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Tema 23: Hebreos

[Capítulo 1-2] La Palabra de salvación testificada en varios tiempos y en varias (Hebreos 1:1-3)

La Palabra de salvación testificada en varios tiempos y en varias(Hebreos 1:1-3)
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
 
 
El Libro de Hebreos nos muestra de diferentes maneras cómo los profetas pudieron soportar y vencer la persecución. Así que, cuando estudiamos el Libro de Hebreos, podemos aprender acerca de los detalles de la Biblia, tanto del Antiguo como el Nuevo Testamento. Por tanto, el Libro de Hebreos es muy importante, pero lo que la mayoría recuerda de Hebreos es solamente el capítulo 11, que describe a la gente de fe. Sin embargo, la razón por la que el Libro de Hebreos es tan indispensable para nosotros es que fue escrito para los judíos que se habían convertido al cristianismo. 
En otras palabras, la mayoría de ellos eran fuertes seguidores del judaísmo que se dieron cuenta de que Jesucristo era su Salvador; lo aceptaron por fe y así fueron salvados. Como todavía estaban confundidos por su antigua fe, el mensaje de Hebreos debería considerarse muy importante para nosotros también. Con respecto a lo que hemos aceptado, aunque demos testimonio de lo que creemos en Jesús, la cuestión es si Jesús es nuestro Señor y Dios personal o no. En otras palabras, el Libro de Hebreos es la preciosa Palabra de Dios que nos permite darnos cuenta de que el Señor es nuestro Salvador y que ha resuelto el problema de nuestros pecados, en vez de creer en Jesús porque otras personas creen en Él y además demuestra la preeminencia de Jesucristo. 
De la misma manera en que hubo personas que se convirtieron del judaísmo al cristianismo, hoy en día hay muchas personas que se han convertido en el cristianismo de otra religión. En vez de ir a la iglesia por cuestión de hábito o deber y decir sin creerlo que Jesús es nuestro Salvador, deberíamos darnos cuenta de que nuestras almas deben encontrar a Dios sinceramente de manera concreta a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y de que debemos esforzarnos por hacer una confesión de fe sincera para decir que Jesucristo es nuestro Salvador. 
Así, creo en el Evangelio del agua y el Espíritu como algo que debe encontrarse individualmente, que debemos escuchar con nuestros oídos y aceptar en el corazón. Por eso el Libro de Hebreos es una epístola tan importante hoy en día. Es la Epístola de la confirmación que nos permite encontrarnos con la justicia del Señor de manera personal. Pero los judíos también se encontraron con barreras cuando intentaban creer en Jesús. En primer lugar, tuvieron que reconocer que Jesús era el Mesías prometido a ellos como se profetizó en el Antiguo Testamento. 
Estoy seguro de que esta Epístola de Hebreos será muy beneficiosa para nosotros, porque nos explica cómo Jesús es nuestro Salvador, cómo nos ha salvado, cómo nos ha librado de todos nuestros pecados completamente, cómo nos ha dado el Espíritu Santo para que viva en nuestros corazones, cómo enviará a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu al Cielo y cómo nos ha hecho Sus hijos e hijas. 
He realizado unos estudios en profundidad sobre el Libro de Hebreos mientras estaba en Sokcho, y estoy agradecido porque ahora tengo otra oportunidad de estudiar de nuevo. Esta Epístola de Hebreos estaba dirigida a los cristianos judíos que creen en Jesucristo como su Salvador. Debemos examinar cómo el siervo de Dios exhortó a los cristianos judíos que creyeron en Jesús como su Salvador y que estaban dispersos por el extranjero. 
 
 

