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布道

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 15-3] Éramos como el hijo pródigo (Lucas 15, 11-24)

Éramos como el hijo pródigo(Lucas 15, 11-24)
«También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse».
 
 

¿Éramos como el hijo pródigo espiritualmente?

 
Estoy seguro de que todo el mundo en la Iglesia de Dios conoce el pasaje acerca del hijo próvido y lo ha escuchado una o dos veces. Aunque todos conocemos este pasaje, en este momento, me gustaría que pensásemos un poco más en lo que Dios nos está diciendo en Su Palabra y en qué tipo de gracia nos ha mostrado.
Pasemos a Lucas 15, 11-12 juntos: «También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes».
Aquí el segundo hijo le pidió a su padre que le diera su parte de la herencia. Piensen en esto por un momento. ¿Qué desean todos los humanos como su parte?
Primero podemos nombras las posesiones materiales. Todo el mundo tiene su parte de posesiones materiales. En segundo lugar, la gente necesita fama y ambición. Esto es lo que todos los seres humanos creen que deben tener. En otras palabras, todo el mundo piensa que debe tener riqueza, fama y ambición sin falta. Por supuesto hay muchas otras cosas que necesita la gente, pero para la mayoría lo primero es la riqueza. Además, cuando la gente se hace rica, lo siguiente que necesita es la fama. Todo el mundo quiere ser alabado en su campo de experiencia. Todo el mundo quiere tener todo lo que quiere y ama. Estos deseos son universales para todos los seres humanos. No hay ninguna excepción. Todo el mundo es igual.
El segundo hijo de las Escrituras de hoy también tenía el mismo deseo. Quería tener la parte que todo el mundo quiere y por eso le dijo a su padre: «Dame la parte de tus bienes que me pertenece. Me la llevaré y viviré independientemente de ahora en adelante. Dame mi parte de la herencia». Su padre entonces le dio su parte de la herencia.
Pero, ¿qué le pasó a este segundo hijo cuando salió al mundo con su herencia? Pasemos a Lucas 15, 13: «No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente». Como dice el pasaje, el segundo hijo tomó todas sus posesiones y se fue a un país lejano donde se las gastó todas.
El padre del pasaje de las Escrituras de hoy se refiere a Dios Padre. Como podrían esperar, el segundo hijo se refiere a nosotros. ¿Qué significa este pasaje entonces?
El hombre vivía originalmente en un paraíso llamado Jardín del Edén. Sin embargo, cuando Dios nos creó, nos dio libre albedrío. Debido a este libre albedrío, el hombre quiso dejar a Dios y vivir por su cuenta. Entonces Satanás se le acercó y le tentó diciendo: «Si comes del árbol del conocimiento del bien y del mal serás como Dios». Adán quiso dejar a Dios y vivir por su cuenta, así que ¿qué piensan que pensó después? Pensó: «Sí, puedo ser como Dios. Yo también puedo convertirme como el Padre. Todo será posible si como de este fruto como dice la serpiente».
Dicho de otra manera, Adán estaba lleno de arrogancia. Con su libre albedrío quería alejarse de Dios, y cuando Satanás le tentó, puso su deseo en acción. De esta manera el hombre acabó estando de lado de Satanás. Al creerse la falsa promesa del Diablo, el hombre fue separado completamente de Dios. Pero, ¿cuáles fueron las consecuencias? En vez de estar feliz de alejarse de Dios, la humanidad acabó viviendo una vida trágica.
Esta es la lección que Dios nos está enseñando en el pasaje de las Escrituras de hoy. Nos enseña que los que se han alejado de la justicia de Dios, los que se separaron de Dios, y los que le dejaron atrás nunca fueron felices. ¿Puede una persona vivir feliz sin Dios? La mayoría de las personas están equivocadas al pensar que esto es posible. Piensan que es fácil prosperar por cuenta propia. Así que cada hijo quiere dejar a sus padres y vivir por su cuenta cuando crece. Esto es lo que quiere la juventud de hoy en día. Quieren recibir su parte de la herencia, ser independientes y vivir mejor que sus padres. Por su puesto, esto es posible cuando se trata de dejar a los padres de la carne. Pero, ¿qué pasa cuando dejamos a nuestro Padre espiritual? Que los seres humanos no pueden estar felices al dejar a Dios, nuestro Creador.
Echen un vistazo a la gente que vive en este mundo. Todo el mundo cree que puede vivir feliz en este mundo. Pero, ¿cuál es la verdad? En vez de ser felices, muchas personas no mantienen lo que tienen, fracasan y acaban atrapadas en una vida vacía. Hay tantas personas a nuestro alrededor que no puede hacer nada por su cuenta, y como resultado son infelices. Aunque los que dejan a Dios intentan asegurar su felicidad, ninguno de ellos puede vivir con éxito. Una persona puede pensar: «Aunque deje a Dios, puedo vivir feliz sin Su ayuda y poder», pero al final se dará cuenta de que es absolutamente imposible vivir con satisfacción si se aleja de Dios.
 
