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布道

Tema 6: Herejía

[6-15] Los cristianos deben arrepentirse y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu (1 Reyes 22, 51-53)

Los cristianos deben arrepentirse y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu(1 Reyes 22, 51-53)
«Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel, conforme a todas las cosas que había hecho su padre».
 

El pasaje de las Escrituras de hoy nos dice que cuando Ocozías, el hijo del rey Acab del reino de Israel, subió al trono en Samaria, siguió el camino de maldad de su padre y su madre, es decir, que siguió los pasos de Jeroboam que hicieron pecar al pueblo de Israel, y provocó la ira de Dios como su padre. Cuando sucedió a su padre, reinó sobre Israel durante dos años, y murió como resultado de las heridas sufridas en una caída. La pregunta es: ¿Qué hizo durante estos dos años? La Biblia dice que como siguió los pasos de sus padres, el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, Ocozías adoró a becerros de oro y provocó la ira del Dios de Israel. Entre los que siguieron a Jeroboam, el primer rey del norte de Israel, no había ningún rey que temiese a Jehová Dios y le complaciese. Esto se debe a que estos reyes siguieron todos los pecados cometidos por Jeroboam, el hijo de Nabat, el primer rey del reino del norte de Israel.
 

El comportamiento incomprensible de los reyes de Israel

No entiendo por qué estos reyes de Israel siguieron cometiendo los pecados de Jeroboam una y otra vez. El rey Ocazías no era una excepción; él también intentó emular la fe de sus padres y siguió los pecados de Jeroboam. En otras palabras, del mismo modo que Jeroboam, Ocazías presentó a los becerros de oro al pueblo de Israel, y por eso pecó. Además hizo que la gente ofreciese sacrificios a estos becerros de oro y que los adorase.
El rey Ocazías debería haber sabido mejor que nadie que su padre Acab había sido maldito por convertirse en enemigo de Dios y haberse levantado contra Él al no escuchar las palabras del siervo de Dios y al adorar a becerros de oro. Pero a pesar de esto, como su padre, el rey Ocazías adoró a becerros de oro y por culpa de sus pecados un día sufrió una caída en su habitación y murió. Provocó la ira de Dios al levantarse contra Él, incluso después de haber escuchado el aviso de Elías, el siervo de Dios. Elías le había dicho: «Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho en que estás no te levantarás, sino que ciertamente morirás» (2 Reyes 1, 4).
Jezabel, la madre del rey Ocazías, fue asesinada cuando su propio secuaz Jehú se rebeló contra la casa de Acab, ya que los eunucos que estaban de lado de Jehú la arrojaron por la ventana. Entonces su cadáver fue devorado por los perros. No quedó nada de su cuerpo, excepto su calavera, sus pies y las palmas de sus manos (2 Reyes 9, 30-35). Ocazías había visto como su padre sufrió un muerte miserable por levantarse contra Dios y adorar a becerros de oro, y por eso debería haber dejado de cometer este pecado y darse cuenta de lo siguiente: «Mi padre murió por culpa de su idolatría. Cuando suba al trono, no cometeré este pecado ante Dios. Por el bien de mis hijos, el pueblo de Israel y Jehová Dios, no adoraré a becerros de oro». Pero Ocazías era tan estúpido que durante sus dos años de reinado, adoró a ídolos como sus padres y siguió los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Casi todos los reyes que reinaron en Israel siguieron los pecados de Jeroboam con su idolatría. Es como si estuvieran convencidos de que iban a cometer el peor pecado ante Dios.
