(2 Reyes 5:15-19)
“Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra”.
El General Naamán tuvo que dejar de lado sus propios pensamientos
Hoy me gustaría explicarles lo que tenemos que saber para vivir nuestra fe. Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy que el General Naamán fue sanado de su lepra por Eliseo, un siervo de Dios. Naamán era el comandante del ejército de Siria y, aunque era un hombre muy respetado que hizo grandes contribuciones a su reino, era un leproso. En aquel entonces su lepra estaba empeorando tanto que tenía problemas en su matrimonio y en su reinado. En su casa, durante aquel tiempo, había una mujer joven de Israel trabajando como esclava que le dijo a la mujer de Naamán que, si su maestro podía ir a ver a un profeta en Israel, podría ser sanado de su lepra sin duda. Al escuchar esta nueva noticia fue a Israel como último recurso, y como era su costumbre, llevó la carta personal del rey de Siria al rey de Israel. El rey de Israel fue entonces envió al siervo de Dios al siervo de Dios, Eliseo.
De camino a ver a Eliseo, Naamán tuvo mucha ansiedad y muchas expectativas pensando: “Si este hombre es un siervo de Dios de verdad, inmediatamente pondrá sus manos en mi cuerpo, orará y me sanará. También me tratará con mucho respecto y hospitalidad”. Pero, por el contrario, Eliseo simplemente le dio instrucciones a través de su mensajero: “Lávate en el río Jordán siete veces”. El General Naamán se quedó sorprendido con esta orden y se ofendió muchísimo al escuchar esto del mensajero. Estaba furioso y decepcionado y entonces Naamán se dijo a sí mismo: “Este Eliseo no se ha molestado en venir en persona para recibir al comandante del Ejército de una Gran Nación. Me ha ignorado y mi cargo importante y simplemente ha enviado a su mensajero para decirme que tengo que ir al río Jordán y lavarme siete veces. ¿Se cree que he venido hasta aquí para lavarme en un río de Israel porque no tenemos ríos en Siria? ¡Esto es absolutamente ridículo! El Barada y el Farfar en Siria son cien veces mejor que este río Jordán tan sucio. El río Jordán solo fluye como un río verdadero cuando hay inundaciones, de lo contrario parece un mero riachuelo. ¡Cómo se atreve a decirme que me lave el cuerpo en esta agua sucia del Jordán! ¿Se piensa que no tengo ningún río? No puedo soportar la idea de lavarme en un río tan sucio. ¡Qué maleducado e irrespetuoso! ¡Vámonos a casa! Volveremos con el ejército sitio y destruiremos este país entero”.
Sin embargo, los siervos de Naamán que le acompañaron le pidieron que escuchase a Eliseo, diciendo: “General Naamán, si el siervo de Dios te hubiese dicho que hicieses algo más difícil, ¿no lo habrías hecho? No es difícil lavarse en el río Jordán; como Eliseo te ha dicho que hagas algo tan simple, ¿por qué no lo haces? Si quieres curar tu enfermedad, ¿no debes estar dispuesto a hacer lo que te pida Eliseo, aunque sea mucho más difícil que esto? Por favor, has lo que te pide Eliseo. Si no funciona, podremos considerar nuestras opciones y decidir si deberíamos volver a Israel con nuestro ejército e invadir Israel”. Después de escuchar el consejo de sus siervos, Naamán cambió de opinión y fue al río Jordán, donde se metió en el río siete veces. Hasta la sexta vez en que se metió en el Jordán, todavía estaba cubierto de lepra. Sin embargo, cuando metió su cuerpo la séptima vez, su lepra desapareció, curada por completo.
