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Bài giảng

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 9-1] El Señor nos ha salvado a los que íbamos a ser maldecidos (Juan 9:1-7)

El Señor nos ha salvado a los que íbamos a ser maldecidos(Juan 9:1-7)
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: ‘Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?’ Respondió Jesús: ‘No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.’ Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ‘Ve a lavarte en el estanque de Siloé’ (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”
 
 
¿Cómo han estado todos ustedes?
Una de las hermosas obras de la iglesia de Dios es cuando hay varias personas trabajando juntos en unidad. Cada vez que concibo un plan de acción, a menudo experimento la debilidad de mi carne especialmente al final de esa tarea. Pero a pesar de que me canso, siento el reto y trato de terminar la obra, ya que gozo de ver las preciosas obras terminadas. Pero parece ser que algunas personas tienen una tendencia de huir al reto de las ‘obras justas.’
Cada vez que voy en el metro o al pasar por una calle transitada, de vez en cuando veo a gente que lleva una bandera, caminando alrededor y gritando: “La incredulidad es el infierno, pero Jesús es el Cielo.” Al considerar esto, creo que este Evangelio del agua y el Espíritu será mucho más efectivo que los gritos y pancartas de esa manera. La razón de esto es que las palabras que hablan no son el Evangelio del agua y el Espíritu, que dice que Jesús había muerto tras haberse llevado todos los pecados del mundo a través de Su bautismo que recibió de Juan el Bautista. Por esta razón, les es fácil el gritar y alocarse así, ¡Jesús, el Cielo! ¡La incredulidad, el infierno! En lugares públicos y en estos días, y el resultado de esto es que el mundo los toma por locos… y con desprecio.
El Señor nos dijo claramente: “Ganad amigos por medio de las riquezas injustas” (Lucas 16:9). Por lo tanto nuestros pastores y trabajadores misioneros, así como los creyentes laicos, están ganando dinero mediante la ejecución de varios negocios para apoyar la difusión del Evangelio del agua y el Espíritu. Si nos limitamos a gritar: ¡Jesús es el Cielo! ¡La incredulidad es el infierno! sin el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces la gente no vendrá a conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, y no podrá ir al Cielo con estas palabras vacías. Por lo tanto, debemos tener el deseo persistentemente de llevar a cabo obras que son útiles para la evangelización, y debemos tener fuerzas para terminar las obras que habíamos comenzado.
Más que nada, me gustaría informarles que es una bendición para la Iglesia de Dios el apoyar la evangelización del Evangelio constantemente formando trabajadores de Dios, que extenderán el Evangelio del agua y el Espíritu. Si la Iglesia de Dios no estuviera aquí y si los precursores de la fe no le hubieran provisto a usted de trabajo que hacer, no habríamos sido capaces de difundir el Evangelio con tanta energía.
Si este fuera el caso, habríamos llevado a cabo las obras para servir el Evangelio del Señor del agua y el Espíritu por nosotros mismos sin la guía de la Iglesia de Dios. Como resultado de esto, habríamos dejado de predicar el Evangelio en un año. Para algunas personas, habríamos tenido que parar de predicar por un año. Para ciertas gentes, hubiera solo sido uno o dos meses. Sin embargo, si nuestro corazones no se mantuvieran firmes en este Evangelio del agua y el Espíritu se daría lugar a un enfriamiento rápido del amor de nuestros corazones para con Dios. Y el resultado de esto será incitar a los deseos de la carne a levantarse y buscar y seguir en cosas que se pudren. Por lo tanto, incluso si nos convertimos en un obrero de Dios por haber recibido la remisión de nuestros pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no continuamos con firmeza al servicio del Evangelio conociendo la voluntad de Dios, entonces nuestros corazones se morirían espiritualmente. Por esta razón, cuando la Iglesia de Dios confía cierto deber a ustedes, deben cumplirlo con diligencia y estar agradecidos de que les hayan encomendado estos preciosos deberes.
