(Marcos de 4:1-9)
“Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: ‘Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del Cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.’”
Cuando Jesús predicó la Palabra durante su vida pública, muchas personas se reunieron para tener sus problemas carnales resueltos. No hicieron esto para entrar en el Reino de los Cielos por el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero en su lugar llegaron a Él para tener el problema del hambre resuelto. Sobre este asunto, Jesús habló de la parábola del sembrador a través de la ilustración de la Palabra del Evangelio de Marcos capítulo 4 versículos 1-9. Él estaba diciendo que la obra del Reino de Dios es como un agricultor sembrando semillas.
El primer terreno del que habló el Señor es el de la orilla
El Señor dijo que las aves del aire venían y devoraban la semilla que caía en las orillas del campo. Las orillas del campo no es un lugar apropiado para sembrar semillas ya que muchas personas caminan sobre ella. La tierra en la orilla está consolidada, porque muchas personas caminan sobre ella. La buena tierra puede cubrir la semilla para que se nutra e hidrate y brote, pero la semilla en la orilla no puede ser cubierta por la tierra en absoluto. Para estos campos un granjero en primer lugar debe hacer obras de preparación básica de arar la tierra antes de la siembra de semillas. A fin de hacer esto, un granjero debe escarbar la tierra profundamente, sacar las piedras, construir bancos y hacer crestas, entonces siembra la semilla. Esta tarea tarda mucho tiempo y necesita mucho trabajo.
Fácilmente podemos ver personas que tienen un corazón como este campo por las orillas incluso dentro del cristianismo. El corazón de los cristianos, que creen que pueden ir al Cielo respetando la Ley es como un camino endurecido que han consolidado muy bien. Por lo tanto, la Palabra de Dios no puede entrar en tal corazón incluso cuando la escuchan, porque tienen sus propios pensamientos sólidos y prejuicios religiosos. Porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Palabra de Dios incluso después de oírlo, el diablo viene y devora la Palabra de Dios como las aves vienen y devoran la semilla.
Entonces, ¿cómo debe uno escuchar a los siervos de Dios predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, a saber, la Palabra de Dios? Una persona que oye la palabra de este Evangelio debe escuchar sus pruebas y aceptarlo en su corazón, si es consistente con la Palabra de Dios registrada. La Palabra de Dios llega finalmente a ser de uno, cuando puede creer en la Verdad de la salvación en su corazón.
Sin embargo, aun cuando la Palabra que predican los siervos de Dios es correcta y de acuerdo a las escrituras, hay veces que la gente pospone el creerla, diciendo: “La Palabra que el predicador ha dicho parece correcta, pero lo voy a pensar un poco más”, o: “Es definitivamente conforme a la Palabra de Dios, pero creeré en ella después de pensarlo un poco más.” Cuando esto sucede, Satanás viene y planta dudas en su corazón, diciendo: “No, eso no es cierto. ¿Qué quieres decir? Es incorrecta. No debes creer así. Estarás en serios problemas si lo crees.” Una vez que aceptan el engaño del diablo, no pueden hacer la Palabra de Dios como propia y finalmente la pierden. Por lo tanto, cuando escuchen la Palabra del agua y el Espíritu que es la Palabra de Dios, deben abrir su corazón y aceptarla por la fe. Deben abrir los oídos a la Palabra de Dios y creer con el corazón. Y deben ponerse en su guardia, que Satanás está siempre rondando alrededor para hacerles no creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que los siervos de Dios les han predicado hasta ahora.
Satanás es muy hábil y sabe exactamente cuando acercarse a la gente. El capítulo 3 del Libro del Génesis registra la escena en la que Satanás tienta a Eva y la hace comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Eva había oído el comando de Dios a través de Adán prohibiéndoles comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por lo que Satanás aprovechó la oportunidad y se acercó a Eva primero en lugar de Adán. Y Satanás confundió a Eva cambiando la Palabra que Dios había hablado anteriormente. Eva finalmente comió el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal y también le dio a Adán y debido a esto, es que ambos se convirtieron en pecadores.
