Search

布道

Tema 14: La Primera Epístola de Juan

[Capítulo 2-5] ¿Quiénes Son Los Enemigos de Cristo? (1 Juan 2:18-29)

¿Quiénes Son Los Enemigos de Cristo?(1 Juan 2:18-29)
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.”
 

El Apóstol Juan dijo, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:22). Es decir, “Aquel que niega que Jesús es el Cristo es el mismo anticristo que niega al Padre y al Hijo.”
Jesús es el Rey de reyes. El Creador de todo el universo. Y Él nos hizo especialmente y nos salvó de todos nuestros pecados. Para hacer eso, Él vino a este mundo en semejanza de carne pecadora, fue bautizado, murió sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos. Por lo tanto, aquel que niega esta salvación es aquel que no cree que Jesús es Dios, nuestro Señor y nuestro Salvador. Y tal persona es el mismo enemigo de Cristo. Jesús es el Rey de reyes, el Creador de todo el universo, el Profeta y el Sumo Sacerdote del Cielo. Aquel que no cree en esta Verdad es el enemigo de Dios. El Apóstol Juan dijo que tal gente ha abandonado la Iglesia de Dios.
1 Juan 2:19 afirma, “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” En los días de Juan, existía gente que una vez profesó creer, salió en grupo de la Iglesia de Dios. Juan declaró que era para que se hiciera manifiesto al hacer eso, que ninguno de ellos eran del pueblo de Dios. Eran mentirosos y enemigos de Dios, ya que no creían que Jesús era el Cristo. Jesús es el Señor de toda la creación, el Profeta, el Sumo Sacerdote y el Salvador que nos ha liberado de todos nuestros pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que no creían en esta Verdad salieron de entre los santos en sus días. Él dijo que hubieran continuado con los santos si realmente hubieran creído en la Verdad.
Aquellos que han recibido la remisión de los pecados aman el estar junto a los santos, aunque no son perfectos. Permanecer juntos no los cansa. Si alguien se sintiera cansado mientras está unido, significaría que no ama a Dios y que está persiguiendo sus propios deseos de la carne, no estando en unidad con el pueblo de Dios.
El pueblo de Dios también se siente cansado cuando sé reúne con aquellos que solo buscan sus propios deseos de la carne, aparte del plan de Dios. ¡Cuán agradable es cuando compartimos una mente! Comemos juntos, platicamos juntos, y externamente revelamos nuestros gozos, corajes, tristezas y placeres. ¿Dónde más puedes encontrar una relación buena y feliz en este mundo secular? Debido a que somos de una sola mente, nosotros, los nacidos de nuevo nos sentimos cómodos y felices siempre que nos reunimos. Libremente podemos hablar de la gente que está contra Dios, y nos consolamos los unos a los otros dándonos cuenta de las insuficiencias de los demás cuando nos decepcionamos por nuestras propias insuficiencias. Sin embargo, es muy difícil para los nacidos de nuevo permanecer con aquellos que no creen, ya que son Sus enemigos que tratan de destruirle a Él.
A través de sus Epístolas, el Apóstol Juan expresó el dolor de su corazón con respecto a la perdida de algunos que habían salido de la Iglesia de Dios. Aunque sé manifiestan como enemigos de Dios, los anticristos, él tenía un montón de tristeza ya que una vez habían estado con él. A nosotros también nos duele el corazón, dolorosa y tristemente cuando encontramos incrédulos en la Iglesia de Dios mientras que todos sus demás miembros son nacidos por el agua y el Espíritu, y sé gozan unos a otros por su salvación y vidas eternas.
Juan habló a los santos acerca de la Verdad una vez más. Ellos ya conocían la Verdad, pero él deseaba recordarles la Verdad para que sé afirmaran y para que no sé convirtieran en enemigos de Dios. Y él predicó la Verdad nuevamente por si había algunos incrédulos, se convirtieran de sus malos caminos. Y la ultima razón por la que él reitera la Verdad una y otra vez era por que él quería que se distinguieran los creyentes de los incrédulos con la Verdad. Todo esto es el contenido principal de sus Epístolas.
En 1 de Juan capitulo 1, él mencionó la luz y las tinieblas. Él declaró claramente, “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Sin embargo, había algunos miembros de la iglesia que vivía en tinieblas. Hacían lo malo, odiaban y peleaban unos con otros mientras buscaban sus propios deseos personales. Por lo tanto, Juan los exhortó para que admitieran y confesaran sus malas acciones. Dijo que era un tremendo mal el que no confesaran sus malas acciones ante Dios y ante sus compañeros creyentes.
Del capitulo 2 al 4, Juan habla acerca del amor: Lo que es el verdadero amor y porque debemos amarnos unos a otros. Y entonces, él habla acerca de los incrédulos, los anticristos y de los enemigos de Dios en la perspectiva del amor. En el capitulo 5, el Apóstol Juan mencionó lo que era el verdadero evangelio y que él lo había predicado desde el principio. El evangelio que él había predicado desde el principio es el evangelio del agua y el Espíritu. Él declaró que Jesucristo era el Salvador quién vino no solo por agua o sangre, sino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo (1 Juan 5:6-8). Y él dijo que esto era la Verdad que venía de Dios.
En concreto, él dice que los verdaderos creyentes deben amarse unos a otros y confesar sus malas acciones, y que de esta manera ellos llegan a conocer el amor de Dios al hacer esto. Por otro lado, él nos enseña que existen enemigos de Cristo, los anticristos, y él habla acerca de quienes son.
Juan conocía a Jesús en detalle ya que él le seguía de cerca. Es por ellos que desde los primeros días de la Iglesia, el evangelio de Juan adquirió el símbolo de “el águila” de entre las cuatro criaturas en la visión de Ezequiel (Ezequiel 1 y 10). Mateo, el escritor del Evangelio, dice, “Jesús es Rey.” Marcos describe a Jesús como el Hijo de Dios y el Salvador quién vino a este mundo a servir a la humanidad. El escritor del Evangelio de Lucas pone énfasis en la humanidad de Jesús: “Jesús, aunque Él es el Dios benevolente, vino a este mundo como el Hijo del Hombre. Él abraza a toda la humanidad compadeciéndose de nuestras debilidades.” Por otro lado, el Evangelio de acuerdo a Juan es llamado “el Evangelio del Águila” debido a que muestra con precisión el alto nivel espiritual de la voluntad de Dios. A través de su Evangelio y de las Epístolas, Juan escribió el evangelio del agua y el Espíritu en detalle, explicó el pecado con un argumento intenso y nos hizo saber claramente la diferencia entre los hijos de Dios y aquellos que son del diablo.
El Apóstol Juan dijo, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:22-23). Él dijo, “Cualquiera que niega que Jesús es el Cristo es enemigo de Dios y el anticristo.” Así, él continuó, “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (1 Juan 2:23-24).
Se levantaron muchos grupos herejes en el Cristianismo de la Iglesia Primitiva que eran los grupos del anticristo, los enemigos de Dios. Esto demuestra que había muchos siervos de Satanás aún en la iglesia de la Era Apostólica. Es por ello que el Apóstol Juan advirtió en el pasaje de la Escritura de hoy que “el que niega que Jesús es el Cristo es el mismísimo anticristo.” El Apóstol Pablo también indico que existían falsos hermanos que llegaron a la Iglesia secretamente (Gàlatas 2:4). Ellos se convirtieron en los anticristos y en enemigos de Dios ya que no creían en el evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, los siervos de Dios de la Iglesia Primitiva advirtieron a los santos para que se cuidaran de ellos.
 


Los Creyentes del Evangelio del Agua y el Espíritu Son Una Familia 


¿Qué debemos creer para ser una familia con Dios?
Ahora debemos conocer y creer que Jesucristo ha venido por el evangelio del agua y el Espíritu.

El que nosotros no amemos a Dios y no amemos al hombre –esto es el mayor pecado. La Biblia dice que el amor de muchos se enfriara en los últimos días. Esto significa que habrá tiempos que difícilmente toleraremos vivir debido a la severidad de las relaciones humanas. Sin embargo, existe el regalo de la gracia de Dios en Su amor, la cual nos libera de todos nuestros pecados y nos da vida nueva. Y Él ha dado a nosotros los justos, Su Iglesia, y nos ha permitido vivir bajo Sus bendiciones espirituales. La gracia y la Verdad de Dios habitan en el evangelio del agua y el Espíritu.
Hemos llegado a ser una familia con Dios y con los santos nacidos de nuevo. Y amamos a los más débiles en la Iglesia de Dios. ¿Qué me puedes decir acerca del interés de los padres por sus hijos? ¿Acaso no se ocupan más de los débiles que de los sanos? Los sanos crecen bien por si mismos, pero los más débiles necesitan ser cuidados. De igual modo, los ministros y los obreros de Dios también se ocupan de los miembros más débiles como lo hace Dios Padre.
Aún más, no solo tenemos interés por nuestros hermanos y hermanas en Cristo, sino también por aquellos que no son salvos, ya que tenemos el amor del evangelio que nos salvó de todos los pecados del mundo. Hemos llegado a amarlos porque Jesús ha dado Su amor a nuestro corazón. Somos la gente que ama la Verdad, y estamos para vivir una vida de amor en Cristo.

