Search

Mahubiri

Tema 26: Levítico

[26-7] La remisión eterna de los pecados (Levítico 4:27-31)

La remisión eterna de los pecados(Levítico 4:27-31)
“Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió. Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto. Luego con su dedo el sacerdote tomará de la sangre, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. Y le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado”.
 
 

La ofrenda espiritual de la fe que debemos ofrecerle a Dios

 
Hoy me gustaría hablar de la ofrenda del sacrificio que el pueblo de Israel ofrecía a Dios para recibir la remisión de los pecados durante el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel ofrecía un sacrificio a Dios para eliminar sus pecados y de esta manera obtenía la remisión de los pecados. Al examinar los requisitos, formas y contenido de los sacrificios ofrecidos por el pueblo en el Antiguo Testamento, podemos pensar en la manera adecuada de creer en Jesús. En aquel entonces, cuando el pueblo de Israel violaba la Ley de Dios, recibía la remisión de sus pecados al ofrecer un animal y sacrificárselo a Dios. Este mundo y todo el universo fue creado por Dios. Aunque Dios no sea visible para mis ojos, está claro que está vivo y con nosotros. Dios también les ha dado la Ley a los seres humanos. A través de esta Ley de Dios podemos darnos cuenta de que no solo pecamos con nuestras acciones, sino también con nuestros corazones. 
En el pasaje de las Escrituras de hoy podemos ver cómo el pueblo de Israel podía recibir la remisión de los pecados cuando no cumplía la Ley de Dios. Cuando el pueblo de Israel pecaba contra el Dios del amor, es decir, cuando sus corazones, acciones o pensamientos se desviaban, ¿cómo podía recibir la remisión de los pecados y eliminarlos? Recibían el perdón ofreciendo un sacrificio siguiendo los requisitos establecidos por Dios. Dios les dio la Ley para que, cuando pecasen contra Él, pudiesen obtener la remisión de los pecados al ofrecer un sacrificio a Dios. Para ello, Dios hizo que el pueblo de Israel construyese una casa llamada Tabernáculo y que ofreciese sacrificios dentro de él. En otras palabras, Dios les había dado el sistema de sacrificios a través del cual el pueblo de Israel debía ofrecer un animal puro, como un cordero o una cabra y sacrificárselo a Dios como ofrenda. Ahora vamos a echar un vistazo al pasaje de las Escrituras de hoy para averiguar exactamente cómo el pueblo de Israel ofrecía sus sacrificios a Dios para recibir la remisión de los pecados. 
Está escrito en Levítico 4:27-29: “Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió. Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto”.
Esto era lo primero que un israelita tenía que hacer cuando pecaba contra Dios. Tenía que llevar a una cabra hembra pura y pasarle los pecados mediante la imposición de manos sobre su cabeza. La razón por la que se necesitaba una cabra hembra pura era que Dios así lo había exigido. El que un pecador llevase una cabra hembra significa que esta cabra era sacrificada en lugar del pecador. Como Dios amó al pueblo de Israel tanto, para salvarlo de sus pecados Dios aceptó la cabra hembra en su lugar y perdonó a los israelitas. Dios no les pidió a los israelitas que le llevasen una cabra pura porque le gustase la carne. Quiero repetir que Dios les pidió que llevasen una cabra hembra para salvar a los israelitas de sus pecados al pasarle todos los pecados a una cabra y dejar que la cabra muriese en su lugar, en este orden. 
¿Era necesario que los israelitas pusiesen las manos sobre la cabeza de una cabra hembra? Ponían ambas manos sobre la cabeza de la cabra porque esta era la manera en la que podían pasar sus pecados al animal como había dicho Dios. Cuando las manos se ponían en la cabra por fe, todos sus pecados eran transferidos a la cabra. La imposición de manos significa ser lavado, ser pasado y ser enterrado. Tiene el mismo significado que el bautismo de Jesús. En resumen, el pueblo de Israel ponía las manos sobre la cabeza de los sacrificios animales para pasarles los pecados. Al poner las manos sobre los animales se pasaban todos los pecados. Era el ritual por el que los pecados del pueblo de Israel eran pasados a estos animales y por el que morían en vez del pueblo de Israel. Así que, en efecto, en vez de que los israelitas muriesen por sus pecados, esta cabra hembra pura aceptaba sus pecados y moría ante Dios, aunque no tuviese pecados. Por eso se llamaba sacrificio animal. La cabra había aceptado todos los pecados de los israelitas y había muerto en su lugar. Esta era la manera establecida por Dios para salvar a los israelitas de sus pecados y a la raza humana. Como Dios nos amó a todos los seres humanos, instituyó este sistema de sacrificios para salvarnos de todos nuestros pecados. 
