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布道

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 3-1] Tenemos que Nacer de Nuevo Conociendo y Creyendo de Este Modo (Juan 3:1-6)

Tenemos que Nacer de Nuevo Conociendo y Creyendo de Este Modo(Juan 3:1-6)
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
 

La mayoría de los Cristianos están haciendo lo mejor que pueden por nacer de nuevo. Así, existen muchos que usan el termino “nacer de nuevo” sin conocer el significado detrás de estas palabras. Aunque con frecuencia escuchan que necesitan nacer de nuevo debido a que son pecadores, la mayoría de la gente no conoce el significado exacto de estas palabras. Aún así dicen, “he nacido de nuevo ya que creó en Jesús,” o “Estoy seguro que nací de nuevo, ya que sentí fuego dentro de mí en ese día.” El problema es que la gente solo confía en sus emociones en este asunto de la Verdad. Esa gente, que se les ha engañado cree que han nacido de nuevo sin conocer la Verdad de la salvación, deben nacer de nuevo solamente a través de la Verdad dada por el Señor del evangelio del agua y el Espíritu.
Nacer de Nuevo ser libre de todo el pecado de uno es posible solamente teniendo fe en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Si vamos a nacer de nuevo, debemos creer en la Verdad de la Palabra de Dios. Para hacer eso, debemos escudriñar la Verdad dada por Dios del agua y el Espíritu en nuestro corazón escuchándola una y otra vez. Primero que nada, debemos darnos cuenta que no podemos reemplazar el evangelio del agua y el Espíritu con milagros y señales que podamos experimentar.
Escuchemos la Palabra de Dios que nos es dada a nosotros. “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Este pasaje de la escritura nos dice que debemos nacer de nuevo por el agua y el Espíritu para ser libres de todos nuestros pecados. Me gustaría compartir hoy con ustedes lo que verdaderamente significa nacer de nuevo por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
 


Cada Pecador Debe Creer en el Evangelio del Agua y el Espíritu para Entrar en el Reino Celestial


La mayoría de los Cristianos, cuando empiezan a creer en el Salvador, no conocen mucho acerca de la Palabra del agua y el Espíritu Santo. En vez de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu, creen que el Cristianismo es una de las religiones de este mundo. Verdaderamente no podemos nacer de nuevo de todos nuestros pecados solamente creyendo en Jesús como nuestro Salvador así como la gente de las otras religiones cree en sus dioses. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, el cual es la Verdad que nos trae la remisión del pecado. Cualquiera que reconozca que es un vil pecador ante Dios y cree en el evangelio del agua y el Espíritu puede entonces recibir la salvación de todos sus pecados y llegar a nacer de nuevo.
Esta mal creer simplemente en Jesús como nuestro Salvador sin el conocimiento de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. La Biblia nos habla acerca de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, el le permite a cada ser humano nacer de nuevo de los pecados del mundo. Debemos darnos cuenta y creer en nuestro corazón en el evangelio del agua y el Espíritu.
Sin embargo, si los Cristianos creen equívocamente sin conocer la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, ¿cómo podríamos tener seguridad de la salvación de nuestros pecados? Si creyésemos en el Cristianismo sin la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, ¿Qué quedaría en nuestro corazón? Solamente confusión, desesperación y todos nuestros pecados permanecerían en el corazón. Aunque creas en Jesús como tu Salvador, debido a que no has conocido el evangelio del agua y el Espíritu, continuaras viviendo como pecador. Aunque crees en Jesús, seria un religioso legalista aún con pecado en tu corazón. Sus almas estarían saturadas con pecado en el corazón debido a que realmente no has tenido un encuentro con Jesucristo, quién vino por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Cuando una persona piensa en el Cristianismo como otra buena religión mundana, solamente tendrá confusión y desesperación en el corazón.
En estos días, aunque existe mucha gente que ha creído en Jesús durante mucho tiempo, luchan con la confusión y el vacío de sus corazones. La mayoría de los Cristianos están viviendo como graves pecadores ante Dios, ya que no conocen el evangelio del agua y el Espíritu, el cual es la Palabra de Dios. Debido a que han caído en la confusión religiosa, piensan que estarán bien aún cuando tienen pecado en su corazón. Una vez que se vuelven religiosos, con frecuencia se disfrazan como verdaderos creyentes y con el tiempo llegan a ser estrictos legalistas. Terminarán encarando su propia condenación, incapaces de escapar de todos sus pecados.
La fe en el evangelio del agua y el Espíritu nos permite escapar de todos nuestros pecados, y de igual modo debemos utilizarla para escapar de las vacías religiones del mundo. Debemos llegar a nacer de nuevo conociendo y creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
 


El Señor nos Está Diciendo que Solo Aquellos que Creen en el Evangelio del Agua y el Espíritu Serán Completamente Liberados de Todos Sus Pecados 


El Señor dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Aquí, se dice que las fuentes que nos permiten nacer de nuevo son “el agua y el Espíritu.” para que una persona reciba salvación de todos sus pecados, debe nacer de nuevo por la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. El agua se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista (Mateo 3:15). Quien crea en Jesús, Aquel que tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo de Juan el Bautista y entonces fue crucificado en la Cruz, recibirá la remisión del pecado, nacerá de nuevo, y tendrá al Espíritu santo en su corazón. Puesto de otra manera, cuando aceptamos y creemos la Verdad de la salvación en la Palabra de Dios, recibimos la remisión de todos nuestros pecados y somos convertidos en gente justificada.
Nacer de Nuevo significa nacer dos veces. Nacimos una vez de carne por nuestros padres. Y nacer de nuevo es renacer espiritualmente. Aunque al principio hayamos creído en Jesús solo religiosamente., verdaderamente podemos nacer de nuevo recibiendo la remisión del pecado y recibiendo el regalo de Dios del Espíritu Santo a través de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu, el cual es la salvación verdadera.
 

Encontremos Evidencia del Evangelio del Agua y el Espíritu en el Antiguo Testamento