¿Quienes son los enemigos de Jesucristo?
Son aquellos que niegan a Dios y las obras que Él ha hecho.

“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad” (1 Juan 2:18-21).
El Apóstol Juan ahora está hablando a la familia de Dios que son de la misma fe, llamándolos ‘hijitos,’ ‘jovenes’ o ‘padres.’ La Iglesia de Dios, donde vive la gente de Dios nacida de nuevo, es la familia de Dios y de Su Reino.
El Señor nos advierte que muchos anticristos han venido a este mundo. Ellos son los enemigos de Cristo, y no creen que Jesús es el Hijo de Dios. Juan el Apóstol señaló que ellos no pertenecían a la Verdad, y que eventualmente dejaron la iglesia ya que no creían que Jesús era el Hijo de Dios. Dejaron la Iglesia de Dios sin tener fe en el evangelio del agua y el Espíritu, y por lo tanto, no eran de Dios desde el principio.
No podemos vivir junto a la gente que tiene una fe distinta de la nuestra. ¿Qué pasa si llegamos a vivir con un extraño? ¿Podemos confiar en él incondicionalmente? Nos sentiríamos nerviosos hasta que verdaderamente confiáramos en él. De igual manera, no podemos amar a los enemigos de Dios que están en contra del amor de Cristo. Aunque el Señor nos dijo que amaramos a nuestros enemigos, este no es el caso. 
Los anticristos son enemigos aún para nosotros, los santos. Persiguen e ignoran a los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros los santos realmente esperamos que lleguen a habitar en el amor de Dios, y a vivir juntamente con nosotros en la misma fe. Pero, hasta que regresen al amor de Dios y crean en el evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la salvación, ellos solamente son los enemigos de Dios y de nosotros. Es por eso que tenemos que rechazarlos. Aquellos que han recibido el amor de Dios son nuestra familia para amar. Debemos tener en mente que somos una familia en el evangelio del agua y el Espíritu.
 

¿Quiénes Son los Enemigos de Cristo?

¿Quién niega el amor de Dios?
Es aquel que no reconoce a Jesús como su Señor Dios.

Jesucristo ha salvado a todos los creyentes de todos sus pecados al ser bautizado y al derramar Su sangre. Este es el amor de Cristo. Pero existen Sus enemigos que se atreven a rechazar Su amor incondicional. Son la gente que no cree en el evangelio del agua y el Espíritu, y son los enemigos de los creyentes en Jesucristo. Por lo tanto, tenemos que saber que el Demonio no es el único anticristo; entre los Cristianos, todos aquellos que rechazan el perfecto amor de Cristo y están contra Él son los enemigos de Jesucristo.
Por lo tanto, 1 Juan 2:18 afirma, “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” Aquí, el Anticristo significa el enemigo de Jesucristo. No se refiere al Anticristo de Apocalipsis capitulo 13, sino que se refiere a todos aquellos que no creen que Jesucristo es el Hijo de Dios, y a quienes no aceptan el evangelio del agua y el Espíritu.
Parece que había un grupo de gente que dejó la Iglesia de Dios debido a que no creía que Jesucristo era el Hijo de Dios. Esto puede ser deducido de 1 Juan 2:19 que afirma, “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” Una banda de incrédulos, por llamarlos de alguna manera, dejaron la iglesia en donde el Apóstol Juan había predicado el evangelio, y él les llamó los anticristos. Él dijo que si ellos hubieran tenido la misma fe que la nuestra, hubieran continuado con nosotros: pero ellos salieron para que se hiciera manifiesto, que ninguno de ellos era de nosotros, y que ninguno de ellos tenía nuestra misma fe.
El Apóstol Pablo también continuó hablando acerca de los anticristos, esto es, los enemigos de Jesucristo. Tal gente existe hasta ahora. ¿Qué necesidad tenían para abandonar la Iglesia de Dios si tenían la misma fe que el Apóstol Juan? Si hubiese sido así, no hubieran abandonado la Iglesia de Dios. Pero fue para manifestar el hecho de que no tenían la misma fe que Juan. En esta era y tiempo, la gente que creía en el evangelio del agua y el Espíritu no necesitaba abandonar la Iglesia de Dios. Si existen algunos que han abandonado Su Iglesia, es solo para manifestar que su fe es distinta de nuestra fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
 


Aquellos Que Mienten a Dios Son Aquellos Que No Cree en la Verdad

 
¿Quiénes son los mentirosos ante Dios?
Son aquellos que no creen en Jesús como su verdadero Salvador.

1 Juan 2:22 afirma, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” ¿Quién niega que Jesús es el Cristo? Es aquel que no sabe quien es Jesucristo.
¿Qué significa la palabra ‘Jesucristo’? Primero que nada, ‘Cristo’ significa ‘el Ungido.’ En el Antiguo Testamento, los reyes, los sacerdotes y los profetas tenían que ser ungidos. Por lo tanto, esto significa que Jesús es el Salvador que tiene las tres responsabilidades: Jesús es Dios, el Rey de reyes, y el Señor de todas las huestes; Él es el Salvador y el Sumo Sacerdote del Cielo que ha borrado todos nuestros pecados con Su bautismo y con Su derramamiento de sangre sobre la Cruz; Él es el profeta que nos ha enseñado todo, desde el principio hasta el final de Su voluntad. Él fue fiel a estos tres servicios.
Ahora, llegamos a saber quienes son los anticristos. Son aquellos que no creen que Jesús es el Hijo de Dios, que está encargado de estas tres obligaciones: el Rey, el Sumo Sacerdote del Reino y el Profeta. Tales incrédulos que niegan al Padre y al Hijo son los enemigos de Jesucristo.
Para cumplir la voluntad de Dios Padre, Jesucristo recibió calladamente todas las burlas, los insultos e indignidades de la gente. Así Él nos dio Su infinito amor. Los verdaderos Cristianos son aquellos que creen en Dios y en las obras que Jesús ha hecho, y comparten la misma fe de Su amor de la salvación en el evangelio del agua y el Espíritu.
Pero el Demonio y sus hijos no solo tratan de no habitar en el amor de Cristo, sino que además lo rechazan y lo insultan. Aquellos que niegan a Dios Padre y rechazan que Jesús es el Salvador son los enemigos de Cristo. Y la gente que sigue a los falsos maestros que no han nacido de nuevo son los mismísimos anticristos. Se han convertido en los enemigos de Jesucristo ya que no creen en Jesús quién es el Salvador, el Rey de reyes, el Alfa y la Omega, y el abundante Dador de amor, vida, salvación, sabiduría, gracia y de todas las bendiciones.

¿Quienes son los enemigos de Jesucristo?
Ellos son aquellos que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu

El pasaje de la Escritura de hoy dice que los anticristos son aquellos que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Mantén en mente que ellos son los enemigos de Dios y de los verdaderos Cristianos. El que ellos no estén con nosotros muestra que básicamente no creen en Jesús y por lo tanto son Sus enemigos.
Los enemigos de Jesucristo son aquellos que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu en su corazón. La gente de este mundo esta predispuesta para convertirse en enemiga de Jesucristo si no le acepta a Él como su verdadero Salvador a través del evangelio del agua y el Espíritu. La Biblia afirma, “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lucas 6:26). Si la gente mundana te alaba, terminaras como enemigo del Señor. La gente de este mundo nos odiara si creemos en Su amor y seguimos la Verdad. Para ellos es natural dar cumplidos a aquellos que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, Dios les dice claramente a tales incrédulos, “Ustedes son Mis enemigos.”

¿Quién no sé unirá con la Iglesia de Dios?
Son aquellos que no creen en el evangelio dado por Dios del agua y el Espíritu.

