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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 25-2] Pongan sus corazones en el Evangelio del agua y el Espíritu (Mateo 25, 1-13)

Pongan sus corazones en el Evangelio del agua y el Espíritu(Mateo 25, 1-13)
«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir».
 

Espero que tengan sus biblias abiertas por el pasaje de hoy que nos cuenta la historia de la segunda venida del Señor. Sé que sin duda todos ustedes conocen esta historia. Nos habla de que, cuando el Señor vuelva al mundo, habrá diez vírgenes, cinco de las cuales serán insensatas y cinco sensatas. Así que vemos en esta parábola que las cinco vírgenes insensatas cogieron sus lámparas, pero no llevaron aceite, mientras que las cinco vírgenes sensatas se aseguraron de que sus lámparas estaban llenas de aceite. Entonces se quedaron dormidas mientras esperaban al novio, que tardó bastante en llegar. Pero cuando escucharon: «He aquí que el novio está al llegar, id a su encuentro» todas se levantaron y prepararon sus lámparas. 
Las vírgenes insensatas les dijeron a las sensatas: «Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan». Las vírgenes sensatas les respondieron: «Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas». Cuando se fueron a comprar este aceite, el novio volvió y entró en el banquete de bodas con las que estaban preparadas y esperando. Cuando todos entraron, la puerta se cerró a cal y canto. Las vírgenes insensatas volvieron más tarde y empezaron a gritar: «¡Señor, Señor! ¡Ábrenos!». Entonces el Señor contestó: «De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir». Aunque la puerta ya estaba cerrada, estas vírgenes gritaron al Señor: «¡Señor, Señor! ¡Ábrenos!».
Las vírgenes insensatas que se mencionan aquí se refieren a los seguidores de la religión que se aferran obstinadamente a sus creencias religiosas, aunque hayan escuchado el verdadero Evangelio. Siguen trabajando duro por esta fe falsa. Así que vemos que salen a buscar aceite para sus lámparas, pero cuando volvieron la puerta estaba cerrada, por lo que empezaron a gritar para que les abrieran, incluso después de que el Señor ya hubiese llegado y hubiese recibido a las vírgenes sensatas y la puerta del Cielo estuviese cerrada a cal y canto. 
Si de verdad desean saber cuál es la verdadera fe, deben saber que es poner toda su fe en el Señor, quien nos ha salvado completa y perfectamente al cargar con todos nuestros pecados a través de Su bautismo, al derramar Su sangre en la Cruz, ser juzgado por todos estos pecados y ser resucitado. Aunque este Evangelio es cierto y está escrito en la Biblia, los cristianos legalistas intentan hacer obras virtuosas por su cuenta. 
Entonces, ¿cuál es la fe verdadera? La fe verdadera es creer en que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados. ¿Cuál es la creencia verdadera? Creer que Él ha eliminado todos nuestros pecados. No es recibir el perdón de nuestros pecados a diario e intentar no cometer pecados todos los días. Una persona que ha recibido la remisión de los pecados por creer que el Señor los ha eliminado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, es una persona que tiene una fe verdadera. 
En esta parábola hay vírgenes sensatas y vírgenes insensatas, cinco en cada grupo. Las insensatas son tan insensatas porque intentan hacer todo por su cuenta. Intentan que se les felicite por su fe ante Dios y obran para recibir la remisión de los pecados. Pero las sensatas no son así. Preparan el aceite y después hacen en silencio la obra por fe. Hay un dicho entre los cristianos: «El corredor religioso va muy deprisa, pero el corredor fiel gana la carrera». Así, nosotros, los verdaderos creyentes, estamos predicando el Evangelio por todo el mundo por fe. 
Pero por desgracia un gran número de cristianos de este mundo, que no ha nacido de nuevo, no cree en este Evangelio, y lo rechaza, aunque está tan claramente escrito en la Biblia que el Señor vino al mundo y eliminó nuestros pecados. Ellos intentan prepararse por su cuenta, vistiéndose de su propia justicia ante todo, y al hacer esto intentan complacer al Señor con sus voluntades. Pero toda alabanza pertenece al Señor, que es el que nos cura y nos salva porque nos ama. ¿Qué podemos hacer nosotros para complacerle?
Cuando se trata de recibir la salvación debemos creer que Dios nos ha salvado a los verdaderos creyentes perfectamente. La verdadera salvación es creer que el Señor nos ha dado una vida nueva al tomar sobre Sí mismo nuestros pecados y limpiarlos con Su bautismo, al ser juzgado, morir y resucitar. No hay nada más que complazca al Señor que cuando un alma perdida recibe la verdadera salvación por fe. ¿Qué es la insensatez en la fe cristiana? La insensatez es no creer en este mensaje del Evangelio del agua y el Espíritu y no querer resolver todos los problemas teniendo fe en la Verdad, sino intentar alcanzar nuestra propia salvación. 
¿Por qué se considera a estos cristianos como personas insensatas? Vamos a verlo en el versículo 3: «Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite». Este versículo dice que las insensatas tenían lámparas pero no las llenaron con aceite. ¿Por qué debemos tener aceite? El aceite permite que la lámpara dé luz cuando se pone en la reserva. Por tanto, esta parábola es fácil de entender cuando dice que las insensatas no trajeron aceite para sus lámparas. Así, estos cristianos insensatos, van a la iglesia religiosamente, pero el Espíritu Santo no está en sus corazones. No pueden recibir la remisión de sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu porque lo han rechazado. 
