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דרשות

Tema 9: Romanos

[Capítulo 7-5] La Carne Sirve a la Ley del Pecado (Romanos 7:24-25)

(Romanos 7:24-25)
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”
 


Es la ley que la carne sirva al pecado


¿Como esta tu fe? “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). ¿No estas así?
La Biblia también nos dice, “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.” Y esas son las leyes que nos dominan. Nuestros corazones están hechos para amar a Dios y amar la verdad, pero es natural que la carne sirva a la ley del pecado. La Palabra de Dios nos dice que el corazón sirve al evangelio y a su justicia, mientras que la carne solo sirve al pecado.
¿Sabes lo que es la ley del pecado? Queremos vivir vidas fieles, así que, los santos y siervos de Dios, se sienten tan atrevidos como leones cuando nuestra carne realmente no sirve al pecado. Pero no tenemos poder cuando la carne sirve y es inducida a pecar. Podemos pensar que seremos felices y llenos de coraje dejando de pecar, pero en realidad, no tenemos la confianza para no seguir pecando. Los corazones de los santos y los corazones de los siervos de Dios se encogen debido a esto.
“♫¡Todos mis pecados se han ido! ♪ ¡A través de la gracia del Calvario!♫” Aunque tenemos la redención y alabamos a Dios por esto, no tenemos confianza en nosotros para vivir cuando pensamos en nuestras futuras vidas de fe. Pensamos acerca de las debilidades de la carne y llegamos a esta conclusión: “No debería de vivir de esta manera en el futuro; no debería de pecar más.” Pero cuando dependemos del Señor una vez más, hacemos promesas a Dios, diciendo, “Señor, gracias a ti. Aleluya. Te seguiré hasta mi último día.” Entonces servimos al Señor como relámpagos, pero eso no dura mucho ya que pronto nos decepcionamos de nuevo con nosotros mismos cuando pecamos de nuevo. De hecho, todos los santos y los siervos de Dios que han sido salvados son de esta forma. Así llegamos a reprimirnos por el hecho de que la carne sirve solo al pecado.
Yo se que el Señor no nos quiere atados por la debilidad de la carne. Esta también es la razón por la cual Pablo separo la carne del espíritu. “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.” Nuestra carne no puede ser mejorada. La carne solo sirve a la ley del pecado. Pablo dice que esto es la ley. La carne esta hecha para seguir y servir solo al pecado. ¿Entiendes esto? Es la ley. ¿Quien puede cambiar la ley? Ni tú, ni yo. Entonces, ¿a quien debemos servir con nuestros corazones? Debemos servir a Dios. Debemos amar a Dios, la verdad, las almas y su justicia con todo nuestro corazón.
 


