Search

布道

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-51] Somos las personas espirituales casadas con el Señor (Génesis 24, 47-67)

(Génesis 24, 47-67)
«Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos; y me incliné y adoré a Jehová, y bendije a Jehová Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo. Ahora, pues, si vosotros hacéis misericordia y verdad con mi señor, declarádmelo; y si no, declarádmelo; y me iré a la diestra o a la siniestra. Entonces Labán y Betuel respondieron y dijeron: De Jehová ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno. He ahí Rebeca delante de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Jehová. Cuando el criado de Abraham oyó sus palabras, se inclinó en tierra ante Jehová. Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre. Y comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y levantándose de mañana, dijo: Enviadme a mi señor. Entonces respondieron su hermano y su madre: Espere la doncella con nosotros a lo menos diez días, y después irá. Y él les dijo: No me detengáis, ya que Jehová ha prosperado mi camino; despachadme para que me vaya a mi señor. Ellos respondieron entonces: Llamemos a la doncella y preguntémosle. Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré. Entonces dejaron ir a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a sus hombres. Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos. Entonces se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue. Y venía Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev. Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre».
 
 
Hoy hemos leído una parte del pasaje de las Escrituras del Libro de Génesis, capítulo 24. Aunque el pasaje de las Escrituras es solo una parte del capítulo, podemos conocer toda la historia.
 
 

