(Apocalipsis 4:1-11)
A través de la Palabra de Apocalipsis 4, podemos descubrir que clase de Dios es nuestro Jesús, y con este conocimiento nuestra fe es fortalecida. Cuando el conocimiento obtenido a través de la Palabra se convierte en fe y es plantada en nuestros corazones, podemos pelear y vencer a Satanás con una fe fortalecida en el Señor cuando el tiempo de regreso esté cerca y emerja amenazante el Anticristo.
Estamos alimentando nuestra fe ahora para que podamos prepararnos para las tribulaciones de los primeros tres años y medio de la Gran Tribulación. Si llegamos a este día sin este alimento, ciertamente perderemos nuestra fe. Pero si preparamos una fe sólida, podemos declarar atrevidamente, aún si vamos a morir al siguiente momento, que quien nos ha salvado es Dios y que nosotros somos los hijos de Dios Todopoderoso quien está por encima de Satanás quien no es rival para Él.
Pero para hacer eso, primero debemos creer en lo profundo de nuestros corazones que el Señor es Todopoderoso y que nosotros somos Sus hijos. ¿Cuán bajo estuvo nuestro Señor, quien es igual a Dios Padre, cuando Él vino a esta tierra a salvarnos de todos nuestros pecados? Él vino a esta tierra en semejanza de hombre, en forma de siervo, aún más bajo que nosotros Su propia creación. ¿Qué hubiera pasado si el Señor no hubiera venido en tal humildad, sino con poder y autoridad a la par de los gobernadores de este mundo? Es natural que los poderosos solo sean amigos de los poderosos y que nieguen su poder a los pobres, los enfermos y los débiles. Pero el Señor vino en una forma más baja que aún nosotros mismos, haciéndose compañero de los pobres y de los débiles, y los ha hecho Su pueblo liberándolos de sus pecados.
Es por eso que Dios es el Buen Pastor y el Señor misericordioso. Y es por eso que a este misericordioso Buen Pastor, no podemos más que alabarlo por la gloria de hacernos Sus hijos. Así que nosotros alabamos al Señor con nuestros corazones por Su gracia y bendiciones mientras estamos en esta tierra, y continuaremos alabándolo por Su poder y gloria cuando entremos a Su Reino. Unirse en la alabanza del Señor con nuestra propia voz es una gran bendición, ya que solo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu pueden alabar al Señor. Nunca debemos olvidar que nos hemos convertido en el pueblo y en los siervos de un Dios majestuoso.
Alguna gente dice que Jesús es el Hijo de Dios, pero que Él mismo no es Dios. Pero así como los humanos dan a luz a los humanos y las bestias dan luz a las bestias, el Hijo de Dios es Dios. Así como los humanos no pueden dar a luz a un perro, el Hijo del Dios Todopoderoso no puede ser hombre, meramente una de Sus criaturas. Aquellos que no reconocen que Jesús es Dios son aquellos que no saben que Él nos ha salvado con Su agua y Espíritu.
Debemos creer que Jesús es Dios (Juan 1:1). Cuando Dios Padre preparó un trono para Jesucristo y pasó todo Su poder a Él, Jesús –quien era, y es el que ha de venir en el día del juicio, y será por siempre– se sentó en Su trono con el poder de Dios para reinar sobre todo con la majestuosidad del Dios de la Creación, de la salvación y del Juicio. Debido a que nos hemos convertido en su pueblo creyendo en el Señor, entraremos en Su Reino y viviremos por siempre. Jesús es quien creemos que es este Dios y nosotros somos los que nos hemos convertido en los hijos de Dios recibiendo de Él nuestra salvación.
Los santos, trabajadores y siervos de Dios, que somos los nacidos de nuevo, debemos tener orgullo. Aunque tenemos pocas posesiones en este mundo, debemos tener orgullo de rey como los hijos de Dios quienes reinarán sobre todo el universo. ¡Doy gracias al Dios Todopoderoso por liberarnos de los pecados del mundo y convertirnos en Sus hijos!
La alabanza que los 24 ancianos en el Cielo dieron a Dios fue por lo que Él había hecho sobre esta tierra. Su alabanza era que Dios era digno de recibir toda gloria, honor y poder, ya que todas fueron creadas por Él y existen por Su voluntad.
De lo que debemos darnos cuenta absolutamente es que Él que está sentado sobre el trono es Jesucristo, y que Él es Dios. Este Jesucristo en quien nosotros creemos es el Dios real quien nos ha salvado. En el Reino del Cielo, toda la autoridad pertenece a Jesucristo nuestro Dios. Cuando Cristo nos juzgue desde Su trono, aquellos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida entrarán al Cielo y Tierra Nuevos, y aquellos cuyos nombres no se encuentren en este Libro serán arrojados al fuego.
Por lo tanto, no creer en Jesús es lo mismo que no creer en Dios, y no creer en Dios es lo mismo que estar en contra de Dios. Es por eso que aquellos que no creen que Jesús es Dios, que Él es el Salvador y que Él es Rey del Cielo, encararán un juicio temible ante Dios.
Entre aquellos que creen en Dios, existe este grupo llamado los Testigos de Jehová, quienes equivocadamente creen que Jesús. Aunque es el Hijo de Dios, Él mismo no es Dios. Pero si Jesús no fuera Dios, Él no hubiera podido liberarnos de nuestros pecados, ya que solo Él quien es perfecto puede darnos una salvación perfecta.
Somos tan débiles que nuestros corazones cambian fácilmente con las variadas circunstancias. La razón por la que podemos alabar a Jesucristo nuestro Dios por siempre, a pesar de nuestras iniquidades, se debe a que Jesús. Él que vive por siempre y por siempre es perfecto, se ha convertido en el Salvador de los pecadores. Solo aquellos que han sido salvados a través de Jesucristo, el Dios perfecto que ha hecho desaparecer todos nuestros pecados, podemos alabar al Señor. Nuestra fe en Jesucrtisto, en nuestros pensamientos y mentes, nunca deben ser como las religiones del mundo. Cuando conocemos y pensamos en Jesús como Dios y nuestra fe en Él es próspera, podemos experimentar al Dios real.
Debemos vivir en nuestra fe que cree en Jesucristo como nuestro Dios Salvador, y con esta fe podemos pelear y vencer a nuestros enemigos. En otras palabras, cuando creemos en Jesús nuestro Dios esta fe hará temblar a Satanás en temor y esto nos permitirá estar firmes y vencer las pruebas y las tribulaciones del fin de los tiempos. Si, por otro lado, no creemos en Jesús como nuestro Dios, Satanás se reirá de nosotros y hará pedazos nuestra fe.
Habiendo recibido Su trono de Dios Padre, Jesús se sienta sobre este trono como nuestro Dios. A través de la palabra del Apocalipsis, nos damos cuenta que Jesús es el Dios Todopoderoso quien reina sobre todo el universo, ya que Él ha recibido toda la autoridad y poder de Dios Padre.
Tu fe en esta verdad te permitirá vencer atrevidamente a Satanás. Debido a que tenemos el poder omnipotente de Dios tras nosotros como hijos Suyos, nadie puede suprimirnos, y todos podemos vencer en el fin de los tiempos confiadamente y sin temblar. ¡Doy gracias y alabo a Dios por todo lo que Él ha hecho por nosotros!
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