Leamos las Escrituras juntos

 
Se calcula que el pasaje de las Escrituras de hoy fue escrito alrededor del 63 d.C. Sin embargo, lo importante aquí no es solo saber cuándo fue escrito el Libro de Hebreos, sino que aún más importante es saber por qué fue escrito y saber si creemos o no en la Palabra escrita de Dios. Para empezar a contestar estas preguntas, es muy importante que Jesucristo viva en su corazón como su Salvador primero junto con el Evangelio del agua y el Espíritu. Pasemos a los versículos Hebreos 1, 11: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas”. Esta es la primera frase del Libro de Hebreos que se escribió como introducción al texto principal que aparece a continuación. 
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2). Este pasaje significa que la Palabra de Dios la recibieron nuestros antepasados en diferentes tiempos y de varias formas a través de los profetas. Se dice que Dios nos habló en varios tiempos y de varias formas en el pasado a través de los profetas. Por tanto, se dice que en el Antiguo Testamento Dios nos ha salvado de los pecados del mundo al enviarnos a Su Hijo Jesucristo. Por tanto, para conocer nuestro futuro, debemos conocer nuestro pasado correctamente. 
¿Nos damos cuenta de que El Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, incluyendo los pecados del pasado, presente y futuro? Debemos aferrarnos a esta verdad de que la verdadera salvación solo se alcanza cuando nos damos cuenta de que el amor del Señor ha borrado los pecados de todo el mundo para siempre, del poder del Evangelio del agua y el Espíritu y la Verdad de la salvación que se nos dio a través del Evangelio del agua y el Espíritu. 
La Palabra de Dios, como está escrita en Hebreos, habla de la limpieza de los pecados en varios tiempos y de varias maneras. Dicho de otra manera, también escribe acerca de lo que el Antiguo Testamento dice acerca de la remisión de nuestros pecados. El autor del Libro de Hebreos quiere que examinemos cómo de exaltado está Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote celestial. Solemos pensar que lo sabemos todo acerca de Jesucristo, quien se ha convertido en nuestro Sumo Sacerdote. Pero, ¿cómo se nos asegura nuestra salvación que fue lograda a través de Jesucristo? Jesús ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu al venir a este mundo, pero ¿de verdad creemos en la justicia de nuestro Salvador? ¿Es Jesucristo el Mesías para ustedes como se prometió en el Antiguo Testamento o es un mero ser humano con talentos particulares? ¿De verdad es el Hijo de Dios? Debemos examinar estas cuestiones críticas. El autor del Libro de Hebreos explica claramente que Jesucristo es nuestro Salvador como profetizaron los profetas del pasado, el Cordero del sacrificio que fue profetizado en el Antiguo Testamento, nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Profeta, nuestro Rey y el Rey de reyes. 
En la Biblia, la palabra Cristo significa “el Ungido”. ¿Quién fue ungido en Israel? En Israel, los profetas, reyes y sacerdotes eran ungidos cuando ocuparon sus cargos. Aquí podemos ver a un verdadero testigo de Jesús, el Hijo de Dios, que tenía el cargo de Cristo. Debemos entender la verdad de la preeminencia de Jesucristo de la que habla el autor del Libro de Hebreos y debemos creer en ella. 
En tiempos pasados se refiere al Antiguo Testamento. Solo cuando conocemos el Antiguo Testamento, podemos conocer con todo detalle si el Salvador había sido profetizado en el Antiguo Testamento y que era Jesucristo y que debemos creer en Él correctamente. Hebreos 1 dice que Jesucristo está por encima de los ángeles y que es el Creador de ellos y que creará el siguiente mundo cuando el presente desaparezca. Está escrito que nuestra salvación se cumple mediante la justicia de Jesús. 
Para asegurarnos de que tenemos una comprensión correcta de estos temas, debemos pasar a Hechos 3:24-26: “Y todos los profetas, desde Samuel a los que le siguieron, tantos como han hablado, predijeron estos días. Sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham que en su semilla todas las familias de la tierra serán bendecidas. Dios, al levantar a Su siervo Jesús, se lo envió a ustedes primero para bendecirles y les quitó todas las iniquidades”. 
Está escrito: “Y todos los profetas, desde Samuel a los que le siguieron, tantos como han hablado, predijeron estos días”. la era de los Jueces empezó con el fin de la Ley de Moisés. Los Jueces empezaron a gobernar en Israel como sus líderes después de los días de Josué y el Profeta Samuel nació durante este tiempo. La Biblia dice que Dios estaba con Samuel y que ninguna de sus palabras debían caer al suelo. Ahora recuerden lo que hemos leído en Hechos 3:24: “Y todos los profetas, desde Samuel a los que le siguieron, tantos como han hablado, predijeron estos días”. Esto significa que a lo que todos los profetas desde Samuel en adelante apuntaron era Jesucristo. Por eso, cuando leemos Hechos 3:25-26, vemos que los siervos de Dios le dicen al pueblo de Israel: “Sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham que en su semilla todas las familias de la tierra serán bendecidas. Dios, al levantar a Su siervo Jesús, se lo envió a ustedes primero para bendecirles y les quitó todas las iniquidades”.
Está escrito aquí: “En tu semilla, todas las naciones de la tierra serán bendecidas”. ¿A quién se refiere esta semilla? Esto se encuentra en Génesis 12:3: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Dios le había dicho a Abraham una y otra vez que bendeciría a todas las familias de la tierra a través de la semilla de Abraham. 
Cuando Dios dijo en Hechos 3:25: “En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra”, estaba refiriéndose a Jesucristo. Dios le dijo a Abraham: “Bendeciré a quien os bendiga y maldeciré a los que os maldigan”. Entonces Abraham le dijo a Dios: “Señor, ¿qué me vas a dar? Mi heredero es Eliazar”. Entonces Dios le prometió a Abraham: “No, te daré un hijo. Y bendeciré a todo el mundo a través de tu simiente”. Jesucristo es el que cumplió esta promesa. Jesucristo, en otras palabras es la fuente de todas nuestras bendiciones. Sin Él no podemos recibir ninguna bendición de Dios. 
Pero, cuando conocemos a Jesucristo correctamente, podemos recibir todas las bendiciones. Por tanto, si no tenemos el entendimiento correcto de Jesucristo, nuestra fe es falsa. Para creer en algo de verdad debemos conocer el objeto de la fe claramente. El conocimiento precede a la fe y esta es una consecuencia del conocimiento. Los que creen en Jesucristo sin entender correctamente que es el verdadero Salvador que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu, no creen en Jesucristo como su Salvador. 
 
 

Si todavía tienen dudas y creen en Jesús como su salvador según sus propias nociones, su fe es una fe religiosa 

