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Bài giảng

Tema 26: Levítico

[26-11] Los seres humanos somos fundamentalmente una raza de pecadores (Levítico 13:1-15)

Los seres humanos somos fundamentalmente una raza de pecadores(Levítico 13:1-15)
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo. Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días. Y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días. Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio. Pero si se extendiere la erupción en la piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse otra vez al sacerdote. Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra. Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote. Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva, es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo. Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es lepra”.
 
 
Sean bienvenidos todos. El pasaje de las Escrituras de hoy está sacado de Levítico 13, que habla del diagnóstico físico de la lepra, pero hoy me gustaría hablar también de la lepra espiritual. Antes de explicar esta lepra espiritual con todo detalle es necesario que explique la lepra física. Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy que, si alguien tiene hinchazón, una herida o una mancha de color vivo en la piel podía ser un leproso; por tanto, cuando aparecían estos signos, esta personal tenía que ir ante el sacerdote para que le examinara. Toda enfermedad necesita ser diagnosticada antes de nada. Por eso cualquiera que tuviese indicios de lepra tenía que ir ante un sacerdote primero. Esto implica que, en cuestiones espirituales también, es indispensable un diagnóstico correcto de los pecados.
 
 
Lo que dice la Biblia acerca de la lepra
 
La Biblia dice: “Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días” (Levítico 13:4). Dicho de otra manera, cualquiera que tuviese algún indicio de lepra tenía que ser puesto en cuarentena. Si la herida se propagaba cuando el sacerdote la examinaba después de siete días de aislamiento, el sacerdote tenía que declarar a la persona impura. La lepra física mencionada en el pasaje de las Escrituras de hoy también implica un mensaje espiritual, es decir, se refiere a la revelación de los pecados del corazón humano. Todo el mundo ha cometido pecados ante Dios, y cuando la gente peca repetidamente, se puede decir que tiene lepra espiritual.
Los seres humanos son los descendientes de Adán. Por tanto, todo el mundo ha nacido con una naturaleza humana y, por tanto, todo el mundo comete pecados sin parar mientras vive en este mundo. Nadie puede evitar cometer pecados. Aunque algunas personas se arrepienten de sus pecados constantes y se deciden a no pecar de nuevo, como los seres humanos nacieron en este mundo con naturalezas pecadoras, no pueden evitar pecar solo porque se hayan decidido a no pecar. Para purgar la naturaleza humana de la humanidad, el corazón humano, que es el dueño de todas las personas, debe ser cambiarse en primer lugar. Para ello, hay que limpiar los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que se ha convertido en la justicia del Señor, y el Espíritu Santo debe convertirse en el dueño de ese corazón.
Cuando esto les ocurra, empezarán a centrarse en hacer la obra de Dios y así cometerán aún menos pecados. Cuando cometemos pecados sabemos que está mal. Pero, a pesar de este conocimiento, nuestra naturaleza humana no puede evitar pecar. La gente no solo comete pecados, sino que también hace daño a otros y vive el resto de su vida con culpa. La Biblia dice que esto se debe a que todo el mundo es una semilla de pecado. El Señor llama a estar personas “impuras”. La gente comete pecados en sus vidas precisamente porque nace con una naturaleza pecadora.
Aunque intenten no pecar, siguen pecando una y otra vez, y esto se debe a que no conocen la justicia de Jesucristo, la manera de recibir la remisión de los pecados. Esto puede explicarse por el hecho de que sus corazones no tienen al Espíritu Santo dentro. En la Biblia, si alguien tenía una herida que era más profunda que su piel normal, se consideraba un leproso. Esto se refiere a los pecados del corazón humano, que son más profundos que los pecados exteriores. Si alguien tiene un corazón malvado, el sentido común dicta que será expuesto al final. Está mal cometer pecados, obviamente, pero esto se debe a que tenemos deseos pecadores en nuestros corazones. Esto nos enseña que nacimos con naturalezas fundamentalmente pecadoras y que estos pecados los cometemos nosotros. Dicho de otra manera, esto sigue la misma lógica que el cuerpo de un leproso pudriéndose por la bacteria de la lepra. Cuando alguien acumula pecados de esta manera, al final muere. Esta es la naturaleza del pecado.
Dios no nos llama impuros o pecadores solo porque tengamos un par de pecados. ¿A quién llama Dios pecador? Fundamentalmente, Dios llama pecadores a los descendientes de Adán. Aunque intentemos no pecar contra Dios, como nuestros corazones tienen una naturaleza pecadora, no podemos evitar cometer el mismo pecado continuamente. Espiritualmente, estas personas son las que son leprosas espiritualmente. Como dijo el Señor, los pensamientos malvados que salen del corazón humano, es decir, el asesinato, los celos, el conflicto, el hurto, la blasfemia, la fornicación, el orgullo y la insensatez, son los pecados de la humanidad. Los seres humanos cometen pecados continuamente en sus vidas por culpa de sus naturalezas pecadores y por eso Dios los llama pecadores.
 
