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Bài giảng

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-7] Arrepiéntanse y vuelvan al Evangelio del agua y el Espíritu (Mateo 4:12-25)

(Mateo 4:12-25)
«Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron. Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán».
 
 
Cuando el Señor vino a este mundo, cargó con todos los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista. Después de ser bautizado, el Señor fue llevado por el Espíritu al desierto donde ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches, y cuando terminó de ayunar fue tentado por Satanás. Cuando el Señor fue tentado por Satanás de varias maneras, se levantó contra él y le venció al confiar en la voluntad de Dios Padre y Su Palabra.
Entonces escuchó que Juan el Bautista había sido arrojado en la prisión por criticar al Rey Herodes por sus pecados. Al escuchar esta noticia Jesús se fue de Nazaret, que era su ciudad, y se fue a Capernaúm, un lugar al lado del mar en las regiones de Zabulón y Neftalí. Esto se hizo para cumplir lo que el Profeta Isaías había profetizado:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció» (Mateo 4:15-16).
Como nos muestra este pasaje, el Nuevo Testamento nos habla del cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Pero es bastante posible que no le prestemos atención a esto y no apreciemos las profundas implicaciones. Sin embargo, la obra de la salvación del Señor no se completó de cualquier manera, sino que se había planeado meticulosamente hace mucho tiempo y por eso el Señor mismo cumplió esta obra de salvación cuando llegó el momento.
Cuando el Señor vino a este mundo, nació en Belén, una pequeña ciudad en Israel y creció en Nazaret. Cuando escuchó que Juan el Bautista estaba en prisión, se fue de Nazaret y se fue a Capernaúm, una ciudad a orillas del Mar de Galilea en las regiones de Zabulón y Neftalí. La región de Galilea era una tierra gentil. ¿Por qué fue nuestro Señor a Galilea personalmente aunque era una tierra de gentiles? Para salvarnos a todos los gentiles de todos nuestros pecados. Pueden pensar que no fue para tanto que el Señor fuese a la tierra de gentiles, pero la verdad de que fuese a la región de Galilea implica que fue buscando a los gentiles para salvarnos de todos nuestros pecados.
De hecho, el pueblo de Israel no aceptó a Jesucristo como su Señor. Esto se debe a que no reconocieron que Jesús era el Hijo de Dios y el Salvador de toda la humanidad aunque el Señor caminase entre ellos. Al negarse a reconocer a Jesucristo como su Salvador, el pueblo de Israel lo rechazó y glorificó a algunos ídolos. El Señor había enviado a muchos siervos de Dios al pueblo de Israel para advertirles que volviesen a Dios para que le recibiese en sus brazos y les bendijese. Pero el pueblo de Israel se había negado a volver a Dios. Por tanto, nuestro Señor vino a este mundo en la carne humana como Salvador de la raza humana y en obediencia a la voluntad de Su Padre cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. En otras palabras, el Señor se reveló en este mundo como Salvador de todos los seres humanos en vez de solamente el pueblo de Israel. Jesús se reveló a Sí mismo como Hijo de Dios a todos los seres humanos, y fue tentado por Satanás como Salvador de toda la raza humana. Y venció todas las tentaciones del Diablo, aferrándose a la Palabra de Dios Padre con veneración. Entonces fue a la tierra de los gentiles de Galilea en las regiones de Zabulón y Neftalí y vivió allí para continuar con Su obra de salvación.
Pero los judíos rechazaron a nuestro Señor. Así que Jesús fue a buscar a los gentiles. En otras palabras, Jesús se volvió a los gentiles porque fue rechazado por Su propio pueblo, el pueblo de Israel. La Biblia nos dice que desde ese momento Jesús empezó a predicar y decir: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (Mateo 4:17). Esto se debe a que Israel rechazó la voluntad del Señor. El Señor vino a buscar a los gentiles para convertirse en su Salvador y se ha convertido en su Salvador. ¿Por qué vino el Señor a este mundo a buscar a los gentiles a pesar de que no son el pueblo escogido de Israel? Lo hizo porque el pueblo de Israel lo rechazó como dijo el Apóstol Pablo. Esto tiene una implicación importante ya que demuestra que incluso los gentiles tienen ahora la oportunidad de alcanzar su salvación y todos pueden convertirse en hijos de Dios si aceptan la justicia de Jesucristo.
Jesucristo ha cumplido la justicia de Dios Padre. Dicho de otra manera, como Jesucristo cargó con todos los pecados de la humanidad para siempre a través de Su bautismo, muerte en la Cruz y resurrección de entre los muertos, cualquiera que crea en la justicia de Dios de todo corazón puede ser salvado. El Señor nos ha dado esta oportunidad y bendición de convertirnos en el pueblo de Dios a todos los que aceptamos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones. Como el pueblo de Israel rechazó a Jesucristo, tenemos esta oportunidad de alcanzar nuestra verdadera salvación como gentiles. Aunque la Ley de Dios se originó en Jerusalén, todos los que vivimos en el presente tenemos la oportunidad de alcanzar nuestra verdadera salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