Examinemos primero la Verdad del evangelio revelada en Levítico 1 en el Antiguo testamento. ¿Cómo recibía la gente en el pasado la remisión de sus pecados? La Palabra en levítico revela cómo Dios liberará a toda la humanidad en el futuro. Por lo tanto, tenemos que examinar el evangelio del agua y el Espíritu en la Palabra del Antiguo testamento y creerla.
Levítico 1:1-3 dice, “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová.”
Un titulo es agregado a cada uno de los 66 Libros de la Biblia de acuerdo al tema principal de cada Libro. Génesis menciona la creación del universo de Dios y de todo lo que en el hay, así como las historias de los padres de la fe como Abraham, Isaac, Jacobo y José. Éxodo menciona cómo los descendientes de Jacobo, los Israelitas, fueron liberados de Egipto así como los Diez Mandamientos, la Ley de Dios y el sistema del Tabernáculo. Levítico nos explica como Dios y los hombres pueden estar unidos por medio del sistema de sacrificios, el cual nos muestra en detalle el método de Dios para liberar a los humanos de todos nuestros pecados. El nombre del libro se refiere a Leví quién fue el tercer hijo de Jacobo con Lea y el progenitor de la tribu de los Levitas. El nombre “Leví” significa “unido a” (Génesis 29:34). Así, cómo unirse con Dios es el tema consistente del Libro de Levítico.
La Ley de Dios es la colección de Sus estatutos los si y los no en nuestras vida. Existen 613 estatutos en la Ley. Aunque Dios nos ha dado Su Ley, a nosotros los humanos nos falta el poder de vivir de acuerdo a la Ley a pesar de saber que Su Ley es justa y buena. Esto se debe a que hemos heredado el pecado original de Adán. Debido a que cada persona ha heredado de Adán un total de 12 clases de pecado, cada persona es incapaz de conducirse justamente debido al pecado heredado. Por lo tanto, nacimos como seres que no pueden evitar cometer pecados, aún cuando sabemos que esta mal.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Mientras que toda la gente estaba destinada a nacer como pecadores y a morir como pecadores, Dios ha puesto el sistema de sacrificios a Su pueblo para que pudieran recibir la remisión del pecado. Dios estableció el sistema de sacrificios y encomendó su administración a la tribu de los Levitas. En otras palabras, dio el sacerdocio solamente a la tribu de los Levitas, a Aarón y a sus descendientes (Éxodo 29:9, Números 3:10). Aarón, el primer Sumo Sacerdote, era descendiente de Leví.
Es más fácil entender cómo podemos nacer de nuevo cuando examinamos de cerca el papel de los sacerdotes Levitas. Cuando escuchamos cuidadosamente la Palabra de Dios la cual describe el sistema de sacrificios, podemos entender mejor la bendición de la remisión del pecado por medio de Jesucristo, quién en la Biblia es el centro más importante.
Dios llamó a Moisés, un Levita, a Su Tabernáculo y designó a su hermano Aarón como Sumo Sacerdote, quién transferiría todos los pecados al cordero del sacrificio. Cuando cualquiera de los Israelitas, necesitaba traer una ofrenda al Señor, se le decía que debía traer esa ofrenda de su propio ganado-uno del rebaño y otro del ganado (Levítico 1:2). Esto implica que Dios ya había limitado los tipos de ofrendas del sacrificio que podían llevar todos sus pecados. Si los Israelitas iban a recibir la remisión del pecado ante Dios, se les requería sacrificar a Dios un borrego o un chivo. Y si el sacrificio era parte de una ofrenda quemada, era necesario traer un animal macho sin defecto hasta el frente del Tabernáculo.
Una ofrenda quemada es una clase de sacrificio ofrecido a Dios siendo quemado. A través de esta ofrenda, el animal sacrificado muere en lugar de la persona y el sacrificio recibe el juicio vicariamente, el pecador merecía esto de parte de Dios
Entonces, ¿cómo se les requería a los pecadores realizar la ofrenda ante Dios, para que Dios la acepte gozosamente? Levítico 1:4 dice, “Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.” Podemos encontrar la solución en este pasaje, “Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto.” Debemos poner atención a la frase “poner la mano sobre la cabeza del holocausto.” Escrito está que cuando un pecador ponía su mano sobre la cabeza del holocausto, todos sus pecados eran transferidos sobre el animal sacrificado. Así, el orden correcto para realizar una ofrenda era la de transferir los pecados personales imponiendo las manos sobre el holocausto antes de que el sacrificio fuera muerto en ofrenda a Dios.
“Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto” (Levítico 1:4). El primer paso para recibir la remisión personal del pecado en el Antiguo Testamento es la imposición de manos. La imposición de manos es la acción aplicada a la persona al animal sacrificado. La frase “poner la mano sobre” significa que los pecados de uno son transferidos sobre el chivo expiatorio. Esta era el método correcto para expiar los pecados de uno ante, establecido por Él Mismo.
“Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya” (Levítico 1:4). Expiar significa que los pecados se extinguen juntamente con el chivo expiatorio. Debido a que ese chivo expiatorio ha tomado todos nuestros pecados al recibirlos por la imposición de manos, recibimos la expiación, el fin de todos nuestros pecados. Expiación significa recibir la remisión de los pecados al transferirlos a un cordero del sacrificio por medio de la imposición de las manos. De este modo, los pecados de la gente son expiados por medio del cordero del sacrificio.
Como tal, en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando la gente cometía pecados ante Dios, tenían que ofrecer un chivo, un borrego, un novillo o una paloma sin defecto. Y para recibir la remisión del pecado, tenían que imponer sus manos sobre los chivos expiatorios para transferir sus pecados sobre ellos antes de ofrecer los sacrificios a Dios. Una vez que sus pecados eran transferidos sobre los chivos expiatorios, los sacerdotes mataban los animales y sacaban su sangre y la derramaban sobre el piso. Este era el sistema de sacrificios, el cual Dios les había concedido a los Israelitas para que pudieran recibir la remisión del pecado. Así, tenían que ofrecer sacrificios de acuerdo a la Ley de Dios transfiriendo todos sus pecados sobre los corderos del sacrificio por medio de la imposición de manos.
En Levítico 1:5 dice, “Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión.”
Queridos compañeros creyentes, hay cuatro cuernos en las cuatro orillas de las esquinas del altar de la ofrenda quemada. Después de que un pecador Israelita confesaba sus pecados y los transfería al animal sacrificado imponiendo sus manos sobre la cabeza, la persona tenía que matar al animal y entregarle su sangre al sacerdote antes de que pudiera regresar a casa sin pecados. Ahora el siguiente paso le correspondía al sacerdote: Entonces, el sacerdote tenía que rociar la sangre del sacrificio sobre las cuatro esquinas del altar y derramar la sangre que quedaba en la base del altar para expiar completamente los pecados de la persona (Levítico 4:30). La sangre tenía que ser rociada sobre los cuernos del altar ya que los cuernos representan el juicio. Rociar la sangre sobre los cuernos claramente simboliza que la sangre del sacrificio llevaba los pecados de esta persona en su lugar. Dios aceptaba el sacrificio y no condenaba a la persona cuando Él veía que la persona imponía las manos y veía la sangre del animal sacrificado.
¿Porqué el sacrificio tenía que derramar su sangre? Esto se debe a que la vida de la carne esta en la sangre (Levítico 17:11). Debido a que un Israelita debía morir por la justicia de Dios cuando cometía pecado, la sangre del sacrificio era rociada en lugar de su propia sangre. En lugar del pecador, un animal del sacrificio sería muerto después de transferir los pecados de la persona por la imposición de las manos. Con la sangre del sacrificio, podía satisfacer la Ley de Dios, la cual dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Es por ello que el animal del sacrificio derramaba su sangre y moría en lugar del pecador después de tomar todos sus pecados.
Los sacerdotes en el Antiguo Testamento ponían la sangre del sacrificio sobre los cuernos del altar del holocausto. Cuando examínanos Jeremías 17:1 junto con Apocalipsis 20:11-15, podemos descubrir que el cuerno se refiere al Libro de la Vida. A partir de aquí, al rociar la sangre sobre los cuernos del altar es una analogía comparada con rociar la sangre sobre el Libro de la Vida.
Todos los pecados que la gente comete en este mundo están grabados en dos lugares diferentes. Uno es en la tabla del corazón de cada persona, y el otro es en Libro de la Vida ante Dios. Jeremías 17:1 dice, “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares.” Así, no es suficiente que los pecados de nuestro propio corazón sean expiados, sino además nuestros nombre y pecados dentro del Libro de las Obras también deben ser borrados. Así, la imposición de manos sobre el sacrificio significa transferir todos nuestros pecados sobre el sacrificio, y por consecuencia el rociado de la sangre sobre los cuernos del altar representa el juicio por los pecados.
Los pecados de cada persona eran borrados cuando la persona imponía sus manos sobre el sacrificio, derramaba su sangre hasta morir, y lo ofrecía a Dios. Los Israelitas ofrecían sus sacrificios de esta manera diciendo, “Por favor acepta el precio de la muerte de este animal y lava completamente todos mis pecados.” Como tal, podían ser lavados de sus pecados por medio de corderos sin defecto sacrificados a través del ministerio de los sacerdotes en el Antiguo Testamento. Los animales sacrificados pagaban el precio de muerte en lugar de ellos ante Dios.
“Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová” (Levítico 1:6-9).
Cortaban el sacrificio en piezas y luego quemándolo le llamaban holocausto o una ofrenda por fuego, ya que es ofrecida por medio de fuego ardiente. Cuando nosotros los humanos cometemos pecados ante Dios, estábamos destinados a morir derramando nuestra sangre igual que el sacrificio. Por medio del holocausto. Dios nos está diciendo que debimos haber recibido el juicio del fuego eterno. Este holocausto era el justo juicio de Dios. Dios satisfacía dos de Sus leyes por medio del holocausto: la ley de la justicia de Dios y la ley de Su amor.
Debido a que Dios es justo y santo, Él concede la remisión del pecado a la persona solo cuando ofrece un animal del sacrificio en lugar de él. Debido a que Dios es justo, Él tiene que juzgarnos por nuestros pecados, pero debido a que Él es el Dios del amor, Él no nos juzga directamente y en ves de eso Él juzga al holocausto haciéndonos transferir nuestros pecados sobre el cordero al imponer nuestras manos y quemando el sacrificio.
Aquí esta otro ejemplo de ofrenda del pecado, el cual era por la expiación de los pecados de la gente común: “Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió. Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto. Luego con su dedo el sacerdote tomará de la sangre, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. Y le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado” (Levítico 4:27-31).
Todos nacemos con pecados que son heredados desde Adán. Nuestro interior esta lleno de pecados. Somos una bola de pecados, tales como pensamientos perversos, adulterio, fornicación, asesinato, robo, celos, maldad, engaño, lascivia, lujuria, blasfemia, orgullo e insensatez (Marcos 7:21-22).
¿Cómo puede una persona que ha cometido pecados darse cuenta de que es culpable? Puede reconocer su pecado derramando la luz de la Ley sobre su corazón. Escrito está, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Llegamos a darnos cuenta de nuestros pecados por medio de la Ley de Dios, no sabríamos que hemos cometido pecado aún después de cometerlo. Por ello, Dios hizo que nos diéramos cuenta de nuestra pecaminosidad primeramente para que buscáramos Su salvación.
 

¿Cómo Nos Damos Cuenta de Nuestros Propios Pecados?