 

Nuestro Dios llama pecadores a los que cometen pecados repetidamente de esta manera

 
Dios no nos llama pecadores sin ningún motivo. Lo que Dios quiere es examinar y diagnosticarnos correctamente. ¿Por qué nos llama Dios pecadores entonces? Porque todos nacimos como pecadores. No cometemos un solo pecado. Como la lepra que se extiende por toda la piel, el pecado sigue propagándose en nuestras vidas diarias. Cuando uno es joven, comete pecados leves. Pero cuando crece, acumula pecados repetidos y el peso de esos pecados sigue creciendo. Al final, uno se convierte en un montón de pecados y no hace nada más que pecar durante el resto de su vida. Nuestro Señor tenía a estas personas en la mente cuando habló de los que no han sido salvados.
En el Libro de Romanos dijo lo siguiente refiriéndose a todo el mundo: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Esto significa que nos convertimos en pecadores en el momento en el que nacimos porque heredamos la naturaleza pecadora de nuestros antecesores. Por tanto, la Biblia dice que no podemos evitar pecar durante toda nuestra vida. Cuando la Biblia habla de pecadores, está hablando de nosotros, de los que nacimos con naturalezas pecadores que hacen que sea imposible no cometer pecados.
Por eso, nadie puede evitar cometer pecados. Se lo voy a explicar con una analogía con un manzano. ¿Puede un manzano dar peras o naranjas? ¿Puede el manzano evitar dar manzanas solo porque no quiera darlas? No, por supuesto que no. Un manzano no puede evitar dar manzanas porque esa es su verdadera naturaleza. Tiene que florecer cuando llegue la primavera y dar manzanas en otoño.
De esta manera, de la misma manera en que un manzano da manzanas, los seres humanos nacen con la naturaleza pecadora de sus padres como herencia y por eso no pueden evitar cometer todo tipo de pecados. Por eso, todo tipo de pecados, ya se cometa con el corazón o con las acciones, es un pecado. Cuando nacemos los seres humanos estamos destinados a seguir pecando hasta que morimos. Fuimos concebidos como pecadores en el vientre de nuestras madres y nacimos en pecado. David se dio cuenta de esto y confesó en Salmo 51:5: “En pecado me concibió mi madre”. David está diciendo aquí que, cuando su madre lo concibió, fue concebido y nació en pecado e iniquidad. ¿De quién heredaron nuestros padres el pecado? Lo heredaron de sus padres y así sucesivamente. En resumen, todos nacimos en este mundo como una raza de pecadores.
 
 

