(Génesis 25, 19-34)
«Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo. Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor. Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz. Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura».
Esaú and Jacob
El pasaje de las Escrituras de hoy habla de los hijos mellizos de Isaac, Jacob y Esaú. Si entienden la voluntad de Dios para Jacob y Esaú, podrán conocer el 95% de la voluntad de Dios. El hijo de Abraham, Isaac, tuvo gemelos, Jacob y Esaú. Cuando estaban dentro del vientre de su madre Rebeca, nuestro Señor dijo: «y le respondió Jehová: dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor» (Génesis 25, 23). Y las Escrituras nos dicen: «Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz» (Génesis 25, 25-26).
Dios dijo que el mayor servirá al menor. En otras palabras, nos enseña aquí que todos somos personas distinguidas en dos tipos diferentes como estos gemelos. ¿Qué significa esto? Significa que hay personas que reciben las bendiciones de Dios y otras que no reciben ninguna. Como se muestra en el pasaje de las Escrituras de hoy, Jacob era un hombre reservado. Era un hombre que se quedaba en su casa y cuidaba de su trabajo y trabajaba con su madre. Por otro lado, Esaú era lo contrario, un hombre del campo que cazaba.
Viendo estos dos tipos de personas, ¿quién fue el aprobado por su fe? La vida de Jacob y su fe son correctas. Jacob no salió al mundo, sino que se quedó en casa y cuidó muy bien de su casa. Queridos hermanos, ¿qué significa esto? El modo de vida de Jacob implica que vivió una vida de fe siguiendo al Señor dentro de la Iglesia de Dios después de nacer de nuevo a través de la remisión de los pecados ante el Señor.
Nosotros somos iguales. Hagamos lo que hagamos, si lo hacemos unidos a la justicia del Señor, siempre estaremos contentos y llenos de gozo. Si hago la obra de Dios y no la obra del mundo, es decir, si hago la obra de Dios y Su Iglesia sirviendo a las almas, entonces daré fruto, tendré gran satisfacción y me sentiré bien, aunque no tenga muchos resultados mi trabajo.
Incluso cuando Jacob y Esaú estaban dentro del vientre materno, Dios dijo que serían divididos en dos naciones y pueblos y que el mayor serviría al menor. Esto nos dice que Jacob, quien vivió con Dios, era el pueblo de Dios, pero Esaú, que no era así, no era el pueblo de Dios. Debemos examinar esta parte con más profundidad mirando a Jacob, el más tranquilo.
¿Cómo deben vivir una vida de fe?
Debemos vivir una vida de fe como Jacob. Debemos cuidar de nuestros hogares, barriendo el patio, arreglando las cercas y haciendo recados. ¿En quién encuentra Dios gozo? Encuentra gozo en las personas que trabajan de manera callada y fiel en sus hogares y no salen al mundo. Hacer recados todo el día y saludar a los invitados puede parecer algo trivial, pero nuestro Señor encuentra gozo en las personas que hacen este trabajo. Es así. Si no vamos al mundo y hacemos algo espectacular, y si vivimos bien dentro de la Iglesia de Dios y hacemos la obra relacionada con la Iglesia de Dios, es decir, con el Evangelio del agua y el Espíritu mientras vivimos nuestras vidas en familia en la escuela y en el trabajo, nos sentiremos bendecidos y llenos de gozo y valor. Y Dios nos permitirá dar frutos espirituales.
Los justos agonizan sobre cómo vivir una vida de fe después de recibir la remisión de los pecados y por eso, somos los que tienen esta esperanza para servir al Señor al ganar dinero con un negocio de gran envergadura. La realidad es que hay diferentes tipos de personas. ¿Qué creen que Dios quiere de nosotros? Quiere encontrar a los que están unidos por fe haciendo Su obra justa. Trabajar dentro de la Iglesia de Dios no puede parecer muy grandioso, pero nuestro Señor encuentra gozo en hacer la obra de Dios de manera tranquila en la Iglesia. Hacer la obra de predicar el Evangelio por fe es la correcta vida de fe. La Biblia dice: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10, 31). Este versículo nos dice que hagamos cosas por la gloria de Dios, ya sea comer o beber, y que no hagamos otra cosa que la obra de Dios. Por el contrario, se puede decir que hacer la obra secular fuera de la Iglesia no es una vida de fe verdadera. Dios no quiere que le demos gloria haciendo la obra del mundo en abundancia. Sin embargo, no aceptará esta gloria.