El siervo de Abraham fue a buscarle una mujer a Isaac

 
Isaac había alcanzado la edad de casarse y Abraham le quería buscar una mujer. Y por eso le ordenó a su siervo anciano lo siguiente: “Estoy viviendo en la tierra de Canaán, así que ve al lugar donde solía vivir y tráele una mujer a mi hijo a Isaac”. Abraham llamó a su siervo de más confianza, que era el más mayor y más fiel de todos sus siervos, y le hizo jurar en nombre de Dios. Abraham le ordenó a este siervo que le trajese una mujer a su hijo Isaac. Esta mujer no podía ser de entre las hijas de los cananitas, pero solo de entre los descendientes directos de la casa que había dejado hacía mucho tiempo.
El siervo fiel siguió las órdenes de Abraham. Cargó muchos regalos en los camellos de su maestro y se fue a la tierra natal de su maestro. Sinceramente, este siervo no sabía nada acerca del país de Abraham. Como su dueño le dijo que fuese allí, creyó que Dios haría lo que su dueño le había pedido que hiciese. Así creyó en Dios.
Después de un largo viaje, llegó al país de Abraham, pero no fue fácil encontrar una mujer para Isaac en esta tierra extranjera. Al llegar al pozo, intentó beber agua para calmar su sed. Pero no tenía nada con lo que sacar agua. Entonces, cierta mujer se le acercó y le pidió que le sacase agua. Pero esta mujer joven, mientras le miraba, después de haberle dado agua, les dio agua a sus camellos también. Al haber observado esto, su antiguo siervo recordó que había orado a Dios, diciendo: “Sé que la mujer que me ofrezca agua para calmar mi sed y para mis camellos, será la mujer que hayas escogido para Isaac”. Es normal que cuando alguien tiene sed y pida agua, alguien le dé agua. Pero no hay razón por la que esta generosidad debe ser extendida a sus animales también. Sin embargo, esta mujer joven le dio agua a su siervo y también a sus animales que había llevado con él. Esto ocurrió exactamente como había orado a Dios.
Por eso, este siervo de Abraham le dio gracias a Dios en su corazón diciendo: “Dios me ha permitido conocer a esta mujer” y le preguntó a esta mujer joven: “¿De quién eres hija?”. La joven contestó: “Soy Rebeca, la hija de Betuel, hijo de Nacor, que Milca engendró”. Nacor era el hermano de Abraham. Eran de la misma familia. Así, Dios permitió que este siervo conociese a un descendiente de la misma casa que Abraham e hizo que el hijo de Abraham se casase con una descendiente directa del padre de Abraham. En la Biblia, podemos encontrar muchos casos de matrimonios consanguíneos. El matrimonio entre Sara y Abraham es un caso claro. ¿Por qué hizo Dios que la gente de fe se casase con otras personas de sus propias familias? Para defender de su fe. Si se casaban con gentiles, su fe moría enseguida. De esta manera, hay un significado más profundo en las cosas que hace Dios. Por supuesto, los israelitas de hoy en día no hacen esto, pero durante el Antiguo Testamento se casaban entre familiares directos.
El siervo de Abraham estaba tan emocionado de haber encontrado una posible esposa para Isaac que le dio un anillo para la nariz de oro y dos pulseras a Rebeca. Entonces Rebeca le pidió a este siervo que fuese con ella a su casa porque tenía suficiente comida para sus animales en su casa. Y, cuando llegó a la casa de Rebeca, su familia le dio la bienvenida al siervo de Abraham como se lo había dicho. El siervo mayor habló ante esta familia diciendo: “No comeré hasta que os haya contado mi misión. En realidad, la razón por la que he venido hasta aquí es que quiero cumplir las órdenes de mi maestro”. Y siguió explicando las circunstancias que le habían llevado hasta allí. Betuel, el hijo de Nacor, escuchó en silencio lo que este siervo le estaba diciendo acerca de su tío Abraham, un hermano de su padre Nacor. Cuando estaba preparándose para servir una comida copiosa el siervo le preguntó de nuevo: “Por favor, dame una respuesta definitiva. Quiero llevarme a tu hija para que sea la nuera de mi maestro. Por favor, dame una respuesta definitiva”. Cuando escuchó esto, Betuel dijo: “¿Cómo podemos responder por ella?” y sugirió que le trajesen a su hija Rebeca y le preguntasen a ella directamente. Así que le preguntaron directamente a Rebeca y ella dijo que iría con este siervo. En cuanto Rebeca le dio su consentimiento, el siervo de Abraham dijo: “Entonces, vámonos ahora mismo”.
En la Biblia hay muchas historias que son imposibles comprender con la mente humana. El pasaje de las Escrituras nos enseña esto. Aquí un completo extraño se acercó a la hija de otro hombre y pidió llevársela a su dueño para que fuese su nuera. Y cuando esta hija accedió, el extraño dijo que se la llevaría inmediatamente. Naturalmente, Betuel se quedó sorprendido y dijo que no al principio. Dijo que la dejaría ir si se quedaba diez días más con su familia. Pero el siervo de Abraham sugirió que le preguntaran a Rebeca. ¿Cuál fue la respuesta de Rebeca? Dijo que iría con el siervo inmediatamente. Y entonces la familia no tuvo otro remedio que darle sus bendiciones y dejarla ir. A través de este proceso, Isaac, el hijo de Abraham conoció a su mujer Rebeca. Este es el resumen del pasaje de las Escrituras de hoy.
 
 

