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布道

Tema 11: El Tabernáculo

[11-2] Nuestro Señor Quien Sufrió por Nosotros (Isaías 52:13-53:9)

Nuestro Señor Quien Sufrió por Nosotros
(Isaías 52:13-53:9)
«He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.
¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca». 
 
 
El Evangelio se está propagando a través del Mundo Entero

Esta era está de hecho dirigiéndose a su final. Desde la política hasta la economía, todo se dirige hacia el fin. En particular, el viento de guerra se está volviendo importante, mientras los superpoderes aún tratan de extender su influencia sobre el resto del mundo. Cerca de mi propia casa, Corea del Norte anunció recientemente que estaba desarrollando armas nucleares, causando un gran trastorno en toda la comunidad internacional. En tiempos de un mundo guiado en crisis, yo solo puedo esperar que todos los involucrados en estas disputas sean capaces de resolver todos sus asuntos con sabiduría, no en insensatez, y se arreglen los unos con los otros para que todos podamos prosperar juntos.
Debemos orar cada día, para que Dios nos dé más tiempo y nos permita propagar el evangelio más y más lejos. No es porque tenga miedo a morir. Se debe a que aún existen países en donde el verdadero evangelio todavía no ha sido predicado, y existen países en donde el evangelio genuino está ahora a punto de florecer. Mi deseo es continuar propagando el evangelio original aún más, ahora que está floreciendo y dando fruto, ya que el evangelio todavía necesita ser predicado más y más lejos.
Desde luego, Dios hace que todas las cosas nos ayuden a bien, pero por lo que estoy preocupado es porque los seres humanos pueden ser muy insensatos. De hecho, existe gente que amenaza la vida de otros, aunque no tienen idea de cuándo y cómo encararán ellos mismos su propia muerte; algunos de ellos van tan lejos que tratan de masacrar a todos.
Yo creo que Dios con seguridad gobierna los corazones de todos los líderes del mundo. Y también creo que Él nos dará paz.
En esta era, la gente de Israel aún está esperando al Mesías prometido. Deben darse cuenta de que su Mesías no es otro que Jesús. Deben reconocer a Jesús como el Mesías por el cual han estado esperando y creer en Él como tal. En un futuro no muy lejano, el evangelio que agrada al Señor entrará pronto en Israel, así como en otros países en donde las puertas todavía no han sido abiertas. De hecho, el evangelio está siendo propagado por todo el mundo, así como también está floreciendo completamente en esta era del fin de los tiempos.
Se me ha dicho que un seminario teológico en Bangladesh ha convertido nuestras publicaciones en inglés en una lectura requerida para que sus estudiantes obtengan sus títulos. Habiéndose encontrado con el evangelio del agua y el Espíritu por primera vez, los estudiantes de este seminario recibirán ahora la remisión de sus pecados, antes de que tengan la oportunidad de maravillarse.
De esta manera, espero primero que nada, que todos los teólogos del mundo reciban la remisión del pecado conociendo y creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Y aquellos de nosotros que hemos recibido la remisión del pecado antes que ellos debemos orar sin cesar para que esto suceda. No solo debemos orar, sino también debemos vivir nuestras vidas por fe.


El Mesías vino a esta Tierra Aproximadamente 700 Años después de la Profecía de Isaías

Isaías fue un profeta que vivió aproximadamente 700 años antes del nacimiento de Jesucristo sobre esta tierra. Aunque realmente él precedió la venida de Jesucristo por 700 años, debido a que él sabía muchas cosas acerca del Mesías, Isaías profetizó todo acerca de cómo vendría el Mesías y de cómo haría su obra de salvación, como si hubiera visto al Mesías con sus propios ojos. Desde Isaías 52:13 y a través de los capítulos 53 y 54, Isaías continuamente profetizaba, en detalle, cómo el Mesías salvaría a la humanidad del pecado. Es simplemente maravilloso que Él haya profetizado con tanta precisión que Jesucristo en verdad vendría a esta tierra, tomaría todos los pecados con su bautismo, derramará su sangre sobre la cruz y así ser salvación para todos. Y después que 700 años pasaron desde que Isaías hizo la profecía, Jesucristo de hecho vino a esta tierra y realizó todas sus obras exactamente como lo profetizó Isaías.
Isaías profetizó que el Mesías vendría a esta tierra y actuaría con sabiduría. Como está profetizado en Isaías 52:13: «He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado». Debido a que Jesucristo vino a esta tierra en semejanza de hombre y realmente tomó todos los pecados del mundo Él mismo con su bautismo, Él pudo dar su vida en la cruz, y así ser juzgado por todos los pecados de toda la humanidad. Tal como lo profetizó Isaías, todo fue tratado prudentemente. Gracias a Jesucristo, todos los pecados de la humanidad de hecho desaparecieron, tratados prudentemente y su nombre realmente se puso muy en alto, exaltado y engrandecido, todo en acuerdo con lo que había sido profetizado antes. Lo que Isaías profetizó acerca de Jesús verdaderamente se hizo realidad.
Sin embargo, cuando nuestro Señor vino a esta tierra, la gente de Israel no lo reconoció a Él apropiadamente. Aunque nuestro Señor vino a esta tierra y realmente tomó los pecados del mundo incluyendo los de los israelitas, murió en la cruz y se levantó de entre los muertos, la gente de Israel no creyó en el bautismo del Mesías, ni en su sangre. De hecho, los israelitas no reconocieron que este Mesías ya había nacido en su nación y que con su bautismo y cruz, Él se ha hecho cargo no solo de los pecados de los israelitas, sino también de los pecados de toda la humanidad. Ellos no se dieron cuenta que este Jesucristo era de hecho el Hijo de Dios, el Mesías verdadero del pueblo de Israel. Los israelitas ahora deben darse cuenta correctamente que Jesús es realmente el Mesías por el cual ellos han estado esperando todos estos años.