 
La fe religiosa no es la fe verdadera. La Biblia dice que no debemos creer en Jesucristo según nuestra propia interpretación o voluntad. Esto significa que nuestra fe en Jesús y nuestra obediencia deben ir precedidas del conocimiento de la justicia de Dios. La verdadera salvación viene de Dios y solo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos está diciendo: “Si creéis en Mí según vuestra voluntad, no os llaméis creyentes. ¿Cómo vais a creen en Mi justicia cuando ni siquiera la conocéis? ¿Cómo pueden decir que creen en Mí cuando ni siquiera conocen Mi justicia? No digáis que creéis en Mí”. 
Hoy en día hay muchas personas que testifican que creen en Jesucristo como su Salvador. Pero Dios está diciendo que los que tienen esta fe no pueden conocer Su justicia. Este tipo de fe no puede satisfacer los deseos de Dios. Dios Padre dijo que bendeciría a toda la raza humana a través de Jesucristo. Esta Palabra la dio después de haber preparado todo para que recibiésemos la bendición de la salvación y la cumplió; Dios no es alguien que no haga lo que dice. Nuestro Señor es el origen de todas las bendiciones, es nuestro Salvador y es el Rey de reyes. 
A través de la justicia de este Jesucristo, somos salvados por fe y lo disfrutamos todo. Para que esto ocurra primero debemos conocer la justicia de Jesucristo, de quien salen todas las bendiciones. Y para conocer esta justicia debemos examinar las profecías hechas por los profetas del pasado. Mis queridos hermanos, si la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu está escrita en la Palabra de Dios, debemos creer en ella. No debemos tener más fe en lo que la gente dice sin entender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu como se manifiesta en la Palabra de Dios. Esto también es aplicable a lo que dicen muchos pastores. 
Si creen a ciegas en lo que la gente dice, entonces más adelante no podrán creer en el Evangelio del agua y el Espíritu aunque se les acerque. En varios tiempos y de varias maneras han visto por ustedes mismos el amor de Dios y la Verdad de la salvación como está manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu, y se han dado cuenta claramente de que Jesucristo les ama, y que de este amor les ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podrán creer en Jesús después de entender esta Verdad. 
La salvación no puede ser alcanzada creyendo en Jesús de manera unilateral y solos. No deberíamos decir que le amamos a ciegas. Esto no es de lo que se trata el amor. El amor debe ser correspondido. Lo mismo debemos decir acerca del amor de Jesús. En vez de ser unilateral, el amor verdadero necesita una situación recíproca en la que ambas personas se aman. La fe también requiere que conozcan la Verdad como fue manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu antes de creer; solo porque conozcan al Jesús crucificado, no pueden decir que creen en Él pensando de manera no concreta: “Bueno, supongo que la salvación funciona así”. 
Muchos cristianos suelen creer en Jesús a ciegas, como un buen Dios. Esta tendencia se puede encontrar entre los cristianos coreanos principalmente, muchos de los cuáĺes creen en Jesús a ciegas. Pero, cuando uno cree en Jesús a ciegas, ¿significa que esta fe es la fe correcta? No, en realidad esta fe queda expuesta como una fe falsa. 
Como la gente cree en Jesús sin darse cuenta de que el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio, y cuando les dicen que esta fe es incorrecta, se arrepienten preguntándose en qué han estado creyendo todo este tiempo. Cuando les preguntamos en qué han creído hasta ahora, simplemente dicen: “Bueno, no estoy seguro”. Quiero explicarles esto con una simple ilustración. Imaginemos que uno de nosotros está llorando desconsoladamente. ¿No creen que la persona sentada a su lado empezará a llorar también? 
Después de llorar durante un rato, la persona que empezó a llorar primero le pregunta a la otra persona por qué llora, pero le contestará que no sabe por qué. ¿No es esto extraño? Pero estas cosas extrañas son normales en este mundo. El primer hombre dice: “He llorado porque tú llorabas. ¿Y tú? ¿Por qué llorabas?”. “Lloraba porque mi madre ha muerto. ¿Por qué llorabas?”. Aunque esto parezca no tener mucho sentido, lo importante es que no debemos creer así cuando se trata de la remisión de nuestros pecados. 
Como hay muchas personas que dicen creer en Jesús como su Salvador, hay una tendencia a decir que se cree en Jesús. Este tipo de mentalidad de rebaño tiene lugar en muchas iglesias. Hay muchos cristianos que creen en Jesús a ciegas. Como se dice que el Espíritu Santo se recibe solo si se cree en Jesús y se le ora, muchas personas intentan recibir al Espíritu Santo orando de esta manera. También se dice que una persona puede ir al Cielo si cree en Jesús arbitrariamente y por eso mucha gente piensa así. 
Para los coreanos, los pastores como Gwonneung Choi, Sunju Gil, Yangho Sohn y otros se consideran los predecesores de la fe. Así que, los cristianos modernos de Corea suelen creer en sus palabras a ciegas. ¿Creen que deberíamos creer en lo que dicen? No tienen nada que decir cuando se les pregunta qué han ganado al creer de esa manera. Hay una tendencia bastante pronunciada entre los cristianos de hoy en día a creer incorrectamente en la justicia de Dios. 
Mis queridos hermanos cuando abrimos la Biblia, tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento, debemos hablar de la Palabra de Dios. Cuando leemos las Escrituras de ambos Testamentos, debemos hablar de la Palabra que se encuentra en la Biblia. Es absolutamente importante entender esto. Debemos pensar en ello una vez más, antes de continuar. Dios habló en varios tiempos y de varias maneras a través de los profetas del pasado. Esto puede dividirse en dos grupos. Primero, Hebreos 1, 1 dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas”. Debemos saber cómo Jesucristo nos había prometido salvarnos en el pasado, y en segundo lugar, debemos saber claramente qué hizo Jesucristo en este mundo cuando vino en estos últimos tiempos. Esto es lo que quiere explicar el autor de Hebreos. 
Mis queridos hermanos, ¿quién es este Dios que habló a través de los profetas en varios tiempos y de varias maneras en tiempos pasados? ¿Y cómo nos habló a nosotros en diferentes tiempos y de varias maneras? Para responder estas preguntas, debemos volver al Antiguo Testamento. Dicho de otra manera, debemos volver hacia atrás un poco en la Biblia y confirmar y creer en lo que hemos leído, en vez de seguir. 
 
