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Bài giảng

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 2-1] Somos Felices Si Aceptamos a Jesús en Nuestro Corazón (Juan 2:1-11)

Somos Felices Si Aceptamos a Jesús en Nuestro Corazón(Juan 2:1-11)
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.”
 


Aquel a Quién Debemos Invitar a Nuestras Vidas sin Fallar


Existe un pequeño pueblo llamado Caná de galilea. El pasaje de la escritura de hoy habla acerca de una boda que hubo en Caná, Jesús realizo el milagro de convertir el agua en vino.
Cuando hablamos de bodas en nuestras vidas, nos recuerda del momento más feliz de nuestra vida. ¿Cómo se siente una pareja recién casada en el momento en que un hombre y una mujer llegan a ese momento? Seguramente se sienten felices. El pasaje de la Escritura de hoy describe un evento durante una fiesta de boda, y nos enseña lo que necesitamos creer para tener verdadera felicidad delante de Dios. Me gustaría compartir las cosas que necesitamos creer para ser tan felices como lo somos en las bodas.
Entre aquellos que fueron invitados a la ceremonia nupcial estaban Jesús y Su madre. Ahora, ¿qué clase de fe necesitamos, si fuésemos a ser realmente bendecidos?
Primero, necesitamos saber como Dios obró por medio de María por Su providencia. Necesitamos considerar a maría en nuestra fe. Esto es, debido a que María nació y dio a, luz al bebe Jesús desde su virginal cuerpo anticipadamente aceptó la Palabra de Dios traída a ella por el ángel de Dios. 
Esto significa que el Unigénito Jesús no es meramente una criatura sino el Dios Salvador, quién vino para liberar a los pecadores de todos sus pecados. María fue usada como un instrumento de Dios para venir a este mundo en semejanza de hombre. Esto fue profetizado en Isaías 7:14. “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Debemos saber que Jesús es el Hijo de Dios, esto es, Dios Mismo. Así, Jesús no es un criatura humana como nosotros sino Dios, quién creó el universo y todo en el. Para liberarnos de todos nuestros pecados, Jesús vino a este mundo como el Hijo de Dios, el verdadero Dios y el Salvador. Primero debemos tener la fe de que Jesús no es simplemente un hombre sino Dios Mismo.
Solo cuando creemos en Jesús como Dios y Salvador podrán nuestras almas ser felices y gozosas, libres del problema del pecado. Por lo tanto, debemos reconocer y creer que Jesús es nuestro Salvador y que Él es el Hijo de Dios. Además debemos escuchar y creer la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, la cual afirma que nuestro Señor vino a este mundo y borró todos nuestros pecados. Al igual que Jesús y Sus discípulos fueron invitados a la boda, necesitamos invitar al evangelio del agua y el Espíritu a nuestro corazón.
Nuestras vidas están llenas de vergüenza y de infelicidad debido a nuestros pecados. En este mundo y en el mundo por venir, el pecado es lo que hace a una persona miserable. Los pecados que la gente comete ante Dios son la razón primaria para su infelicidad. De hecho, debido a los pecados de la gente, toda clase de maldiciones, enfermedades y otras malas situaciones caen sobre ellos. Por lo tanto, debemos creer en Jesús. Para vivir nuestras vidas con bendiciones, debemos creer que Jesús es nuestro verdadero Salvador. Tenemos que creer en nuestro corazón la Verdad de que Jesús vino a este mundo para terminar con todos los pecados de la humanidad. Por ese propósito, Jesús recibió el bautismo y derramó Su sangre. Por medio de Su bautismo y derramamiento de sangre, todos nuestros pecados están completamente lavados.
Aquellos que saben que Jesús es Dios nacido de María y creen en Él como un Salvador perfecto y personal son felices. Los corazones de aquellos que realmente han recibido la remisión del pecado por su conocimiento y fe en la Palabra de Dios son como si siempre estuvieran presentes en una fiesta nupcial. También, han llegado a ser hijos de Dios y tienen felicidad en sus corazones.