 

Desde la fundación de este planeta tierra, no ha habido nadie que se haya alejado de la justicia de Dios y siga siendo feliz

 
Podemos entender esto aún mejor si observamos la vida de los grandes sabios y filósofos del pasado. Ninguno de ellos vivió feliz. Por muy sabios que fuesen, ninguno de ellos podría decir con total seguridad que vivieron con satisfacción completa. Mis queridos hermanos, todo el mundo quiere tener felicidad completa. Todo el mundo quiere vivir una vida virtuosa, ser feliz y honesto y mantener esta felicidad para siempre.
¿Pero cuál es la verdad? En vez de vivir el tipo de vida que quieren vivir, acaban siendo infelices. En vez de vivir la vida que quieren vivir, fracasan y caen en la desesperación. Esta es la infelicidad de los que han dejado a Dios. ¿Acaso no decimos que estamos infelices cuando nos encontramos en situaciones que no nos gustan? Si una persona se encuentra en las circunstancias que deseaba, no puede decir que no es infeliz.
Hay una historia que ilustra cómo los que han dejado a Dios no son felices. Quiero contarles esta historia. En la mitología griega la esfinge estaba fuera de Tebas y les preguntaba un acertijo a los viajeros que pasaban por ahí: «¿Qué camina a cuatro patas por la mañana, dos patas al medio día y tres por la noche?». Ningún viajero pudo acertarlo, pero Edipo era inteligente y pudo resolverlo diciendo: «La respuesta es el hombre. El hombre gatea a cuatro patas cuando es un bebé, camina sobre dos piernas cuando crece y después camina con un bastón cuando es viajo. Así que la respuesta es el hombre».
¿Saben cuál es la verdadera moraleja de la historia? Que el hombre no tiene mucho tiempo para andar sobre sus dos piernas. La juventud no dura para siempre.
Hay un proverbio coreano que dice que el placer sigue al dolor. Cuando una persona tiene muchas dificultades, al final acabará teniendo felicidad y satisfacción. ¿Entonces cuál es la satisfacción y la felicidad que encontraremos al final del camino después de pasar por muchas dificultades en este mundo? Conoceremos a Dios cara a cara. El objetivo de tanto sufrimiento en este mundo es conocer a Dios Padre al final.
Entonces, los que encuentran a Dios se dan cuenta de la verdadera naturaleza de la vida humana y de su objetivo. Sin embargo, los que no han encontrado a Dios no se dan cuenta de por qué son tan infelices. El pasaje de las Escrituras de hoy nos plantea esta pregunta: «¿Qué nos queda cuando todas nuestras posesiones desaparecen?». De la misma manera en que el hijo pródigo volvió a casa de su padre después de gastarse todo lo que tenía, cuando no nos queda nada, nosotros también volvemos a Dios. Recuerden esto: la justicia del Señor es absolutamente indispensable para los que lo han perdido todo.
La gente que vive en este mundo malgasta muchas cosas. Aunque todo el mundo trabaja duro para ganar dinero, todo el mundo lo malgasta en este mundo. Esto se debe a que nadie puede llevarse el dinero al otro mundo. Hay pocas personas que se gastan el dinero en una causa digna. Por supuesto, en pocas ocasiones vemos a personas que gastan el dinero en algo digno, pero la mayoría malgasta el dinero. A los ojos de Dios no hay muchas personas que se gasten sus posesiones en una buena causa.
Nuestro Señor dijo: «A los pobres los tendréis siempre con vosotros» (Marcos 14, 7). En este mundo, hay algunas personas que comparten su riqueza con los pobres, pero pocas lo hacen por verdadera compasión o por querer ayudarles y hacerles felices. Por el contrario, comparten su riqueza para asegurar su fama, para hacerse famosos. Otros buscan algún tipo de compensación pensando: «Si les ayudo, me ayudarán después».
Entonces, ¿cómo ve Dios a estas personas? Nuestro Dios no las recompensará porque sus corazones no están rectos ante Él. Por eso, ayudar a los pobres esperando una recompensa es malgastar el tiempo. Si quieren ayudar a los pobres, deben darse cuenta de la Verdad primero y después ayudarles.
Cualquier iglesia que sea digna de ser llamada Iglesia de Dios predica el Evangelio del agua y el Espíritu. Si una iglesia es rica, debe gastar su dinero para el bien de la gente. ¿Por qué están siendo criticadas las iglesias cristianas de todo el mundo? La mayoría de las iglesias piden que la congregación haga donaciones sin justificación. Utilizan cualquier medio para sacarle el dinero a la congregación y después utilizan este dinero para construir iglesias grandes. Aunque digan ser la Iglesia de Dios, no ofrecen ningún beneficio a la gente. Esta es una de las razones por la que gente de hoy en día aborrece a la iglesia.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice que el segundo hijo se gastó todas sus posesiones y hoy en día hay muchas personas que malgastan así sus vidas. Ya se crea en Jesús o no, si no se conoce la Verdad, si no se cree en Dios y se le sigue correctamente, no se puede evitar malgastar la vida, las posesiones y todo lo demás. Si una iglesia es la Iglesia de Dios, debemos llevar a la gente a la felicidad, ya que la iglesia es la luz del mundo. Pero la mayoría de las iglesias no lo hacen. Por supuesto, no todas las iglesias de este mundo son así, pero la verdad es que hay muchas iglesias que no son rectas.
 