Adán y Eva se convirtieron en pecadores y cubrieron su desnudez con atavíos hechos de hojas de Parra, con el fin de cubrir su vergüenza, pero estos pronto se secaron e hicieron pedazos debido a la luz del sol. Por lo tanto, ya no pudieron cubrir su vergüenza por sí mismos. Y entonces, Dios mismo los vistió con túnicas de piel. ¿Qué significa esto espiritualmente? Esto significa que ustedes no pueden resolver el problema de sus pecados con las creencias falsas hechas por el hombre, es decir, las doctrinas religiosas y los rituales de este mundo.
Por siempre, ustedes seguirán desechando estas cosas religiosas. Es porque son imperfectas. Dios les puso las túnicas de piel a Adán y Eva. Esto significa la ropa de la salvación perfecta, es decir, la vestimenta de la salvación justa. El sacrificio de un animal, por tanto, era necesario con el fin de vestir pecadores con túnicas de piel. Uno sólo puede recibir las vestimentas de salvación perfecta mediante el sacrificio de un ser viviente. Dios recibía la vida de un animal de sacrificio en lugar de la vida de una persona, que tenía que ser sentenciada a muerte por sus pecados. Por lo tanto para ser perdonada de su pecado, tenía que pasar sus pecados a la ofrenda del sacrificio haciéndola recibir el juicio de los pecados en su lugar.
La humanidad entera se ha convertido en pecadora debido al pecado de Adán, como está escrito en el libro de Romanos capítulo 5:12, “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Debido a ese pecado, hemos llegado a recibir el juicio de pecados de Dios y llegado al punto de la muerte.
¿Qué tipo de ser es un humano originalmente ante la presencia de Dios? El Evangelio de Marcos habla acerca de esto. Echemos un vistazo a la Palabra de los versículos del capítulo 7 del Evangelio de Marcos 20-23: “Pero decía: ‘Qué lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan un hombre.’”
El Señor dijo que todas las cosas malas que salen de una persona mancillan a esa persona. Porque nacimos como pecadores originalmente debido a una persona, a saber, Adam, por lo tanto, lo único que puede salir de un pecador son cosas sucias. Tales pecados como malos pensamientos, adulterios, robos, asesinatos, fornicación, codicia, maldad, engaño, mal de ojo, blasfemia, orgullo y estupidez, son pecados con los que todos los seres humanos nacen. Ustedes podían preguntarse: “¿Qué relación tiene conmigo Adán, que hasta yo soy un pecador debido a sus pecados?” Es porque Adán había cometido pecados ante la presencia de Dios y él es el ancestro de toda la humanidad nacida en este mundo incluidos nosotros. Un ser humano sólo puede dar a luz a otro ser humano de la misma especie; por lo tanto, un pecador puede sólo dar a luz a un pecador. Así, todos nos hemos nacido pecadores porque somos descendientes de Adán. Es decir, somos pecadores porque somos seres humanos que nacimos con 12 tipos de pecados sucios; y porque somos seres humanos que tenemos pecados desde el vientre de nuestras madres, y no podemos sino cometer pecados.
Cuando escuchamos la Palabra de Dios, tenemos que aceptar esta Palabra exactamente como la Palabra de Dios, como la verdadera realidad en nuestro corazón. Es porque las Palabras de la purificación de los pecados que escuchamos a través del Evangelio del agua y el Espíritu son verdaderas Palabras de Dios. Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu, y debido a esto, podemos alcanzar la verdadera purificación de nuestros pecados, si aceptamos todas las Palabras de Dios.
Las aves llegaron y devoraron la semilla que se sembró en la orilla del campo
La semilla que se sembró en la orilla implica el corazón de una persona que no cree en la Palabra de Dios, que es predicada por los siervos de Dios, como es. Esa persona no reconoce la Palabra Dios tal y como dijo Él, que debería ser, sino que piensa: “Yo pienso de esta manera a pesar de que Dios diga otra cosa”. El Señor nos está diciendo que, como consecuencia de ello se hace difícil para estas personas ir al Cielo, porque no pueden o se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pueden recibir la remisión de los pecados reconociendo que tienen pecados y que actualmente son pecadores y, entonces, aceptando el Evangelio del agua y el Espíritu. Pueden aceptar la salvación verdadera, el Evangelio del agua y el Espíritu por la fe sólo si reconocen la Palabra de Dios completamente justa, como es.