Dios nos pidió a todos que nos arrepintiésemos

 
¿Por qué nos llamó Dios al arrepentimiento? Nos llamó al arrepentimiento para que obedeciésemos y siguiésemos Su voluntad. Dios quiso convertirse en su Dios y bendecirlos a todos, pero muchos de ellos se negaron a aceptar el amor de Dios y Su justicia. Por eso el Señor los llamó al arrepentimiento. Y el Señor nos da bendiciones a los que se arrepienten. El verdadero arrepentimiento consiste en dejar atrás los errores, la justicia propia y volver a Dios.
Por tanto, si han ido por el mal camino, deben arrepentirse sin falta, ya sean judíos, gentiles o cristianos. Aunque sean cristianos, si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, no conocerán la justicia de Dios y desobedecerán voluntad todo el tiempo. Si quieren arrepentirse, deben admitir sus fallos y aceptar a Jesucristo, quien ha venido por el agua y el Espíritu como su Salvador personal. Deben entender la justicia de Dios y aceptarla en sus corazones, porque la Biblia dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1:12). Deben darse cuenta de que pertenecen al Señor y que el Señor les ha salvado de todos los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Y cuando entienden este verdadero Evangelio, deben volver a él por fe. Solo entonces pueden ser completamente salvados.
El pasaje de las Escrituras de hoy nos muestra que era la voluntad de Dios que el Señor viniese al mundo para salvar al pueblo de Israel que estaba adorando a ídolos. Pero la inmensa mayoría del pueblo de Israel lo rechazó en aquel entonces. E incluso hoy en día muchas personas, judíos y gentiles, siguieron negándose a aceptar que Jesucristo es su Dios y Salvador. Todas estas personas se sentarán en el lugar de la destrucción. Es muy importante darse cuenta de que los gentiles también tienen la oportunidad de alcanzar su salvación al creer en el Evangelio del agua y Espíritu. Nosotros también tenemos la oportunidad de creer en la justicia de Dios. Esta oportunidad de alcanzar nuestra salvación por fe se nos dio porque el pueblo de Israel rechazó a Jesús como su Salvador. Esto se hizo según el plan de sabiduría infinita de Dios. Como Dios ama a todo el mundo, hizo a todos los seres humanos a Su imagen sin importar su raza o etnicidad. Y al hacerlo, Dios nos ha dado estas oportunidad para creer en Su amor a todos los seres humanos. Como el Señor quiere que todo el mundo sea salvado de sus pecados ha venido a buscarnos. Por esta razón nuestro Señor fue a Galilea buscando a Pedro, Andrés, Santiago y Juan y les dijo mientras pescaban: «Seguidme y os haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19). Esto es cierto igualmente para todos los otros discípulos también.
 
 

El Señor nos ha bendecido a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu para hacer la obra de Dios