En esta era actual, existe gente que ha abandonado la Iglesia de Dios. Pueden justificar su elección por varias razones, pero la verdad es que solo existe una razón cuando dejan la Iglesia de Dios, el cuerpo de Cristo. Se debe a que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la salvación que el Señor nos ha dado. Aquellos que saben que han llegado a ser uno con la familia de Dios al creer en el evangelio verdadero nunca podrán traicionar a Jesucristo. Desde luego, pueden pelear unos con otros, pero ningún de ellos se sale de la Iglesia de Dios.
Se debe a un problema de fe por lo que se alejan silenciosamente de la Iglesia de Dios. No se debe a que sean débiles por que lo hacen. Más bien, son tan fuertes en su propia voluntad o en sus pensamientos por lo que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu, y se oponen a el. Vemos que los santos más débiles e insuficientes en la Iglesia de Dios dependen más en Jesucristo y en Su Iglesia. Al igual que los niños dependen en sus padres, los hijos de Dios dependen de Su Iglesia. Se debe a que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que los incrédulos llegan a abandonar la Iglesia de Dios. ¿Qué hay con el estado de sus espíritus? Sus almas se sienten incomodas mientras habitan en la Iglesia de Dios porque tienen pecado en su corazón aunque profesan creer en Jesús. Así, que llegan a concluir, “Este no es mi lugar para quedarme y no es mi casa. Esta gente no es mi familia. Mi fe es totalmente diferente de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Yo más bien prefiero ir a un lugar en donde la gente apruebe mi fe. Es muy duro estar aquí un momento más.”
Es así como se dirigen hacia el mundo lejos de la Iglesia del Señor por no someter sus pensamientos ante Su Palabra. Eventualmente salen de la Iglesia de Dios por no creer en el evangelio del agua y el Espíritu del cual habla la Biblia. Nuestro Señor, el Profeta, ya nos ha enseñado el evangelio verdadero para nuestra salvación. Pero, ellos no han sido salvos de todos sus pecados ya que ni creen, ni siguen el evangelio del agua y el Espíritu como es. Esos enemigos de Dios rechazan el amor de Cristo y terminan corriendo de la Iglesia de Dios ya que no tratan de guardar Su amor en sus corazones; debido a que no admiten la Palabra de la salvación; y debido a que no creen que Jesús es el Salvador. La única razón para que ellos se separen de la Iglesia de Dios es que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Ellos, como resultado, se degradan a sí mismos ante los siervos de Satanás, debido a su propia fe que esta construida sobre sus propios pensamientos.
No pueden hacer otra cosa que separarse de la Iglesia de Dios debido a que son enemigos de Dios. No hay otra razón aparte de esa. Ellos se convirtieron en gente miserable que no hizo otra cosa que oponerse a Dios y a Sus santos cuando abandonaron Su Iglesia.
No podemos olvidar cada nombre y cada cara de los miembros de nuestra familia no importa por cuanto tiempo no los hayamos visto. En Corea, existen dos grandes festivales folklóricos en el cual todos los miembros se reúnen en la casa del jefe de la familia. Así que, durante esos tiempos, es normal que todos los Coreanos traten de regresar a la casa de sus padres a través del pesado trafico por toda la nación. ¿Por qué hacen eso? Se extrañan unos a otros por el apellido familiar. Aún existen muchas familias dispersadas debido a la guerra de Corea (1950-1953). Medio siglo ha pasado, pero no pierden la esperanza de encontrar nuevamente a su familia dispersada. ¡Cómo anhelan sus familias y sus pueblos! Se dice, “La sangre es más espesa que el agua.” Todo esto se debe a que ellos son una familia.
Ninguno de los nacidos de nuevo puede vivir solo. Ellos deben encontrar sus familias espirituales algún día y compartir el gozo dado por Dios unos con otros. Por lo tanto, si alguien abandona su familia por su propia voluntad, significa que el nos los considera más como su familia. Y aquellos que permanecen en la Iglesia de Dios deben saber que la razón por la cual tal gente no puede evitar separase de Su Iglesia se debe a su rechazo del amor de Cristo.

¿Quiénes son los enemigos de Cristo?
Son aquellos que no creen que Jesucristo es el Hijo de Dios. 

Ahora, el Apóstol Juan trata con los enemigos de Cristo en detalle. ¿Quiénes son los enemigos de Cristo? Él responde, “Son aquellos que no creen que Jesucristo es el Hijo de Dios. Ellos son los anticristos y los enemigos de Jesús.” Él dijo, en otras palabras, “Si alguien cree que Jesús es el Hijo de Dios, también cree en el Padre que lo envió. Pero si no es así, tampoco cree en Dios Padre ya que no cree en el Hijo. Por lo tanto, tal persona es un mentiroso y un anticristo.” Está escrito que muchos anticristos se levantaran en los últimos días, y esto ha sucedido en las comunidades Cristianas desde la Iglesia Primitiva hasta el Cristianismo actual.
Podrás pensar, “Cómo se atreve a decir eso entre Cristianos, ¡Existen aquellos que no creen que Jesús es el Hijo de Dios! Cada Cristiano cree de esta manera.” Pero, desafortunadamente, esta no es la situación. Vemos que la fe de los Cristianos de los países Europeos Occidentales ya ha sido quebrantada. Son los países en donde una vez el Cristianismo alcanzó su máximo nivel durante los últimos cuatro-cinco siglos. ¿Por qué la fe de los Cristianos Occidentales termina colapsándose? Si examinamos su fe actual, podemos descubrir que muchos de ellos no creen que Jesús es el Hijo de Dios. Ellos no pueden creer toda la Palabra de Dios debido a que no creen en esta Verdad básica.
También en la Iglesia Primitiva, existían muchos que no creían que Jesús era el Hijo de Dios.
¿Crees que Él es el Hijo de Dios? Para los creyentes, es más fácil creer que respirar. Pero, pero para una persona desconfiada, nada puede hacerle que crea. Tal persona se convierte en el enemigo de Cristo debido a su propia incredulidad, y eventualmente abandona la Iglesia de Dios.

¿Quién creó el universo y este mundo?
Jesucristo lo hizo. Junto con el Padre y el Espíritu Santo, Él creó el universo con el poder de Su Palabra.

En cada país, existen denominaciones Cristianas o sectas que no creen en Jesús como el Hijo de Dios. Sus miembros profesan públicamente su Cristianismo, aunque realmente no creen que Jesús es Dios Mismo y el Hijo de Dios. Dicen, “Jesús no es Dios, sino un ser humano. Meramente es un hijo de Dios, pero no el Creador. Él es un ser humano igual que nosotros.” Niegan completamente Su Divinidad. Dicen que Dios es una sola persona que sé llama ‘Jehová,’ y que no existe otro Dios como el Hijo o cualquier otro. ¡Que idea tan salvaje es esta! Deben ignorar la palabra ‘Jehová.’
‘Jehová’ significa ‘Yo soy el que soy.’ Dios se identifica a Sí Mismo como ‘Aquel que existe por Sí Mismo,’ y por consiguiente, Él no es Aquel que es hecho por otro ser. Por lo tanto, aquellos que no creen en Jesús como el Hijo de Dios son aquellos que no creen en Dios, el Padre de Jesucristo.
Dios Padre dijo, “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Por lo tanto, si alguien admite que Jesús es Dios, significa que también admite al Padre. Por otro lado, si alguien no cree en el Hijo, significa que también niega al Padre. Pero, desafortunadamente, muchos seudo-Cristianos sé levantaron, los cuales tienen esta clase de fe rara. Por lo tanto, el Apóstol Juan comenzó a explicar quienes eran los anticristos detalladamente.
Pensemos acerca de esto: “¿Realmente crees que Jesucristo es el Hijo de Dios?” Si, así lo creemos. Pero puede ser imposible para aquellos que no tiene el Espíritu Santo en sus corazones el creer esta Verdad. Jesucristo es nuestro verdadero Salvador. Ciertamente Él es el Hijo de Dios. Ciertamente Él es el Creador. Sin embargo, ellos no pueden creer en Jesús como lo dice la Biblia, ya que la Escritura dice, “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9). Podrán admitir que Jesús es el Hijo de Dios con sus labios, pero no podrán ser capaces de creer la Verdad en sus corazones cuando no saben que Él es su Señor, quién ha borrado todos sus pecados por el agua, la sangre y el Espíritu. La mayoría de los Cristianos, aunque profesan a Jesús muy bien con sus labios, realmente son escépticos acerca de la Verdad de que Jesús murió en la Cruz y fue resucitado, cuando tratan de creer en su corazón esta simple Verdad.
¿Porque es tan difícil para ellos creer? Se debe a que no han recibido la remisión de sus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creemos que Jesús nos ha salvado de todos nuestros pecados al recibir Su bautismo, morir sobre la Cruz y resucitando en tres días, fácilmente podemos creer que estamos muertos juntamente con Jesús y nos levantaremos nuevamente con Él debido a que hemos pasado todos nuestros pecados a Él por fe. Pero, aquellos, que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu no pueden creer el hecho que morirán y se levantaran cuando tratan de aplicar esta Verdad a sí mismos. Si tratan de creer esto con su propia voluntad, se vuelven más escépticos. Alguien que no tiene el Espíritu de Cristo no puede creer que Jesús es el Hijo de Dios y Dios Mismo.
En la Era de la Iglesia primitiva, los Judíos no creían que Jesús era el Hijo de Dios. Solo pensaban que Él era una persona respetable. La mayoría de los Israelitas de hoy piensan así. No aceptan a Jesús como su Salvador. Es por ello que han sufrido muchas tribulaciones. Pero, ellos creerán que Jesús es el único Salvador que los protegerá y los guiara al Cielo, cuando venga el Anticristo y destruya a Israel. Entonces, ellos admitirán que Jesús es el Hijo de Dios, Dios Mismo, el Salvador, y el mismísimo Mesías que vendría.
En la iglesia en donde ministraba el Apóstol Juan, había gente que no tenía la misma fe que tenía él. Eventualmente dejaron la Iglesia de Dios. Juan explicó que su obra era manifestar que ellos no compartían la fe con él. Por lo tanto, él advirtió a sus compañeros santos que tuvieran cuidado con los anticristos, esto es, los enemigos de Dios y de su fe.
1 Juan 2:20 afirma, “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” Este pasaje quiere decir que cualquiera que ha recibido la remisión de los pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu recibe el Espíritu Santo, y que con la ayuda del Espíritu Santo, él sabe todas las cosas –que Jesús es el Hijo de Dios y es Dios Mismo, que Su Padre también es nuestro Padre, y que Él se convirtió en nuestro Salvador y Señor al venir a este mundo, recibir Su bautismo para tomar nuestros pecados, derramando Su sangre hasta morir sobre la Cruz, y levantándose de entre los muertos.
Ahora, tú y yo hemos sido ungidos en nuestro corazón. Cristo significa ‘el Ungido,’ y ahora somos verdaderos Cristianos que hemos sido ungidos por el Espíritu Santo. Nosotros, los Cristianos nacidos de nuevo, hemos recibido la remisión de los pecados. Como resultado de ello, recibimos el morar del Espíritu Santo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, igual que Jesús fue ungido por el Espíritu Santo. Por lo tanto, llegamos a saber todas las cosas: Llegamos a saber quién es Jesús; Quién es el Padre de Jesucristo; Lo que es el evangelio del agua y el Espíritu. Ahora podemos discernir el evangelio verdadero del falso.