El Espíritu Santo nos gobierna, nos mantiene y nos guía, y nos enseña a percibir la Palabra al tiempo que nos bendice. El Espíritu Santo nos defiende de Satanás y de nuestras debilidades porque vive en nosotros. Es insensato que los cristianos no tengan al Espíritu Santo en sus corazones, y aún es peor que vayan a la iglesia y no puedan recibir la remisión de sus pecados porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Espíritu Santo no puede vivir en los corazones de estas personas porque no han recibido la remisión de sus pecados ni han resuelto este problema por fe. El Espíritu Santo solo puede vivir en los corazones que no tienen pecados. Por tanto, como resultado de su fe falsa y terca, se convierten en gente insensata, sin aceite en sus lámparas. 
Una persona que tenga una lámpara sin aceite es una persona que va a la iglesia sin tener al Espíritu Santo, y una persona sin el Espíritu Santo no es parte del pueblo de Dios. ¿Cómo se puede formar parte del pueblo de Dios si no se tiene al Espíritu Santo? Cuando este tipo de personas pasa por dificultades no puede estar revestido de la bondad de Dios porque no le pertenece. 
En esta parábola vemos que las vírgenes insensatas se llevaron las lámparas consigo, pero no llevaron aceite. Esto nos demuestra que creyeron en Jesús y pertenecieron a diferentes comunidades cristianas, pero no pudieron recibir la verdadera salvación. ¿Por qué? Porque vivieron vidas religiosas falsas sin fe verdadera y no se revistieron del poder del Evangelio que el Señor nos ha dado. Aunque creyeron en Dios, intentaron recibir la salvación mediante sus propios esfuerzos. 
Les voy a mostrar un ejemplo: digamos que un barco muy grande es agitado por un tsunami y ustedes se caen por la borda y se encuentran en medio del frío y vasto océano a la deriva. ¿Les sería posible agarrarse al barco aunque fuesen las personas más fuertes del mundo? Si saben de barcos, sabrán que no hay nada a lo que poder agarrarse y que pueden ser absorbidos o desgarrados por los propulsores. 
No hay ninguna manera de volver a subir a bordo, a no ser que alguien les ayude. Del mismo modo la salvación se recibe cuando alguien que está a bordo les ayuda a subir de nuevo al barco. No sé si han subido en un barco, pero por muy pequeño que sea el barco, cuando uno se cae por la borda, estoy seguro de que es imposible subir de nuevo sin ayuda. Es muy difícil a no ser que se tenga la ayuda de alguien a bordo. En el caso de un barco grande, es completamente imposible subir a bordo sin ayuda. Solo es posible volver al barco si alguien lanza una cuerda o un flotador para poder estirar de él. Los cristianos legalistas son ciegos espirituales y no se dan cuenta de que lo que están haciendo está mal, por lo que siguen intentando recibir la salvación por su cuenta, viviendo con una religión falsa. 
En Génesis 40 se cuenta la historia de un copero y un panadero al servicio del rey de Egipto, que estaban en la prisión. Cada uno de ellos tuvo un sueño. En sus sueños, cada uno era restituido en su puesto y podía volver ante la presencia del faraón. El panadero cargaba en su cabeza tres canastas blancas con todo tipo de pasteles y se las llevaba al rey. El copero cogía las uvas y las aplastaba en la copa del faraón, y después ponía la copa en la mano del faraón. Más adelante el panadero murió, pero el copero fue restaurado. 
Si seguimos intentando complacer al Señor a través de nuestros pensamientos y esfuerzos, será imposible vivir con una fe correcta. No podemos vivir una vida de fe correcta si hacemos esto. Si ignoramos este Evangelio asombroso e intentamos vivir una vida de fe con nuestros pensamientos y terquedad, estaremos arruinados espiritualmente. Cuando un profesional médico falso abre el estómago de una persona para intentar curar una enfermedad, en vez de intentar tratarla con medicinas, la vida del paciente está en peligro. Del mismo modo, si los mentirosos que solo creen en la sangre de la Cruz, dicen que no tienen pecados y predican esta mentira, serán arruinados junto con todos los que les escuchen.
Debemos creer en la verdad bíblica de que el Señor nos ha salvado a través del agua y el Espíritu, y debemos reflexionar sobre estas preguntas: ¿de vedad creí en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿O creí en Jesús pensando que podía recibir la remisión de mis pecados a través de la sangre de la Cruz solamente? Debemos hacernos estas preguntas también: «¿Dónde estaba mi corazón? ¿Dónde lo tenía puesto? ¿Qué acepté?». Si su corazón no creía en el Evangelio del agua y el Espíritu, y si este Evangelio no estaba en su corazón, no habían sido salvados todavía. 
Si la gente confirma que ha intentado vivir una vida de fe según la Palabra de Dios, pero no ha creído en Su Evangelio del agua y el Espíritu o lo ha rechazado, entonces ha estado viviendo con una fe falsa hasta ahora. Si esta gente sigue viviendo así, habrá servido a Dios en vano, y todas sus fuerzas se habrán consumido por los problemas y dificultades que ha experimentado, y asimismo el camino que le queda por delante tendrá muchos problemas. Estas personas no podrán disfrutar de la paz porque no tienen al Espíritu Santo en sus corazones. Ahora podemos ver que la gente así vive con un estilo de vida religioso falso.
Además se han convertido en personas penosas que le piden al Señor que les abra las puertas del Cielo, incluso después de que estén cerradas. Así que se les va hacer la siguiente pregunta: ¿tienen este tipo de fe en sus corazones? Hoy estoy hablando de dos tipos de evangelios en el mundo: el Evangelio del agua y el Espíritu y el Evangelio de la sangre de la Cruz como único sacrificio para la remisión de los pecados. La pregunta que debemos hacernos es en cuál de los dos evangelios vamos a creer. El Evangelio en el que crean será en el que pongan su fe. 