La lepra había hecho que su carne se pudriese y que tuviese heridas que supuraban, pero ahora estaba completamente sanado y su cuerpo estaba suave y limpio como el de un niño pequeño. Después de haber sido sanado completamente de la lepra en el río Jordán, el General Naamán volvió a Eliseo y le dijo: “El Dios de Israel es el único Dios verdadero. Por favor, acepta estos tesoros como agradecimiento”. Pero Eliseo se negó diciendo: “Por supuesto que no. No aceptaré nada tuyo”. A pesar de los esfuerzos de Naamán por hacer que Eliseo aceptara sus regalos, el profeta se negó. Así que Naamán le dijo a Eliseo: “Voy a volver a mi hogar. Tengo que pedirte algo. Por favor, deja que me lleve algo de tierra de aquí. Cuando vuelva a mi país no adoraré a ningún otro dios que no sea el Señor Dios”. Eliseo le dejó. Entonces Naamán dijo: “Por favor, perdóname, pero hay algo que me preocupa: mi rey adora a ídolos en el templo de Rimón. Tengo que ayudarle cuando se arrodilla ante los ídolos y por eso no tengo más remedio que arrodillarme con él”. Eliseo le dijo: “Vete en paz”. Y, vemos que la Biblia dice: “Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra”.
Así, se acabaron las bendiciones espirituales del General Naamán. Está claro que Naamán recibió la gracia de Dios de sanación al escuchar esta Palabra de Eliseo y obedecerla, porque era un siervo de Dios. Para los leprosos no hay mayor gracia de Dios que ser sanados de esta enfermedad terrible. Esto también se refiere a la remisión de los pecados que han recibido. Simboliza el hecho de que hemos recibido la remisión de los pecados, de una vez por todas, al creer en la justicia de Jesucristo. Debemos prestar atención a estas palabras: “Así que se alejó de él a cierta distancia”, que significa que, aunque Naamán solo se hubiese alejado un poco de Eliseo, su fe se había acabado.
Esto significa que debemos negar nuestros propios pensamientos en nuestras vidas de fe
Esta es la única cosa que debemos entender bien cuando se trata de vivir nuestra fe y es negar nuestros pensamientos. Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿de qué debemos tener cuidado y recordar? Lo que debemos hacer es negar los pensamientos de nuestra carne y seguir la Palabra de Dios por fe. ¿No es cierto que los pensamientos de la carne salen de nosotros y no de la voluntad de Dios? Los pensamientos de la carne abundan en nosotros. ¿No es también cierto que tenemos mucha más sabiduría y planes carnales que la voluntad de Dios? Nuestros pensamientos carnales siguen surgiendo sin cesar e intentan hacer que nos levantemos contra la voluntad de Dios. Pero debemos vencer estos pensamientos al decidirnos a seguir solo la justicia de Dios. Los pensamientos de la carne son nuestro mayor enemigo que puede arruinarnos.
El problema con el que nos encontramos a diario es que no es tan fácil negar nuestros propios pensamientos. Esto se debe a que, antes de haber recibido la remisión de los pecados al recibir el Evangelio del agua y el Espíritu, nunca habíamos experimentado ni negado los pensamientos de la carne, ni una sola vez. Pero, cuando recibimos la remisión de los pecados, debemos empezar a negar nuestros pensamientos carnales una y otra vez. Solo cuando empezamos a negar los pensamientos de la carne podemos empezar a vivir con nuestra fe. Si alguien camina con sus pensamientos carnales propios, entonces su vida de fe acabará como la del General Naamán. Por tanto, cuando vamos por el mal camino, debemos preguntarnos acerca de la justicia de Dios y dar la vuelta rápidamente.
La señora Hong vino a nuestra última reunión de resurgimiento. Está aquí ahora en nuestro culto. En el pasado, la señora Hong iba a una iglesia muy excéntrica que tenía un “culto abierto”, donde la congregación hace todo tipo de ruidos altos y se expresa a sí misma durante estos cultos. Me dijo que estaba contenta de venir a nuestras reuniones donde solo se predica la Palabra de Dios sin ruido. También me dijo que durante los últimos años había hecho lo que quería en su vida de fe, pero ahora ve las cosas de manera diferente donde los santos en la Iglesia de Dios que han recibido la remisión de los sirven a Dios de manera ordenada.
Jesús es el verdadero Dios. Ser verdadero es no tener ninguna falsedad. La verdad siempre prevalece sobre la mentira. La verdad está separada de lo que no es cierto. Por eso Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Debemos creer en esta Palabra que Jesús nos dio y obedecerla completamente. Entonces podemos ser liberados de las cadenas de Satanás, que nos había atado anteriormente, para no volver a ser atados por el Diablo nunca más. Esto se debe a que ahora podemos seguir a Dios y recibir Sus bendiciones en nuestras vidas. Entonces es posible no vivir como los esclavos del Diablo nunca más. Así, como el verdadero Dios es mucho más poderoso que ninguna mentira, Jesús quiere que confiemos en la Palabra de Dios y la sigamos por fe.