Somos pecadores porque heredamos todos los pecados de nuestros antecesores

 
La raíz de nuestros pecados puede trazarse hasta nuestros abuelos y antecesores hasta Adán y Eva. En otras palabras, somos pecadores porque Adán y Eva, los antecesores de la raza humana, cometieron pecados, y hemos heredado esta naturaleza humana como descendientes suyos. Nuestros antecesores pecaron contra Dios porque cayeron en la tentación del Diablo. El pecado entró en ellos porque no creyeron en la Palabra de Dios. Después de su caída, tuvieron muchos hijos, y estos hijos heredaron sus pecados y los pasaron hasta nosotros. Como los hijos han heredado los pecados de sus padres y madres, ¿no es solo natural que se comporten como sus padres? De hecho, acaban cometiendo los mismos pecados. Incluso cuando los hijos no aprenden los pecados cometidos por sus padres de la carne, siguen cometiendo los mismos pecados. Por eso existe el siguiente dicho: “De tal palo, tal astilla”.
Así, como los seres humanos han heredado los pecados de sus antecesores, es imposible que no cometamos pecados en nuestras vidas, aunque queramos. En los días del Antiguo Testamento, cuando una persona tenía la piel hinchada o con manchas de color vivo, tenía que ser examinada por un sacerdote y aislada del resto durante siete días. Si estaba bien cuando volvía a ser examinada después de siete días, era declarada limpia, pero si la herida se propagaba por la piel, era declarada impura, es decir, pecadora. Esto implica que no solo cometemos pecados una o dos veces, sino que pecamos continuamente una y otra vez. Por eso se nos llama pecadores a todos los seres humanos.
 
 

La Palabra de Dios es muy diferente a los pensamientos carnales

 
Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy: “Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio” (Levítico 13:12-13). Podemos ver en este pasaje que son los que cometen pecados los que pueden recibir la remisión de los pecados. Sin embargo, en el pasaje anterior, se dice que alguien que tuviese una lepra leve debía ser declarado impuro. ¿Qué dijo Dios en el pasaje que acabamos de leer? Dijo: “Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio”. La palabra limpio aquí implica pureza espiritual.
De alguna manera, esto puede resultar paradójico. Pero sigue siendo la Palabra de Dios. La Biblia dice que los que piensan que solo cometen unos pocos pecados son los que son impuros. ¿Pensamos que solo cometemos pecados de vez en cuando sin querer? ¿Cómo se considera esta gente? No se consideran pecadores que van al infierno. En realidad, piensan: “Bueno, pienso que estoy limpio. Puedo evitar pecar cuando me esfuerzo. Aunque sea verdad que sigo cometiendo pecados, puedo evitar los pecados que cometen otras personas”. ¿Qué entonces el Señor? ¿Dirá que estas personas están limpias o las declarará impuras? Las declarará impuras. Pero, a pesar de esto, todo el mundo piensa que es justo.
Por el contrario, los que tienen una lepra que se extiende por todo el cuerpo son declarados limpios por el Señor. Si la lepra se extendía por todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, el sacerdote decía: “No solo eres un poco leproso, sino completamente leproso. Entonces están limpio”. Esto puede parecer sorprendente, pero tienen que entender el significado espiritual. Dios dijo esto porque nos da la remisión de los pecados a los que somos completamente pecadores. Dicho de otra manera, aunque la gente comete pecados ante Dios, los que dicen que solo son un poco pecadores seguirán siendo pecadores que no pueden vestirse de la gracia de la remisión de los pecados. Y estas personas que piensan que no solo son un poco pecadores no aceptan su verdadera naturaleza, aunque un sacerdote de Dios les diga que son extremadamente pecadoras y están destinadas al infierno. En sus mentes, piensan que nunca irán al infierno por sus pecados.
Por el contrario, algunas personas reconocen sus pecados y están atormentadas por ellos, porque se dan cuenta de que han cometido muchos pecados repetidamente. Estas personas siguen cometiendo más pecados para tapar sus pecados anteriores. Saben que no pueden evitar pecar porque son demasiado débiles y por eso algunas personas cometen más pecados por su desesperación, pensando: “Estoy arruinado, ¿qué más me da cometer más pecados?”. ¿Cómo se consideran estas personas ante Dios? Saben claramente que son pecadoras.
Deben darse cuenta de que ustedes son personas así de pecadoras. Entonces deben confesarle a Dios: “Señor, soy un pecador que peca siempre. Por favor, sálvame de todos mis pecados”. ¿Acaso no les dará Dios el Evangelio del agua y el Espíritu a estar personas para limpiarlas de una vez por todas? Son los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu a los que Dios declara limpios y puros. Esto significa que, en el Nuevo Testamento, si alguien admite ante Dios y la Ley que es un pecador, reconoce que está destinado al infierno según la Palabra de Dios, y le suplica al Señor que le salve de todos sus pecados, el Señor eliminará todos sus pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu y los limpia por completo.
Sin embargo, los que no conocen la Palabra del Señor piensan que no han cometido muchos pecados y por tanto no piensan que merezcan ir al infierno. Algunas personas piensan erróneamente que todo lo que tienen que hacer es arreglar unas cuantas fallas leves. Pero estas personas no pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y escuchar a Dios declararlas limpias. Los que dicen ser solo un poco pecadores ante Dios e ignoran Su Palabra no pueden ser aprobados como personas limpias. Solo los que saben perfectamente que son completamente pecadores ante Dios pueden recibir por fe la gracia de la remisión de los pecados manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Quiero dejarles claro que, solo los que reconocen que no pueden evitar pecar como han hecho durante toda su vida, pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les ha dado y por eso pueden recibir la remisión de los pecados. Todos los pecadores deben confesar lo siguiente y pedirle ayuda a Dios: “Señor, yo soy así. Por naturaleza soy un montón de pecados. Por favor, sálvame de todos mis pecados”. Cuando un pecador ora de esta manera, el Señor eliminará todos sus pecados, porque esta es la razón por la que nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor le dirá que ha eliminado todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu para siempre.
Estas personas son las que pueden entender la justicia de Dios y recibir la remisión de los pecados por fe. ¿Qué somos los seres humanos ante Dios? Fundamentalmente, todos los seres humanos son un montón de pecados ante Dios. Todo el mundo peca ante Dios y el hombre. Debemos pensar en nuestras debilidades una vez más y examinar la Palabra de la verdadera salvación. Para ello, pasemos a Marcos 7 para entender cómo todos los seres humanos son pecadores por naturaleza: “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:20-23).
 