Las teorías son en gran parte compatibles las unas con las otras. Esto significa que nuestros corazones pueden recibir cualquier tipo de conocimiento que contenga información contradictoria. Pero la Verdad, el objeto de la fe es exclusivo. Si primero creen en algo como si fuera la Verdad, no pueden recibir otras ideas en sus corazones, aunque sean la Verdad última. Hay dos evangelios hoy en día, uno es la Verdad y el otro es falso, y tenemos que decidir en cuál vamos a creer. ¿En cuál debemos poner nuestros corazones? No deberíamos dudar sobre esto más; el Evangelio del agua y el Espíritu es la última y definitiva verdad bíblica. 
Muchos cristianos de hoy en día por todo el mundo están viviendo un estilo de vida religioso falso. Jesús dijo que había diez vírgenes, cinco sensatas y cinco insensatas. Las vírgenes insensatas salieron a comprar aceite. El significado de esta parábola es que estaban intentando alcanzar la salvación por sus propios medios. En la Biblia, la palabra aceite denota al Espíritu Santo. Por tanto debemos preguntarnos si es posible comprar al Espíritu Santo. Es imposible. Díganme: ¿es posible comprar al Espíritu Santo con dinero? En el libro de Hechos de los Apóstoles se habla de un hombre que intentó comprar al Espíritu Santo. Después de haber visto a Pablo y a Felipe hacer milagros, pensó que él también podría tener ese poder extraordinario, así que decidió intentar comprar este poder con dinero. ¿Creen que esto es posible? ¡No!
El Espíritu Santo no puede comprarse con dinero, y no es posible conseguirlo viviendo diligentemente y orando mucho. ¿Creen que pueden recibir el Espíritu Santo ofreciendo muchas oraciones de penitencia y que Él les escuchará y les contestará? ¿Creen que entrará en sus corazones con gozo? ¿Creen que lo recibirán si siguen viviendo sus vidas religiosas falsas como hicieron en el pasado? ¿O por haber creído en Jesús durante mucho tiempo? ¿O por hablar en lenguas y servir al Señor tanto como puedan? ¿O al creer solo en la sangre derramada en la Cruz como único sacrificio de redención por nuestros pecados?
La respuesta a todas estas preguntas es un no rotundo. Debemos tener el conocimiento bíblico definitivo de que el Espíritu Santo entrará en sus corazones solo si tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, o en otras palabras, si creen que todos sus pecados han sido transferidos a Jesús y han sido limpiados por tener fe en Su bautismo y al resucitar con Él por fe. Deben llegar a la Obra justa que el Señor cumplió por nosotros. 
Hay muchas personas en el cristianismo actual que son como las vírgenes insensatas. Son como estas esposas que no tienen ni idea de lo que quieren sus maridos. Esta parábola nos dice que el Señor vendrá a llevarse a las novias que no son como las insensatas y que tienen aceite en sus lámparas. Los que conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, lo predican hasta el día en que vuelva el Señor, y son fieles incluso en cosas pequeñas. Estas son las esposas sensatas que tienen las lámparas llenas de aceite, y que serán recibidas por el Señor. 
En la parábola de los talentos, el Señor le dijo al siervo que había recibido cinco talentos y había ganado otros cinco: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25, 23). Esta parábola nos dice que predicar el Evangelio es algo pequeño. Entregar a alguien lo que Dios me ha dado tal y como es no es cosa grande. Sin embargo, el siervo que recibió un talento no hizo lo que se le pidió. Simplemente le devolvió al Señor lo que le había dado: «Lo he cuidado bien. Lo enterré en el suelo. Lo he hecho porque sabía cómo eres. Aquí lo tienes». Este tipo de personas no es fiel en la obra de Dios y no podrá entrar en el Reino de los Cielos cuando llegue el esposo, ya que es como las vírgenes insensatas. 
Hermanos y hermanas, es muy importante que todos creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo se comportaron estas vírgenes? Guardaron aceite de sobra en jarras y se las llevaron consigo junto con las lámparas. Esto nos dice que tenían en el corazón el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios le ha dado a toda la humanidad. Trabajaron con la Iglesia y con los hermanos y hermanas que hay en ella, y sirvieron juntos al Señor. 
Antes de que naciese de nuevo, creí durante diez largos años en la sangre derramada en la Cruz como único sacrificio de redención para el pecado, pero seguía teniendo pecados en mi corazón. ¿Piensan que durante este tiempo creí en Jesús de una forma incorrecta, como los cristianos legalistas? En realidad creí en Jesús bien. ¿Piensan que tenía un conocimiento de la Biblia limitado?
No, al contrario, tenía tanto conocimiento como los predicadores de hoy en día, pero no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu. No es que no conociese la Biblia, ya que tenía un gran conocimiento teológico, sino que no tenía la verdadera fe en mi corazón. Obviamente tenía pecados en mi corazón en aquel entonces. Al principio pensé que había recibido la remisión de mis pecados, pero luego se hizo bastante obvio que tenía pecados en mi corazón. Para ser sincero, tenía pecados en mi corazón porque no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero como los que rechazan este Evangelio, me aferré al Señor a mi propia manera y decidí que no iba a soltarlo. 
Ahora que pienso en el pasado sé que debería haber dejado de creer de esa manera. Hubiera sido correcto esperar que el Señor me hubiese salvado y que hubiese creído en lo que Él había hecho. Mi salvación no podía estar completa porque no conocía la Verdad y me había aferrado al Señor con mis propias fuerzas. Yo creía en Jesús, pero mi salvación no podía estar completa. Así que les digo que su salvación no puede conseguirse con tan solo creer en la sangre derramada en la Cruz, como único sacrificio para la expiación de los pecados. Créanme, estas no son mis palabras, son las Palabras definitivas de la Biblia. 