Debemos creer en la justicia de Dios y seguirle

 
¿Qué descubrimos en el pasaje de las Escrituras de hoy? Rebeca creyó en lo que le dijo un extraño y le siguió, y esta es la historia de nuestras vidas espirituales. No es una historia, sino que nos habla de las vidas espirituales de nuestros antecesores de la fe al tiempo en que habla de la Providencia de Dios.
Aquí, una mujer llamada Rebeca dijo que seguiría al siervo de Abraham. Pero, ¿cómo pudo hacer esto Rebeca? Por supuesto, hablando humanamente, no es fácil de entender, pero podemos darnos cuenta a través del pasaje de las Escrituras que debemos creer en el Señor y seguirle.
Entonces, ¿por qué siguió Rebeca a un siervo desconocido? El siervo de Abraham le dio a Rebeca un par de pulseras de oro y un anillo de oro para la nariz por sacarle agua para él y sus camellos. Y se fue a su casa donde acordaron que se casaría con Isaac. Entonces abrió su caja del tesoro y le dio joyas de plata y de oro y vestimentas a Rebeca. También les dio cosas valiosas a su hermano y su madre. Rebeca probablemente pensó para sí misma: “Una persona así de rica, no está mal”.
Hace mucho tiempo, en Israel, si un hombre tomaba una mujer, tenía que haber acumulado muchas riquezas. Una persona no podía casarse solo por su apariencia física. Cuando un hombre quería tomar a una mujer de una familia, tenía que pagar una dote a la casa de la mujer. Tenía que pagar una dote y vestir a la mujer de cabeza a los pies. Y además tenía que proporcionar un hogar donde pudiesen vivir juntos y tener bastante dinero.
A los ojos de la carne, se puede pensar que Rebeca siguió a este siervo de Abraham porque tenía mucho dinero. Entonces, ¿qué hay de nosotros? Hemos vivido en este mundo mucho tiempo. Entonces, en algún momento, encontramos al Señor. Nuestro Señor nos encontró y nos dio el don del agua y el bautismo, la sangre derramada en la Cruz y el Espíritu Santo que carga con todos nuestros pecados. Entonces nos pidió que le siguiésemos.
Queridos hermanos, ¿qué significa esto? Esto significa que, como Rebeca siguió al siervo anciano de Abraham por este tesoro, nosotros también seguimos al Señor por el don que nos dio cuando le conocimos. En realidad, nuestro Señor nos dio las bendiciones de la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Ha eliminado todos nuestros pecados y nos ha dado el honor de convertirnos en hijos de Dios. Nos ha dado el Espíritu Santo para que viva en nuestros corazones. Nos ha dado Su protección y bendiciones y también ha preparado el Cielo para nosotros. Cuando nuestro Señor nos dice que le sigamos, debemos dejar ese lugar en el que hemos vivido hasta entonces y seguirle al Señor como Rebeca. Gracias al Señor, que es nuestro esposo, y a los tesoros espirituales que nos ha dado, seguimos al Señor sin pensarlo dos veces.
Al leer este pasaje de las Escrituras, no pude evitar pensar en lo sorprendida y confusa que estaba la familia de Rebeca cuando dijo que seguiría al siervo inmediatamente. Y la familia que la dejó ir era maravillosa. Piensen en esto. ¿Cómo pueden decir que seguirían a alguien inmediatamente después de conocer a tal persona? El siervo de Abraham se alojó esa noche en la casa de Rebeca y la mañana siguiente se fue con Rebeca. De todas formas, Rebeca siguió a este siervo para casarse sin haber visto nunca a su futuro marido. Pero escuchó al siervo anciano que le dijo: “Nuestro Señor tiene muchas cosas más como estas” y observó el buen carácter de los demás siervos que habían venido con este siervo anciano.
 
 

Por fe en la justicia del Señor podemos dejar todas las cosas del mundo atrás y seguirle