Para eliminar los pecados del pueblo de Israel, Dios estableció el requisito de que debían poner las manos sobre el sacrificio animal sin falta y así pasarle todos los pecados. De la misma manera, para eliminar sus pecados, el pueblo de Israel, por fe, tenía que poner las manos sobre el sacrificio animal mediante la imposición de manos sobre la cabeza sin falta. Esto se debe a que, si no ponían las manos sobre el sacrificio animal y le pasaban los pecados, era imposible que recibiesen el perdón o estuviesen sin pecados. Solo si la gente que vivía en el Antiguo Testamento hacía esto podía nacer de nuevo sin pecados. Esta era la Ley de Dios que no podía cambiarse. 
Entonces, cuando un israelita se daba cuenta de que había pecado contra Dios y le pasaba los pecados al sacrificio animal mediante la imposición de manos sobre su cabeza, ¿qué le pasaba al animal? Cuando la cabra aceptaba estos pecados perdía su vida. La cabra tenía que morir porque había aceptado los pecados de la gente. Esto se hacía según la salvación que Dios había establecido por el pueblo de Israel. Incluso en el mundo secular, cuando la ley estaba puesta en su lugar, todo debía seguir esta ley siempre y cuando siguiese intacta. Los legisladores crean leyes y la gente debe seguir estas leyes. De la misma manera, Dios mismo, el Creador de todo, estableció la ley de la salvación para el pueblo de Israel y, cuando pasaba los pecados al animal mediante la imposición de manos sobre su cabeza y lo mataba en su lugar según esta ley, Dios lo salvaba de sus pecados. Así, para ser redimidos de sus pecados, los israelitas pasaban sus pecados a una cabra viva y le cortaban el cuello para sacarle la sangre. La cabra tenía que morir precisamente porque había aceptado los pecados de los israelitas.
 


Las consecuencias inescapables de los pecados

 
Todos los pecados tienen consecuencias y ningún pecador puede escapar de ellas. Quiero ilustrar esto con una historia. Hace mucho tiempo había un rey en un reino. El adulterio era tan común entre la gente de ese reino que el rey, para intentar disminuir la tasa de adulterio, creó una ley muy estricta. El rey decretó que quien cometiese adulterio tendría que perder un ojo. Entonces proclamó este nuevo estatuto por todo el reino. 
Sin embargo, también ocurrió que la primera persona que tuvo que pagar el castigo de esta nueva ley era el hijo del rey. El príncipe fue el primero en ser sorprendido cometiendo adulterio desde que se decretó la ley. El rey estaba en una situación muy difícil. Como era el que había establecido el decreto contra el adulterio, tenía que imponer el castigo, pero esto significaba castigar a su propio hijo. Para mantener el orden, el rey tenía que sacarle un ojo a su propio hijo, pero no podía hacerlo porque amaba a su hijo. Por muy estricta que fuera la ley que había decretado, no podía vencer al amor del rey por su hijo. Así que el rey estaba atormentado por el hecho de que tenía que sacarle un ojo a su hijo. Al mismo tiempo, como el decreto del rey estaba vigente, tenía que hacer cumplir la ley. El rey tenía que castigar a su propio hijo. 
Pero el rey no podía sacarle el ojo a su hijo. Al final, el rey ordenó al verdugo que le sacase el ojo a su hijo. Lo hizo porque el crimen de su hijo tenía que ser castigado por la ley pasase lo que pasase. Así que el rey sacrificó uno de sus ojos por su hijo y el verdugo le sacó un ojo al rey en vez de al príncipe. De esta manera, al quitarle un ojo al rey en vez de a su hijo, el rey pudo proteger al príncipe y al mismo tiempo cumplir la ley. Como resultado, la tasa de adulterio descendió precipitadamente. 
Como hemos visto en esta historia, alguien debe pagar por los pecados cometidos ante Dios sin falta. Dios estableció Su ley por la humanidad y por tanto el precio de los pecados debe pagarse. Esto se debe a que Dios había decretado que cualquier persona con pecados debía morir sin falta, como había dicho: “El precio del pecado es la muerte”. Sin embargo, como Dios amó a los pecadores, no quiso matarlos. Por eso Dios permitió que el pueblo de Israel fuese salvado al pasar sus pecados a una cabra viva y después matarla. Dios los había salvado de sus pecados a través de este sacrificio. 