 

¿Qué tipo de reunión constituye la verdadera Iglesia en estos tiempos?

 
Nuestro Señor hablaba de la iglesia visible y de la invisible en Su Palabra, y de estas, la visible no está haciendo su papel de ser la luz del mundo. ¿Qué dijo el Señor en la Biblia? Dijo: «Seréis testigos Míos en Jerusalén, y en toda Judea y Samaria y hasta los fines de la tierra». ¿Cómo de maravilloso sería si la Iglesia de Dios estuviese en todas partes hoy en día y diese testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo? Si su iglesia es la Iglesia de Dios, no deben gastarse todo el dinero de las ofrendas en construir edificios grandes. Esto no es lo que debe hacer la iglesia. Lo que debe hacer es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de Dios, a las almas de nuestro alrededor, llevándolas por el buen camino cuando Satanás las tienta, orando por ellas, y ayudándolas para que puedan venir a la Iglesia sin dudarlo y para que sus problemas del pecado puedan resolverse. Esto es lo que debe hacer la Iglesia de Dios como la luz del mundo. Por eso ninguna iglesia debe dedicar sus energías a construir edificios enormes.
Un pastor no puede guiar a miles de personas a la vez. Un pastor debe saber bien que no puede guiar bien a tantas personas. Si una iglesia es la Iglesia de Dios, debe guiar a las almas de las personas de la manera correcta y reprenderlas cuando van por el mal camino.
Les he hablado de cuántas personas están malgastando todas sus posesiones. De manera similar, sabemos que nuestros cuerpos no pueden estar sanos siempre. La fama no dura para siempre. Su fama puede desaparecer en un momento en cuanto algo más nuevo y mejor aparece. Por muy grande que sea la contribución de una persona en un campo del saber, si alguien inventa una teoría mejor y más nueva, su fama desaparecerá como una burbuja.
En el pasado hubo muchos filósofos y todos hablaron de cosas admirables. ¿Pero qué pasó con el paso del tiempo? Aunque en su momento enseñasen cosas interesantes, la fama de estos filósofos fue sustituida por la nueva generación de filósofos con nuevas ideas. Lo mismo pasa con nosotros. La fama no dura. No hay nada en los humanos que no vaya a desaparecer. Todo desaparecerá a su debido tiempo, incluyendo la fama y la ambición.
Todos tenemos ambiciones. Pero, ¿podemos alcanzarlas todas? Cuando nos hacemos viejos y débiles nos cansamos de las ambiciones que teníamos cuando éramos jóvenes. Solo cuando somos jóvenes estamos llenos de energía y ambición; pero cuando nos hacemos viejos todo es inútil. Somos tan frágiles cuando somos viejos que incluso una cabra nos puede arrastrar a cualquier sitio. Cuando una persona es joven, está llena de energía, pero cuando se hace mayor, toda su ambición desaparece. Nos cansamos de todo. La gente solo es ambiciosa durante un tiempo en su juventud; pero cuando se hace mayor todo lo que quiere es un lugar para tumbarse y echarse una siesta. Intenten ir a una residencia de ancianos. ¿Encontrarán a alguien que esté lleno de ambición? No, no encontrarán a nadie así. Esto demuestra que solo se tiene ambición cuando se tiene energía.
Las ambiciones de la humanidad son tan efímeras que desaparecen al final. Aunque todos tengamos ambiciones ahora mismo, con el tiempo todo desaparecerá. Lo mismo pasa con nuestras posesiones, la salud, la fama y los deseos. Debemos darnos cuenta de que todas estas cosas se perderán.
Dios nos ha dado deseos. Así que todos tenemos deseos, como el deseo por la fama y la riqueza. Sin embargo, estos deseos se perderán y desaparecerán. No podrán existir para siempre. El pasaje de las Escrituras de hoy nos habla de la historia de un hombre que se gastó todo lo que tenía. Mientras leemos este pasaje, debemos examinarnos y preguntarnos si estamos malgastando todo lo que Dios nos ha dado. Debemos darnos la vuelta y preguntarnos si hemos malgastado nuestras vidas. Como seres humanos, somos diferentes que los animales y por eso debemos pensar en nuestras vidas antes de morir.
Hay un momento en la vida de cada persona en el que tiene que pensar en su vida y llegar a una conclusión acerca de su significado. Así que, aunque muchos de nosotros seguimos siendo jóvenes, tomemos esta oportunidad para pensar acerca de nuestras vidas. La conclusión es obvia. Nuestras vidas están destinadas a perderlo todo y caer en la desesperación. Si pudiésemos encontrar la felicidad o el gozo en nuestras vidas mientras vivimos en este mundo, podríamos decir que no las hemos malgastado. ¿Pero cuál es la realidad? Si consideramos nuestras vidas con cuidado desde el principio al fin, la conclusión inevitable es que hemos malgastado nuestras vidas y lo hemos perdido todo.
Nuestras vidas están destinadas a perderse completamente. ¿Tienen que llegar a su último suspiro para darse cuenta de esto? No. Incluso ahora que pensamos en esto nos damos cuenta de que nuestras vidas van a ser malgastadas. La conclusión está clara si pensamos en esto. Todos nacimos de nuestras madres, ¿verdad? El final de la vida es evidente para todos nosotros en cuenta nacemos. No tiene remedio. Cuando nacemos, dejamos de tomar la leche de nuestras madres, vamos a la guardería, a la escuela, al instituto, a la universidad y a la escuela de posgrado para recibir un doctorado. Pero cuando vamos a la escuela ya lo sabemos todo acerca de nuestras vidas.
Pensamos: «Pronto iré al instituto y después a la universidad. Me casaré, tender hijos, un trabajo o un negocio. Quizás tendré suerte y tendré mi propia compañía. Pero cuando haya conseguido todo lo necesario para montar mi compañía tendré 50 o 60 años. Mi cuerpo empezará a dolerme entonces. Entonces, cuando me dé cuenta tendré 70 años y mi vista se deteriorará. Cuando tenga 80 años, no querré hacer nada más que tumbarme. La vida perderá su atractivo, mi cuerpo estará débil y moriré en vano». En otras palabras, una persona sabe lo que pasará en su vida cuando empieza a ir a la escuela.
Si la muerte marca el final de nuestras vidas, lo sabremos todo acerca de la vida aunque haya cosas que no hayamos experimentado. Los que se dan cuenta de que la vida no tiene sentido y buscan a Dios son personas sabias que se preparan para el futuro. Dicho de otra manera, los que se preparan para la perfecta felicidad del futuro mientras están en este mundo son los verdaderamente felices. ¿Están de acuerdo?
Está escrito en la Biblia: «Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle». Cuando somos jóvenes, tenemos de todo en abundancia. Cuando tenemos buena salud, estamos llenos de ambición. Sin embargo, llegará el día en que malgastaremos nuestras vidas, lo perderemos todo y pasaremos hambre. Entonces viviremos en tiempos desesperados.
Por muy ricos que seamos y por mucha comida que tengamos en cierto momento, habrá un momento en que pasemos por necesidades físicas y no tengamos nada que comer. Por muy ricos que seamos con las cosas del mundo, habrá un tiempo en que quedarán destituidos en su corazón y su espíritu. Tarde o temprano, no tendrán sus plenas facultades mentales, ni gozo ni los placeres del cuerpo. Antes de llegar a este punto debemos darnos cuenta de que nuestras vidas están completamente perdidas. Lo hemos perdido todo en la vida. Aunque algunas personas se dan cuenta de esto, muchas están malgastando sus vidas. Tarde o temprano lo perderán todo. ¿Qué nos queda? Debemos pensar en la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos restaurar todo lo que habíamos perdido?
 