No esperes mucho de la carne


La carne quiere amplificar el placer carnal, la comodidad, la paz, el gozo y su orgullo, y no la justicia de Dios. La carne quiere hacer todo como le place.
No esperes mucho de la carne, diciendo, “Escucha carne, quiero que hagas un buen trabajo.” Rinde tus expectativas de que la carne mejorará. No creas que la carne ame a Dios y a su justicia o que quiera servir a la justicia de Dios y sufrir por él.
Aquellos que esperan algo bueno de la carne son necios. Entonces, ¿qué debemos hacer? Todo es realizado de acuerdo a la ley del Señor. ¿Podemos cambiar la ley de Dios, aún si la conociéramos? Claro que no la podemos cambiar, ya que es la ley del Señor.
Es la ley de Dios la que hace que la carne sirva al pecado. Si nos sentimos deprimidos y ponemos caras largas, se debe a que estamos sirviendo a la carne. Nuestra carne quiere vivir bien, así que la carne siempre se justifica. No nos justifiquemos; en lugar de eso, dejemos la carne como esta. Quiero que vivas por tu fe en el Señor con tu corazón. La carne no puede salvarse de pecar hasta que muere, porque la carne solo sirve al pecado. No podemos escapar del pecado por nosotros mismos. Puede que pienses, “La carne mejorará.” Pero esto nunca sucederá. O cuando cometes pecados inconscientemente, puedes pensar, “Se debe al mal ambiente.” ¡No! No se debe a las circunstancias para nada-¡La carne fue hecha para pecar desde el principio!
La carne nunca hace nada bueno. La carne peca hasta que muere. “¿Mejorará la carne?” No esperes tal cosa, porque te decepcionaras totalmente. No importa que tan frecuentemente te decidas y te digas a ti mismo, “No me comportaré así,” la carne no puede hacer otra cosa que maldades, aún en contra de tus deseos. ¿Quién de nosotros no ha resuelto en su mente no pecar? ¡Todos! Pero es la ley de Dios para la carne servir solo al pecado.
Sacerdotes católicos y monjas así como los monjes y los ermitaños de cada religión intentan vivir vidas santas en su carne. Pero es imposible para la carne vivir una vida sin manchas. Viven sus vidas como hipócritas. Es imposible para nosotros hacer lo bueno en la carne. La carne sirve a la ley del pecado. Esta es la ley que Dios ha establecido. Así como un gusano no puede volar y una mariposa disfruta volar en el cielo, esta es la ley. Así como el gusano disfruta comer lodo, la carne humana le gusta cometer pecado. ¿Honestamente puedes decir que puedes esperar algo de la carne? Claro que no. Es por eso que el apóstol Pablo dijo, “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado” (Romanos 7:25).
Nuestra carne peca hasta que morimos. No puede evitar el pecar. ¿Dejará de pecar la carne después de un largo periodo de entrenamiento? ¡No! La carne no puede ser mejorada. ¿Esta bien que la carne peque tanto como quiera? ¡No! No es lo que estoy diciendo aquí. Solo quiero decir que la carne no puede evitar el pecar. Nuestros pecados no dependen de nuestras voluntades o habilidades. No podemos hacer otra cosa que pecar, aún si no queremos pecar, y pecamos más si tratamos más de no pecar.
“Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:23-24). Es imposible para la carne hacer lo bueno porque la carne nos lleva en cautividad a la ley del pecado.
La gente odia decir que esto es verdad y se avergüenza de esto. Dicen, “¿Como puedes decir esto abiertamente?”. Pero, ¿no fue Pablo quien dijo esto tan abruptamente? La carne sirve a la ley del pecado. Servimos al pecado, a pesar de nuestra voluntad, hasta que muramos. No hemos nacido solo para pecar, Aún, no se puede negar que la carne es un instrumento del pecado.
 

El Señor nos habilito para servirle con eficiencia

Amados santos, ¿que piensan? ¿Piensan que pueden servir al Señor con su carne si lo siguen intentando? ¿Es posible? ¡No!
¿Quién nos salvo de nuestros pecados? Jesús lo hizo. Entonces, ¿Jesucristo nos libero de los pecados de la carne que sirve a la ley del pecado? ¿Realmente Jesucristo nos salvo, a quienes sirven a la ley del pecado y cometemos pecados toda nuestras vidas, de todos los pecados de la carne? ¿Realmente el Señor nos salvo de todos nuestros pecados? ¡La respuesta es un si enfático! ¡Claro que él lo hizo! Es imposible para la carne no pecar y es imposible para ti el ser perdonado de tus pecados y ser liberado de la condenación de Dios a través de tu carne. Pero el Señor lo hizo posible. El Señor nos ha justificado y él nos salvó de nuestros pecados, aún cuando pecamos constantemente. 
Jesucristo nuestro Señor nos ha salvado. ¿Quien es el Señor que nos ha salvado? Es Jesucristo. ¿Entonces, quien es Jesús? Es el Hijo de Dios y el Señor de todos los creyentes. El es el Señor quien nos ha salvado. Jesucristo nuestro señor nos hizo perfectos de todos los pecados. Jesucristo nos preparó para servirle.
El Señor nos prepare para vivir sin pecado. El Señor omnipotente quien nos creo, nos salvó de todos nuestros pecados. Nuestro Señor nos salvó totalmente y nos hizo justos, aunque la carne sirve a la ley del pecado hasta que muere. Es por eso que el apóstol Pablo dio gracias a Dios a través de Jesucristo el Señor. No podemos agradecer a Dios lo suficiente por enviar a Jesucristo, nuestro Señor.
Debemos saber cuan sorprendente es la salvación del Señor. Cuan grande y llena de gracia es. No podemos hacer otra cosa que dar gracias al Señor Todopoderoso, quien ha salvado nuestra corrupta carne que no hace otra cosa que pecar hasta que muere. El Señor nos salvó con su poder e hizo nuestros miembros sus instrumentos para servirle por fe. El Señor nos salvó perfectamente para que ya no seamos siervos del pecado.
¿Acaso nuestro Señor no nos ha salvado a la perfección? ¡Claro que él lo hizo! Él nos ha salvado total y perfectamente. Él nos preparó para servirlo eficientemente. ¿Quién hizo esta cosa tan maravillosa? ¡Nuestro Señor lo hizo! ¿Quién convirtió a aquellos que no podían hacer otra cosa que cometer pecado con su carne y hacerlos justos y servir a Dios? ¡Nuestro Señor lo hizo! El Señor nos salvó, quienes pecamos durante nuestra vida, de todos nuestros pecados. También él nos cambio para que pudiéramos servir a su justicia.
 

El Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados

Debemos pensar esto una vez más porque somos seres humanos. Yo pienso en lo maravilloso que es la salvación del Señor, ya que soy un ser humano. Si no hubiera sabido que la carne solo sirve al pecado, siempre me hubiera decepcionado de ella. Probablemente hubiera rendido mi vida de fe debido a mis pecados, aunque ya había recibido el perdón de mis pecados. 
“Antes de ser salvo, podía mantenerme, aún si pecaba. Pero si aún peco ahora, no hace diferencia si soy salvo o no. ¿De que sirve ser salvo?” Puedes pensar que llegaras a ser mejor que antes. Puede que sientas que tu carne sería, ahora que has sido salvado, mejor que antes que lo fueras. Aquellos que aún no han nacido de nuevo no pueden entender lo que estoy diciendo.
Podemos dar gracias a Jesús solo cuando sabemos y creemos que todos los pecados de la carne han sido perdonados. Yo doy gracias al Señor, quien quitó todos los pecados que cometo hasta que muera.
En la edición anterior del himnario Coreano, había un himno que decía: “♪¡Aleluya! ¡Alabadlo! ♫¡Todos mis pecados pasados han sido perdonados! Y yo camino con el Señor Jesús, y entonces a donde vaya se encuentra el reino de los cielos♪” ¿Qué quiere decir esto? Si el Señor quitó solo nuestros pecados pasados, ¿qué es lo que sigue? Ya no debemos pecar con la carne; debemos orar cuidadosamente por el perdón y debemos de vivir bien de cualquier forma. Pero esto solo es un feo truco de satanás.
Nada es más dulce que este truco. Satanás nos hechiza, diciendo, “Todos tus pecados pasados han sido perdonados. Así que si caminas con Jesús y si ya no pecas más, podrás entrar al reino de los cielos. Pero siempre que peques en el futuro, debes ofrecer oraciones de arrepentimiento para ser perdonado, para que puedas entrar en el reino del cielo. ¿Entiendes?” Entonces, la mayoría de la gente cree esto cuando leen la Biblia. Cantan himnos, llorando, “♪¡Aleluya! ¡Alabadlo! ♫¡Todos mis pecados pasados han sido perdonados! Y yo camino con el Señor Jesús, y entonces a donde vaya se encuentra el reino de los cielos♪”
Pero no pueden dejar de orar. Es la ley de Dios sobre la carne. La carne no puede evitar pecar una y otra vez. Así que piensan que tienen que orar por el perdón de sus pecados cotidianos. Cantan himnos después de sus oraciones, “♪¡Aleluya! ¡Alabadlo! ♫¡Todos mis pecados pasados han sido perdonados! Y yo camino con el Señor Jesús, y entonces a donde vaya se encuentra el reino de los cielos♪” ¿Pero les dura por dos o tres días? Pecan de nuevo en cosa de horas, ni siquiera días. Pueden orar y ayunar por el perdón, pero no pueden escapar de esta ley no cambiante de Dios mientras viven en la carne.
¿Son ciertas las palabras del himno? ¿Solo son perdonados tus pecados del pasado? Nuestro Señor ha quitado todos nuestros pecados, no solo los del pasado. Podemos alabarlo ahora, “♪¡Aleluya! ¡Alabadlo! ♫¡Todos mis pecados pasados han sido perdonados! Y yo camino con el Señor Jesús, y entonces a donde vaya se encuentra el reino de los cielos♪”
Aquellos que han sido salvados pueden estar confundidos después de pecar nuevamente, cuando no saben que es la ley de Dios para la carne, el pecar hasta el día de la muerte. Fácilmente pierden su paz mental siempre que descubren la maldad de la carne igual que aquellos que no han nacido de nuevo. Tienen paz solo cuando no pecan. Este es el fenómeno que puede ser encontrado en cada vida cristiana que todavía no ha recibido el perdón de los pecados. Puede que solo canten con sus labios, “♫Todos mis pecados se han ido.♪ Todos tus pecados se han ido. ¡Todos nuestros pecados se han ido!♫” Pero si pecan de nuevo, piensan que tienen que pedir perdón de nuevo. Entre más frecuente pecan, más suave cantan, “♫Todos mis pecados se han ido, ♫Todos tus pecados se han ido….,” y llegan a decepcionarse consigo mismos conforme pasa el tiempo.
Nuestro Señor nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados. Nuestro Señor nos ha salvado de todos los pecados para que podamos alabar y agradecerle a él en cualquier momento y en cualquier situación. Podemos disfrutar paz con él y orar a Dios por ayuda en todo tiempo a través de Jesucristo.
 