¿Cual es el propósito del Apóstol Juan para escribir su primera Epístola?
Es para que aquellos que conocen la Verdad no sean engañados.

Ahora, el Apóstol Juan esta preguntando cuál es el propósito para escribir 1 Juan: “No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad” (1 Juan 2:21). Cuando él menciona este pasaje, implica que hay muchos incrédulos, en otras palabras, los enemigos de Dios en Su Iglesia. Así, él advierte que los santos deben mantenerse al cuidado de los enemigos de Dios para que no sean engañados. En concreto, el tema principal de 1 Juan es para que los verdaderos santos no sean engañados por los anticristos que llegaron a la Iglesia de Dios silenciosamente y habitaron entre los nacidos de nuevo.

No debemos convertirnos en los enemigos de Cristo. Entonces, ¿cómo podemos prevenir que nosotros mismos nos convirtamos en Sus enemigos?
La única forma para que nosotros no seamos Sus enemigos es creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.

1 Juan 2:22 dice, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” ¿Quién, dice la Biblia, que es un mentiroso? Se dice que un mentiroso es aquel que niega al Padre y al Hijo. Aquel que niega que Jesús es el Cristo es el mismísimo anticristo y el mentiroso.
Jesús, el Hijo de Dios y el Rey de reyes, vino a este mundo en semejanza de hombre, y nos enseñó toda la Verdad: Él nos enseñó el principio y el fin del universo; cómo recibir la remisión del pecado; y como ser bendecido o maldecido. Él nos ha salvado de todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y al derramar Su sangre sobre la Cruz. Por lo tanto, aquellos que niegan que Jesucristo llegó a ser nuestro verdadero Salvador al ser bautizado y al derramar Su sangre, ellos son los mismísimos anticristos. Ellos son los que niegan al Padre y al Hijo. 
El Señor dijo, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Sin embargo, existen aquellos que niegan esta Verdad. La palabra ‘negar algo’ significa ‘no creer algo aunque lo conoce.’ Tal persona es el mismísimo anticristo, esto es, el enemigo de Jesucristo.
Tenemos que creer en Jesucristo. No debemos oponernos a Él ni convertirnos en Sus enemigos. Puede ser que alguna vez te conviertas en enemigo de un amigo o de los miembros de tu familia. Pero, una vez que te conviertes en enemigo de Jesucristo, entonces recibirás condenación eterna de Él. No habrá forma de que recuperes tu fe, y solo calamidad y maldiciones té aguardarán desde la vida presente hasta la vida futura. Es por ello que no debes convertirte en un enemigo de Jesucristo, y para evitar que ocurra eso, tienes que creer en Él: tienes que creer que Jesús es el Cristo, que Él vino como el Rey, como el Profeta y como el Sumo Sacerdote; y que Él nos salvó a través del evangelio del agua y el Espíritu. Cualquiera que no crea esto no pude evitar convertirse en Su enemigo.
También está escrito, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). ‘Recibirle’ significa ‘creer en Él,’ mientras que ‘negarle’ significa ‘no creer en Él.’
Él dejó Su Gloria en el Cielo, y se hizo carne para salvarnos, a la humanidad, de todos nuestros pecados. Durante Sus 33 años de vida sobre esta tierra, habiéndose compadecido de nuestras debilidades, Él fue bautizado, crucificado y resucitado de entre los muertos para cumplir nuestra salvación. ¿Cómo, entonces, no creer en Él? ¿Por qué razón podemos negarle a Él? ¿Por qué excelencia te vuelves arrogante y le niegas a Él? No tengo idea del porqué la gente de este mundo es demasiado arrogante para no creer en Jesús.
Estábamos condenados a ir al infierno, pero Jesús sé compadeció de nosotros y sé ofreció a Sí Mismo como la propiciación por nuestros pecados. Para hacernos sin pecado e hijos de Dios a quienes viviremos felizmente con Él en Su Reino, Él vino a este mundo, fue bautizado y murió sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos para darnos Su perfecta salvación. ¿Cómo, entonces, no creer en Él? Puede que no creas en Él si te crees grande y poderoso que te crees capaz de entrar en el Cielo por ti mismo, pero si no, yo espero que creas en Él. Esta es la única manera para que te conviertas en Su enemigo.

¿Quién niega que Jesús es el Hijo de Dios?
Lo hacen los enemigos de Jesucristo. Ellos no creen que Él es Dios.

1 Juan 2:23 dice, “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.”
Si no lo niegas y crees que Jesús es el Hijo de Dios, y que Él te ha salvado de todos tus pecados al tomarlos con Su bautismo, Su muerte sobre la Cruz y Su resurrección de entre los muertos, entonces, el Padre de Jesús se convierte en tú Padre. Escrito está, “El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.” Por lo tanto, tú y yo primero debemos reconocer al Hijo. ¿Reconoces que el Hijo de Dios es el verdadero Salvador tuyo y mío? ¿Crees que Él nos ha salvado al borrar todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo? –Si.– Si no crees esto, entonces tú eres el enemigo de Dios y un anticristo.
Entre los teólogos de la actualidad, existen muchos que discuten que Jesús no es Dios, y que creer en Él no es el único camino para entrar al Cielo. Insisten en que cada religión tiene su propio camino a la salvación. Los llamamos los religiosos pluralistas del Cristianismo. El diacono de un seminario teológico famoso en Corea una vez dijo que Jesús realmente no había resucitado. Esto significa que Él no es el Hijo de Dios y no es Dios Mismo. Francamente hablando, tal gente es la que no cree en Él. Piensan que Jesús fue simplemente un revolucionario. Realmente, existen muchos teólogos que piensan que Jesús es un revolucionario muy respetable o un filosofo muy honorable. Ellos son los que públicamente niegan a Jesucristo.
Por lo tanto, Juan el Apóstol dice en la Escritura de hoy, “Realmente conócemos la Verdad. Si existe alguna gente que no cree en el Hijo de Dios, ellos son los mismísimos anticristos y los enemigos de Dios quienes también niegan al Padre. Ellos saldrán para manifestar que ninguno de ellos es de nosotros. Debido a que conocemos la Verdad, podemos aprender una buena lección de tales incidentes, y no seremos engañados por ellos y compartir su fe.” Debemos saber que también nos convertiremos en anticristos si no creemos en Jesús como el Hijo de Dios.
El Apóstol Juan declara más adelante, “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5:4-6). Por lo tanto, si no creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, en otras palabras, nos convertiremos en enemigos de Dios.

¿Cual es el mismísimo evangelio que los Apóstoles escucharon desde el principio?
Es el evangelio que vino por el agua, la sangre y el Espíritu.

Juan dice, “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (1 Juan 2:24). Entonces, ¿qué es aquello que oímos desde el principio? Para tener la respuesta correcta, necesitamos examinar primero el pasaje de 1 Juan capitulo 5.
1 Juan 5:4-8 afirma, “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.”
Escrito está, “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” Este pasaje significa que si Jesús no es verdaderamente el Hijo de Dios, todo lo que Él ha hecho por nosotros sobre esta tierra no significaría nada: Que Él fue bautizado, crucificado y resucitado de entre los muertos se nulifica, y no tiene nada que ver con nosotros.
Sin embargo, la verdadera Palabra de Dios dice que Dios Padre amó tanto al mundo que Él dio a Su Hijo Unigénito para salvarnos de todos nuestros pecados; Él hizo que Su Hijo sé bautizara, lo crucificaran y resucitara en orden para borrar los pecados del mundo. Ya que así, Él nos ha liberado de la destrucción y nos dio vida eterna. Por lo tanto, debemos creer que Jesús es el Hijo de Dios.
Jesús no es Dios Padre. Existe el Padre de Jesús. Jesús es el Hijo de Dios, pero Él es el Creador. Él es el Dios Creador en Su habilidad y estatus. Sin embargo, Él abandono Su glorioso prestigio, vino a este mundo en semejanza de hombre, y nos salvó con el agua, la sangre y con el Espíritu Santo. “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre.” Jesucristo nos ha salvado al venir por el agua y por la sangre.