La Biblia dice que estos reyes de Israel siguieron pecando como Jeroboam, aunque Dios les reprendiera. Esto demuestra lo importante que es la educación en una edad temprana, y lo importante que es recibir una buena educación en casa. El ambiente en el que crece un hijo ejerce una gran influencia en su vida adulta. En China, por ejemplo, hay una historia famosa sobre cómo la madre de Mencio, uno de los mejores estudioso del Confucionismo, se aseguró de que su hijo recibiera la educación adecuada. La leyenda cuenta que cuando Mencio era pequeño, su madre se mudó tres veces para encontrar un buen ambiente para la educación de su hijo. Pero, ¿qué vieron los reyes de Israel cuando eran pequeños? La fe hereje de sus padres que cometieron los pecados de Jeroboam, y repitieron esta fe y se convirtieron en herejes ante Dios.
El peor pecado ante Dios es el pecado de la idolatría como el de Jeroboam. ¿Cuál es el pecado que cometió el rey Jeroboam ante Dios? Llevó al pueblo de Israel a sustituir a Jehová Dios por becerros de oro y adorarlos. Además los reyes de Israel también adoraron a Baal y le pidieron una cosecha abundante, sirvieron a Aserá para pedirle fertilidad, y llevaron a su gente a adorar a ídolos también. ¿A cuántos ídolos adoró Jezabel, la madre del rey Ocazías? ¿Y cuán malvado fue el rey Acab al matar incluso a los siervos de Dios? ¿Cuántos desastres ocurrieron en Israel cuando Acab subió al trono? En la antigua Corea, cuando ocurrieron calamidades en la nación, el rey solía decir: «Mi falta de virtud ha provocado la ira de los cielos», y ofrecía sacrificios a su dios. Pero en Israel, su rey no se separó de los pecados de Jeroboam aunque era la nación escogida por Dios. Además sus corazones se endurecieron todavía más contra Dios y cometieron el pecado más abominable de todos con mucho gusto.
Hacia el final de este reinado de 2 años en Israel, el rey Ocazías se cayó desde muy alto y recibió heridas muy graves. Entonces envió a los mensajeros a Baal-zebub, el dios de Ecrón, para averiguar si se recuperaría. Entonces Dios envió a Eliseo para decirle: «Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que estás, sino que de cierto morirás». De hecho, tal y como Dios ha dicho, Ocazías nunca se recuperó y murió en su cama (2 Reyes 1, 2-17).
Por eso digo que es simplemente imposible entender a los reyes de Israel y su pueblo. No solo Acab y Ocazías fueron los que adoraron a los becerros de oro, sino que también todos los sucesores de Jeroboam, el hombre que introdujo los becerros de oro, continuaron adorándolos generación tras generación. Cuando Salomón, el hijo de David, murió, la nación de Israel se dividió en el reino del norte de Israel, y el reino del sur de Judá. Desde los días de Jeroboam, el primer rey del reino del norte, hizo becerros de oro y los puso en Betel y Dan para adorarlos como sus dioses, y hasta el día en que su reino fue destruido, el pueblo de Israel adoró a estos becerros de oro como sus dioses. ¿No es esto horrible? ¿Cómo pudieron el pueblo de Israel y sus reyes hacer estas cosas? Cuando Israel se encontraba con una calamidad tras otra, sus reyes deberían haber buscado la causa de la miseria, pero en vez de hacerlo, siguieron caminando a ciegas por el camino de la idolatría, que Dios odiaba tanto. Trágicamente, no se dieron cuenta de que durante este tiempo las plagas que recayeron sobre ellos tenían que ver con el pecado de haber sustituido a Dios por becerros de oro.
Hablando espiritualmente, el rey de Israel tenía una fe equivocada ante Dios. ¿Cuál era esta fe? Una fe hereje, que adoraba a ídolos en vez de a Dios. El pecado de hacer que el pueblo de Israel se separase de Dios al cometer los mismos pecados que cometió Jeroboam.
