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Tema 8: El Espíritu Santo

[8-19] El Bello Evangelio Que Rasgó El Velo Del Templo (Mateo 27:45-54)

El Bello Evangelio Que Rasgó El Velo Del Templo(Mateo 27:45-54)
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: ‘Elí, Elí, ¿lama sabactani?’ Esto es : ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’). Algunos de los que estaban allí decían al oírlo: —A Elías llama este. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, la empapó de vinagre, y poniendola en una caña le dio a beber. Pero los otros decían: —Deja, veamos si viene Elías a librarle. Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aqui el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron y se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, despues de la resureccion de el, vinieron a la santa ciudad y aparecieron a muchos. El centurión y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera y dijeron: ‘Verdaderamente este era Hijo de Dios.’
 
 
¿Porqué se rasgó el velo del templo cuando Jesús entregó el Espíritu en la cruz?
Porqué el reino de Dios fue abierto para aquellos que creyeran en su Bautismo y crucifixión.

Para entender la verdad de este bello evangelio, uno primero debe conocer y entender el sistema sacrificatorio que existía ante Dios para perdonar los pecados de las personas en el Antiguo Testamento. Usted debe conocer y creer la siguiente verdad. 
De acuerdo al sacrificio antiguo de expiación, como se registra en Levítico capítulo 16 en el Antiguo Testamento, el sumo sacerdote ponía sus manos sobre una cabra viva y le transfería todos los pecados cometidos por las personas en el transcurso de un año. Entonces en nombre de los Israelitas, el sacrificio era degollado y el sumo sacerdote rociaba su sangre en el propiciatorio. Esto expiaba los pecados de todos los Israelitas. Igualmente, sólo aquellos que creyeron en la imposición de manos, la sangre y la palabra de Dios podían entrar en el tabernáculo santo. 
Los sacerdotes siempre entraron a la primera parte del tabernáculo, realizando los servicios. Pero en la segunda parte, el Lugar santísimo, el sumo sacerdote podía entrar exclusivamente una vez por año, y no sin la sangre que ofrecía por los pecados cometidos en la ignorancia de él mismo y los del pueblo (Hebreos 9:6-7). Igualmente, el sumo sacerdote inclusive no podía entrar en el lugar santísimo sin la sangre del sacrificio preparado a través de la imposición de manos por la fe.
 
 

Como fue dicho en el Nuevo Testamento, Jesucristo fue sacrificado por nosotros 

 
En el Nuevo Testamento, nos dice que uno puede entrar en el reino de Dios a través de la fe en el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz. ¿Cuándo se rasgó el velo del Templo de Dios en dos de arriba hacia abajo? Fue cuando Jesús fue crucificado después de que él vino a este mundo y fue bautizado por Juan. 
¿Cuál fue la razón para esto? Jesús vino a este mundo como un sacrificio, presentándose como el Cordero de Dios, que se llevó los pecados del mundo bautizándose por Juan, y así limpió a la humanidad de todos sus pecados cuando él fue crucificado. El velo rasgado que nos separaba de Dios es el símbolo de que todos los pecados de la humanidad se purgaron a través de su bautismo y su sangre en la cruz. 
Jesús mismo rompió esta barrera pagando el precio del pecado con la muerte. Jesús fue bautizado y fue crucificado para llevarse los pecados del mundo. Ésta fue la razón por la que el velo del Templo de Dios se rasgó en dos. Así como los sacerdotes pudieron entrar en el tabernáculo con la fe de la imposición de manos, ahora nosotros podemos entrar en el reino del cielo gracias a nuestra fe en el bautismo de Jesús y su sangre. 
Cuándo Jesús fue crucificado, él clamó en una voz fuerte, diciendo, “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” (Que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”). (Mateo 27:46) Cuando él entregó su espíritu finalmente, él dijo, “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Jesús fue desamparado por su Padre en la cruz por un momento debido a que él llevaba todos los pecados del mundo desde que los tomó en su bautismo hecho por Juan en el río Jordán. 
Él murió para la salvación de toda la humanidad. Como resultado del bautismo de Jesús y su muerte en la cruz, todos los que tenían fe en él fueron salvados. Debido a que nacemos siendo pecadores y estamos destinados a la condenación, Jesús fue bautizado para llevarse todos nuestros pecados. 
La puerta al reino de los cielos estaba firmemente cerrada hasta que Jesús nos redimió de todos nuestros pecados. Cuando Jesús fue bautizado por Juan y murió en la cruz, el velo del templo de Dios se rasgó en dos desde arriba hacia abajo así cualquiera que cree en el bello evangelio puede entrar en el templo celestial de Dios. 
Yo estoy agradecido con el Señor que yo tengo la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Ahora puedo entrar en el reino del cielo a través de mi fe en el bello evangelio que Jesús hizo a través de su bautismo y su sangre. Yo no podía lograr la salvación a través de mis propios esfuerzos y logros.
La bendición que nos lleva al reino del cielo no se logra a través de simples oraciones, donaciones y devociones. Uno sólo puede salvarse del pecado creyendo en el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz. Uno sólo puede entrar en el reino del cielo teniendo la fe en este bello evangelio. Jesús es la puerta al cielo. Ninguna otra fe es necesaria a aquellos que creen en Jesús. La entrada al cielo no se concede como compensación por las donaciones o por la consagración personal, o por los esfuerzos mundanos u otros buenos hechos. Lo que es verdaderamente necesario para que los creyentes puedan entrar en el reino del cielo es la fe en el evangelio del bautismo de Jesús en el río Jordán y su sangre en la cruz. 
Creer en el agua (el bautismo de Jesús en el río Jordán) y su sangre (la cruz) lo llevará al reino del cielo. La persona que todavía tiene el pecado en su corazón, aunque crea en Jesús, necesita creer en una cosa: el evangelio del agua y el Espíritu. “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). 
Nosotros nunca sabremos cual será el tiempo exacto de nuestra muerte pero Jesús lo sabe todo. Debido a que él conoce tan bien nuestra naturaleza pecadora, él lavó todos nuestros pecados a través de su bautismo y su sangre en la cruz hace aproximadamente dos mil años. 
 