Nos damos cuenta de lo que es pecado por medio de la Ley de Dios. Sabemos si hemos hecho bien o mal a Dios al reflejándonos sobre nuestras obras y ante la Palabra escrita de Dios, la cual afirma lo que si y lo que no ha establecido Dios. Si uno ha cometido o no pecado no se determina por nuestra propia conciencia sino por la Palabra de Dios. A través de la Ley establecida en la Palabra de Dios, llegamos a darnos cuenta de nuestros propios pecados.
En el pasaje de arriba de Levítico 4:27-31, la Palabra habla del pecado sin intención. Frecuentemente cometemos más pecados sin intención que con intención ya que nacimos pecadores. Los pecados sin intención incluyen los pecados que hemos cometido sin saber, aquellos que hemos cometido debido a nuestras propias debilidades y aquellas que hemos cometido debido a nuestras deficiencias y errores. Llamamos pecados sin intención a aquellos cometidos por causa de nuestras debilidades. No podemos evitar cometer pecados sin intención ya que somos pecadores por naturaleza. La gente en tiempos antiguos era tan débiles como lo somos nosotros ahora. También cometían pecados sin intención diariamente al desobedecer cualquiera de los mandamientos del Señor.
Estábamos destinados a morir debido a nuestras iniquidades y pecados (Efesios 2:1). El pecado y la culpa de una persona se distinguen como sigue. Llamamos al mal nato en nuestros corazones y pensamientos “pecado,” y a lo que hacemos mal le llamamos “iniquidades,” que han sido puestos en acción debido a la maldad nata. Si alguien cometía pecados sin intención y reconocía sus pecados, se le requería traer como ofrenda una cabra, hembra sin defecto, como ofrenda por el pecado que había cometido. “Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto” (Levítico 4:29).
Para que los israelitas recibieran la remisión del pecado, primero tenían que reconocer que ciertamente eran pecadores. A pesar de que Dios desea otorgarles la remisión del pecado, sería imposible para Dios conceder la remisión del pecado a aquellos que no reconozcan sus pecados. Así, los Israelitas tenían que saber que mandamientos de Dios habían roto y también debían entender cual era el justo juicio por sus pecados. Entonces, necesitaban ofrecer holocaustos a Dios para recibir la remisión del pecado.
Todo el que no recibido aún la remisión del pecado todavía tiene pecado en su corazón, primero tenía que llevar una cabra y transferir sus pecados imponiendo sus manos sobre su cabeza. Y luego la persona tenía que ofrecer su sangre degollándola. Esta era la forma correcta para que recibieran la remisión del pecado. Desde luego, el sacrificio podía ser una cabra, un toro o un cordero. La condición para el animal del sacrificio era que tenía que ser sin defecto para ser aprobada por Dios. 
Si el sacrificio cojeaba, o tuviera cicatrices en su cuerpo o alguna enfermedad en los ojos, Dios no aceptaba ese sacrificio. Para que el sacrificio fuera aceptable el animal tenía que estar limpio y sin defecto. Animales limpios son aquellos que tienen pezuña hendida y rumian (Levítico 11:3). Por lo tanto, de entre los animales limpios como el cordero, el chivo, y el becerro, solo aquellos sin defecto podían ser ofrecidos como sacrificios aprobados ante Dios. Entonces, ¿quién en este mundo no tiene defectos? La única respuesta es Jesucristo.
Todos los pecados de la gente podían ser transferidos por el proceso de la imposición de manos. Esta era la promesa de Dios escrita en Su Palabra. “Luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió. Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto” (Levítico 4:28-29).
Dios le dijo a los Israelitas que tenían que imponer sus manos sobre la cabeza del sacrificio, quién llevaría los pecados por ellos. La imposición de las manos en el Antiguo Testamento era la forma en la que los pecados eran transferidos. Todos los pecados eran transferidos a otro, al animal sacrificado, por la imposición de las manos. Puesto de otra manera, cada pecador tenía que transferir sus pecados por esta imposición de manos. Solo cuando el animal recibía el pecado de las manos del pecador y luego se mataba, podía entonces el pecador recibir la remisión por su pecado. Una persona en esos días podía recibir la remisión del pecado cuando primeramente transfería su pecado al sacrificio al imponerle las manos y después ofrecerlo a Dios con un corazón que reconocía su pecaminosidad diciendo, “Soy un pecador que debería morir desangrándome como este sacrificio debido a mis pecados.”
¿En donde esta la vida de la carne? Esta en la sangre (Levítico 17:11). En la sangre de la persona esta la vida. La vida de toda la carne esta en la sangre. A pesar de cuan sano esté nuestro corazón, si no se provee sangre para ser bombeada, esa persona morirá seguramente. Entonces, ¿porqué Dios les dijo a los Israelitas que rociaran la sangre sobre los cuernos cuando estuvieran ofreciendo sacrificios a Dios? Era para hacerles saber que; “el animal había muerto en lugar del pecador” después de que la sangre era rociada sobre los cuernos.
La imposición de las manos era el método por el cual todos los pecados de una persona eran transferidos. Dios le ha enseñado a la humanidad Su forma de transferencia de todos los pecados. Ese método es la imposición de manos en el Antiguo Testamento y el bautismo de Jesús en el Nuevo Testamento. A partir de aquí, Dios liberó al pecador completamente después de ver la sangre de su sacrificio, proclamando, “¡Sí! Ya no tienes más pecado. Ahora ya no tienes que morir ya que todos tus pecados fueron transferidos por la imposición de tus manos.” La imposición de manos y simultáneamente el derramamiento de la sangre completa el amor de Dios así como Su justo juicio. 
Cuando Dios creó a los humanos, Él nos creó del polvo. Para la remisión de todos nuestros pecados, ambos, el Libro del Juicio de Dios así como la tabla del corazón de cada uno de nosotros debe ser cubierto con sangre. La remisión completa del pecado solo es posible cuando ambos están cubiertos con la sangre. Esto es, para la remisión del pecado, todos los pecados grabados deben ser borrados ante Dios así como en nuestro corazón. Queridos compañeros creyentes, ¿aceptan la Palabra de Dios?
El ultimo paso de la ofrenda por el pecado se describe en el siguiente pasaje, “Y le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado” (Levítico 4:31). Aquí dice que todas las partes sucias del sacrificio, tal como el excremento, debe ser arrojado fuera, y la grosura separada del animal tenía que ser quemada junto con el resto del sacrificio sobre el fuego del altar. Esta grosura en la Biblia se refiere de hecho al Espíritu Santo.
Así, para que los Israelitas recibieran la remisión del pecado, tenían que realizar las ofrendas exactamente como Dios les había mandado, el sacrificio debe hacerse con un animal limpio sin defecto. Solo cuando seguían exactamente las reglas para la ofrenda por el pecado podían recibir la remisión del pecado ante Dios. Si se hubieran llenado de pasión y consideraran mejor ofrecer un animal más grande como un elefante, hubieran fallado y no habrían recibido la remisión del pecado. Específicamente Dios había ordenado traer un animal limpio como el cordero, un chivo o un becerro. Todos estos tienen pezuñas y son rumiantes. Dios se agrada con los creyentes que rumian la Palabra de Dios y que se apartan del mundo. 
El sacrificio final sin defecto a Dios es Jesucristo, quién fue perfecto sin pecado. La gente en tiempos del Antiguo Testamento recibía la remisión del pecado trayendo un cordero o un chivo sin defecto, al imponer sus manos sobre el para transferir sus pecados, y el sacerdote realizaba la ofrenda a Dios. Esto se aplica también en el Nuevo Testamento. Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista, quién transfirió todos nuestros pecados sobre Jesús. Finalmente Jesús nos liberó al recibir el juicio por todos nuestros pecados cuando Él murió sobre la Cruz.
La última parte del pasaje acerca de la conclusión de la ofrenda por el pecado de la gente común afirma que, “y quemará toda su grosura sobre el altar, como la grosura del sacrificio de paz; así el sacerdote hará por él la expiación de su pecado, y tendrá perdón” (Levítico 4:26).
Reexaminemos todo el proceso del holocausto de la gente común. Lo que la gente común tenía que hacer era imponer sus manos sobre la ofrenda del sacrificio para transferir todos sus pecados sobre el, y luego se degollaba la ofrenda para extraer su sangre. Esta era toda la tarea que cada pecador de forma individual tenía que hacer por sí mismo. Al hacer esto, confesaban que eran pecadores que deberían haber muerto igual que los animales sacrificados por el juicio de Dios.
El resto del trabajo les correspondía a los sacerdotes, quienes actuaban por parte de la gente. Las diferentes funciones del sacerdote incluían el esparcir la sangre en el piso, separar la grosura y cortar la carne en pedazos para que pudieran ser cortados sobre el altar. Y en el Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote tenía que imponer sus manos sobre los chivos expiatorios, degollarlos, extraer su sangre, y rociar la sangre dentro del Lugar Santo.
Así, los Israelitas no hubiesen podido recibir la remisión del pecado, si no hubiese sido por los Sumos Sacerdotes. En el Día de la Expiación, todos los sacerdotes tenían que abandonar el Tabernáculo. El Sumo Sacerdote representaba a toda la gente y tenía que ministrar todo el ritual del sacrificio para la remisión de los pecados anuales de los Israelitas (Levítico 16). El Sumo Sacerdote los liberaba del juicio de Dios transfiriendo los pecados anuales al imponer sus manos sobre el sacrificio a beneficio de ellos. Como tal, podemos descubrir que la imposición de las manos era la única forma apropiada para transferir los pecados de los Israelitas sobre los sacrificios, en ambos casos: el sacrificio para los pecados diarios de la gente común y el sacrificio para la remisión de los pecados anuales de todos los Israelitas en el Día de la Expiación.
En los tiempos del Antiguo Testamento, los sacerdotes realizaban el trabajo de borrar todos los pecados de los Israelitas. No cualquiera podía realizar las tareas de poner la sangre sobre los cuernos, derramar el resto de la sangre en el piso, y de quemar el sacrificio ante Dios después de que había sido cortado en pedazos. Saúl, el primer rey de Israel, trató él mismo de realizar la tarea del sacerdote (1 Samuel 13:9), ese fue un grave pecado ante Dios. Nadie, excepto el sacerdote podía ofrecer un sacrificio ante Dios. ¿A quienes escogió Dios como sacerdotes? Él escogió a Aarón y a sus descendientes.
Por lo tanto, solo un descendiente de Aarón podía ser un Sumo Sacerdote. No cualquiera podía llegar a ser sacerdote ante Dios. Dios había designado únicamente a la tribu de los Levitas para ser sacerdotes. ¿Era aceptable si una persona de la tribu de Judá llegara y dijera, “Yo haré las ofrendas a Dios ya que soy el rey?” ese tipo de persona recibiría la maldición de la lepra de parte de Dios. Dios había creado y establecido las reglas del sistema de sacrificios, y la tarea de sacerdote era designada únicamente a la tribu de los Levitas. Dios había determinado que solo un descendiente de Aarón de la tribu de los Levitas podía llegar a ser Sumo Sacerote. Esto quiere decir que Dios ya había determinado en Sus propios términos el sistema de sacrificios para ofrendar a Él. Los Israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento recibían la remisión del pecado transfiriendo sus pecados por medio de la imposición de las manos y expiándolos con la sangre del sacrificio. 
 