Los Sufrimientos de Jesús Fueron para Hacer que Los Pecados del Mundo Desaparecieran


Cuando Jesús vino a esta tierra, Él en verdad sufrió en extremo más allá de cualquier descripción. Como se muestra en Isaías 53, el Mesías realmente era un varón de dolores. Por tomar todos estos pecados de nosotros, Él fue afligido enormemente –tanto que la Biblia nos dice que aún nuestras caras escondimos de Él.
Pero pocos realmente reconocieron a Jesús como el Mesías. Debido a que Él fue afligido muchísimo por la gente de su era, muchos no pudieron reconocer y creer en Jesucristo el Mesías como su Salvador. Nuestro Señor realmente vino a esta tierra en obediencia a la voluntad del Padre para completar su obra de salvar a la humanidad de los pecados del mundo y para hacer esta obra, Él fue de hecho grandemente oprimido. No fue suficiente para Él venir a este mundo de su propia creación en semejanza de hombre, a quienes Él mismo había creado a su propia imagen, sino que aún fue despreciado, ridiculizado, golpeado y oprimido, tanto que la Escritura nos dice que escondimos nuestros rostros de Él, ya que era mucho que soportar. Lejos de ser reverenciado como el Mesías sobre esta tierra, Él fue tratado y oprimido como si Él fuera un loco, cuya humildad no puedo comenzar a describir con palabras. Como volteamos nuestros rostros cuando vemos a alguien profundamente humillado y avergonzado, el Mesías fue oprimido por su propia creación, tanto que los israelitas de ese tiempo escondieron sus rostros de Él.
Cuando Jesús vino a esta tierra, ¿cómo era Él? Cuando el Mesías vino a esta tierra, él de hecho era como una tierna planta, enraizado en tierra seca. En otras palabras, no había mucho que hablar de su apariencia externa. De hecho, aun cuando comparamos al Señor con nosotros mismos, había poco que fuera deseable o atractivo en este Mesías. La apariencia externa de nuestro Mesías era tal que realmente no había nada de que jactarse.
Cuando el Mesías realmente vino a esta tierra, no había realmente ninguna belleza en su apariencia que pudiéramos desear o reverenciar en Él. Sin importar esta apariencia, como nuestro Mesías, Él trató con prudencia la situación, recibió la imposición de manos de Juan para tomar todos nuestros pecados en su cuerpo de acuerdo al sistema de sacrificios, fue crucificado y derramó su sangre, se levantó de entre los muertos, y de esta manera nos salvó de todos nuestros pecados. Debido a que este Mesías tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo siendo realmente bautizado por Juan, Él pudo ser crucificado y derramar su sangre por nosotros.
Como dice Isaías 53:3: «Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos». Debido a que nuestro Mesías tuvo que venir a esta tierra y hacer que todos los pecados del mundo desaparecieran por medio de la imposición de manos y derramando su sangre, Él realmente tuvo que ser suprimido de esa manera por el pueblo de Israel y por los soldados Romanos.
 


