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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-68] Vivan en este mundo por fe (Génesis 34:1-17)

(Génesis 34:1-17)
“Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella. Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven. Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen. Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él. Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho. Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer. Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón. Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos.”
 
 
La marca de la fe
 
Estamos viviendo una vida de fe después de haber sido salvados de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y de ahora en adelante no debemos amar a este mundo tanto como a Dios. Aunque les estoy pidiendo que no amen al mundo, probablemente no será fácil para los que han amado al mundo dejar de hacerlo enseguida. Todo el mundo es terco a su propia manera y ese es el problema. Ustedes también están intentando vivir según sus deseos tercos.
Pero hay una cosa de la que deben darse cuenta. Que incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si empiezan a amar a este mundo más que a Dios, sus corazones y cuerpos serán manchados y sufrirán mucho. Todos los que han sido salvados del pecado al creer en la justicia de Jesús deben marcar una línea de la salvación en sus corazones claramente. Sus corazones deben tener fe en la justicia del Señor. Y después de haber sido salvados de todos sus pecados, no deben mantener este tipo de fe como una práctica religiosa formal. Dicho de otra manera, si han recibido la remisión de los pecados verdadera en sus corazones al creer en la justicia del Señor, de ahora en adelante deben seguir amando a Dios más que al mundo. Esto debe estar claro como el agua.
De hecho, en cuanto a nuestras vidas cristianas, nuestra fe debe ser clara como el agua. Incluso ahora, cuando van de paseo en las colinas, todavía pueden encontrarse con un marcador fijo, como un bloque de cemento, que indica una línea divisoria. Esta marca delimita la tierra de una persona.
De la misma manera, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu deben marcar una línea clara en sus corazones para la siguiente pregunta: “¿Soy parte del pueblo de Dios o soy como la gente del mundo?” Refiriéndose a esto la Biblia utiliza el ejemplo de la circuncisión y la llama circuncisión espiritual, diciendo que los nacidos de nuevo son los santos que han sido circuncidados en el corazón.
 