Debemos Conocer la Ley de la Salvación de Dios y Nuestras Propias Debilidades

También tenemos que ofrecer el sacrificio de acuerdo al sistema de sacrificios que Dios ha establecido para recibir la remisión del pecado ya que no podemos evitar cometer pecados cada día debido a nuestras debilidades. Ya que en nuestras conciencias sabemos que tenemos pecado en nuestro corazón y que no hemos vivido de acuerdo a la Ley de Dios, debemos hacer una ofrenda por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
En el tiempo del Antiguo Testamento, la gente tenía que realizar una ofrenda tomando un chivo o un cordero sin defecto. Cuando la gente del Antiguo Testamento traía un cordero ante Dios ya que habían pecado, ese cordero seguía a su amo sin conocer su destino. Los Israelitas no criaban a los corderos, o a los chivos o a los becerros para comerlos sino para recibir la remisión del pecado por medio de ellos. Así, criaban muchos animalitos sin defecto. 
 

Remisión del Pecado Equivalente a un Día en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, los Israelitas podían dar ofrendas para la remisión del pecado equivalente a un día. Cuando la gente del Antiguo Testamento cometía un pecado contra Dios, diariamente cada uno de ellos tenía que traer un sacrificio sin defecto ante Dios, transfiriendo sus pecados imponiendo sus manos sobre la cabeza, y luego degollándolo para extraer su sangre, la cual se pasaba a los sacerdotes. Luego los sacerdotes ponían la sangre sobre los cuernos del altar y derramando el resto en el piso. También, cortaban el sacrificio en pedazos, separando la grasa y ofreciéndola sobre el fuego del altar ante Dios siempre que pecaban. Además, ya que tenían que traer un sacrificio cada vez que cometían un pecado, aquellos que tenían una mala conciencia o que no podían vivir de acuerdo a la Palabra de Dios tenían que ofrecer muchos becerros, chivos y corderos. Aún así, el número de animales no se acercaba a la cantidad de pecados que cometía la persona.
¿Cuantos pecados comete la gente mientras viven en este mundo? Ya que siempre cometen pecado, el número de sacrificios es proporcionalmente más corto. Así, Dios sabía que era muy difícil para los Israelitas recibir la remisión de sus pecados diarios, así que les concedió un sacrificio equivalente a los pecados de un año. Si el pueblo pensara que no podían continuar ofreciendo sacrificios diarios por los pecados cometidos, se quedarían sin esperanza y al final se rendirían. Fundamentalmente la gente es débil. La gente puede ir hasta el límite para hacer lo que esta en sus habilidades. Pero si fallan, se desilusionan y dicen, “Que sea lo que sea.” Si la gente no tiene forma de terminar una construcción que se haya a la mitad, muchos se declararían en bancarrota y caerían en la desesperación.
Queridos compañeros creyentes, aunque tratamos de vivir de acuerdo a la Ley de Dios mientras que ofrecemos cada día oraciones de arrepentimiento, terminamos abandonando nuestra fe en Jesús ya que nunca podemos ser limpios de nuestros pecados. Tal gente cae en un hábito de desesperación y vive sin esperanza por el resto de sus vidas. A pesar de cuan bien crea una persona en Dios o que tanto se arrepienta una persona, uno no puede borrar sus propios pecados con tales acciones. Aún si realiza una ofrenda de acuerdo al sistema de sacrificios establecido por Dios, es inútil. Cuando la gente no tiene dinero o bienes materiales, son incapaces de hacer una ofrenda. Porque algunas veces la gente tiene su dignidad, no es fácil para la gente ir al Tabernáculo diariamente para realizar una ofrenda.
Existe otra instancia cuando los pecadores son incapaces de realizar una ofrenda. Esto es cuando no se tiene una recolección de sus pecados así que ni siquiera piensan en ofrecer sus sacrificios. Una persona debería realizar una ofrenda a Dios, si ha cometido pecado contra Dios. Sin embargo, no puede hacerlo si después de cometer un pecado se olvida de ello. No le lleva a una persona mucho tiempo para cometer otro pecado, aunque se este preguntando, “¿Cuándo cometí pecado?” para algunas personas, les lleva una hora. Para otros, solamente minutos. Una vez que la persona comete un nuevo pecado, se le olvida el pecado anterior y se vuelve difícil recordar todo el tiempo con precisión. Así, es una mentira cuando una persona dice que siempre ofrece oraciones de arrepentimiento apropiadamente. ¿Cómo puede una persona ofrecer bien oraciones de arrepentimiento cuando olvida sus pecados fácilmente?
Se me dijo que un pez tiene una corta memoria de tres segundos. Tic, tac, tic, tac, tic, tac. Y su memoria previa desaparece. Por ejemplo, digamos que un pez muerde la carnada que un pescador ha puesto en su anzuelo y se atora. El pez se sacude y se suelta del anzuelo que tiene atorado, escapa y cae de nuevo al agua. Este pez siente dolor y dice, “Guau, duele, casi morí. Duele. Fuiu, apenas sobreviví.” Tres segundos después de pensar esto, el pez nada hacia otra carnada que esta en el agua, aunque aún le duele la boca y casi murió un instante antes.
“Guau, este se ve delicioso. Es raro. No estoy seguro de haber visto esto antes.” Así, el pez se dirige hacia la carnada y le da unos cuantos mordiscos. “Guau, realmente se ve delicioso.” ¿Cuan delicioso se vera este gusano mientras se mueve en el anzuelo? Para el pez, parecería que el gusano le dice, “Por favor, cómeme.” “Oh, es tan lindo. ¿Por donde empezare a comermelo? ¿Comenzare por su cabeza, o me comeré todo el cuerpo de una sola vez? Es tan hermoso y se ve delicioso.” Después de pasar varias veces, el pez se mete todo el gusano en la boca. Cuando se da cuenta de lo ocurrido, el anzuelo se ha escabullido en lo profundo de su garganta en esta ocasión. Cuando aún siente el dolor, es sacado fuera del agua. La misma persona lo sostiene en sus manos, pero el pez no lo reconoce.
La memoria de un pez no dura 3 segundos. Así, aún si cae en el agua una tercera vez, si colocas otra carnada en el anzuelo y rápidamente lo tiras en el mismo lugar, el mismo pez morderá de nuevo. Aunque los humanos tenemos mejor memoria que los que los peces, debido a la hipocresía y a la mala memoria y debido a que han cometido muchos pecados, olvidan los pecados que han cometido momentos antes. Ya que cometemos muchísimos pecados, es imposible recordarlos todos. Si la gente quebranta la palabra de Dios muchísimas veces, tienden a recordar solo aquellos pecados que son enormes. Editan episodios de sus propios pecados y solo recuerdan los mayores.
Así, era imposible conceder una remisión significativa del pecado al ofrecer sacrificios por sus pecados diarios en el sistema que Dios había establecido para el pueblo de Israel. Ya que era imposible realizar la ley de la justicia de Dios y Su ley de amor con estas ofrendas diarias, Dios concedió a los Israelitas otro sacrificio que podía expiar sus pecados de un año de una sola vez. Esto muestra el amor de Dios el cual nos concedió por Su gracia, ya que Él conocía nuestras debilidades. Dios le concedió al pueblo Su gracia al redimirlos del equivalente de un año de pecados de una sola vez.
 