La Opresión del Mesías fue Profetizada Hacía 700 Años


Que el Mesías haya de hecho tenido que venir a esta tierra, ser bautizado por Juan, derramar su sangre sobre la cruz y levantarse de entre los muertos, ya había sido profetizado por el Profeta Isaías aproximadamente 700 años antes del nacimiento de Cristo. Como el Profeta Isaías dijo acerca de la venida del Mesías, Jesucristo realmente vino a esta tierra exactamente como se profetizó. Esto es, el Mesías Jesús nació de una virgen sobre un pesebre en humildad, tomó los pecados del mundo con su bautismo recibido de Juan el Bautista, fue a la cruz, en donde derramó su sangre y murió por nuestra salvación y en tres días se levantó de entre los muertos nuevamente.
Así como las manos fueron impuestas sobre la cabeza de la ofrenda del sacrificio y su sangre era derramada en el Día de Expiación (Levítico 16), en el que un año de pecados era expiado de esta manera, Jesús realmente tomó todos los pecados con Su bautismo recibido de Juan y derramó Su sangre y murió en la cruz, todo en acuerdo con la Palabra de profecía real. Después de llevar todos los pecados de este mundo con su bautismo, Jesús de hecho encaró tres años de sufrimiento durante su vida pública. La razón por la cual Jesús el Mesías fue crucificado se debe a que con su bautismo de Juan el Bautista, todos los pecados del mundo fueron pasados sobre Él, y es por eso que Él fue despreciado, perseguido y oprimido por todos.
De hecho, la gente no solo negó que Jesús fuera el Mesías, sino también algunos de los judíos y algunos de los Romanos odiaban y perseguían a Jesús más allá de cualquier descripción. Él fue odiado y rechazado por ellos en extremo.
Jesús de hecho tomó todos los pecados de la humanidad de una sola vez recibiendo Su bautismo de Juan el Bautista en el río Jordán, y entonces Él derramo su sangre sobre la cruz. El Mesías fue bautizado por Juan y derramó Su sangre sobre la cruz para realizar la voluntad del Padre. Él fue desvestido sobre la cruz y avergonzado. Toda la gente de los alrededores ridiculizó a Jesús, incitándolo, “sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.”
Cuando Jesús comenzó su vida pública con su bautismo, Él realmente tuvo que pasar por diferentes sufrimientos traídos por la humanidad. Aunque Jesucristo en realidad llevó sobre sus espaldas los pecados del mundo con su bautismo por amor a la humanidad, la gente de aquellos días, incapaces de entender esto, odiaban a Jesús, quien vino como su propio Mesías, lo persiguieron constantemente, le llevaron cantidad de sufrimientos a Él, lo denunciaron y lo insultaron. De hecho, Jesús el Mesías fue tan odiado que la Escritura nos dice que fue tratado como un gusano mientras estuvo sobre la tierra.
Realmente no tienes idea de cuánto odiaban los fariseos a Jesús. Estos Fariseos no podían dejar en paz a Jesús, quien parecería amenazar su liderazgo y popularidad. Así que odiaban al Mesías, siempre tratando de encontrar faltas en él y no dudaban en lanzar toda clase de ataques personales en su contra cada vez que sus maquinaciones fallaban. El Mesías fue sujeto a toda clase de insultos y denuncias llenas de odio y de maldad. Isaías así lo había profetizado de cómo el Mesías sería oprimido. Por lo tanto, podemos confirmar de las detalladas profecías dadas por el Profeta Isaías realizadas más de 700 años antes de la venida del Mesías, qué clase de trato Jesús recibiría en este mundo.


¿Acaso la Gente Creía en Jesucristo el Mesías Quien Vino por Agua y Sangre?


Sin embargo, a pesar de esta opresión, Jesús el Mesías calladamente realizó y completó sus obras. Ahora la gente de Israel y todos en todo el mundo deben darse cuenta y creer que este Mesías es Jesucristo. Para hacer desaparecer los pecados de los israelitas y los de todo el mundo, el Mesías realmente recibió su bautismo de Juan en la forma de imposición de manos, realmente fue crucificado y así sufrió todas las opresiones al extremo –y por hacer eso, Él ha salvado perfectamente a los creyentes en su ministerio de todos sus pecados y ha aprobado la fe de estos creyentes como completa. A pesar del hecho de que el Mesías vino a este mundo en Su forma humilde, y a pesar del hecho de que fue bautizado, murió sobre la cruz y se levantó de entre los muertos de nuevo para hacer desaparecer todos los pecados de todos, aquellos que creen en Él solo se cuentan unos pocos. Para que nosotros vivamos, debemos creer que Jesús realmente es nuestro verdadero Salvador y Mesías, de que Él no solamente es el Mesías de los israelitas, sino también de toda la humanidad.
Aunque Jesús en realidad tomó nuestros propios pecados con su bautismo y llevó nuestras propias tristezas, nuestras propias enfermedades y nuestras propias maldiciones, alguna gente puede pensar, “¿Qué pecado cometió para encarar tanta opresión?”. Pero Jesús es realmente el Hijo de Dios sin pecado. Por llevar todos nuestros pecados, el Mesías sufrió vicariamente en lugar nuestro, todas las maldiciones, tristezas y opresiones de nuestros pecados. A través de todas las opresiones que Jesús encaró a través de sus 33 años de vida desde que llegó al mundo, Él nos ha salvado de todos nuestros pecados.
En ese entonces, el escuchar la Palabra de Dios a través del Profeta Isaías, ¿acaso la gente de ese tiempo creía en Jesucristo el Mesías, quien vino por el agua y el Espíritu? ¿Quién creía en este evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora? Aún ahora, existe mucha gente que no tiene interés en el evangelio del agua y el Espíritu, aunque afirman creer en Jesús.
Aquí, en el pasaje principal, el Profeta Isaías está profetizando que el Hijo de Dios vendría a esta tierra, actuaría sabiamente, tomaría todos nuestros pecados, sería juzgado por ellos y así nos salvaría. Pero no muchos han aceptado la verdad que Él llevo a cabo. Sin embargo, estoy seguro que a partir de ahora, toda la gente de todas las naciones reconocerá a Jesucristo como su Mesías y lo exaltará muy alto. ¿Ahora tú te das cuenta que Jesús el Mesías fue oprimido debido a los pecados de la gente de Israel, debido a tus pecados y los míos, y debido a los pecados de toda la humanidad? El Profeta Isaías, hubiera querido que supieras y creyeras en esto, así profetizó el ministerio del Mesías de esta manera.


