Había el sacrificio de expiación para los pecados diarios. A fin de expiar los pecados diarios, una persona tenía que traer un cordero, un chivo, un toro o una paloma al Tabernáculo y poner sus manos en el sacrificio para pasar sus pecados al sacrificio. Esto era el sacrificio de expiación para los pecados diarios como estaba escrito en la Ley de Dios (Levítico 3, 1-11).