espirituales.
Los que entraron en el arca cuando Noé los llamó fueron salvados. En aquel entonces, ustedes saben que los que continuaron viviendo en el mundo fueron arrastrados por el diluvio y murieron. Ustedes también deben entrar en el arca de Dios y vivir para ver el segundo mundo. Aunque este mundo será destruido, quien entre en el arca será salvado. Deben creer en lo que Dios dijo y prepararse para el juicio futuro.
La gente de los tiempos de Noé era tan terca que, aunque predicó la Palabra de Dios mientras construía el arca durante cien años y les gritó para que se preparasen, no prestaron ninguna atención, ni creyeron en él. Incluso hoy en día, Dios está hablando a los que tienen pecados en sus corazones aunque dicen creer en Jesús. Dios Padre les está diciendo que ha cumplido la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de Su Hijo Jesús, y que ha hecho posible que todos los que creen en esto puedan ser salvados. Pero a pesar de esto, hay demasiadas personas que no quieren prepararse para el juicio inminente y se niegan a creer en la Palabra de Dios. Estas personas serán destruidas por fuego, como la gente de tiempos de Noé fue destruido por agua.
Mis queridos hermanos, deben estar preparados para estos últimos tiempos. Los que se preparan para el juicio futuro son sabios. Los que se merecían ser destruidos en tiempos del Diluvio de Noé fueron destruidos por Dios por una sola razón: todos tenían pecados. Por tanto, en estos tiempos cuando está cerca el fin de los tiempos, todo el mundo debe recibir la remisión de los pecados y ser nacidos al creer en la Palabra de Dios, y estar preparados para el juicio futuro. No es demasiado tarde. Si no se preparan, acabarán siendo destruidos. No van a vivir mil años. Pero ante todo deben resolver el problema del pecado de sus almas. No deben buscar las cosas materiales y seguir al mundo, sin saber que sus almas están destinadas al infierno. ¿Cuánto tiempo van a vivir aunque vivan una vida larga? Su vida en este mundo, que no es muy larga, es una vida que debe vivirse para recibir la remisión de los pecados. Por tanto, según el objetivo por el que nacimos en este mundo, deben recibir la remisión de sus pecados ahora.
Mis queridos hermanos, les pido que encuentren aunque sea un poco de tiempo en sus vidas ocupadas para escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu en detalle y creer en él. Deben estar preparados para el mundo siguiente. Si creen en este Evangelio, sus pecados desaparecerán. Aunque cometan pecados todos los días, como Jesús ha borrado todos sus pecados, deben recibir la remisión de todos ellos. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, la gracia de Jesús entrará en sus corazones y podrán recibir la remisión de los pecados. Como dice la Biblia: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4), deben escuchar la Palabra que sale de la boca de Dios, recibir la remisión de los pecados y esperar el día del Señor con la salvación en su sitio. El mundo acabará. Sus habitantes morirán, y el mundo también. Y el fin de todo llegará. Si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y reciben la remisión de sus pecados, estarán preparados para entrar en el Cielo, pero si no reciben la remisión de los pecados, llevarán la maldición a sus espaldas y acabarán en el infierno. E incluso en este mundo temporal sus vidas serán miserables y se acabarán al final.
¿Qué hace un vigilante? Un vigilante tiene que vigilar los movimientos del enemigo desde una torre de vigilancia para proteger su ciudad. Ningún vigilante asignado a esta tarea debe convertirse en un perro guardián que no puede ni ladrar. Día y noche el vigilante debe proteger contra los ataques del enemigo en la ciudad, y si ve que el enemigo se acerca a la ciudad, deben hacer sonar la trompeta y avisar a la gente de la ciudad del ataque inminente. Si el vigilante no hace bien su trabajo y no ve al enemigo venir, o si no avisa del ataque, la gente de su ciudad estará desprevenida y acabará siendo masacrada.
Somos vigilantes. Esto significa que debemos avisar a todo el mundo de la destrucción futura del mundo antes de que ocurra, y debemos hacer que la gente crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, y así debemos permitir que reciban la remisión de los pecados, nacer de nuevo ante Dios, alcanzar la salvación y entrar en el Reino de los Cielos. Este es el trabajo que debe hacer un vigilante, y si alguien es destruido por no escuchar las palabras del vigilante, es culpa suya.
Mis queridos hermanos, todos debemos escuchar las palabras del vigilante y prepararse para el futuro. Todo el mundo debe preparar su cuerpo y alma para los tiempos que vienen. Antes de la destrucción de este mundo, deben recibir la remisión de sus pecados y hacer que sus corazones estén sin pecados, y todos debemos estar preparados para recibir el regreso del Señor. Deben prepararse para contestar esta pregunta: “¿Qué debo hacer para borrar tantos pecados en mi corazón?”. La respuesta es tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estando preparados, debemos cumplir esta función de vigilantes para predicar la Palabra de Dios y después ir a encontrar al Señor sin pecados.
Estoy seguro de que hay muchas personas de todo el mundo quiere escuchar la Palabra de Dios. El momento en que nuestras almas nacieron de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, fuimos confiados con el deber de ser vigilantes, y siendo fieles a esta tarea, ahora estamos haciendo la obra de Dios, compartiendo Su Palabra en Su Iglesia. Es una gran bendición vivir como testigos del Evangelio, sin olvidar nuestro deber y guiando a otras almas para que se preparen para el juicio inminente. De la misma manera en que Noé llevó animales al arca, debemos llevar a todas las almas a la Iglesia de Dios.