Por otro lado, ¿cómo era la fe de los siervos de Dios en la Biblia? ¿Acaso no adoraron a Jehová dios, sabiendo que Jehová era su Dios verdadero? Debemos darnos cuenta de que Jehová es el verdadero Dios y debemos creer. Si los reyes de Israel hubiesen guiado al pueblo correctamente para que se diera cuenta de que Dios Jehová era el verdadero Dios, y para servirle por fe, hubieran sido bendecidos. Pero en vez de hacer esto, pecaron contra Dios constantemente al orar a todos estos ídolos, desde los becerros de oro hasta Baal y Aserá, para pedir bendiciones carnales. Adoraron a ídolos con sus corazones en vez de adorar a Dios, aunque estos ídolos fuesen completamente incapaces de darles prosperidad carnal.
Jehová Dios es el verdadero Dios que trae prosperidad tanto al cuerpo como al alma, y que nos bendice para que prosperemos en todo. Pero a pesar de esto, el pueblo de Israel adoró a otros dioses en vez de a Jehová, es decir a becerros de oro e ídolos como Baal y Aserá. En realidad, estos ídolos no son nada más que la invención del ser humano. Postrarse ante estos ídolos no es solo primitivo, sino que es cometer un pecado abominable contra Jehová Dios.
El reino del norte de Israel perdió al Dios de la Verdad que había obrado en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob, sus antepasados de la fe, por culpa de los becerros de oro en que creyó y que adoró. El pueblo de Israel había olvidado que este Dios, en que sus antepasados habían creído, todavía estaba vivo y vive para siempre, y no se dieron cuenta de que Dios quería ser alabado. En realidad, si los israelitas se hubiesen arrepentido por haber adorado a becerros de oro, Dios les habría aceptado y bendecido en cualquier momento, pero como traicionaron a su Dios misericordioso, dejó que se convirtieran en herejes al adorar a becerros de oro en vano. Después de todo, antes de que el pueblo de Israel hiciera esto, ¿acaso Dios no les avisó y reprendió en muchas ocasiones a través de Sus siervos, para que se arrepintiesen? Si hubiesen aceptado los avisos de los siervos de Dios en Israel y se hubiesen dado cuenta de Su voluntad, habrían conocido al Dios que les amó, pero no lo hicieron.
Si Ocazías, el rey de Israel, no hubiera sabido cuál era la voluntad de Dios, tendría que haberle preguntad a Eliseo, el siervo de Dios. Si le hubiera preguntado al siervo de Dios, Ocazías podría haberse dado cuenta de quién era el Dios que habían seguido sus antepasados, de lo que ofende y complace a Dios, y cómo debía guiar a la nación de Israel. Pero en vez de buscar el consejo de Eliseo, Ocazías lo consideró su enemigo. Por eso el pueblo de Israel no conocía la voluntad de Dios ni su amor. Aunque los siervos de Dios conocían la voluntad del Dios de sus padres, los reyes ignoraron a estos siervos y no escucharon sus mandamientos, y por eso no había ninguna manera de conocer la voluntad de Dios, por mucho que quisieran ser bendecidos por Él. Pero en realidad el que el pueblo de Israel adorase a ídolos, implica que deseaba ser bendecido. En otras palabras, adoraron a becerros de oro, a Baal y a Aserá porque querían recibir más bendiciones a través de estos ídolos. 
¿A través de qué tipo de fe podrían los israelitas haber recibido las bendiciones de Dios? El comienzo de la nación de Israel se remonta a un hombre, Abraham, el padre de los israelitas. La palabra hebreo significa cruzar, lo que hace referencia a que Abraham cruzó el río Eufrates. Del mismo modo, cuando el pueblo de Israel salió de Egipto y entró en la tierra de Canaán, también tuvo que cruzar un río, el Jordán. Por eso los cananitas los llamaron hebreos, para indicar que cruzaron el río. Entonces, como Abraham, Isaac y Jacob eran los antepasados de los israelitas, el pueblo de Israel debería haber sabido qué tipo de fe les permitió a estos antepasados ser bendecidos, y cómo sus antecesores fueron liberados de su opresión en Egipto guiados por Moisés. En otras palabras, deberían haber observado su historia y saber todo lo que había que saber sobre Jehová Dios, pero en vez de hacer esto, se acercaron más a los becerros de oro. Los israelitas también tenían la historia de los reyes anteriores; como los escribas habían escrito todos los éxitos y fracasos de estos reyes, podrían haber visto cómo fueron por el mal camino.