El Mesías Era Como Raíz de Tierra Seca

Es así como el Profeta Isaías anticipó la venida de Jesucristo el Mesías, que cuando él viniera a la tierra, sería en una forma penosa. Isaías dijo que el Mesías «Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos» (Isaías 53:2). Cuando Jesucristo vino a esta tierra en semejanza de hombre, Él no era alguien a quien la gente le pudiera encontrar algo deseable. Él no era un hombre musculoso, alto y bien formado, como un Arnold Schwarzenegger o Silvestre Stallone. En realidad, Él era tan pequeño que si lo hubiéramos mirado, hubiéramos sentido pena y lástima por Él. A pesar de esto, Su Palabra era como espada de dos filos.
Jesús el Mesías no solo era alguien de aspecto pobre en su apariencia, también era pobre materialmente. José, su padre en la carne, era solamente un carpintero. Una familia cuyas necesidades eran provistas por un carpintero, entonces como ahora, no estaba económicamente muy bien que digamos, y estaba lejos de vivir en abundancia. Solo mediante el trabajo duro podían los carpinteros más o menos pasarla.
Habiendo venido a esta tierra el Mesías no fue a una escuela. Y así los Fariseos trataban de mofarse de Él por esto, pero no podían hacerlo, ya que esto solo revelaba que Jesucristo el Mesías era realmente el Hijo de Dios. Jesús nunca puso un pie en la escuela de Gamaliel, la escuela judía de mayor reputación de la época, en donde uno de los grandes académicos de la ley, Gamaliel, había estado enseñando la ley. En esta escuela, los estudiantes podían aprender de los grandes maestros de ley, entrenados no solo en el conocimiento de este mundo, sino también en la misma ley. Pero Jesús no fue entrenado en tal escuela. No existe ningún documento de que el haya asistido a ninguna escuela. A pesar de esto, no existía nada acerca de la ley del Antiguo Testamento que el Mesías no conociera, y en las partes en las que el Antiguo Testamento enseñaba acerca del Mesías, Él tenía aún más conocimiento y tenía más fe que cualquiera. Nunca hubo nada que el dijera que fuera ilógico o que se apartara de la ley de Dios.


¿Por qué el Mesías Tuvo que Ser tan Oprimido, Humillado y Despreciado?