Se llevaba a cabo de esta manera para que el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento recibiese la remisión de los pecados. Cuando pecaban, llevaban un animal puro como una cabra, un cordero o un toro a la Casa de Dios, es decir, al Tabernáculo. Entonces pasaban los pecados a este animal al poner las manos sobre su cabeza, le sacaban la sangre al cortarle el cuello, y después entregaban su sangre a los sacerdotes del Tabernáculo. Esta era la manera en la que se recibía la remisión de los pecados. 
El pueblo de Israel pecaba todos los días. Por tanto, tenía que ofrecer un sacrificio todos los días. Cuando pecaban por la mañana, llevaban un animal y lo sacrificaban a Dios. Cuando cometían otro pecado al mediodía, llevaban otro animal para ser sacrificado. Cuando pecaban de nuevo por la tarde, llevaban otro animal, le pasaban los pecados mediante la imposición de manos sobre la cabeza, y recibían la remisión de los pecados de Dios. Pero, pecaban de nuevo incluso después de ir a la cama. Al principio, el pueblo de Israel habría tenido que ofrecer varias cabras o corderos todos los días para eliminar sus pecados diarios. 
Aunque el pueblo de Israel conocía la Ley de Dios, no podía evitar pecar constantemente y por tanto era imposible que siguiesen estando sin pecados. Así que Dios estableció otra ley para ellos. Como no era viable que el pueblo de Israel recibiese la remisión de los pecados individualmente al llevar a un animal y pasarle los pecados cada vez que pecaba, Dios le dio una alternativa. Esta nueva ley establecía que el pueblo de Israel tenía que elegir a un representante y ofrecer un sacrificio a Dios a través de este representante una vez al año en vez de ofrecer sacrificios todos los días. Según esta ley, estos representantes del pueblo de Israel podían pasar los pecados anuales de la gente a una cabra una vez al año, y como resultado los pecados de Israel podían ser redimidos de todos los pecados cometidos ese año.
 


La ofrenda eterna del pecado

 
Pasemos a Levítico 16:6-10: “Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto”. Amén.
Aarón fue escogido por Dios como sumo sacerdote para representar al pueblo de Israel. El ministerio del sumo sacerdote consistía en ofrecer sacrificios a Dios en nombre del pueblo de Israel. Así que, Aarón, el sumo sacerdote, primero pasaba sus propios pecados, los pecados de su mujer y sus hijos al toro mediante la imposición de manos sobre su cabeza, mataba al toro, le sacaba la sangre y le ofrecía el toro a Dios. De esta manera, Aarón primero conseguía la expiación de los pecados por sí mismo y por su casa. Solo después de esto le llevaban dos cabras vivas. Estas cabras eran puras. Después de recibir estas cabras, Aarón tenía que echar la suerte entre las dos. 
¿Por qué le llevaban dos cabras a Aarón? Aarón tenía que poner las manos sobre ambas cabras para pasarles los pecados anuales del pueblo de Israel, y una de las cabras era ofrecida a Dios en Su Santuario, mientras que la otra cabra era para que el pueblo de Israel la viera y creyese que sus pecados habían sido transferidos. Dicho de otra manera, una cabra era sacrificada a Dios por la expiación del pueblo de Israel, mientras que la otra cabra era ofrecida para hacer que el pueblo de Israel supiese que la expiación iba a cumplirse. 
Así, de esta manera, Aarón llevaba a una de las dos cabras al Tabernáculo. Entonces le ponía las manos sobre la cabeza y oraba: “Señor, el pueblo de Israel ha pecado contra Ti. Tu propio pueblo ha cometido todo tipo de pecados. No te ha adorado; ha blasfemado contra Ti, ha matado, ha cometido adulterio, ha robado, ha tenido lujuria y ha sido codicioso”. Así, Aarón le pasaba a la cabra todos estos pecados que el pueblo de Israel había cometido durante un año mediante la imposición de manos según la Ley establecida por Dios. Después de quitar las manos de la cabeza de la cabra, le cortaba el cuello con un cuchillo. 
En el Tabernáculo había un lugar donde vivía Dios, el Lugar Santísimo. Aarón entraba en este lugar donde estaba el Arca del Testimonio de Dios, metía el dedo en el recipiente donde estaba la sangre de la cabra y rociaba esta sangre sobre el este del propiciatorio siete veces, como está escrito en el versículo 14: “Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre”. Como dicen las escrituras, en los días del Antiguo Testamento, las cabras no eran los únicos sacrificios animales que aceptaban los pecados del pueblo de Israel para eliminarlos, sino que otros animales, como los toros y los corderos, también eran utilizados como ofrendas. Estos animales eran utilizados como ofrendas del pecado y cargaban con los pecados anuales del pueblo de Israel, y como resultado tenían que morir. 