Lo más importante es que el pueblo de Israel tenía el Pentateuco, los cinco libros de la Ley de Dios, escritos por Moisés. También se conoce como la Torá, que comprende los primero cinco libros del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, también llamados los Cinco Libros de Moisés. La Torá, escrita por Moisés, fue inspirada por Dios. Contiene Sus mandamientos y la historia de Israel. En otras palabras, los israelitas tenían los libros de la Ley de Dios. De la misma manera en que ahora tenemos la Biblia, la Palabra de Dios, el pueblo de Israel tenía la Torá, los libros de la Ley de Dios que estaban escritos en papiro. Como la Torá estaba escrita en su idioma, no tenían excusa para no leerla. Pero aunque la leyeran, seguían adorando a becerros de oro en vez de a Jehová Dios, y le seguían pidiendo que les bendijera. Deberían haberse deshecho de los becerros de oro y haber vuelto a Jehová Dios. Pero los israelitas no podían dejar de lado a los becerros de oro, que es la razón por la que Dios los maldijo.
Aunque todos los reyes de Israel querían ser bendecidos por Jehová Dios, ninguno de ellos sabía que podía recibir las bendiciones de Dios, y por tanto todos ellos deberían haberles preguntado a los profetas de Israel. Cuando Jeroboam subió al trono, debería haberse asegurado de que el pueblo de Israel debería servir a Jehová Dios con lealtad; debería haber nombrado a los sacerdotes de entre los descendientes de Leví, como hacía el reino de Judá; y debería haber ofrecido sacrificios a Dios según el sistema de sacrificios establecido por Él. Si había algo que él no sabía, todo lo que tenía que hacer era preguntar a los sacerdotes. Como los profetas de Israel conocían mejor que nadie la voluntad de Dios, todos los reyes de Israel deberían haber buscado su consejo, y haber reinado en Israel según la voluntad de Dios. Pero el rey Ocazías no buscó el consejo de ningún profeta de Dios. Su padre, el rey Acab, tampoco escuchó las palabras de los profetas. Por eso, desde el rey hasta el último súbdito, el pueblo de Israel era demasiado arrogante ante Dios y desobedeció Su Ley y Su voluntad. Estos pecadores malvados no solo son destruidos por sí mismos, sino que también hacen que sus descendientes también sean destruidos por sus pecados por adorar a becerros de oro e ídolos. Entonces toda esta gente fue destruida de generación en generación. 
 


Los israelitas necesitaban líderes espirituales verdaderos


Israel era una teocracia. El verdadero rey de Israel era el Señor, Dios. Israel era una nación gobernada por Dios a través de Sus siervos. Así que los reyes deberían haber consultado a los siervos de Dios y haber seguido Su voluntad. Dios se hubiera ocupado del resto y hubiera estado con ellos para protegerles. No había ninguna razón por la que los reyes de Israel deberían haber buscado el consejo de los países vecinos, ya que podrían haber preguntado a los siervos de Israel. Esta nación era la única gobernada por Dios mismo; Israel era la única nación privilegiada por estar gobernada por Dios. 