 
Los santos nacidos de nuevo tenemos el poder de salvar a todos los pecadores de sus pecados. El Señor nos ha dado el poder de salvar a los pecadores, como dijo: «Seguidme y os haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19). Los habitantes a lo largo de las orillas del Mar de Galilea vivían en una región gentil. El Señor había ido a una tierra gentil y había llamado a Pedro y Andrés que estaban pescando en el Mar de Galilea, diciéndoles: “Os haré pescadores de hombres. Seguidme”. Al escuchar esto, Pedro y Andrés se deshicieron de sus redes y siguieron a Jesús. Esto implica que Dios nos ha permitido a los gentiles hacernos discípulos de Jesús. Aquí podemos ver que la bendición de haber la obra de Dios se les concede a los gentiles en vez de al pueblo de Israel. Así que nosotros también podemos encontrar la gracia de Dios hoy en nuestras vidas.
No estoy diciendo aquí que Pedro no fuese judío. Era judío, como el Señor también era judío en la carne. Pero lo que quiero decir es que el Señor fue a la región gentil de Galilea a pesar del hecho de que era judío en la carne. Esto lo hizo para cumplir la profecía hecha por un siervo de Dios en el Antiguo Testamento: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles» (Mateo 4:15). Como dice este pasaje, la tierra de Galilea no era una tierra judía. Era una tierra gentil, pero el Señor fue allí y llamó a Pedro y Andrés mientras estaban pescando en el Mar de Galilea y después llamó a Santiago y a Juan. Entonces hizo que Sus discípulos llevasen a cabo Su obra. Esto nos muestra lo mucho que el Señor quiere a los gentiles, cómo nos ha dado el Evangelio de la salvación y como quiere que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Esta es la voluntad de Dios para todos nosotros.
Cuando observamos al pueblo de Israel y su historia, vemos que su fe tiene mala fama. Adoraron a becerros de oro con tanto empeño que no volvieron a Dios aunque fueron castigados por su idolatría. En ese momento Jesús nació en este mundo en la ciudad de Belén. Belén era una aldea rural y la región de Nazaret eran considerada también rural y poco civilizada en aquellos días. Jesús nació y pasó Su infancia en estos lugares tan rurales.
Cuando Jesús cumplió los 30 años, fue al río Jordán y allí cargó con todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista. Al cargar así con todos los pecados del mundo mediante el bautismo que recibió de Juan el Bautista, Jesús llamó a los doce discípulos mientras cargaba con estos pecados y les hizo predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a los israelitas primero. Pero a menudo fue a las regiones gentiles a predicar el Evangelio a los gentiles también. Nuestro Señor escogió al Apóstol Pablo como Su mensajero para los gentiles. Y hoy nos ha hecho predicar este mismo Evangelio del agua y el Espíritu.
Hoy, a través de los gentiles Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Esta es la voluntad de Dios. Entonces, ¿por qué decidió Dios hacer Su obra a través de los gentiles en vez del pueblo de Israel? Esta es la sabiduría de Dios.
A menudo se dice que los mejores y más astutos comerciantes del mundo son judíos. Esta es una percepción bastante común de que los judíos son buenos haciendo negocios, y además de esto también se han ganado la reputación de ser fríos y calculadores. El Mercader de Venecia es un ejemplo típico de este prejuicio sobre los judíos que ha prevalecido durante la mayor parte de la historia de Europa. Pero hay un contexto histórico para esto: los judíos se dedicaron al comercio porque sufrieron discriminación y no tenían otro medio de subsistencia. El comercio en general era algo despreciado en Europa hasta la llegada del capitalismo y había multitud de obstáculos que hacían imposible que los judíos pudiesen tener una ocupación profesional. Como resultado, los judíos se vieron forzados a dedicarse a la actividad comercial, particularmente a las finanzas, como su único medio de subsistencia. Entonces su éxito provocó mucho resentimiento, que sirvió para alimentar aún más la discriminación contra ellos. Aunque el antisemitismo no es tan prevalente ahora como lo era antes, no se ha extinguido completamente. Incluso en los Estados Unidos todavía hay personas que sienten odio por los judíos y la influencia que se cree que tienen.
Otra razón por la que Dios decidió sustituir a los israelitas con los gentiles como Sus siervos es que los judíos no obedecieron Su Palabra aún cuando Dios fue a ellos y les pidió que se arrepintieran de su maldad. Adoraron a becerros de oro mientras fingían adorar a Dios. En realidad buscaban valores del mundo como el poder, prestigio y propiedad, y estas cosas eran sus becerros de oro. Así que Dios quiere difundir el Evangelio del agua y el Espíritu a través de los gentiles. De la misma manera en que Jesús llamó a Sus discípulos desde la región gentil de Galilea y les confió la obra de Dios, nos ha llamado a hacer Su obra.
Predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es una bendición maravillosa que Dios nos ha dado a todos nosotros. La mayoría de los cristianos de hoy en día piensan que es simplemente una coincidencia que Jesús estuviese a orillas del Mar de Galilea y llamase a Sus discípulos allí. Pero en realidad Jesús quiso predicar el Evangelio del agua y el Espíritu no solo a los israelitas, sino a todas las naciones, y estaba interesado más aún en los gentiles. El que Jesús tuviese tanto interés en los gentiles que vivían en el Mar de Galilea significa que quería salvar a los gentiles y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo a través de ellos; y por eso Dios nos hizo predicar este verdadero Evangelio por todo el mundo. Dios tiene un gran plan para nosotros. Esta es una maravillosa bendición y todos hemos recibido una bendición enorme de Dios.
Todo el mundo debe arrepentirse. El pueblo de Israel también debe arrepentirse y volver al Dios de sus antecesores de la fe. Todos los seres humanos que viven en todo el mundo deben aceptar a Jesucristo, el Salvador de la humanidad, como su Salvador personal. Aunque uno sea cristiano, mientras esta persona crea en doctrinas inútiles en vez de la Verdad de salvación, está adorando a ídolos en vano. Estos cristianos confusos deben arrepentirse de su idolatría y volver a la verdadera fe cristiana que está puesta solamente en la justicia del Salvador de la humanidad. El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación y todo el mundo debe creer en este Evangelio de todo corazón. Por eso estamos predicando este Evangelio de salvación, el Evangelio del agua y el Espíritu. Y esta es la voluntad de Dios para todos nosotros.
Parece que el río Jordán fue un lugar muy importante para el ministerio de Jesús. Aquí, en el río Jordán, Jesús cargó con todos los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista. Y como el Señor cargó con todos los pecados de este mundo sobre Su cuerpo y fue a la Cruz, Jesús fue bautizado para comenzar Su ministerio.
Jesús fue al Mar de Galilea para empezar Su ministerio de salvación. ¿Por qué fue Jesús al Mar de Galilea específicamente como el primer lugar donde empezar Su ministerio cuando había vivido la mayor parte de Su vida en Nazaret? Las orillas del Mar de Galilea eran completamente extrañas. En esta tierra de gentiles Jesús llamó a Pedro, Andrés, Juan y Santiago. Esto significa que, aunque Dios hizo Su obra a través del pueblo de Israel, estaba más interesado en los gentiles. En otras palabras, Dios quiso que el Evangelio del agua y el Espíritu fuese predicado por todo el mundo a través de los gentiles.
¿Hay más gentiles o judíos? Hay muchos más gentiles que judíos. Se estima que hay unos 13,2 millones de judíos en el mundo. Comparado con esto, China tiene 1300 millones de habitantes, mientras que el mundo entero tiene 6000 millones en este momento. Y el Señor ama a todas estas personas. Quiere salvarnos a todos sin importar nuestra raza o nacionalidad, y por eso nos dijo que los que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu serán testigos de Su Evangelio en Judea, Samaria y los fines de la tierra. La predicación del Evangelio del agua y el Espíritu comenzó en Israel, pero cuando este Evangelio sea completamente predicado a los gentiles, volverá a Israel. Cuando el pueblo de Israel acepte finalmente a Jesús como su Salvador, la voluntad del Señor se cumplirá completamente.
Sin embargo, como el pueblo de Israel era tan terco, los gentiles también tuvimos la oportunidad de creer en este Evangelio. El Señor nos ha dado el don de Su verdadera salvación a todos los que creemos en Su justicia, como dice Juan 1:12: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».
El pueblo de Israel había desobedecido a Dios durante mil años. Los gentiles también habían desobedecido a Dios. Pero a pesar de esto, Dios predicó el Evangelio del agua y el Espíritu a los gentiles a través de Sus siervos, y gracias a esto, recibieron su salvación y las bendiciones de Dios al creer en este Evangelio. En otras palabras, los gentiles aceptaron como su propia salvación el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. Así que sus corazones y el corazón de Dios estuvieron llenos de gozo. Así es como la voluntad de Dios se cumplió. Y por eso el Señor dijo: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Dios amó a todo el mundo sin distinción. Debemos recordar siempre en nuestros corazones que nuestro Señor nos ha amado así.
Pasemos a Mateo 4:23-25: «Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán». Como indica este pasaje, Galilea fue la zona principal del ministerio de Jesús cuando estuvo en esta tierra.
El Señor cumplió la salvación de la raza humana mientras estuvo en este mundo. Lo primero que el Señor hizo en Su ministerio fue cumplir la justicia de Dios. La salvación de todo el mundo fue preparada exclusivamente por nuestro Señor. Ahora el primer paso es arrepentirse de los errores propios para volver a Dios.
¿Qué debemos hacer para volver a Dios? En primer lugar, debemos arrepentirnos de nuestras creencias equivocadas y volver al Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras debemos arrepentirnos de haber adorado a becerros de oro y volver a Jesucristo, quien ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. De lo contrario nadie puede ser salvado de sus pecados. Por eso debemos volver al Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él. Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Con este Evangelio del agua y el Espíritu el Señor ha eliminado todos los pecados de la humanidad y Su pueblo para siempre.
 