 
Examinemos cómo Dios nos habló en el pasado
 
En primer lugar, leamos Génesis 3: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ‘¿Dónde estás tú?’” (Génesis 3:7-9). 
Al principio de la humanidad, Adán y Eva fueron tentados por Satanás, y al caer en su decepción, acabaron pecando. La Biblia dice aquí que después de pecar, Adán y Eva cubrieron sus cuerpos con hojas de higuera. ¿Qué dijo Dios acerca de estas coberturas? Dios nos explica lo que es correcto a través de las ofrendas de Caín y Abel en el capítulo 4 de Génesis. 
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:3-5). ¿Cómo se acercaron a Dios los seres humanos que habían pecado? Adán y Eva se acercaron a Dios a través de sus ofrendas; y Caín y Abel, la segunda generación en la genealogía del hombre, también se acercaron a Dios a través de sus ofrendas. La Biblia explica de varias maneras qué era lo correcto. Aquí, en la historia de Caín y Abel, la Biblia dice que Caín llevó una ofrenda del fruto de la tierra al Señor. 
Y también dice que Caín ofreció el fruto de la tierra al Señor, pero Dios no lo aceptó. Dios, quien habló a los profetas en diferentes tiempos y de varias maneras, aceptó ciertas ofrendas y rechazó otras. Cuando Caín le llevó la ofrenda del fruto de la tierra al Señor, Dios no la aceptó, pero cuando Abel le llevó al primogénito de su rebaño y su gordura, Dios aceptó su ofrenda. 
Algunas personas dicen que Caín no tenía devoción, mientras que otros predicadores dicen que Dios se ofendió porque Caín le ofreció las sobras. Mis queridos hermanos, ¿por qué aceptó Dios la ofrenda de Abel, pero rechazó la ofrenda del fruto de la tierra de Caín, y qué nos está intentando enseñar a través de este incidente? Dios está diciendo que quiere exponer los pecados del corazón humano y eliminarlos. Sin embargo, si alguien cree en Dios como Su Salvador basándose en sus emociones humanas, Dios no lo aceptará por mucho que crea en Él. En otras palabras, Dios está diciendo aquí que nunca acepta nada que no sea la ofrenda de remisión hecha con un animal sacrificado. 
Los que se creen buenos cristianos por creer en Jesús como su Salvador dicen: “Señor, gracias por derramar Tu sangre en la Cruz. Creo en Ti. Creo de verdad”. Pero Dios les dice: “¿En qué crees si ni siquiera sabes qué es Mi justicia?”. Así que dice: “No te engañes. No quiero tu compasión. Vine a salvarte de todos los pecados del mundo y a borrar tus pecados con Mi justicia. ¿Cómo puedo darte pena? No tengas pena de Mi crucifixión”. 
Hay muchos cristianos que creen en el Jesucristo crucificado por pena con sus pensamientos e ideas. Hay muchas personas así en el cristianismo. Aunque estos cristianos dicen que Jesús fue crucificado hasta morir por los pecadores, creen solo en Su sangre derramada para calmar su conciencia, como si estuvieran haciéndole un favor. Si nosotros, que somos meras criaturas, creyésemos en la sangre de la Cruz solamente, sin conocer toda la obra justa de Dios que hizo Jesús, estaríamos calmando nuestras propias conciencias. 
Lo que debemos saber claramente es cómo Dios nos ha salvado de nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu; qué promesas hizo Dios a nuestros antepasados y cómo las cumplió, y qué ofrendas desea Dios. Y con esta fe debemos darle gracias a Dios por Su justicia. Gracias a la justicia de Dios que se nos ha predicado creemos en Dios con gratitud, sabiendo que nuestros pecados han desaparecido; nadie puede decir por su cuenta que cree en la justicia de Dios sin conocerla. Si decimos que creemos en la justicia de Dios sin conocerla, estaremos mintiendo. Este es un amor no correspondido; no es diferente al de un acosador. 
El capítulo 3 de Génesis describe cómo Adán y Eva cosieron hojas de higuera y se hicieron coberturas después de pecar contra Dios. Desde el momento en que Adán pecó contra Dios, la raza humana empezó a tener pecados en sus corazones y como resultado, los seres humanos empezaron a intentar cubrirse para embellecer su apariencia externa. Las religiones del mundo actuales son el resultado de esta costumbre. Algunas personas creen que Dios tendrá misericordia de ellas si hacen buenas obras. Pero debemos darnos cuenta de que Dios no solo nos aprueba como seres humanos sin pecados por nuestras buenas obras. Lo que Dios quiere de nosotros es eliminar los pecados de nuestros corazones. Dios hizo que Su Hijo fuese bautizado y crucificado para derramar Su sangre para que los pecadores pudiésemos nacer de nuevo a través de Su justicia. En otras palabras, a través de Su justicia Dios quiso convertir a los creyentes en Sus hijos perfectos y sin fallos. 
Dios no quiere que reciclemos nuestra carcasa para Su uso propio, sino que quiere convertirnos en criaturas completamente nuevas. Si hacemos una analogía con un coche, Dios quiere sustituir todo, desde el motor a los neumáticos y el chasis. No quiere un coche que tenga solo neumáticos nuevos y tiradores nuevos, mientras que el motor es el mismo; lo que quiere es un coche completamente nuevo. Dios quiere eliminar nuestros pecados para siempre con Su justicia y por tanto quiere hacernos Sus hijos. En otras palabras, quiere cambiar incluso nuestras almas con el Evangelio del agua y el Espíritu. Con el Evangelio del agua y el Espíritu que elimina nuestros pecados completa y perfectamente, Dios quiere convertirnos en personas justas. Sin embargo, el problema es que estamos intentando creer en Jesucristo según nuestras emociones. 
Mis queridos hermanos, el error de Caín es que le llevó el fruto de la tierra como ofrenda a Dios. Esto implica que Dios no se complace con el tipo de fe con la que la gente cree en Jesús como su Salvador y le sigue según sus emociones. La ofrenda hecha del fruto de la tierra implica no conocer la justicia de Dios. Algunas personas entregan sus vidas por el Señor aunque no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Hay un hombre al que llaman el Santo de África. En sus publicaciones teológicas afirma: “Jesús no es Dios. Es una criatura”. Este hombre fue a África y sirvió a los pobres con su programa de atención médica. Pero, en sus publicaciones, niega la divinidad de Jesús. 
Dios juzgará si está bien o mal trabajar por Jesús sin ni siquiera creer en Su divinidad. Cuando estas personas creen en Jesús, creen con su gratitud carnal. Así que su fe consiste en estar agradecidos al Señor solo por ser crucificado por ellos. Pero este tipo de fe consiste en creer en Jesús de manera carnal. Aunque estos cristianos sirven diligentemente a los pobres con el fruto de la tierra ante Dios, hacen obras misioneras y adoran a Dios, su fe es como el fruto de la tierra. En otras palabras, Dios no acepta la fe de los que dicen hacer la obra de Dios sin reconocer Su justicia. 
Mis queridos hermanos, antes de encontrar la justicia del Señor estaba muy dedicado a Su obra. Tenía tanta pasión como el Apóstol Pablo. Sin embargo, el Señor no aceptaba mi fe. Mis queridos hermanos, cuando alguien no tiene la justicia de Jesucristo en su corazones, se encuentra solo y su corazón está vacío. No se siente tan vacío cuando está rodeado de otras personas pero cuando está solo, sabe que su corazón no tiene fe en la justicia de Jesucristo. Así que se siente vacío cuando está solo. No hay ni rastro de la justicia de Dios en su corazón. Por el contrario, alguien que tiene a Jesucristo en su corazón siempre estará acompañado por Su justicia, y cree en ella, solo o acompañado, y esté dónde esté. Esto es lo que separa su fe de la de los que no tienen la justicia de Dios. 
 