Si una persona desea llevar una vida feliz y gozosa, existe alguien al que debe invitar a entrar en su vida. Esa persona no es otro que Jesucristo, quién vino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo (1 Juan 5:6-8). Necesitamos tener fe en nuestro corazón que el evangelio del agua y el espíritu de Jesús es la Verdad. Debemos creer que Jesús ciertamente llevó todos nuestros pecados por el agua y que Él ha borrado completamente todos nuestros pecados con Su sangre. Nuestras vidas conocen la felicidad y el gozo, cuando conocemos y creemos en Jesús como nuestro Salvador.
 


Jesús Ha Resuelto Todos los Problemas de Nuestra Vida 


En nuestro pasaje de hoy, todo el vino fue consumido por el medio en la fiesta de bodas en caná, y Jesús resolvió este problema. Al igual que la boda no podía continuar sin el licor debido a la falta de este y ya que Jesús fue invitado a la boda, nuestras vidas pueden ser felices debido a que Jesús está con nosotros.
Aquellos que han invitado a Jesús son aquellos que han aceptado a Jesús y creen en Él. Esta gente tiene felicidad como invitados al banquete de bodas. Nuestro Señor ciertamente borró completamente nuestros pecados. Plenamente Jesús nos ha liberado de todos nuestros pecados llevándolos por el agua y la sangre. Debido a que Jesús ha llagado a ser nuestro verdadero Salvador, aquellos que creemos en esta Verdad somos felices. Así, existe felicidad en nuestra vida y gozo en nuestro corazón. También, podemos guardar nuestra compostura al vivir en este mundo pecaminoso. Por la felicidad y el gozo, podemos compartir con otros e invitarlos a compartir este gozo.
¿Acaso no se debe a que tenemos gozo en nosotros por lo que podemos invitar a otros? Si no estuviésemos gozosos sino llenos de tristeza, ¿podríamos invitar a otros? Ciertamente, aquellos que han tenido un encuentro con el Señor pueden invitar a otros a Él. También, aquellos que pueden dar algo bueno pueden predicar el evangelio, lo cual también es algo bueno. Así, para que nosotros seamos felices, primero necesitamos tener a Jesús en nuestro corazón. Debemos creer en Jesús, quién ha borrado todos nuestros pecados por el agua y por la sangre.
Y si realmente deseamos ser felices, no solamente debemos tener a Jesús en nuestro corazón sino además debemos tener también a Sus discípulos. ¿A quién más debemos invitar después de tener un encuentro con Jesús? También debemos invitar a Sus discípulos. Ellos son los seguidores del Señor en la iglesia de Dios. Cuando esos discípulos están presentes, estamos felices y gozosos. A menos que nuestros corazones estén con los discípulos, no podremos ser felices.
El anfitrión de la boda invitó a Jesús, María y a los discípulos de Jesús. El anfitrión pudo hacerse cargo de todos los problemas por medio de Jesús, María y los discípulos. Si el anfitrión de la boda no hubiese invitado estas tres clases de personas, esta boda en Caná se hubiese convertido en la boda más desastrosa. En mi vida y en la tuya, también debemos invitar estas tres clases de personas.
“Jesús es el Hijo de Dios. Él no es simplemente un humano. Él es el Creador del universo y de todo lo que hay en el.” Aquel que ha creado las montañas, los cielos y la tierra, y todos los animales en la naturaleza no es otro más que Jesús. La palabra Jesús significa Salvador, y la palabra Cristo significa Rey de reyes. Puesto junto, significa que Dios ha venido como nuestro Salvador. Para invitar a Jesús a nuestro corazón, debemos creer que Jesús es el Hijo de Dios, y que Él es el Salvador, quién ha borrado todos nuestros pecados. Y debemos estar con los discípulos para estar felices. En otras palabras, debemos tener comunión con los otros creyentes nacidos de nuevo en la Iglesia de Dios. Solo entonces serán resueltos todos nuestros problemas.
