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布道

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 6-1] Coman el pan de vida (Juan 6, 1-13)

Coman el pan de vida(Juan 6, 1-13)
«Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido».
 
 
Vemos que hoy han venido muchos trabajadores del ministerio. Estoy contento de verles. Puedo ver bien la Biblia cuando llevo mis gafas, pero no puedo verles bien con ellas. Los días en los que era un hombre joven han pasado y el tiempo en que seré un viejo se está acercando. Pero aún así estoy contento de haber venido este viernes por la tarde a hablar antes ustedes en esta reunión de adoración. También estoy contento de que el Reverendo Kim haya venido. Tiene que volver a los Estados Unidos mañana para hacer trabajo misionario de nuevo después de haberse ocupado de diferentes asuntos relacionados con el ministerio literario. Pero estoy contento de poder verle. El mundo es oscuro y triste pero nosotros estamos contentos cuando nos reunimos. Estoy aún más contento con pensar en compartir hermandad los unos con los otros esta tarde. Me gustaría también dar la bienvenida a los que están aquí por primera vez.
Hemos leído Juan 6 hoy. Juan 6, 1-13 nos dice que el Señor alimentó a 5.000 personas a través del milagro de los cinco panes y los dos peces. Además nuestro Señor habló del pan de vida en Juan 6. Pienso que si entiendo completamente el pasaje de Juan 6 es suficiente para recibir la remisión de los pecados, la vida eterna e ir al Cielo. Nuestro Señor habló del pan de vida aquí.
 
 
Nuestro Señor cruzó el mar de Tiberias y una gran multitud le siguió
 
Allá donde fuera el Señor, siempre le seguía una gran multitud. Esto se debe a que muchos fueron testigos de las curaciones de Jesús y de Sus otros milagros. Cuando Jesús vio que muchos judíos le seguían, se sentó en una montaña y les dijo a Sus discípulos. «De dónde compraremos pan para que coman éstos?».
Esta era una prueba para Sus discípulos. En cuanto les hizo esta pregunta, uno de Sus discípulos, Felipe, dijo: «Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco». Como en ese tiempo un denario era el salario diario de un hombre joven, necesitaban por lo menos un año de salarios para alimentarlos. Pero el discípulo llamado Andrés tenía una idea diferente. «Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?».
Este Andrés es el hombre mencionado brevemente en Juan 2 y que no aparece mucho en la Biblia. Era hermano de Pedro, y llevó a Pedro al Señor Jesús después de conocerle por primera vez. De todas formas, cuando Jesús probó a Sus discípulos, Felipe dijo que 200 denarios de comida no serían suficientes, y Andrés sabía que si le llevaba un poco de comida a Jesús podría alimentar a toda la multitud con tan solo bendecir la comida.
Esto es algo que ocurrió hace mucho tiempo, pero cuando estudiaba en el seminario, cuestionaba este pasaje de las Escrituras más que los demás. Durante un tiempo les preguntaba a los profesores acerca de este milagro: «Señor, ¿cómo puede ocurrir tal milagro?». Esto se debe a que me preguntaba cómo podría Jesús haber bendecido la comida y haberla compartido con 5.000 personas. También me acuerdo que una vez uno de esos profesores me llamó a su despacho y me regañó por hacer esa pregunta. Incluso ahora sigo cuestionándolo porque no está escrito tal y como ocurrió en la Biblia.
De todas formas, el Señor bendijo el puñado de comida que Andrés trajo y dividió el pan. Está escrito que después de que todos comiesen, había 12 canastas llenas de sobras. Fue un milagro maravilloso en el que, incluso después de alimentar a 5.000 personas con cinco panes y dos peces, todavía sobraron doce cestas de comida. Nuestro Señor nos hizo el mismo milagro a los que somos miembros de la Iglesia de Dios. Dios escribió este milagro para darnos algunas lecciones a Sus obreros. Se dice que cuando hace obras, pueden incluso sobrar 12 cestas de comida después de haber alimentado a 5.000 personas con dos peces y cinco panes. En otras palabras, Dios produce obras milagrosas al bendecir a Su Iglesia.
El Señor hizo milagros muy a menudo cuando estaba en el mundo. Ese milagro le parecía imposible a Felipe, y como solo lo calculó con su mente, le pareció imposible. Como Andrés creyó que toda esa gente podría comer si el Señor bendecía la comida, trajo una cesta que tenía un chico, se la dio a Jesús y dijo: «Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos».
Hermanos y hermanas, cuando interpretamos este pasaje espiritualmente, los dos peces representan la Iglesia de Dios, y los cinco panes representan la gracia de salvación que Dios nos ha dado. Dios nos salva de todos los pecados del mundo y nos bendice con la gracia de salvación que viene por el Evangelio del agua y el Espíritu. Nos dice que esas obras de la gracia de salvación se cumplen en este mundo a través de Su Iglesia. Dios, quien da gracia en todas las cosas, produce la obra de salvación a través de los justos en Su Iglesia a la gente que desea seguirle en este mundo. Dios nos está demostrando cómo nos salva a través de este milagro. Nos está dando estas bendiciones a Su Iglesia, Sus siervos y a los santos.
El Señor dice: «Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18, 19-20). Esto significa que la obra de Dios surge cuando la gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y ha recibido la remisión de los pecados se reúne, ora, y lo hace todo reunida. Dios siempre nos da la gracia de salvación abundantemente a los siervos y santos en Su Iglesia. No podemos vivir sin la gracia de nuestro Señor. Pero cuando nos preguntamos de dónde viene la gracia de Dios, la respuesta es que sale de Sus siervos y de Su Iglesia. Nos da las bendiciones de salvación y Su gracia a través de Sus siervos en Su Iglesia.
Por tanto, la gente en la Iglesia de Dios no debe intentar vivir por sus propias fuerzas, tiene que vivir deseando las bendiciones de Dios. Hay algunos siervos de Dios que intentan hacer las obras de Dios por su cuenta y por sus propias fuerzas. Pero la Iglesia de Dios es el lugar donde Su intervención, Su consejo y Su gracia existen. Debemos recordar siempre el consejo y la gracia de Dios y vivir dándole gracias por eso. Debemos hacer Su obra por fe y seguir Su consejo felices. Dios nos da las bendiciones y la gracia de salvación para que no nos falte nada. Este tipo de bendiciones nos esperan en la Iglesia de Dios. Este milagro demuestra que nuestro Dios está guiando a Su Iglesia en todas sus obras y la está bendiciendo.
 