Si sabemos que la carne solo sirve a la ley del Pecado, podemos escapar del pecado por fe

¿Por qué es tu vida de fe tan difícil? ¿Estas acosado por la difícil vida de fe, ya que no conoces la verdad, que la carne solo sirve a la ley del pecado? Debemos llevar vidas espirituales conociendo esta verdad.
Llegamos a conocer la verdad de Dios y cambiamos cuando diligentemente escuchamos a su palabra y tenemos comunión unos con otros. “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). “Gracias doy a Dios,por Jesucristo Señor nuestro.” El Señor nos ha salvado a la perfección de todos nuestros pecados para que podamos dar gracias a Dios todo el tiempo. ¿Crees esto? El Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados.
Nunca te sobrecargues, ni te cierres por tus propios pensamientos–no te llevarán a ningún lado. Podemos seguir al Señor y vivir una vida de fe solo cuando no estamos bajo el yugo del pecado. Si nuestra fe esta relacionada con nuestras obras, y si sabemos que pecaremos de nuevo, no siempre podremos regocijarnos y seguir al Señor. Si la salvación del Señor fuera tantito imperfecta, no seríamos capaces de seguir al Señor con mucha seguridad.
Damos gracias al Señor porque él quitó todos nuestros pecados. Lo alabamos y lo seguimos con poder. ¿Si yo no puedo resolver el problema de mis propios pecados, como puedo salvar a otros de sus pecados? ¿Cómo puedo predicar el evangelio a otros? ¿Cómo puede un ahogado salvar a otro ahogado? Si admitimos que nuestra carne no hace otra cosa que pecar, podemos escapar del pecado. Pero si no admitimos esta verdad, entonces seremos influenciados por las falsas doctrinas de una religión llamada “Cristianismo.”
Existe una historia simpática y puede que la conozcas. Había una vez un joven sacerdote, católico, quien se subió a un carruaje con dos monjas de su iglesia para visitar a un creyente moribundo en una villa muy remota. Se sentó entre las dos para manejar los caballos. La joven y guapa monja estaba sentada al lado derecho de él y la vieja y fea monja estaba sentada a su izquierda. No había problema cuando el carruaje iba por el libre y ancho camino del pueblo, pero tan pronto llegaron al camino áspero y angosto, el carruaje comenzó a balancearse terriblemente. Adivinen lo que el joven sacerdote venía pensando. Cuando el carruaje se inclinaba hacia el lado derecho, él oraba, “Oh, Señor. ¡Por favor Señor has como tú quieras!” Pero cuando se inclinaba hacia el otro lado, oraba desde su corazón con desesperación, “Oh, Señor. ¡Líbrame de la tentación!” Oraba dos cosas: “Oh, Señor. ¡Por favor Señor has como tú quieras!” y “Oh, Señor. ¡Líbrame de la tentación!”
Somos iguales a él. Nuestra carne solo sirve a la ley del pecado, pero debemos conocer la voluntad de Dios y seguirlo con fe de acuerdo a su voluntad, ya que no podemos esperar nada de nosotros. Estamos muertos y no existe ninguna posibilidad para nuestra carne de que mejore.
 