Para realmente convertirse en el Mesías de la gente de Israel, y para salvarlos de todos sus pecados y convertirlos en pueblo de Dios, nuestro Mesías vino a esta tierra y voluntariamente tomó todos sus sufrimientos, insultos, mofas y burlas. El sufrimiento y el desprecio por el cual el Mesías atravesó por amor a la gente de Israel fueron extremadamente opresivos y de sacrificio. La opresión que sufrió el Mesías por amor a nosotros fue tan grande en sufrimiento que hubiéramos escondido nuestro rostro de Él. Debido a que Jesús era el Mesías que nos salvaría de nuestros pecados y juicio, el realmente nos liberó de nuestros pecados siendo oprimido y despreciado más allá de cualquier descripción delante de toda clase de gente. Así Jesús fue oprimido en este mundo.
Debido a que Jesús el Mesías fue tremendamente oprimido y despreciado, la gente de esos días no podía soportar verlo. No debemos olvidar nunca que aunque Jesús vino como nuestro Mesías, de hecho, como el Mesías de toda la humanidad, para realizar y completar el papel y las obras de este Mesías, fue tremendamente oprimido y por ser así Él nos ha liberado de nuestros pecados y de la condenación del pecado.
Aún mientras el Mesías era crucificado, la gente no cesaba de burlarse de Él: “¿Por qué no te bajas de ahí? Si realmente eres el Hijo de Dios, entonces solo bájate de la cruz. ¿Cómo puedes ser realmente el Hijo de Dios? Si realmente eres este Hijo de Dios, entonces bájate y salva al ladrón que está a tú lado; mejor aún, ¡baja y sálvate a ti mismo!”. Continuaron ridiculizándolo: “Oh sí, ¿por qué no conviertes esta piedra en pan? Si Tú eres el Hijo de Dios, ¡danos la prueba! Danos la prueba para que podamos creer. Si ni eso puedes hacer, ¿qué clase de Mesías eres tú? ¡Que patético!”.
Así la gente insultaba al Mesías, lo denunciaba y lo ridiculizaba incesantemente. Lo desnudaron, abofetearon Su rostro y reñían con Él. Cristo sufrió la más grande burla, humillación e insultos, de la clase de la cual nunca se ha visto, ni nunca se verá. También Él fue condenado con el castigo de la crucifixión, un castigo reservado para la peor clase de criminales de la época. Nuestro Mesías fue desnudado por los soldados, ambos, sus pies y sus manos fueron clavados a la cruz, y derramó toda la sangre que Él tenía en su cuerpo.
Jesús realmente soportó tal desprecio, dolor y opresión, para que Él pudiera cumplir su ministerio como el Mesías por amor a nosotros. Por ser crucificado, Él tomó todos nuestros pecados, todas nuestras maldiciones, todas nuestras enfermedades y todo nuestro castigo por el pecado. Él tomó en nuestro lugar todas las opresiones que tú y yo se supone que debíamos pasar, y por amor a nosotros Él aún dio su propia vida. Este Mesías ahora se ha convertido en el Salvador para aquellos de nosotros que creemos que Jesús realmente es nuestro Salvador. Él voluntariamente se convirtió en nuestro Mesías. Él vino a esta tierra de acuerdo a la voluntad del Padre, y tomó todos nuestros pecados y el castigo por el pecado sobre la cruz por amor a nosotros y se levantó de entre los muertos de nuevo -¡todo para salvarnos!
Hermanos y hermanas, ¿piensan que fue fácil para Jesús pasar a través de tales sufrimientos y humillaciones ante todos estos extraños? Si estuviéramos en su lugar, si hubiéramos sido nosotros los que encaráramos todo este desprecio al ser desnudados, insultados, torturados y crucificados, no solo ante nuestra propia familia o esposos o esposas, o aún ante nuestros seres queridos, sino aún ante nuestros enemigos ¡nos hubiéramos vuelto locos antes de morir! Cristo fue crucificado, para que todo el mundo pudiera ver su humillación, no en un rincón oscuro, sino arriba en lo alto, para que todos pudieran señalarlo y escupirle.
Aún mayor tristeza, sufrimiento y tribulación vino sobre Cristo antes de Su crucifixión. Antes de clavar a Jesús sobre la cruz, la gente se aseguró de que Él pasara a través de toda clase de sufrimientos. Él fue traído ante la multitud y juzgado en su presencia, pelearon con Él y su rostro aún fue golpeado por un sirviente del sumo sacerdote. ¡Pelearon contra Él! ¡La gente golpeo Su rostro, lo latiguearon y lo apedrearon! ¡Jesús el Mesías pasó a través de toda esta opresión por ninguna otra razón que por amor a nosotros!
La Escritura nos dice que así fue Él oprimido por nuestro bienestar, diciendo: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados» (Isaías 53:5). El Mesías pasó a través de tal sufrimiento para que Él pudiera liberar a toda la gente, incluyendo a los israelitas, de sus pecados y de la condenación del pecado. El Mesías se hizo cargo de los pecados del mundo y del castigo del pecado recibiendo el bautismo de Juan y completó su ministerio como Mesías siendo oprimido por su propio pueblo, los soldados Romanos y la gente de muchas otras naciones.
Dios profetizó que el Mesías salvaría de todos sus pecados a esta misma gente que se opuso a Él –realmente, por todos los pecados que se han cometido por toda la humanidad- y así como había sido profetizado, Jesucristo en verdad vino a esta tierra como el Mesías, realmente pasó por toda esta opresión y nos salvó a ti y a mí de nuestros pecados y de la condenación de nuestros pecados derramando su preciosa sangre.
El que hayamos sido salvados del pecado y de la condenación del pecado creyendo en el Mesías en verdad, no vino sin pagar el precio del sacrificio. Se debe a que Jesucristo vino a esta tierra y encaró toda esta opresión para que ahora estemos libres de pecado, y es debido a que este Mesías fue juzgado por todos nuestros pecados que nosotros podemos, solo creyendo con nuestro corazón, recibir el regalo de la salvación y la remisión del pecado, y hemos llegado a ser hijos de Dios. Se debe a nuestro Mesías que hemos llegado a ser gente tan feliz.
Debemos dar gracias al Mesías por darnos esta felicidad y por concedernos Sus bendiciones. La salvación que el Mesías nos ha dado solo a través de nuestra fe, porque, aunque no le hemos dado ninguna ofrenda de nuestra parte, Él mismo dio su invaluable ofrenda ante Dios Padre. Debemos creer que Dios mismo en realidad nos ha salvado por sufrir toda esta opresión, y debemos darle gracias a Él por eso.