De vez en cuando, algunos trabajadores del ministerio creen que sería bueno hacer el trabajo de Dios de forma independiente al dejar la Iglesia de Dios. Sería una gran fortuna si fueran a servir laboriosamente el Evangelio del agua y el Espíritu por sí mismos, pero la mayoría de ellos no son capaces de hacer esto. Al principio parece como si estuvieran haciendo bien la obra de Dios. Pero pronto los deseos de la carne comienzan a aumentar en sus corazones, dando lugar a tirar la toalla. Cuando la gente empieza a servir a sus propios deseos carnales, significa en cierta manera la muerte. Por lo tanto, me dirijo a todos los pastores, obreros misioneros, y todos los que son fieles en la ejecución de la obra de Dios dentro de la Iglesia, que por favor, permanezcan dentro de la Iglesia que sirve al Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final, dando las gracias a Dios.
Naturalmente, si realmente desean su independencia, yo les permitiré salir en cualquier momento. Cualquier persona que no quiera trabajar conmigo, yo le permitiré salir y servir al Evangelio del agua y el Espíritu por sí mismos. Si usted desea su independencia, entonces todo lo que tiene que hacer es salir de la Iglesia de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Pero antes de hacer esto, por favor, piense seriamente en ello. Trate de visualizar si será o no fácil para usted servir al Evangelio del agua y el Espíritu por usted mismo y al mismo tiempo mantener su corazón seguro. Sólo así empezará a darse cuenta de lo bendito y alegre que es trabajar en unión con los compañeros de trabajo en la Iglesia de Dios. Si hay alguien entre los estudiantes de la Escuela de la Misión, que desee iniciar un ministerio independiente, de ser así por favor, levante la mano. Yo lo apoyo. En cuanto a los buscadores de la satisfacción de mente estrecha, que desean no tener que preocuparse de poner comida en la mesa, y ser bienvenidos como pastores, con coches de lujo, y recibir una gran cantidad de dinero como honorarios, sería mejor para el ministerio si los enviáramos en esa dirección.
Tenemos que saber que los Apóstoles, los Padres de nuestra fe de la Iglesia Primitiva, y aquellos de nosotros que verdaderamente aman el deseo del Señor de difundir el Evangelio en todo el mundo, que no sigan a sus deseos carnales. Que sólo trabajen para el beneficio del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor dijo en el Libro de los Proverbios, “Quita las escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor” (Proverbios 25:4). Como en estas palabras, si no refina la plata, no obtendrá joyería útil. También en caso de que vayan a dejar la plata en su forma original, sólo será un pedazo de alguna plata, sin tener uso en particular. Cucharas de plata, broches para el cabello de plata, coronas de plata, etcétera, son cosas creadas por la fusión y refinación en plata pura. Del mismo modo, después de haber nacido de nuevo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos pasar por una cantidad suficiente de capacitación de Evangelio del agua y el Espíritu a fin de que la escoria y las impurezas se puedan quitar de nuestros corazones. Nadie es capaz de eliminar esta escoria de su corazón todo por si mismo. Estando de todo corazón con el Señor, usted se convierte en una herramienta útil a través de Él. Por lo tanto, sólo después de la eliminación de nuestra codicia carnal, podemos a través de la Iglesia ser disciplinados para hacer las labores encomendadas por Dios.
Tengo que ser honesto, hay veces en que me exaspera cuando veo a los trabajadores dentro de la iglesia. Entre la gente, especialmente entre los más jóvenes, se ven tan frágiles como corderos, parecen como si se fueran a morir si se quedaran solos. Pero si se les da alguna orientación, sobrevivirán y vivirán. También hay gente que no se da cuenta de la importancia y de lo agradecidos que deben estar de hacer esta preciosas labor de Dios dentro de la Iglesia, al hacer esto no se dan cuenta del hecho de que se están muriendo por haber caído en los deseos de la carne. Es frustrante para mí espiritualmente, pero no se darán cuenta de nada por mis enseñanzas. Por tanto, les dejaré solos, hasta que no se den cuenta de ello por si mismos.