 

Ahora estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo

 
De la misma manera en que Jesús sanó a muchas personas, nosotros estamos sanando a muchas personas espiritualmente. Al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a toda la gente que quiere creer en Dios de todo corazón según Su Palabra, la estamos sanando de la enfermedad del pecado.
La gente de todo el mundo está sufriendo la enfermedad cultural del pecado sin precedencia. Estas personas incluso piensan que han cometido pecados tan horribles que no podrían nunca ser perdonadas. Por tanto, es nuestro deber sanar a estas personas desesperadas de todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos la habilidad de sanar a estas personas de la enfermedad espiritual del pecado. Somos capaces de esto como creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu, porque somos discípulos de Jesús.
De la misma manera en que nuestro Señor amó a los gentiles tanto, nosotros debemos amarlos también. Y de la misma manera en que el Señor sanó a muchas personas de diferentes enfermedades, nosotros debemos sanar a los pecadores de las enfermedades espirituales. Esta es la obra que estamos haciendo ahora. Aunque hayamos estado haciendo esta obra de Dios hasta ahora, debemos ser aún más diligentes en el futuro. Cuando nos damos cuenta de que la voluntad de Dios es que hagamos Su obra, entonces podemos ver lo que el Espíritu Santo está haciendo en nuestros corazones. Gracias al Espíritu Santo en nuestros corazones podemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todas las personas enfermas espiritualmente a nuestro alrededor.
Ahora me gustaría pasar los próximos minutos haciendo hincapié en esta cuestión y terminar el sermón. Nuestro Señor está haciendo la obra de Dios a través de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Juan el Bautista cumplió sus funciones al completo hasta que Dios lo recibió en Sus brazos. ¿Qué hizo Juan el Bautista en este mundo entonces? Hizo dos cosas muy importantes: en primer lugar pasó a Jesucristo todos los pecados de no solo el pueblo de Israel, sino de todo el mundo, y en segundo lugar, dio testimonio de esta Verdad de salvación. Lo que testificó era que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios. A través de su testimonio Juan el Bautista hizo saber al mundo entero que Jesús vino a este mundo como el Cordero de Dios, cargó con todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, eliminó todos los pecados al sacrificarse como el chivo expiatorio del Antiguo Testamento murió para eliminar los pecados del pueblo de Israel.
Otra de las funciones de Juan el Bautista fue señalar los pecados de la gente. Incluso reprendió al Rey Herodes con dureza por sus pecados y por eso fue martirizado. Al mismo tiempo, Juan el Bautista era tan humilde que cuando sus discípulos le dijeron cómo todo el mundo iba a Jesús, les dijo: «Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3:27-30). De esta manera, Juan el Bautista se humilló ante el Señor y le dio toda gloria. Mereció que Dios le llamase como representante de la humanidad para pasar todos los pecados del mundo a Jesucristo.
Como el Señor cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz mientras cargaba con estos pecados y se levantó de entre los muertos; así se ha convertido en el Salvador para todos los que creen en esta Verdad. El Señor ha hecho posible que todos seamos salvados de todos nuestros pecados solo si creemos en la justicia de Dios. En otras palabras, todos podemos ser salvados si aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador. Y para dar testimonio de esto Juan el Bautista tuvo que venir.
Una vez Juan el Bautista terminó todas sus obras, Jesús empezó a gritar en el Mar de Galilea: “Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Todo el mundo debe volver a la justicia de Jesús por fe. Quien haga esto puede entrar en el Reino de los Cielos. Quien crea en la justicia del Señor puede ir al Cielo.