La Sombra de la Remisión Eterna del Pecado y Su Realidad


En Levítico 16:29 dice, “Y esto tendréis por estatuto perpetuo.” Este estatuto se refiere a las reglas que Dios ha establecido acerca de cómo ofrecer el sacrificio del Día de la Expiación. Cómo se menciona en Levítico 16:29-31, “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo.”
Aquí, “vuestros” se refiere a todos los Israelitas. Los Israelitas. Los Israelitas obtenían gran consuelo en sus corazones en el décimo día del séptimo mes de cada año, en que el equivalente a un año de pecados era borrado. Cuando el Sumo Sacerdote realizaba una ofrenda a favor de todo el pueblo de Israel, recibían la remisión del pecado por todo el año. Por tanto, tenían gran consuelo en sus corazones. Los Israelitas en tiempos del Antiguo Testamento recibían de esa manera la remisión de los pecados. Es similar a la forma en la que los Israelitas espirituales de la actualidad reciben la remisión del pecado creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
 

El Sacrificio para la Remisión del Equivalente de un Año de Pecados

Veamos cómo la gente del tiempo del Antiguo Testamento ofrecía el sacrificio para la remisión del equivalente de un año de pecados. Este sistema del Día de la Expiación esta escrito en Levítico capitulo 16. Dios es santo. Debido a que Dios es santo, el Sumo Sacerdote que ministraba la ofrenda en ese día debía recibir su remisión del pecado antes de que pudiera realizar la ofrenda a favor de todos los Israelitas. Cualquier persona que sea impura no puede presentarse ante Dios. Así, el Sumo Sacerdote tenía que recibir primero la remisión del pecado.
Si observamos Levítico 16:6, dice, “Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa.” Aarón tenía que ofrecer un becerro por su propia ofrenda del pecado. Ante Dios, primeramente tenía que imponer sus manos sobre la cabeza de un becerro de acuerdo al sistema de sacrificios. Entonces, para recibir la remisión del pecado, tenía que degollar al sacrificio, extraer su sangre, rociar la sangre sobre los cuernos del altar, y luego derramar el resto en el piso. Entonces, el sacrificio se cortaba en pedazos y se quemaba ante Dios. La muerte del sacrificio era un símbolo de que Aarón tenía que morir como pecador del mismo modo. Dios aceptaba la muerte del sacrificio en lugar de él y le otorgaba la remisión del pecado. Dios le había perdonado por todos sus pecados. Dios le había librado de todos sus pecados.
Aarón el Sumo Sacerdote primero ofrecía un becerro por sí mismo y por su casa. En el décimo día del séptimo mes, no se permitían sacerdotes comunes en el Lugar Santo. Solo Aarón ministraba los sacrificios en ese día.
Entonces, Aarón ofrecía dos chivos a favor de su pueblo. Levítico 16:7-9 dice, “Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación.”
En el décimo día del séptimo mes, Aarón y su casa recibían primero la remisión del pecado, y entonces tomaba dos chivos para la remisión del equivalente de un año de pecados de su pueblo. Se necesitaban dos chivos. Aarón tenía que echar suertes entre los dos chivos: una para el Señor y otra por el chivo expiatorio. 
Para el que se ofrecía a Dios, el Sumo Sacerdote, como representante de todos los Israelitas, tenía que imponer sus manos sobre la cabeza del primer chivo para transferir todos sus pecados y así el pueblo de Israel estuviese sin pecado ante Dios. Siguiente, extraía la sangre del sacrificio y la llevaba ante el Arca del Pacto dentro del Lugar Santo, rociaba su sangre siete veces para que el equivalente a un año de pecados fuera borrado. En lugar de que el pueblo de Israel muriera delante de Dios, un chivo, sobre el cual Aarón había transferido sus pecados, vicariamente recibía el justo juicio por sus pecados. De este modo, el Sumo Sacerdote administraba la ofrenda del Día de la Expiación a favor del pueblo de Israel.
Tenemos que recordarnos a nosotros mismos que el sacrificio al igual que el Sumo Sacerdote eran necesarios para que los Israelitas recibieran la remisión del equivalente a un año de pecados. Estas dos condiciones eran absolutamente necesarias. También tenían que seguir el sistema de sacrificios establecido por Dios. Si el sacrificio tenía defectos, entonces toda la ceremonia hubiera sido en vano. El sacrificio tenía que ser sin defectos, el Sumo Sacerdote tenía que imponer sus manos sobre el sacrificio, y su sangre tenía que ser rociada después de matarlo. Esta era la tarea del Sumo Sacerdote. Así, si no hubiese sido por el Sumo Sacerdote, cada uno de los Israelitas no hubiese podido recibir la remisión del pecado. Por medio del Sumo Sacerdote, los Israelitas recibían la remisión del equivalente de un año de sus pecados. Este es el misterio de nuestro Señor. Este fue el plan de nuestro Señor, así la Biblia dice,
“Porque un niño nos es nacido,
Hijo nos es dado, 
Y el principado sobre su hombro; 
Y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, 
Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
Aarón recibió el servicio como el primer Sumo Sacerdote. Moisés el siervo de Dios fue designado como el administrador de la Ley, aquel que recibiría y llevaría la Ley a la gente y que declarará la Palabra de Dios al pueblo. Por otro lado, Aarón fue designado como el Sumo Sacerdote entre muchos sacerdotes. Aarón también recibió de Dios el servicio de realizar una ofrenda en el décimo día del séptimo mes. La autoridad del Sumo Sacerdote venía de Dios.
En el décimo día del séptimo día del mes, se echaban suertes por los dos chivos. Uno sería ofrecido a Dios y el otro sería un chivo expiatorio. En ese día, todos los pecados de los Israelitas eran transferidos sobre estos chivos por la imposición de manos de Aarón. Por medio de la imposición de manos por parte de Aarón el Sumo Sacerdote, el representante de los Israelitas, Dios ha establecido que todos los pecados de Israel de ese año serían transferidos sobre los sacrificios.
Primero debemos conocer el procedimiento de la ofrenda en el Día de la Expiación. Dos chivos eran traídos para ser ofrecidos: Uno de ellos era ofrecido ante Dios. El era ofrecido afuera del Tabernáculo para que la gente pudiera ver al Sumo Sacerdote transfiriendo todos los pecados del pueblo por la imposición de manos sobre el chivo. Entonces la gente podía tener la seguridad de la remisión del pecado.
El primer chivo se ofrecía como sigue: primeramente Aarón imponía sus propias manos para transferir los pecados de los Israelitas ante Dios. Entonces, su sangre era extraída degollándolo, y era rociada siete veces en lado oriental del Arca del Pacto dentro del Lugar Santo. La sangre era rociada siete veces sobre el Propiciatorio al lado oriental. Tal vez Aarón haya pensado en su corazón, “¡Dios! Este chivo, al cual se transfirieron todos los pecados de los Israelitas, murió a favor de los Israelitas.”
El número 7 implica perfección o terminación como es usado en el Libro del Apocalipsis. En la Biblia el 5 es el número designado para la gracia. 6 es el número que implica humanidad. 4 se refiere a las pruebas y a las tribulaciones. El número 2 se relaciona con el testimonio. Tales significados están implicados dentro de estos números en la Biblia.
Así, si observamos en la Biblia, el número 4 aparece siempre que hay pruebas y tribulaciones. 40 días de oración en el desierto, 40 días de ayuno-oración y 40 años en el desierto son ejemplos. Cuando se habla de gracia, necesariamente se aplica el 5. Había cinco pórticos cerca del estanque llamado Betesda, en donde Jesús sanó a un hombre que tuvo una enfermedad durante treinta y ocho años (Juan 5:1-5).