 
Los dos peces y los cinco panes no eran suficientes para una sola persona, ¿cómo pudieron alimentar a 5.000 personas?
 
Por fuera los edificios de la Iglesia de Dios no son grandes. A veces parecen las tiendas de Cedar de las que se habla en el Cantar de Cantares 1, 5. ¿Saben que son las tiendas de Cedar? En Corea hay unas tiendas hechas de alfombrillas de paja. Creo que las tiendas de Cedar eran así. No eran muy bonitas. La Iglesia de Dios es así para la gente del mundo.
Pero nuestro Señor es el Señor que hace la obra bendita de alimentar a cinco mil en la obra que la Iglesia de Dios hace. De la misma manera en que dio la bendición de alimentar a cinco mil personas en el pasado, está haciendo obras benditas ahora para que Su Palabra de Verdad pueda salvar a las almas perdidas de los que no conocen las bendiciones de salvación en el Evangelio del agua y el Espíritu. Creo y no dudo que también hará estas obras en el futuro.
Cada vez que leo la Biblia siento que Dios hace Su obra en Su Iglesia. Podemos recibir las bendiciones, no por nuestras buenas obras, pero por nuestra fe en la justicia de Dios. Sabemos que éramos insuficientes y pudimos vestirnos de la gracia de salvación a través de Su Iglesia. Sabemos que Dios les da la salvación a las almas perdidas a través de Su Iglesia y las suplicaciones de los predecesores de la fe. Los que vivimos en la Iglesia de Dios nos vestimos con la gracia de Dios por fe.
Por supuesto hay bendiciones que Dios ya nos ha dado. Pero aún así, ¿acaso no somos personas que deben seguir teniendo bendiciones para vivir porque tenemos partes insuficientes ante Dios? Si fuéramos excelentes espiritualmente, no deberíamos ponernos la gracia de Dios; pero como no somos excelentes espiritualmente y somos insuficientes, en la Iglesia de Dios debemos ponernos la gracia de Dios para poder salvar a las almas que van a perecer. Todos nosotros, a través de la Iglesia de Dios, debemos experimentar que el Señor nos da la gracia y la bendición de la salvación. Debemos experimentar que el Señor nos da bendiciones temporales y bendiciones de la fe espiritual y la plenitud de la gracia en nuestros corazones. En el pasaje de las Escrituras de hoy la gente que siguió a Jesús, incluyendo los enfermos, experimentó el milagro de los cinco panes y los dos peces que alimentaron a cinco mil personas. Aunque cinco panes y dos peces solo podían haber alimentado a un niño, Dios los bendijo para que crecieran en número e incluso hubo sobras después de que todos comiesen más de lo que necesitaban.
 
 