Aarón rociaba la sangre de estas cabras siete veces como ritual para dar testimonio para Dios de que esta cabra había muerto en el lugar del pueblo de Israel. El pueblo de Israel no tenía que morir por sus pecados porque el sumo sacerdote había tomado la sangre de la cabra, su expiación, y la había llevado al Lugar Santísimo y la había rociado allí para significar que el precio del pecado de los israelitas había sido pagado por la sangre de la cabra en su lugar. Esto significaba que el precio de sus pecados ahora había sido pagado ante Dios. 
De hecho, el pueblo de Israel tenía que morir a los ojos de Dios si tenía algún pecado. Sin embargo, gracias al sistema de sacrificios, el sumo sacerdote pasaba todos los pecados del pueblo de Israel al sacrificio animal, le cortaba el cuello, le sacaba la sangre y la rociaba ante Dios. Esto señalaba que el animal del sacrificio había pagado el precio de los pecados de los israelitas en su lugar. En efecto, el sumo sacerdote estaba diciendo a Dios: “Mira, Señor, mira esta sangre. La cabra ha muerto en lugar del pueblo de Israel. Mira esta sangre que ha eliminado los pecados del pueblo de Israel según Tu Ley”. Este era el significado del primer sacrificio ofrecido a Dios el Día de la Expiación. Cuando Dios veía la sangre rociada por el sumo sacerdote en Su presencia, le perdonaba y aprobaba al pueblo de Israel sin pecados diciendo: “Este sacrificio animal tenía que morir en vez del pueblo de Israel. El precio del pecado ha sido pagado según Mi Ley. El pueblo de Israel ahora está limpio y no tiene pecados”. 
De esta manera, el pueblo de Israel era perdonado a través de la imposición de manos del sumo sacerdote y la sangre del sacrificio animal. Cuando Dios vio esta sangre, supo que el sumo sacerdote había puesto sus manos sobre el animal. Por supuesto, los animales no saben lo que es el pecado. Como Dios no estableció una ley para ellos, están sin pecados. Sin embargo, como el animal del sacrificio aceptaba los pecados de los israelitas, tenía que morir en su lugar. De esta manera, cuando Dios vio la sangre del animal que llevaba Aarón, perdonó al pueblo de Israel de todos sus pecados anuales. 
Sin la imposición de manos y el derramamiento de sangre, no puede haber remisión de los pecados. Para recibir la remisión de los pecados de Dios, primero tenemos que pasarle los pecados al sacrificio mediante la imposición de manos sobre la cabeza sin falta. Entonces debemos matar a la ofrenda en nuestro lugar. Y debemos rociar la sangre ante Dios. 
Ahora que hemos visto cómo el sacrificio del Día de la Expiación se ofrecía a Dios en el Santuario, debemos ver el sacrificio que se ofrecía mientras el pueblo de Israel miraba. El versículo 21 dice: “Pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto”. El décimo día del séptimo mes era un día para el descanso del pueblo de Israel. Era como en la actualidad, como el Día del Señor, el domingo, cuando no trabajamos. 
El décimo día del séptimo mes, que era el Día de la Expiación, era el día en el que el pueblo de Israel recibía la remisión de los pecados anuales. Como el sumo sacerdote había ofrecido el sacrificio del Día de la Expiación, el pueblo de Israel había sido perdonado por sus pecados anuales, pero este sacrificio se hacía en siete días, en vez de uno. El que el pueblo de Israel pasase todos sus pecados anuales el décimo día del séptimo mes es algo que está claramente escrito en las Escrituras para que todo el mundo lo vea. Esto se puede encontrar en Levítico 16:29. Leamos los versículos 29 y 30 juntos: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová”.
Como está escrito aquí, Dios determinó que el décimo día del séptimo mes el sumo sacerdote ofrecería un sacrificio para la expiación del pueblo de Israel, es decir que el sumo sacerdote limpiaría a los israelitas y los dejaría sin pecados mediante la imposición de manos sobre el animal que le pasaba los pecados, para que estuviesen limpios ante Dios. Recordando que todo esto fue establecido por Dios, pasemos al versículo anterior: “Pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto” (Levítico 16:21). Es muy importante prestar atención a este pasaje donde Dios le ordenó a Aarón que confesase todos los pecados del pueblo de Israel y los pasase a la cabeza de la cabra. 