 
Dina fue a ver el mundo
 
El protagonista del pasaje de las Escrituras de hoy es Dina, la hija de Lea y Jacob. El padre de Dina, Jacob, había dejado a su tío y se había asentado en la tierra de Hamor, el príncipe de los heveos. En aquel entonces Jacob estaba en paz porque por primera vez había terminado de construir una casa para su familia y un establo para su ganado. Aunque Jacob tuvo muchos hijos, solo había tenido a una hija llamada Dina.
Cuando su padre se fue de la casa de sus suegros y construyó una casa en una tierra extraña, Dina tuvo curiosidad acerca de los pueblos de alrededor y quiso ver su cultura. Quiso averiguar las costumbres de sus vecinos, cómo eran y cuál era su religión. Por esta razón, Dina fue a mirar la tierra vecina, pero cuando Siquem, el hijo del jefe tribal, la vio, se enamoró de ella a primera vista. Dina estaba maravillada por el mundo exterior que estaba viendo por primera vez, pero al final, fue secuestrada por Siquem y este la violó. Lo importante aquí es que Siquem amó a Dina y a Dina no le disgustaba mucho.
Así que los dos quisieron casarse. Pero, para casarse, necesitaban el permiso de ambas familias. Por parte del nuevo, Siquem, todos estaba preparados. Tenía dinero suficiente para pagar la dote a la familia de Dina. En el Oriente Medio, incluso en la actualidad, un novio tenía que ofrecer una dote para llevarse a la novia a casa. En este sentido, los hombres jóvenes en Corea tienen bastante suerte. Si viviesen en el Oriente Medio no podrían casarse sin tener dinero. Por cierto, Siquem estaba preparado para lo dar lo que fuese por casarse.
Pero ¿qué pensaba la familia de Dina, la hija de Jacob? Como creían en el Señor Dios, no podían casarse con gentiles. De hecho, eran una familia santa que creía en Jehová y Dina era la única hija. Así que, ni los incentivos materiales ni cualquier interés mundano eran suficientes para justificar casarse con gentiles. Debían tener fe en Jehová Dios como su Dios.
Jacob se enfureció cuando escuchó que su hija había sido manchada, pero como vivía en una tierra extranjera, no pudo hacer nada al respecto. Así que esperó que sus hijos volviesen de cuidar al rebaño. Y cuando todos sus hijos volvieron por la tarde, los reunió a todos y dijo: “Vuestra única hermana Dina ha sufrido así en esta tierra. ¿Qué vamos a hacer?”. Cuando los hermanos de Dina oyeron esto, se enfurecieron tanto que quisieron matar a toda la tribu de Siquem. Así que primero pusieron una condición a la tribu de Siquem, insistiendo que tenían que ser todos circuncidados antes de que Siquem se pudiera casar con su hermana. Dijeron: “Como somos el pueblo de Dios, no podemos casarnos con ninguna otra tribu que no esté circuncidada. Pero si os circuncidáis, os daremos a nuestra hermana”.
En aquel entonces, cuando un hombre era circuncidado, el dolor era tan fuerte que los primeros tres días no podía levantarse ni moverse. Hoy en día, el procedimiento no es tan doloroso gracias a los avances de la medicina, pero en aquel entonces era un procedimiento muy doloroso porque el prepucio se cortaba con una piedra afilada. Así que, al tercer día, era común que los circuncidados tuvieran una infección y que el dolor fuese tan fuerte que no se pudieran no levantar.
Los hijos de Jacob le mintieron a Siquem y Hamor, su padre, el príncipe de los heveos, diciendo que todos los barones de la tribu debían ser circuncidados para poder casarse con las hijas de la familia de Jacob. Así que aceptaron esta propuesta y todos fueron circuncidados. Y al tercer día de haber sido circuncidados, los hijos de Jacob mataron a todos los barones de esta tribu. En otras palabras, al tercer día después de ser circuncidados, y mientras todo barón en la tierra estaba sufriendo mucho dolor, los hijos de Jacob fueron armados con sus espadas y mataron a todo hombre como si estuvieran de cacería. Mataron a todos los hombres en la tierra; estos hombres podían haberse defendido, pero como habían sido circuncidados, tenían demasiado dolor y no podían ni levantarse. De esta manera, los hijos de Jacob mataron a todos los hombres de la tribu, incluyendo a Siquem.
En aquel entonces, los hijos de Jacob solo eran doce. E incluso contando a sus siervos, el número no aumentó tanto. Asimismo, como Jacob había dejado a su tío hacía poco, no tenía muchos nietos. La situación de Jacob era tan precaria que su familia entera podía ser eliminada si sus vecinos les atacaban.
 
 
Los hijos de Dios no pueden casarse con los gentiles
 
Mis queridos hermanos, este no es simplemente un hecho histórico. A través de este hecho histórico, Dios nos está enseñando una verdad espiritual sobre la fe. ¿Qué es esta verdad? Es el estatuto de que los hijos de Dios nunca pueden casarse con los gentiles. Si alguien desobedece esta voluntad de Dios y se casa con un gentil, esta persona tendrá que anticipar su traición contra la justicia de Dios.
Los espíritus malvados obran en los que no han nacido de nuevo, pero en los nacidos de nuevo obra el Espíritu Santo. Este Espíritu Santo da fuerzas a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, les hace orar a Dios y les da coraje espiritual. De esta manera, el Espíritu Santo que vive en los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu es completamente diferente de los espíritus que viven en los que no han nacido de nuevo. Por tanto, incluso los justos sufrirán dificultades tremendas si intentan casarse con alguien que tenga un espíritu diferente. Aún es peor, estarán tan cansados que no podrán librar la batalla espiritual en sus vidas. Aunque los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no odiemos a los que no creen, estas personas nos odian inmensamente. La Biblia dice que un ladrón solo viene a robar, y a matar y destruir (Juan 10:10), y como este ladrón, los que no han nacido de nuevo quieren matar a los han nacido de nuevo. Tienen que darse cuenta de esto. Por eso los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no pueden vivir en paz con los que no.
Todo el mundo debe estar circuncidado en su corazón y vivir una vida de santos circuncidados espiritualmente. El que una persona deba ser circuncidada espiritualmente en el corazón significa que sus pecados deben estar fuera de su corazón al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. “¿De verdad pertenezco al pueblo de Dios que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿O acaso no pertenezco al pueblo de Dios ni a la gente del mundo y estoy atrapado en medio?”. Dios nos está diciendo que debemos dibujar una línea clara en nuestros corazones en estos asuntos. En otras palabras, Dios nos está diciendo que creamos el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón.
¿Qué ocurrirá si vivimos nuestras vidas como personas del mundo a pesar de que hemos recibido la remisión de los pecados del mundo y hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Qué ocurrirá si, en otras palabras, piensan en qué hay de diferente cuando estos cristianos dicen creer en Jesús y testifican acerca de su salvación? Esta persona es una persona que no dibuja una línea clara de salvación en su corazón. Dios no tolera esta fe tan abstracta ni le gusta. Estrictamente hablando, estas personas no han alcanzado su salvación, aunque digan creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con sus labios. Hoy Dios nos está diciendo que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón y vivamos con esta fe inamovible.
 