 
 

Había un hombre que nació ciego

 
Leamos la Palabra en el Evangelio de Juan capítulo 9. Nos dice que cuando Jesús andaba con sus discípulos, vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Los discípulos de Jesús le preguntaron si era por el pecado del hombre o de sus padres lo que le había causado la ceguera. A esta pregunta, Jesús respondió, “No fue por el pecado de él ni por el de sus padres lo que le causara la ceguera, sino para que las obras de Dios se manifestaran en él.” En realidad, este pasaje de las Escrituras es muy simple. Jesús y los discípulos vieron a un hombre ciego, y los discípulos le preguntaron a Jesús por la razón. Jesús les contestó: “Que el hombre haya nacido ciego no se debió a que haya pecado él ni que sus padres pecaran, sino más bien, para que la obra de Dios se manifestara en él.” Esta palabra hablada por Jesús significa, todos los que nacieron como pecadores pueden verdaderamente nacer de nuevo al recibir de Él, el Evangelio del agua y el Espíritu.
En realidad, para comprender correctamente este relato, debemos darnos cuenta de por qué el Señor nos había dado a todos el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, debemos conocer la intención del Señor que nos fue mostrada en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así, con el fin de que usted entienda el sentido del pasaje de las Escrituras de hoy, primero es necesario que nazca de nuevo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, de lo contrario la verdad siempre se ocultará lejos de usted.
En el libro de Romanos está escrito: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos” (Romanos 5:18-19). De acuerdo a esta verdad escrita en la Biblia, somos los descendientes de Adán y Eva que habían cometido el pecado, por lo tanto debido a esto hemos nacido ‘como pecadores’, habiendo heredado el pecado. Nos convertimos en pecadores porque nacimos con el pecado, y nuestros descendientes después de nosotros también se convertirán en pecadores. Se nos dice que los pecados son hereditarios, por lo que todo el mundo, sin duda, se convierte en un pecador.
¿Pero que es lo que el Señor está tratando de decirnos hoy? Nos está diciendo que no se debe a que éste hombre o sus padres hayan cometido el pecado, sino más bien que Dios quería mostrar sus obras a través de él. Así, podemos ver en la Palabra, que dice que el pecado de un hombre, Adán, había hecho que muchas personas se convirtiesen en pecadores, es cierta. La Biblia dice que así como a través de una ofensa del hombre se había conducido a muchas personas a convertirse en pecadores, todos nacen con pecado. Pero la Biblia también dice: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (Romanos 5:18). Así podemos ver que Dios había deseado mostrar su gloria a través de ese pecador ciego. La Palabra del Señor nos está diciendo es: “que las obras de Dios deben ser manifestadas en él”.
Incluso antes del nacimiento de Adán y Eva, Dios había planeado borrar los pecados de la humanidad por el Evangelio del agua y el Espíritu en Jesucristo, su Hijo. Originalmente era la voluntad de Dios hacer la humanidad, hijos de Dios. Por esta razón aún antes de que alguien naciera e incluso antes de que Adán y Eva nacieran ni cometieran ningún pecado, debido a la tentación de Satanás, Dios había planeado el Evangelio del agua y el Espíritu con el propósito de salvarnos de los pecados y entonces adoptarnos como hijos Suyos. A través de Juan el Bautista el representante de la humanidad, Dios había transferido a Jesús todos los pecados de la humanidad cuando fue bautizado, y Jesús habría de pagar el precio por todos los pecados de la humanidad.
Todas las personas nacen con el pecado: todas las personas nacen “pecadores” no porque ellos mismos o sus padres hayan cometido pecado, sino porque Dios Padre les había hecho nacer como pecadores con el propósito de hacernos su pueblo en su Hijo Jesucristo. Por lo tanto como este hombre ciego Dios nos hizo nacer ‘espiritualmente ciegos.’ Por supuesto, existen aquellos que son físicamente ciegos de nacimiento. Pero cuando nos miramos en un sentido espiritual, estamos ciegos de nacimiento y no podemos ver el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto no es así por el error de nadie. Es con el único propósito de que Dios Padre queriendo mostrar la obra que llevó a cabo; este plan para la salvación en su Hijo Jesucristo.