Cuando el sumo sacerdote ponía las manos sobre la cabeza de una cabra, todos los pecados anuales del pueblo de Israel eran pasados a la cabra. Esto es lo que dicen las Escrituras. Cuando Aarón ponía las manos sobre la cabra, todos los pecados anuales de los israelitas eran pasados a la cabra, como dice la Biblia: “poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío”. Los pecados del pueblo de Israel eran pasados a la cabra porque Dios lo había determinado. De esta manera, los pecados del pueblo de Israel eran pasados a la cabeza de la cabra a través de las manos de Aarón cuando se las ponía encima y confesaba sus pecados diciendo: “Señor, el pueblo de Israel ha pecado. Ha matado. Ha cometido adulterio. Ha robado. Ha envidiado. Ha cometido idolatría ante Ti”. Por eso la imposición de manos significa ser lavado, ser pasado y ser trasladado y plantado en otro sitio. 
De esta manera, cuando los pecados del pueblo de Israel eran pasados a la cabra, la cabra era llevada al desierto y abandonada allí. Para el pueblo de Israel, el hecho de que todos sus pecados fueran pasados a la cabra y que esta cabra fuera llevada al desierto y abandonada allí significaba que sus pecados eran eliminados por el chivo expiatorio. Esto cumplió la Palabra de Dios diciendo: “El precio del pecado es la muerte”. Mientras todo el pueblo de Israel miraba, pequeños y grandes, el sumo sacerdote pasaba sus pecados al chivo expiatorio mediante la imposición de manos sobre su cabeza y entonces uno de los israelitas llevaba al chivo al desierto. Los que eran demasiado bajos no podían verlo bien, pero los que eran altos probablemente podían ver mejor. ¿Creen ahora que los pecados se pasan mediante la imposición de manos? La gente del Antiguo Testamento recibía la remisión de los pecados de esta manera. 
Sabiendo estas verdades, ¿cómo podemos recibir la remisión de los pecados en la actualidad? Todo el mundo que vive en la actualidad, es decir, la gente del Nuevo Testamento puede recibir la remisión de los pecados al creer en Jesús. Cuando leemos Mateo 1:21, vemos que Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo para eliminar todos nuestros pecados. Envió a Su Hijo a este mundo a través del cuerpo de la Virgen María. El que Jesús fuese concebido por una virgen había sido profetizado por Dios a través de Sus siervos. Está escrito claramente en Isaías 7:14: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Dios dijo aquí que nos daría una señal para indicar la salvación a todo el mundo. Esta señal era que una virgen concebiría al Hijo de Dios, y el Hijo de Dios se convertiría en el Salvador en este mundo. Dios había dicho esto claramente a través de Su siervo, el Profeta Isaías, hace 2,700 años, prometiendo: “Enviaré a Mi Hijo para salvar a todo el mundo. Os enviaré al Salvador, que nacerá en este mundo concebido por una virgen. Os salvaré a través de este Hijo”. 
Como había prometido, Jesús vino a este mundo hace 1900 años. El año de nacimiento de Jesús marca el año 1 d.C. El calendario utilizado por todo el mundo ahora es el calendario gregoriano, basado en el año en que nació Jesús. Todo se cumple como prometió la Palabra de Dios. 
Hace poco tiempo mencioné que, cuando se ofrecía un sacrificio, tenía que ser un animal puro. Pero ¿hay alguien que sea puro? No, no hay nadie. Esto significa que ningún ser humano puede salvar a otro ser humano, y por eso Dios envió a Su Hijo al mundo, le hizo aceptar nuestros pecados y morir en nuestro lugar para dejarnos sin pecados. Así es como Dios nos ha salvado perfectamente. Ningún ser humano puede salvar a otro ser humano. Así que Dios prometió que Jesús cargaría con los pecados de la humanidad, moriría en nuestro lugar, se levantaría de entre los muertos y nos salvaría. 
Pasemos a Mateo 3:13-17: “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. 
