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דרשות

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 1-2] Jesús se convirtió en el Salvador de los humildes (Lucas 1, 1-17)

Jesús se convirtió en el Salvador de los humildes(Lucas 1, 1-17)
«Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
 
 
Lucas, uno de los discípulos de Jesús, era una persona que predicó la Palabra del Señor y dejó constancia por escrito de las actividades de los Apóstoles en el Evangelio de Lucas y Hecho de los Apóstoles. Dejó constancia del ministerio de Jesús y Sus enseñanzas en el Evangelio de Lucas. Dejó constancia con todo detalle las obras que los Apóstoles y discípulos de Jesús hicieron a través del Espíritu Santo después de que Jesús fuera al Cielo porque quería que las generaciones futuras lo conocieran. Lucas era una persona que tenía un gran interés en dejar por escrito las obras del Señor, de Sus Apóstoles y discípulos. Quería decir que Jesús es el Salvador y que todas las obras que hicieron los Apóstoles hicieron a través del Espíritu. Así que, dejó constancia de todos estos hechos al escribirlos con todo detalle.
Escribió: «Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido». Parece que estaba enseñando a un hombre llamado Teófilo (un hombre en una posición de alto rango, ya que se dirigió a él como excelentísimo) el Evangelio y la Palabra. Pero le preocupaba mucho que otros leyeran este Evangelio y sospecharan del Evangelio del Señor que le contó a Teófilo y que lo degeneraran con otra religión, doctrina y denominación.
De todas formas, muchos discípulos, incluyendo los apóstoles Juan y Marcos y el recolector de impuestos, Mateo, escribieron el Evangelio de Jesucristo con el mismo objetivo. Lucas también pensó que tenía que observar, escribir y predicar este Evangelio con todo detalle. Así que tomó su instrumento para escribir, dejó constancia de todos los detalles, y se lo envió a Teófilo. Escuchó sobre Jesús y Su Evangelio a través de los discípulos. Como quería enviárselo a esta persona que estaba en un cargo alto del gobierno, Lucas quiso hablar con todo detalle del Evangelio desde su principio, y de si era un hecho o una suposición. Quiso escribir algo que le diera a Teófilo la fe correcta.
Así que Lucas, el autor, escribió primero sobre el nacimiento de Juan el Bautista al decir esto de Zacarías: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet». Mientras hablaba de cómo Juan era el mensajero de Dios, empezó a escribir estos hechos: el Elías del que se habló en el Antiguo Testamento es Juan, quien nació como hijo de Zacarías; en aquel entonces Herodes era el rey de Judea; Juan nació como hijo de Isabel y el sumo sacerdote, Zacarías; Dios envió a un ángel a Zacarías para hablarle, y a través del poder de esa Palabra, su mujer Isabel tuvo un hijo que sería un gran profeta. Estas cosas no se hicieron por el poder de un hombre, sino por el poder de Dios. El ángel le dijo a Zacarías: «Y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Lucas quería escribir estos hechos y dar testimonio de que Jesús es el verdadero Salvador, no solo a Teófilo sino también a las demás generaciones.
Así Lucas escribió el principio de su Evangelio al estilo narrativo y de biografía. Si alguien escribe la biografía de otra persona, tiene que escribir acerca del contexto y la historia de cuando vivió, acerca del nacimiento, la juventud y la edad adulta de la persona, y también acerca de la historia de la familia y en particular de los padres. Lucas escribió todo esto como una biografía.
También podemos saber con todo detalle que el Salvador, Jesucristo, vino a través de su biografía detallada en la Biblia. Hermanos y hermanas, las noticias más gozosas para la humanidad son el hecho de que el único Hijo de Dios nació en este mundo como nuestro Salvador para salvar a las personas que estaban en la oscuridad y eran pecadores. Nacimos una vez como pecadores y hemos vuelto a nacer a través de la Palabra del Evangelio de Jesucristo. Por tanto hemos vuelto a nacer como pueblo de Dios. Nacimos como pecadores del vientre de nuestras madres y después nacimos de nuevo a través de Dios como personas justas. Dios hizo la obra de hacernos nacer de nuevo como justos al crearnos una vez en el mundo y al volvernos a hacer nacer a través de Su Palabra.
El Señor es Dios y vino al mundo para cumplir esa obra. La mejor noticia en este mundo es el hecho de que Jesús, que es Dios, vino al mundo para salvar a la humanidad. En este mundo ocurren muchas cosas y en nuestras vidas también. Pero aún así, la mejor noticia es que Jesucristo vino al mundo para salvarnos. Este es el mayor gozo para nosotros. Jesucristo tomó un cuerpo y vino al mundo para salvarnos. Esta es la mejor noticia de todas; algo que debemos recordar y no olvidar, y algo en lo que debemos pensar una y otra vez.