 

Esto significa que debemos pensar en cómo tener la fe verdadera

 
Debemos buscar esta verdad. Volvamos a la Palabra de Dios y examinemos esta Verdad de ahora en adelante. En el pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor nos pidió que nos diésemos cuenta de que no podemos encontrar satisfacción en ninguna religión. Solo cuando nos damos cuenta de esto podemos restaurar la imagen original del hombre. Miren al segundo hijo. Está escrito que el hijo pródigo salió al mundo, se gastó todas las posesiones y tuvo que comer la comida de los cerdos. Aquí esta comida de los cerdos se refiere a las enseñazas de las falsas religiones del mundo.
El país extranjero donde el hijo pródigo vivía sufrió una hambruna y no tuvo más remedio que convertirse en siervo de otra persona. Cuando hay una hambruna, poder trabajar como siervo y recibir suficiente comida es una gran bendición. Pero, ¿cuál es la verdad? Con la comida que uno obtiene en el mundo, es decir la religión en términos espirituales, nadie puede encontrar la satisfacción en su corazón. Todos debemos darnos cuenta de esto cuanto ante posible. Solo cuando nos damos cuenta de esto podemos restaurar la imagen de Dios. La hambruna era tan duro que el hijo pródigo intentó comer la comida de los cerdos. Pero el dueño de los cerdos era tan tacaño que no quiso darle comida y le hizo trabajar muy duro. Así que el hijo próvido dejó de lado su orgullo y comió con los cerdos. Tenía tanta hambre que no le importaba comer lo mismo que los cerdos. Pero un día, el dueño le descubrió cuando estaba comiendo.
Está escrito en la Biblia: «Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba». Tenía tan poco para comer que no tuvo más remedio que comer la comida de los cerdos. ¿Qué significa esto? Significa que al haberlo perdido todo, el hijo estaba en el atardecer de su vida. Aunque era joven, su vida estaba a punto de acabar. Lo había perdido todo, y empezó a pensar en su padre y su hogar. Así que está escrito: «¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros».
En otras palabras, el hijo pródigo quiso volver a su padre.
 