 

Dios habló en varios tiempos y en varias formas en el pasado

 
Pasemos a Levítico: Está escrito en Levítico 1:1-4: “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.”
Mis queridos hermanos, no debemos ignorar este pasaje. Dios le dijo a Moisés que le hablase a los hijos de Israel y les explicase el sistema de sacrificios. Cuando alguien ignoraba las reglas del sistema de sacrificios y llevaba un toro como ofrenda, Dios no lo aceptaba. Dios le dijo a Moisés que hablase a los hijos de Israel acerca del Dios que les habló a los profetas en varios tiempos y de varias maneras. 
Dios les dijo a los israelitas: “Si queréis hacerme sacrificios, ofrecerme un toro o una oveja puros. Y cuando lo hagáis, ofrecedme el sacrificio voluntariamente. Lo aceptaré con gozo. Si queréis que acepte vuestro sacrificio con gozo, primero deben ponerle las manos sobre la cabeza. Después de pasar vuestros pecados al animal por fe de esta manera, cortadle el cuello, sacadle la sangre y entregádsela a los sacerdotes. Los sacerdotes la pondrán en los cuernos del altar de los holocaustos, cortarán la carne en trozos, la pondrán en el altar y la quemarán”. 
Digamos que hemos confesado creer en Jesucristo como nuestro Salvador sin darnos cuenta de este misterio de la imposición de manos. Debemos entender que habremos ofrecido un sacrificio que no complace a Dios y que nuestro trabajo ha sido en vano. En vez de ofrecer un animal de sacrificio a Dios arbitrariamente, debemos darnos cuenta de qué tipo de animales y por qué método nos dijo Dios que ofreciésemos sacrificios. Cuando la Biblia dice: “La obediencia es mejor que el sacrificio” quiere decir que primero debemos saber qué dice Dios y entender su significado completo. 
Si intentan sacar dinero de su banco, primero tienen que rellenar un formulario con la información necesaria. Este formulario debe rellenarse correctamente número por número, o de lo contrario el cajero no les dará el dinero. Un formulario rellenado de manera incorrecta no se puede aceptar. De la misma manera, no podemos acercarnos a Dios si no tenemos la fe correcta que corresponde a la manera en que Dios nos ha salvado. De la misma manera en que hay que cumplir protocolos cuando buscamos audiencia con reyes; debemos acercarnos a Dios con la fe correcta. Nuestra fe, en otras palabras, debe ser exacta. 
 