Entonces, ¿qué tipo de fe quiere Dios que tengamos y qué tipo de fe le da gozo? Es la obra de la justicia de Dios. En otras palabras, la obra de la justicia de Dios es predicar Su Evangelio del agua y el Espíritu al creer en él y unirse a la Iglesia de Dios después de haber recibido la salvación de los pecados. Todo el trabajo necesario que hacemos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, es decir, ofrecer oraciones y hacer la obra de predicar la Palabra de Dios, es lo que complace a Dios más. Hay muchos medios eficaces de predicar este Evangelio de la justicia de Dios. Ofrecemos nuestras manos, pies y cuerpos al Señor y hacemos la obra de predicar la Palabra del Evangelio que el Señor nos ha confiado utilizando todo tipo de medios, como libros impresos y electrónicos. Y nuestro Señor encuentra gozo en la gente como nosotros que hace ese trabajo bien sin importar su posición.
Debemos tener este tipo de fe. Debemos saber que los que reciben alabanzas de los muchos cristianos de este mundo son los enemigos de Dios. ¿No saben que los enemigos de Dios son los que reciben alabanzas de la gente del mundo? Si están siendo alabados por la gente del mundo, están haciendo algo que Dios odia. Cuando los cristianos le dan gloria a Dios recibiendo alabanza de la gente del mundo, ¿creen que Dios aceptará esta gloria? Esto es un gran malentendido. Dios no encuentra gozo en esto. Si la gente del mundo les alaba, esto significa que son falsos profetas, como dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6, 26). La gente de nuestro Dios quiere encontrar a los que predican la Palabra de Dios y predicar acerca de Jesucristo, que es la Vida. Esto es lo que Dios quiere.
Cuando leemos acerca de Jacob, debemos pensar en cómo debemos vivir nuestras vidas de fe. Para nosotros, ¿qué tipo de fe es la verdadera vida de fe? La verdadera vida de fe es poner todos nuestros esfuerzos en la obra de predicar este Evangelio de la justicia de Dios, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu. Trabajar noche y día sin descanso para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a la gente del mundo merece una bendición. Esta es la verdadera vida de fe.
¿Cómo debemos vivir los cristianos verdaderos? La obra que debemos hacer ahora es la obra de compartir con la gente del mundo este Evangelio que nuestro Señor nos ha confiado. ¿Qué más debemos esperar por esta obra gloriosa? Nada. Nuestro Señor nos dice que Jacob era una persona tranquila. Jacob no era un hombre del campo. Ni siquiera sabía cómo cazar, y mucho menos cómoo sujetar un arco y flechas. Por eso su madre le dijo que su padre le había pedido un plato sabroso que le gustaba mucho y tenía que matar a dos cabras jóvenes y traérselas para cocinarlas. Después, Jacob le llevó este plato a su padre, se lo ofreció y recibió una oración de bendición. De esta manera, no recibió la bendición por sus propios poderes carnales, sino al haber hecho lo que su madre le había pedido.
Dios odia a la gente como Esaú
Jacob era justo lo contrario que Esaú. Esaú era el hermano mayor de Jacob. Esaú era un hombre del campo. Era un hombre injusto que solo quería las cosas de la carne. Cuando su padre le dijo que le llevase un plato de comida sabrosa, esperó recibir una oración de bendición ofreciéndole lo que había cazado, porque era un hombre del campo, y por eso le ofreció a su padre esta comida sabrosa que había hecho, pero en vez de ser bendecido, recibió una maldición.
Dios quiere a la gente como Jacob y odia a la gente del campo. Los cristianos pueden dividirse en dos tipos: La gente de fe que hace la obra de Dios y la gente de la carne que no hace la obra de Dios. Incluso entre los que confiesan creer en la justicia de Dios, hay personas como Jacob, y por otro lado, hay personas como Esaú en espíritu aunque vivan dentro de la Iglesia de Dios. Estas personas que son como Esaú, obstruyen la obra de Dios desde la Iglesia de Dios. ¿Qué tipo de personas son estas? Son personas que no creen en la justicia de Dios, pero fingen creer en ella. La gente así es la que intenta gobernar y oprimir a los verdaderos santos que creen en la justicia de Dios, aunque no hayan nacido de nuevo y no hayan recibido la remisión de los pecados. Como Satanás, son cazadores que cazan almas como Esaú. Por tanto, son falsos creyentes. Estas personas son malvadas y Dios las odia más que a nadie.