¿Qué hay de ustedes? ¿De verdad creen en la justicia de Jesucristo? Este mundo está a punto de sufrir una terrible tormenta. Aunque ahora estemos tranquilos, todos podemos presentir que caerán sobre nosotros desastres de todo tipo. Cada vez hay más desastres naturales en todo el mundo, y las hambrunas a nivel global causarán una crisis alimentaria en la que morirán muchas personas. Hay muchas enfermedades que pueden convertirse en pandemias, desde las SARS hasta la gripe aviaria e incluso la malaria. Cada vez hay más señales de esto por todo el mundo. Ahora estamos viviendo en la calma antes de la tormenta.
Antes he pasado algún tiempo escribiendo algunas palabras que irán en la cubierta delantera de mi serie de cinco volúmenes acerca del Evangelio de Mateo y en ella hablo de los desastres naturales que ocurrirán al final del mundo. Mientras escribía me di cuenta de que estamos en la era del caballo negro descrita en el Libro del Apocalipsis. En este Libro se mencionan cuatro eras: la del caballo escarlata, el caballo negro, el caballo blanco y el amarillo, y ahora estamos al final de la era del caballo negro. En la cubierta delantera de mi serie de sermones sobre el Evangelio de Mateo he hablado de cómo estamos viviendo en tiempos peligrosos. Estamos viviendo en tiempos difíciles y peligrosos. Cuando prediquemos el Evangelio del agua y el Evangelio completamente lo que tenga que venir vendrá seguro.
Ahora estamos en la era del caballo negro. Los precios de los alimentos básicos han aumentado de manera excesiva. Una de las causas de esto es el precio del petróleo que no deja de subir y ha llevado a muchos países a buscar fuentes alternativas de energía. El maíz, por ejemplo, está cada vez en más demanda porque puede convertirse en etanol. Así que, en vez de ser utilizado como fuente de alimentos, el maíz está siendo utilizado cada vez más como fuente de energía alternativa, y por eso el precio está subiendo tanto que es inasequible en los países subdesarrollados. Lo que es aún más preocupante que la crisis alimentaria global es el calentamiento global. Los científicos han avisado de que si no se hace algo para detener el calentamiento global, los cambios climáticos tendrán consecuencias catastróficas. Estamos viviendo en unos tiempos muy peligrosos.
Por tanto, todo el mundo debe volver a Jesucristo y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu antes de que sea demasiado tarde. Esta es la única manera de ser librado de la destrucción inminente. Todos debemos volver a Jesucristo, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, y todos debemos creer en Él. Solo entonces podemos entrar en el Reino de los Cielos.
El Señor está diciendo que estos tiempos son como los de Noé. Este mundo será destruido repentinamente. Pero, aunque la destrucción del mundo esté cerca, muchas personas están demasiado ocupadas con sus cosas y no están dispuestas a creer en la salvación que el Señor les ha dado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor dijo que todas estas personas serán destruidas porque se niegan a preparar la fe que les podrían haber salvado.
Pero a los hijos de Dios, el Señor dijo que no vendría como un ladrón. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos saber que el Señor volverá. De la misma manera en que estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios acerca del fin de los tiempos deberá cumplirse al mismo tiempo. Aunque algunas personas creerán en el Evangelio del agua y el Espíritu, otras lo rechazarán. Sin embargo, el Señor está ofreciendo la oportunidad a todo el mundo de creer en este verdadero Evangelio.
La puerta está abierta para que prediquemos el Evangelio por todo el mundo. No tardaremos en predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Como discípulos de Jesús, debemos creer en este Evangelio del agua y el Espíritu y trabajar duro para darle la remisión de los pecados a todo el mundo. Nuestro deber es curar las almas de la gente. Dicho de otra manera, debemos ayudar a todo el mundo a recibir la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Esas personas irán al Cielo entonces.
Es absolutamente necesario que todos prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Así que debemos responder a la llamada del Señor y hacer Su obra mediante la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. En vez de pensar en este mundo que pronto será destruido, todos debemos pensar en el Señor y hacer la obra que Dios nos ha confiado.
¡Aleluya!