 
Examinemos nuestra fe hoy
 
Mis queridos hermanos, Jesucristo nos prometió la salvación con Su Palabra en el Nuevo Testamento y en el Antiguo Testamento, y la ha cumplido según Su palabra. Cuando creemos en Jesús correctamente los pecados de nuestros corazones son eliminados. Así es como nos hacemos justos. Sin esto es absolutamente imposible convertirse en una persona justa. Seguiríamos teniendo pecados en nuestro corazón. Es imposible que los pecados de estas personas desaparezcan de sus corazones incluso durante un día o un momento. Siguen siendo pecadores. Caín fue al infierno. La razón por la que Caín fue al infierno es que, aunque tanto él como Abel ofrecieron sacrificios a Dios, Dios solo aceptó el de Abel. El sacrificio de Caín no fue aceptado. 
Si Caín hubiese sido sabio, le habría preguntado a su hermano: “Abel, ¿por qué ha rechazado Dios mi sacrificio? No lo entiendo. ¿Me lo puedes explicar?”. Abel le habría explicado lo siguiente: “¿Qué nos enseñaron nuestros padres? ¿No nos dijeron que ofreciésemos sacrificios? Nos enseñaron que debíamos ofrecer un animal vivo. Dios también mató a un animal y vistió a nuestros padres con sus pieles. Así es como nuestros padres fueron perdonados y escaparon de la muerte. Dios rechazó tu sacrificio porque ofreciste el fruto de la tierra, que no tiene sangre. Debes cambiar tu sacrificio. Cuando lo cambies Dios lo aceptará como ha aceptado el mío”. 
La Biblia dice que, cuando Caín y Abel estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. Como eran hermanos de sangre, ¿no creen que Abel habló a Caín aunque hubiese arriesgado su vida para salvar a su hermano? “A Dios no le gustan las patatas. Tampoco los boniatos. No le gustan aunque las laven bien antes de ofrecérselas. Dios quiere ovejas. Yo he criado muchas ovejas. Llévale una a Dios”. Pero Caín habría contestado enojado: “No voy a ofrecerle un animal sucio a Dios. Estoy convencido de que mi sacrificio es mucho mejor que el tuyo. Voy a intentar hacer otro”. 
Caín murió por culpa de su insistencia. Nadie puede oponerse a Dios. Él contestará: “No quiero ese método ni el otro. Por muchos sacrificios que me ofrezcas y por mucho que creas en Mi hijo, no vale para nada si crees a ciegas sin pasarle tus pecados a Mi Hijo. Esto no es lo que quiero”. Si Dios dice esto, un hombre prudente cambiaría enseguida. 
La fe que es aprobada por Dios es la fe en su justicia y la fe aprobada por el Espíritu Santo es la fe en la justicia de Dios. Esta es la fe que hace que Satanás tiemble de miedo. Aunque no podamos hablar en lenguas ni hacer milagros, si conocemos la Palabra de Dios y creemos correctamente, esta fe es correcta. Hay cierto hermano en Seúl que fue formado para ser misionero en una organización cristiana. También había completado varios programas de formación de líderes. Así que tenía mucha confianza en su fe. Cuando le hablé del Evangelio del agua y el Espíritu, contestó indignado: “Reverendo, no me hable de estas cosas tan básicas”. Así que le pregunté: “¿ha recibido la remisión de los pecados?”. “¡Vaya! ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que he recibido la remisión de los pecados”. “¿Entonces tiene muchas virtudes?”. “Claro, tengo muchas”, me contestó. 
En aquel entonces tenía planeado visitar Seúl una vez a la semana, y en ciertas ocasiones me reunía con este hermano y estudiaba la Biblia con él. Cuando nos reuníamos solía pasar tiempo escuchándole en vez de hablándole, porque estaba muy orgulloso de sí mismo. Pero aún así quería predicarle la Palabra de Dios. “Así que, ¿cree así en Jesús?”. “Sí”. “¿Cómo cree exactamente?”. “Creo que Jesús es mi Salvador. Y creo que ha derramado Su sangre por mí en mi lugar”. “Ya veo. Así es como cree. Cree que Jesús derramó Su sangre en la Cruz por ti, y que ha sido salvado de tus pecados. Ha aprendido bien. Pasemos a la Biblia para ver cómo deberíamos aprender acerca de la salvación y el Evangelio del agua y el Espíritu. Aprendamos qué fe es aprobada por Jesús”. Así que abrimos la Biblia por el Libro de Levítico 1:3-4 y empezamos a estudiarla. 
“Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya”.
Este sacrificio profetiza a Jesucristo, le dije. Ahora, consideremos los siguientes casos. En primer lugar, un hombre debe llevar un animal para ser sacrificado y le pone las manos sobre la cabeza (la imposición de manos significa pasar o transferir pecados). El sacerdote mata al animal, pone la sangre en los cuernos del altar de los holocaustos, corta la carne en trozos, la pone en el altar y se la ofrece a Dios. En el segundo caso, otro hombre lleva un animal para sacrificar pero no le pone las manos encima. Sin pasar estos pecados a Jesucristo, este hombre dice: “Señor, creo en Ti. Creo en Tu crucifixión. Esta es la fe verdadera pase lo que pase”. ¿Cuál es la fe correcta? 
El hermano en nuestra historia había dicho que podía ser salvado al creer solo en la sangre de Jesús que murió en la Cruz sin pasarle sus pecados. Esto es lo que dijo que creía. Así que, ¿cuál es la fe bíblica entonces? Le pregunté: “¿De qué manera cree?”. “De la segunda manera”, dijo. “Entonces, ¿es su fe falsa o no?”. “Sí, veo que es falsa”. La organización misionera a la que pertenecía era muy respetada y famosa. Muchas personas allí son muy devotas, hasta el punto de entregar sus vidas. 
Sin embargo, la Biblia demostró que la fe de este hombre era falsa. “Eso es falso. Esto es real. ¿Cree de esta manera?”. “Si”. “Dígame, ¿es la fe que ha tenido hasta hace poco verdadera?”. “No, no lo es”. “Lo ha admitido con su propia boca y he hecho todo lo que me ha dicho. Lo que he dicho ahora es lo que la Biblia dice. Pero, como ha creído de manera incorrecta ¿no ha tenido pecados a pesar de creer en Jesús hasta hoy?”. “Sí, he tenido pecados”. “¿Cree de esta manera?”. “Sí”. Entonces hablé del altar de los holocaustos y empecé a explicarle el Evangelio del agua y el Espíritu. 
“Cuando Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista en este mundo, aceptó todos nuestros pecados, como está escrito en mateo 3:13-17. Está escrito en Juan 1:29: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Esto demuestra que Jesús cargó con los pecados del mundo. Después de que Juan el Bautista pasase los pecados del mundo a Jesucristo mediante la imposición de manos en Su cabeza, Jesús derramó Su sangre en la Cruz por toda la raza humana cargando con los pecados del mundo y entonces entregó Su vida. Por eso Dios nos ha dado el derecho a los que creen en la justicia de Jesucristo a convertirse en Sus hijos, como dice Juan 1:12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. 