Había mucho gozo en el banquete de bodas en Caná, pero la fiesta estaba amenazada cuando se les acabó el vino. Los invitados preguntaron a los sirvientes por más vino pero no quedaba nada. El vino simboliza el gozo. De hecho, una boda trae gozo a la novia y al novio, y a la familia de la novia y del novio, a los amigos y hasta a los invitados. Era un gran desastre que las barricas de vino se hubieran vaciado a la mitad de esta gozosa fiesta. Los invitados seguían llegando y ya no quedaba más vino. ¿Qué harías en esta situación? La situación es simbólica de nuestras vidas, con frecuencia existen muchos problemas en nuestras vidas y parece que no hay opciones disponibles para hacerse cargo de estos problemas. En tal caso, podemos decir que se nos han terminado las bendiciones.
Los sirvientes fueron urgentemente con el amo. “No hay vino. ¿Qué hacemos?” en estos días, podemos salir y comprar más vino siempre y cuando tengamos dinero. En aquel entonces, si se te acaba el vino que tu mismo habías fermentado, no había forma de obtener más. Así, el amo estaba sorprendido cuando escucho esto. Y él hablo con María. “Es un gran problema ya que se nos acabo el vino. Esto es absurdo. Nunca espere tantos invitados. Esperaba menos invitados y aunque había preparado suficiente. Debí haber preparado aún más. Y aún continúan llegando más invitados. ¿Qué hago?”
Después de escuchar esto, María habló con Jesús, “Dicen que el vino se les ha terminado en esta casa. ¿Por qué no haces algo?” Ese es el punto. María había escuchado y aceptado la Palabra de Dios por medio de la voz de un ángel cuando todavía era virgen. Pronto, ella se embarazó y dio a luz a un niño. Ese niño era Jesús. María concibió a Jesús por el Espíritu Santo. Aunque María biológicamente es la madre de Jesús, le dijo a Jesús que se había terminado el vino debido a que ella conocía la verdadera naturaleza de Jesús. María tenía la fe correcta. Debido a que María conocía y creía que Jesús es el Hijo de Dios, el salvador de toda la humanidad, María habló con Jesús acerca del problema y les dijo a los sirvientes que le obedecieran a Él. Cuando Jesús dijo, “Mi tiempo aún no ha llegado,” María les dijo a los sirvientes. “Hagan exactamente lo que Él les diga.” María creía en Jesucristo como el Salvador.
Entonces, Jesús les dijo a los sirvientes que llenaran seis tinajas de piedra, y los sirvientes hicieron lo que se les ordenó que hicieran. Mientras los sirvientes estaban llenando esas tinajas de piedra, Jesús les dijo que tomara el agua y se la dieran al maestresala de la fiesta. Aquellos que probaron el agua que fue hecha vino alabaron al maestresala de la boda, “Es la costumbre sacar el buen vino primero, y luego el inferior, pero esta boda se da mejor vino al final.” 
De hecho, cuando Jesús nos habla, debemos creer y hacer exactamente lo que nos dice. Solo entonces el Señor obrará en nosotros y nos bendecirá. María, Jesús, los discípulos de Jesús, los sirvientes y los invitados son todos símbolos relevantes a nuestras vidas. Si pensamos en los invitados como los problemas en nuestras vidas, ¿quién será Aquel que resolverá estos problemas? Sería Jesús. Entonces, ¿quién es la gente que probó primeramente el poder de Jesús? Serían los sirvientes. Los sirvientes hicieron lo que se les dijo sin importar si tenía sentido para ellos o no. Recordando la amonestación de María, “Hagan lo que Jesús les dice,” los sirvientes obedecieron la orden de Jesús de “Llenar las tinajas.” Aún cuando se les dijo que dieran el agua al maestresala de la fiesta, lo hicieron sin preguntar dos veces. Mientras obedecían, un milagro abundante tomó lugar.
Me desagrada mucho mientras trabajo con nuestros compañeros trabajadores o con los hermanos y hermanas y se apresuran a decir “si” o “no” y luego no hacen lo que se les dijo. Si pregunto porque no lo están haciendo, responden que no me obedecieron debido a que les dije que hicieran algo que no tiene sentido para ellos, algo que ellos no creen que es posible. Me frustro tanto cuando pasa eso. Tal vez se debe a que temen sentirse apenados, responden, “Si” con apariencia de obediencia. Pero pronto, llegan con una excusa por no seguir mis instrucciones. Algunos trabajadores se llenan de tantas excusas y problemas que eventualmente dicen que no lo harán. Después de intentar algo más con su propia habilidad sin lograr tener éxito, eventualmente hacen lo que se les dijo.