Ahora experimentamos las bendiciones de Dios y Su gracia

 
Cuando somos inmaduros espiritualmente, a veces tenemos la ilusión de que somos las personas más fuertes e inteligentes del mundo. Pero aunque pensemos así, al crecer en la fe, nos damos cuenta de que somos siempre insuficientes. Así que nuestras cabezas se rebajan ante los predecesores de la fe y estamos agradecidos por estar en la Iglesia de Dios. En otras palabras, nos hacemos humildes.
Estoy seguro de que Dios les dará sin falta las bendiciones de la salvación a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Tengo esta fe y les predico este sermón. No estoy hablando de circunstancias temporales. Les estoy hablando convencido porque el Señor nos ha bendecido durante mucho tiempo. Como el Señor nos mostró el secreto de Dios, creemos que nos bendecirá indefinidamente si hacemos Su obra por fe. Creemos que nos bendecirá para que se pueda ver claramente. Hay muchas pruebas de que hemos recibido muchas bendiciones de Dios a través de Su Iglesia.
Vamos a ir a los Estados Unidos para distribuir nuestros libros sobre el Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos publicado un libro titulado ¿Realmente has nacido de nuevo por agua y el Espíritu? Queremos distribuir estos libros en línea y en formato impreso a librerías de todo el mundo. Yo creo que, a través de esta obra, todo el mundo conocerá el Evangelio del agua y el Espíritu, recibirá la remisión de los pecados como nosotros, y obtendrá la vida eterna. Estoy seguro de que sus almas estarán llenas con el alimento espiritual al dedicarse a la obra de salvar almas. Nosotros, los obreros de Dios, creemos que el Señor obra cuando predicamos la justicia de Dios. Debemos creer que Dios, a través de Su justicia, bendice las obras de Su Iglesia. Es maravilloso que Dios haga esto en Su Iglesia a través de Su justicia. Pero lo que tienen que hacer primero es llenar los asientos vacíos cada vez que adoramos, escuchar la Palabra, y hacer que sus almas crezcan por fe. Creo que cuando guíen a otras almas, se unan a la obra que está haciendo la Iglesia de Dios, y vivan con oraciones y con fe, el Señor les dará la gracia de salvación a otras almas a través de sus esfuerzos, y Dios producirá las obras del Evangelio y dará las bendiciones con las que todas las almas pueden obtener la salvación.
Ahora queremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Verdad de salvación, a todo el mundo. Aunque la Iglesia de Dios en Seúl y las ramas de la Iglesia en el resto de nuestro país parezcan pequeñas a los ojos humanos, en realidad son Iglesias grandes a los ojos de Dios. Los siervos de Dios que trabajan allí son maravillosos. Siempre están ocupados porque están haciendo la obra de Dios. Dios bendice toda la obra que hace Su Iglesia. No queremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu solo a la gente que vive cerca de nosotros. Queremos predicar el Evangelio por toda Corea, los Estados Unidos, Japón, China, y toda Asía, toda África, toda Sudamérica, y toda Europa.
Estamos publicando una serie de libros sobre el Evangelio del agua y el Espíritu. Muchas personas han leído el primer libro y han recibido la salvación. Aún así hay muchas personas que piensan que es suficiente publicar un libro y que estamos malgastando el dinero. Pero piensan así porque no han probado completamente la Palabra de Dios. La Palabra de la Biblia no solo habla de un tema. Como Dios quiere que Su Evangelio del agua y el Espíritu sea proclamado por todo el mundo, quiere enseñarnos varias lecciones. Por tanto, la gente de todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu en el que creemos ahora, obtener la salvación y la vida eterna, y recibir la bendición de convertirse en hijos de Dios. Ya nos hemos vestido con la gracia de la salvación del pecado.
Hemos empezado esta obra para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo, incluyendo los países anglófonos. Hemos tenido muchos problemas y hemos cometido errores hasta ahora. Pero la fe nos ha empujado hacia delante. Queremos predicar el Evangelio de Dios. El Evangelio del agua y el Espíritu ha entrado en casi todas las naciones del mundo. Entrará en muchas más naciones en el futuro. Me pregunto cuándo podrá entrar el Evangelio del agua y el Espíritu en todas las naciones del mundo. La Biblia dice que este Evangelio debe ser proclamado hasta los confines de la tierra antes de que venga nuestro Señor. Por tanto, si queremos que el Señor venga pronto, debemos predicar rápidamente el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo puede llegar a los cientos de países del mundo y quién lo va a proclamar?
En China y Japón, nuestros diáconos dan la bienvenida a nuestros ministros para poder trabajar con más eficacia. Pero la gente de la mayoría de los países no sabe que vamos y venimos a sus países. No saben por qué vamos y venimos. Dios y Sus obreros también nos encuentran en esos países. Preparamos diligentemente la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu porque queremos predicar el Evangelio. Pero como nuestros corazones tienen prisa y las cosas no nos salen como queremos, estamos frustrados y nos sentimos insuficientes. Aún así tenemos fe en la justicia de Dios y en Su Palabra, y Él produce muchas obras buenas a través de nuestra fe.
No hay muchos libros de sermones que prediquen sobre el Evangelio del agua y el Espíritu en todo el mundo. Si hubiese libros que contengan el Evangelio del agua y el Espíritu, la proclamación del verdadero Evangelio sería más fácil, pero no hay ningún libro así.
Una profesora de inglés en la Universidad de Kangwon llamada Elaine Dawe corrigió tres veces mi primer libro titulado ¿Realmente has nacido de nuevo por agua y el Espíritu? y dijo que creía en el contenido del Evangelio del agua y el Espíritu después de terminar su trabajo. Dijo que llevaba mucho tiempo yendo a la iglesia con regularidad pero que no vivía una vida de fe cuando le pedimos que hiciera este trabajo. Nuestro primer pensamiento fue que queríamos que esta persona leyese y corrigiese el libro. Pero además recibió la remisión de los pecados al leerlo tres veces. Cuando la conocí, cené con ella y hablamos, y entonces entendió fácilmente las cosas espirituales que le decía. Entendió mis palabras como alguien que hubiese estado conmigo durante tres años. Estaba sorprendido porque entendía cualquier tema espiritual del que hablaba. Me dijo: «Si este libro va a otros países, habrá muchas personas que creerán en el verdadero Evangelio como yo». Esta profesora es canadiense y aún no ha cumplido los cuarenta, pero me dijo que nunca había visto este tipo de libro. Esto no significa que seamos especiales, ya que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad lógica y bíblica, que le ha dado la fe de salvación a su corazón. Esta mujer pudo recibir la salvación de sus pecados mientras corregía nuestro libro porque este libro tenía respuestas claras para sus preguntas sin respuesta. Recibió la salvación de los pecados del mundo por fe y no paraba de decir: «¡Esto es maravilloso!». Estaba muy contenta. ¿No es esto maravilloso?
Nosotros también le damos gracias a Dios. Estaba predestinado en Jesucristo que esta hermana recibiese la salvación del pecado. Si una personas de verdad quiere reconocer el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden evitar recibir la remisión de todos sus pecados por fe. ¿Es posible no creer en esta Verdad de salvación cuando se encuentran con el Evangelio del agua y el Espíritu? Aunque fuera occidental, recibiría la salvación de mis pecados por fe si alguien me explicase el Evangelio del agua y el Espíritu una vez. El Evangelio del agua y el Espíritu es bíblico, lógico y verdadero. No es supersticioso. No hablamos de la salvación que los mentirosos predican. Dicen que la remisión de los pecados se recibe si se dan muchas donaciones o que se reciben muchas bendiciones si se paga mucho diezmo.
Si todo el mundo lee este libro, ¿acaso no sabrán el hecho de que Jesús vino al mundo y nos salvó a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Para eliminar los pecados de la gente, el Señor nació en este mundo, tomó todos los pecados al ser bautizado por Juan, pagó la condena de todos esos pecados al ser clavado en la Cruz, y resucitó de entre los muertos. Así nos hizo nacer de nuevo como nuevas criaturas e hijos justos de Dios a los que creemos en esta Verdad. Por tanto, creo que en esta obra misionera Dios hará obras, nos bendecirá y lo cumplirá todo. Nos hará triunfar sin falta.
Aún así, ¿acaso no hay personas entre nosotros que intentan encontrar soluciones con sus pensamientos humanos como Felipe? Tenemos que hacer esta obra a través de la fe en la justicia de Dios. Vamos al mundo entero porque podemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu allí. Creemos en las obras de salvación que surgirán en Japón y por eso vamos allí. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu recibe la salvación del pecado sin falta. Se convierte en hijo de Dios.
Como tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, salimos a predicarlo. Como tenemos esta fe, hacemos libros sobre el Evangelio, oramos y damos todos nuestros recursos gratuitamente. No es que vayamos al mundo a hablar a la gente sobre nosotros mismos como si fuésemos lunáticos. Cuando vamos a Europa, por ejemplo al Reino Unido, Francia y Roma, es lo mismo. Todo el mundo que conoce la justicia de Dios y cree en ella puede recibir la remisión de sus pecados completamente y vestirse de la gloria de Dios. Puede saber que Jesucristo le ha salvado al ser bautizado por Juan el Bautista, al morir en la Cruz y resucitar entre los muertos. «Es verdad. Pensaba que Jesús haría eso. No conocía esta Verdad porque no había nadie que me la enseñara, y tenía pecados hasta ahora, pero ahora mis pecados han desaparecido para siempre gracias al Evangelio del agua y el Espíritu». Esta gente es muy feliz.
 