El número 2 se aplica a testimonio. Para recibir la remisión del pecado ante Dios, Dios tenía que aceptar la evidencia de la ofrenda del pueblo, y también el pueblo necesitaba tener seguridad en sus corazones de su remisión del pecado ante Dios. Es por ello que dos chivos se usaban en el Día de la Expiación. Uno de los chivos era llevado ante Dios y el otro era llevado fuera de los atrios del Tabernáculo para que la gente pudiera ver las manos de Aarón sobre el chivo. Solo si el Sumo Sacerdote, a quién Dios había designado, imponía sus manos sobre el chivo delante de todo el pueblo en el décimo día del séptimo mes, solo así la gente aceptaría que todos sus pecados del año fueron transferidos sobre el chivo expiatorio. Así, Dios preparo dos chivos para la ofrenda.
Uno de los dos chivos era ofrecido a Dios dentro del Tabernáculo. Aarón diría con sus manos sobre la cabeza del chivo, “¡Dios! La gente de Israel ha ido en contra de cada estatuto de la Ley que Tú nos has enseñado. Han cometido homicidio, adulterio y robo. Adoraron otros dioses, no guardaron el Sábado e invocaron Tú nombre en vano.” Mientras levantaba sus manos que fueron impuestas en la cabeza del chivo, todos los pecados fueron transferidos inmediatamente.
Todos los pecados de los Israelitas fueron transferidos sobre el animal sacrificado por la imposición de las manos sobre la cabeza por del Sumo Sacerdote. Entonces el Sumo Sacerdote degollaba el chivo. Hacía eso porque la paga del pecado es muerte. ¿Qué hacía después de extraer su sangre degollando al chivo? El Sumo Sacerdote llevaba la sangre dentro del Lugar Santo, en donde moraba Dios. Levantaba las cortinas y entraba en el Lugar Santísimo para rociar la sangre siete veces sobre y antes del lado oriental del Arca del Pacto.
Si el Sumo Sacerdote hubiese olvidado meter la sangre juntamente con él, hubiese muerto. La razón por la que hubiese muerto si no hubiese metido la sangre o si no hubiese quemado el incienso se debe a que una persona puede acercarse a Dios solo después de pasar sus pecados sobre el sacrificio por causa de sus juicios. Quienquiera que desee estar ante Dios primero debe recibir su juicio. De otro modo, no habia manera de estar ante el Dios santísimo. Así, aún el Sumo Sacerdote tenía que llevar la sangre del sacrificio, la cual había recibido el juicio por los pecados, como señal de haber sido juzgado y acercarse a Dios con fe en la sangre para poder vivir.
Ahora, uno de los chivos era ofrecido a Dios como sacrificio. Veamos Levítico 16:18-20. “Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo.”
Aarón ofrecía un sacrificio perfecto a Dios con el primer chivo. Entonces, tenía que traer el otro chivo vivo. ¿Qué ocurriría a este chivo? Veamos unos cuantos versículos. 
“Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.” (Levítico 16:21-22)
Queridos compañeros creyentes, nosotros los humanos necesitamos recibir la remisión del pecado en dos niveles diferentes. Primero, necesitamos recibir la remisión del pecado de Dios. Segundo, necesitamos recibir la remisión del pecado en nuestro corazón. En otras palabras, con la sangre del primer sacrificio, los Israelitas necesitaban recibir la remisión del pecado cubriendo sus pecados grabados en el Libro del Juicio en el Reino Celestial. Cuando Dios veía la sangre, Él les otorgaba la remisión del pecado, diciendo, “El pueblo de Israel ha recibido el juicio por todos sus pecados. Ellos han recibido la remisión del pecado. Ellos han recibido la expiación de sus pecados. Este sacrificio ha muerto por ellos después de que todos sus pecados fueron transferidos sobre el.” Primero debemos recibir esta remisión del pecado ante Dios.
Si observamos la oración del Señor, dice, “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:9-10). La frase “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” habla acerca de la salvación y la emancipación que recibimos de todos los pecados en nuestro corazón cuando aceptamos que Jesús ha tomado todos los pecados que hemos cometido en este mundo.
Visitemos nuevamente Levítico 16:20-21. “Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.”
Ahora, los pecados grabados en el Cielo fueron borrados con el primer chivo, entonces, ¿cómo hizo Aarón para borrar los pecados presentes en los corazones de los Israelitas? Dios preparó otro chivo para ser mostrado delante del pueblo, sobre el cual Aarón el Sumo sacerdote impuso sus manos sobre la cabeza de este segundo chivo y oró, “¡Dios! Yo transfiero los pecados de los Israelitas. Ellos han cometido los pecados de homicidio, adulterio, robo, celos y contiendas. Han servido a otros dioses, han usado Tú nombre en vano, dieron falso testimonio, no guardaron el Sábado en santidad, y ofendieron todos y cada uno de los mandamientos de Tú Ley. Todos estos pecados yo los transfiero sobre este chivo.” El Sumo Sacerdote a favor de este pueblo imponía sus manos sobre el chivo y así transfería todos los pecados del pueblo. Entonces, el chivo era enviado al desierto por la mano de un hombre apropiado. El chivo expiatorio cargaba todos los pecados de los Israelitas y vagaba por el amplio desierto, donde moría cargando aún los pecados de los Israelitas.
Al aceptar que por este método todos los pecados de los Israelitas eran transferidos de una vez por todas sobre el chivo expiatorio, ellos sabían en su corazón que habían recibido la remisión del pecado y la certeza de su salvación. El chivo expiatorio sobre el cual todos sus pecados eran transferidos vagaba en lo profundo del desierto. El lugar en el cual los Israelitas ofrecían sus primeros sacrificios fue el desierto del Sinaí. No existía ni pasto ni una hoja que creciera en esta área. El chivo que era abandonado eventualmente moría ahí. Debido a que el chivo expiatorio moría llevando los pecados de los Israelitas por ellos, los Israelitas recibían la remisión del pecado en sus corazones después de ver con sus propios ojos cómo Aarón había realizado una ofrenda por ellos en el día décimo del séptimo mes. Esto también nos habla del proceso por el cual nosotros podemos recibir nuestra remisión del pecado.
La remisión del pecado por el pueblo tiene que realizarse en dos lugares diferentes. Los pecados bajos los nombres de la gente en el Libro del Juicio en el Reino de Dios al igual que los pecados en el corazón deben ser borrados. Estas dos partes dan como resultado la verdadera remisión del pecado. Queridos compañeros creyentes, Dios ha borrado todos nuestros pecados completamente. La voluntad de Dios ha sido completada en el Cielo. Lo que tenemos que hacer ahora es recibir la remisión completa del pecado en nuestras almas aceptando que todos nuestros pecados ya fueron transferidos sobre la ofrenda del sacrificio. Lo que necesitamos hacer es aceptar la Verdad del evangelio en nuestros corazones.
Hebreos 10:1 dice, “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.” Dice que el sacrificio del Día de la Expiación del tiempo del Antiguo Testamento era una sombra de los buenos tiempos que vendrían, esto es, la redención eterna realizada por Jesucristo, nuestro Salvador.
Ahora, veamos cómo Jesús ha realizado la remisión de todos nuestros pecados en el Nuevo Testamento.
Primero que nada, tenemos que saber que Jesucristo es el Hijo de Dios que vino a esta tierra para liberar a todos los humanos. Mateo 1:21-25 afirma, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”
Nuestro Señor Jesús vino a este mundo como Dios Emmanuel como se profetizó en el Antiguo Testamento. La palabra Hebrea ‘Emmanuel’ significa ‘Dios con nosotros.’ Él vino a este mundo para estar con nosotros. Y Su nombre fue Jesús. El nombre ‘Jesús’ significa ‘el Salvador.’ El Señor vino humildemente en semejanza de hombre a pesar de Su perfecta divinidad para convertirse en nuestro Salvador en este mundo. Él nos liberó de todos nuestros pecados al borrarlos por nosotros, Su pueblo, quienes fuimos creados en Su imagen.