 

El hombre es un ser muy honorable

 
No hay criatura en el mundo tan valiosa como el hombre. La vida humana es preciada. ¿Por qué? Porque los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y por tanto, como Dios es santo, los hombres también tienen un corazón santo. Aunque han perdido su santidad durante algún tiempo, al caer en la tentación de Satanás, todavía tienen estos atributos eternos. Miren a los animales del mundo. Estos animales están satisfechos mientras pueden comer su comida diaria. Pero los seres humanos son diferentes. Los seres humanos quieren vivir para siempre y quieren comida eterna. Originalmente, cuando Dios creó al hombre le dio todo lo que necesitaba. Si hubiese escuchado la Palabra de Dios y la hubiese obedecido, podría haber vivido una vida gloriosa con Dios.
Sin embargo, el hombre acabó haciendo lo que Dios le había prohibido. El Señor Dios le había dicho: «Te permitiré comer del árbol de la vida, te daré vida eterna, y te haré vivir feliz. Te daré todo lo que necesites para que no te falte nada. Pero te prohíbo una cosa, que comas del árbol del conocimiento del bien y del mal». Dios les dijo esto a Adán y Eva, los primeros seres humanos.
¿Por qué les dijo Dios que no podían comer del árbol del conocimiento del bien y del mal? Porque Dios estaba preocupado por que acabarían teniendo su propia opinión del bien y del mal. Pero a pesar de esto, Adán y Eva desobedecieron la Palabra de Dios, comieron de este árbol del conocimiento del bien y del mal y llegaron a tener su propio criterio. ¿Qué les pasó? Que fueron obligados a salir del Jardín del Edén que estaba lleno de felicidad, tomaron su parte y se separaron de Dios. Todo el mundo es descendiente de Adán y Eva. Este pecado cometido por Adán y Eva, nuestros antecesores, fue heredado por todo el mundo hasta llegar a nosotros.
Ahora mismo pensamos que lo hemos perdido todo en el mundo. Aunque no sabemos exactamente dónde, sabemos que el Jardín del Edén debe estar en algún sitio. Siempre lo echamos de menos. Siempre queremos volver a él. Aunque no conocemos los detalles exactamente, queremos ese paraíso perdido. ¿Cuál es la razón? Porque todos tenemos esta memoria fundamental en el Jardín del Edén. Como vivimos en ese lugar, donde no hay enfermedad ni dolor, sino solo felicidad, bendiciones y placer, nuestro subconsciente quiere volver a él. Al igual que el hijo pródigo, cuando nos damos cuenta de que nuestras vidas no tienen significado, nuestro deseo de volver a ese lugar es aún más incontrolable.
Hay algunas especies de peces que vuelves al lugar donde nacieron. Una de estas especies es el salmón. El salmón nace en el río. Las crías crecen en el río y después van al mar. Después de ir por todo el mar, vuelven a su hogar para poner huevos. Aunque no tienen las facultades mentales para saber cuál es su hogar, vuelven a él por instinto.
Lo mismo pasa con nosotros. Espiritualmente hablando, todos fuimos criados en el Jardín del Edén. Nuestros antecesores vivieron allí, y aunque no estábamos con ellos físicamente, a los ojos de la fe es como si hubiésemos estado con ellos. El lugar donde Adán y Eva vivieron es el lugar donde nosotros vivimos. También es el lugar donde viviremos.
El hijo pródigo salió al mundo y lo malgastó todo. Entonces empezó a echar de menos su hogar tanto que se hizo insoportable. Pensó: «Mi padre tiene tantos siervos y tanta comida, pero yo me estoy muriendo de hambre. No es demasiado tarde, voy a cambiar y a volver a mi padre».
Como este hijo pródigo, nosotros también lo hemos malgastado todo en nuestras vidas. Cuando lo perdemos todo y nos damos cuenta de nuestra naturaleza, cuando reconocen la verdadera sustancia de sus vidas, sus corazones quieren volver al lugar donde vivieron y pueden tomar esa decisión.
El otoño ha terminado casi y el invierno está cerca. ¿Cómo nos sentimos al ver que el otoño ya se ha ido? ¿Qué sienten cuando miran al cielo nublado del otoño? ¿No se sienten solos? Cada vez que vemos una hoja caer de un árbol, sentimos el vacío de la vida y nos damos cuenta de que nosotros también caeremos. Aunque las hojas son bonitas cuando cambian de color, ¿qué verdad hay detrás de esto? El cambio de color de las hojas nos indica que pronto se caerán. Esto es bello cuando se expresa en la literatura, pero cuando pensamos en la vida, vemos que el fin no tiene sentido. Puede que hayan leído el libro de O. Henry, La última hoja. La protagonista de esta novela estaba muriendo de una enfermedad e identificó su vida con las hojas caídas. Por eso, cuando vemos una vida que está a punto de caer, nos recuerda nuestra muerte inevitable. Así de vacía está la vida de los seres humanos, mis queridos hermanos.
Por tanto, como personas con vidas carnales sin sentido debemos volver a Dios. Debemos prepararnos para volver a Él.
El rey Salomón hizo todo lo que quería. Nadie ha vivido tan bien como Salomón en la historia de la humanidad, como está escrito: «Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música» (Eclesiastés 2, 3-8).
Pero, ¿qué conclusión tomó Salomón al final de su vida?
Confesó con lamento:
«Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos,
y el trabajo que tomé para hacerlas;
y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu,
y sin provecho debajo del sol» (Eclesiastés 2, 11).
Entonces, el rey Salomón concluyó diciendo:
«Alégrate, joven, en tu juventud,
y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos;
pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios» (Eclesiastés 11, 9).
«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos» (Eclesiastés 12, 1).
Como este pasaje nos dice, debemos darnos cuenta de para qué vivimos y volver a Dios mientras seamos jóvenes, mientras tengamos todas nuestras facultades mentales, y antes de dejar que el mundo nos absorba y no poder hacer nada. Esta es la verdad. Todos debemos darnos cuenta de nuestra verdadera naturaleza y encontrar al Señor.
 