Leamos el Evangelio de Juan capítulo 9 versículo 6 y 7 juntos. “Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”
Después de anunciar que Él era la luz de este mundo, escupió en el suelo e hizo lodo con la saliva, y con esta arcilla untó los ojos del ciego y le dijo que fuera a lavarse al estanque de Siloé. Entonces el ciego se lavó los ojos con esa agua y regresó ‘viendo’. ¿Qué significa esto? Significa que a través de la Ley de Dios, el Señor hizo darse cuenta a los pecadores de su pecado, y a través de esto ellos recibieron la salvación regresando al Señor a través del Evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios.
Cuando Jesús iba ya a curar al hombre ciego, escupió en el suelo y con esta mezcla hizo lodo. Y luego untó los ojos del ciego con esa arcilla húmeda. Desde una perspectiva humana esto sería una acción insultante y degradante. Sin embargo, ser ciego es suficientemente degradante, entonces, Jesús hizo lodo con el polvo de la tierra y le ungió los ojos con ella. Luego dijo al ciego que fuera a lavarse al estanque de Siloé.
El milagro es que aquellos que hayan conocido y obedecido al Señor serían sanados de sus enfermedades, sin importar cuales fueran. En lugar de quejarse cómo Jesús le ungía los ojos con la arcilla mezclada con la saliva, el ciego se fue al estanque de Siloé y se lavó los ojos en silencio y obediencia según la orden del Señor. Entonces a este hombre ciego le fue restaurada la vista y fue capaz de tener muy buena vista.
Yo insisto en algo aquí; este pasaje de la Escritura no nos dice que si obedecemos bien, recibirán muchas bendiciones. Líderes dentro del cristianismo dicen a sus seguidores que si ellos obedecen y ofrecen sus diezmos bien, recibirán muchas bendiciones, y que si ofrendan grandes sumas de dinero tomando un préstamo por fe, sus negocios prosperarán más allá de sus más salvajes sueños. Tenemos que saber que, todos son mentirosos. El Señor nos dijo claramente aquí que nuestros ‘ojos espirituales’ se abrirían si queremos escuchar, entender y creer bien el Evangelio del agua y el Espíritu. Definitivamente, no dijo que nuestros ‘ojos espirituales’ se abrirían si ofrecemos nuestro dinero.
El significado de Jesús escupiendo en el suelo y el hacer barro con Su saliva, y la unción de los ojos del ciego, significa que nosotros somos los malditos ante de Dios. Nosotros escupiríamos a la gente que realmente fuera cruel y repugnante. Difícilmente escupimos a la gente común, de hecho, nunca pensamos en escupir. Pero los pecadores son los que están destinados a ser maldecidos por estos pecados repugnantes. Por lo tanto a través de esto vemos a Dios escupir en aquellos los destinados a recibir la maldición de Él. Esto nos muestra claramente que toda la humanidad es ‘la maldita.’ Los que están en este mundo que tienen pecados ante Dios no son ‘solo pecadores.’ Son mucho más que eso, son las personas ‘acusadas.’
El Señor dijo: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 6:23). Por tanto, solo esta bien que si la gente tiene pecados, deberían ir al infierno, después de haber sido maldecido por Dios. Tienen que pagar el precio por sus pecados. Pero debido a que somos tan agraciados a los ojos de Dios, Él no quiere que suframos la destrucción debido a nuestros pecados. Esto es porque Él no nos creó para poder mandarnos al infierno. Por eso, Dios Padre envió a su Hijo unigénito a nosotros como sacrificio por todos nuestros pecados. Y Jesucristo había cumplido su misión de hacer expiación por los pecados del mundo, a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto debemos creer en Jesucristo, que es el Salvador de toda la humanidad, a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Para realmente creer en Él, debemos darnos cuenta de lo que es realmente el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios, y sólo a través de este Evangelio, podemos recibir la purificación de nuestros pecados.