Cuando se trata de las cosas que no tienen nada que ver con la verdad, podemos seguirlas o no seguirlas. Pero, cuando se trata de la verdadera Palabra de Dios debemos seguirla y guardarla tal y como es. La Palabra de Dios es la Verdad. La Palabra de Dios es la verdadera vida y la Verdad inamovible que lleva al lugar correcto. Por tanto, la Verdad no puede corromperse. Así que es extremadamente importante que nos demos cuenta de esta cosa tan importante, que después de recibir la remisión de los pecados, lo que más difícil se nos hace son los pensamientos de la carne. Nuestros propios pensamientos, nuestras debilidades, nuestro orgullo y nuestro ego es lo que causa más problemas en nuestras vidas de fe.
En otras palabras, el problema más difícil es que solo nosotros somos dueños de nuestros corazones y creencias. La Biblia dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). De hecho, no creemos en nuestros propios pensamientos, sino en la Palabra de Dios, que es la Verdad. Toda fe tiene un objeto en el que creer. La fe consiste en creer en este objeto y obedecerlo. Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios, lo que debemos cuidar ante todo son nuestros propios pensamientos. La Biblia dice: “Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra”. Sin embargo, las Escrituras no hablan más del General Naamán. Esto implica que acabó perdiendo la verdadera fe que tuvo durante un tiempo, y como resultado, perdió su vida también.
Mis queridos hermanos, cuando nos alejamos de Dios y del Evangelio del agua y el Espíritu no nos vamos demasiado lejos al principio. En otras palabras, no rechazamos a Dios ni al Evangelio del agua y el Espíritu completamente ni lo abandonados totalmente al principio. Cuando lo abandonamos lo hacemos poco a poco. Damos un paso lejos de Dios, nos damos la vuelta y miramos, y después repetimos el proceso unos pasos más lejos. Sin darnos cuenta de ello acabamos tan alejados de Dios al final que de repente no queremos tener nada que ver con Dios. La palabra pecado es “ἁμαρτία (hamartia)” en griego, que significa “no dar en la diana”. Dicho de otra manera, el pecado es como una flecha que va dirigida a un objetivo en particular, pero que acaba por no darle. ¿Qué significa el pecado del hombre? Significa no hacer la voluntad de Dios.
Dios nos hizo Su propio pueblo al salvarnos de nuestros pecados y dejarnos sin ellos. Dios quiere vivir con nosotros para siempre en Su Reino. Esta es la voluntad de Dios. En otras palabras, Dios quiere convertirnos en Sus propios hijos a los que creemos en la justicia de Jesucristo. y quiere darnos todas las bendiciones del Cielo a los que se han convertido en Sus hijos. Por tanto, todo lo que hay que hacer para recibir estas bendiciones es obedecer la voluntad de Dios y creer en la obra justa que Jesús cumplió en este mundo. Pero, a pesar de esto, muchas personas piensan que no tienen que creer en la justicia de Dios. Esto es claramente un error. Hay demasiadas personas que piensan: “Todo lo que importa es vivir una vida moralmente buena. No importa lo que crea. Podría creer en el budismo siempre y cuando mantenga mis valores éticos y aun así iría al Cielo. ¿Por qué debo creer en la justicia de Jesús como dices?”. Sin embargo, mis queridos hermanos, vivir sus vidas de fe según sus pensamientos humanos es no llegar a la voluntad de Dios completamente. Esto es precisamente lo que la Biblia dice que es el pecado. Son nuestros pensamientos humanos los que constituyen el pecado ante Dios. Seguir insistiendo en nuestros propios pensamientos es cometer el mayor pecado de todos ante Dios.
Por esta razón el Señor dijo en la Biblia: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). Cuando se trata de vivir nuestras vidas de fe después de haber sido librados de nuestros pecados, negar nuestros propios pensamientos carnales es absolutamente indispensable.