Debemos creer en este bello evangelio que Rasgó el velo del Templo de Dios

 
El Salvador nació de una virgen para salvar a toda la humanidad de sus pecados. Fue a través de su bautismo a la edad de 30 en el río Jordán, que Jesús se llevó todos los pecados del mundo. Todos los pecados de la humanidad que son el resultado de sus debilidades y limitaciones, fueron perdonados gracias a Jesús. Su bautismo y su sangre son las llaves para la salvación eterna de toda la humanidad. Jesús fue bautizado y derramó su sangre en la cruz y ahora todos aquellos que tienen fe en este evangelio pueden entrar en el reino del cielo. 
El velo del Templo de Dios fue rasgado cuando Jesús entregó su espíritu en la cruz. ¿Cómo se pudo rasgar el velo del templo de Dios en dos cuándo Jesús murió en la cruz? La razón es que la salvación de la humanidad fue hecha por Jesús a través del bello evangelio. 
En el Antiguo Testamento, aprendemos acerca del tabernáculo de Israel. Allí se tenía el altar de la ofrenda quemada y el lavatorio. Más allá del lavatorio, estaba el tabernáculo y dentro del tabernáculo detrás del velo se ponía el arca dónde residió la presencia y la gloria de Dios. El velo fue tejido tan firmemente que si cuatro caballos tiraban en cuatro direcciones diferentes no pudieran rasgar su tejido. Aunque el Rey Salomón reemplazó el tabernáculo con el templo, el procedimiento básico no fue cambiado, y el velo allí todavía bloqueaba el paso al lugar santísimo. Sin embargo, se rasgó en dos desde arriba hacia abajo cuando Jesús murió sangrando en la cruz. Esto testifica al hecho de cómo el bello y perfecto evangelio se completó con el bautismo de Jesús y su sangre.
Dios bendijo a toda la humanidad con el perdón del pecado y la vida eterna, abrazándolos con el bello evangelio. Jesús, como sacrificio, pagó el precio del pecado cuando él fue bautizado por Juan y murió en la cruz. La Biblia dice, “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Así como en el tiempo del Antiguo Testamento, uno podía entrar en el Templo de Dios con la sangre del sacrificio y recibir la expiación para el pecado, así podemos venir a Dios con nuestro sacrificio que fue Jesús y ser perdonados por nuestras transgresiones. Ésta es la verdad. Y las palabras, “La paga del pecado es muerte” nos muestra cuan perfecto es el bello evangelio.
La manera de llegar al cielo es creyendo en el bello evangelio. El rasgado del velo en dos representa la apertura del reino de Dios. Cuando venimos a conocer y creer en este evangelio, diciendo, “Oh, Jesús se llevó todos mis pecados. ¡Oh, Jesús pagó todos el precio del pecado en la cruz!” La puerta al cielo se abrirá ante usted. El cielo está ahora abierto a aquellos que han logrado la redención a través de su fe en el bautismo de Jesús y su sangre. La sangre de Jesús salvó a los pecadores de la muerte y su bautismo significa que él asumió los pecados de toda la humanidad.
La tierra oscureció y se estremeció cuando el Señor entregó su espíritu en la cruz. Solamente entonces, su sangre goteó en la tierra y fluyó hacia las tierras más profundas. Cuando Jesús murió en la cruz, todos los pecados de la humanidad fueron expiados, el bello evangelio fue completado y todos los creyentes se hicieron elegibles para entrar en el reino del cielo. Ésta es la misma verdad de nacer de nuevo. 