Esaú, que aparece en el pasaje de las Escrituras de hoy, era un hombre del campo y Dios no se complació con él. Pero, por el contrario, Jacob dijo que era un hombre en el que Dios se complació, y también sabemos que Jacob era un hombre tranquilo que vivía en tiendas de campaña. En este mundo, hay personas que pertenecen a Esaú y hay personas que pertenecen a Jacob. Todos los que pertenecen a Esaú serán maldecidos. Hay personas que viven sus vidas confiando en sus propias fuerzas. Estas son las personas carnales como Esaú, es decir, los que no aceptan la Palabra de Dios tal y como es, piensan por su cuenta y viven una vida de fe malvada al hacer sus propios planes carnales dentro de la Iglesia de Dios. Y todas estas personas se van de la Iglesia al final y viven según su propia voluntad. Aunque dicen que creen en Jesús como el Salvador, son personas malvadas que viven una vida por su propia carne y sus propios deseos.
Si quieren seguir la justicia de Jesús, deben obedecer la Palabra de Dios. Cuando vayan a la Iglesia de Dios deben nacer de nuevo con el conocimiento correcto del Evangelio del agua y el Espíritu. Después de esto, debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia del Señor. Si un hombre intenta predicar el Evangelio sin nacer de nuevo, este hombre es sin duda como Esaú. Esaú era un hombre de una fe legalista. Esaú era un clérigo que no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu. Estas personas son los estafadores espirituales que hay dentro del cristianismo. Son como Esaú, quien fue maldecido.
Aunque Jacob y Esaú nacieron y fueron criados por los mismos padres, ¿por qué fue Jacob tan bendecido mientras que Esaú fue maldecido? Esaú fue maldecido espiritualmente porque vivió confiando en sus propios esfuerzos carnales. Desde una perspectiva carnal, la disposición de Jacob podría considerarse peor que la de Esaú, y que Jacob era más malvado. Pero Jacob no vivió según sus deseos. Hizo todo al obedecer lo que su madre le dijo que hiciese.
La madre de Jacob, Rebeca, representa a la Iglesia de Dios hoy en día. En otras palabras, en vez de hacer las cosas según su propia voluntad, Jacob obedeció la voluntad de la Iglesia de Dios. Por desgracia hay muchos cazadores de almas malvados buscando a gente a la que devorar. ¿Cómo piensan que estos cazadores disfrutarían cazando otras almas? Disfrutan haciendo que otras almas vayan al infierno haciendo que crean a ciegas en Jesús aunque no hayan nacido de nuevo. Se divierten mucho haciendo esto. Si se deja en paz a los verdaderos santos, pueden salvar a las almas al predicarles el Evangelio verdadero, pero estos cazadores malvados han estado matando a personas que no deberían morir y manteniendo vivas a las personas que no deberían vivir mintiendo a la gente (Ezequiel 13, 19). No pueden imaginar lo gozoso que debe ser para ellos hacer esta obra malvada.
Hay pocas cosas que nos hacen felices en la vida y entre ellas está el placer de comer. También está el placer carnal y el placer de cazar o pescar. Pero el mayor de ellos es cazar o pescar. Cuando cazan con un rifle, los animales mueren por herida de bala y mueren desangrándose, lo que muchas personas encuentran agradable. Ver un animal perder la vida por haberle disparado puede producir un éxtasis como si se hubiese conquistado algo.
Los cazadores de almas tienen este mismo sentimiento. Yendo de un sitio a otro encuentran la felicidad cazando almas que no deberían morir. Pero Dios odia la obra que hacen. Les da bendiciones a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y lo predican. Dios nunca da bendiciones a la gente del campo. Les da Sus bendiciones a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Hay demasiados cazadores de almas hoy en día
En estos tiempos hay demasiadas personas como Esaú, hombres del campo que cazan almas. Por el contrario, el número de personas que son como Jacob es reducido. El número de santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo es bastante reducido, es decir, hay muy poca gente como Jacob. Pero, el número de personas como Esaú, los hombres del campo, es tan extremadamente elevado.