Hay una cosa importante de la que debemos darnos cuenta antes de ser limpiados de nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Y es que, el darse cuenta del hecho de que estamos condenados al infierno por nuestros pecados, que somos aquellos que debemos ganar la vida eterna mediante la recepción de la salvación de todos nuestros pecados sin excepción. No sólo tenemos que recibir la purificación de nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, también debemos darnos cuenta, por creer en este Evangelio verdadero, de que somos realmente ‘graves pecadores’ que no podemos evitar la pena de ser lanzados al infierno a menos que recibamos la limpieza de todos nuestros pecados. En otras palabras, antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibir la salvación, debemos conocer y confesar el hecho de que estamos destinados a ser maldecidos por Dios debido a nuestros pecados cuando nos medimos nosotros mismos antes de los criterios establecidos por la Ley de Dios.
¿Por qué el Señor escupió en el suelo, usando su saliva para hacer barro para ungir a los ojos del ciego? Él hizo esto para mostrarnos públicamente cuán sucios realmente somos ante Dios, y el hecho de que somos las semillas del pecado destinados a ser maldecidos. Hay que tener en cuenta que es lo adecuado para nosotros al ser maldecidos y destruidos ante Dios debido a nuestros pecados, y exacto para nosotros el ser enviados a ese terrible fuego inapagable. Debido a esto tenemos que ir ante Dios y confesar que estamos destinados a recibir tal “juicio y destrucción eterna”, debido a nuestros pecados. Cuando hacemos esto entonces el Señor nos dirá: “Váyanse ustedes ahora y lávense en el estanque de Siloé”, y cuando silenciosa y obedientemente se haga eso, ustedes serán limpiados de todos sus pecados “de una vez por todas” al lavar sus corazones que están completamente cicatrizados debido a los pecados, y de acuerdo con esa Palabra, ustedes serán perfectamente curados. Así que para que podamos recibir la purificación de nuestros pecados ante Dios y ser su pueblo santo, tenemos que ‘saber primero’ y reconocer qué tipo de pecador realmente somos, y el hecho de que somos los que estaríamos sufriendo la ira de Dios.
Y sólo entonces vamos a Jesucristo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios, y recibimos la purificación de nuestros pecados a través de esa Palabra de Verdad. Jesucristo es el Cordero de Dios, enviado por Dios Padre para la expiación de nuestros pecados. Jesucristo no ha venido a nosotros para llevar a cabo la obra de la salvación de todos por el mismo a su discreción. Bajó a este mundo de acuerdo a la voluntad de su Padre, y como vivió su vida en este mundo por 33 años, llevó a cabo este plan de su Padre, llevándose nuestros pecados mediante Su bautismo y muriendo en forma vicaria en la Cruz derramando Su preciosa sangre de acuerdo a ese plan. La palabra ‘Siloé’, cuando es traducida significa, ser “enviado.” Jesucristo es el Salvador que había venido a nosotros siendo «enviado» por su Padre.
Si nos fijamos en el pasaje de las Escrituras en Juan capítulo 9:4 leeremos: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” Jesucristo se vio obligado por lo tanto, a llevar a cabo la obra de acuerdo a la voluntad de su Padre. Sólo si vamos a Jesucristo podemos limpiar nuestros mundanos pecados y se habrán ido para siempre. Para ello, primero debemos darnos cuenta de que somos de hecho ‘los sucios’ y que tenemos pecados. Y cuando vayamos ante Jesucristo, debemos recibir la purificación de nuestros pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios.