¿Cómo vino el Hijo de Dios a ti y a mi?
Él vino por agua y sangre.

Entonces, ¿qué significa “Él vino por el agua, la sangre y el Espíritu?” Esto significa que Jesucristo, el Hijo de Dios, nació en este mundo en semejanza de hombre, recibió el bautismo de Juan el Bautista para tomar todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo, y salvó a la humanidad de todos nuestros pecados muriendo sobre la Cruz.
Esta es la salvación que Jesús nos ha dado al venir por el agua y la sangre. Queridos compañeros Cristianos, ¿cómo vino Jesús a nosotros? ¿Vino Él por el agua y la sangre? Sí, Él vino por el agua y la sangre. ¡Aleluya!
Jesucristo es nuestro Salvador. Él vino a nosotros por el agua, la sangre y el Espíritu. Así que la Biblia dice, “no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.”
¿De que da testimonio el Espíritu Santo? Da testimonio de la Verdad que Jesús vino por el agua y la sangre para salvarnos de todos nuestros pecados. ¿De que dan testimonio en acuerdo el agua, la sangre y el Espíritu Santo? Los tres dan testimonio de la Verdad que hemos sido salvados por el bautismo de Jesús y Su muerte sobre la Cruz. Cuando tenemos fe en el evangelio del agua y Espíritu, en otras palabras, cuando creemos en el Hijo de Dios quien vino por agua y sangre, somos sellados con la fe correcta en nuestro corazón por el Espíritu Santo.
Dios Padre envía el regalo del Espíritu Santo a aquellos que reciben la remisión de los pecados creyendo en Jesús, quién vino por el agua y la sangre, como su Salvador. Por lo tanto, escrito está, “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” ¿Cuál es la evidencia que da testimonio de nuestra salvación? ¿Qué es lo que oímos desde el principio? Ellos son, “el Espíritu, el agua y la sangre.” Cuando creemos en Jesús que vino por agua y sangre, podemos creerle a Él como el Hijo de Dios y como nuestro perfecto Salvador. Cuando creemos que Jesús fue bautizado, murió sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos para salvarnos de todos nuestros pecados, el Espíritu Santo junto con Dios Padre nos hizo saber la fe correcta en nuestro corazón.
Dios Padre da el regalo del Espíritu Santo cuando recibimos la remisión de los pecados por fe. Esta es la unción del Espíritu Santo. Nosotros somos aquellos que hemos sido ungidos por el Espíritu Santo, y por lo tanto, hemos llegado a ser los hijos de Dios.

¿Cual fue el evangelio que los Apóstoles nos pasaron?
Fue el evangelio del agua y el Espíritu en el cual creemos ahora.

“Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (1 Juan 2:24). ¿Qué es aquello que hemos oído desde el principio? Es Jesucristo quién vino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo. El Apóstol Juan da testimonio que nuestra salvación ha sido realizado por el agua, la sangre y el Espíritu. Este es el evangelio que el Apóstol Juan predicó desde el principio.

¿Que significa el bautismo que Jesús recibió de Juan?
Significa que Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo de una vez por todas.

También el Apóstol Pedro dijo, “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). Por lo tanto, podemos confirmar que el evangelio original que predicaban los Apóstoles desde el principio es el evangelio del agua y el Espíritu. Es el evangelio del bautismo de Jesús y de Su sangre sobre la Cruz. Cuando creemos esto, llegamos a recibir el regalo del Espíritu Santo.
En Hechos 2:38, el Apóstol Pedro dijo, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Los Judíos de ese tiempo podían recibir la remisión de los pecados, por lo tanto, ellos recibían el regalo del Espíritu Santo cuando admitían sus malas acciones, se arrepentían de sus caminos de fe, y creían que Jesús el Hijo de Dios había tomado todos sus pecados con Su bautismo y había pagado toda la deuda por los pecados al morir sobre la Cruz. El evangelio del agua y el Espíritu es el único evangelio verdadero que los Apóstoles predicaban desde el principio. Bienaventurados aquellos que también creen en este evangelio original. Dios Padre nos ha sellado a nosotros los verdaderos creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu, y nos protege hasta que lleguemos al Reino del Cielo.
Ahora, Juan el Apóstol sinceramente nos exhorta a todos nosotros, “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros” (1 Juan 2:24). Tú y yo debemos dejar que el verdadero evangelio habite en nuestro corazón, el cual oímos desde el principio. Este es el único evangelio verdadero que nunca cambiara o se anulara. ¿Cómo sabemos que el evangelio del agua y el Espíritu es el evangelio original que escucharon los Apóstoles desde el principio? Se debe a que los Apóstoles Juan, Pedro y Pablo confesaron comúnmente su fe en este evangelio verdadero y original (1 Juan 5:3-7, 1 Pedro 3:21, Romanos 6:1-3, Gàlatas 3:27).
Los Apóstoles recibieron la remisión de los pecados cuando escucharon y creyeron solamente en el evangelio del agua y el Espíritu. Y nosotros también podemos recibir el Espíritu Santo cuando somos limpiados en nuestro corazón creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. El Espíritu Santo no viene con un sentimiento de fuego ardiente. Él desciende en el corazón de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Dios Padre envía el Espíritu Santo a los corazones de los creyentes y los sella con el Espíritu Santo. Ya que así, tu y yo también llegamos a estar sin pecado y pudimos entender lo que la Palabra de Dios realmente significaba con Su ayuda.
Juan continuo, “Os he escrito esto sobre los que os engañan” (1 Juan 2:26). Él señalo que había gente que trataba de engañar a los santos de la Iglesia Primitiva. Es por ello que trató de recordarles el evangelio verdadero que fue oído desde el principio una y otra vez. Fue para permitir que el verdadero evangelio del agua y el Espíritu permaneciera firme en sus corazones, y que ningún mentiroso los pudiera engañar más. Ahora, estoy seguro que puedes entender porqué el Apóstol Juan dijo a sus santos compañeros, “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” Y él continua enseñándoles, “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2:27). Ahora, necesitamos que una cosa habite en nosotros, y es el amor de Dios que nos trajo la vida eterna.

¿Cómo nos salvó el Señor de nuestra confusión, vacío, y tinieblas?
Él nos salvó de nuestra confusión, vacío y tinieblas con el evangelio del Agua y el Espíritu.

La Biblia claramente afirma que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo. Esta Verdad es hablada constantemente a nosotros desde la Creación.. La Biblia nos dice en Génesis 1:1-3 la salvación de Cristo: La luz estaba brillando sobre la tierra que estaba sin forma, vacía y en tinieblas. La Luz es Jesús Mismo y Su amor (Juan 1:1-10). Dios nos ha dicho acerca del verdadero evangelio desde el principio.
Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos sido enseñados con los falsos evangelios desde el principio debido a que han existido muchos falsos predicadores con la fe equivocada. La mayoría de nosotros ni siquiera habíamos escuchado que había un evangelio del agua y el Espíritu desde el principio. Solíamos tener fe solamente en la sangre de la Cruz. Pero, francamente hablando, tal fe no podía limpiar todos los pecados de nuestro corazón. En concreto, la mayoría de nosotros solíamos tener una fe mal dirigida y no sabíamos que Jesús había limpiado todos nuestros pecados con el agua, la sangre y el Espíritu Santo.
No debemos guardar tales falsos evangelios en nuestro corazón. Queridos compañeros Cristianos, el pasaje “lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros” no significa que debas guardar el falso evangelio que escuchaste desde el principio. La única forma en la que puedes tener nueva vida y habitar en Dios Padre es morando en el evangelio del agua y el Espíritu. Si escuchaste el evenagelio verdadero que te permitió habitar en el Padre y en el Hijo, entonces debes tenerlo en mente desde que lo escuchaste por primera vez. Hemos sido capaces de habitar en el amor de Cristo desde el mismo momento en que ciertamente nacimos de nuevo por el agua y el Espíritu.“Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros” significa, por lo tanto, que debemos guardar el evangelio del agua y el Espíritu desde la primara vez que escuchamos y verdaderamente recibimos la remisión de los pecados creyendo en ello con nuestro corazón.
El Apóstol Juan eventualmente habló del amor de Cristo que había venido por el evangelio del agua y el Espíritu, aunque usó varias expresiones. En el amor de Cristo, Dios nos ha dado vida eterna, Su salvación perfecta, y nos convirtió en Su familia y en Su pueblo. Él nos ha dado todas estas bendiciones dentro del amor de Jesucristo.
Existen muchos mentirosos que tratan de engañarte con sus falsas enseñanzas. Son del poder secreto de la ilegalidad (2 Tesalonicenses 2:7) que trata de arrastrarte hacia los caminos de la destrucción. Debes rechazarlos a ellos y a sus enseñanzas por fe para que no seas engañado. Si verdaderamente habitas en el amor de Cristo teniendo fe en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces podemos rechazar toda clase de mentiras en este mundo; podemos discernir todas la mentiras desde la Verdad, lo que es malo y lo que es bueno, cuando los examinamos desde la perspectiva del amor de Cristo que ha venido por el evangelio del agua y el Espíritu.
Sin embargo, no podemos discernir entre la Verdad y las mentiras con nuestra propia voluntad o pensamientos aparte del amor de Jesucristo. Si el amor de Dios no habita en nuestro corazón, no podemos mas que depender en nuestros propios pensamientos, y discriminar las mentiras de la Verdad. En el amor de Cristo está la Verdad, la salvación, la vida eterna, y todas las demás bendiciones del Cielo.