Queridos hermanos, quiero que sepan que, para los seres humanos, cazar es algo placentero. Sé que estas personas han estado cazando muchos animales y ahora ya no tienen nada que cazar. Por eso, pienso que están intentando entrar en la Iglesia y haciendo su obra de cazar almas. Cuando cazan, tienen algo que comer inmediatamente. Un grupo de personas puede ser alimentado con tan solo un ciervo. La gente se siente atraída a los lugares donde están los animales cazados. En otras palabras, las iglesias que están guiadas por los pastores que no han nacido de nuevo como Esaú están volviendo a estar de moda, pero en realidad cazan almas y tienen pseudo ministerios. Crecen y se hacen enormes. ¿Qué significa esto? La realidad prueba sin duda que hay muchos mentirosos y fraudes en este mundo.
Queridos hermanos, deben saber que este tipo de ministerios liderados por los que no han nacido de nuevo son obra de pastores que son como Esaú. Debemos pensar en ellos como los que no han nacido de nuevo. Pero esto no es todo. Quiero que se den cuenta de que los que lideran ministerios de misiones sin tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu son cazadores de almas. Por tanto, debemos pensar en ellos como los que no han nacido de nuevo. Debemos verlos como cazadores de almas que quieren matar sus almas.
Nuestro Señor dijo que los que pertenecen a la familia de Esaú son personas del campo. Esaú y Jacob, aunque fuesen gemelos, no tenían la misma fe. Eran hermanos, pero en realidad, eran representantes de dos naciones diferentes. Y la fe de los dos era muy diferente. Uno de ellos era un hombre que había recibido la remisión de los pecados de Dios y era un hombre bendito en cuerpo y espíritu. Mientras que el otro obstruyó la obra de Dios y se hizo cazador de almas y siervo del Diablo que mata las almas de las personas. Por eso, cuando vemos a los cristianos, debemos reconocer que hay dos tipos diferentes de personas en la comunidad cristiana. No debemos verlos simplemente con el siguiente pensamiento: “Esa persona que no ha nacido de nuevo da mucha pena”. Si las consideramos personas así, pero no tenemos la habilidad de predicarles el Evangelio del agua y el Espíritu, estaremos haciéndoles daño. Debemos tener claro qué tipo de personas son nuestros enemigos espiritualmente y entonces debemos darles el Evangelio del agua y el Espíritu.
Hay dos tipos de cristianos que no han nacido de nuevo. Hay personas que ni siquiera saben quién es Jesús a pesar de tener fe en Jesús como el Salvador, mientras que hay otras que conocen a Jesús, pero no saben que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos considerarlas ovejas perdidas. Como personas que buscan a otras almas, aunque no han nacido de nuevo, debemos verlas como cazadores de almas, como Esaú. Y deben saber que esto es un hecho escrito en la Biblia. Estos cazadores de almas siguen esforzándose, sin darse cuenta de que están matando a las almas de la gente. Son los que matan almas que no deberían morir y toman su carne como su botín. Hay demasiados cazadores de almas. Debemos tener cuidado con las personas que matan a las almas de las personas y toman sus posesiones.
Los justos deben luchar contra estos cazadores de almas
¿Contra qué tipo de personas deben luchar? Son los cazadores de almas, como Esaú. En este mundo todavía hay muchas guerras, y una de esas guerras es la guerra ente Jacob y Esaú. Hasta el último día de este mundo, esta guerra continuará. Podemos ver que los israelís y los palestinos siguen luchando en vez de llegar a un acuerdo. El pueblo de Israel y el pueblo de Palestina eran originalmente descendientes de Isaac, pero luchan el uno con el otro sin parar. Miren a los descendientes de Abraham y a los de su hijo Isaac. Queridos hermanos, Isaac e Ismael eran hijos de Abraham, pero sus madres eran diferentes. Isaac nació de Sara, la mujer de Abraham, pero Ismael nació de su sierva Agar. ¿Qué representa esto desde una perspectiva espiritual? El que cada uno tuviese una madre diferente significa que las iglesias a las que van y sirven son diferentes. Isaac era un hijo nacido de nuevo del Evangelio del agua y el Espíritu en la Iglesia de Dios, pero Ismael era el hijo nacido de la carne, no de la justicia de Dios. Por eso estos dos tipos de naciones siguen apuntando sus pistolas los unos a los otros. Aunque tienen su origen en el mismo padre, siguen peleándose. Su fe no es igual.