Escucha, Oh Israel, Date Vuelta y Cree en Jesucristo

La gente de Israel debe arrepentirse ahora y creer en Jesús el Mesías como el Salvador. Aún hasta este mismo momento, los israelitas no reconocen que su Mesías ya ha venido. Así como todo fue profetizado por el Profeta Isaías que el Mesías, el siervo de Dios, vendría a esta tierra, y así como esta Palabra de profecía nos anticipó que este Mesías, viniendo a esta tierra, nos salvaría a todos tomando todos los pecados de la humanidad con su bautismo y siendo crucificado sobre la cruz, Jesucristo ciertamente ha completado todas sus obras de salvación. La gente de Israel debe ahora darse la vuelta, y conocer y creer esta verdad. Ellos deben admitir el pecado que su propia gente cometió al crucificar a Jesús. Y ellos deben reconocerse a sí mismos como una masa de pecado desde su nacimiento, y creyendo en este Mesías ahora ellos deben ser salvados de todos sus pecados y de la condenación del pecado.
Ahora no existe ningún otro Mesías. Debido a que Jesucristo ya vino como el Mesías, no hay otro Mesías. ¿Cómo puede haber otro Mesías? ¿Cómo puede haber otro Salvador? Cuando la gente de Israel pase a través de aún mayores dificultades en el futuro, ¿esperarán que alguna clase de héroe de acción de Hollywood, como Superman, surja y se convierta en su Mesías?
A partir de ahora, los Israelitas deben reconocer a Jesucristo como su Mesías. Ellos deben creer que Jesucristo es realmente su propio Mesías verdadero. Su Mesías ya vino a esta tierra hace 2,000 años, y para tomar sus pecados y convertirlos en los verdaderos hijos de Abraham, Él fue bautizado, así como ellos tuvieron que ser circuncidados, y fue crucificado, todo para que ellos pudieran recibir la circuncisión espiritual. El Mesías se convirtió en su verdadero Salvador de la gente de Israel tomando sus pecados con su bautismo de Juan, cargando la cruz y derramando su sangre para ser oprimido y levantándose de entre los muertos.
Los israelitas deben arrepentirse para creer en el Mesías. Ahora ellos deben creer en Jesucristo como su Mesías. Todo lo que queda por cumplirse es que la gente de Israel crea en Jesucristo como su Salvador. Ellos deben darse cuenta que el Mesías profetizado por Isaías es el mismo Jesucristo. Deben darse cuenta y creer que el profetizado no es ningún otro que Jesús Mismo. Las profecías del Antiguo Testamento han sido todas cumplidas a través de Jesucristo, no dejando de lado ni la letra ni el acento más pequeño. En el pasaje principal, también se dice que muchas naciones serán rociadas (asombradas).
Isaías 52:14-15 afirma: «Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído».
Al venir a esta tierra, Jesucristo encaró muchos sufrimientos que fueron mucho más grandes que los de cualquier criminal de este mundo que haya sido condenado a muerte. Él se sacrificó a Sí mismo tomando más dolor y opresión que cualquier criminal de este mundo, todo para hacer a la humanidad entera Su propio pueblo. Él ha salvado a Su gente quienes recibirán la remisión del pecado creyendo en Él. Es así como Él los ha salvado.
La gente escuchará las maravillosas noticias de la salvación, que ni han escuchado ni visto antes. Todos aquellos que ni siquiera han escuchado aún que el Mesías era Jesucristo, de hecho, lo escucharán y creerán en Él eventualmente.