Veamos Mateo 3:13-17 para saber lo que nuestro Señor ha hecho después de venir a este mundo. “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
La palabra ‘Entonces’ significa el tiempo en que Jesús cumpliría toda la justicia al venir como Sumo Sacerdote. ¿Por qué Jesús recibió el bautismo en el Río Jordán? Nuestro Señor vino a este mundo para saldar la deuda por los pecados en el mundo. Es por ello que Jesús vino a este mundo y recibió el bautismo de Juan el Bautista. El Río Jordán es el río de la muerte. El río corre rápidamente hacia el Mar Muerto. Así en el Río Jordán, Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista.
Entonces, Juan el Bautista dijo, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mateo 3:14). Jesús respondió, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó” (Mateo 3:15). Así, los dos Sumos Sacerdotes llegaron juntos y cumplieron toda la justicia.
Juan el Bautista es el mayor entre aquellos nacidos de mujer, como está escrito en Mateo 11:11. Jesús, el representante del Cielo, estaba a punto de recibir el bautismo de Juan el Bautista, el representante de toda la humanidad. Jesús dijo, “tú debes bautizarme a Mí.” Entonces, Juan respondió, “¿Cómo puedo atreverme a bautizarte a Ti?”
Jesús le dijo en un tono fuerte, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Es correcto que cumplamos toda justicia de este modo. Quiero decir, es correcto que me bautices a Mí, ya que es correcto que Yo cumpla toda justicia al recibir el bautismo” (Mateo 3:13-17).
La palabra ‘bautismo’ significa lavar. Por lo tanto, todos nuestros pecados fueron lavados completamente cuando Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista. Al igual que todos los pecados del pueblo de Israel fueron lavados de sus corazones por la imposición de las manos de Aarón sobre el chivo expiatorio en el Antiguo Testamento.
Mateo 3:15 dice que Jesús fue bautizado “para cumplir toda justicia.” ¿Qué es, entonces, esta justicia? Se dice que la justicia de Dios esta revelada en el evangelio y nos guía de fe a fe (Romanos 1:17). La equidad de Dios puede significar la justicia de Dios. La justa obra que Dios nos concedió a los humanos fue que Él borró todos nuestros pecados por medio de Su Hijo. Este fue el mismísimo bautismo que Jesús recibió.
¿Cómo podemos los humanos recibir la justicia de Dios? Podemos recibir la justicia de Dios creyendo que todos nuestros pecados han sido transferidos sobre Jesús cuando Él recibió el bautismo de Juan el bautista por medio de la imposición de manos. Bautismo tiene el mismo significado que imposición de manos en el Antiguo Testamento. La justicia de Dios es que nosotros lleguemos a ser Sus hijos al igual que llegar a estar justificados. Recibimos nuestra salvación de todos los pecados creyendo y aceptando en nuestros corazones que Jesucristo tomó todos nuestros pecados cuando El recibió el bautismo de Juan el Bautista. Esta es la justicia que recibimos de Dios.
“Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él” (Mateo 3:15-16).
Cuando Jesús recibió el bautismo, los Cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió como paloma y un sonido hizo eco desde el Cielo. “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). ¿Quién acababa de recibir el bautismo? Fue Jesucristo el Hijo de Dios. Simultáneamente era el Hijo de Dios al igual que el Dios que nos creó. “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Dios tenía complacencia en Jesús. Dios Padre hizo que todos nuestros pecados fueran transferidos sobre Jesús, el Hijo de Dios. El Hijo de Dios obedientemente llevó todos nuestros pecados vicariamente de acuerdo a la voluntad del Padre para que llegáramos a ser hijos de Dios.
La palabra ‘bautismo’ tiene el significado de “limpiar, sumergir y transferir.” Usamos la palabra bautismo también para implicar inmersión. Podemos recibir la remisión del pecado aceptando la salvación, la cual fue posible ya que todos nuestros pecados fueron transferidos sobre Jesús cuando Él recibió el bautismo.
Además, creemos que todos nuestros pecados, que estaban inscritos en el Libro del Juicio en el Reino del Cielo, fueron lavados por el sacrificio de Jesús sobre la Cruz. Todos nuestros pecados que estaban grabados sobre la tabla de nuestro corazón también fueron lavados completamente cuando Jesús recibió el bautismo. La voluntad de Dios fue realizada sobre la tierra como fue hecho en el Cielo (Mateo 6:10). Ambos actos fueron realizados.
Queridos compañeros creyentes, esta Palabra es la paridad entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Donde ambas surgen es en el bautismo que Jesús recibió. La gente pregunta como pueden ser transferidos sus pecados cuando Jesús fue bautizado, pero, mis queridos compañeros creyentes, la palabra “bautismo” también significa ‘pasar,’ debido a que es administrada por la acción de “imposición de manos.” Bautismo también tiene los significados de “inmersión” y “sepultar.” Si Jesús iba a ser sepultado, primero tenía que cargar todos nuestros pecados. Jesús podía morir vicariamente por nosotros solo después de que todos los pecados del mundo fueron transferidos sobre Jesús. En ese momento, todos nuestros pecados fueron transferidos sobre Jesús. Así, la Biblia define Su bautismo como el cumplimiento de toda justicia.
Además, el bautismo de Jesús es una analogía de la transferencia del equivalente de un año de pecados de los Israelitas en el Antiguo Testamento. Jesús recibió el bautismo por nosotros. La palabra “bautismo” tiene el significado de “lavar, sepultar y de transferir.” Si lo vemos en el diccionario teológico, tiene aún mas significados. Queridos compañeros creyentes, todos nuestros pecados fueron transferidos sobre Jesús cuando Él recibió el bautismo. Los pecados de aquellos que aceptan que todos nuestros pecados fueron transferidos sobre Jesús por Su bautismo pueden ser lavados todos de inmediato.
Queridos compañeros creyentes, les incito a que acepten esta Verdad en sus corazones. Si no acepta esta Verdad en sus corazones, no podrán recibir la remisión del pecado. Si existe cualquier otro camino por el cual todos nuestros pecados sean transferidos aparte del bautismo de Jesús, intenten recibir su salvación creyendo en eso. Sin embargo, en realidad no hay otro camino. Te amonesto para que seas hijo de Dios recibiendo la salvación aceptando y creyendo el evangelio del bautismo de Jesús.
Mis amados compañeros creyentes, este es el evangelio del agua y el Espíritu, el cual Dios ha hablado. Esta es la Palabra de Verdad. Creer en esto es el centro de la verdadera fe. Por el bautismo que nuestro Señor recibió en el Río Jordán, todos los pecados en nuestro corazón fueron lavados completamente. Por la muerte de nuestro Señor sobre la Cruz, todos los pecados del mundo que fueron grabados en el Libro de las Obras en el Reino del Cielo fueron lavados completamente. Todos los pecados que hemos cometido en este mundo así como los pecados que cometerá la siguiente generación fueron totalmente lavados. Al creer en Jesús, el Liberador de nuestra salvación, hemos sido rescatados de todos nuestros pecados. Él ha borrado todos nuestros pecados por medio de Su bautismo (la imposición de manos), Su sangre sobre la Cruz (juicio), y Su muerte y resurrección.
Ahora, ¿Aun existe cualquier pecado en tu corazón? No hay ninguno. ¿Aún eres pecador? No, no lo eres. Has llegado a ser uno de los justificados.
Juan 1:29 dice, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Al día siguiente de que Jesús recibió el bautismo, Juan el Bautista testificó, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). El hecho de que Jesús tomó y llevó todos los pecados del mundo es la Verdad.