Sin embargo, si una persona no reconoce la Palabra de Dios “como es” y sólo se basa en sus propios sentimientos y pensamientos, esa persona siempre de seguro seguirá siendo un pecador porque no cree en la Palabra de Dios incluso cuando la Palabra de Dios viene a él. Tenemos que saber qué graves pecadores somos ante la Palabra de Dios, para poder aceptar en nuestros corazones cómo el Señor nos ha salvado de los pecados del mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu. De lo contrario no podemos recibir salvación incluso si Dios nos da el Evangelio del agua y el Espíritu para nosotros, porque no creemos en él y porque nuestros corazones son como la orilla del campo espiritualmente. Por lo tanto, debemos arar y cultivar el corazón de una persona antes de sembrar la semilla de la Palabra.
Si todavía ustedes son pecadores, tienen que cultivar sus corazones en primer lugar. Como el Señor ha dicho en el capítulo del Evangelio de Marcos 7 versículos 20-23, que ustedes nacieron con doce tipos de pecados, por lo tanto, deben reconocer ante la presencia del Señor que son pecadores, que no puede más que ir al infierno. Porque ustedes no sólo nacieron con tales pecados en su corazón, pero esos pecados realmente se han manifestado en su vida diaria también, por lo tanto, deben confesar y también reconocer todos esos pecados. Es probable que tengan ustedes mucho más pecados de lo que puedan imaginar. E incluso podrían cometer más pecados en el futuro, que los pecados que han cometido hasta ahora.
Si Dios no los salvara a ustedes de todos sus pecados, entonces, podrían recibir el juicio conforme a la Ley justa de Dios, es decir, la Ley que dice: “La paga del pecado es muerte” e ir al infierno debido a los pecados que han cometido y el mal de su corazón. Por lo tanto, sólo cuando ustedes absolutamente reconozcan la Palabra de Dios, Él les da la Palabra del Evangelio que dice: “Los he salvado de todos sus pecados.” Como Dios llegó a Adán y Eva y los había salvado haciéndoles túnicas de piel, este Dios también llega a ustedes a salvarlos con el Evangelio del agua y el Espíritu, entra en sus corazones y habita con ustedes eternamente. Pueden recibir la remisión de todos sus pecados y convertirse en los hijos de Dios por la fe creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, deben saber la Palabra acerca del campo, en las orillas, y pensar en los pecados adentro de ustedes y, entonces, reflexionar sobre el Evangelio del agua y el Espíritu, y creer en Él. Ustedes deben convertirse en las personas que reconocen el Evangelio del agua y el Espíritu exactamente como es y aceptarlo en sus corazones, como la salvación que de Dios les ha dado.
El segundo campo es el terreno pedregoso que no tiene mucha tierra
Está escrito en el capítulo del Evangelio de Marcos 4:5: “Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra.” La semilla que cayó sobre el pedregal donde no tenía mucha tierra muere incluso después de brotar. Después de que se siembra la semilla, no puede echar raíces profundamente debido a las piedras. Al brotar la semilla, su raíz crece en la tierra para nutrirse y tomar el agua necesaria para desarrollarse, pero las piedras bloquean este proceso. No es hablar de una o dos piedras, sino de todos las piedras del campo. Tal terreno pedregoso podría tener un 3% de tierra y el resto son piedras. Por lo tanto, ¿cómo puede cualquier planta sobrevivir allí?