Cuando nos encontramos con las almas de otras personas, debemos presentarles el Evangelio del agua y el Espíritu constantemente, como si estuviésemos luchando una guerra de verdad. Sabiendo que nuestros oponentes están atados con sus pecados, debemos luchas con coraje al tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos pensar en ellos simplemente como los siervos que no han nacido de nuevo todavía. Como Esaú son cazadores de almas. Debemos vencer a estos cazadores de almas con el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podremos salvar a las ovejas de Dios perfectamente. No debemos tratarles con amabilidad como si fuésemos caballeros. Debemos darnos cuenta de que las personas que no han nacido de nuevo son ovejas perdidas que no conocen la justicia del Señor, pero debemos darnos cuenta de que los que se creen aún más santos sin haber nacido de nuevo son los cazadores de almas como Esaú.
Debemos aprender la fe de Jacob bien
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos la fe de Jacob. Jacob era un hombre que trabajaba en la cocina cerca de su madre, que iba donde ella iba, recibía órdenes de ella y las cumplía. Jacob era un hombre que cuidaba de la casa. ¿Qué tipo de fe debemos tener? ¿Debemos ser como Esaú o como Jacob? Sin duda, debemos ser como Jacob.
Sin embargo, incluso para nosotros, hay una tendencia a ser como Esaú. Por tanto, debemos pensar más en profundidad acerca de esto: ¿por qué bendijo Dios a Jacob e hizo Su obra a través de él? Aunque Dios dice muchas otras cosas en la Biblia, hizo especial hincapié en lo siguiente: “Jacob hizo lo que su madre le dijo que hiciese”. Al vivir nuestra fe, pensamos en querer hacer esto o lo otro. Sin embargo, no debemos poner estos planes carnales por encima de Dios. Y para seguir la justicia del Señor, debemos deshacernos de estos pensamientos carnales que tenemos. Solo entonces podremos ver en qué dirección va la Iglesia de Dios y vivir por fe centrándonos en ello. Estas personas son como personas que viven una vida de fe como la de Jacob.
Dentro de nuestros corazones, tenemos la naturaleza de Jacob y la de Esaú también. Pero Dios aborrece la naturaleza de Esaú. Dios destruyó a la mayor cantidad de israelitas durante los 40 años de vagar por el desierto y los únicos que sobrevivieron fueron Caleb y Josué. La Biblia dice que Dios destruyó a todos los adultos que salieron de Egipto, pero perdonó a sus hijos que nacieron en el desierto. Dios destruyó a todos los que salieron de Egipto. Dios hizo que Moisés muriese cuando los Israelitas estaban a punto de cruzar el Jordán, y por eso, vemos lo firme que es Su voluntad. ¿Qué significa esto? Significa que Dios ha destruido el “yo” dentro de nosotros. Esto significa que debemos descartar todos nuestros planes humanos.
Debemos vivir nuestra fe sabiendo qué es la verdadera vida de fe
Debemos vivir una vida de fe sabiendo qué es la vida de fe verdadera. ¿Acaso no mentimos o hacemos ruido como los falsos profetas de las iglesias del mundo porque no sabemos cómo hacerlo? Aunque tenemos la disposición de hacerlo, no lo hacemos. ¿Piensan que no sé que si dijese oraciones con la imposición de manos en los miembros de la iglesia mi popularidad no aumentaría? Pero no lo hago porque eso es algo que Esaú haría, y sé que nuestro Señor no se complacerá con eso. Por eso no lo hago. Debemos hacer la obra en la que el Señor se complace. La obra de la justicia que nuestro Señor nos ha dicho que hagamos no será así nunca.
Sí, esto es cierto. De la misma manera en que Jacob hizo solo lo que su madre le dijo que hiciese, nosotros debemos hacer solo lo que el Señor nos ha confiado. La obra que Rebeca le dijo a Jacob que hiciera es la obra que deberíamos hacer. Y esta obra es la obra espiritual de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Rebeca le dijo a Jacob: “Ve afuera y tráeme dos de las mejores cabras jóvenes para preparar un plato sabroso a tu padre. Pon su pelo alrededor de tu cuerpo, ponte las vestiduras de tu hermano y llévale a tu padre la comida que le voy a hacer”. Piensen en esto. ¿Quién creen que hace la mejor comida que le gusta a su padre? La madre. La madre ha vivido con el padre durante tanto tiempo que sabe muy bien lo que le gusta. Así que, aunque un hijo prepare una comida sabrosa, no será tan buena como la de la madre. Así que la madre hizo que Jacob llevase la comida que había hecho y Jacob obedeció lo que le dijo su madre y recibió todas las bendiciones celestiales y las bendiciones de la tierra. Más adelante, su hermano mayor se enteró de lo que había pasado y casi mata a Jacob. Pero, en este suceso, la madre de Jacob le dijo: “Huye de él. Vete con tu tío Labán, mi hermano”. Después, Jacob se convirtió en un hombre rico y exitoso por hacer lo que su madre le había dicho. Jacob recibió una bendición mayor que la de Esaú y sus descendientes también la recibieron.