 

¿Es Jesús el Hijo de Dios y el Salvador?

 
Jesús y Sus discípulos se fueron de ese lugar y cruzaron el mar de Galilea. La noche pasó y la gente se dio cuenta la mañana siguiente que Jesús se había ido. Pensaron que estaba solo allí y no podían verle. En realidad las personas siguieron a Jesús, que había hecho el milagro de los cinco panes y los dos peces, y querían hacerle rey. Querían hacerle rey porque les había dado de comer cuando no tenían nada con tan solo bendecir la comida. Así que Jesús fue a una montaña y oró y entonces fue con Sus discípulos.
En ese mismo momento, los discípulos de Jesús que estaban cruzando el mar en una barca, se encontraron con una tormenta que casi vuelca la barca. Entonces, cuando llamaron al Señor atemorizados, Jesús caminó sobre el mar y subió a la barca. Entonces, de repente el mar se calmó cuando le dijo: «Calla, enmudece» (Marcos 4, 39).
¿Quién es este Jesús para nosotros? Es nuestro Dios. No es un hombre como ustedes. Se convirtió en hombre durante 33 años pero no es solo un Hombre, sino que es Dios. Es nuestro Creador y Salvador. Fue Dios quien vino al mundo durante un tiempo encarnado en un hombre. Dios protegió a Sus discípulos. Esto también significa que protege a Su Iglesia. Esto significa que cuando la Iglesia de Dios sufre dificultades en este mundo, Dios la protege y le ayuda.
El Señor cruzó el mar de Tiberias y fue a Capernaún, y la gente cruzó el mar en barcas o caminó para ver a Jesús y a Sus acompañantes de nuevo. ¿Cuánta excitación creen que había? «Comeremos todo lo que queramos hoy también». Estaban de buen humor por eso, y se reunieron ante Jesús diciendo: «Hola, Jesús, ¿cuándo has llegado? Nos alegramos de verte». Entonces Jesús les dijo: «De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. ¿Acaso no Me buscáis solo porque habéis recibido comida y no porque visteis el milagro que hice?». Probablemente pensase: «Es bueno que Me llaméis Señor y Me busquéis, pero lo único que queréis es comer».
Jesús quiso que supiesen quién era y que le siguieran. Así que siguió diciendo: «Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece». Les dijo que trabajasen por la comida que no perece. «El Hijo del Hombre os da esta comida. Ha sido sellado por Dios Padre».
Entonces la gente preguntó: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios». Nuestro Señor respondió: «Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado». Jesús quiso que la gente le conociese y creyese en Él. Quería que creyesen que era Dios y el Redentor que los salvó de todos los pecados a través del agua y la sangre, y quiso que creyesen que les daría vida eterna y las bendiciones de hacerles nacido de nuevo al hacerlos hijos de Dios. Pero la gente de aquel tiempo no reconoció ni creyó a Jesús correctamente.
 