Para ser sincero, los que solo creen en la sangre derramada en la Cruz de esta manera y afirman haber recibido la remisión de los pecados, tienen un entusiasmo impresionante y sus emociones están a punto de estallar. Pero a medida que pasa el tiempo, las cosas que ellos desean no son nada. La Biblia nos dice que no pongamos levadura en el grano que ofrecemos a Dios. Asimismo dice que debemos comer pan sin levadura. Si añaden levadura y la mezclan con la pasta, esta sube y se hace más grande. En apariencia es más grande pero en realidad no es nada. Si no se come este pan con levadura pronto, se pone malo. Debemos saber que Dios no acepta el pan que tiene levadura. 
Sin embargo, por otro lado, el pan sin levadura se conserva bien y no se pone malo con el tiempo. Esto se debe a que este pan no se pone malo fácilmente. Así que, como en este ejemplo, yo pensaba que había creído en Jesús correctamente al creer solo en la sangre derramada en la Cruz. Estaba seguro de que había recibido la remisión de mis pecados como muchos otros que creían de la misma manera. A medida que pasaba el tiempo, y tenía que enfrentarme con diferentes problemas, esta creencia se evaporó. El problema era que, cuando cometía un pecado, me convertía en un pecador peor ante Dios. Así que podemos ver que, con esta falsa creencia y esta fe, uno vuelve a convertirse en pecador después de pecar, por lo que esta fe no lleva a la salvación. Estos dos tipos de fe: la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y la fe en la sangre derramada en la Cruz, son muy diferentes. 
Sin embargo, en la superficie parece que hay una pequeña diferencia entre los dos tipos de fe. Pero el resultado de esta diferencia es un contraste abismal. Del mismo modo en que no pueden ver a una persona que está delante de ustedes si ponen un trozo de papel delante de sus ojos, esta diferencia, que parece pequeña, entre los dos evangelios, es en realidad una gran diferencia. 
Antes de conocer este bello Evangelio del agua y el Espíritu, tenía pecados en mi corazón por mucho que creyese en Jesús. Entonces me convertí en un pecador verdadero después de haber creído en Jesús durante mucho tiempo. Yo, como muchos otros cristianos, había hablado en lenguas, tenido visiones, creado conmociones, había sido leal, y hecho todo lo que tenía que hacer, pero desgraciadamente seguía siendo un pecador ante Dios. 
No podía evitar seguir siendo un pecador porque pecaba todos los días. Durante los primeros años como cristiano, mi corazón estaba en paz cuando ofrecía oraciones de penitencia después de pecar. Pero después de algún tiempo pecaba de nuevo y seguía ofreciendo esas oraciones de penitencia, así que creía que mi corazón estaba en paz como si mis pecados, por los que había orado, hubiesen sido eliminados. 
Sin embargo seguí creyendo de esta forma durante tres años, y en el quinto año mis pecados seguían en mi corazón, incluso después de haber ofrecido tantas oraciones de penitencia. Me sentía muy, muy frustrado. Por mucho que lo intentase, los pecados de mi corazón no desaparecían. 
Durante ese tiempo un espíritu malvado me visitó. No pude ver al Diablo, pero me habló al oído: «¡Eh, tú! Has pecado, ¿no es así? Has pecado, ¿no?». Estaba agonizando porque había sufrido durante mucho tiempo por culpa de los pecados que había en mi corazón, aunque había ofrecido muchas oraciones de penitencia. Hermanos y hermanas, quiero que piensen en esto durante un segundo. No había nadie en la habitación, no oía, ni veía a nadie. Pero de repente escuché una voz que no era la mía. Esa voz me dijo: «Has pecado, ¿no es así? Has pecado, ¿no?». ¿No se volverían locos si les pasase esto? Mi conciencia estaba medio muerta. Había creído solamente en la sangre de Jesús derramada en la Cruz y en Jesús como mi Salvador, pero la realidad era que mis pecados no desaparecían. 
Había ofrecido oraciones de penitencia, creído en la Palabra, creído en la sangre de la Cruz, y reconocido el resto de la Palabra de Dios. Pero mis pecados seguían estando en mi corazón como si hubieran sido grabados con un cincel en la tabla de mi corazón, o con la punta de un diamante (Jeremías 17, 1). Había deseado tanto vivir como un hombre sin pecado, pero desgraciadamente la verdad era que tenía pecados. Así que me sentía avergonzado y no podía ni mirar a la gente: «¿Cómo puedo mirarles?». Si alguien me miraba, me sentía avergonzado de mirar al cielo. Hay un poeta coreano que dijo que le gustaría vivir sin estar avergonzado de mirar hacia el cielo. Creo que se sentía así porque también tenía pecados. 
Antes de nacer de nuevo mi conciencia había sufrido muchas agonías por culpa de mis pecados, aunque creía en Jesús. Así que intenté hacer todo lo imaginable para poder resolver el problema del pecado. Incluso pensé en suicidarme. Gracias a esta experiencia puedo decirles estas cosas. Puedo enseñarles a distinguir si su fe es correcta o no cuando intentan vivir sus vidas de fe con emoción y conmoción espiritual. 
También puedo decirles a los que tienen una fe legalista lo que significa creer en Dios y en el Evangelio del agua y el Espíritu. Les puedo decir que se entreguen a Dios y vivan con una fe correcta. 
Cuando no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu, tenía pecados en mi corazón. Sin embargo, cuando leí el siguiente pasaje: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3, 15), me di cuenta de esta Obra poderosa y de las palabras de Jesús, quien había cumplido toda justicia en el río Jordán al ser bautizado. 