Debemos vivir nuestras vidas de fe al conocer esta Verdad que Dios nos da en el pasaje de las Escrituras de hoy. Debemos vivir una vida de fe como Jacob. Esta es exactamente la fe que nuestro Dios quiere encontrar en nosotros. Aunque no parezca que estamos haciendo la obra de Dios, si hacemos lo que la Iglesia de Dios nos ha pedido, al final daremos más frutos de fe y recibiremos las bendiciones de Dios. La gente que tiene fe espiritual recibirá la bendición del rocío del cielo y de la gordura de la tierra sin falta (Génesis 27, 28).
Pero, ¿qué pasaría si fuesen las personas de fe como Esaú, el hombre del campo? Al principio ganarían muchas cosas materiales en este mundo, pero más adelante serían malditos espiritualmente y no tendrían más remedio que ir al infierno. Isaac maldijo a Esaú, su hijo. Esto no era posible humanamente para un padre, ero Dios es quien maldijo a Esaú usando a Isaac como Su agente. Esto nos demuestra que la gente que vive una vida de fe como la de Esaú, será maldecida por Dios. A través de los líderes espirituales del pasado, Dios a veces bendice y maldice a Su pueblo.
¿Cómo deben vivir una vida de fe? Deben vivir como Jacob. Lo que esto significa es que debemos vivir nuestra vida de fe como personas tranquilas que siguen la Palabra de Dios en Su Iglesia. Si deciden trabajar solos sin la Iglesia, por tantos años como quieran, este tipo de fe no complacerá a Dios. Cuando una persona se convierte en un hombre del campo, acaba muriendo espiritualmente. Un hombre del campo tiene la vida de fe que él quiere. Una persona que hace la obra de Dios por su cuenta dentro de la Iglesia no es una persona de verdadera fe. Lo que estoy diciendo es que si hacemos las cosas por nuestra cuenta ante Dios y en Su Iglesia, no seremos verdaderas personas de fe. Vivir una vida de fe siguiendo las instrucciones de los siervos de Dios es de lo que se trata tener una vida de fe.
Nuestro Dios nos ha convertido en personas como Jacob. Pero entre nosotros hay algunos que no se dan cuenta de que se han convertido en el pueblo de Dios. Hay muchas personas que viven olvidando que Dios nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al Reino de la justicia de Dios. Por supuesto, la absoluta mayoría de los cristianos de este mundo son “muertos vivientes” porque viven una vida de fe errónea como la de Esaú. Asimismo, por otro lado, hay muchas personas que se caminan sin cesar incluso con el conocimiento de la verdad como el de Jacob.
Quiero que sepan que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu ya se han convertido en la gente de fe que pertenece a la familia de Jacob. Asimismo, quiero que sepan que Dios ya ha establecido para ustedes una vida recta en la que vivir nuestra fe. No hay otra vida para los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra vida pasada era como la de Esaú y ya se ha acabado. Antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, habíamos planeado nuestra vida por nuestra cuenta, decidiendo todo por nuestra cuenta e intentando cumplirlo todo a través de nuestros propios esfuerzos. Nunca le pedimos ayuda a Dios ni confiamos en Él, ni siquiera un poco. Esta fe era una fe que nos llevó a la destrucción. Pero Dios nos hizo Su pueblo. Quiero que los que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu crean en esto. Quiero que recuerden esto. Debemos vivir una vida espiritual de fe como la de Jacob ante Dios.
Si vivimos una vida espiritualmente recta de fe, ¿qué ganaremos? Ganaremos el fruto de la justicia que salva a las almas perdidas. Pero sería insensato de nuestra parte hacer planes para nuestras vidas por nuestra cuenta, como un hombre que golpea al aire cuando intenta pelearse. Vivir nuestra vida de manera carnal es como dar golpes al aire sin tener ningún propósito. Después de deshacernos de nuestros planes carnales, debemos hacer la obra del Señor, dejarnos guiar por Él y seguir la justicia del Señor. Y estas personas que hacen la obra del Señor son las que están viviendo una vida de fe correcta. Espero que se den cuenta de que Dios ya ha establecido un camino de vida para que sigamos Su justicia por fe.