 
Esta generación ahora es la misma
 
La gente dice que cree en Jesús pero está llena de pensamientos carnales. Los cristianos de hoy en día están llenos de la idea de que si cree en Jesús recibirán comida y dinero, se harán ricos y tendrán un buen trabajo. Así que buscan una iglesia grande. Esto significa que no quieren creer en la justicia de Jesús y no viven sus vidas religiosas para recibir la remisión de los pecados en sus pecados.
Por tanto, Jesús no estaba contento con esta gente y les dijo que buscasen las cosas espirituales. ¿Acaso no dijo: «No Me pidáis la comida que perece, sino la comida que no perece. Si lo hacéis, os la dará»? ¿Cuál es la comida que no perece? ¿Qué es? ¿Cuál es la señal para nosotros que nos hace creer en Jesús? La gente pregunta: «Ayúdanos a ver y creer en lo que haces».
¿Qué vino a darnos Jesús? Vino a darnos Su carne y sangre. Aquí en Juan 6 dijo: «Quien coma Mi carne y beba Mi sangre tendrá vida eterna». Vino a nosotros para darnos Su carne y sangre que es la verdadera comida y la verdadera bebida. ¿Acaso nuestro Señor no dijo que era el pan de vida? Por tanto, debemos comer de la carne y beber la sangre de Jesús por fe. Debemos creer en la sangre y la carne de Jesús en nuestros corazones. Jesús es nuestro Salvador, y es nuestro Dios.
¿Qué hizo Jesús para darnos la salvación de nuestros pecados? Recibió el bautismo de Juan el Bautista en el río Jordán y tomó todos nuestros pecados para siempre. Tomó nuestros pecados para siempre a través de Su bautismo. Lo hizo para cumplir la justicia de Dios. De la mano de Juan el Bautista, el representante de la humanidad, Jesús recibió el bautismo que le pasó todos los pecados del mundo. Esto tiene su origen en el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento en el que la gente ponía las manos sobre la ofrenda y le pasaba todos los pecados. Por tanto, el bautismo de Jesús es la verdadera comida para nosotros, y Su sangre derramada en la Cruz, es decir Su sangre de la vida, es nuestra verdadera bebida. La sangre de Jesús derramada en la Cruz es el juicio por nuestros pecados, y el bautismo de Jesús era el bautismo que transfirió nuestros pecados a Su cuerpo. Jesús dijo: «Quien coma Mi carne y beba Mi sangre tendrá vida eterna».
Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para eliminar todos los pecados de la humanidad. El bautismo se encarga de todos los pecados de la gente que nacerá en este mundo en el futuro. Debemos comer la comida por el alma para creer en esta Verdad, es decir, el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es comer el pan de vida. Jesús es el pan de vida y la verdadera bebida. Debemos comer del pan de vida por fe y deben creer que Jesús es su pan de salvación.
 
 
Pero la mayoría de los cristianos de hoy en día solo creen en la sangre valiosa derramada en la Cruz como su salvación
 