Pero a pesar de esto, los israelitas le estaban pidiendo maldiciones a Dios, porque se habían olvidado de los antecesores de la fe que habían creído en Jehová Dios, y cómo este Dios era el Dios de Verdad. Los reyes del reino del norte de Israel no solo ignoraron la poderosa bendición de tener a los siervos de Dios en su reino, pero aún peor, se separaron del Dios de Verdad y Sus siervos para adorar a ídolos según sus deseos. Al hacer esto, sustituyeron a Dios por becerros de oro y siguieron los pecados de Jeroboam. A medida que este pecado abominable, introducido por el rey Jeroboam, fue heredado por los reyes que le sucedieron y pasó de generación en generación, el pueblo de Israel adoró a becerros de oro como sus dioses en vez de adorar al Señor Dios. En otras palabras, con su fe corrupta, la nación de Israel acabó adorando a estos becerros de oro como sus dioses. Aunque el pueblo de Israel sabía que los becerros de oro no eran más que ídolos, no dijo nada porque tenía miedo de sus reyes. 
Jehová Dios no es una mera criatura. El Señor Dios es el Dios santo y el Dios Todopoderoso. Si el pueblo de Israel sabía que este Dios era su Dios, debería haberle pedido a sus reyes que volvieran al Dios verdadero, pero no lo hizo. Quizás los israelitas tenían demasiado miedo de sus reyes, quizás también querían satisfacer sus deseos carnales, o quizás tenían demasiado miedo de volver a unirse con el reino de Judá. Fuera cual fuera la razón, es muy difícil entender por qué no decidieron volver a Dios. Sin embargo, Israel era la única teocracia gobernada por Dios en la historia de la humanidad. Dios había escogido a esta nación como Su pueblo y Su sacerdote por el bien de toda la humanidad. 
Por supuesto, la Biblia dice que las dificultades por las que pasó Israel por culpa de su idolatría sirvieron para predicar el Evangelio a los gentiles. En otras palabras, esta era la verdadera providencia de Dios. Así que, el Apóstol Pablo, refiriéndose a cómo el pueblo de Israel se negó a someterse a Dios y adoró a ídolos, dijo: «¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos» (Romanos 11, 11). En otras palabras, Pablo está diciendo que el pueblo que no se le permitió creer al pueblo de Israel durante algún tiempo para que la misericordia de Dios recayese sobre los gentiles. 
Si los seres humanos pudieran hacerlo todo no necesitaríamos a Jesucristo, como el Señor de nuestra salvación. Pero todos los seres humanos son demasiado insuficientes y no pueden conseguir su salvación del pecado por sí mismos, y por eso Jesucristo, el Salvador, es absolutamente indispensable para todo el mundo. Sin embargo, Israel era una nación que siempre pedía signos y milagros. Como la Biblia dice: «Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría» (1 Corintios 1, 22), el pueblo de Israel solo quería señales y milagros. La fe y las creencias de los cristianos en Corea son similares. Aunque digan creer en Dios, quieren señales y milagros antes de seguirle. Hay mucho en común entre la fe de los cristianos coreanos y la fe de los israelitas. Ambos confían en sus propias emociones. 
Hace poco, el entrenador de la selección coreana de fútbol fue despedido. En el primer partido en que trabajó el nuevo entrenador, el equipo coreano jugó contra la selección iraní y ganó 2-0. Los coreanos estaban eufóricos. Aunque el resultado del partido era gratificante, el juego del equipo coreano había cambiado drásticamente con la llegada del nuevo entrenador. Entonces el antiguo entrenador criticó al nuevo en una entrevista hecha en su país, diciendo: «El nuevo entrenador ganó el partido con los jugadores que yo he estado entrenando. Los miembros del comité técnico de la Asociación Coreana de Fútbol son terribles. Corea es una tumba para los entrenadores extranjeros». Sin embargo, lo que está claro es que en los deportes, el tipo de entrenador que guían a los jugadores tiene un impacto enorme en su juego. 
Israel tenía a los siervos de Dios, es decir a los profetas. Si sus reyes hubiesen querido ser buenos gobernantes y hubiesen querido recibir las bendiciones materiales y espirituales, todo lo que tenían que hacer era escuchar el consejo de los siervos de Dios y confiar en ellos. Si los reyes de Israel y su pueblo hubiesen buscado el consejo de los siervos de Dios, podrían haber vivido con todas las bendiciones, pero no lo hicieron. Entre los reyes de Israel, los que fueron destruidos física y espiritualmente no buscaron el consejo de los siervos de Dios. Por eso fueron destruidos al final.