Aquí hay algunos diagramas para que se entienda:
 
 
Jesús tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo en el Río Jordán. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Él terminó todo en la Cruz diciendo, “¡Consumado es!” (Juan 19:30).
Los pecados, que has cometido desde el momento en que saliste de la matriz de tu madre hasta que cumpliste 10 años, son los pecados del mundo. ¿Aceptas la verdad de que todos esos pecados fueron transferidos sobre Jesús cuando Él recibió el bautismo? ¿Pasaron esos pecados a Jesús? Si. 
Has cometido muchos pecados en tu adolescencia, desde los 11 hasta los 20 años de edad. ¿Fueron también transferidos estos pecados sobre la cabeza de Jesús? Sí. Lo mismo es verdad para los pecados que has cometido hasta los veinte. ¿Fueron todos los pecados que has cometido hasta ahora transferidos también sobre la cabeza de Jesús?
Los pecados que pudieras cometer en el futuro también están incluidos en los pecados del mundo. ¿Fueron también transferidos esos pecados sobre Jesús? Sí, si fueron transferidos. Queridos compañeros creyentes, ¿creen que Jesús verdaderamente tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo? Sí, si lo creemos. ¿Y creen que Jesús se hizo cargo de todos los pecados del mundo y que cumplió toda la justicia? Sí, si lo creemos. Con Su bautismo y derramamiento de sangre sobre la Cruz, Jesús se encargo de todos los pecados del mundo y aun de todos los pecados que serán cometidos hasta el fin del mundo. Jesús realizo toda la justicia de Dios al tomar los pecados del mundo por medio de Su bautismo y al recibir el juicio por esos pecados sobre la Cruz.
¿Aún tienes pecado o no? Ahora, ya no hay más pecado en el mundo. Si crees en la Palabra de Dios y en la Verdad de que Jesús borró todos los pecados del mundo con Su bautismo y sangre, entonces no tienes pecado. Eso es salvación. Ese es el regalo de Dios de salvación. Este es el evangelio del agua y el Espíritu, la mismísima base de nuestra fe. Estas son las obras de expiación que nuestro Señor realizó para liberarnos de todos nuestros pecados por medio de Su bautismo.
Queridos compañeros creyentes, ¿crees, ahora, en el evangelio del agua y el Espíritu? Ver a Jesús y aceptar el evangelio del agua y el Espíritu es creer en la Palabra de la Verdad. Esta es la Palabra de nacer de nuevo. Solo cuando aceptamos esta Palabra podemos llegar a nacer de nuevo. Queridos compañeros creyentes, ¿deseas nacer de nuevo por el agua y el Espíritu? Si es así, cree en el evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la verdadera fe y la verdadera vida espiritual. El Cristianismo como religión es creer en Jesús quien ha sido creado por la gente de acuerdo a sus propios pensamientos y reciben su salvación arbitrariamente. Sin embargo, la verdadera fe es creer que Jesús me ha liberado por Su amor hacia mí y de acuerdo a Su promesa, y que Él ha completado la salvación sobre Su propia voluntad. Su salvación no tiene nada que ver con nuestras propias obras.
Dios borró todos los pecados de los Israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento por la imposición de manos del Sumo Sacerdote sobre el cordero del sacrificio. En el Nuevo Testamento, Jesús tomó todos nuestros pecados al recibir el bautismo del Sumo Sacerdote Juan el Bautista. Nosotros, que vivimos en los tiempos del Nuevo Testamento, debemos aceptar y creer en el bautismo de Jesús, el cual nos ha hecho libres del pecado. Debido a que no habría transferencia de pecados ni derramamiento de sangre sin el bautismo de Jesús. Jesús nos ha liberado totalmente al tomar todos nuestros pecados con Su bautismo y recibiendo el juicio por todos nuestros pecados por medio de Su sangre derramada sobre la Cruz. Por lo tanto, nosotros los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu no recibiremos el juicio por nuestros pecados.
Debemos creer que Jesús tomó totalmente todos los pecados del mundo cuando recibió el bautismo y que vicariamente recibió el juicio por nuestros pecados sobre la Cruz. Debemos aceptar en nuestro corazón el evangelio del agua y el Espíritu, el cual preparó Jesús para que pudiéramos recibir la salvación debido a Su amor por nosotros. Podemos evitar el juicio por nuestros pecados aceptando la Verdad de que nuestro Señor nos ha redimido completamente para liberarnos de todos nuestros pecados y por consiguiente de todo juicio. Los pecadores pueden ahora ser justificados creyendo en el evangelio del Espíritu con el corazón y confesando con sus labios, “Señor, yo creo en Ti. Aunque no tengo ningún merito, yo creo en Tú bautismo, muerte y resurrección.” Recibimos nuestra salvación cuando con gratitud aceptamos la obra de nuestro Señor en nuestra fe, poniendo los ojos en Él. La fe verdadera es creer en Él y aceptar Sus actos de justicia de este modo. Esta es la Palabra de nacer de nuevo.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). ¿Acaso no necesitamos tener un conocimiento esencial para realizar un trabajo importante como el de alcalde de una ciudad? ¿No necesitamos conocer la Verdad para recibir nuestra salvación? Verdaderamente recibiremos nuestra salvación solo si tenemos la evidencia bíblica de que Jesús es nuestro Señor y Salvador personal por el evangelio del agua y el Espíritu.
La Verdad te hará libre (Juan 8:32). Queridos compañeros creyentes, ¿han recibido la libertad? ¿Aceptan esta Verdad? ¿Somos religiosos o gente con vidas espirituales genuinas? Somos gente que vive vidas espirituales en nuestro Señor. Aún así, existen muchos religiosos en este mundo.
Aquellos que viven vidas de fe genuina en Jesucristo no tienen pecado. Sin embargo, los religiosos no pueden evitar su permanencia como pecadores debido a sus deficiencias aunque creen en el mismo Jesús que nosotros. Tú y yo verdaderamente no tenemos pecados en nuestros corazones. Realmente, no existe pecado en nuestro corazón. Sin embargo, la fe de los religiosos esta mal debido a que creen que no tiene pecado si son buenos en sus vidas religiosas, pero aún continúan teniendo pecado que a pesar de todo cometen a pesar de su fe en Jesús.
Así, dicen que tienen que lavar sus pecados con oraciones de arrepentimiento siempre que pecan. Pero, en realidad, tales oraciones no pueden reemplazar al evangelio del agua y el Espíritu, el cual ha borrado todos los pecados de toda nuestra vida. Ninguna doctrina de las religiones del mundo puede ser substituto
El regalo de la salvación de Dios no es dado a nosotros de acuerdo a nuestras obras. El regalo que hemos recibido es nuestra salvación por medio del evangelio del agua y el Espíritu cuando creemos en Él. Esta es la vida espiritual, la fe verdadera y la salvación verdadera. Creer en el evangelio del agua y el Espíritu es nacer de nuevo. Queridos compañeros creyentes, esta es la Verdad acerca de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu, el cual nuestro Señor le compartió a Nicodemo (Juan 3:5). Hay que creer en dos eventos de la Biblia, el bautismo de Jesús y Su muerte sobre la Cruz, es la mismísima salvación y el único camino para nacer de nuevo.
Queridos compañeros creyentes, ¿cómo fueron lavados todos tus pecados y cómo naciste de nuevo? Has recibido la salvación de todos los pecados del mundo y de todos tus pecados personales, debido a que creíste en el bautismo recibido por Jesús de Juan el Bautista y por Su sangre sobre la Cruz. ¿Estoy en lo cierto? Si verdaderamente hemos recibido la remisión total del pecado al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, debemos dar gracias a Dios por nuestra fe en el bautismo y la sangre de Jesús.
Aquellos que llevan una vida espiritual verdadera creen en la mismísima Verdad del agua y el Espíritu y verdaderamente dan testimonio a otros. Todos los justos son los nacidos de nuevo que poseen la evidencia bíblica de la salvación de Dios. Aún si una persona lleva una vida espiritual, a menos que esa persona tenga las tres creencias, en el Espíritu Santo, el agua y la sangre, no habrá nacido de nuevo. Recibimos nuestra salvación eterna creyendo en el bautismo, por el cual nuestro Señor tomó todos nuestros pecados por Sí Mismo, y en la sangre de la Cruz.
¿Quién es la mismísima Persona que ha realizado estos actos de justicia? Él es Jesucristo que no es meramente un humano sino Dios. ¿Puedes captarlo? Aquellos, que creen en el Señor que completó el evangelio del agua y el Espíritu, son los que han nacido de nuevo. Si crees en el evangelio del agua y el Espíritu, no crees en cualquier religión. Al igual que nuestro Señor limpió completamente la lepra del líder Naamán cuando sumergió su cuerpo en el Río Jordán siete veces, creemos que el Señor nos lavó de todos nuestros pecados. La gente recibe la remisión completa del pecado creyendo en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz.
Queridos compañeros creyentes, yo nací de Nuevo cuando creí en el evangelio del agua y el Espíritu. Así, ya no vivo más una vida religiosa sino una vida de fe espiritual. Yo creo que Dios ha borrado todos mis pecados y se convirtió en mi Salvador, mi Pastor y mi verdadero Dios ya que Él me amó. Debido a que no amamos primero a Dios sino que Dios nos amó primero por gracia, Dios nos liberó de todos nuestros pecados por el evangelio del agua y el Espíritu. Yo he recibido mi salvación de todos mis pecados y la vida eterna al creer en esto.
Mis queridos compañeros creyentes, ¿tienen también la seguridad de su vida eterna? El bautismo que Jesucristo recibió lavó todos nuestros pecados y los borró.
¿Todavía no naces de nuevo? No tengas miedo de aquellos que no han nacido de nuevo. Todo lo que tienes que hacer es creer en Dios, quién hará que nazcas de nuevo por el agua y el Espíritu. Ve la Verdad del agua y el Espíritu y cree en esa Verdad por la cual nos liberó Dios de todos nuestros pecados. Y da gracias a Dios. Entonces, recibirás la vida y las bendiciones eternas.
La Palabra en Juan 1:12-13 dice, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Y la Palabra en Hebreos 10:9-18 dice, “y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.”
Mateo 3:15 afirma, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.” Una persona nace de Nuevo cuando cree en el bautismo recibido por Jesús. Jesús ha liberado completamente a toda la gente al recibir el bautismo para tomar los pecados de toda la humanidad. Jesús recibió todo el juicio por todos nuestros pecados al ser crucificado sobre la Cruz, en donde derramó Su preciosa sangre. Este es el evangelio del agua y el Espíritu que hace que nazcamos de nuevo. La fe en el evangelio del agua y el Espíritu es la fe real y la Verdad de cómo nacer de nuevo.