Hoy todavía tengo muchos pensamientos propios que debo negar. Así que me niego a mí mismo repetidamente una y otra vez. Hay muchas veces cuando mis pensamientos no están de acuerdo con la Palabra de Dios. Si, aun así, sigo con los pensamientos de mi carne a pesar de ello, acabaré levantándome contra la voluntad de Dios. Así que, cuando mis pensamientos no siguen a la Palabra de Dios, los niego completamente. No me aferro a mi propio estilo.
Mis queridos hermanos, sé que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Entonces qué debemos tener en cuenta durante el resto de nuestras vidas? La necesidad de negarnos a nosotros mismos ante Dios. La vida de fe consiste en negarse a uno mismo ante la Palabra de Dios hasta el día en que regrese el Señor. Durante el campamento de entrenamiento de discípulos de la semana pasada fuimos bendecidos tremendamente por la Palabra de Dios, pero después de esto, nuestros pensamientos de la carne siguen existiendo. Incluso en este momento tenemos multitud de pensamientos carnales en nuestros corazones. Hemos encontrado la gracia de Dios y la hemos probado. Pero si quieren probar aún más gracia, debemos saber cómo negar nuestros propios pensamientos todo minuto de cada día. Algunos de ustedes pueden pensar que están contentos con la gracia que ya han recibido, pero es bastante difícil seguir al Señor con una actitud complaciente. Solo cuando nos negamos a nosotros mismos ante Dios, la gracia de Dios puede llenar nuestros corazones para poder seguirle. Solo entonces recibimos todas las bendiciones que Dios nos ofrece.
La lección del pasaje de las Escrituras de hoy
El pasaje de las Escrituras de hoy nos dice a todos, incluyendo a los siervos de Dios, que todos podemos seguir al Señor hasta el día que regrese, solo si nos negamos a nosotros mismos. Debemos negarnos a nosotros mismos. ¿Lo han hecho ya? Los que no creen en la justicia de Dios nunca han negado sus propios pensamientos carnales en toda su vida. Hay un dicho coreano que dice: “Un niño malcriado le arrancará la barba a su abuelo”. Esto significa que, si malcrían a sus hijos demasiado, al final serán tan egoístas y narcisistas que no respetarán la autoridad. Así que una buena familia educa a sus hijos con límites estrictos y con reglas.
De la misma manera, si los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hacemos todo según los pensamientos de la carne, acabaremos desafiando la voluntad de Dios. Aunque todavía somos hijos de Dios, si no nos controlamos, no podemos vivir de manera que seamos dignos de ser hijos de Dios. Abraham engendró a Ismael e Isaac. Sin embargo, aunque Ismael era el hijo de Abraham, fue expulsado de la familia porque fue concebido por desobediencia. Así que Dios reconoció a Isaac, quien fue concebido según Palabra, como el único heredero legítimo de Abraham.
Llamamos gente de fe a los que pueden dejar de lado sus pensamientos y seguir al Señor creyendo en la justicia de Dios. Por tanto, para convertirnos en verdaderos obreros de Dios, primero debemos negar los pensamientos de nuestra carne. Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados, si queremos seguir la justicia de Dios y recibir todas Sus bendiciones en nuestras vidas, debemos negar necesariamente nuestros pensamientos in falta. Solo cuando negamos nuestros pensamientos podemos vivir una vida de fe. Lo primero que debemos hacer cuando recibimos la remisión de los pecados, que es lo más difícil, es negar nuestros pensamientos. Debemos negar los pensamientos de nuestra carne sin falta si queremos seguir al Señor correctamente. Este es el mandamiento del Señor. No hay ni un rastro de pensamiento humano en el mandamiento del Señor. La fe verdadera y correcta consiste en negar nuestros pensamientos ante Dios y obedecer solo Su justicia. Así que, al darnos cuenta de esto, debemos negarnos todos los días y vivir nuestra fe con sinceridad.