Jesús es el Mesías, Quien una vez Vino y Vendrá De Nuevo


Hoy, estamos acercándonos al final de los tiempos. Será una era de muerte y tribulaciones. Sin embargo, aquellos que creen en el Mesías realmente no tienen miedo a la muerte. Por el contrario, están esperando aún más la felicidad del cielo y su resurrección que seguirá a su muerte. El que la oscuridad esté descendiendo sobre el mundo no significa que nosotros, los justos, estemos en tinieblas. Cuando este evangelio esté totalmente propagado, el Mesías de hecho regresará.
Jesucristo nuestro Mesías vino a este mundo como el Cordero de Dios, como la ofrenda sacrificial e hizo que su cuerpo fuera bautizado por Juan y lo dio en la cruz. Como oveja ante sus esquiladores, Jesús el Mesías calladamente tomó nuestros pecados, encaró grandes sufrimientos llevando nuestro propio juicio de pecado sobre la cruz, se levantó de entre los muertos en tres días, y así se convirtió en el perfecto Salvador para todos aquellos que creen.
Solo unos pocos sabían que el Mesías era Jesucristo en ese tiempo. Existían algunos pocos que sabían que Jesucristo se convirtió en nuestro Mesías naciendo silenciosamente en este mundo hace 2,000 años, testificando el evangelio del reino durante tres años después de Su bautismo, muriendo sobre la cruz y levantándose de entre los muertos. Los pocos que buscaban y creían en Dios, dieron testimonio de que nuestro Señor es el verdadero Mesías quién sin mucho ruido completó todas Sus obras.
Aquellos siervos de Dios propagaron las noticias por todo el mundo de que el Mesías nos ha salvado de nuestros pecados viniendo a esta tierra y siendo oprimido. De hecho, Dios Mismo está propagando el evangelio del agua y el Espíritu, permitiendo que avancen las técnicas de impresión, moviendo la historia del mundo y haciendo que las naciones que predican este evangelio sean fuertes y ricas.
“¡Jesús es el Mesías! ¡Jesús es el Mesías! ¡Jesús es el Mesías! Si tú crees en Jesús como tu Mesías, serás salvo. Jesús es el Hijo de Dios. Jesús es el Creador quien hizo todo el universo. Él es Dios. Él es el Mesías nuestro Salvador”. Los siervos de Dios continuaron predicando a la gente que Jesús es el Mesías y también acerca de su bautismo, su muerte sobre la cruz y su resurrección.
Pocos jóvenes israelíes se han dado cuenta que hace 2,000 años, un hombre joven llamado Jesús vino a esta tierra, y que cuando cumplió los 30, Él tomó los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan. En esa época, solo los propios discípulos de Jesús sabían que Él era el Mesías y este conocimiento fue compartido con un puñado de gente que realmente temía a Dios –el resto permaneció ignorando esta verdad. Con todo, solo existían 500 santos aproximadamente (1 Corintios 15:6) en esta nación de Israel quienes sabían que el Mesías cargaba los pecados del mundo a la cruz, que murió sobre ella y que Él se levantó de los muertos. Todos los demás no tenían idea.
En el día cincuenta desde la muerte de Jesucristo y su resurrección, el Espíritu Santo de hecho descendió sobre sus discípulos. Cuando los discípulos de Cristo estaban orando en el aposento alto, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, haciendo que hablaran en lenguas y testificando que el Mesías es Jesucristo. Entonces, sus discípulos, no temiendo a la muerte, testificaron atrevidamente, “Jesús es el Mesías. El Mesías es nuestro Salvador. El Jesús resucitado es nuestro Mesías”. Por lo tanto, mucha gente llegó a creer en esa ocasión.
A través de Jesús el Mesías, Dios realmente te ha salvado a ti y a mí de todos nuestros pecados y de la condenación del pecado. Debido a que Él sufrió esa opresión enorme para así salvarnos de nuestros pecados y juicio, nosotros absolutamente debemos creer en Él; aquellos que no creen deben de arrepentirse todos, darse la vuelta y también creer; y todos nosotros debemos propagar esta verdad con fe.
La gente de Israel, de hecho, está ahora temerosa bajo una situación extremadamente tensa. Por lo tanto, ellos deben escuchar esta Palabra del tabernáculo que Dios realmente les ha hablado a ellos. Ahora nosotros estamos entrando al fin de los tiempos. El evangelio del agua y el Espíritu manifestado en el sistema sacrificial del tabernáculo ciertamente hará su camino hacia la gente de Israel. También llegarán a creer que Jesucristo es verdaderamente el Mesías del cual Dios les había hablado a ellos.
Dios ya le había dicho a la gente de Israel acerca del sistema sacrificial y ellos creían en Él. De hecho, continúan deseando dar ofrendas a Dios de acuerdo a este sistema de sacrificios del tabernáculo. Entre los israelitas existen algunos fundamentalistas que viven en lugares aislados. Aún ahora, esta gente vive separada dando ofrendas de esta manera. En otras palabras, están dando la clase de ofrenda que antiguamente se ofrecía en el tabernáculo. Tal vez ellos sean los descendientes de Aarón. Para guardar las tradiciones de sus familias, viven aislados en lugar de vivir en las ciudades. Aunque son israelitas, viven como tribus aisladas, separados de la gente común. A esta gente también debemos predicar la Palabra del tabernáculo y decirles que el Mesías ya vino y nos ha salvado de acuerdo a nuestra fe.
Debemos dar gracias a Jesús por venir a esta tierra, ya que, siendo oprimido y juzgado en nuestro lugar, todo para salvarnos a ti y a mí, como Salvador de nuestros pecados y de la condenación del pecado.


«Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos»