El rey Ocazías no fue una excepción; en el segundo año de su reinado, quedó postrado en su cama y murió. Esto ocurrió porque había rechazado al Dios de Israel y había adorado a un dios extranjero llamado Baal-zebub. Este ídolo no podía ser el Dios de Israel. Pero a pesar de esto, Israel estaba lleno de todo tipo de dioses falsos. Había tantos ídolos en Israel en aquel entonces, que era una exhibición de las religiones del mundo.
Hay una lección que debemos aprender de todo esto, y es que los cristianos de todo el mundo están adorando a becerros de oro en vez de a Dios, como Jeroboam. Los cristianos de hoy en día están siguiendo los pasos de todos los reyes de Israel que han sustituido a Dios por becerros de oro y los han adorado. Así que, por mucho que los cristianos del mundo intenten vivir por fe, es inútil. Aquí está la razón por la que, a pesar de su esfuerzo, muchos cristianos no pueden recibir las bendiciones de Dios, alcanzar su salvación y vivir con fe y temor a Dios. La fe protestante de hoy en día se originó en la Reforma en el siglo XVI, pero espiritualmente hablando, desde el principio, sus seguidores han adorado a becerros de oro según sus deseos carnales. Así que incluso ahora mismo, la fe del cristianismo no se puede cambiar a no ser que se reforme su fe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 


El cristianismo actual de todo el mundo debe cambiar su evangelio


Muchos cristianos y pastores de todo el mundo dicen que el cristianismo de hoy en día necesita un cambio. Sin embargo, el problema es que solo resaltan la necesidad de un cambio, pero no saben qué hay que cambiar. Esto se debe a que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que los creyentes que se dejan guiar por pastores que, espiritualmente hablando, adoran a becerros de oro, cometen este pecado, aunque piensen que es incorrecto. Como el pueblo de Israel, los cristianos de hoy en día adoran a becerros de oro, y siguen yendo por esta dirección. Por eso el cristianismo de hoy en día está yendo hacia la ruina espiritual.
¿No creen que el cristianismo de hoy en día está arruinado espiritualmente? Alguien debe señalar sus errores, pero como sus líderes no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden llevar a sus seguidores por el camino correcto. En otras palabras, incluso los que piensan que hay algo que no funciona en el cristianismo, no se dan cuenta de que el problema está en que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. La mayoría de los cristianos piensan que el problema es la falta de buenas obras, y por eso intentan reformar sus acciones y dirigir los problemas institucionales. Sin embargo, esta no es una reforma real. Deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y reformar su fe. El cristianismo de todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y todos los cristianos deben conocer el Evangelio del agua y el Espíritu correctamente y llevar a cabo una reforma de fe. Para llevar a cabo esta reforma de fe correctamente, los cristianos deben encontrar a Jesús, nuestro Dios, quien ha borrado todos los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Para que los cristianos alcancen su perfecta salvación, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado. Así que deben darse cuenta de que la verdadera salvación que el Señor nos ha dado, primero deben recibir la bendición de la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Los cristianos debemos entender el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado, pero muchos cristianos no entienden esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso están en la ruina espiritual. Como los cristianos de todo el mundo no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden introducir una reforma de fe correcta aunque lo intenten. Por eso he decidido escribir estos libros sobre la herejía. Confío en que a través de estos libros, los cristianos se darán cuenta de cuáles son los pecados de Jeroboam, de cómo han quedado atrapados en estos pecados, y por qué el Evangelio del agua y el Espíritu es indispensable para ellos. 