A través de este pasaje, pensé: «Oh, ya veo. Toda la justicia se ha cumplido. Todos los pecados del mundo han sido transferidos a Jesús. Él ha tomado todos los pecados de la humanidad para siempre a través de Juan el Bautista, y ha recibido el juicio del pecado en la Cruz. Se ha convertido en nuestro Salvador vivo y en Dios al resucitar de entre los muertos». A través de estas palabras, me di cuenta de que el Señor había recibido todos nuestros pecados mediante Su bautismo. 
Cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, todos los pecados del mundo se pasaron a Él. A través de estas palabras me di cuenta de lo siguiente: «Oh, ya veo. Jesús se ha ocupado de mis pecados. Ha sido juzgado por esos pecados. No tengo ningún pecado. Dios nos ha hecho hijos Suyos. Jesús se ha convertido en nuestro Salvador». Después de esto, los pecados que había en mi corazón, es decir, los pecados que estaban escritos en mi corazón, fueron borrados por completo. Desde entonces pude mirar a la gente sin sentir vergüenza, hablar con la gente sin odio, y hacer lo correcto. Mi vida empezó a tener sentido. Estuve muy agradecido y contento desde entonces. Ahora estamos felices y contentos en el Señor, oramos sin cesar y damos gracias por todo. 
La vida religiosa y la vida de fe son dos estilos de vida completamente opuestos. Hay un gran número de personas por todo el mundo que tienen un estilo de vida religioso falso. En Pakistán, uno de nuestros colaboradores fieles, creyó en este Evangelio y lo predicó a la gente de su alrededor. Ahora nos han informado que la gente a la que predicó ha sido salvada y cree en este Evangelio, por lo que ha recibido la remisión de los pecados a través de este colaborador. Mientras predicaba este Evangelio, se encontró con algunos líderes cristianos y empezó a compartir este bello Evangelio con ellos. Al principio se quedaron alucinados al escucharlo e incluso comentaron que era una doctrina bella. Pero después se enfadaron y le contestaron con malas maneras. 
Nuestro hermano, que estaba algo enfadado por sus palabras y su condescendencia, contestó: «Este Evangelio del agua y el Espíritu no es una doctrina. ¡Es la Verdad!». Este hermano era joven y los que estaban hablando con él eran mucho más mayores, incluso eran doctores en Teología y pastores. Le dijeron a nuestro joven hermano: «Tú no eres doctor, y eres demasiado joven para tener un conocimiento sólido de la Biblia. ¿Cómo vas a enseñarnos tú la Palabra?». Él contestó: «Soy joven y no tengo mucha educación, pero esta no es una doctrina cristiana. No es ninguna doctrina especial. Es la Verdad. Puede que parezca ignorante en Teología a sus ojos, pero creo que es correcto que todos nuestros pecados han sido eliminados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, porque la Palabra de Dios es la Verdad».
La diferencia entre una vida de fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y una vida de religión que solo busca el fervor, es la misma que la diferencia entre las vírgenes sensatas y las insensatas. Las vírgenes insensatas son las que tienen un estilo de vida religioso falso y piensan que la salvación y la perfección ante Dios se consigue por medios propios. Los que salen a comprar aceite y son tercos, no tienen al Espíritu Santo. 
Hermanos y hermanas, no piensen que pueden comprar al Espíritu Santo haciendo algo. Ni siquiera se les ocurra pensar que pueden recibir al Espíritu Santo viviendo una vida religiosa y yendo a la iglesia. 
La gente dice que se puede nacer de nuevo en sueños, mientras se ora, después de haber escuchado un sermón, o de muchas otras maneras, pero la verdad es que solo pueden nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Apóstol Pedro dice que han nacido de nuevo, no de una semilla perecedera, sino de una semilla que no perece, que es la Palabra de Dios, que vive para siempre (1 Pedro 1, 23). También dijo: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva» (1 Pedro 3, 21). El Señor vino al mundo como nuestro Salvador, murió en la Cruz, y fue resucitado de entre los muertos al cargar con todos los pecados de la humanidad a través de Su bautismo recibido de la mano de Juan el Bautista, cuando tenía 30 años. Mediante esta obra justa se pudo convertir en nuestro Salvador. 
¿Qué tipo de corazón tienen? ¿Y qué tipo de fe tienen? Por casualidad, ¿creían solo en la sangre de la Cruz? Y cuando escucharon el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿lo añadieron a lo que creían antes? ¿Creen que Jesús les ha salvado a través de la sangre derramada en la Cruz? Si creen que Jesús es su Salvador, ¿no deberían haber denunciado el otro evangelio imperfecto? ¿Han aceptado por completo el Evangelio de Verdad después de haber escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu que les ha salvado completamente? Tienen que pensar en este asunto tan importante una vez más. Si solo han creído en la sangre derramada en la Cruz hasta ahora, deben saber que esta creencia es falsa. En sus corazones deben aferrarse a la verdad de que el Evangelio del agua y el Espíritu es el único Evangelio completo y definitivo, y por tanto deben creer en él.
Está escrito en la Biblia: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5, 17). Su vida religiosa falsa es una cosa vieja, y su vida de fe después de conocer el Evangelio del agua y el Espíritu es algo nuevo. El Señor dice que no podemos poner vino nuevo en odres viejos, y por tanto no podemos dejar que el Evangelio del agua y el Espíritu conviva con nuestras viejas creencias. 
Por tanto, creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y creer solo en la sangre derramada en la Cruz, no son compatibles. Las nuevas criaturas salvadas son las que tienen la fe correcta ante Dios, como está escrito: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5, 17).