Este pasaje describe lo que ocurrió cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Como está escrito aquí, Jesús buscó a Juan el Bautista para que le bautizase. Quiso ser bautizado por Juan el Bautista para convertirse en nuestro sacrificio y aceptar todos los pecados del mundo, de la misma manera en que el sumo sacerdote en el Antiguo Testamento había pasado los pecados del pueblo de Israel a la cabra mediante la imposición de manos sobre su cabeza. ¿Cuál es la importancia de la relación entre Juan el Bautista y Jesús? Asimismo, ¿cuál es al papel de Juan el Bautista? Juan el Bautista era el representante de toda la humanidad. Y Jesús fue la expiación de toda la raza humana en este mundo. En otras palabras, Jesús tenía que convertirse en la ofrenda de nuestros pecados. Por eso buscó ser bautizado por Juan el Bautista y nadie más. 
¿Cuál es el significado del bautismo? La palabra bautismo significa ser lavado, ser enterrado, ser transferido o pasado. El significado es el mismo que la imposición de manos en el Antiguo Testamento. En otras palabras, el hecho de que Jesús fuese bautizado significa que nuestros pecados fueron pasados a Él, transferidos, enterrados y lavados. De la misma manera en que se utiliza el agua para lavar algo, el bautismo de Jesús implica que los pecados de la humanidad fueron lavados. ¿Qué pecados lavó Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista? El bautismo lava todos los pecados de quien cree en Jesús de verdad. Así es como nuestros pecados fueron pasados a Jesús. A través de Su bautismo los pecados de la humanidad fueron pasados a Jesús y plantados en Su cuerpo de sacrificio. Y, como Jesús fue bautizado al aceptar todos los pecados de la humanidad, tuvo que morir. Por esta razón fue a ser bautizado por Juan el Bautista. 
Está escrito en Mateo 3:14-15: “Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Jesús dijo esto porque era Dios mismo, mientras que Juan el Bautista era el representante de la humanidad. Por muy virtuoso que fuese el representante de la humanidad, es menor que Dios. Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios, aceptó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista con la imposición de manos. Para eliminar todos nuestros pecados Jesús, Dios mismo, vino como nuestro Salvador y fue bautizado. 
Mateo 3:15 dice: “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Así, Jesús estaba diciendo que lo correcto era que liberase a todo el mundo de los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista. ¿Qué piensan que era lo más correcto que Jesús hizo cuando vino a este mundo? Eliminar todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista mediante la imposición de manos y cargar con la condena de esos pecados, porque los seres humanos no podían ir ante Dios, ni al Cielo, ni recibir las bendiciones de Dios por sus pecados. Por eso Jesús fue bautizado y condenado. Tuvo que venir a este mundo para eliminar nuestros pecados. Y para ello fue bautizado por Juan el Bautista. La palabra bautismo tiene el mismo significado que la imposición de manos. Al ser bautizado por Juan el Bautista Jesús aceptó todos los pecados de todo el mundo para siempre. 
Está escrito en el versículo 16: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”. A través de este bautismo que recibió de Juan el Bautista, Jesús aceptó todos los pecados de la raza humana, todos y cada uno de los pecados cometidos de cualquier manera por todos los seres humanos hasta que mueren, ya se cometan con sus pensamientos, corazones o acciones. En el Antiguo Testamento, la salvación se obtenía a través del chivo expiatorio. De la misma manera, en la actualidad los pecadores son salvados a través de Jesús. Por eso Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. 
Cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista de esta manera, todos los pecados de la humanidad, todos y cada uno de los pecados de este planeta, fueron pasados a Jesús. Aunque nadie sabe cuándo acabará este mundo, todos los pecados hasta el fin del mundo fueron pasados a Jesús cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús. Todos los pecados cometidos por todos los seres humanos desde el día en que nacieron hasta ahora fueron pasados en ese momento. Si no han conocido a Dios hasta ahora, entonces esto constituye un pecado, pero este pecado fue pasado a Jesús también, de la misma manera que todos los demás pecados que han cometido fueron pasados a Jesús, aunque se hayan cometido sin saberlo, con el pensamiento o acciones. 
¿Todavía tenemos pecados o no? No tenemos más pecados. Jesús vino a este mundo para cargar con todos los pecados del mundo. Y según la voluntad de Dios, Jesús cargó con todos nuestros pecados. Esta es la Verdad. Jesús tomó todos mis pecados cuando fue bautizado. Y no solo cargó con todos mis pecados, sino que cargó con los pecados de todo el mundo. 
Dios es santo. Dios es justo. Y Dios nos ama. Los seres humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Dios dijo: “Soy el Alfa y el Omega”. También dijo: “Soy el Principio y el Final”. Dios es el Creador que hizo este mundo al principio y es el soberano de todas las cosas hasta el final. Dios está vivo para siempre. 