 
Lo mismo ocurre en esta era presente. ¿Podemos dejar de lado todo una buena mañana y seguir al Señor? Hay muchas más personas entre nosotros que no pueden hacer esto que personas que sí pueden. Sin embargo, después de conocer al Señor, seguí inmediatamente al Señor. El Señor eliminó todos mis pecados. Me ha salvado al darme la remisión de los pecados y me ha dado la gloria del cielo. Además, me ha dado la justicia de Dios y el privilegio de convertirse en Su hijo. Me ha dado una vida en la que puedo ser Su siervo para hacer la obra justa por Él. ¿Hay alguna razón por la que no debería seguirle?
Para ser sincero, antes de conocer al Señor, no tenía nada más que tres comidas al día. No podía hacer nada que valiese la pena porque no conocía la justicia de Dios entonces. Sin embargo, el Señor vino a este mundo por personas como yo, y fue bautizado en el río Jordán por mí y cargó con todos mis pecados y los erradicó. Fue clavado en la Cruz y recibió el juicio por mis pecados. Entonces, ¿no querré volver a mi vida mundana? Estoy seguro de que ustedes son como yo. Tengan en cuenta de que dejar todo atrás y seguir a Dios y Su Evangelio es la verdadera espiritualidad y fe verdadera.
¿Qué ocurre cuando un hombre y una mujer se casan? La familia de la esposa dice que su hija es mejor, y la familia del esposo dice que ellos son los que salen perdiendo. Siempre negocian así.
Entonces, ¿qué hay de ustedes? ¿Acaso no pensamos en ocasiones cuando seguimos al Señor: “Aunque seguimos al Señor, el Señor es insuficiente para nosotros y nosotros somos mejores”? Pensemos en esto. Entre el Señor y nosotros, ¿quién es superior? La balanza se inclina a Su favor, ¿no es así? Sin embargo, Dios, que es el esposo, nos ha dado a los que somos sus esposas insuficientes, todo lo que queremos o necesitamos. Nos ha dado oro, plata y todos los regalos de boda y nos ha adornado completamente con todo tipo de cosas valiosas. En realidad, nuestro Señor ha eliminado todos nuestros pecados. Ha recibido el juicio en nuestro lugar. Y nos ha dado el poder de convertirnos en hijos de Dios. Nos ha dado el Espíritu Santo y el Reino de los Cielos. Nos ha dado esta gracia para que podamos vivir con justicia en este mundo. Se ha convertido en nuestro Pastor para que nos lleve por el buen camino. No nos falta de nada. El Señor se ha hecho responsable de nosotros. Y por eso, no debemos dudar de nada. De la misma manera en que Rebeca siguió completamente al siervo de Abraham, debemos seguir con confianza al Señor.
En el pasaje de las Escrituras de hoy Rebeca siguió al siervo de Abraham. Puede que la consideremos insensata e inmadura de esta manera, pero cuando vemos esta acción tan decidida, vemos que debía tener fe en su corazón. Seguramente pensó: “Este siervo me ha tratado bien, y si es así, ¿no será aún mejor su maestro?”. Pensó que si este siervo era fiel de esta manera, su maestro seguramente sería aún más grande que el siervo. En realidad, Abraham era uno de los hombres más ricos de aquel entonces. Su hijo, Isaac, también era un hombre rico. Podía hacer cualquier cosa que se le pidiese. Isaac, al obtener a su mujer, envió a muchos siervos y regalos valiosos. Así que Rebeca creyó en este marido sin haberle visto con sus propios ojos.
Lo mismo ocurre con nuestro Señor. Nuestro Señor nos ha dado todo lo que necesitamos y nos ha dado su gracia infinita. Nuestro Señor nació en este mundo, fue bautizado, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos, ascendió a los Cielos, nos envió al Espíritu Santo y ahora nos protege. Nos ha bendecido de esta manera. En realidad, nuestro Señor nos ha dado un regalo de bodas que no perece. Este don es la Verdad del agua, la sangre y el Espíritu Santo. Y entonces, seguimos al Señor sin duda. No hay razón por la que dudar en seguirle.
 