¿Dónde está su corazón? ¿Está entre los pecadores o entre los justos? ¿Está en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿O está solo en la sangre derramada en la Cruz? El que hayan recibido la salvación o no depende de dónde esté su corazón. El lugar donde hayan puesto su corazón es muy importante. ¿Dónde lo han puesto ustedes? ¿Y toda la gente del mundo? Desgraciadamente los corazones de la gente están puestos en la sangre derramada en la Cruz, como único sacrificio de redención por los pecados. 
Por tanto, por mucho que lo intenten, no pueden complacer a Dios ni recibir las bendiciones con esta fe. Por tanto no solo tienen que hacer un cambio de paradigma, sino que tienen que cambiar la manera en que han creído y poner toda su confianza en la verdad. Esta es la única Verdad. Esta es la Verdad perfecta y la vieja era imperfecta. Por tanto, esta gente debe confesar: «Creeré en el Evangelio del agua y el Espíritu de ahora en adelante porque es perfecto». Sus corazones deben moverse de un sitio imperfecto a uno perfecto. 
Esto es lo que dice Mateo 25. Deben creer en la salvación que el Señor ha cumplido por todos nosotros a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos creer en la salvación que se ha completado en el pretérito perfecto. Declara que todos nuestros pecados han sido eliminados y que todo el mundo puede ser salvado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. No está bien trabajar duro y decidirse a hacer una cosa o la otra para ganar la salvación en el presente. Debemos creer que todos nuestros pecados fueron eliminados hace tiempo. Debemos creer que todos nuestros pecados fueron eliminados hace tiempo. Debemos creer en el Salvador Jesucristo, que nos ha salvado al venir al mundo, recibir todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, cargarlos hasta la Cruz, ser clavado en esa Cruz como pena por esos pecados, morir, y resucitar de entre los muertos. Debemos creer en la salvación que Jesús ya ha completado.
Los que no han recibido la salvación todavía deben orar de esta manera: «Señor, no he recibido la remisión de mis pecados. Por favor, sálvame». Tienen que reconocer que todavía deben poner el Evangelio de Verdad en sus corazones y orar a Dios para que los salve. Deben poner sus corazones en el Evangelio del agua y el Espíritu. Deben creer que Jesús se llevó sus pecados cuando fue bautizado, que derramó Su sangre en la Cruz, resucitó de entre los muertos, y a través de esta Obra justa nos ha salvado. Deben creer en esta Verdad y aferrarse a ella. 
La gente que cree así y escoge unirse a la Iglesia de Dios, es la que ha preparado el aceite en sus lámparas. Hablando en términos carnales, parecemos sucios y bajos a veces porque somos muy débiles en todo lo que hacemos para servir a la obra del Señor después de haber nacido de nuevo y de haber creído en la verdad. Pero a pesar de esto es sensato expandir el Reino de Dios mientras humillamos nuestros corazones y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, buscando la paz, amándonos los unos a los otros, y uniéndonos con un mismo objetivo de servir al Señor, por lo que recibiremos Sus bendiciones. Estos santos son el verdadero pueblo de Dios, las vírgenes sensatas. 
Como consecuencia de que Adán y Eva cayesen en el pecado, se tuvieron que esconder entre los árboles del Jardín del Edén, y el Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?» (Génesis 3, 9). Como esta escena de la Biblia, nos surge la siguiente pregunta: ¿Dónde está su corazón ahora? ¿Está con los pecadores? ¿Está con los justos? ¿Tienen el Evangelio del agua y el Espíritu en su corazón? ¿Está su corazón bien sujeto a ese Evangelio? ¿O está aferrado solo a la sangre derramada en la Cruz como única salvación?
Todo el mundo es valioso, pero ¿quién son los insensatos? Las personas que han cerrado sus corazones y niegan la respuesta correcta. Desgraciadamente así es la mayoría de la gente del mundo. 
Es extremadamente frustrante ver a esta gente. Hay un gran número de iglesias en el mundo que sirven a Dios junto con sus supersticiones, y que hacen mucho ruido y causan conmoción como los chamanes que buscan la buena fortuna. Si hablan con los miembros de estas iglesias, aunque sean unas pocas palabras, se darán cuenta de lo hipócritas y lo sucios que son, y les pondrán enfermos. Fingen ser limpios ante los justos, aunque sus pecados estén más sucios que una pocilga. Son tan despreciables que dan ganas de arrojarlos a la basura diciendo: «¡Alejaos de mí! Id a limpiar vuestros pecados sucios antes de volver». Su fe ni siquiera es fe. No reconocen la Palabra de Dios, sino que causan gran jaleo hablando en lenguas, alardeando de tener el don de curar, arrojando demonios y deslumbrando a los demás. Les digo que lo que hacen es un fraude a los ojos de Dios. 
Hace algún tiempo, un antiguo mago llamado James Randi, vino a Corea y apareció en un programa de televisión titulado El Reto Paranormal de James Randi. Declaró: «No hay ningún poder sobrenatural que no pueda probarse científicamente». Dijo que probaría y examinaría a gente de todo el mundo que dijera hacer milagros y les daría 1 millón de dólares a los que pudieran hacer milagros de verdad. En nuestro país, Corea, hay un gran número de falsos profetas que dicen curar enfermedades mediante la imposición de manos. James Randi dijo que si alguno de ellos podía curar a un enfermo, le daría 1 millón de dólares. Así que este programa llegó a Corea pero pronto se reveló que nadie tenía estos poderes sobrenaturales. De hecho no hubo ni una sola persona en el mundo que los tuviera. Así que se demostró que lo que esta gente afirmaba era un fraude. 
Un hombre bastante ridículo se pegó monedas en el pecho, pero esto también era un fraude. Se demostró que este hombre tenía la piel grasienta, y que perspiraba mucho, así que las monedas se le pegaban en la piel. Así que se demostró que ni una sola persona en este planeta tenía poderes verdaderos. Así que al final James Randi se quedó con el millón de dólares, ya que nadie puedo demostrar sin duda que podía hacer milagros. Quien diga poder hacer milagros está mintiendo. La verdad es que tienen demonios obrando dentro de ellos. 