La mayoría de los cristianos dicen creer en la sangre de Jesús como su salvación. Pero no pueden explicar por qué Jesús, que no tenía pecados, tuvo que ser clavado en la Cruz. Si quieren ser salvados completamente por la Verdad, tendrán que confesar que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para cargar con los pecados del mundo, que murió en la Cruz y fue resucitado para salvarnos a través de Su agua y sangre. El agua en la Biblia se refiere al bautismo con el que Jesús cargó con todos los pecados del mundo.
Sin embargo, Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo a través del bautismo que recibió de Juan. Al derramar Su sangre en la Cruz, fue juzgado por todos los pecados y nos salvó a los que creemos en Él de los pecados del mundo. Así que Jesús se convirtió en el pan de salvación para todos los que creemos en Él como el Salvador. Creer en Jesús como el Salvador es la verdadera salvación obtenida a través de la fe en este Evangelio del agua y el Espíritu. Creer en el bautismo que Jesús recibió y en la sangre derramada en la Cruz como nuestra salvación es comer de la carne de Jesús y beber de Su sangre por fe. En otras palabras, comer el pan de vida y beber la sangre por fe.
Nuestro Señor dijo: «Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás». El nombre de Jesús significa Redentor. El nombre de Jesucristo significa el Dios que vino como Rey, Sumo Sacerdote y Profeta para salvarnos de los pecados. Debemos conocer este significado de Jesucristo bien. Como Dios vino al mundo encarnado en un hombre, fue bautizado por Juan el Bautista, y derramó Su sangre y murió para salvarnos del pecado, se encargó noblemente de las tareas de Sumo Sacerdote. Por tanto, para los que creen en Él, el Señor es el Rey, el Sumo Sacerdote y el Profeta que nos enseña el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, para convertirse en el pan de vida para nosotros, el Señor, al recibir el bautismo de Juan el Bautista, tomó todos nuestros pecados, así como los pecados de todos los niños que nacerán en el futuro, para siempre. Jesús tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, incluyendo los pecados de todos los que nacerán hasta el fin del mundo, y por supuesto los pecados de la gente que murió hace tiempo. Jesús tomó los pecados del mundo sobre Su propio cuerpo. Así que la gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu nunca tiene sed.
Somos muy insuficientes en muchos aspectos físicos. Así que siempre cometemos pecados. Entonces, ¿en qué tenemos que creer para obtener la salvación de los pecados? ¿Es suficiente con pedir bajo la Cruz de Jesús que nos perdone los pecados? No, eso no es suficiente. Debemos conocer la Verdad y creer en ella: somos insuficientes, pero nuestro Señor fue bautizado por Juan el Bautista y quitó todos los pecados del mundo. Debemos recordar esto. Así nunca tendremos sed si creemos en Jesús, quien vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, Jesús vino a eliminar todos estos pecados para siempre. Nos salvó para siempre de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, nos dio la vida eterna, y nos hizo hijos justos de Dios. No hay otro nombre bajo el Cielo por el que se pueda obtener la salvación. No hay otro nombre a parte de Jesús que se le haya dado al hombre a través del que se puede ser salvado. Cuando la gente cree en Jesús, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, como su Salvador y Señor, recibe la remisión de los pecados y la remisión de los pecados. Recibimos la salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

Por muy virtuosos que sean algunos en esta vida, sus pecados no desaparecen nunca

 
Por mucho que una persona intente vivir sin pecado, el pecado de no creer en la justicia de Dios sigue en su corazón. La gente recibe el castigo del infierno por sus pecados. La gente que no cree que Jesús nos haya salvado de todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu, está cometiendo un pecado que les llevará al infierno. Como Dios sabía que los pecadores irían al infierno si se les dejaba seguir así, vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Fue bautizado por Juan, murió en la Cruz, fue resucitado de entre los muertos, y nos ha salvado a todos los que creemos en Él.
La gente pregunta: «Qué debemos hacer para hacer las obras de Dios?». Nosotros debemos responder por fe. En otras palabras, debemos conocer a Jesús y creer en Él como el Salvador que vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Creer en la justicia de Jesús es hacer la obra de Dios. Por tanto deben saber que por mucho dinero que den a su iglesia y escriban sus nombres en el sobre de contribución y extiendan muchos cheques, esto no significa que estén haciendo la obra de Dios. Puede que esto haga felices a sus pastores, pero Jesús no está contento con esto. «No trabajéis por la comida que perece, trabajad por la comida que no perece. Creed en Mí. Soy Dios, quien os ha salvado de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Acaso no vino al mundo, fui bautizado, morí en la Cruz, y resucité para salvaron del pecado?». Nuestro Señor dice que es una Persona a la que no le importa las donaciones que ofrecen para la salvación.
La salvación del pecado no es algo que se pueda conseguir con las obras propias. Solo podemos llegar a la justicia de Dios al creer en la justicia de Jesús en nuestros corazones, y convertirnos en personas justas por fe. Una persona llega a la salvación al creer en la justicia de Dios y al confesar esa fe con su boca diciendo: «Señor, creo en el Evangelio del agua y el Espíritu». Entonces, por primera vez esta fe se hace firme en su corazón como cemento. Así es como se recibe la salvación de los pecados.
Por tanto, cuando creemos en Jesús como el Salvador, debemos creer que la carne de Jesús, es decir, el bautismo que recibió, se refiere a la transferencia de los pecados del mundo sobre Sí mismo. Debemos beber la sangre de la Cruz por fe. No estoy diciendo que tengan que comer literalmente la carne de Jesús; estoy sugiriendo que debemos comer la justicia de Dios por fe. Esta fe significa que debemos creer que Jesús tomó todos nuestros pecados al venir al mundo y recibir el bautismo y que fue clavado en la Cruz por nosotros, murió para limpiar todos nuestros pecados, y fue juzgado por todos ellos. Creer de esta manera es creer en la justicia de Dios en el corazón. Podemos obtener la salvación de todos los pecados al creer en la justicia de Dios en el corazón. Una persona obtiene la vida eterna y se convierte en hija de Dios al creer en la justicia de Dios en su corazón. Todas las bendiciones se obtienen por fe en la Verdad. Así es la fe que lleva a la justificación por fe. Por fe en el corazón una persona obtienen la salvación de Dios, se convierte en una persona justa, obtiene la vida eterna, se convierte en hija de Dios y recibe las bendiciones celestiales.
Leamos Juan 6, 52-59. «Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum».
Mis queridos hermanos, debemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre por fe. Solo podemos recibir la salvación si aceptamos el bautismo y la Cruz de Jesús en nuestros corazones por fe. Debemos creer en estas cosas en nuestros corazones. Aunque no sepamos nada acerca de la Biblia, debemos creer que Jesús es el Redentor, que es Dios, y que vino a este mundo encarnado en un hombre para salvarnos de los pecados del mundo, fue bautizado por Juan, a través de quien tomó los pecados del mundo, y fue juzgado en nuestro lugar por nuestros pecados en la Cruz. Nos salvó completamente al resucitar de entre los muertos. No podemos olvidar estos hechos y debemos creer en nuestros corazones.
 