A fin de recibir la purificación de nuestros pecados ante la presencia de Dios y convertirse en la verdadera novia de Cristo y así volverse una novia pura sin ninguna mancha o defecto, uno debe saber cómo ver los pecados ocultos dentro del corazón a través de la Palabra de Dios. Y él/ella debe recibir la purificación de sus pecados por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor dijo que todo lo malo que sale del corazón de una persona es pecado. Por lo tanto, debemos reflexionar profundamente sobre nuestros propios pecados ante la presencia de Dios. Debemos examinar si tenemos o no un corazón con maldad, dentro de nosotros, si hay pecados que han sido manifestados o no, y absolutamente debemos reconocer nuestros pecados ante la presencia de Dios, incluso si realmente no lo hacemos ante las otras personas, y debemos convertirnos en personas que aceptan la Palabra de Dios. Dios dijo que teníamos un corazón malvado originalmente, que nos hemos convertido en personas que cometen tales pecados, y que debemos saber que cuando examinamos nuestros corazones ante la presencia de Dios, esos malos pensamientos siempre van hasta el fondo de nosotros. Debemos reconocer: “Yo soy una persona que comete tales pecados de malos pensamientos”. Sin duda, la gracia de Dios abunda donde prevalecen los pecados. Nos convertimos en buena tierra que puede escuchar el Evangelio del Señor del agua y el Espíritu sólo si reconocemos nuestros pecados ante la presencia de Dios.
En el pasaje de las escrituras de hoy, el terreno pedregoso significa la naturaleza humana del pecado. Una persona debe confesar su naturaleza pecaminosa a Dios. Sin embargo, la gente del mundo intenta ocultar sus pecados. Algunas personas piensan que es un atributo noble. Por lo tanto, la gente religiosa de este mundo intenta ocultar sus pecados con su hipocresía. Sin embargo, tienen malos pensamientos en sus corazones y estos, están llenos de todo tipo de pensamientos malvados como, el poder aplastar a otras personas y como poder hostigar a otros. Ellos sólo están fingiendo ser gentes justas con su hipocresía ante los otros. Sin embargo, deben saber que ellos no reciben la gracia de la remisión de sus pecados que Dios da, si son así.
El Señor no quiere borrar sólo «algunos de nuestros pecados.» Por el contrario, todos los pecados que cometemos, los pecados que hemos puesto en acción, e incluso los pecados que hemos cometido con nuestros pensamientos se incluyen en los pecados que han sido pasados a Jesús por el bautismo que recibió de Juan el Bautista. Jesús ha purificado todos nuestros pecados perfectamente a la vez, por recibir el bautismo de aquellos pecados sobre su cuerpo y llevárselos para ser crucificado en la Cruz. Yo debería haber pagado el precio por mis pecados y llevarlos a la Cruz y ser crucificado, pero en lugar de eso, el Señor recibió el bautismo y pagó el precio de todos mis pecados en la Cruz por mí. Por lo tanto, debemos saber que somos esos pecadores que cometen terribles pecados ante la presencia de Dios. En primer lugar, debemos reconocer que somos pecadores que no pueden más que ir al infierno debido a nuestros pecados, y entonces, debemos creer que el Señor ha borrado todos nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu.
El campo de la tierra con piedras se refiere a la naturaleza oculta de pecados dentro de nosotros. Está escrito: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Convertirse en enfermos y moribundos es un proceso que cada ser humano pasa después de haber nacido en este mundo. Todo el mundo debe darse cuenta de que él/ella es un pecador ante la presencia de Dios mientras pasa a través de este proceso. Si nos fijamos en nosotros mismos, tenemos que saber qué terribles pecadores somos y qué pecados traicioneros cometemos ante la presencia de Dios. Debemos anhelar recibir la purificación de nuestros pecados al reconocer ante la presencia de Dios que somos pecadores que merecen ir al infierno. Y debemos aceptar en nuestros corazones la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha hablado. Y debemos creer en la Palabra de este verdadero Evangelio por el que Dios ha tomado todos nuestros pecados. Tenemos que obtener el perdón de todos nuestros pecados en nuestros corazones, aceptando verdaderamente la salvación en la que Dios ha tomado todos nuestros pecados. Sólo entonces, podemos llegar a ser los hijos de Dios. Entonces, nos convertiremos en personas realmente felices.