Esta gente sigue diciendo: «Voy a curar tus enfermedades», pero en realidad no cura nada. Los denominados curadores psíquicos en nuestro país son conocidos por tener el don de la curación, y fueron invitados a este programa para demostrar sus técnicas, pero también se demostró que eran mentirosos y fraudulentos. Al final reconocieron que habían fracasado en frente de toda la audiencia. 
Los cristianos que creen solo en la sangre derramada en la Cruz son meros corredores religiosos. Son insensatos. Intentan continuamente alcanzar su salvación mediante sus propios medios. La verdad bíblica es que el Señor los ha salvado hace tiempo, pero ellos no creen en las Escrituras. Por eso ofrecen oraciones de penitencia miserables a todas horas, con la mentalidad de que sus pecados desaparecen si practican estos rituales. La verdadera fe es creer que nuestros pecados han sido eliminados a través de Su obra justa. El saber y creer según la Verdad es tener fe. El creer que uno puede cambiar con disciplina propia no es tener fe. Hacer esto no es la Verdad. Para ser sincero, es muy fácil tener la verdadera fe. 
Hermanos y hermanas, digamos que hay una flor bonita delante de ustedes. Se la conoce con el nombre de gladiolo. La fe consiste en averiguar que en realidad se llama gladiolo y aceptarla tal y como es: «Esa flor se llama gladiolo». La fe consiste en percibir la Verdad y creer en ella tal y como es. Por tanto, tener fe no es difícil. La fe consiste en saber y creer que el Señor nos ha salvado del pecado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Es correcto o no? ¿Es difícil? ¿Creen de corazón? ¿Saben que el Señor les ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Creen en esto?
Si pretenden seguir al Señor deben negar sus pensamientos y deseos. Pero aún así hay gente insensata que se aferra a su fe antigua. No desea abandonar el mal camino, ni afirmar que este Evangelio es la verdad definitiva. Después de escuchar esta verdad se preguntan cómo es posible que hayan estado encerrados en este falso Evangelio y hayan creído de una manera incorrecta durante todo ese tiempo. Entonces dicen: «Ibas hacia esta dirección en secreto. ¡No puedes hacer eso! Ya veo, he creído de manera incorrecta durante tanto tiempo». Deben confesar que han tenido una fe incorrecta todo este tiempo. Deben negarse a sí mismos. Deben confesar: «He creído de manera incorrecta toda mi vida hasta ahora, y no he entendido la Biblia correctamente». La Biblia dice: «Mientras callé, se envejecieron mis huesos. En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano» (Salmo 32, 3-4). David dijo que la mano del Señor se agravó sobre él porque no confesó sus pecados. Deben dejar su estilo de vida anterior y admitir que han creído de manera incorrecta, que han entendido de manera incorrecta y que ahora deben aferrarse a la verdad. 
La pregunta de dónde está su corazón es muy importante. Los movimientos del corazón no se pueden ver con los ojos, pero producen resultados enormes. El corazón humano se está moviendo siempre, aunque no lo podamos ver con nuestros ojos. Es maravilloso el hecho de que la fe cambia y la salvación se determina según dónde hayan puesto su corazón. Por lo tanto deben poner su corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podrán conseguir la aprobación de Dios. Solo entonces podremos movernos hacia esa verdad, y podremos experimentar el efecto de que Jesús ha eliminado todos nuestros pecados. ¿Son ciertas estas palabras o no? Si se niegan a hacer que su corazón pertenezca al Evangelio del agua y el Espíritu del Señor que Él nos dio, no habrá obras en sus corazones. 
Las obras solo pueden salir de nuestros corazones si los ponemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor cumple estas obras si nos decidimos a mover el corazón al Evangelio de la Verdad confesando: «Hasta ahora he creído de manera incorrecta, pero ahora voy a poner mi corazón en el Evangelio de la Verdad». El Espíritu Santo entra en nuestros corazones de esta manera. Aunque no tengamos ninguna sensación en nuestro corazón, desde ese momento somos hijos de Dios. Esto es posible porque no tenemos pecados en nuestros corazones, ya que el Evangelio del agua y el Espíritu los ha eliminado. 
Yo voy a predicar el Evangelio por todo el mundo. Las iglesias y los cristianos de nuestro país también deben poner su corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay más gente que conoce el Evangelio pero no ha puesto su corazón en él. Pienso que es porque el Evangelio del agua y el Espíritu no les resulta conocido. 
Por cierto, la gente más malvada en el cristianismo es la que cree solo en la sangre derramada en la Cruz, como único sacrificio de redención de los pecados, y luego dice que no tiene pecados. ¿Cómo es posible que sus pecados desaparezcan si solo creen en la sangre de la Cruz? Dios dijo que una persona solo puede entrar en Su Reino al nacer de nuevo del Evangelio del agua y el espíritu. El Señor dijo en 1 Juan 5: «Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan» (1 Juan 5, 6-8). Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un Dios. Dios Padre envió a Su único Hijo al mundo, le pasó los pecados del mundo al hacer que fuese bautizado por Juan el Bautista, le hizo cargar con todos nuestros pecados, derramar Su sangre de salvación como redención de esos pecados que debían ser juzgados, y lo resucitó de entre los muertos para que se convirtiera en nuestro verdadero Salvador y Dios. 