Hoy voy a dar un sermón corto para no cansarles. En el campamento de discípulos de la semana pasada le pregunté al hermano Byungki Ahn que sirviese en la clase del Evangelio, pero dudó. Parecía estar muy cansado por las batallas espirituales que tuvo que luchar con los recién llegados. Probablemente necesitará otra semana antes de recuperarse. El hermano Jaemoon Ha, quien ha dado su testimonio de salvación hace poco, ha indicado que ya no podía seguir yendo a la Iglesia de Dios. Esto se debe a que no podía negar sus propios pensamientos. Debe arrepentirse en cuanto antes y creer en la justicia de Dios antes de que sea demasiado tarde. ¿Puede alguien que ha recibido la remisión de los pecados conocer la voluntad de Dios, encontrado Su justicia después de haber vivido en la Iglesia recibir las bendiciones de Dios después de irse? No, por supuesto que no. Estas personas echarán de menos pasar tiempo con los justos. Pero ¿qué habría ocurrido si hubiesen negado sus pensamientos ante Dios? Todo el que niegue sus pensamientos y siga a Dios recibirá bendiciones abundantes de Él.
Los que niegan sus pensamientos reciben la gracia bendita de Dios en abundancia, pero los que se niegan a negar sus pensamientos no pueden recibir ninguna bendición de Dios. Dios ha guardado bendiciones celestiales especialmente para los que quieren vivir una vida justa. ¿A quién les da estas bendiciones? Todas estas bendiciones las reciben los que niegan los pensamientos de la carne y viven en obediencia al Señor. Todos los tesoros guardados en el Reino de los Cielos pertenecen a los que se niegan a sí mismos.
Han recibido la remisión de los pecados, ¿verdad? Entonces, deben negarse. ¿Por qué hay tantas personas que no pueden recibir la remisión de los pecados después de haber escuchado el Evangelio? Porque están llenas de sus propios pensamientos y no se niegan a sí mismas. Si negasen sus pensamientos, recibirían la remisión de los pecados enseguida. Pero no es tan fácil negarse a uno mismo. Así que recibir las bendiciones de Dios no es tan fácil. Jesús dijo: “Quien quiera seguirme debe negarse a sí mismo”. Negarse a uno mismo significa negar su propia voluntad, sus pensamientos, sus planes, etc.
Pero todas estas cosas son lo que valoramos más y guardamos más cerca de nuestros corazones, así que es normal que sea tan difícil negarnos a nosotros mismos. Negarse a sí mismo es como abandonar la vida propia. Esta es la razón por la que Jesús dijo: “Si alguien quiere seguirme, debe negarse, abandonar su vida y seguirme”. Dicho de otra manera, negarse a uno mismo es extremadamente difícil. Consiste en dejar nuestras vidas para seguir al Señor. Solo estas personas pueden seguir al Señor. Así que, mientras que los hermanos y hermanas cuya fe ha crecido desde que recibieron la remisión de los pecados pueden seguir bien al Señor, los que han recibido la remisión de los pecados recientemente lo ven muy difícil, ya que surgen muchas dudas y preguntas cuando escuchan la Palabra y su primera reacción es resistirse.
Por eso los nuevos creyentes deben ser alimentados y cuidados constantemente en cuando reciben la remisión de los pecados y nacen de nuevo. Los que son bebés espirituales deben ser alimentados con la leche espiritual constantemente. Pero ¿qué ocurrirá si no van a la Iglesia durante más de una semana? Que volverán a caer en sus propios pensamientos y por eso se olvidan de la Palabra que habían escuchado. Puede que vengan a la Iglesia una vez a la semana para escuchar la Palabra, pero cuando vuelven a casa se olvidan de todo durante el resto de la semana. Así que, para los creyentes nuevos, el primer año es el más importante. Después de cumplir un año los niños empiezan a caminar. Entonces pueden hacer varias cosas que antes no podían hacer cuando eran recién nacidos. Entonces pueden comer comida sólida, pueden tomar cosas con sus manos, pedir más comida e incluso pueden tener pataletas. Así que, cuando se miran a sí mismos, deben preguntarse a sí mismos si han llegado a la edad madura espiritualmente.
Deben saber si necesitan ser alimentados constantemente tan a menudo como sea posible y si deben negarse a sí mismos o no. Los resultados son muy diferentes para los que viven con este conocimiento y los que viven sin él. Les pido que se den cuenta de esto. Cuando se niegan a sí mismos y siguen al Señor durante varios años, muchas cosas maravillosas empezarán a ocurrirles y su fe empezará a creer significativamente. Aunque es difícil seguir al Señor al principio, cuando lo hacen durante algunos años, se hace mucho más fácil. Esto se debe a que, si tienen el hábito de negarse a sí mismos, esto se volverá normal para ustedes.