 
No debemos estar indecisos en seguir al Señor
 
Al seguir al Señor, podemos pensar a menudo que somos los únicos que estamos sirviéndole y estamos perdiendo. Pero esto no es cierto. Si entendemos correctamente la gracia con la que nos ungió el Señor, podemos entender que es mejor que cualquier cosa que hayamos perdido y que no debemos actuar con orgullo, sino darle gracias al Señor. Y pensaremos que el Señor tiene derecho a guiarnos. El Señor es el único que puede hacer esto. Cualquier persona que piense que está sufriendo una gran pérdida al seguir al Señor no conoce a Jesucristo bien. Es nuestro Salvador, y el que ha eliminado perfectamente nuestros pecados. Es el Novio que nos ha adornado con todo regalo valioso para que no nos falte de nada como pueblo de Dios.
Y por eso, no debemos pensar que tenemos una desventaja de ninguna manera. No hay ninguna duda en mi corazón mientras sigo al Señor. Si de verdad conocen el amor del Señor correctamente, no hay duda si somos personas que creen en la Verdad del agua y el Espíritu. Si se nos dice que sigamos al Señor, podemos seguirle con confianza. En realidad, nuestro Señor nos da todo lo que necesitamos y nos da gracia y nos protege. Siempre nos da mucho más de lo que recibe de nosotros. No perdemos nada al seguir a nuestro Esposo, Jesucristo. El pasaje de las Escrituras nos enseña esto.
 
 

Un siervo de Dios hace lo que Dios le ordena

 
El siervo de Abraham que fue a buscarle una esposa a Isaac era un hombre muy mayor. Pero siguió las órdenes de Abraham. Y también oró para que las cosas saliesen como su dueño le había pedido, y Dios le envió a la mujer que iba a ser la nuera de Abraham y le permitió que la conociese sin demasiados problemas. Esto sucedió así de fácil porque era la voluntad de Dios. Por tanto un siervo fiel debería hacer la obra como su maestro le pide por muy difícil que parezca. La obediencia al maestro es el deber y la obligación de estos siervos. Este siervo anciano fiel cumplió esta tarea de siervo y por eso Dios le bendijo e hizo todo lo que el siervo quiso. Esta era la fe del antiguo siervo y la obra que había cumplido.
Esto también es cierto de nosotros. Si somos los siervos de Dios, debemos hacerlo todo lo que nuestro Maestro nos pide que hagamos. En este momento estamos proclamando las bendiciones del Señor según la voluntad de Dios para el mundo entero. ¿Qué pasa si la gente no quiere recibir el Evangelio que estamos predicando? Si se lo hemos proclamado, pero no lo han recibido, no hay nada más que podamos hacer por ellos. Solo porque no lo acepten, ¿debemos intentar cambiar el Evangelio del Señor utilizando medios humanos? No podemos hacerlo. Preferiríamos no hacer nada si esto significase tener que cambiar el Evangelio y hacer lo que el Señor nos ha dicho que no hagamos.
Un verdadero siervo es una persona que simplemente hace lo que le pide su maestro. Un siervo fiel hace lo que su maestro le pide. Hace mucho tiempo, los siervos fieles de la casa de un noble se jugaban la vida en su servicio. Esto significa que hacían todo lo que su maestro les pedía. Nosotros somos el pueblo de Dios y Sus siervos. Por tanto, debemos obedecer lo que nos haya pedido el Señor y no cambiar algunas partes del Evangelio solo porque la gente de este mundo no reciba el Evangelio del agua y el Espíritu que hemos estado predicando. Si predicásemos un Evangelio distorsionado, ¿quién creería en él? Puede que la gente creyese en ese Evangelio falso temporalmente, pero pronto dejarán de hacerlo. Sin embargo, somos los que proclaman el Evangelio del Señor tal y como es y por eso muchas personas están escuchando este verdadero Evangelio y creen en él. Aunque el número de personas que pueden verse con nuestros ojos no parezca muy alto, desde un punto de vista espiritual, hay un número increíble de creyentes de este verdadero Evangelio. Hay muchas personas que han recibido nuestros libros de las misiones. Han creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios le dijo a Abraham, el antecesor de nuestra fe, que haría que sus descendientes fueran tantos como las estrellas del cielo, y sé que hará esto.
Algunas personas pueden preguntar: “Hay muchas personas que no han escuchado nunca el Evangelio del agua y el Espíritu. Si este Evangelio es cierto, ¿qué les pasará a esas personas que nunca han escuchado este Evangelio?”. Esto queda entre Dios y ellos, y nosotros somos responsables de nosotros mismos.
Nuestros corazones están en paz. Los que nos van a dejar, nos dejarán y los que se van a unir a nosotros y van a trabajar con nosotros, estarán con nosotros para siempre. Quiero decir que no vale para nada detener o convencer a los que quieren irse diciendo: “No se vayan, por favor”. Los que se van a ir deben irse. Una persona que no cree en el Evangelio de la justicia de Dios debe volver al mundo.
Queridos hermanos, digamos que, entre los santos con los que están trabajando, hay alguien que no cree en el Evangelio de la justicia y hace todo lo posible por exponer sus faltas. Judas Iscariote era así. Siguió a Jesús, pero intentó detectar las faltas de Jesús. Pensemos en quien entre nuestros amigos o familia quiere encontrar nuestros fallos. ¿Sería mejor que se quedasen con ustedes o que se fuesen? Pensar en esto me pone enfermo. No debemos quedarnos con alguien así.
 