Jesucristo es su Dios de salvación y el mío. Pero voy a seguir luchando contra todos los mentirosos del mundo que dicen que no tienen pecados aunque solo crean en la sangre de la Cruz. «¡Insensatos! La historia del cristianismo tiene unos 2000 años. ¿Ha habido alguna persona (excluyendo a los miembros de la iglesia primitiva) que haya recibido la remisión de los pecados al creer solo en la sangre derramada en la Cruz? ¡Nunca! Ni una sola. No ha habido nadie, en el presente o el pasado que haya recibido la remisión de los pecados al creer solo en la sangre de la Cruz. Solo después de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo la gente se ha levantado por primera vez, afirmando estar sin pecado con la fe correcta y una conciencia tranquila».
Si parece que podemos recibir la remisión de los pecados si creemos solo en la sangre derramada en la Cruz, no hay nada que hacer. Pero no es así y desgraciadamente no hay ni una sola persona en el mundo que no crea en este falso evangelio de una forma u otra. 
No hay ni una sola persona que no crea que Jesús ha borrado todos los pecados al derramar Su valiosa sangre. Todo el mundo lo sabe. ¿Y nosotros? Yo creo que hay gente entre ustedes que ha creído solo en la sangre de la Cruz durante mucho tiempo, pero después de haber escuchado el verdadero Evangelio y haber creído en él, ha cambiado su corazón y ha puesto su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo esta gente debe confesar que su fe antigua era incorrecta diciendo: «Mi fe era incorrecta. El Evangelio del agua y el Espíritu es la verdad. El Señor me ha salvado a través de este Evangelio del agua y el Espíritu. Me ha librado del pecado al ser bautizado y derramar Su sangre en la Cruz. Ha tomado todos mis pecados a través de Su bautismo y me ha salvado a través de Su sangre derramada en la Cruz». Deben cambiar su corazón haciendo esta confesión. 
Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. Si han creído solamente en la sangre derramada en la Cruz, que no es el Evangelio del agua y el Espíritu, deben admitir que era una fe incorrecta, arrepentirse y creer que solo el Evangelio del agua y el Espíritu es la verdad definitiva. Si han tomado la decisión de que la salvación no se consigue solamente a través de la sangre derramada en la Cruz, deben saber que este evangelio fraudulento nunca se puede convertir en la Verdad. Cuando crean en su corazón que el Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de Verdad, se convertirán en el pueblo de Dios por fe, y serán aprobados por completo. Cuando sean hijos de la fe, el Espíritu Santo caminará con ustedes, Dios les guiará y serán transformados como el sol naciente. 
Le doy gracias a Dios porque el Señor nos ha salvado y nos ha hecho sensatos. Creo que somos sensatos gracias al Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Creen en esto? Cuando vivan con su fe, deben caminar por el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay mucho trabajo que hacer después de llegar a la verdad y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que hay muchas personas en el mundo que ni siquiera han escuchado esta verdad y por lo tanto no tiene fe en ella. 
Si todo el mundo creyese en el Evangelio del agua y el Espíritu, sería innecesario malgastar nuestras energías predicándolo, ya que habría creído durante más de 2000 años, mientras que nosotros lo acabamos de descubrir. Si esto fuese cierto, ¿quién creen que sería mejor creyente, el resto del mundo o nosotros? Por supuesto, los que han creído en el Evangelio de la Verdad durante más años serían mejores creyentes que nosotros. Sin embargo, si solo han creído en la sangre derramada en la Cruz, nadie es justo. 
Hermanos y hermanas, ¿conocen a alguien en el extranjero que haya recibido la remisión de los pecados estrictamente según la Palabra de Dios antes de leer nuestros libros? En un país había un grupo de personas que decían que los pecados desaparecían si se creía solamente en la sangre de la Cruz. Pero en cuanto nuestros libros entraron en ese país, empezaron a leerlos y tuvieron la fe correcta. Ahora están confesando que se han convertido en la verdadera Iglesia. En los Estados Unidos, uno de nuestros colaboradores que había recibido la remisión de los pecados, dijo que había leído el segundo libro sobre el Tabernáculo y había aprendido que solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden entrar en el Lugar Santísimo. Deben darse cuenta de que, el poder entrar en el Lugar Santísimo, es decir, la presencia de Dios, se debe a que nos hemos hecho santos sin pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Me faltan palabras para expresar lo agradecido que le estoy al Señor y lo bueno que es. Sin duda tenemos una gran cantidad de obras que hacer. 
Ahora estamos trabajando en nuestro ministerio literario. Los primeros diez libros de nuestras series de libros cristianos iluminan el Evangelio desde distintos ángulos. A partir del décimoprimer libro publicaremos libros para el crecimiento espiritual de los que han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos hecho mucho trabajo hasta ahora. Sin embargo, la cosecha está lista y debemos recogerla, por lo que hay mucho trabajo que hacer. 
El conocimiento y la Verdad se han predicado, y desde ahora predicaremos el Evangelio del agua y el Espíritu de forma diferente, es decir, a los que ya han leído nuestros libros. En ellos trataremos las siguiente preguntas: «¿Es su fe correcta o incorrecta? ¿Es incorrecto creer solamente en la sangre de la Cruz como único sacrificio de redención por los pecados? Deben creer en la verdad bíblica definitiva del Evangelio del agua y el Espíritu».
Así que pueden ver que hay mucho trabajo que hacer. Esta es una lección importante porque es tiempo de cosecha. Ahora es hora de unir nuestras fuerzas y nuestro dinero para la cosecha. 
Hermanos y hermanas, ¿creen de la misma manera? Dios les está llamando para que trabajen para Él. Cuando ponen su corazón en este Evangelio de verdad, y se presentan ante Dios por fe, Él obrará en ustedes, les bendecirá y les confiará Sus obras. 
Le doy gracias a Dios por hacernos Sus obreros. 
¡Aleluya!