 

¿Qué tipo de Dios es nuestro Dios?

 
El hijo pródigo aquí se arrepintió y volvió a Dios. ¿Cuál fue el resultado?
Está escrito: «Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó». Como pueden ver aquí, todo lo que hizo el hijo pródigo es arrepentirse. Al haber vivido una vida en vano en este mundo y haberse gastado todas sus posesiones, todo lo que quería hacer era volver a Dios y no tenía orgullo ante su padre.
Pero, ¿cómo recibió el padre a su hijo? Aunque el hijo volvió sin nada como cuando vivía comiendo de lo que les sobraba a los cerdos, el padre tuvo compasión, salió corriendo, le abrazó y le besó. El padre había estado esperando a su hijo día y noche. Ese día había dejado las puertas de la casa abiertas y la luz encendida esperando al hijo. «El sol se está poniendo, pero mi hijo no ha vuelto hoy tampoco. Me pregunto si tendrá algo que comer. A estas Alturas no le debe quedar nada y debería volver- Debería volver lo antes posible. ¿Por qué no ha vuelto todavía? Hijo mío, ¿por qué no entiendes lo que quiero?».
Sin embargo, el padre empezó a ver. Desde lejos vio algo oscuro y en cuanto lo vio, reconoció a su hijo. Aunque el hijo todavía estaba lejos, corrió hacia él, le abrazó y le besó. Cuando ven a alguien que han echado de menos durante mucho tiempo, se olvidan de los modales. Están llenos de gozo. El hijo pródigo agachó la cabeza por vergüenza.
«¿Por qué has tardado tanto? ¡Cuánto has sufrido!». El padre besó al hijo y le abrazó. ¿Cómo podría el padre haber hecho esto si no amaba a su hijo? El padre pudo recibirle con gozo porque le amaba tanto y deseaba que volviera.
Mis queridos hermanos, aunque estén demasiado avergonzados para volver a Dios y no tengan nada, están hechos a la imagen y semejanza de Dios. Es decir, todos nosotros somos hijos e hijas. Aunque no tengamos posesiones, por lo menos debemos arrepentirnos y volver a Dios. En vez de regañarnos, Dios tendrá compasión y misericordia, nos abrazará y cuidará de nosotros completamente.
Pero muchas personas siguen sin pensar en esto. Dicen: «He cometido demasiado pecados para volver a Dios. Bebo y fumo y por eso no puedo volver a Dios». Pero la verdad es diferente. Mientras volvamos nuestros corazones a Dios, podemos volver a Él en cualquier momento.
La comida de los credos que el hijo pródigo comió se refiere a las enseñanzas de las religiones del mundo. Es un alimento sin valor que no puede llenar nuestros estómagos. Debemos entender claramente que las religiones de este mundo son completamente inútiles como esta comida de los cerdos. Piensen en esto. ¿Qué ha ganado la gente con la religión? Simplemente sentimientos, emociones y virtudes. Lo que estas religiones enseñan es que hay que ser virtuoso, bueno y recto. Esto es lo que se consigue con la religión.
Pero, ¿podemos vivir con rectitud según estas enseñanzas? En esencia, el corazón está lleno con montones de pecados que hemos heredado. El corazón está plagado de lascivia, asesinato, adulterio y codicia. Cuanto más vivimos en este mundo, más deseos tenemos. Por tanto, no podemos vivir con virtud por mucho que nos lo diga cualquier religión.
Por supuesto, cuando éramos jóvenes, solo queríamos vivir con virtud. Cuando estábamos en la escuela, intentábamos vivir como nos enseñaron nuestros maestros. ¿Pero qué pasó? Incluso cuando éramos jóvenes, queríamos tenerlo todo, comprar y comer galletas. Éramos demasiado jóvenes para expresar estos deseos. Pero, ¿qué pasa cuando crecemos? Cuando nos graduamos del instituto y vamos a la universidad, todo lo que hay en nuestros corazones queda expuesto. ¿Qué significa esto? Significa que los seres humanos somos una raza de obradores de iniquidad que no pueden evitar cometer malas obras. Pero a pesar de esto, las religiones del mundo siguen pidiendo al hombre que tenga virtudes diciendo: «Los seres humanos son buenos por naturaleza. Así que debéis ser buenos. Vivir con virtud. Entonces seréis como Buda. Seréis como un dios. Estaréis bendecidos si vivís con virtud». Pero es absolutamente imposible que un ser humano viva con virtud.
Todos hemos aprendido ética y moral en la escuela, ¿no es cierto? Todo lo que nos enseñaron es incorrecto. Estas enseñanzas morales han sido desarrolladas aún más por la religión. Sea cual sea la religión si la examinamos y la analizamos con cuidado, veremos que todas las religiones nos enseñan a vivir con virtud y bondad.