Sus predecesores de la fe a veces les piden que hagan cosas diferentes. Cuando comparan sus pensamientos con los de los líderes de su Iglesia, se darán cuenta de que sus pensamientos no se pueden comparar. Ustedes son el número uno cuando se trata de ustedes mismos, pero cuando los líderes de la Iglesia están involucrados se sienten los últimos. Esto también se aplica a los líderes de la Iglesia. Puede que piensen por su cuenta que son el número uno, pero cuando se comparan con la Palabra del Señor, son los últimos. Así que no tenemos más remedio que negarnos a nosotros mismos. Los sabios se niegan a sí mismos, ¿no es así? Puede que piensen: “Pastor Jong me está pidiendo que me niegue a mí mismo, ¿pero cómo puedo hacerlo cuando siento que tengo razón?”. Si piensan que son listos y buenos intenten leer la Palabra de Dios. Intenten escuchar lo que sus hermanos y hermanas les están diciendo. Entonces, examinen sus pensamientos y su consejo detenidamente para ver quién tiene razón. Aunque parezca que sus pensamientos son correctos, deben negarse a sí mismos. Solo porque no conocen las cosas espirituales completamente piensan que tienen razón, cuando en realidad esta no es la verdad. No puedo dejar de hacer hincapié en lo importante que es que se nieguen a sí mismos. Cuando siguen siendo inmaduros espiritualmente no hay demasiadas razones para negar sus pensamientos. Esto se debe a que, cuando todavía son jóvenes en la fe, sus predecesores de la fe no insisten en que nieguen sus pensamientos. Lo hacen después de que alcancen cierto nivel de madurez. Y cuando lo hacen es porque quieren darles aún más.
Por tanto, cuando recibimos la remisión de los pecados debemos negarnos a nosotros mismos en nuestras vidas de fe. Es absolutamente importante que se tomen en serio esta lección, la recuerden siempre y vivan según ella. Esta no es una lección que vaya dirigida solo a nuestros santos, sino también a nuestros líderes y ministros. Cuando la gente es buena a veces, tiene la tendencia a aferrarse a esto. Y como sus corazones se vuelven arrogantes, piensan que son el número uno diga lo que diga la gente. Así que no escuchan a sus líderes.
Mis queridos hermanos, no somos el número uno a los ojos de Dios. Por eso Dios nos ha dado Su Iglesia y a Sus siervos. En la Iglesia de Dios hay un infinito de sabiduría y bendiciones. La Biblia dice que todas estas bendiciones en la Iglesia pertenecen a quien acepte la Palabra de Dios por fe y tome Su justicia. Mientras vivimos nuestras vidas de fe todos debemos negarnos pase lo que pase. Es absolutamente crucial que vivamos nuestra fe con este conocimiento. Repitan conmigo: “Mi vida de fe consiste en negarme”. Lo primero que debemos hacer cuando recibimos la remisión de los pecados es empezar a negarnos a nosotros mismos. ¿Hasta cuándo debemos seguir negando nuestros pensamientos? Debemos negarnos hasta el día en que regrese el Señor.
Esta es la lección importante que nos enseña el pasaje de las Escrituras de hoy. Si Naamán se negó a sí mismo y siguió a Eliseo, su camino de fe debería constar en las Escrituras. Si Naamán hubiese seguido a Dios guiado por Eliseo, la Biblia lo habría dejado constar, no solo como el comandante del ejército de la nación, sino como el siervo valioso del Reino de Dios. Pero, el General Naamán siguió sus propios pensamientos y volvió a su antigua vida. Y este fue su fin. La falta de fe no es algo que ocurra por un gran evento. La falta de fe viene cuando uno no se niega a sí mismo en las cosas pequeñas, así es como la gente acaba dejando a Dios completamente. En otras palabras, aunque al principio puedan alejarse de Dios y caminar siguiendo sus pensamientos dando solo unos pasos, al final tendrán dificultades insuperables. Con este conocimiento todos debemos someternos a ser guiados por la Iglesia, incluso en las cosas pequeñas, negar nuestros pensamientos, orar continuamente y vivir nuestras vidas de fe de esta manera correcta.
Este sermón también está disponible en formato de libro electrónico. Haga clic en la portada del libro a continuación.