Alguien que intenta ocultar sus inicuos pecados no puede recibir la gracia de la salvación que Dios quiere darle. Casi todas las semillas que caen en la orilla del campo son destruidas al pisotearse, ser atropelladas por coches o devoradas por las aves. Por lo tanto, debemos mirar en nuestros corazones con la Palabra de Dios y también con nuestra conciencia y comprender qué graves pecadores realmente somos ante la presencia de Dios, y cuáles son las consecuencias de los pecados por la iluminación de la Palabra de Dios. Y tenemos que recibir la remisión de los pecados por creer en Cristo Jesús, reconociendo nuestros pecados ante la Palabra y creer en la Palabra de Dios.
En resumen, debemos ser las personas que son pobres en Espíritu para creer en la Palabra del Evangelio auténtico. En primer lugar debemos reconocer nuestros pecados a través de la función de la Ley con el fin de convertirse en tales personas ante la presencia de Dios. Nos convertimos en verdaderos pecadores sólo si reconocemos nuestros pecados a través de la Palabra de Dios. Primeramente, debemos entender cual es el pecado a fin de hacer esto. Por eso, Dios nos ha dado la Ley.
¿Qué es la Ley? Está escrito: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el Cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:3-6).
¿Qué dijo Dios que es auto-existente a nosotros? Nos ordenó no tener nosotros dioses aparte de Él. El nombre de Jesucristo significa “El Salvador quien redime a la gente de todos sus pecados”, y el nombre de Jehová Dios significa “El Dios auto-existente.” Esto significa que el universo entero y todas las cosas en él, han sido creadas por Dios, y Jesucristo es Dios el creador. Si este Dios dice a la humanidad entera: “No tendrán otros dioses delante de mí”. Entonces esta Palabra es el mandamiento de Dios. Debemos pensar en nosotros mismos en base a este mandamiento de Dios. Debemos entender nuestros pecados basados en la Palabra de Dios, aunque realmente no hayamos tenido ningún otro dios además de Él, o hayamos servido a otros dioses que Dios no quiere que tengamos, o que no hayamos servido sólo a Jehová Dios verdadero, pero que lo hayamos rechazado en nuestras vidas.
Sólo tienen que mirar la Palabra en el Libro de Éxodo, capítulo 20 en los versículos 3-17 con el fin de comprender sus pecados. Dios nos dio los diez mandamientos de lo que se debe y lo que no se debe hacer, y a través de ello pueden examinar si han vivido según las Palabras de Dios por ustedes mismos. Muchas personas en Asia creen en el budismo. Ellos han desobedecido el mandamiento de Dios no tener otros dios ante Él, pero en su lugar, han rechazado al Dios de la Verdad al adorar otros dioses más que a Dios. Se han convertido en pecadores que han violado el primer mandamiento ante la presencia del Dios viviente. Incluso si no han cometido ningún otro pecado, deben ir al infierno porque han violado el primer mandamiento a menos que, por supuesto, hayan recibido la remisión de sus pecados. Es lo mismo para las personas en Corea que reciben el juicio y la condena, como un criminal, cuando viola y no puede respetar la Ley que ha establecido el Congreso de Corea. Por ejemplo, vamos a suponer que hubo una persona que nació totalmente paralítica, por lo tanto realmente no hizo ningún mal a nadie. Sin embargo, creía en otros dioses en lugar de creer en Jesucristo, que es el verdadero Dios. Entonces, esa persona tiene pecados. Incluso si una persona no comete un pecado exteriormente, él debe recibir el juicio debido a los pecados dentro de su corazón, tales como los pecados del asesinato, la lascivia, la tontedad, la fornicación, el adulterio a pesar de que esos pecados no han sido revelados exteriormente.
En fin, el corazón que reconoce la Palabra de Dios se convierte en un campo bueno. Es porque una persona que reconoce ante Dios que tiene pecados de fornicaciones, robos, maldad, engaño, lascivia, mal de ojo, blasfemia, orgullo, estupidez, malos pensamientos, adulterios, asesinatos y codicia, está calificado para recibir la salvación. Una persona que sabe qué es un pecador grave, realmente puede recibir la Palabra fácilmente. Debemos saber que somos personas que cometen muchos pecados ante la presencia de Jesucristo, que es Dios.