¿Saben acerca de las moscas efímeras? Son insectos que viven solo un día. Como solo viven durante un día, su esperanza de vida es de 24 horas. En contraste, Dios vive para siempre. Por tanto, puede hacer cosas eternas para siempre. Puede cargar con los pecados de los que murieron hace mucho tiempo, de la misma manera en que puede cargar con los pecados presentes y futuros de todos los seres humanos. Dios trasciende al tiempo y espacio. No está limitado por el tiempo o espacio. Dios es omnipotente. Por eso, cuando Dios vino a este mundo pudo cargar con todos los pecados de los que murieron hace tiempo y los pecados de los que están vivos ahora. 
Dios también sabe cuándo acabará este mundo. Todos estamos bajo la soberanía de Dios. Jesucristo pudo cargar con todos los pecados de la humanidad para siempre porque es Dios. Por eso Jesús vivió en este mundo solo hasta los 33 años. Hasta los 30 años fue criado en una familia ordinaria y vivió una vida ordinaria. ¿Por qué fue bautizado Jesús específicamente a los 30 años? ¿Por qué fue bautizado Jesús para cargar con los pecados del mundo cuando cumplió los 30 años? Había una razón. En el Antiguo Testamento, el hijo de Aarón, el sumo sacerdote, pudo sucederle como representante del pueblo de Israel cuando cumplió los 30 años. De la misma manera, Jesús pudo aceptar todos los pecados del mundo como el Salvador solo al cumplir los 30. 
En el Antiguo Testamento, la remisión de los pecados se recibía mediante la imposición de manos sobre un animal, pero en el Nuevo Testamento Jesús aceptó todos nuestros pecados sobre Su cuerpo. En otras palabras, al contrario de como sucedía en el pasado cuando Dios redimía los pecados de los israelitas al pasárselos a animales, en el Nuevo Testamento Jesús aceptó todos nuestros pecados sobre Su cuerpo en vez de usar un animal. Como vive para siempre y es inmortal, aceptó todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo de sacrificio y redimió a todo el mundo de sus pecados para siempre. Por eso Jesús fue bautizado a los 30 años. 
Jesús pudo cargar personalmente con todos los pecados de la humanidad y redimirlos por Sí mismo sin utilizar ningún animal porque es inmortal. Como vive eternamente, pudo eliminar los pecados de la humanidad para siempre. Como Jesús es Dios y no un ser humano como nosotros, y como tuvo que vestirse de la carne de un hombre durante un tiempo, pudo cargar con nuestros pecados para siempre. De esta manera pudo tomar todos los pecados de toda la raza humana. 
Jesús cargó con todos los pecados de este mundo. Tomó todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado. Al hacer esto, nos ha salvado de todos los pecados. Todos nuestros pecados, desde mis pecados a los pecados del Pastor Kim, los del Diácono Park y mi querida esposa, fueron pasados. Como Jesús nos amó y como tenía que salvarnos por este amor, Jesús cargó con todos nuestros pecados personales al ser bautizado. Como Dios amó al Diácono Park, como nos amó y como amó a todo el mundo que fue creado a Su imagen y semejanza, Dios vino a este mundo y cargó con todos los pecados al ser bautizado. Así es como Dios nos ha salvado perfectamente. A través de Su bautismo Jesús nos ha salvado. Todos los pecados de este mundo fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado. 
De esta manera, Jesús cumplió toda la justicia. Cargó con todos los pecados de todos los seres humanos, no solo los pecados de la gente que vive ahora, sino también los pecados de todo el mundo que ha vivido y vivirá en el futuro. Todos los pecados de este mundo fueron pasados a Jesús completamente. Si creemos en esto, podemos darnos cuenta de que nuestros pecados fueron pasados a Jesús. Dios cargó con todos nuestros pecados y todos los pecados del mundo. Como estamos llenos de debilidades, no podemos evitar seguir pecando en el futuro. Sin embargo, hemos recibido la remisión de los pecados al creer de corazón que Jesús cargó con nuestros pecados. 
Somos inadecuados. Somos débiles. Pero, a pesar de esto, Jesús tomó nuestros pecados. Por tanto, al creer en esta verdad de corazón, podemos alcanzar nuestra salvación. No hay nada más que tengamos que hacer. De hecho, no hay nada que podamos hacer por nuestra cuenta para alcanzar nuestra salvación. Lo único que tenemos que hacer, lo único que podemos hacer, es creer que Dios cargó con todos nuestros pecados. Para ello, debemos dejar de lado todos nuestros pensamientos sin falta. Aunque en nuestros pensamientos sea difícil entender cómo Jesús eliminó todos los pecados de este mundo, esto no cambia el hecho de que Jesús eliminó todos nuestros pecados. Así que deben considerar lo que es correcto: seguir sus pensamientos o dejarlos de lado. 