Dios nos ha hablado de qué fe es la fe correcta en diferentes tiempos y de diferentes maneras. Isaías 53 dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,... y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”. Aquí Dios dijo que Jesucristo cargaría con nuestros pecados. ¿Cómo creemos entonces? ¿Se alcanza la salvación creyendo en el Jesús crucificado? No, no es así. La Palabra de Dios es la Palabra de salvación que no cambia y que Dios nos dio. Si son personas honestas y esto es lo que dice la Palabra de Dios, entonces deben admitir esta verdad. 
Entonces caerán en la cuenta: “Cuando creí en Jesús, ¿le pasé mis pecados al creer en Su bautismo? ¿Creí sabiendo todo esto? Debo haber creído incorrectamente. Me he estado perdiendo algo todo este tiempo”. Cuando lleguen a esta admisión, todo lo que tienen que hacer es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo que pensaban que era la verdadera fe todo este tiempo no era la verdadera fe. Si esto es cierto para ustedes, todo lo que tienen que hacer es olvidarlo. Los sabios creerán en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero los necios dirán: “Cuando decido algo, no lo dudo. Me voy a aferrar a mi fe antigua aunque me destruya”. 
¿Qué dice la Biblia acerca de esto? La cabra, el toro y la oveja son la justicia de Dios. ¿Acaso no se sacrificaba a las ovejas porque habían aceptado los pecados del pueblo de Israel? Cuando pasaba esto, Dios eliminaba los pecados de los israelitas de esta manera y por tanto podían vivir sin pecados. El Tabernáculo estaba situado justo en medio de la congregación del pueblo de Israel y la razón por la que Dios vivió entre los israelitas a pesar de su inmoralidad sexual, su suciedad y sus iniquidades es que los animales del sacrificio aceptaban los pecados y pagaban el precio por ellos todos los días. 
Esto se debe a que los animales del sacrificio aceptaban los pecados de los israelitas y morían en su lugar y por eso Dios podía vivir con ellos en el desierto. Entonces, ¿cómo podemos caminar con Dios hoy cuando vivimos en este mundo tan horrible? El secreto de caminar con Dios es creer en Jesucristo exactamente según Su camino de redención, es decir según Su Palabra. El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, como está descrito en el capítulo 3 de Mateo, era un rito por el que Jesús cargó con todos los pecados del mundo. De la misma manera en que la imposición de manos era un ritual, y en que los pecados de los israelitas eran pasados a los animales del sacrificio a través de este ritual, a través de ese ritual Jesús aceptó nuestros pecados en el Río Jordán. 
¿Acaso no dice la Biblia: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca, desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia”? La razón por la que la Biblia dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia” es porque Juan el bautista pasó todos los pecados a Jesús y por tanto, quien reconoce este hecho y cree en la Palabra en obediencia, puede entrar en el Cielo. No hay necesidad de ser tercos. 
Mis queridos hermanos, Dios nos ha hablado en diferentes tiempos y de varias maneras. La pregunta es qué exactamente nos ha dicho. Para contestar esta pregunta, debemos ver lo que Dios dijo a nuestros antepasados. Está escrito en Hebreos 1:2-3: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. 
En la era del Antiguo Testamento, Dios había prometido a través de los profetas con todo detalle que Jesucristo vendría a eliminar nuestros pecados, y en estos últimos días Jesucristo ha venido a este mundo y nos ha hablado. En otras palabras, Jesús nos está hablando a través del cumplimiento de la Palabra profetizada. Nos está diciendo: “Soy vuestro Salvador”. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:1-3). 
Jesucristo es el heredero de todas las cosas y a través de Él este mundo ha continuado y también a través de Él el mundo presente continúa y los nuevos cielos y la nueva tierra. Este universo será destruido sin falta. Dios juzgó al mundo con agua la primera vez y lo guardó para juzgarlo de nuevo con fuego y prometió que juzgaría al mundo y lo erradicaría completamente, crearía unos cielos y una tierra nuevos, haría que Sus creyentes vivan allí para siempre con Jesucristo y expulsaría a los que le rechazaran y los arrojaría al fuego del infierno. Este es el heredero eterno de todas las cosas. Esto significa que este mundo seguirá a través de Jesús. Después de la muerte iremos al Cielo o al infierno, pero ¿quién irá al Cielo y vivirá allí para siempre, y quién irá al infierno? Esto lo determina Jesús. Cuando Jesucristo vino a este mundo, tomó todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Al aceptar todos nuestros pecados para siempre a través de Su bautismo, Jesús murió en la Cruz diciendo: “Está acabado”. Entonces declaró Su obra de salvación acabado perfectamente diciendo: “Donde hay remisión de los pecados, no hay más ofrenda para el pecado”.
Ahora podemos conocer a Jesucristo a través de la Palabra, en vez de a través de la carne. Hebreos 1, 3 dice que Jesús es “el brillo de Su gloria”, lo que significa que Dios no nos amó solo en teoría, sino que ha eliminado todos nuestros pecados y nos ha salvado. La Biblia sigue diciendo que Jesús es la “la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Nuestro Señor está sustentando todas las cosas por Su Palabra y ha purgado nuestros pecados con Su Palabra. ¿No es así, queridos hermanos? No hay casi nadie en esta era que sepa cómo murió Jesús exactamente. Los historiadores no saben dónde se encuentra el monte del Calvario. Incluso los diccionarios de la Biblia no pueden ubicarlo exactamente y solo proporcionan posibles ubicaciones. 
Sin embargo, nuestro Señor ha escrito el Evangelio del agua y el Espíritu exactamente con la Palabra de Dios. A través de Su discípulos escribió en el Nuevo Testamento cómo cumplió lo que Dios había prometido en el Antiguo Testamento tal y como lo dijo. Dios sustenta este universo y todo lo que hay en Él mediante Su Palabra y con esta Palabra ha eliminado todos los pecados de nuestros corazones. Si reconocemos la Palabra y la aceptamos, los pecados de nuestros corazones desaparecerán. Si pensamos en la Palabra, podemos darnos cuenta de que no tenemos pecados. Así es como pudimos creer en Jesús para alcanzar nuestra salvación. Entonces el Espíritu Santo entra en nuestros corazones y podemos caminar con Jesucristo en nuestras vidas. 