Una de las cosas que Dios más odia, no es otra que el adorar un ídolo. A Dios no le gusta que la gente se incline ante una piedra tallada y le lleve alimentos y la adore. Dios nos ha mandado el no tener otros ante Él, y le dijo a su pueblo no hacer ninguna imagen tallada. Dios le dijo a su gente no inclinarse ante nada de su creación, como la Luna, las estrellas o el Sol, y ha mandado no adorar tontas imágenes creadas por los seres humanos. A Dios no le gusta la gente que adora otros dioses ya que no son realmente un Dios, porque Dios es un Dios celoso. ¿Por qué deberíamos adorar a cualquier criatura que no tiene ningún poder en lugar de adorar a Dios, cuando Dios nos bendice y nos guía? Dios es muy severo sobre los pecados. Como está escrito: “Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:5). Dios condena el pecado hasta la tercera y cuarta generaciones según pequemos.
Muchos coreanos adoraran a sus antepasados de acuerdo con el confucianismo. Por tanto, la casa del primogénito que adora fielmente a los ancestros es destruida por la tercera y cuarta generación. Por lo general, el hijo mayor hereda el deber del culto ancestral. Por eso, a menudo es destruida la casa del mayor. Es porque el mayor adora muy fielmente a los antepasados y también adora así a un ídolo. Dios dijo que él maldecirá a esa persona hasta la tercera y cuarta generación. Debemos recordar que Dios es muy riguroso y temible en cuanto a pecados.
Un ser humano nace con pecados desde su nacimiento. Por lo tanto, el hombre comete pecados automáticamente a pesar de que nadie le enseñe a hacerlo y comete pecado de pensamiento y obra, que Dios detesta. El Señor dijo que esas personas son una camada de malhechores y gente llena de iniquidad. Esto significa que los seres humanos son una sarta de bestias, cuyos comportamientos son muy corruptos. Esto significa que siempre provocan a Dios, ya que hacen las cosas que Dios les dice que no hagan y no hacen las cosas que Él les dice que hagan.
Los seres humanos pueden pasar sus pecados a otros, pero Dios dice que Él seguramente castigará los pecados de aquellos que odia. Las personas que no han nacido de Dios no lo adoran ni creen en Él, pero en su lugar hacen ídolos y por el contrario, adoran a sus antepasados muertos pensando que sus dioses ancestrales vienen y los ayudan, y también van con adivinos y buscan oráculos. Dios juzga los pecados de tales personas de acuerdo con su Palabra y lleva las maldiciones hasta tercera y cuarta generación a quienes odian a Dios. Él aporta maldición tras maldición continuamente a estas generaciones. Si las personas dicen creer en Jesús y no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, sino que creen en Jesús como una superstición, estas personas también recibirán esta maldición. Incluso las personas que adoran ídolos ardientemente o sólo siguen el confucianismo, budismo o supersticiones, recibirán estas maldiciones también. Es porque ellos realmente adoran ídolos.
Todos los animales y las plantas se han creado por Dios. Y el hombre es el señor de toda la creación, porque Dios creó al hombre según su imagen. ¿Por qué, gentes que han sido especialmente creadas por Dios, rechazan a él? ¿Por qué no hacen las cosas que Dios les dice que hagan y no hacer las cosas que Dios les dice no que hacer? Dios ha dado a su pueblo diez tipos de mandamientos es decir: No tomarán el nombre de Dios en vano; Guarden el día de reposo, para mantenerlo Santo; Honrarán a su padre y su madre; Ustedes no cometerán homicidio; No deberán robar; No deberá cometer adulterio; No deberán llevar falso testimonio contra tu prójimo; No codiciarán la mujer de su prójimo, y así sucesivamente. Pero a pesar de esto, la humanidad, sin embargo, no ha hecho las cosas que Dios ha mandado que no lo hagan y no han hecho las cosas que ha mandado a hacer. Dios les dijo no cometer asesinato, pero han tenido el corazón de hacerlo; Dios les dijo que no cometieran adulterio, pero han codiciado las mujeres que pasan aun lado; Dios les dijo no robar, pero han cometido robos. Así, los seres humanos han hecho las cosas que Dios les dijo que no hicieran y no se han hecho las cosas que Dios les dijo que hicieran.