 

Dios solo quiere que se proclame el Evangelio del agua y el Espíritu

 
Soy un siervo de Dios. No quiero ser nada más. Solo quiero proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu al mundo entero. Estamos predicando el Evangelio del Señor por Internet, mediante nuestro ministerio literario, es decir a través de medios impresos y electrónicos. Cada día quince mil personas encuentran este verdadero Evangelio. Esto es increíble. Me gustaría que el número de visitas a nuestra página web creciese un poco más, pero esto es impresionante. Sé que estos libros caerán en manos de los que los necesitan y que todos recibirán la remisión de los pecados.
Hace poco, un brasileño que solía estar en una iglesia pentecostal envió su testimonio de salvación diciendo que había entendido la Verdad del Evangelio y había recibido la remisión de los pecados. El pastor de su antigua iglesia solo aprobaba a los que hablaban en lenguas como personas que habían recibido el Espíritu Santo, pero ahora su antigua iglesia le parece un grupo de exorcistas poseídos. Después de leer nuestros libros, pudo entender muchas cosas completamente diferentes de lo que había creído anteriormente. Había leído los libros dos veces y recibió la remisión de los pecados al creer en esta Verdad genuina. ¡Aleluya!
No estamos viviendo una vida sin importancia en la que nuestras almas enferman y mueren, pero pudimos encontrar una vida con significado, valiosa y bendita con gloria eterna a través de nuestro Señor. Podemos tener confianza ante Dios. Por supuesto, hay miedo en mi corazón de que este Evangelio no será proclamado a todo el mundo, pero sé que el Evangelio del Señor será proclamado vigorosamente.
Si un siervo considera lo que su maestro le ha confiado como su propiedad, es un ladrón. Aunque no sea suyo, cree que tiene el derecho a usarlo. Si alguien toma algo que no es suyo y toma posesión de esa cosa, ¿no es esa persona una ladrona? Un verdadero siervo es una persona que vive por su maestro. Un siervo fiel cuida de lo que su maestro le ha confiado. De una manera similar, la página web de New Life Mission lo es todo para nosotros. Nuestro Señor evitará que los que intenten tomarla como suya lo hagan.
Hablando espiritualmente, todos somos como Rebeca. Dios Padre envió a Jesucristo a este mundo y nos ha adornado con el Evangelio del agua y el Espíritu. Nos ha glorificado y nos ha pedido que le sigamos. En respuesta a la voz del Señor, debemos decir inmediatamente: “Te seguiré”. Rebeca le dio la espalda a su familia que amaba y fue a conocer a su marido Isaac. Y se fue con su futuro marido, tuvo sus hijos, sirvió a su marido y mandó a los siervos. ¿Deseó volver a la casa de su padre? No. Si vivimos con fe como Rebeca, no querremos volver a nuestra vida pasada. Deseamos seguir al Señor que nos ha glorificado sin que nos falte de nada. Le doy gracias a nuestro Señor.