Así, debemos tener en mente que podemos probar el poder y las bendiciones de Dios cuando hacemos lo que se nos dice igual que hicieron los sirvientes en Caná. La gente que es como los sirvientes, que hicieron los que hicieron lo que Jesús les dijo que hicieran, podrán primeramente probar las bendiciones de Dios. Nuestro Señor es Dios. Él es el Creador. Él es el Señor quién creó el universo y todo en el. Para liberarnos de todos nuestros pecados, temporalmente Él vino en semejanza de hombre. Y Él nos liberó por el evangelio del agua y el Espíritu. Si realmente deseamos probar estas bendiciones, debemos obedecerlo a Él al igual que lo hicieron los sirvientes. Ya sea que tenga sentido o no en nuestras pequeñas mentes, tenemos que hacer lo que se nos dice para poder probar estas bendiciones. Cuando obedecemos, llevaremos unas vidas felices.
Queridos compañeros creyentes, ¿desean vivir toda su vida feliz y gozosamente? Si es así, necesitamos tener en el corazón la actitud de los siervos, de los discípulos de Jesús, de maría y de Jesús, quienes aparecen en el pasaje de la Escritura de hoy de Juan 2. Los muchos invitados son los múltiples problemas de nuestras vidas. Necesitamos saber que Jesús es Aquel que puede resolver estos problemas. También necesitamos saber y creer que solo aquellos con la fe como la de los sirvientes recibirán las bendiciones de Jesús. Entonces, al igual que hubo gran gozo en la boda de caná, habrá gran gozo en cada uno de nosotros.
Queridos compañeros creyentes, el que cada uno de nosotros sea feliz o miserable depende de si obedecemos lo que Jesús nos dice que hagamos o no. El gozo verdadero no puede ser hallado en ningún otro lado. La gente llega a ser feliz y libre de la miseria y de la desesperación cuando recibe la remisión del pecado por su fe en Jesús, cuando reciben la remisión del pecado por su fe en Jesús, cuando aceptan a Jesús como su Salvador, y cuando obedecen a lo que Él les ha dicho que hagan. Al creer en Él, todo resulta como Él nos lo ha dicho. La felicidad vendrá sobre aquellos que creen. Habrá felicidad abundante y una vida de bendición no solo a la propia alma de uno sino a toda la vida de uno, a la familia de uno, y a lo que nos rodea a cada uno.
Sin embargo, no hay bendiciones para aquellos que no creen que la salvación que trajo Jesucristo, o para aquellos que tal vez hayan creído pero no aceptan y no obedecen cada Palabra de las bendiciones que nuestro Señor nos ha dado. Esta gente no tiene felicidad en sus vidas. Si verdaderamente vamos a vivir una vida gozosa como la de los invitados de Caná, debemos creer y obedecer como el Señor nos ha dicho. Si hacemos lo que el Señor nos ha dicho con fe en Él. Toda Su Palabra eventualmente ocurrirá y disfrutaremos felizmente durante toda nuestra vida. La felicidad pertenece a aquellos que han recibido la remisión del pecado por nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu y sobre aquellos que viven obedientemente a Su voluntad.
Yo puedo decir si una persona va a vivir felizmente o no, cuando lo observo. No tienen mucho que ver con si esa persona ha sido feliz en su vida hasta ahora o no. Lo que estoy diciendo es que puedo decir si esa persona vivirá felizmente o no a partir de este momento. Yo soy un profeta, esto es, un predicador de Su Palabra. Yo no le digo a la gente otra cosa que la Palabra de Dios. Pero están aquellos que creen y otros que no creen. Aquellos que creen en la palabra de Dios vivirán felizmente, y aquellos que no creen tendrán vidas miserables. Cuando los observo a través de la palabra de Dios, puedo predecir el futuro de sus vidas.