¿Cómo vino Jesucristo a este mundo? ¿A quién vino? Yo, como Lucas, también quiero contar una historia verídica. Me gustaría darle gracias al Señor por salvarnos del pecado y hacernos el pueblo de Dios. Dios envió a Juan el Bautista al mundo antes de que Jesucristo viniese. Envió a Juan el Bautista y a Su único Hijo, Jesucristo, a través de María. Jesucristo es Dios y nació al tomar prestado el cuerpo de la Virgen María para salvarnos. El Espíritu profetizó a través de la Virgen María que Jesucristo vendría al mundo al tomar prestado su cuerpo, y le dijo lo que Jesús haría después de venir al mundo.
Leamos Lucas 1, 49-50: «Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen». El Señor de la Salvación vino a este mundo. Es Jesucristo. Dice: «y su misericordia es de generación en generación a los que le temen». Hermanos y hermanas, Dios tiene misericordia de los que temen a Dios y les da la salvación de generación y generación. Dios viste con su salvación a los que le temen. Jesús, el Salvador, vino a este mundo y dijo que salvaría a todos los que le temen.
Jesús, que es el Salvador de la humanidad, vino al mundo y ha mostrado Su fuerza con Su brazo y ha esparcido a los orgullosos en la imaginación de sus corazones. Hermanos y hermanas, esto significa que Jesús, el Salvador, vino al mundo, mostró Su fuerza, esparció a los orgullosos en la imaginación de sus corazones y rebajó a los poderosos de sus tronos. Exaltó a los humildes, llenó a los hambrientos con cosas buenas y vació a los ricos. Hermanos y hermanas, esto significa que el Salvador vino al mundo, despreció a los orgullosos de corazón, los que confían en el poder del mundo, y a los que confían en el dinero y no confían en Dios, y los juzga a todos. La Persona que vino al mundo para convertirse en el Salvador es nuestro Señor Jesús.
Nuestro Señor vino al mundo y no tolera a los que son orgullosos y no temen a Dios. Dios juzga a todas estas personas al rebajarlas. En respuesta a lo que hizo el que se convirtió en el Salvador del mundo, nuestro Señor nunca deja pasar a los orgullosos que piensan que nunca serán huérfanos ni viudos. Dios juzga y maldice a los que son demasiado orgullosos sin Dios, los que no reconocen a Dios aunque sean Sus criaturas, y los que dicen que están bien sin Dios porque son ricos en cosas materiales y mundanas.
Entonces, ¿para quién vino Jesucristo al mundo? Vino para salvarnos a los que somos pobres y humildes. Esto significa que el Señor vino al mundo para salvar a los humildes del mundo, a los pobres, a los que temen a Dios. El Señor tiene misericordia de los que tienen misericordia de los demás y juzga a los que son demasiado orgullosos y malvados. Jesús, que es el Salvador del mundo, tiene compasión de los que lo merecen, y se apiada de los que los merecen y juzga a los que merecen ser juzgados. Este es Jesucristo, quien vino al mundo.
Hermanos y hermanas, ¿creen que el Salvador que vino al mundo es Jesucristo? Es maravilloso que viniese al mundo. El Señor no vino para salvar a una o dos personas; vino a salvar al mundo. El Señor vino para salvar al mundo y es el Dios poderoso. No vino para salvarnos solamente a nosotros; sino que vino a salvar a todo el mundo. Jesucristo es la Persona que salvó a la humanidad que había caído en el pecado de Satanás y no podía escapar de él.
Vino para salvar a todas las personas del mundo, pero hay personas que no creen en Él. Hay personas que no reconocen a Jesucristo. Hay personas que son así de orgullosas. Pero la Persona que juzgará a todas estas personas es también Jesús. Él es Dios. Jesucristo es nuestro Salvador que nos hizo parte de Su pueblo al hacernos nacer de nuevo y quien nos salvó personalmente. Vino a este mundo e hizo todas estas cosas. Hermanos y hermanas, nuestro Señor vino a los corazones de las personas que son pobres y humildes y que saben cómo temer a Dios, y se convirtió en su Salvador.
Jesucristo nació en una pequeña aldea llamada Belén cuando Herodes era rey de Judea y César Augusto era el emperador de Roma. Nació en un humilde pesebre donde los animales vivían porque no había sitio para ellos en la posada. El Salvador que vino a este mundo nació en un lugar muy humilde: en un pesebre donde comían y bebían los animales. Sin embargo, muchas personas entonces y hoy en día no aman a Jesucristo. Los orgullosos lo despreciaron y no lo aceptaron como Su Salvador. Le juzgaron por Su apariencia externa, aunque Él vino sinceramente para salvar nuestras almas del pecado, y no le recibieron.