¿Conque desvían a la gente los engañadores?
Desvían a la gente con los falsos evangelios, los cuales no son la Verdad.

El Apóstol Juan dice, “Os he escrito esto sobre los que os engañan” (1 Juan 2:26). Los engañadores están enseñando los evangelios falsos aparte del verdadero evangelio del agua y el Espíritu. Realmente, los evangelios falsos que predican no tienen nada que ver con el evangelio. Ellos abogan la hipótesis a su propia manera. Han desarrollado su propia lógica con sus pensamientos separados de la voluntad e Dios y del amor de Cristo.
Sin embargo, aquellos que habitan en el amor de Cristo no insisten en su propia justicia, sino predican el amor de Dios y esparcen la Palabra de la Verdad de Dios. En Su amor, el Señor nos ha dado remisión eterna de los pecados y el autentico amor entre hermanos y hermanas. En el amor de Cristo, debemos discernir la Verdad, el amor verdadero y el verdadero evangelio, y creerlo para unirse a Cristo y los unos con los otros.
Si tenemos todo lo que necesitamos, pero no tenemos el amor de Dios que vino por el evangelio del agua y el Espíritu, entonces, esto significa que no tenemos nada. No importa que tan bien memoricemos los pasajes en la Biblia, que tan bien prediquemos la Palabra de Dios, si no sabemos como Jesucristo nos ha amado y salvado con el evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando amamos las almas perdidas así como a los hermanos y hermanas en Cristo con Su amor, podemos compartir una verdadera comunión unos con otros, unirnos unos con otros, y recibir las bendiciones de Dios. Pero por el amor de Cristo, no nos da una ganancia. Para nosotros, el evangelio del agua y el Espíritu mismo es el amor de Cristo. Verdad, salvación y el amor de Cristo no son tres cosas diferentes. En Su amor, todo ha sido realizado.

Entonces, ¿aquel que ha recibido el Espíritu Santo no necesita mas enseñanza?
No. Él debe aprender y ser enseñado por los predecesores en la fe.

El Apóstol Juan continua en 1 Juan 2:27-28, “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.” Este pasaje significa, “Solo la unción, la cual es verdadera y no es mentira, les enseña todas las cosas que interesan, por lo tanto, tienes que habitar en el Señor, así como te ha enseñado.” Aquel que nos unge es el Espíritu Santo. Él viene al corazón de aquellos que nacen de nuevo por el agua y el Espíritu, y enseña y nos guía a todas las cosas que interesan. Su enseñanza no es mentira, sino verdadera; por lo tanto, tenemos que habitar en el Señor como hemos sido enseñados.
Entonces, algunos pueden pensar, “Ahora el Espíritu Santo habita en nuestro corazón, los nacidos de nuevo, y nos enseña todas las cosas, por lo tanto, ¡No tenemos que aprender de nadie! ¡Aprender algo de otros solo puede hacer que me desvié!” Este no es el caso. Desde luego, cada uno de los nacidos de nuevo ha recibido el Espíritu Santo. Pero debido a que los más jóvenes espiritualmente aún no pueden distinguir las cosas espirituales de las carnales, deben aprender de sus predecesores en Cristo. Ellos pueden aprender y enseñar unos a otros ya que tienen el Espíritu Santo en sus corazones. Pero no pueden enseñar aquellos que no conocen el amor de Cristo y cuyos corazones están engañados por los falsos maestros. Y los nacidos de nuevo no pueden aprender ninguna verdad de aquellos que todavía no nacen de nuevo.
Hace mucho tiempo, conocí a un pastor que estaba trabajando para IVF, un ministerio universitario, y compartimos la Palabra de Dios en la casa del Pastor Samuel Kim. Él no había nacido de nuevo. Cuando el Pastor Kim y su esposa dieron testimonio ante el pastor de cómo habían nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, él me retó con el pasaje anterior, diciendo, “Aquí la Biblia dice que el ungido no necesita ser enseñado. Entonces, ¿no tienes nada que enseñarles a estos dos, correcto?” Él quería decir que no había nada más que enseñar y compartir comunión con el Pastor Kim y su esposa.
Pero el pasaje de 1 Juan 2:27 no significa eso. Aquellos que han nacido de nuevo no necesitan aprender más las mentiras de los falsos maestros, pero ahora es imperativo para los recién nacidos de nuevo que aprendan la Verdad en detalle de sus predecesores que han nacido de nuevo antes que ellos.
Este pasaje explica que debemos aprender la Verdad de la Palabra después de venir ante el amor de Cristo. Pero no necesitamos más aprender las mentiras. Tenemos que aprender cada detalle único en lo que concierne a la Verdad del evangelio dela agua y el Espíritu desde el momento en que llegamos a conocer el amor de Cristo. Pero no tenemos nada que aprender de los engañadores que no conocen el amor de Cristo. En otras palabras, los nacidos de nuevo no tienen nada que aprender de aquellos que no han nacido de nuevo, y estos pecadores no tienen nada que enseñar a los justos que han recibido al Espíritu Santo.
Algunos narcisistas, que no han nacido de nuevo, ni siquiera se dan cuenta porque no pueden enseñar a nadie ni hacer nada más que hablar enfermamente de nosotros, diciendo, “¡Qué insensatez! ¡No existe un currículo, ninguna facultad! ¿Qué enseñan y que aprenden en un lugar en donde ni siquiera enseñan la historia del Cristianismo?” Yo puedo decirle a esa gente firme y atrevidamente que la razón por la cual no pueden enseñar esa basura de ‘las llamadas’ figuras grandes del Cristianismo como Calvino, Lutero, Mateo Enrique, Darby o Spurgeon, se debe a que sus enseñanzas y sus doctrinas expresamente carecen de significado y están llenas de mentiras.
Solo la Verdad de la Palabra que nos guía a nacer de nuevo vale la pena aprender y enseñar. Debemos enseñarla. El no enseñarla es una gran maldad ante Dios. Es por ello que yo nunca he enseñado tal basura de este mundo a los nacidos de nuevo. Acabo de abrir la Biblia y compartir la Palabra de Dios que nos guía a nacer de nuevo, nos hace libres de todos los pecados y nos unge con el Espíritu Santo.

¿Dónde habita el Espíritu santo?
Él habita en los corazones de aquellos que concretamente recibieron la remisión del pecado.