Seguimos al Señor ya que él nos ha salvado perfectamente

¿Cuan grandes nos sentiríamos si entramos al reino de los cielos por medio de nuestras obras, o si nuestra salvación dependiera de cuantas obras buenas hiciéramos o de los pecados que cometiéramos? El Señor nos dice, “Cometes pecados toda tu vida. Pero Yo he quitado todos los pecados que cometerás hasta que mueras. Yo te hice justo. Yo te hice una persona justificada que no tiene pecado. Yo te he salvado totalmente. ¿Me lo agradeces?” ¿Cuál es nuestra respuesta? “¡Si, te damos las gracias mi Señor!” Él pregunta de nuevo, “¿Me seguirás?” ¿Como respondemos? “Si, lo haremos.”
¿Quieres seguir a Dios? Claro que queremos seguir al Señor, ya que él ha quitado nuestros pecados. Si el Señor hubiera quitado solo el 90% de nuestros pecados, no seriamos capaces de seguirle. Puedes quejarte con Dios diciendo, “!Deberías de haber quitado el otro 10% de mis pecados! ¿Cómo puedo resolver el problema de estos pecados por mi mismo? ¿Cómo puedo seguirte a ti mientras que tengo que limpiar mi inmundicia?” Entonces, debido a estos pecados, dejamos de seguir a Dios.
Sin embargo, ahora queremos seguir al Señor voluntariamente ya que él nos da una salvación perfecta de todos nuestros pecados. “Si, tú me salvaste perfectamente. ¡Te puedo seguir desde ahora! ¡Gracias, Señor! ¡Te alabo! ¡Te glorifico! ¡Te amo!” Llegamos a dedicarnos a servir al Señor porque lo amamos y queremos seguirlo. Queremos seguir al Señor desde el fondo de nuestro corazón, ya que él nos ha salvado de todos nuestros pecados y porque hemos sido tocados por su amor.
Lo mismo se aplica para ir a la iglesia. Los servicios Dominicales son infinitamente más fáciles si tenemos el deseo de asistir; si no sentimos deseos por alguna razón, entonces aún el ir a la iglesia una vez por semana se vuelve un trabajo. Si tienes que escuchar las mismas palabras trágicas durante cada servicio de adoración–“Damas y caballeros, arrepiéntete de todos los pecados que has cometido durante la semana,”–dejarías de ir a la iglesia después de un par de años. Aquellos que tienen una voluntad férrea durarán más, tal vez una década o aún dos, pero ellos, también, lo abandonaran eventualmente. Muchos falsos profetas obligan a la gente que sufren por sus pecados a arrepentirse. Es por eso que mucha gente deja de ir a la iglesia, ya que piensan que es muy arduo y difícil creer en Jesús.
Seguimos al Señor, siendo impresionados con su amor. No podemos evitar alabar al Señor, cantando, “♪¡Amo a Jesús! Yo no cambio a Jesús por nada en este mundo♪” Seguimos a Jesús porque realmente le amamos.
Cuan sorprendente es su salvación. El Señor nos preparo para servirle sin el más mínimo pecado. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1-2). El Señor nos bendice para agradecerle y alabarle siempre. Él quiere que nos regocijemos y le sigamos todo el tiempo. Él nos salvó. ¿Crees esto?
No seas acosado por tu propia debilidad. El Señor quitó todos los pecados de aquellos cuyo temperamento es incontrolable. También quitó los pecados de los depravados y de la gente con naturaleza enferma. Ahora, ¿no hace esto que desees seguir al Señor? Es por esto que amamos al Señor. Nuestro Señor no nos obliga a seguirlo, ni tampoco nos coacciona a adorarlo. Dios nos ha bendecido. Él llego a ser nuestro Padre y nosotros sus hijos y Dios nos dice que le sigamos. Él dice a sus siervos que le sirvan.
Todos aquellos que han sido salvados por Dios son sus siervos. Dios bendice a todos sus obreros y les dice que lo sigan. El Señor no nos llama por nuestras obras. El Señor nos dice, “Yo te salve de tus pecados perfectamente. Tu temperamento es intolerable. Tienes lascivia en ti. Estas más allá de una descripción. Eres necio. Deberías ser maldecido por los pecados de tus antecesores. Pero Yo te salve y no me importa lo demás. No puedes evitar el pecar toda tu vida, aún Yo quite todos tus pecados. He sufrido por ti y me levante de entre los muertos para borrar todos tus pecados. Hice todo esto porque te amo. Te amo. ¿Me amas?” ¿Cuál es tu respuesta? “Si, te amo, mi Señor. Sabes que también te amo a ti. ¡Gracias Señor!”
“venid en pos de mi y os haré pescador de hombres.” “Ciertamente, te digo, él que en mi cree, las obras que Yo hago, él las hara tambien; y aún mayores hara, porque Yo voy al Padre,” dijo el Señor. ¿Crées esto? ¡Cuanta es nuestra naturaleza enferma! ¿Cuántos pecados hemos cometido ante Dios? No pretendas que no tienes pecado.
Pecamos innumerables veces a través de nuestras vidas. Pero el Señor ha tomado eternamente todos nuestros pecados, aún cuando nuestros pecados son tantos como estrellas en el cielo. El Señor Jesús quito nuestros pecados suficiente y completamente.
 