Hay muchos estudiosos que han dirigido investigaciones que buscan negar la existencia de Jesucristo como una persona real. Pero ellos no pueden persistir en su hipótesis contra las numerosas evidencias históricas de su existencia. Entre ellos, muchos han cedido y han llegado a creer en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre. Ellos vinieron a comprender que la evidencia de Jesús era demasiado sustancial para negar su existencia. Ellos aceptaron a Jesús como su Salvador cuando llegaron a conocer y creer en este bello evangelio, su nacimiento, bautismo, muerte, resurrección, ascensión y sobre su segunda venida.
Nosotros no fuimos testigos del bautismo de Jesús. Nuestros ojos no vieron lo que tuvo lugar hace aproximadamente 2,000 años. Sin embargo, a través de lo que está escrito, cualquiera puede entrar en contacto con este bello evangelio. Jesús quitó la barrera de pecado entre Dios y nosotros a través de su bautismo y su sangre, y así el velo del Reino de Dios se rasgó en dos de la cima a la base. 
Ahora cualquiera que cree en este bello evangelio que se cumplió con el bautismo de Jesús y su sangre puede entrar en el reino del cielo. ¿Tiene usted la fe en el hecho que el bautismo de Jesús y su sangre, es este bello evangelio y que es la llave para entrar al reino del cielo? 
Yo una vez fui pecador, creía en Jesús como mi Salvador pero desconocía el bello evangelio. Sin embargo, un día que yo leí en la Biblia sobre su amor incondicional por mí. Yo llegue a conocer que él fue bautizado por mí, murió en la cruz por mí y resucitó por mí. Jesús nos salvó bautizándose en el río Jordán y fue crucificado para pagar el precio de pecado debido a su amor por nosotros. Ahora podemos entrar en el reino del cielo creyendo en este bello evangelio. 
Ésta es la más grande justicia de Dios por la humanidad y el mayor evento de época en la historia. Todo su ministerio –su nacimiento, el bautismo en el río Jordán, la muerte en la cruz, y su resurrección– fue para salvarnos de todos nuestros pecados. Nosotros estábamos destinamos para el infierno después de nuestra muerte, pero Jesús salvó nuestras almas de la eternidad en el infierno y nos concedió el bello evangelio como la manera de entrar en el reino del cielo.
Estimados hermanos, cuando Jesús estaba muerto en la cruz, un soldado perforó su costado con una lanza, e inmediatamente sangre y agua brotaron. Así es como está escrito en la Biblia. Esto testifica la verdad del bello evangelio del bautismo de Jesús y su sangre.
¿Usted considera que su fe en la sangre de Jesús en la cruz es suficiente para librarlo de todos sus pecados? ¿El bautismo de Jesús es menos significante o sólo incidental para su salvación? Si usted lo cree así, por favor arrepiéntase. Nosotros ahora tenemos que creer en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre y reconocerlo como la verdad de Dios.
 


¿Quiere usted ser limpio de todos sus Pecados?