El Espíritu Santo habita en los corazones de aquellos que han recibido la remisión de los pecados. Él solo obra dentro de la Palabra de Dios. Él también obra en la fe de aquellos que llevan el amor de Cristo, esto es, que dan testimonio de la salvación de Dios revelada en el amor de Cristo. Al vivir en nuestro corazón, Él nos ayuda a entender la Palabra de Dios cuando la escuchamos, y nos motiva a predicar la Palabra a otras almas. Él desea que entendamos la voluntad de Dios total y correctamente.
El Espíritu Santo nos enseña la Verdad de la Palabra escrita en la Biblia, y hace que la entendamos. Así, Él nos salva creyendo en ella y nos dice que prediquemos la Verdad de la Palabra por fe. Él hace que vivamos de acuerdo a la Palabra, y a rechazar lo que tenemos que rechazar de acuerdo a la Verdad. Él obra toda cosa buena dentro y de acuerdo a la Palabra de Dios.
Queridos compañeros santos, ¿han nacido de nuevo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu? Entonces, tienes que aprender más acerca de todos los pasajes de la Biblia, ser guiado más detalladamente, ser más amado en Su Iglesia, y recibir más amonestaciones y reprensiones. Así, yo estoy enseñando a mis queridos compañeros creyentes, obreros y ministros con una orientación doble. Una es el amor de Dios, y la otra es una instrucción estricta.
Cuando mis compañeros creyentes necesitan ser enseñados con edificación estricta, entonces lo hago estrictamente sin dudar. Con la Palabra de Dios, los reprendo tan severamente como puedo. Siempre que me encuentro con un creyente necio en mi congregación, lo reprendo para hacerlo humilde ante Dios. No es porque lo odie, sino es para hacerle conocer el amor de Cristo. Yo puedo ser severo con tales discípulos debido a que mi corrección está basado sobre el amor de Cristo. Por lo tanto, cuando necesitamos disciplinar a nuestros discípulos y queremos hacerles saber la Verdad, nosotros, los lideres, debemos practicar está disciplina dual.
Cuando mis discípulos están cansadísimos, y van a abandonar sus vidas de fe, no los encaro con una mirada estricta. En tales casos, yo me siento y me disculpo con ellos, aunque yo no tenga nada que ver con su situación o con sus debilidades. Consuelo sus aflicciones y dificultades para que ellos puedan estar firmes de nuevo sobre el amor de Cristo, y que procedan firmes y con inteligencia mientras que a la vez son motivados por el amor de Cristo. No puedo hacer esto con mis propios sentimientos o voluntad, sino con el poder de Su amor que nos guía y enseña a vivir por Su Palabra. ¿Acaso no sé sacrificó a Sí Mismo para salvarnos debido a que Él así nos amó? Ahora creemos que Él mostró Su amor por nosotros reconciliándonos con Dios por siempre. Por lo tanto, algunas veces los lideres encaran a sus seguidores con una mirada amable, y algunas veces con una disciplina severa para sus almas, debido a que los lideres creen que este es el corazón de Cristo y es Su amor. Y que al hacer esto, podemos unirnos con Su voluntad hacia nosotros, los nacidos de nuevo.
El Apóstol Juan sabe que el Espíritu Santo habita en los corazones de los santos y de los siervos de Dios. Por lo tanto, él dice que no necesitan ser enseñados por gente mundana, ya que el Espíritu Santo nos enseña todas las cosas concernientes a la Verdad.
Y el Espíritu Santo es verdad y no miente. Él da testimonio a nuestra fe igual que cuando creímos en la Palabra de Dios tal como es. Él nos hace saber si estamos bien o mal, o cuando creemos correcta o equivocadamente. Él nos hace sentir incómodos cuando nos desviamos de nuestra fe. Es por ello que algunas veces nos sentimos muy incómodos. Pero, Él nos da paz y gozo en nuestro corazón cuando nos damos vuelta de nuestra fe equivocada y creemos correctamente. Realmente Él lo hace.
Queridos compañeros santos, tenemos que habitar en el amor de Cristo. Nuestros ministros, hermanos y hermanas, esto es, todos los justos, deben habitar en el amor de Jesucristo. ¿Qué elementos distintivos existen en nosotros? ¿Es beneficioso que nosotros nos luzcamos unos con otros?
Hemos llegado a ser una familia, a pesar de nuestra propia voluntad, al recibir la remisión de los pecados en el evangelio del agua y el Espíritu. Y esta nueva relación familiar de fe es más hermosa que cualquier otra relación en este mundo. Nosotros, que pertenecemos a una familia en el amor de Cristo, estamos tejidos con confianza, amor y amistad pura. Sin Su amor, no podemos llegar ser uno. Llegamos a ser hermanos y hermanas por el amor de Cristo. Pero sin Su amor, no tendríamos nada que ver unos con otros, no somos nada desprovistos de Su salvación. Tenemos que habitar en el amor de Cristo como nos dijo Juan, “Habita en Él.” Esta es la fe autentica, y la fe que debemos guardar especialmente durante estos últimos días.

¿Cómo debemos vivir nosotros que tenemos el Espíritu Santo?
Debemos vivir nuestras vidas de fe amándonos unos a otros y predicando la verdad de la salvación.

En estos tiempos finales, aunque el conocimiento y la tecnología aumentan, no existen muchos que prediquen el evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, debemos predicar más efectivamente usando el conocimiento y la tecnología para el evangelismo.
Ahora, toda la gente de este mundo tienen sed por el amor de Cristo. No existe tal cosa por ningún lado como el verdadero amor. Muchos Cristianos, que profesan ser nacidos de nuevo, pero que no lo son, lastiman con los falsos evangelios a aquellos que tienen el verdadero evangelio. Algunas veces yo me enojo, pero he decidido ser indiferente a partir de ahora. Todas sus perversas acciones saltan de las tinieblas: Ellos están invadidos en tinieblas debido a que no habitan en el amor de Cristo. Sabemos porque hacen tales cosas, y por lo tanto, no necesitamos discutir los pros y los contras de sus extrañas conductas.
Si estamos en el amor de Cristo, podemos vivir harmónicamente con los otros santos amando y entendiéndonos los unos a los otros. Voluntariamente no queremos vivir así, pero sabemos que tal vida es la más maravillosa y de bendición en este mundo. Tenemos verdadera fe ya que hemos recibido el amor de Cristo, podemos perdonarnos los errores unos a otros porque hemos recibido la remisión de nuestros pecados por el amor de Cristo, el evangelio del agua y el Espíritu, y podemos vivir la vida más digna y benevolente que predica el verdadero evangelio y sé ocupa de las almas. Primero debemos tener el amor de Cristo para poder caminar en Cristo y permanecer habitando en Él.
Debemos tener el amor de Cristo. Debemos rumiar cada día en el amor de Jesús, quién ofreció Su propio cuerpo, para mostrarnos Su amor incondicional: Debemos imaginar de nuevo la figura de Jesús quién fue bautizado en el Río Jordán; debemos imaginar de nuevo Su figura que sufrió tribulaciones más allá de cualquier descripción sobre la Cruz; debemos meditar de nuevo sobre la fe que el Jesús resucitado ya que nos guiará al Reino del Cielo. 
Siempre que cometemos pecados debido a nuestras debilidades, no podemos evitar estar más agradecidos por Su amor de la salvación, el cual es revelado en el evangelio del agua y el Espíritu, experimentamos que el brote del amor está creciendo en nuestro corazón cuando sabemos, creemos y aceptamos el amor de Cristo en el corazón. Y veremos el gran árbol del amor en nosotros cuando vivamos nuestras vidas mientras predicamos Su amor. Si hacemos eso, nunca seremos avergonzados ante Él en Su venida. No viviremos vidas en desgracia mientras tengamos ese amor. Es por ello que el Apóstol Juan nos exhorta a habitar en el amor de Jesús.
Debemos habitar en amor, el cual no es otra cosa que el amor de Cristo. Este amor no se refiere al amor carnal o al amor humanístico. Tenemos que estar en Su amor. Tenemos que trabajar en Su amor, amarnos unos a otros en Su amor y predicar el evangelio en Su amor. Ciertamente estamos sirviendo al Señor en Su amor. Hacemos mucho en nuestros hermanos y hermanas, y entonces les amamos en Su amor. Por lo tanto, cuando hacemos todas las cosas en el amor de Cristo, llegamos a recibir las bendiciones de Dios más abundantemente, planeamos hacer obras espirituales mayores, y nos entregamos nosotros mismos a esparcir el gran amor de Jesús. Es por ello que el Apóstol Juan nos aconseja vivir en el amor de Cristo. ¡Aleluya!
En los días de Juan, alguna gente en su iglesia trató de engañar a los nacidos de nuevo, que creían en el evangelio del agua y el Espíritu y habitaban en el Señor. En los días del Apóstol Pablo, también había algunos que perturbaban a los santos y deseaban pervertir el evangelio de Cristo (Gàlatas 1:7). Ellos crearon y predicaban los otros evangelios, los cuales afirmaban, “Debemos hacer oraciones de arrepentimiento siempre que pequemos, limpiarnos nosotros mismos con tales oraciones, y por lo tanto, debemos santificarnos a nosotros mismos deshaciéndonos inmediatamente de la inmundicia que hay en nuestras vidas.”
El Apóstol Juan llamó a tales personas los enemigos de Dios quienes trataban de engañar a los santos. Ciertamente, sus doctrinas han confundido y destruido nuestra fe en concreto hasta ahora. Por lo tanto, Juan nos recordó y nos advirtió que tales anticristos serían muy peligrosos a nuestra fe, diciendo, “Tienes que habitar en el Señor como yo te enseño desde el principio.”

¿Quién puede habitar en el Señor?
Son aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu.
 