Dios nos hizo sus obreros y nos revistió con su Justicia

En ocasiones podemos pensar que ya no podemos seguir al Señor cuando nos vemos a nosotros mismos. Algunas veces nuestros corazones parecen tan brillantes como días soleados, pero muy oscuros en otras ocasiones. Y de vez en vez, nos encontramos en tinieblas mientras seguimos al Señor después de haber nacido de nuevo. Cambiamos como si estuviéramos pasando por las cuatro temporadas. Dios le dio a Noe 8 clases de temporadas cuando salió del Arca. Dios dijo, “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22).
Las altas y bajas de nuestra fe no cesan tampoco. Algunos días alabamos a Jesús gozosos, pero nos enojamos en poco tiempo cuando encaramos dificultades.
“Añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.” Esto es lo que el Señor dice (Hebreos 10:17-18).
La carne no puede hacer otra cosa que pecar hasta que muere. Es la ley de la carne. La carne sirve a la ley del pecado. Esto quiere decir que la carne solo puede pecar. Pero Dios hizo a aquellos que solo pueden pecar sus propios siervos. ¿Cómo nos hace Dios sus siervos? Ciertamente él no puede hacer a aquellos que tienen pecado sus siervos.
Dios te hizo su siervo, quitando todos los pecados que tu carne comete hasta el último día y dio la paga de tus pecados para hacerte perfecto. Él te santificó y te llamó para ser su santo obrero. Él nos hizo sus siervos. Aunque somos débiles, ahora nosotros tenemos el poder. “¿Qué poder?” puedes preguntar. Tenemos el poder de su justicia. Tenemos el poder perfecto, poniéndonos la justicia del Señor. En otras palabras, hemos sido hechos perfectos. Aunque somos débiles en la carne, somos fuertes en el Espíritu.
 

¿Quien puede servir al Señor?

“Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo” (2 Corintios 6:10). No tenemos pecado, aunque nos vemos pecaminosos. No tenemos pecado, aunque pecamos. Por lo tanto, podemos ayudar a otros a ser salvados con el evangelio del agua y el Espíritu. Este es el misterio de Cristo y el secreto del reino del cielo.
Yo alabo al Señor quien nos ha salvado totalmente. ¿Quién puede servir al Señor? ¿Aquellos que quieren servir al Señor tratando de no pecar o aquellos que creen que el Señor quitó todos sus pecados cometidos durante su vida? Solo los últimos pueden servir al Señor y agradarlo. Solo aquellos que creen que el Señor perfectamente lavó sus pecados pueden servirle. Voluntariamente se entregan al Señor e invierten todas sus pertenencias en sus obras. Están orgullosos de ser sus obreros, por ser capaces de hacer algo no importa que tan pequeño, sea para el Señor.
Alguna gente tiene miedo de que su propia justicia sea quebrantada, así que nunca se enojan, aunque estén en una situación donde deberían enojarse. Su auto-justicia debe ser quebrantada. Debemos lanzar nuestra justicia en botes de basura así como lo hacemos con nuestros desperdicios. Nuestra justicia debe ser quebrantada. Debemos golpearla, cortarla y tirarla en el bote de la basura. Podemos dar gracias a Dios y exaltar su justicia solo cuando nos deshagamos de nuestra justicia.
Tal gente puede alabar y agradecer al Señor cantando, “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza;Alabadle, bendecid su nombre.” (Salmos 100:4). Aquellos que tienen su propia justicia, aunque puedan ser salvos, no pueden servir al Señor hasta el final. Aquellos que saben que la carne solo sirve al pecado durante todas sus vidas y creen que el Señor quitó todos sus pecados, incluyendo los que no han cometido, quieren amar y servir al Señor pacientemente. En sus corazones se encuentra una urgencia de amar al Señor.
¿Tienes el corazón que ama y quiere servir al Señor? ¿tienes el corazón que le da gracias?
 

El Señor nos prepare para vivir vidas felices sin Pecado

Nosotros, los siervos de Dios, vivimos en abundancia y somos más felices que aquellos que ganan un millón de dólares al año. Comemos sandías en el verano y comemos duraznos y uvas cuando es temporada. Podemos comer lo que queramos. No somos pobres. ¿Has vivido pobremente después de haber sido redimido? Hemos vivido en abundancia.
Podemos vivir en abundancia si caminamos con el Señor. Alguien que camina con el Señor no le faltará nada. ¿Crees esto? Vivimos sin límites, aunque no somos ricos de acuerdo a los estándares del mundo. ¿Crées esto? ¿Tienes necesidades no satisfechas aún después de haber conocido al Señor? Nada nos falta. Vivimos con más riquezas ahora que en el pasado. Yo, por ejemplo, he vivido y dormido mejor ahora que nunca antes.
Nuestros Señor nos ha salvado perfectamente. Las palabras no pueden expresar esta bendición. Nuestro Señor nos ha salvado totalmente y nos ha preparado a ti y a mí para darle gracias a Dios a través de él. ¡Cuán hermosa es su gracia!
“¡Miserable de mí!” dijo Pablo, al ver su carne. “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Pecamos a través de nuestras vidas. ¿Quién nos salvó de todos los pecados que cometemos en nuestra carne? El Señor Jesucristo nos ha salvado. Como dijo Pablo, yo, también, doy gracias a Dios a través de Jesucristo nuestro Señor. Gracias, mi Señor. Gracias por quitar todos nuestros pecados.
El apóstol Pablo no vivió con su propia justicia, después de que él obtuvo la justicia de Dios. Muchas veces confesó que su carne estaba vendida al pecado. Alguna gente afirma que Pablo escribió el capitulo 7 antes que fuera salvo y el capitulo 8 después de su salvación. Eso no es correcto.
La Palabra de Dios es aplicable a ambos, aquellos que son salvos y a aquellos que no. Se aplica a todos. La mayoría de los teólogos, no conociendo la Palabra de Dios, son aptos para separar el capitulo 7 del 8, y aplicar el primer capitulo a aquellos que no son salvos y el otro a aquellos que si lo son. Arbitrariamente separan la Palabra de Dios en párrafos, aunque no saben como hacerlo. Existen muchos hombres inteligentes pero engañosos en este campo.
El Señor ha quitado todos los pecados absoluta y totalmente. Yo quiero que vivas por fe, dando gracias a Dios. Yo quiero que planches las arrugas de tu cara. El Señor ha sacado todos los oscuros pecados de tu corazón. Yo doy gracias al Señor quien nos ha salvado de todos los pecados de la carne.
 
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La justicia de Dios es revelada en Romanos - Nuestro Señor Quien Llego a Ser la Justicia de Dios (II)