 

Su fe debe ser clara para poder ver si pertenecen al pueblo de Dios o al del Diablo

 
“¿Pertenecen al pueblo de Dios o al del Diablo? ¿O son simplemente practicantes de la religión que creen en Jesús como asunto de justicia moral sin tener nada que ver con nacer de nuevo?”. Dios quiere que dibujemos una línea clara para delimitar nuestra fe.
Cuando el pueblo de Israel estaba a punto de entrar en la tierra de Canaán bajo el liderazgo de Josué, es decir, antes de capturar Jericó y entrar en la tierra de Canaán, su frontera estaba marcada por el Río Jordán. Cuando los israelitas intentaron cruzar el río Jordán era el tiempo de la cosecha del trigo, lo que significa que era el momento alto de la estación de lluvias. Este era el momento en el que el río Jordán llevaba mucho caudal y era imposible cruzarlo. Dios le dijo a Josué: “Que los sacerdotes del pueblo de Israel lleven el Arca del Señor Dios y entren en el río Jordán antes que nadie. Entonces el río dejará de fluir. Cuando el río deje de fluir y se divida y se seque como el Mar Muerto, que entre el pueblo de Israel”. Este es un hecho histórico inscrito en el corazón de cada israelita.
Mis queridos hermanos, nuestras vidas de fe deben tener este suceso del Río Jordán. De la misma manera en que el río Jordán fue dividido, debemos trazar una línea de fe clara en nuestros corazones. “Soy un hijo de Dios y nosotros somos Su pueblo”. Debemos tener esta fe todo el tiempo. Por supuesto, es posible hacer negocios con la gente del mundo que no ha nacido de nuevo. Pero hacer la obra de Dios con estas personas es imposible y nos cansa a los nacidos de nuevo. Por eso Dios nos dijo que no trabajásemos con ningún idólatra. Como esto es lo que la Palabra de Dios dice, ¿por qué querríamos unirnos con los que no han nacido de nuevo y trabajar con estas personas?
Hoy en día Dios nos está diciendo que tengamos esta fe firme para creer de todo corazón en Su justicia. Nosotros necesitamos esta fe clara en la justicia de Dios para sellar nuestros corazones. “Son parte del pueblo de Dios. Aunque estoy con vosotros, no pertenezco a vuestra tribu. Soy de una semilla fundamentalmente diferente”. Esta es la fe que debemos tener.
Mis queridos hermanos, el pueblo de Israel, los hijos de Dios no pueden casarse con otras tribus. Una persona nacida de nuevo espiritualmente no puede casarse ni vivir con alguien que no haya nacido de nuevo. Nuestra fe en la justicia de Dios no es el tipo de fe que la gente religiosa de este mundo debe tener. Debemos creer en Dios con la fe real que cree en la justicia de Dios. Debemos tener esto claro y grabar en el fondo de nuestros corazones que la Palabra de Dios nos pide que no nos casemos con alguien que no haya nacido de nuevo. Aunque los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu hagan ajustes e intenten vivir con alguien que no haya nacido de nuevo, al final no podrán vivir con esta persona si no tienen comunión con ella. Ninguna relación de comunión puede existir porque sus corazones están atormentados. Por muchas concesiones que hagan los nacidos de nuevo para tener una buena relación, cuando escuchan a los que no han nacido de nuevo, dicen que son ridículos e infantiles y es imposible estar con ellos.
 