No podemos hacer la obra de Dios por nuestra propia cuenta. Por supuesto, los pensamientos carnales también están dentro de nosotros, y con todo esto podemos vivir nuestras vidas perfectamente siguiendo a este mundo. Pero, en cuanto a los justos, aunque alguien nos dijese que viviésemos una vida carnal, no podríamos. No podemos hacerlo porque tenemos miedo y porque sabemos que está mal. No podemos hacerlo porque es demasiado obvio para nosotros que seremos maldecidos por Dios en cuerpo y espíritu. ¿Por qué? Porque Dios nos ha bendecido al escogernos como personas como Jacob. Como nos ha incluido en Su pueblo, en vez de considerarnos como personas que no han nacido de nuevo, aunque estemos tentados a vivir vidas carnales, no podemos hacerlo.
Debemos ser personas de como que conocen la justicia de Dios
Debemos vivir nuestras vidas de fe creyendo en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. Los que buscan la justicia de Dios dentro de la Iglesia de Dios no pueden vivir según sus deseos carnales. En vez de vivir como ellos quieran, viven por la fe que cree en la justicia de Dios. Miren a Noé. Pueden ser bendecidos al unir sus corazones con la justicia de Dios como hizo Noé.
Queridos hermanos, aunque quieran hacer su propio trabajo, debemos ser siervos de Dios que le darán gozo al corazón del Señor primero. La obra de Dios nunca se cumplirá si la hacemos pensando en nuestra sabiduría: “Debemos hacer esto en esta situación, y lo otro en otra situación”. Asimismo, Dios no acepta las obras que tienen pensamientos humanos en ellas. Servir al Señor con los propios pensamientos y actuar con la sabiduría propia no es manera de servir al Señor.
¿Qué tipo de siervos creen que pueden dar gozo al corazón de Señor? Los siervos que hacen la obra de la justicia que desea el Señor. Y los siervos que lo hacen rápido y no tardan. Estos siervos son siervos que dan gozo al corazón del Señor. La gente como Jacob que aparece en el pasaje de las Escrituras de hoy es la gente de la pureza. No hacen las cosas según sus propios pensamientos. Son los que hacen solo lo que Dios quiere que hagan. Miren la vida de Jacob. Era un hombre que hacía lo que su madre le decía. No era un hombre que hiciese las cosas con su propia sabiduría. Aunque a menudo era terco, era un hombre que hacía todo lo que se le decía.
Pero, ¿cómo era Esaú? ¿Hizo lo que su madre le dijo? Aunque parece que sí hiciese lo que su madre le decía, si echamos un vistazo a su vida, siempre añadía sus pensamientos propios en todas sus obras. En conclusión, hizo las cosas como quiso. ¿Qué tipo de fe debe ser nuestra fe entonces? Echemos un vistazo a la Palabra de hoy y pensemos en ella. Y entonces debemos darnos cuenta de que nos hemos convertido en personas tranquilas ante Dios, como Jacob.
“¿He nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Después de nacer de nuevo, ¿he hecho las cosas que me ha pedido la Iglesia de Dios?”. En cada momento, debemos comprobar esto. “¿Estoy haciendo las cosas como yo quiero? ¿No tengo mis propios pensamientos y sabiduría?” Quiero que piensen en si tienen sus propios planes, si hacen las cosas según para sí mismos y odian que les digan que hagan la obra de Dios. Queridos hermanos creyentes, piensen en si son como Esaú o como Jacob.
Debemos vivir una vida de fe como Jacob sin falta. Nuestro Señor bendijo a Jacob. Nunca bendijo a Esaú, un hombre del campo. Debemos examinarnos detenidamente para ver qué tipo de personas somos. Quizás sean personas que hacen las cosas por su cuenta, ¿no es así?
Queridos hermanos, debemos ser personas de fe verdadera. La gente que cree en la justicia de Dios y la sigue por fe recibe las bendiciones del Señor. La gente que sigue la justicia de Dios es la más sabia y más prudente y recibe las bendiciones de Dios. Estas personas son como Jacob en espíritu y son las que creen en la Palabra de la justicia de Dios de todo corazón.