Somos pecadores así desde el momento en que nacimos en este mundo. A pesar de que queremos vivir virtuosamente e intentamos duro el hacer cosas buenas, lo decisivo es que hemos hecho muchas cosas malas y también haremos muchos otros errores en el futuro. No sólo tenemos malos pensamientos en nuestros corazones, sino que cometemos estos pecados en nuestro comportamiento. No sólo ustedes, pero sus hijos también hacen estas cosas debido a que han heredado la naturaleza pecadora directamente de ustedes. Cuando llegaron a la aceptación de sus pecados a través de la Ley de esta manera, necesitaban a Jesucristo con el fin de resolver este problema.
Debemos conocer la Ley de Dios, para reconocer nuestros pecados. La Ley es una serie de mandamientos que Dios nos ha dado. Es la colección de estatutos de lo que se debe y lo que no se debe hacer. Podemos saber que estamos haciendo mal ante la presencia de Dios cuando nos miramos nosotros mismos a través de esta Palabra. Por lo tanto, necesitamos esta salvación que Cristo Jesús nos dio al venir a este mundo por ser gente tan miserable. Necesitamos especialmente esta Verdad, de que Dios nos ha salvado por el Evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, nuestros corazones deben estar con firmeza en la Verdad. Nuestros corazones deben ser el campo que recibe la semilla fácilmente. La semilla muere cuando cae en el campo, en las orillas, o en el campo lleno de piedras. Nuestros corazones deben reafirmarse absolutamente ante la presencia de Dios, en creer sólo en Jehová Dios. Y debemos reconocer la Palabra de Dios. Sólo entonces, podemos recibir… la salvación que Dios nos brinda.
El campo de espinas
Cuando la semilla cae entre las espinas, la semilla no puede crecer ya que las espinas interfieren y les impiden crecer. Esto significa que una persona que sólo se preocupa por el asunto de su prosperidad carnal, no puede recibir la remisión de los pecados. La semilla que cae aquí, trata de brotar, pero las espinas, las preocupaciones de este mundo, crecen aún más rápido y bloquean toda la luz del sol. Una persona que piensa: “No voy a tener ninguna pérdida en mi carne, ya que creo en la justicia del Señor y obtendré la remisión de los pecados e iré al Cielo”, no es adecuada para el Reino de Dios. Incluso si esa persona escucha la Palabra de Dios, sólo está con el Evangelio de la Verdad momentáneamente, sin la Palabra echando raíces profundamente en su corazón y finalmente lo pierde, tropieza y, entonces desecha la Palabra de la Verdad.
Está escrito, “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pase lo que pase mañana, tenemos como una cuestión de urgencia que obtener la remisión de nuestros pecados. Si nos estamos muriendo de hambre o no, eso no tiene nada que ver en preocupamos por el mañana o no. Por el contrario, tenemos prosperidad sólo cuando Dios obra en nuestras vidas y nos bendice. Esta Verdad se aplica a asuntos espirituales, así como a cuestiones físicas. Sólo preocuparse por nuestros propios asuntos carnales, sin incluso reconocer los pecados dentro de nosotros ni reafirmar nuestros corazones con honestidad ante la presencia de Dios, no es lo correcto. En primer lugar debemos reconocer la Palabra de Dios, ante Su presencia.
Debemos reafirmar nuestros corazones ante la presencia de Dios y vivir nuestra fe. Dios ha purificado todos nuestros pecados a la vez por el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Palabra de Dios. Está escrito: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27). Esto significa que Dios nos purifica con el Evangelio del agua y el Espíritu y nos hace las novias de Jesucristo y nos bendice. Esto significa que Dios nos brinda el perdón de los pecados.
Ahora podemos conocer al Señor al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, sin importar cuando vayamos ante la presencia de Dios. Nos hemos convertido en personas que vivirán felizmente con riquezas y gloria eternamente. Quiero que ustedes crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y reciban todas las bendiciones de Dios… eternamente.
¡Aleluya!