 
Así como necesitamos pagar para saldar las deudas, así debemos tener fe en el bello evangelio del bautismo de Jesús y su sangre para ser limpiados de todos nuestros pecados. Nosotros no debemos cometer el pecado de escepticismo en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre. Aunque nosotros mismos no pasamos directamente nuestros pecados a Jesús, un mediador llamado Juan Bautista fue quien hizo esta tarea. 
Cuando Jesús murió en la cruz, algunas tumbas de los santos en Jerusalén se abrieron y tres días después él resucitó y vino a Galilea. Este evento maravilloso realmente tuvo lugar, pero hubo muchas personas que no lo creyeron. 
Nuestro Señor concedió el reino de los cielos al justo, quién recibió la remisión de pecados. Nosotros fuimos salvados y nacidos de nuevo, no a través de nuestro propio poder físico o a los esfuerzos religiosos, sino a través de nuestra fe en el bello evangelio. Este evangelio no es una historia de ficción. Todos los pecados del mundo se pasaron a Jesús cuando él fue bautizado. No había ningún pecado en él, pero él tenía que morir en la cruz para expiar los pecados que él mismo asumió en su bautismo. 
Cuando Jesús entregó su espíritu, la tierra tembló y las piedras se partieron. “El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mateo 27:54). 
José un hombre rico de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una tela de lino limpia y lo puso en su propia tumba. El sumo sacerdote y los Fariseos dieron órdenes para que la tumba se asegurara hasta el tercer día. 
No obstante ello, Jesús resucitó para dar la vida nueva a aquellos que creen en el bello evangelio. Él vino a Galilea en donde él había prometido encontrarse con sus discípulos antes de que fuera crucificado. Todas estas cosas –su nacimiento, bautismo, crucifixión, resurrección, ascensión y la segunda venida– fueron dadas a aquellos que creen en el bello evangelio. Yo también me he vuelto un testigo que testifica que Jesús es el Hijo del Dios viviente y mi Salvador.
 
 
¿A través de quien es predicado el Verdadero evangelio? 
 
Los creyentes en el bautismo de Jesús y su sangre testifican del bello evangelio de la verdad. El bello evangelio se extiende a través del testimonio de estas personas salvadas de todos sus pecados. Cuando una persona se libra de sus pecados creyendo en el evangelio, el Espíritu de Dios empieza a gobernarlo, y él lo cambia sin tener en cuenta su propia voluntad. Las palabras de Dios ganadas en el alma continuamente transforman al hombre justo y le dan una fe aun más fuerte. A su vez, él viene a alabar al Señor. La palabra de Dios mora en él, y como resultado él experimenta la renovación de su ser interno día a día. Viéndolo así transformado, las personas testifican, “Él realmente es un hombre liberado. Él se volvió un cristiano genuino y un hijo de Dios.”
Incluso el diablo acepta y sucumbe a este bello evangelio. “¡Yo me mortifico!” Dice él. “Pero es verdad que no hay ningún pecado en el mundo. Nadie tiene el pecado en su corazón.” Por consiguiente el diablo trabaja en el pensamiento de las personas, interfiriendo con sus vidas fieles. La obra del diablo es impedirles recibir las bendiciones espirituales del evangelio. 
Satanás absolutamente perdió la batalla con Jesús. Satanás tuvo éxito controlando las mentes de las personas cuando Jesús fue crucificado. Sin embargo, Jesús ya se había llevado los pecados del mundo cuando él fue bautizado, y cuando él murió en la cruz para pagar el precio del pecado. Por esta razón él salvó completamente a todos los creyentes en el evangelio.
El diablo era incapaz de obstruir el plan de Dios para salvar a la humanidad de sus pecados. Jesús pagó por los pecados de la humanidad a través de su bautismo y su sangre para completar el bello evangelio. No hay ningún pecado ahora en este mundo. ¡Jesús se llevó todo el pecado a través de su bautismo y acabó con todo el pecado a través de su muerte en la cruz, diciendo, “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Satanás se privó del poder para acusar a aquellos que tienen la fe en el bello evangelio. Jesús derrotó al diablo a través de su nacimiento, bautismo, crucifixión y resurrección.
¿Usted todavía tiene el pecado en su corazón? No. Los cristianos pueden decir confiadamente, “yo no tengo ningún pecado en mi corazón” sobre la base de su fe en el bello evangelio de la verdad. La persona que cree en el bello evangelio del bautismo de Jesús y su sangre no tiene ni siquiera un gramo de pecado en su corazón.
Ahora el bello evangelio se ha grabado en nuestros corazones. Nosotros estamos de pie ahora libres de cualquier escrúpulo en la presencia de Dios. ¿Todos ustedes creen que Jesús se llevó todos sus pecados a través de su bautismo en el río Jordán? En ese caso, su gratitud a Dios y su gozo serán llenos. Teniendo la fe en el bello evangelio, nos hemos santificado y nos hemos librado de nuestros pecados en este mundo. Nosotros le agradecemos a Dios.
“Él cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:13-14). ¡Aleluya, alabe al Señor!.
Jesús abrió la puerta a la salvación a través del bello evangelio. Usted también debe romper la barrera en su corazón con el poder del bello evangelio, así como el velo del Templo se rasgó en dos. El bello evangelio fue hecho para usted y para mí. Nosotros podemos entrar en el reino del cielo creyendo en este evangelio, y es la última verdad que nos permite lograr vivir en el Espíritu Santo.
 
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