 

Los que creen en el Evangelio del agua y Espíritu son el pueblo de Dios

 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y aunque discutamos sobre quién es mejor o peor, todos somos mucho mejores que los que no han nacido de nuevo. Los judíos, el pueblo de Israel, consideran que los gentiles son como perros. No somos arrogantes por considerar que los que no han nacido de nuevo de verdad, es decir, los que no se han convertido en el pueblo de Dios, son pecadores. La palabra pecador aquí se refiere a alguien que no ha sido salvado de sus pecados todavía. Todo el mundo que no ha nacido de nuevo es un pecador.
“Soy una persona nacida de nuevo. Soy parte del pueblo de Dios. Soy diferente de cualquier pecador de este mundo”. Debemos tener esta fe clara. Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu sin dudar desde lo más profundo de nuestro corazón. En vez de pensar de manera abstracta, debemos trazar una línea clara en nuestros corazones para creer que somos el pueblo de Dios y Sus hijos. Por muy débiles e insuficientes que parezcamos desde dentro de la Iglesia de Dios, cuando salimos al mundo podemos ver que la gente más inteligente no es mejor que el más débil entre nosotros. La gente de este mundo no puede compararse con la gente de Dios, de la misma manera en que ningún perro puede ganar a un león, por muy grande que sea el perro.
Al habernos salvado del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos dice: “Sois Mis santos y Mi pueblo. Sois Mis hijos y soy vuestro Padre”. Como personas así hemos recibido tremendas bendiciones. Sus corazones deben tener una fe inamovible en esto. Deseo de todo corazón que todos los santos aquí vivan vidas de fe al creer en esto. No solo deben conocer el Evangelio del agua y el Espíritu solo como un asunto intelectual. Les pido que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, y con esta fe no deben ser tentados por el mundo ni caer en él. Si los nacidos de nuevo caemos en el mundo, nuestros corazones y cuerpos serán manchados. Esto ocurrirá sin falta.
Por supuesto, es imposible no vivir en este mundo. Sin embargo, aunque estamos viviendo en este mundo pecador, seguimos trabajando en este mundo para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. En otras palabras, estamos viviendo por el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 
A causa de la curiosidad por el mundo
 
Mis queridos hermanos, Dina, la hija de Jacob, estaba encantada por el mundo y por eso salió a verlo. Por supuesto, al principio no tenía ningún deseo de hacerlo. Si hubiese sabido lo que le iba a pasar, es decir, si hubiese sabido que iba a sufrir, no se podría casar y causaría mucho dolor a sus padres y a su familia y les haría sufrir, no habría salido al mundo.
¿Por qué salió Dina al mundo? Porque estaba fascinada por el mundo. Porque tenía mucha curiosidad por el mundo. “La gente del mundo es diferente de mi madre, padre y hermanos. Los hombres aquí hablan de manera diferente que mis hermanos. También son diferentes físicamente”. De esta manera estaba fascinada por el mundo y su gente. Al ver el mundo con esta luz, se sintió muy atraída a él y tuvo tentación, y al final se quedó atrapada en él y no pudo escapar. ¿Qué le pasó a Dina cuando hizo esto? En cuanto cayó en el mundo, cometió un gran error que causó mucha preocupación a su padre y puso a toda su familia en riesgo de ser asesinada. La familia de Jacob podría haber sido asesinada si no hubiera sido por la protección de Dios. Pero Dios había decidido multiplicar al pueblo de Israel a través de Jacob y por eso su familia estaba protegida. De lo contrario, la familia de Jacob podría haber sido exterminada fácilmente.
De hecho, Dina no solo dañó a su familia, sino también a Dios. Esto implica que, aunque nos entendamos los unos a los otros en la Iglesia porque somos débiles, si el pueblo de Dios vive con los pecadores, en vez de vivir en su terreno real, acabará siendo dañado. Por culpa de este incidente que ocurrió con Dina, la hija de Jacob, los hijos de Israel estuvieron en alerta.
 