De que realmente hemos sido salvados de nuestros pecados y del juicio del pecado no fue logrado por accidente, como si hubiera sido una entrega de correos errónea. Nuestra salvación no es ninguna clase de cadena de cartas que nos dice que tenemos que reenviarlas a 20 personas o si no seremos condenados. Ni es nuestra salvación de la remisión del pecado como uno de esos folletos en los que te dan dos pizzas por el precio de una, en donde simplemente podamos hacer una llamada y llenar nuestro estómago hasta contentar nuestro corazón.
En realidad, nuestra salvación vino porque Dios envió a su Hijo a nosotros, pasando todos nuestros pecados sobre él y haciéndolo sufrir y ser oprimido por estos pecados de nosotros. Es por eso que tú y yo debemos creer de todo corazón en él y darle gracias. Sabiendo cómo vino nuestra salvación, ¿cómo puede alguno de nosotros arrojarla como si fuera un par de zapatos usados, puesta a un lado en el ático como una herramienta rota e inútil, o ignorarla como si le perteneciera a alguien más?
¿Existe alguno entre ustedes que, aunque asiste a la iglesia de Dios no ha recibido la remisión del pecado todavía? ¿Existe alguno de ustedes que realmente aún no ha creído en el evangelio del agua y el Espíritu? Si realmente existe tal gente, deben arrepentirse todos y creer en el Mesías antes de que sea muy tarde. Si tú estás perdido y no estás seguro de cuál camino tomar, solo cree en la Palabra de verdad con todo tu corazón. Aquellos que no creen están rechazando este amor del Hijo de Dios. El amor con el cual Él los ha salvado pasando por todos estos sufrimientos por ninguna otra cosa que por su propio bien.
Aquellos que no le dan valor a Su amor y lo rechazan serán seguidos por maldiciones. La Escritura nos dice: «Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama» (Cantares 8:6). El amor de Dios es tan fuerte y grandioso que trae el castigo más cruel a la gente que lo rechaza hasta el final. En otras palabras, nos dice que, si alguien muere en estado de pecado, él / ella sufrirá un dolor sin misericordia en el infierno. El odio es tan cruel como la tumba. Cuando el Mesías te ha amado tanto así, cuando Él fue bautizado, derramó Su propia sangre y sufrió toda clase de opresiones, solo para salvarte, si tú no crees en este amor y lo rechazas, ciertamente sufrirás este cruel dolor. Esto no es otra cosa que el infierno.
Así Dios dijo: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27). Cuando morimos, nuestra carne puede que termine, pero ante Dios, no es el fin de nosotros. Traspasará cruelmente a aquellos que rechazan el amor de Dios. Dios los hizo para vivir por siempre y nunca morir, y ciertamente les traerá sufrimientos sin misericordia. En otras palabras, Él realmente los arrojará en el fuego ardiente por siempre y los hará sufrir todo este dolor interminable por siempre. Este cruel sufrimiento no es otra cosa que el cruel odio de Dios. ¿Piensas que Dios nunca será capaz de hacer Él mismo tal cosa? ¡Recuerda que nada es imposible para Dios!
El gran e inmenso amor de Dios por nosotros, sufriendo Él mismo por nosotros, nos ha salvado de todas las maldiciones, todos nuestros pecados y toda nuestra condenación. Lo que puede resolver todos tus problemas es este amor del Mesías. Ciertamente, no existe nada que sea mayor que este amor del Mesías. Sin fe en este Mesías, el amor de Dios no puede ser nuestro. Este amor es dado a nosotros solo por este Dios, Aquel que se ha convertido en nuestro Mesías, y es Su Padre quien lo ha enviado a nosotros. El Dios Trino Todopoderoso nos ha amado de esta manera, y así nos ha salvado de nuestros pecados y condenación. Es por eso que debemos creer en el Mesías, porque debemos darle gracias a Él, porque debemos dar gloria a Él y porque debemos estar satisfechos con nuestra fe en este Mesías.
¿Cuánta gratitud hay porque el Mesías nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu? Si alguien no sabe cuán invaluable es este amor, como nunca puede ser intercambiado por nada de este mundo, él / ella seguramente es una de las personas más ignorantes y estúpidas. ¿Qué sufrimientos tan terribles y aflicciones pasó nuestro Señor por nosotros? Debido a que estamos muy agradecidos por su amor, aunque somos insuficientes, aún dedicamos toda la fuerza que nos queda a la propagación de este amor a aquellos que permanecen en la ignorancia.
Para realizar las obras de Dios, también nosotros debemos encarar tribulaciones y sufrimientos. No podemos buscar la prosperidad solo para nosotros, si realmente hemos sido salvados recibiendo Eu amor de sacrificio y siendo vestidos con Él, nosotros también debemos compartir este amor con otros. Así como Jesucristo encaró todos sus sufrimientos para hacer desaparecer nuestros pecados, no con el amor de la carne, sino con su verdadero amor, también debemos hacer Sus obras en fe, voluntariamente recibiendo las tribulaciones, la opresión, el odio, el sufrimiento y el desprecio, si esto significa que otros también recibirán la remisión de sus pecados. Debemos sufrir tal odio en el nombre del amor. Si tú y yo verdaderamente recibimos la remisión del pecado, entonces yo creo que tal amor ciertamente se encuentra en nuestro corazón.
Y los nacidos de nuevo, que realmente saben quiénes fueron antes y cuán grande y fuerte es el amor de la salvación de Jesús, dan frutos. Los salvos son los árboles que dan los frutos de la salvación: «O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol» (Mateo 12:33). Antes de que fueras salvo, estabas completamente sumergido en tus pecados, y por lo tanto no podías quejarte si realmente fueras arrojado en el infierno. Si tú crees que Dios se ha convertido en tu Salvador viniendo a esta tierra en semejanza de hombre y siendo oprimido por ti, y que por sufrir por ti Él te ha salvado de tus pecados y juicio. Así que, creyendo, tú has sido salvado. Si realmente has recibido este amor, entonces tú y yo seguramente debemos tener corazones que deseen vivir para otros.
Si alguien no tiene un corazón así, entonces él / ella no ha recibido la remisión del pecado. Para ser exacto, esta persona solo está pretendiendo haber recibido la remisión del pecado.
Así como Cristo encaró todos sus sufrimientos y nos ha salvado de todos nuestros pecados y juicio debido a que nos ha amado, si realmente hemos sido salvados creyendo en este amor, entonces este amor también se encuentra en nuestro corazón. ¿Por qué? Porque Cristo ahora vive en nuestro corazón. Así como Él fue oprimido por nosotros y nos ha amado, también nosotros debemos desear vivir para otros y encarar tribulaciones por ellos. Debido a que aquellos de nosotros que hemos recibido la remisión del pecado ya no tenemos ningún pecado en nuestros corazones, nuestros corazones han sido todos transformados, llegando a ser como el corazón de Jesucristo.
Doy gracias a Jesucristo por venir a esta tierra, por ser bautizado y derramar Su sangre sobre la cruz, por abrazar todos Sus sufrimientos por nosotros y por lo tanto convertirse en nuestro Mesías quien nos ha liberado de todos nuestros pecados.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (I)