Sin embargo, aunque todos aprendemos estas lecciones morales, ¿qué pasa cuando salimos de la escuela y vivimos en la sociedad? ¿De verdad vivimos con virtud como nos enseñaron en la escuela? ¿Es posible vivir con virtud? Todo el mundo aprende que no debe ser codicioso, que no debe robar, matar, cometer adulterio ni tener pensamientos lascivos. Pero, ¿vive alguien por estas reglas? No. Por supuesto que hacemos buenas obras de vez en cuando, pero hablando estrictamente, estas buenas obras las hacemos por nuestro propio bien. En otras palabras, la gente se sacrifica, no porque sea lo correcto, sino porque le interesa. Es cierto que hay personas en este mundo que hace buenas obras. Pero no hay nadie virtuoso. Aún así, cada religión habla de la bondad de la humanidad, aunque sea imposible de alcanzar. Las religiones del mundo convencen a todo el mundo para que viva con virtud porque quieren cubrir su maldad. Como nadie puede vivir con virtud, siguen enseñando que todo el mundo debe vivir con virtud.
La manera de encontrar a Dios no se encuentra en estas religiones. La única verdadera Palabra del Señor nos puede llevar a Dios. Ninguna religión puede hacer esto. Muchos cristianos están viviendo una vida religiosa en vez de una vida de fe, y algunos de ellos dicen que han recibido la habilidad de hablar en lenguas mientras oran. Pero, ¿es esto bueno? No, es como una exorcista que levita mientras practica la brujería. Una persona debe ser racional. En otras palabras, debemos decir cosas sensatas, pensar claramente y tener el conocimiento adecuado.
No hay nada que no podamos encontrar en la Biblia. En otras palabras, la Palabra de Dios nos enseña todo lo que nos es beneficioso, incluyendo la filosofía de la vida correcta. Como Dios nos ha creado, habló en la Biblia de todo lo que debemos saber. Así que si una persona lee esta Palabra, puede ir al Cielo. Pero si intenta hacer buenas obras en vez de seguir la Palabra, no podrá evitar ir al infierno.
Mis queridos hermanos, deben darse cuenta de que la religión no vale para nada. Deben darse cuenta de que no pueden encontrar ninguna satisfacción en la religión. La Biblia dice: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios». Como dice este pasaje, nadie puede vivir por el pan de la carne solamente. Como el hombre es una criatura espiritual, no puede evitar tener creencias religiosas. Pero estas creencias religiosas deben ser sustituidas por la fe en la Palabra de Dios, y no estar ancladas en supersticiones. Recuerden esto claramente. No podrán encontrar ninguna satisfacción en la religión. Debemos darnos cuenta de que no podemos ir al Reino de los Cielos a través de ninguna religión.
Si se han dado cuenta de lo imperfecta que es la religión, deben volver a Dios. Deben contarle todos sus pecados al Señor, pedirle su misericordia y recuperar las bendiciones que han disfrutado desde el principio. Cuando vuelvan a Dios, no intenten arreglarse, pero vayan tal y como son. Conozcan a un verdadero líder con la actitud correcta. Si quieren recibir la remisión de los pecados en sus corazones, y si quieren entrar en el Reino de Dios, es imprescindible que busquen ayuda de un sacerdote, es decir, de un siervo de Dios, como dice la Biblia: «Y le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será perdonado» (Levítico 4, 35).
Sin un sacerdote espiritual, es decir, si no confían en su líder espiritual que tiene la justicia de Dios, no podrán recibir la remisión de los pecados. Deberán darse cuenta de que este tipo de sacerdotes existe en este mundo. Como Dios es invisible, ha puesto a la gente de fe en este mundo para que la podamos ver. A través de estos sacerdotes que Dios ha preparado, a través de la gente que nos enseña correctamente y nos guía, debemos conocer a Dios.
Mis queridos hermanos, cuando se acerquen a Dios, asegúrense de acercarse tal y como son. Como este Dios está lleno de amor, vendrá a su encuentro sin falta. Les devolverá a su gloria original perfectamente. Miren lo que la Palabra de Dios dice en el pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando el hijo pródigo volvió del mundo y le dijo a su padre: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo», el padre le dijo a sus siervos: «Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado».