 

Ninguna persona justa debería vagar por el mundo

 
¿Por qué escribió Dios este pasaje de esta manera? ¿Qué nos está enseñando? Por supuesto que los nacidos de nuevo también desean cosas del mundo. Este deseo es muy pequeño al principio. Sin embargo, si este deseo por el mundo crece, al final los sacará al mundo y serán manchados por él y perderán muchas cosas que poseían. Miren la Palabra. ¿Cuánto perdió Dina, la hija de Jacob, cuando salió al mundo? Por tanto, nuestros santos deberían vivir en el dominio de Dios; no deben salir al mundo y vagar por él como Dina. Si esto ocurre, sufrirán aún más pérdidas al final. Sufrirán pérdidas irreversibles. Esta es la verdad que Dios nos está enseñando hoy.
¿Cómo tienta Satanás a los nacidos de nuevo? Intenta tentarles para que salgan al mundo. Primero les ofrece fama y después les ofrece placer poco a poco. Al principio puede parecer que está bien caer en la tentación de Satanás un poco. Pero al final, sufrirán muchas pérdidas y daños irreversibles a causa de esto. Esto es lo que nos está enseñando la Palabra.
Mis queridos hermanos, para ser sinceros, yo también vagué por el mundo como Dina hizo cuando encontré al Señor por primera vez. Estos deseos eran bastante intensos. Yo quería salir al mundo. Pero pensé en las consecuencias de esta acción y llegué a la siguiente conclusión: “He sido salvado, pero si salgo al mundo acabaré manchando mi cuerpo y mi corazón. Entonces nadie en mi familia será salvado. Ni siquiera mis hijos serán salvados entonces”. Me di cuenta de que si salía al mundo buscando fama y fortuna, los que tenían que ser salvados a través de mí no serían salvados. De hecho, de la misma manera en que Dina tenía muchas cosas que ver en las calles de los heveos, los que están salvados serán visitados por las tentaciones del mundo.
Cuando encontré al Señor por primera vez, ¿saben lo que mi madre me dijo cuando era la directora de un centro de oraciones grande? Dijo que me compraría un coche. También dijo: “Si quieres ir al extranjero a estudiar, te lo pagaré. Te daré todo lo que quieras si te quedas conmigo. Si necesitas dinero, te daré todas mis posesiones”. Esta es la tentación que me puso delante. Pero abrí la Palabra de Dios y con esta Palabra le hablé a mi madre. Mi madre me dijo entonces: “Lo que tú crees no es completamente incorrecto. Pero quiero que trabajes conmigo en esta denominación reconocida”. Sin embargo, le dije que no podía estar con alguien que no hubiese nacido de nuevo. Dejé claro que no podía estar con ellos solo por haber estudiado teología en su seminario y que quería plantar una iglesia por mi cuenta. Mi madre me volvió a tentar con amenazas. Me dijo que, si rechazaba sus ofertas hasta el fin, no me daría dinero. Me dijo que me fuese si quería, pero que no me iba a dar dinero.
En aquel entonces, muchos amigos me visitaron y me intentaron convencer de que me quedase. Me decían que tenía que ser razonable, me pedían que escuchase sus consejos, diciendo: “No hay nada de malo con lo que dices o crees. Pero ¿cuánta gente en este mundo tienen esta Palabra clara y creer en ella sin dudar? Aunque no estás equivocado, si eres así de directo no tendrás ninguna congregación porque todo el mundo saldrá corriendo. Los pastores titulares de nuestra denominación se ofenderán. Así que debes ser más humilde. Es por tu propio bien”.
Así que les dije: “Amigos míos, os agradezco vuestro consejo. Pero no os preocupéis por mí. No es como si no estuviese sirviendo a Dios, y tampoco voy a salir al mundo. No os preocupéis. Venid a verme cuando tenga mi iglesia”. Ellos dijeron: “No puedes hacer esto. No puedes hacerlo solo”. Yo contesté: “No digáis estas cosas”. De esta manera, mis amigos también me tentaron.
Pero si hubiese escuchado el consejo de estos amigos mi corazón habría sido manchado como el de Dina en el pasaje de las Escrituras, que fue violada. Mi fe habría quedado manchada y mi vida entera también. Después de un tiempo, le di gracias a Dios. Cuando seguí teniendo fe en la Palabra del Señor, la obra de Dios siguió adelante, mis familiares fueron salvados y lo que parecía imposible se hizo posible.
 