Muchas personas creen que, como Jeroboam fue quien cometió la ofensa contra Dios, solo él fue castigado. Pero esto no es así. El pecado más grave de toda la humanidad es el pecado de Jeroboam. El cristianismo de hoy en día sigue los pasos del rey Jeroboam, y por tanto, está sujeto a la misma maldición que Jeroboam. Los pecados de este rey no eran pecados personales, sino que eran pecados que llevaron al pueblo de Israel a adorar becerros de oro, y por tanto pecó contra Dios. Dicho de otra manera, las consecuencias de los pecados de Jeroboam no se limitaron a él. La ofensa de un hombre, Jeroboam, se convirtió en la ofensa de todo el pueblo de Israel. Esto se debe a que a través de Jeroboam, todo el pueblo de Israel adoró a los becerros de oro. El cristianismo de hoy en día también ha sustituido a Dios por los becerros de oro. En otras palabras, han sustituido a Jehová Dios por el poder, la riqueza y la gloria de este mundo, y han deseado más a los ídolos terrenales que al Padre celestial.
Los pecados que se originaron con un hombre, el rey Jeroboam, hicieron que todo el pueblo se rebelara contra Jehová Dios, y por eso toda la nación de Israel fue destruida por Dios. Este era el peor pecado ante Dios. Si los cristianos se dan cuenta de esto, podrán volver a Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu y podrán encontrar al Dios de Verdad. Los pecados de Jeroboam no fueron pecados individuales, sino que también fueron los pecados de su nación, y los pecados que cometen los cristianos de hoy en día. Como cristianos, cometemos pecados porque somos insuficientes, pero los pecados de los cristianos de hoy en día son diferentes, porque están ignorando a Jesucristo, que vino al mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu, y adoran a los becerros de oro como si fueran sus dioses. Por tanto el cristianismo actual debe deshacerse de los becerros de oro y creer en Jesucristo como su Salvador. Adorar a los becerros de oro es el pecado de los cristianos de hoy en día y de los pastores de las comunidades cristianas. Es como si estuviesen diciendo: «Sal de mi camino, Jesucristo. Queremos adorar a estos becerros de oro como nuestros dioses». Aunque no lo dicen, en sus corazones solo quieren bendiciones carnales. Esta es la ofensa de los cristianos de hoy en día.
El pecado que prevalece en los cristianos de hoy en día es que se han separado del Evangelio del agua y el Espíritu y están adorando a los becerros de oro ante Dios, lo que es una gran abominación. Al negarse a creer en este Evangelio del agua y el Espíritu, los cristianos están cometiendo el mismo pecado que el pueblo de Israel cometió al adorar a los becerros de oro. Algunos cristianos dicen: «¿Cuándo han adorado los cristianos a los becerros de oro?». Pero, ¿no creen que el hecho de que haya muchos cristianos que solo buscan la prosperidad material, la salud física y la fama en el mundo, prueba que están adorando a los becerros de oro? En 3 Juan 1 podemos leer: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Algunas denominaciones engañan a los cristianos de hoy en día con su doctrina de las tres bendiciones o el Evangelio cuadrado. ¿Qué es esta fe si no es adorar a los becerros de oro? Aunque dicen que Jesucristo es su Salvador, al final, están adorando y siguiendo a los becerros de oro en este mundo más que a Dios. 
La triste realidad es que los cristianos de todo el mundo están sirviendo a los becerros de oro como sus dioses. Esto no es evidente solo en algunas denominaciones, sino en todas las denominaciones cristianas. Por tanto, el cristianismo de hoy en día solo respeta la sangre derramada en la Cruz, mientras que no muestra ningún interés en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es el verdadero Evangelio del que Jesús habló. Si la gente pudiera recibir la remisión de los pecados mediante la sangre de la Cruz solamente, ¿no creen que sería fácil para todo el mundo? ¿Es el Evangelio de Verdad, a través del cual el Señor nos ha salvado de todos los pecados del mundo, tan fácil? Aunque muchos cristianos dicen que al creen en el evangelio de la sangre de la Cruz, uno puede ser salvado del pecado, en realidad el verdadero Evangelio es el Evangelio del agua y el Espíritu. Dicho de otra manera, los cristianos de hoy en día están adorando a los becerros de oro con sus corazones. Así que es absolutamente indispensable entender la fe de la herejía. 