 

¿Cuántos pecados hay en el corazón del hombre?

 
¿Cómo se sienten ahora que han leído lo que Jesús dijo acerca de los pecados de la humanidad? Está escrito que hay doce tipos de pecados que proceden del corazón humano. Hay doce meses en un año. Y de la misma manera hay doce tipos de pecados humanos. Estamos destinados a cometer dichos pecados hasta el día en que morimos. Estos son los pecados que cometemos. Cometemos estos pecados continuamente: hurtos hoy, maldad mañana, pensamientos malvados al día siguiente, engaño al otro, fornicaciones después, adulterios el día después, asesinatos el día siguiente y así sucesivamente, repitiendo el ciclo una y otra vez. Estos son los pecados que cometemos continuamente día tras día, mes tras mes, año tras año.
Los humanos cometen pecados por naturaleza continuamente, día tras día, probando diferentes tipos de pecados por su novedad. Todos cometemos iniquidades constantemente todos los días. Los seres humanos están destinados a pecar hasta que mueren. El que los seres humanos estén destinados a pecar toda su vida también se nos aplica a nosotros.
¿Qué tipo de fruto da un manzano durante toda su vida? No da más que manzanas, aunque no quiera hacerlo. ¿Hay algún manzano que se diga a sí mismo: “No quiero dar manzanas. ¡Las odio! Pesan mucho en mis ramas y me quitan todos los nutrientes”? Pero, aunque un manzano dijese esto, ¿qué podría hacer? No podrá evitar dar manzanas el año que viene. Aunque el árbol no quiera dar manzanas porque son muy pesadas, dará manzanas una vez más. Existe como manzano y por eso es natural que dé manzanas toda su vida, aunque no quiera. De la misma manera, todo el mundo nace con pecados, y por tanto nadie puede evitar hacer el mal, aunque no lo quiera. Los seres humanos practican el mal precisamente porque nacieron con una naturaleza pecadora: los pensamientos malvados, fornicaciones, asesinatos, celos y conflictos que proceden del corazón del hombre. Cuando la naturaleza pecadora es provocada en nuestros corazones, da frutos pecadores y a menudo se manifiesta como transgresiones.
Una vez visité una clínica para leprosos en una aldea aislada en la que vivía un grupo de leprosos. Allí vi a una mujer muy hermosa. Era una vendedora de cosméticos. Pero tenía una piel maravillosa. Así que me quedé mirándola durante mucho tiempo, pero después me di cuenta de que también tenía lepra. Pero su piel estaba tan limpia y suave que parecía una piedra preciosa. Esta mujer no era una paciente crónica con una infección de lepra completa, sino que tenía un caso latente. A pesar de su enfermedad su piel era tan suave que era más fina que la de la mayoría de las mujeres que conocemos. Era tan hermosa que no podía solo pasar por su lado. Incluso me pregunté: “¿He visto alguna vez alguna mujer con una piel tan hermosa? Me pregunto qué cosméticos utiliza. Tiene una piel muy bonita”.
 