 
Leamos 1 Pedro 3, 21, donde se nos habla de qué es el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista
 
Dice: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo» (1 Pedro 3, 21). Está escrito aquí: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva».
Debemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre al creer en la justicia de Dios. Les he dicho esto muchas veces. Debemos creer en el bautismo y la sangre de Jesús en nuestros corazones. ¿Creen? El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista es la carne de Jesús. «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva». En otras palabras, al recibir el bautismo, Jesús recibió los pecados de todos los pecados que cometemos: esos pecados que cometemos por nuestras acciones, los que cometemos a propósito, y los que cometemos sin querer. ¿Qué dice este pasaje que nos salva: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva». El bautismo. Jesús vino a este mundo y recibió la transferencia de los pecados de la humanidad para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Por tanto, el cuerpo de Jesús tuvo que ser clavado a la Cruz, y nos salvó de todos los pecados a través de este método.
La carne de Jesús se convierte en el pan de vida para nosotros. Por tanto, esto es lo que corresponde y nos salva. Es el bautismo de Jesús. Así que, ¿qué es la sangre derramada en la Cruz? Es el juicio por nuestros pecados. Así que dijo: «Mi sangre es bebida». ¿Qué ocurre si creemos en la sangre de Jesús derramada en la Cruz? Que sabemos que Jesús murió por nosotros y nuestros corazones se refrescan. ¿Qué pasa si pensamos en el bautismo de Jesús? Que sabemos que el bautismo de Jesús se encargó de nuestros pecados, y que los borró. Por tanto, es comida para nuestras almas.
El Señor tomó todos los pecados que cometemos en este mundo y los borró. Quitó todos los pecados de nuestras almas. Como el bautismo que nuestro Señor recibió de Juan el Bautista borró todos nuestros pecados de la manera más adecuada, es ahora pan de vida para nosotros. Si creemos en el bautismo que Jesús recibió, podemos comer el pan de vida. Por tanto, si predicamos el bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz, estaremos llenos.
 
 
«Señor, somos insuficientes, pero Jesús quitó nuestros pecados, ¿verdad?»
 