¿Qué es esta ‘agua’ que se menciona en el Evangelio del agua y del Espíritu? Es el bautismo de Jesús. Debemos darnos cuenta de la Verdad bíblica de que Dios Padre hizo un llamamiento a Juan el Bautista como el sumo sacerdote y el representante de la humanidad, donde fue instruido para colocar todos los pecados de la humanidad en Jesucristo a través de Su bautismo que se realizó en forma de “imposición de manos.” De esta manera, Juan el Bautista bautizó a Jesucristo, el Salvador que había recibido vicariamente ‘el juicio’, por todos nuestros pecados al ser crucificado. Al creer en Cristo Jesús que había llegado por el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ser limpiados de todos nuestros pecados, y mirar hacia el amor de Dios con la vista sanada. Esto significa que por la fe recibimos la remisión de nuestros pecados, y sólo así se permitirá llamar a Dios “Abba, Padre” (Romanos 8:15).
Al darse cuenta del hecho de que Dios nos había permitido nacer en este mundo y del hecho de que estamos condenados a la muerte por nuestros pecados, debemos aceptar su amor. Habiendo llegado a este mundo para salvar a toda la humanidad, la primera obra que Jesucristo hizo durante este corto período de su ministerio público, fue ser bautizado por Juan el Bautista. Debemos saber y creer en esta verdad de que Jesús vino a este mundo y recibió su bautismo a fin de llevarse los pecados de toda la raza humana. Jesús vino a este mundo a través del cuerpo de una virgen, y cuando tenía treinta años de edad, recibió su bautismo de Juan el Bautista. Desde entonces Él comenzó su ministerio público para salvar a toda la humanidad.
 
 

La primera obra que Jesús hizo en su ministerio público fue recibir el bautismo de Juan el Bautista

 
Por haber recibido Su bautismo de Juan el Bautista, Jesús se llevó todos los pecados de la raza humana comenzando por los de Adán en su cuerpo a la vez. Y al ser crucificado como el resultado de todos esos pecados y morir en nuestro nombre, nos ha salvado de todos estos pecados y su destrucción. Si no sabe o se niega a conocer y creer en este hecho, entonces no puede convertirse en un verdadero cristiano. Cuando las personas dicen ser miembros regulares de la iglesia, mientras que profesan que creen en Jesús sólo con los labios sin ni siquiera conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces ellos son considerados por Dios como meros religiosos mundanos, comparado con los budistas que incesantemente cantan sutras sin saber siquiera su significado literal. Esto es así ya que sus pecados aún permanecen dentro de sus corazones.
Por eso es muy importante saber cómo Jesús había tomado consigo mismo todos nuestros pecados y cómo había perfectamente solucionado ‘el problema del pecado.’ Debemos entender claramente por qué tuvo que recibir Su bautismo y cuál es realmente el significado exacto de este bautismo, y entonces debemos creer verdaderamente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sólo entonces estaremos de una vez perfectamente limpios de nuestros pecados, obtendremos la vida eterna y la remisión de nuestros pecados y seremos hijos de Dios. Cuando realmente nazcamos así de nuevo, seguiremos siendo testigos por nuestra cuenta que el Evangelio del agua y el Espíritu es la auténtica verdad, aunque no estemos obligados a difundir este Evangelio verdadero. Por eso es que es importante tener fe de conocer y creer en Jesucristo, que había venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. También tenemos que saber conocernos a si mismos. Debemos saber que a pesar de haber sido pecadores repugnantes, el Señor nos ha salvado de nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Realmente confío en que ustedes no van a subestimar esta Verdad de la salvación que es… el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos dijo claramente, “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo 5:26). Como los pecados aún permanecen, a pesar de que escuchen este precioso Evangelio, no podrán por lo tanto salir de la prisión, que es el infierno. El precio del pecado es una cosa terrible. Es tan angustioso y doloroso que uno nunca quisiera haber nacido en lo absoluto.
Debemos darnos cuenta de que tan deshonrosos realmente somos y del hecho de que somos los maldecidos, debido a nuestros pecados, y entonces, debemos creer en Jesucristo, que fue enviado por su Padre. A través del pasaje de las Escrituras de hoy, debemos claramente saber que Jesús había tomado de una vez todos los pecados del mundo al recibir Su bautismo de Juan el Bautista. La Biblia registra la palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que fue cumplida por Jesucristo y su relevancia y su prefiguración en el Antiguo Testamento.