Al final de los 70 muchos soldados japoneses de la Guerra del Pacífico se escondieron en las junglas de islas como Guam. Todo el mundo sabe que la Guerra del Pacífico acabó en 1945, ¿verdad? Sin embargo, estos soldados japoneses se escondieron durante décadas porque pensaban que todavía estaban en guerra. Pero la guerra había acabado hacía mucho tiempo. De la misma manera en que la Guerra del Pacífico acabó en 1945, también es cierto que los pecados del mundo también fueron pasados. Los pecados del mundo han acabado. Fueron (en el pasado) transferidos a Jesús hace 1,900 años, de la misma manera en que la Guerra del Pacífico acabó hace mucho tiempo. ¿Y qué hay de sus pecados? ¿No fueron pasados a Jesús o todavía los tienen? Acabaron hace 1,900 años. Es extremadamente importante que sepan claramente que sus pecados fueron pasados a Jesús. No les estoy pidiendo que crean a ciegas, sino que lo entiendan bien primero. 
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Entonces Jesús ya había aceptado todos los pecados del mundo y ahora estaba cargando con ellos hasta la Cruz. El que Jesús tomase los pecados del mundo significa que tomó todos y cada uno de los pecados del mundo, grandes y pequeños, incluyendo los doce pecados que todo el mundo ha heredado del vientre materno. El Cordero de Dios se refiere al cordero del sacrificio del Antiguo Testamento y al mismo tiempo a Jesús. Juan el Bautista testificó lo siguiente de Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Jesús tomó todos los pecados del mundo. Cargó con todos los pecados cometidos en este mundo. Y fue condenado por ellos en la Cruz. Los pecados que cometeremos en el futuro son parte de los pecados del mundo. Jesús eliminó todos estos pecados hace 1,900 años. 
Juan 19:17 dice: “Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota”. Jesús fue crucificado porque había cargado con todos los pecados del mundo. Por eso fue ejecutado con ambas manos y ambos pies clavados a esa cruel Cruz. Mientras los clavos penetraban Sus arterias, se desangró hasta que se murió. Para los seres humanos la sangre es la vida. Pero, como Jesús había cargado con todos los pecados del mundo, fue crucificado en nuestro lugar, y derramó Su sangre para entregarla por nosotros. Jesús fue crucificado por todos nuestros pecados. En el Antiguo Testamento, cuando un animal era sacrificado, como una cabra o un cordero, aceptaba los pecados del pueblo de Israel a través de la imposición de manos y tenía que derramar su sangre para morir. De la misma manera, cuando Jesús tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, tuvo que morir en la Cruz. 
Ahora debemos leer Juan 19:28-30: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. El Señor dijo que estaba acabado. Dijo esto porque había cargado con todos los pecados a través de Su bautismo y ahora estaba muriendo en la Cruz para cargar con la condena de esos pecados en nuestro lugar. De esta manera, Jesús pagó el precio de nuestros pecados. Cuando Jesús dijo está acabado significaba que había completado toda Su obra de la salvación de principio a fin. En otras palabras, Jesús había terminado la obra de la salvación completamente, de manera que no había más trabajo que hacer. 
Pasemos a Hebreos 10: 9-12 juntos: “Y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”. Las Escrituras dicen claramente que este Cristo, después de ofrecer un sacrificio para los pecados para siempre, se sentó a la derecha de Dios. Dice que sin duda alguna Jesús ofreció el sacrificio eterno por nuestros pecados. 
Leamos un pasaje más antes de terminar. Está escrito en Hebreos 10:17-18: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”. Cuando Dios dijo: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”, estaba diciendo que ya no nos condenará ni juzgará por los pecados que cometemos por nuestras debilidades, porque Jesús ya había cargado con nuestros pecados y había sido condenado por ellos completamente. Las Escrituras también dicen aquí: “Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”. Esto significa que, como Jesús eliminó todos los pecados del mundo al ser bautizado y morir en la Cruz, no hay ninguna necesidad de que los seres humanos intenten eliminar sus pecados mediante sus propios esfuerzos. Esto es lo que Jesús ha hecho por nosotros. Es nuestro Salvador. Cumplió nuestra salvación completamente como nuestro verdadero Salvador. Una vez más le doy gracias a nuestro Señor.