 
Nosotros éramos leprosos espiritualmente
 
Se dice que, cuando una persona está infectada con lepra, la piel mejora durante un tiempo. Cuando una persona está infectada con lepra, progresa silenciosamente durante tres años sin que el paciente se dé cuenta, y pasan tres años más hasta que los síntomas son suficientemente graves para que otros se den cuenta. Así que la lepra se puede esconder durante tres años desde que uno se da cuenta. Es posible esconder los síntomas, por ejemplo, poniendo vendajes sobre las heridas y utilizando pestañas artificiales. Después de seis años desde la infección, la piel empieza a suavizarse. Cuando una persona es infectada con la lepra, al principio la piel parece más hermosa que la piel de la gente sin lepra.
De esta manera, para los pecadores las transgresiones de la gente parecen maravillosas. Miren a la gente que comete pecados abiertamente sin dudar. Miren a la gente que gana dinero cometiendo pecados. Se ven muy bien. Se ven hermosas.
Cuando seguimos cometiendo pecados ante Dios, todo el cuerpo de la cabeza a los pies está marcado con los restos de nuestras transgresiones. Esta es nuestra naturaleza como seres humanos. Es fácil para nosotros escoger una ofensa y pensar: “Esto es todo lo que he hecho mal ante Dios. Esta es mi única equivocación”. Sin embargo, Dios nos ve cometiendo pecados durante todas nuestras vidas y dice que estamos pecando constantemente. Como personas así, somos leprosos ante Dios. Cuando estamos ante Dios, nos damos cuenta de que nuestras transgresiones no se limitan solo a pequeñas equivocaciones, sino que nuestros pensamientos, palabras, acciones, corazones, y todo, están completamente mal.
A los ojos de Dios es inevitable que cometamos multitud de pecados hasta el día en que morimos. No hay nada limpio en nuestras vidas y estamos destinados a llenarlas con nada más que transgresiones hasta el día en que vamos a Dios. Esta es nuestro destino como seres humanos. Y por eso los seres humanos no tienen nada de lo que alardear ante Dios si no es la fe en la justicia de Jesús. No tenemos nada de lo que alardear, excepto el Evangelio del agua y el Espíritu en el que creemos. No éramos nada más que montones de pecados ante Dios. Estábamos destinados al infierno por nuestros pecados. Pero, a pesar de que todos estábamos destinados al infierno por nuestros pecados, nuestro Señor nos ha salvado para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. No apreciamos lo insuficientes que somos ante Dios. No sé cómo hacer más hincapié en esto. No deberíamos tener pecados ante Dios. Pero, las cosas malvadas en nuestros corazones están destinadas a salir tarde o temprano, y por eso debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mi mensaje para hoy es que todo el mundo es un montón de pecados. Los seres humanos no pueden evitar pecar ante Dios durante todas sus vidas, hasta que mueren. No pasa un día sin que cometamos pecados. El que seamos leprosos espiritualmente a los ojos de Dios significa que debemos darnos cuenta de que somos montones de pecados y debemos recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, porque el Señor dijo que, si la lepra se extendía de la cabeza a los pies, esa persona sería declarada completamente impura. Si le decimos a Dios: “Soy solo un poco pecador”, será casi imposible recibir la verdadera remisión de los pecados. Dios les dice a estas personas que son impuras. El secreto de la remisión de los pecados está en la misericordia de Dios, que se entrega solo a los que están destinados a ir al infierno por sus pecados. Lo mismo ocurre cuando se trata de recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra remisión de los pecados es la bendición de la fe que Dios nos ha dado a nosotros mediante el Evangelio del agua y el Espíritu.