Por lo tanto, debemos saber que no podemos limpiar nuestros pecados sin el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestros pecados no se quitan solo por nosotros, sabiendo nuestros pecados y pidiendo perdón. Más bien debemos darnos cuenta de la verdad bíblica de esta limpieza conociendo y creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ustedes deben saber cómo el Señor ha borrado todos nuestros pecados para que nuestros corazones sean liberados de ‘todos los pecados.’ Nuestros pecados no son limpiados al pedir perdón cada vez que pecamos. Pero a pesar de esta verdad bíblica muchos cristianos están orando a Jesús equívocamente. Ellos continuamente ofrecen sus oraciones de arrepentimiento sollozando y pidiendo perdón y diciendo que ellos han hecho mal.
La verdad es que no recibimos el perdón de los pecados de esta manera, estamos perdiendo el tiempo. Más bien debemos creer en el hecho de que Jesús ha borrado todos nuestros pecados por haber recibido su bautismo de Juan el Bautista y haber derramado Su sangre en aquella Cruz. El Señor no borra nuestros pecados, con sólo el derramamiento de Su sangre en la Cruz. La verdad de la Biblia, es que, porque Jesús había tomado nuestros pecados al recibir Su bautismo de Juan el Bautista, Él recibió el juicio por todos nuestros pecados vicariamente. Jesús había tomado realmente todos nuestros pecados. Sin embargo la gente está aún espiritualmente ciega porque todavía sigue con su ayuno, ofreciendo oraciones de arrepentimiento, y ruega a pesar de no saber ni siquiera cómo ser completamente remitidos de sus pecados. Por eso el Señor dice que son ‘los ciegos de nacimiento.’
Obtenemos nuestra salvación cuando creemos en Jesús que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, lo que es el fundamento de nuestra fe. Pero esta ‘base de la fe’ no se logra tan fácilmente. Usted realmente no sabe lo difícil que es establecer la base de la fe. Jesús vino a este mundo, y con el fin de salvar a usted y a mí de los pecados del mundo, tuvo que trabajar sin descanso durante 33 largos años. Lo que estoy tratando de decir es que “este trabajo no es algo” tan simple como muchos lo hacen parecer. Con el fin de darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús tuvo que tomar todos los pecados de la humanidad a través de Juan el Bautista, que fue su representante y fue clavado en la Cruz y murió allí en lugar de nosotros, donde pagó completamente con su vida. De este modo, nos salvó de todos nuestros pecados, maldiciones y destrucción.
Si fuéramos capaces de condensar todas las acciones justas de Jesús en una sola frase, podríamos decir esto: “Jesús nos salvó del pecado del mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu.” Por lo tanto debemos saber plenamente que es en realidad el ‘agua’ mencionada en la Biblia, quién es el Espíritu Santo en realidad, y cual es en realidad la verdad que nos salvó de nuestros pecados, y entonces debemos creer en este conocimiento. Dicho de otro modo, debemos conocer y creer en la obra del Señor que ha cumplido por nosotros con el Evangelio del agua y el Espíritu.
Tras haber el Señor cumplido toda esa obra perfectamente, Él fue resucitado y ascendió al Reino eterno. Pero los discípulos se quedaron atrás... en la Tierra. Ellos no eran otros que los Apóstoles y sus seguidores de la Iglesia Primitiva. La palabra apóstol quiere decir: ‘los enviados.’ Cuando todos los apóstoles originales habían muerto, los Padres de la Iglesia se convirtieron en los líderes de la misma, pero por desgracia, el Evangelio del agua y el Espíritu fue desapareciendo con el paso del tiempo. En realidad no será una exageración decir que el Evangelio del agua y el Espíritu fue exterminado totalmente de este mundo con la declaración del Edicto de Milán en el año 313 D.C.