Cometemos muchos pecados y sufrimos mucho por culpa de ellos mientras vivimos en este mundo. Cuando sufrimos por culpa de nuestros pecados, la Palabra de Dios acerca de la salvación viene a nosotros. «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva» (1 Pedro 3, 21). «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3, 15). «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). En Juan 19, 30 Él dijo: «Está acabado». «Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado» (Hebreos 10, 18). «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu» (Romanos 8, 1). Porque lo que la ley no pudo hacer porque era débil en la carne, Dios lo hizo enviando a Su Hijo encarnado en un hombre susceptible a cometer pecados, y nos salvó de todos los pecados. Cuando pensamos en estas palabras, realizamos la siguiente confesión:
«Señor, gracias. Nuestras almas están llenas cuando pensamos en la Palabra sobre Tu carne y sangre. Gracias, Señor. He intentado no pecar, pero he pecado y no he podido caminar según la Palabra de Dios. Reconozco mis errores. No podía evitar ser condenado por mis pecados, pero creo que tomaste mis pecados para siempre cuando fuiste bautizado por Juan el Bautista. Gracias. Nuestras almas están llenas gracias a Tu justicia. Volvemos de a la vida de la muerte por fe. Sin el Evangelio del agua y el Espíritu somos almas que no pueden evitar morir de hambre y ser destruidas por los pecados, pero ahora hemos vuelto a la vida por fe. Gracias, Señor. Creo en Tu justicia y Te alabo. Te encargaste de todos nuestros pecados y moriste por nosotros en la Cruz. Por tanto, creo en Tu justicia. Quiero vivir ahora haciendo obras justas. Como has resuelto el problema de mis pecados, puedo hacer obras justas a pesar de los pecados que he cometido. Me has hecho hacer buenas obras, me has hecho justo, y me has hecho hijo de Dios, y por eso Dios gracias a Dios Padre quien me dio la gracia de la salvación por la que le puedo llamas «Abba, Padre». Le doy gracias a Jesucristo y al Espíritu Santo».
Está escrito: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo» (1 Pedro 3, 21). ¿Cómo pueden ser buenas sus conciencias? La razón por la que nuestras conciencias se hacen buenas y rectas ante Dios es que creemos en Jesús quien fue bautizado por Juan el Bautista, tomó todos nuestros pecados para siempre, y fue juzgado en la Cruz. Por tanto, tenemos conciencias buenas y sin pecados ante Dios, somos honorables por fe y podemos llamar a Dios Padre. Podemos confesar ante Dios: «¡Gracias, Padre!».
Si el Padre de sus almas murió en su lugar por sus pecados, sus conciencias deben estar limpias. Entonces cada vez que piensen en ese Salvador estarán contentos. Serán así gracias a sus conciencias de fe. Si alguien les molesta, le pueden decir: «¿Qué te pasa? Mi Salvador tomó mis pecados a través de Su bautismo y murió en mi lugar para salvarme de la muerte. ¿Cómo puedo tener pecados entonces?». Incluso si la persona sigue molestando y dice: «Aún así has cometido pecados», pueden decirle seguros con fe: «De todas formas mis pecados y su precio han sido pagados por Jesús. ¿Por qué dices que tengo pecados? Es obvio que he pecado, pero Jesús ha recibido la purificación y el juicio por todos mis pecados».
De la misma manera podemos creer con una conciencia limpia ante Dios que nos hemos convertido en Sus hijos por fe en el bautismo que Jesús recibió y Su sangre derramada en la Cruz. Como Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y murió en la Cruz para salvarnos de nuestros pecados y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios, creemos en Jesús, quien hizo estas obras justas y tuvo honor en nuestras conciencias. No hay otro método de salvación de nuestros pecados. Las buenas conciencias siguen a Dios de esta manera. Creemos en el bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz, llamamos Padre a Dios y le seguimos diciendo «Aleluya». Nos convertimos en hijos de Dios como seres sin pecados, y alabamos la justicia de Dios.
¿Cómo podrían decir que no tienen pecados ante Dios si sus pecados no hubieran sido pasados a Jesús a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista? ¿Cómo podrían resolver el problema de sus pecados en sus corazones? ¿Cómo curamos las transgresiones que cometemos a diario? ¿Podemos curarlas mediante las oraciones de penitencia? Eso es ridículo. Como Jesús tomó todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, no tenemos pecados, y no hay ningún motivo para ser juzgados porque el Señor cargó con nuestros pecados y murió en nuestro lugar. Creemos en la justicia de Dios en nuestros corazones y hemos recibido la salvación del pecado.
A través de Su Iglesia, que Dios ha establecido, está salvado a toda la gente del mundo con el Evangelio del agua y el Espíritu. Como creemos en la justicia de Dios, estamos proclamando esta fe nuestra por todo el mundo para que todos, a través de la Iglesia de Dios, pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibir la remisión de sus pecados y la gracia de la salvación que les hace nacer de nuevo. Debemos plantar semillas de salvación que les haga nacer de nuevo. Debemos plantar las semillas de salvación en todos los campos de los corazones de la gente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos ayudar a todo el mundo a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para que obtenga la salvación del pecado. De esta manera Dios nos hará capaces de hacer esta obra y bendecirnos.
En Juan 3, Jesús le dijo a Nicodemo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios». La gente que cree en la justicia de Dios siempre reconoce el Evangelio del agua y el Espíritu. La gente que cree en la justicia de Dios debe creer que Jesús es Dios, y que nos ha salvado de todos los pecados mediante el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y el juicio del pecado que recibió en la Cruz. Hemos obtenido la vida eterna al creer en Él, convertirnos en hijos de Dios y creer en Él, y hemos recibido por fe todas las bendiciones y la gracia que Dios Padre nos da. Nuestro Señor es el Dios Redentor. Nuestro Señor vino al mundo y nos ha salvado para siempre.
Sin embargo, hay muchos pastores que no conocen este Evangelio y no pueden predicarlo. Les aconsejan a sus congregaciones lo siguiente: «Hermanos y hermanas, han pecado mucho esta semana, ¿no? Espero que se arrepientan. Espero que se sientan mal y se arrepientan. Espero que oren y ayunen». Pero si sus pecados desaparecieran de esta manera, con lágrimas y mocos, es decir, si pudieran ir al Cielo y recibir la remisión de los pecados ofreciendo oraciones de penitencia, Jesús no tendría que haber venido al mundo, haber sido bautizado por Juan el Bautista, haber muerto en la Cruz, o haber resucitado.
Mis queridos hermanos, espero con todo mi corazón que tengan fe en la Palabra que ha sido testificada por la Iglesia de Dios. Hay muchas iglesias en el mundo, pero la mayoría no habla del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cuál es la iglesia de Dios? ¿Quiénes son los fraudes espirituales?
La gente debe estar avergonzada de ir a iglesias que no predican el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Pueden escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu si van a una iglesia grande hecha de ladrillo rojo? Deben reconocer que esto es ser explotado espiritualmente. ¿Han desaparecido sus pecados al darle dinero a ese tipo de iglesias? Deben saber que eso es vergonzoso. No estén orgullosos de esas iglesias. Cuando van a la Iglesia de Dios que predica el Evangelio del agua y el Espíritu, no necesitan pagar dinero.
Nos basta con tener que comer, dinero para pagar el alquiler, dinero para hacer libros y dinero para hacer obras misioneras en el extranjero. ¿Por qué tenemos que insistir en construir un edificio para la iglesia con ladrillo rojo? ¿Por qué vamos a reunir dinero mientras decimos creer en la justicia de Dios? Todo el dinero debe dedicarse a la obra de predicar la justicia de Dios. En este mundo, debe haber muchos trompeteros por el Evangelio que predica la justicia de Dios.
¡Aleluya!