Hermanos y hermanas, ¿cómo trató Jesucristo a las personas que eran demasiado orgullosas? Las alejó de Él. Jesucristo viene a los corazones de las personas humildes y se convierte en su Salvador. El Señor viene a las personas que están sucias con el pecado, que no tienen nada de lo que alardear, y que esperan sinceramente al Salvador que considerará su humildad. Vino para salvar al mundo que está esclavizado, maltratado y no tiene esperanza. Jesucristo nunca acude a los que son ricos en cosas materiales o que pueden vivir sin Dios porque son grandes en este mundo.
Lucas 2 dice que Jesús nació en un establo porque no había sitio en la posada. De la misma manera en que no nació en un palacio lujoso, Jesucristo no puede entrar en los corazones de la gente que es demasiado rica de espíritu. No puede convertirse en su Salvador. Jesús vino como el Salvador de toda la gente del mundo, pero no pueden aceptarle como su Salvador y le rechazan. Así que, Jesucristo se convirtió en el Salvador de la gente humilde de este mundo. Se convirtió en el Salvador de las personas pobres y las personas que necesitan Su ayuda. Todas las personas que viven en este mundo, sea quien sea, conocen a Jesucristo, que es Dios, y sin falta lo reconocen, lo anhelan y le buscan. Jesucristo es la Persona que salva de los pecados a los que le siguen y creen en Él.
Hermanos y hermanas, Jesucristo, que es nuestro Salvador, vino a este mundo y salvó a las personas humildes. Por tanto, debemos dar gracias y alabar a Dios cuando admitimos que nacimos como personas humildes, sin nada de lo que estar orgullosos. Si somos orgullosos, como si fuésemos grandes personas, aunque somos humildes, podemos llegar a rechazar a Jesucristo. Pero nosotros le damos gracias a Dios porque el Señor vino a nosotros, nació en nuestros corazones y nos convirtió en Su pueblo porque somos muy humildes y porque lo sabemos. ¿Es cierto o no? Sí, es cierto.
Hermanos y hermanas, debemos dar gracias por el hecho de que no nacimos en familias poderosas. Este tipo de personas son bajas a los ojos de Dios. Pero cuando se tiene un poco de poder en el mundo o se tiene dinero, los corazones se hacen orgullosos. Hermanos y hermanas, es fácil que el hijo de un presidente rechace a Jesucristo por ser demasiado orgulloso al ser hijo del presidente y tener poder en este mundo. Hay muchas personas que rechazan a Jesús al decir descendientes de luchadores de la independencia, hijos de generales o nietos de generales. Pero debemos dar gracias por no tener a nadie famoso en nuestra familia. ¿Hay gente famosa en sus familias? Hermanos y hermanas, las familias de la gente famosa utilizan su fama hasta que van al infierno. Así que debemos dar gracias de que no tengamos gente famosa en nuestras familias. La humanidad se hace muy orgullosa incluso en cosas insignificantes. Jesús vino a este mundo para salvarlo, pero la gente no le recibió.
Pero las personas humildes sí lo recibieron. La gente que dio cuenta de que es humilde recibió al Señor. La gente que es pobre de espíritu recibió a Jesucristo. Pero, hermanas y hermanos, ¿de quién estoy hablando aquí cuando me refiero a personas orgullosas? ¿Quiénes son los ricos? Las personas que están satisfechas sin Dios son orgullosas y ricas. Estas personas han sido abandonadas por Dios. Hermanos y hermanas, ¿podemos estar satisfechos sin Dios por muchas cosas que tengamos? Hermanos y hermanas, no somos ricos. No somos nada sin Dios. Cuando pensamos en esto, nos damos cuenta de que no somos nada. Parece que la vida es maravillosa e importante, pero una vida sin Dios no es nada. Una vida que no ha recibido la remisión de los pecados no tiene valor.
Hermanos y hermanas, debemos dar gracias al Señor por salvarnos a los que no somos nada en este mundo. No debemos estar celosos de las cosas del mundo o pensar que son importantes. Por muchas cosas del mundo que tengamos, no son nada. El honor de este mundo no es nada; las riquezas de este mundo no son nada; las personas orgullosas que parecen tener todo el mundo no son nada, y el poder del mundo no es nada.
Hermanos y hermanas, las personas son muy orgullosas cuando son elegidas para ocupar un cargo en la asamblea provincial. El hijo de un miembro de la asamblea provincial también es muy orgulloso. Es muy fácil ser muy orgulloso por tener poder en el mundo por muy insignificante que sea, como jefe de una aldea, o de un vecindario en el distrito de una ciudad, o el jefe de una asociación de vecinos. Cuando Jesús, el Salvador del mundo, viene a nuestros corazones y llama a la puerta, estas personas le rechazan diciendo: «Estoy bien. ¿Para qué has venido? No entres, por favor». No le aceptan, sino que tienen mucho orgullo y le rechazan, aunque solo tengan un poco de honor y poder. Hermanos y hermanas, rechazan a Jesús pensando que son ricos. Si tienen muchas posesiones y un estatus alto, sus corazones se hacen orgullosos y rechazan a Jesús. Aún peor, la gente que cree en Jesús y ha nacido de nuevo también se hace orgullosa cuando tiene posesiones materiales, y acaban desesperándose cuando pierden un poco. Vemos muchos ejemplos de personas que se dejan llevar de un lado para otro por las posesiones materiales.