Cuando el hijo pródigo volvió tal y como era, su padre les dijo a sus siervos que le trajeran el mejor vestido y le vistieran. ¿Qué significa esto? Significa que Dios tiene compasión de los que vuelven a Él. Significa que les devolverá a su estado original y justo a Su imagen y semejanza. Si Dios es el Rey de este mundo, entonces somos sus príncipes y princesas. Mis queridos hermanos, nuestro Dios nos ha vestido en el vestido de la justicia. ¿Cuál es el vestido de la justicia? Es el sello de aprobación que demuestra que somos gente justa.
«Quítate esos trapos sucios y quémalos. Traedle el mejor vestido y vestid a Mi hijo. Ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies». Así Dios nos ha restaurado a Sus queridos hijos e hijas. Cuando nacimos como descendientes de Adán, nacimos como pecadores. Pero ahora que hemos recibido la remisión de los pecados, hemos vuelto a Jesús y nos hemos convertido en personas justas. En otras palabras, como hemos creído que Jesucristo ha tomado todos nuestros pecados como dice la Biblia, Dios nos ha hecho justos de nuevo. Aunque éramos pecadores insuficientes, ahora somos personas justas que creen en Jesucristo. Esto significa que, aunque éramos insuficientes, Dios ha borrado nuestras insuficiencias.
Es un misterio entender esta Verdad y creer en ella. En el mundo esto se llama encontrar el camino. ¿Cómo puede un ser humano acercarse a Dios y ser justo? Es posible al entender la Palabra de Dios y conocer la Verdad, y este es el camino misterioso al Reino de Dios. La Biblia dice: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17, 3).
Mis queridos hermanos, era imposible escapar de las religiones del mundo. Lo habíamos malgastado todo en la religión y estábamos destinados a ser destruidos. Pero Dios está tan lleno de amor por personas como nosotros que lo han perdido todo y estaban condenadas, que nos ha vestido con Su justicia. Dios nos ha dado todas Sus bendiciones que solo los justos pueden recibir. No hay suficientes palabras para expresar lo agradecido que estoy. Nuestro Señor nos ha vestido con la justicia y nos ha restaurado como hijos Suyos. Si de verdad creemos en la Palabra de Dios y volvemos a Él tal y cómo somos, Dios nos aceptará a pesar de nuestras insuficiencias. También resolverá nuestros problemas. Debemos darnos cuenta de que cuando volvemos a Dios, no solo resuelve nuestros problemas actuales, sino que además nos bendice con la restauración de la fe para disfrutar de todo como hijos e hijas del Rey.
De la misma manera en que Dios bendijo al hijo pródigo, nos ha bendecido a nosotros. ¿Acaso no nos ha vestido con las mejores vestiduras? Nos hemos vestido con las vestiduras de la justicia, convertirnos en hijos e hijas de Dios y ponernos los zapatos.
Dios nos ha dado gozo. El padre del pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta». Este pasaje significa que al creer en Jesucristo, podemos disfrutar de una vida feliz y gozosa. Dios nos ha llamado para disfrutar de la felicidad y el gozo con nosotros.
Mis queridos hermanos, ahora que han recibido la remisión de los pecados, no tienen que llorar. Ya hay bastante tristeza y dolor en este mundo, ¿para qué venir a la Iglesia de Dios para llorar? Todos están contentos y felices y llenos de amor. Dios ha abierto el camino de la justicia y el gozo para nosotros. Lo ha restaurado todo para que podamos comer y beber con Él en un banquete juntos. ¿Acaso no recibimos la remisión de los pecados para vivir con Dios felices? Si una persona recibe la remisión de los pecados, podrá saber lo que es el gozo. Este gozo nos hace sonreír aunque suframos. Cuando encontramos a Jesucristo podemos encontrar este gozo.
Mis queridos hermanos, Dios es nuestro Dios. Jesús es nuestro Salvador y Padre. El Espíritu Santo está con nosotros ahora. Todo está garantizado para los que son hijos de Dios. Toda la felicidad, gracia, bendición y gloria de este mundo están garantizadas. ¿Cómo vamos a estar tristes?
Si sufren mientras viven en este mundo, oren a Dios. Estoy seguro de que su problema será resuelto por el Señor. Vivirán con gozo, y llevarán a muchas personas por el camino de la justicia. No vayamos a ese lugar solos. Llevemos a tantas personas como sea posible a la justicia de Dios.