A todos los que no pueden esconder sus pecados de Dios y por tanto confiesan ser pecadores y piden a Dios que tenga misericordia, Dios les dará el Evangelio del agua y el Espíritu, les hará creer en este verdadero Evangelio y así los declarará limpios. Esto se debe a que Dios es el Dios de la misericordia. Por tanto, al enviar a Su Hijo a este mundo, Dios ha limpiado a estos completos pecadores, los que tienen lepra en el alma, a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, como he mencionado antes, aunque alguien haya cometido pecados leves ante Dios y no tenga mucho que decirle, pensando que es un pecador, pero no están destinado al infierno, no puede evitar ser arrojado al infierno por su orgullo.
Mis queridos hermanos, todos le mundo es un montón de pecados a los ojos de Dios. Nadie puede evitar cometer pecados. Sin embargo, algunas personas todavía pueden recibir la remisión de los pecados, pero otras van directamente al infierno. Esto todo depende de si reciben la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu o no. Los salvados alcanzan su salvación al darse cuenta de que están destinados a ir al infierno y le piden misericordia a Dios, y creen que el Señor les ha dado Su propia carne y sangre y les ha salvador de todos sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
A los que piensan que solo han cometido pecados leves ante Dios y por eso creen que pueden ser buenos si lo intentan más, les espera la destrucción. En otras palabras, estas personas serán arrojadas al infierno por no creer en lo que el Señor ha hecho por todos los pecadores. ¿Hemos cometido solo unos pocos pecados ante Dios? ¿Han cometido solo unos pocos pecados en sus vidas? No, por supuesto que no. Además, todos seguiremos cometiendo pecados en el futuro. Esto es obvio. Ante nuestro Señor, los que son salvados de sus pecados por fe son los que saben que son completamente pecadores, los que reconocen: “No tengo virtud alguna. Siempre soy insuficiente y no hay nada que no sea malvado en mis acciones y pensamientos. Solo tengo insuficiencias. Sin el Señor no puedo evitar ser arrojado al infierno”. Solo estas personas pueden ser salvadas del pecado al creer en la justicia de Dios.
Nuestra existencia humana no puede ser salvada de sus pecados simplemente corrigiendo algunos errores ante Dios. Desde que nacemos no somos más que montones de pecados. Está en nuestra naturaleza humana cometer pecados hasta que morimos. En resumen, somos leprosos espirituales. Cuando una persona está infectada con la enfermedad física de la lepra, tiene heridas por todo el cuerpo, su carne se pudre y pierde hasta las pestañas, la nariz y las orejas. ¿Pero qué hay de los que tienen un corazón perdido? ¿Es una persona con un corazón perdido sana ante Dios? No, por supuesto que no. A los ojos de Dios, ir por el mal camino es una enfermedad más grave que una física. en otras palabras, es mejor tener lepra espiritual que lepra espiritual.
Si odian a alguien a muerte en su corazón, a los ojos de Dios ya han incumplido Su Palabra que les dice que no deben cometer asesinatos. Cuando sus corazones tienen este odio asesino, tarde o temprano se manifestará en acciones y acabarán asesinando. Esto es exactamente lo que significa tener un corazón perdido ante Dios y este corazón les lleva a cometer el pecado del asesinato. Por estos pecados que cometemos personalmente, y como nacimos con pecados, estamos destinados a ir al infierno si no somos redimidos de estos pecados. Todos debemos darnos cuenta de que somos leprosos ante Dios. Debemos entender completamente que no somos más que montones de pecados. Y les pido que crean que nuestro Señor ha salvado a personas como nosotros para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Y de ahora en adelante, les pido que den gracias y gloria al Señor en sus vidas.