De todas formas, la humanidad es así. Pero el Señor es la Persona que vino como Salvador de todas esas personas. Nuestro Señor vino a este mundo que tiene muchos pecados. Jesucristo vino a salvar a todas las personas del mundo, pero la mayoría no le recibió. No puedo explicar lo agradecido que estoy cuando pienso en que nuestro Señor vino a salvarnos. Debemos dar gracias a Dios por esta verdadera gracia. Si el Salvador no hubiese venido, ¿cómo podríamos haber recibido la salvación? ¿Cómo pueden hacer nada por su propia cuenta? Hermanos y hermanas, ¿cómo podríamos haber estado de gozo? ¿Cómo podríamos reír? Si no fuese por Él, ¿cómo habríamos recibido la garantía de la vida eterna? Hermanos y hermanas, ¿cómo podríamos habernos librado de los pecados? Pudimos librarnos de nuestros pecados porque Jesucristo vino al mundo. Como Jesús es el Salvador que vino, eliminó nuestros pecados y nos salvó de ellos, de las artimañas de Satanás y la condena, podemos reír, estar agradecidos y vivir en paz. Como el Salvador vino al mundo, podemos ser el pueblo de Dios. Espero que le den gracias a Dios.
Debemos darle gracias de verdad. No somos diferentes a la gente del mundo y somos igual de humildes. Jesucristo vino a los que somos así y nos salvó. Hermanos y hermanas, ¿de qué estamos orgullosos a parte de Jesucristo? ¿Hacemos algo bueno o noble? Hermanos y hermanas, ¿tenemos algo bueno o maravilloso o refinado a parte de Jesucristo? No. Solamente tenemos a Jesucristo, quien vino al mundo como el Salvador y solamente Él es perfecto, bueno y refinado. Hermanos y hermanas, si conocemos a Jesucristo, podemos saber que no somos nada. Si no hubiese venido a este mundo como el Salvador, este mundo sería un infierno. Si el Salvador no hubiese venido a nosotros, habría mucha gente que moriría sin Él. Solamente Jesucristo, quien vino a este mundo es una Persona perfecta, refinada y el amor de Dios. La humanidad es muy humilde. Si piensan en esto, somos todos muy pobres y humildes. ¿Quién es rico de verdad entre nosotros? ¿Quién es tan grande? Nadie. Hermanos y hermanas, Jesús es el Salvador de personas como nosotros. Debemos pensar por un momento si hay algo bueno en nosotros ante el Señor, y debemos abandonar nuestro orgullo y darle gracias a Dios.
Hermanos y hermanas, mientras María alababa al Señor se llamó sierva del Señor. ¿No somos así de humildes nosotros? Hermanos y hermanas, Jesús vino al mundo como el Salvador y despreció a los ricos y a los poderosos. Salvó a los pobres y a los humildes. ¿No son ustedes humildes y pobres? ¿No somos los pobres y humildes del mundo? No podemos olvidar el hecho de que nuestro Señor salvó a las personas humildes como nosotros. No hemos recibido la salvación por ser grandes. El Señor tuvo piedad de nosotros y nos salvó. Nos salvó de nuestra humildad, nos exaltó y nos sentó en tronos de gloria porque somos tan humildes. Como Dios es glorioso y nosotros somos muy humildes, nos ayudó por Su amor. Si somos personas grandes en este mundo, si somos personas seguras ante los demás y tenemos muchas cosas, no podremos aceptar al Señor aunque venga a nuestros corazones. Como no somos nada, hemos podido aceptar humildemente al Señor porque nos salvó. Debemos alabar al Señor porque vino a este mundo como el Salvador. ¿Es cierto o no? No tengan aires de grandeza.
Somos existencias que no valen para nada. ¡Queridos hermanos! No intenten tener poder del mundo. No quiero que el Señor les eche de Su presencia. El poder no les importa. Las personas pueden ser humildes conocen a Dios aunque no tengan poder. Pero las personas que no son así son orgullosas. Este tipo de personas son arrojadas de la presencia del Señor.Debemos dar gracias con toda humildad al Señor porque nos ha salvado. Debemos alabar al Señor por venir a este mundo como nuestro Salvador. Una vez más le doy gracias a Jesucristo y le doy toda alabanza por venir a este mundo como el Señor y Salvador.