1 Juan 2:28 dice, “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.” Juan dice que si habitamos en el evangelio del agua y el Espíritu, tendremos gran confianza y no seremos avergonzados ante el Señor cuando Él venga de nuevo. Por otro lado, aquellos que no habitan en Él terminarán como enemigos de Dios.
Cualquiera que cree que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador es alguien que ya ha recibido la perfecta salvación por fe. Son los poseedores de una fe infinitamente fuerte y valiosa.
Desde luego, algunas veces caemos en tinieblas. Pero, si habitamos en el Señor, las tinieblas pronto se alejan de nuestro corazón. Podremos caer en errores, o algunas veces repetir el mismo error una y otra vez, pero el punto clave es si habitamos en Él o no. Escrito está en Juan 15:7, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Dios prometió responder todas nuestras promesas si habitamos en Jesucristo y pedimos Su ayuda teniendo fe en Su Palabra en nuestro corazón. Dios me ha respondido hasta ahora, si mi petición no era con un propósito malvado, y Él escuchará mis oraciones constantemente.
Lo que hace que tengamos una fe que no nos avergüenza es porque habitamos en el evangelio del agua y el Espíritu. Es, en otras palabras, habitar en Cristo. Creer en el evangelio del agua y el Espíritu es la fe que hace que habitemos en el Señor, y esta fe es la sabiduría que evita que nos convirtamos en Sus enemigos. Si no habitamos en Jesucristo, ciertamente nos convertimos en Sus enemigos. ¿Quiénes son los enemigos de Cristo? Son ni más ni menos aquellos que no reconocen a Jesús como su verdadero Salvador, quién es el Hijo de Dios; fue bautizado para tomar todos nuestros pecados; murió sobre la Cruz; y resucitó de entre los muertos para darnos Su perfecta salvación. Ellos son aquellos que no le reciben a Él.
No debemos negarle a Él. Debemos aceptar a Jesucristo junto con el evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios. ¿Qué excelencias en ti te hacen tan arrogante y rechaces Su perfecto amor? ¿Eres tan inteligente como para admitir a la primera este evangelio verdadero? ¿Piensas que eres tan inteligente que tienes las respuestas para todas las preguntas? ¿Piensas que te puedes encontrar con Dios dentro del reino de tu entendimiento?
Debemos aceptar la Verdad de la Palabra de Dios tal como es. Si Él dice que ha creado el universo, el único camino verdadero que podemos tomar es aceptar la Verdad diciendo, “Sí, Tú lo hiciste. Amen.” Nadie sabe todo acerca del universo. Un científico famoso dijo en una ocasión, “Debemos ser humildes ante el Creador. Los humanos ahora se sienten muy orgullosos de su conocimiento y de su tecnología, y muchos de ellos piensan que los humanos conquistaran todo el universo. ¡Pero recuerda esta Verdad! Todo el conocimiento acerca del universo que hemos acumulado es más pequeño que un grano de polvo del globo, cuando igualamos el universo con este planeta.”
Los doctores dicen, “Desde luego, yo opero. Pero yo no soy realmente el que opera en las vidas de los pacientes. Él que da la vida o la muerte a nosotros es Dios.” Así, aún algunos pocos doctores no Cristianos se sabe que oran antes de operar sobre los pacientes graves: “Dios, por favor ayuda a que este paciente viva de nuevo.” Aún un ateo dice la misma oración cuando esta sobre la mesa de operaciones: “¡Por favor Dios, sálvame de la muerte! Creeré en Ti a partir de ahora, si Tú haces esto.”
Nosotros las creaciones debemos buscar al Creador, quién existe desde el principio. El mismísimo Creador es Jesucristo. Y Él dice que Él nos ha visitado y nos ha limpiado de todos nuestros pecados. Entonces, ¿cuál es la razón para que niegues Su amor? No debemos estar contra Dios, pretendiendo ser inteligentes ante Él. Más bien debemos creer en Su Palabra y admitir nuestras insuficiencias. ¿Sabes cuantos siervos de Dios tuvieron que morir por la Biblia para que tú pudieras tener una? Jesús dice, “Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores” (Juan 4:38). Ahora, estamos cosechando los frutos de sus labores. Principalmente, Jesucristo ha trabajado extremadamente por nuestra salvación. Hemos recibido la salvación que Él ha realizado detalladamente. Estamos recibiendo vidas eternas solo por creer en el evangelio del agua y el Espíritu que Él ha completado por Sí Mismo. Quienquiera que crea recibe la vida eterna. ¿Lo crees?
¿Existe alguien que sé avergüence por sus pecados ante Dios, y es incapaz de permanecer frente a Él en este momento? Yo no me avergüenzo de mí mismo ante Él. No se debe a mi arrogancia, sino a que ahora yo habito en el Señor. Yo no me avergüenzo de mí mismo por la fe en Él ya que Él ha tomado todos los pecados del mundo, incluyendo los míos, al ser bautizado, morir sobre la Cruz y resucitando de entre los muertos para completar nuestra salvación. Por lo menos, yo no necesito estar avergonzado de mí mismo debido a que he recibido la remisión de los pecados por la fe.
Yo no sé cómo Él nos recompensara a ti y a mí. Algunos de ustedes serán recompensados mas que yo. Pero, en lo que concierne al tema de la salvación, yo no seré avergonzado por mi fe ya que vivo en el Señor y creo que Él ha borrado todos nuestros pecados con Su evangelio del agua y el Espíritu y debido a que lo he recibido con mi corazón. Nosotros quienes tenemos tal fe no tenemos razón de avergonzarnos de nosotros mismos.
Por lo tanto, el Apóstol Juan dice, “Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él” (1 Juan 2:29). Este pasaje significa, Llegaste a practicar obras justas, si sabes y crees que Jesucristo ha borrado todos los pecados del mundo al realizar obras justas. Y llegaste a saber que esta justicia es Suya, y que toda la justicia le pertenece a Él.
Cuando Jesús fue bautizado por Juan el bautista, Él le dijo, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó” (Mateo 3:15). Jesús vino a esta tierra en semejanza de carne pecadora, por causa de nuestros pecados (Romanos 8:3). Y Él tomó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. Él mostró Su amor no solamente con Sus labios, sino que ciertamente fue bautizado para cumplir toda la justicia de Dios con Su cuerpo. Así, Él tomó todos los pecados del mundo para ser el Cordero de Dios legitimo. Y Él cargó todos estos pecados hasta la Cruz, y murió sobre ella para expiarlos. En la cumbre de Su muerte vicaria, Él exclamó, “¡Consumado es!” (Juan 19:30). Él sé levantó de entre los muertos para ser el Salvador de la humanidad.
Así Él ha cumplido toda la justicia, y convierte a todos los creyentes en justos. Si realmente crees que Jesús nos ha salvado a ti y a mi de todos nuestros pecados de acuerdo a la voluntad de Dios Padre, entonces te conviertes en una persona justa y puedes practicar la justicia. Fundamentalmente, los nacidos de nuevo anhelan servir al evangelio de Dios. Aunque sus obras puedan ser insuficientes, están agradecidos de vivir por la justicia por fe. Así, el Apóstol Juan hace que nos demos cuenta que nosotros, quienes tratamos de vivir por la justicia al predicar el evangelio, somos los siervos de Dios y Su pueblo.
Él nos está diciendo esto para que no nos convirtamos en enemigos de Jesús. ¿Practicas la justicia de Dios? ¿Eres nacido de Cristo? Nacemos una vez de nuestros padres, pero nacemos de nuevo como justos al creer en Jesucristo. Nacemos de nuevo como gente sin pecado, el pueblo de Dios que no se avergüenzan de sí mismos.
¿Has estado alguna vez en la India? Yo no he estado en la India, pero he visto su tierra y su gente. El Hinduismo es la religión dominante de este país, y tiene algo que ver con la doctrina de la transmigración de las almas en el Budismo. Esta religión está profundamente relacionada con el sistema caste, el sistema social de este país. La gente en el Hinduismo cree que ellos pueden nacer en su vida futura en una familia que pertenece a una mejor clase social, si ellos viven virtuosamente durante la era actual. Los Hindúes creen que nacerán de nuevo en una clase inferior como animales, o serpientes si ellos no viven virtuosamente en esta vida. En concreto, sus vidas futuras son absolutamente dependientes de sus vidas presentes.
Sin embargo, también creen que existe un camino para que escapen de un ciclo inevitable de metempsicosis. Es cremando el cuerpo. Puede que hayas visto en la TV que ellos queman los cuerpos hasta cenizas a las orillas del río Ganguees. Ellos creen que las almas de los muertos nacerán en un estatus mejor al hacer eso. ¡Que idea tan ridícula es esta! ¡Cuán absurdos son por creer eso! Pienso que llegaron a desarrollar tales doctrinas debido a que nunca pueden ser libres de sus sentido de culpa.
Pero, hemos recibido las bendiciones de Dios que realmente nos liberan de todos nuestros pecados. Ahora llegamos a ser justos, que podemos practicar la justicia y vivir una vida justa. Y sabemos que todas estas cosas son del poder de Jesucristo. Como está escrito en la Escritura, “un árbol se conoce por su fruto,” quien viva una vida justa, esto es, quienquiera que viva para el evangelio es un santo nacido de nuevo que vive una vida nueva.
¿Crees que eres tan excelente que ahora puedas servir bien al Señor? Somos capaces de vivir una vida justa solo creyendo la Verdad de lo que el Señor ha hecho por nosotros tal como es. Llegamos a ser salvos por fe, y realizamos las obras de justicia debido a que el Señor realmente nos ha liberado de todos nuestros pecados y nos ha convertido en Sus hijos. Y llegamos a ser Sus obreros, quienes hacemos Sus justas obras al salvar otras almas, servimos a la Iglesia de Dios y a sus miembros, y hacemos bien las tareas necesarias en Su Iglesia. Aunque diferimos unos con otros en cuanto a nuestros regalos y a nuestras responsabilidades, servimos el mismo evangelio en diferentes formas y posiciones.
En los días de Juan, existía alguna gente que salió de la Iglesia de Dios debido a su incredulidad. Por lo tanto, él reitera el evangelio del agua y el Espíritu continuamente. Él continua con el mismo tema a través de los capítulos 3 y 4, y finalmente saca una conclusión en el capitulo 5.
Ahora, tú y yo servimos al evangelio en la Iglesia de Dios. Se debe a que creemos en Él por lo que lo podemos hacer. Debemos recordar que somos capaces de servirle debido a que nacimos de Él. A partir de ahora, no debemos considerar a Cristo desde un punto de vista mundano (2 Corintios 5:16). Debemos conocerle a Él en espíritu y en Verdad. Y debemos permanecer fieles a Él para que podamos agradarle a Él.