Pero alabado sea el Señor, en este tiempo y era, que ha establecido otro fiel grupo de personas que han heredado esta misma fe de los apóstoles originales. Estas personas de Dios no son otros que usted y yo. Nosotros juntos estamos predicando presentemente el Evangelio del agua y el Espíritu en el mundo entero. Estamos en este momento difundiendo este Evangelio del agua y el Espíritu a 6,500 millones de personas de este mundo. Somos los defensores del Evangelio del agua y el Espíritu, y estamos llevando a cabo las obras de Dios a toda la gente del orbe. Debido a que el Señor nos envió, estamos haciendo obediente y fielmente su obra.
Y así, para todos aquellos que todavía no han encontrado al Señor verdaderamente, y como resultado de ello todavía tienen pecado, busquen y encuentren lo mas pronto posible alguien de las gentes nacidas de nuevo verdaderamente que saben la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que ‘estas personas’ son las que han sido enviadas por Dios, cuando las encuentren, escuchen el Evangelio del agua y el Espíritu y crean en él, ustedes será limpiados de todos sus pecados y obtendrán la vida eterna. Para ello, deben rechazar sus pensamientos, aprender toda la verdad paso por paso, y obtener respuestas a sus preguntas. Sólo entonces el problema de nuestros pecados será resuelto. Esto es lo que este pasaje de las Escrituras nos está diciendo. Dice que nosotros, los que hemos conocido al Señor y hemos a través de Él recibido la bendición de la remisión de los pecados, somos los que hemos venido a ver al mundo y a Dios habiendo tenido la vista sanada, y somos también los que hemos venido a recibir la bendición que fue llevada a cabo por el Señor.
Queridos compañeros creyentes, el hombre ciego fue enseguida al estanque de Siloé, donde se lavó y, a continuación, regresó con su vista ya sanada. El lavado es un acto de limpieza de sacar las inmundicias. Dicen que la muerte es el fin de todo, pero esto no es cierto. Para los justos, allí les espera el Cielo eterno, pero para los pecadores, les espera el juicio por los pecados en el fuego eterno del infierno. Por esta razón deben sin demora recibir la limpieza de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el espíritu. Deben recibir la remisión de sus pecados y quedar limpios como la nieve y recibir el Espíritu Santo como un regalo de Dios.
Para obtener la salvación de nuestras almas, deberíamos reunirnos con aquellos que ya han conocido la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y con el corazón abierto para aprender, escuchar cuidadosamente lo que nos dicen acerca de esta Verdad. Y, entonces, creer en él con todo nuestro corazón. Dios nos ha dado la verdad del agua y el Espíritu. Ha permitido que nosotros, quienes habíamos sido ciegos espiritualmente antes de conocer a nuestro Señor Jesucristo, que había llegado por el agua y el Espíritu y no sólo nos permitió el conocer la verdad del Evangelio, también nos permitió creer en Él y verdaderamente nacer de nuevo. Por lo tanto, mirando en el pasaje de las Escrituras de hoy, espero por ustedes que se den cuenta y que comprendan la razón por la que Dios nos hizo seguirlo, servirle y darle gracias.
También, para aquellos que están todavía espiritualmente ciegos, espero y oro por que pronto aprendan la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de los obreros de Dios, pastores, misioneros, hermanos y hermanas en Su iglesia. Para aprender perfectamente la Palabra deben desechar todo lo que han escuchado y aprendido hasta ahora. Estos pensamientos son las levaduras del pensamiento humano. Por lo tanto, no deben conocer esta amonestación en una manera doctrinal, sino más bien para tirar las levaduras del pensamiento humano antes de que usted se encuentre con el Señor. Así que, adelante y a tirar las levaduras del pensamiento humano, que hasta ahora se han acumulado y acepten el Evangelio del agua y el Espíritu. Si lo hacen, entonces recibirán todas las bendiciones del Cielo de Dios.