Mis queridos hermanos, ¿cómo puede una persona decir que cree en Jesucristo como su Salvador sin conocer la justicia de Dios? Si no conocen la Palabra de Dios, no pueden hablar de la justicia de Dios con confianza. Entonces solo podrán hablar de su propia denominación y sus enseñanzas. Un líder de una iglesia que sea pecador no puede predicar la justicia de Dios si no ha nacido de nuevo del agua y el Espíritu. Pueden aprender todo lo que la Biblia tiene que decir si pasan un año estudiando la Palabra paso a paso. Pero no pueden aprender la justicia de Dios de un líder así. Como ya he dicho, por mucho que una persona crea en Jesucristo crucificado solamente, esta persona tiene muchos pecados en sus corazón. 
Muchos de ustedes han creído así hasta ahora, ¿no es así? ¿Estaban sin pecados entonces o siguieron teniendo pecados en esos días? Por supuesto que todavía tenían pecados. Eran pecadores cada vez que cometían pecados. Su fe era solo pura emoción humana porque creyeron según su perspectiva humana. Eso era su propia voluntad. Por eso tenían pecados. Mientras creamos en Jesús según nuestras emociones y voluntad, los pecados no desaparecerán de sus corazones por muy ardiente que sea su fe. Aunque una persona esté dispuesta a entregar su vida por su fe, Dios no aprueba este tipo de fe. Ha purgado nuestros pecados con la Palabra de Dios. Cuando reconocemos la Palabra, recibimos a Jesús. Entonces nuestros pecados son purgados de nuestros corazones por esta Palabra. 
La Palabra de Dios es Dios mismo. Cuando reconocemos esta Palabra de Dios, dios nos aprueba diciendo: “Tenéis razón; vuestra fe es correcta”. Mis queridos hermanos, ¿qué dice el autor del Libro de Hebreos acerca de la fe que es aprobada como la fe correcta? ¿Por qué la gente no habla de esto cuando abre este pasaje? ¿Por qué no dicen que el pecado se borra con la Palabra? Porque demasiados de los pecados de los cristianos no se borran con la Palabra, sino en una visión de algún tipo. 
Hay demasiados cristianos que creen así hoy en día, diciendo: “En mi sueño vi que Jesús derramaba Su sangre en la Cruz y me dijo que había muerto por mí. Así que creo que Jesús es mi Salvador”. No pueden contestar cuando se les pregunta: “Cómo han nacido de nuevo? ¿Por qué Palabra nacieron de nuevo? ¿Cuándo nacieron de nuevo? ¿En qué Palabra se basaron para asegurarse de que están sin pecados?”. Creen en Jesús a ciegas sin conocimiento. Por eso no pueden estar seguros de su propia salvación aunque digan creer en Jesús y su audiencia ni Dios pueden verificar su salvación. Por eso acaban separándose. Y por esta razón sus vidas de fe son tan letárgicas. 
¿Estoy diciendo algo malo aquí, queridos hermanos? Debemos hablar como dice la Biblia. Solo entonces podemos recibir las bendiciones de Dios, ser honestos, evitar que nuestra fe se pierda, corregir nuestros errores y tener la vida correcta. Cuando consiguen esto a través de la Palabra, seguirán las palabras de Abraham y así se convertirán en antecesores de la fe. Como siguen la Palabra, estarán bendecidos como Abraham. Jesucristo nació de la semilla de Abraham, y este Jesucristo cumplió la Palabra como la profetizó en el Antiguo Testamento. Esta Palabra se hizo carne y empezó a vivir entre nosotros. 
Mis queridos hermanos, si creen en Jesús según la Palabra, recibirán las mismas bendiciones que Abraham. Nos convertiremos en las mismas personas justas. Dios llamó a Abraham un hombre justo. También llamó a Noé “un hombre justo, perfecto en sus generaciones”. ¿Cómo podemos convertirnos en personas justas como Abraham y Noé? Nos convertimos en personas justas al reconocer la Palabra y aceptar la Verdad por fe de que Dios nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. 
¿Cómo es nuestra fe entonces? En el pasado nuestra fe era demasiado humana, demasiado terca, demasiado supersticiosa. Creíamos en cualquier cosa sin cuidado. Cuando miramos hacia atrás, nuestra fe era muy ridícula. Por desgracia, hay demasiados cristianos que todavía tienen esta fe errónea. Con esta frustración, he grabado y transcrito todos mis sermones para compartirlos, pero si la gente no cree, será culpa suya. Hemos hecho todo lo que podemos. Mis queridos hermanos, los sabios son los que aman a sus propias almas. Son los que aman el mundo futuro después de la muerte y reconocen a Dios. Son los que nunca ignoran lo que Dios ha hecho por ellos. Son los sabios. Alguien que construye su casa sobre la roca es alguien que teme a Dios. Sea lo que sea, si Dios lo dijo, debemos decir que estamos de acuerdo. Si la Palabra de Dios es diferente de nuestros pensamientos, lo correcto es admitir que nuestros pensamientos son incorrectos. Debemos decir que sí siempre a la Palabra de Dios pase lo que pase, aunque nuestro ego sea herido o estemos avergonzados. 
Estas personas, mis queridos hermanos, son las pobres de espíritu. Estas personas son las que temen a Dios. Son las benditas. Diga lo que diga la Palabra de Dios, debemos humillar nuestros pecados, seguir Su Palabra tal y como es, pensar según la Palabra y asegurarnos de que nuestra fe es consistente con la Palabra tal y como es. Solo entonces somos aprobados y bendecidos por Dios. No somos bendecidos intentándolo por nuestra cuenta. Hoy he visitado un campus universitario y he visto muchos carteles con la palabra “dedicación”. Había un grupo de cristianos dedicados reunidos allí que decían haber dedicado todas sus vidas al Señor y estaban hablando de su devoción. 
Sin embargo, mis queridos hermanos, deben recordar que los devotos dedicados a su propia piedad no son los que están bendecidos como Abraham, sino que son los que reconocen la Palabra ante Dios, aunque no hayan hecho nada por Él. ¿Creen en esto mis queridos hermanos? Debemos admitir todo tal y como lo dice la Palabra. Debemos hablar de lo que dice la Palabra, sea quién sea quien hable o diga lo que diga. La Palabra debe hablarse tal y como es. 
¿No es esto lo que debe hacer cualquier persona con integridad? ¿No somos este tipo de personas? Aunque no hayamos hecho nada y seamos insuficientes, hay algo que podemos hacer para complacer a Dios, es decir, obedecer la Palabra de Dios y someternos a ella. Mis queridos hermanos, lo que le da más gozo a Dios no es cualquier ofrenda, sino un sacrificio vivo. Los que abandonan sus egos, reconocen la Palabra de Dios de la justicia y siguen esta Palabra en obediencia, son los que complacen más a Dios, y sé que estos son los que han sido bendecidos por Dios.