El verdadero Evangelio de Verdad que Jesús nos ha dado es el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio de la Cruz es diferente al Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, la mayoría de los cristianos están familiarizados solo con la Cruz. Por tanto no es fácil creer en este Evangelio del agua y el Espíritu. Para que la gente entienda el Evangelio del agua y el Espíritu y crea en él, primero debe darse cuenta de que todos somos pecadores, entender cómo exactamente nos ha salvado el Señor a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y creer en él. Todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu han recibido todas las bendiciones de Dios. 
En vez de decir que creen en Jesús como su Salvador, los cristianos de hoy en día tienen becerros de oro en sus corazones. Esta es la realidad de su fe. Han creado su versión de Jesucristo, y por eso los cristianos de hoy en día creen en este Jesucristo. Esta es la fe que adora a los becerros de oro. Como el pueblo de Israel creyó en los becerros de oro, Dios tuvo que hacer caer Su ira sobre esta gente. Por eso los israelitas estuvieron condenados y pasaron por muchos problemas espirituales, por culpa de los becerros de oro. Como el pueblo de Israel creyó en estos becerros de oro como sus dioses, no solo se separaron de las bendiciones de Dios, sino que también fueron destruidos y malditos. Pero a pesar de esto, no se arrepintieron, porque no se dieron cuenta de cuál era la causa de su miseria. Los cristianos de hoy en día no deben repetir este error de los israelitas. En vez de creer en la sangre de la Cruz, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, darse cuenta de la justicia de Dios y convertirse en Sus hijos. 
Los cristianos de todo el mundo deben arrepentirse de sus pecados de adorar a los becerros de oro como sus dioses, es decir, deben arrepentirse ante Dios por haber cometido los pecados de Jeroboam y deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. No están sirviendo a la justicia de Dios, sino que están adorando las riquezas del mundo como sus dioses. Invocan el nombre de Jesucristo, y por eso los cristianos de hoy en día y sus ministros solo quieren riquezas, poder y fama. Es decir que los cristianos de hoy en día cometen un pecado abominable ante Dios. Por eso tantos cristianos están malditos espiritualmente, porque no pueden creer en Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu como su Salvador. 
Los cristianos que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, han conseguido la vida eterna y la salvación de Dios. Jesucristo, nuestro Señor, es un Salvador misericordioso. Aunque el pueblo de Israel estaba maldito por Dios por su estupidez y sus corazones endurecidos, entre los cristianos de hoy en día, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu han recibido por fe las bendiciones de Jesucristo. 
Al seguir los pecados de Jeroboam, muchos pastores del mundo están predicando de una manera incorrecta, y llevando a sus congregaciones a adorar a los becerros de oro. Estos pastores están atrapados en el peor de los pecados, el pecado de adorar a los becerros de oro ante Dios. El Señor dijo: «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar» (Mateo 18, 6). Pero a pesar de este aviso, muchos pastores hacen que la gente peque. Por eso deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y volver a Dios. Para evitar la condenación que les espera, deben volver al Dios viviente y creer de todo corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo les ha dado. La gente debe ser salvada de los pecados del mundo al poner su fe en este Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podemos convertirnos en justos. 
Además quien recibe la remisión de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu debe convertirse en un siervo de la justicia de Dios y alcanzar su victoria, en vez de servir a los becerros de oro. Estoy seguro de que cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios, y cuando seguimos al Señor buscando el Reino de Dios y Su justicia por fe, Dios bendecirá todo y lo hará prosperar. 
Espero de todo corazón que los cristianos del mundo que están atrapados en la herejía, vuelva a Dios y alcancen su salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Que Dios les bendiciones.