Para aquellos que creen en la Palabra de Dios, les digo, “Ustedes vivirán una vida feliz. Ustedes seguramente tendrán muchas bendiciones.” Pero les digo cosas diferentes a aquellos que no creen. “Recibirán condenación eterna si ustedes no creen en Él y viven de acuerdo a una fe en ustedes mismos. Y expresamente serán muy pobres. Después ni siquiera serán capaces de mendigar. Ni siquiera serán capaces de decir, ‘Por favor, me podrían dar un centavo,’ ya que estarán muy cansados. Y se arrepentirán de no haber nacido de nuevo. Definitivamente terminaran así.”
Personalmente no tengo por mi mismo ningún poder para bendecir, pero solo te estoy diciendo que debes aprender como Dios bendice o condena a alguien por medio del pasaje de la Escritura de hoy. Como hemos observado en la boda de Caná, si haces lo que Jesús te dice que hagas, automáticamente tendrás bendiciones y gozo. Por otro lado, si no crees y no le obedeces a Él, no recibirás ninguna bendición. Así como la gente puede refrescarse con el vino, aquellos que desean ser felices en sus vidas deben creer en la palabra de Dios. Ya sea que creamos y vayamos tras la Palabra de Dios o no determinará si recibiremos las bendiciones o las maldiciones en nuestras vidas.
¿A quién necesitas tener en tu corazón si deseas que tu vida sea gozosa? Necesitas a Jesucristo así como la fe de los sirvientes en tu corazón. Si crees en Jesús y obedeces como Él te manda, sus vidas serán bendecidas. Aún si todos caen en este mundo, llevaras una vida bendecida como un árbol plantado junto al agua, dando frutos en su tiempo y produciendo hojas verdes durante todo el año. Queridos compañeros creyentes, ¿no desean vivir tales vidas? Claro que si lo desean.
¿Tienes a Jesús, a maría y a Sus discípulos en tu corazón? ¿Piensas en Jesús como lo más importante? Jesús es Dios. El Padre de Jesucristo también es Dios. Entonces, ¿quién entre la gente puede ser exaltado como Jesús y merecer ser alabado tanto como Jesús? Jesús tiene que convertirse en la persona más importante en nuestro corazón. No importa cuan deficientes podamos ser, recibimos bendiciones cuando no servimos a ningún otro dios ante Él. No importa cuan insuficientes podamos ser, Jesús es el más elevado Dios para mi. Él es Aquel quién me bendice y Aquel que resuelve cada problema en mi vida. Si tienes tal fe, serás una persona bendecida como un árbol plantado junto a las aguas, dando fruto de acuerdo a la temporada.
Estoy feliz gracias a Jesús, espero que también tú seas feliz gracias a Él. Sin Jesús, nosotros los humanos somos nada. Si Jesús no hubiese venido a este mundo, este mundo ya hubiese sido totalmente aniquilado. Si realmente deseas ser feliz, invita a Jesús, a maría y a los discípulos de Jesús a tu corazón. Para hacer eso, tienes que recibir la remisión del pecado por el evangelio del agua y el Espíritu y también servir bien a Dios.
Queridos compañeros creyentes, los discípulos son la gente que pertenece a la iglesia de Dios. Nuestra felicidad es eterna cuando vivimos con los discípulos, cuando aprendemos y creemos lo que nos han dicho, y luego obedecer lo que el Señor nos ha dicho. Sin importar como hayas vivido hasta ahora, tu miseria terminara y tu felicidad comenzara si aceptas a María, a Jesús y a Sus discípulos en tu corazón recibiendo la remisión del pecado por tu fe en el evangelio del agua y el Espíritu. sin embargo, si sus corazones son distintos a los corazones de maría y de Sus discípulos, solo recibirán condenación.
Sinceramente deseo que seas feliz. Así, ya te he dicho que yo soy feliz ya que acepté a Jesús en mi corazón. Para ser gente feliz y bendecida ante Dios, todos nosotros tenemos que creer en nuestro corazón que Jesucristo es nuestro Salvador, quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu. ¡Aleluya!