 

Si los justos siguen al mundo, perderán todo en cuerpo y espíritu

 
Me gustaría darles este consejo porque han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto no significa que piense que están siguiendo al mundo ahora por su amor por él. Pero ¿qué pasará si llegan a amar al mundo y seguirlo? Perderán todo lo que tienen, desde su cuerpo a su corazón. Sufrirán mucho. Estas son las consecuencias de seguir al mundo. Esto es lo que estoy intentando decir aquí.
Quizás algunos de ustedes estén diciendo: “Solo podemos estar seguros de esto si hemos vivido toda la vida, ¿cómo vamos a saber seguro si aún no hemos vivido nuestras vidas enteras en este mundo?”. Sin embargo, si dibujase un autorretrato de mí mismo a los 80 años, y si Dios me mantiene en este mundo durante tanto tiempo y me permite vivir tanto, sé muy bien cómo seré físicamente y cómo viviré. Seguiría con mi vida conociendo mi futuro. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden conocer su futuro si confían en la Palabra de Dios y aprender de él. Saben qué ocurrirá sin experimentar el mundo ni vivir en él. ¿Qué ocurrirá si siguen al mundo? Perderán todo lo que tienen, en cuerpo y espíritu. Dina perdió su espiritualidad pura y su virginidad. No le quedó nada.
Esto es lo que Dios nos está diciendo a los que somos las esposas de Jesucristo. Satanás nos tienta de esta manera. Después de engañarnos poco a poco, el Diablo nos devorará al final. Esta es la estrategia de Satanás. Como esta es la estrategia de Satanás nuestro Señor utilizó este ejemplo para enseñarnos una valiosa lección para no dejarnos engañar por los planes del Diablo.
Los nacidos de nuevo deben vivir en el dominio de los nacidos de nuevo sin falta. Aunque sus circunstancias sean difíciles, todavía deben creer en Dios sin dudarlo de todo corazón y deben vivir por esta fe. Si no creen de corazón, no tienen una fe verdadera. La fe verdadera da fruto solo cuando creen en Dios y le siguen en todas las cosas con un corazón sincero. Si solo creen en Dios como en una doctrina o en una dimensión intelectual, en vez de creer en Él de todo corazón y viven sin cuidado, tarde o temprano lo perderán todo.
 
 
Cuatro tipos de campos
 
El Señor habló de cuatro tipos de campos. El primero es un campo que había al lado de la carretera, el segundo en un campo de piedras, el tercero era un camino con espinos y el cuarto un campo bueno. Un agricultor sembró semillas al lado de la carretera, pero los pájaros vinieron y se las comieron. Si conocen la Palabra de Dios con su cabeza en vez de creer en ella de corazón, Satanás vendrá y devorará su fe. En otras palabras, aunque escuchen la Palabra por primera vez como la Verdad, cuando pase el tiempo, esta Verdad desaparecerá de sus corazones. No les quedará nada porque el Diablo habrá devorado toda su fe.
En segundo lugar, la Biblia habla de un campo con piedras. Un camino de piedras no está completamente sin suelo. Tiene tierra, pero el problema es que hay demasiadas piedras y poca tierra. Como hay poca tierra las semillas que se siembran no pueden echar raíces cuando germinan y por eso acaban pereciendo porque no pueden tomar agua.
El tercer campo es un campo con espinos. Al principio las semillas crecen bien, pero como están rodeadas de espinos, no pueden recibir luz del sol y acaban pereciendo.
El cuarto campo es un campo bueno. Las semillas que se siembran en este campo dan mucho fruto, hasta sesenta veces e incluso cien veces más. Este es el campo que cree en la Palabra de Dios con el corazón. Representa la fe sincera en la Palabra de Dios.
Nosotros somos uno de estos cuatro campos. Y muchos santos están viviendo en el tercer campo, el de espinos. Sin embargo, aunque se encuentren en un campo de espinos, no se preocupen y oren a Dios. Y sean sinceros y hablen con sus líderes espirituales acerca de sus problemas. Busquen su consejo. Únanse a la Iglesia. Si no están seguros de qué trabajo deberían tener según las circunstancias, hablen con nuestros ministros. Mis queridos hermanos, aunque nuestros ministros no sean expertos en este campo, conocen la maravillosa sabiduría de Dios y Su dominio, algo que ustedes no conocen. En otras palabras, son siervos de Dios que saben cómo pueden conseguir todo lo que necesiten. Por tanto, si confían en estos siervos de Dios y consultan con ellos, sus problemas serán resueltos enseguida. En contraste, si siguen viviendo con ansiedad por su cuenta, preguntándose cómo vivir y qué hacer para ganarse la vida su fe perecerá al final. Morirá sin dar frutos porque están en la sombra y están siendo ahogados por espinos y cardos. ¿Lo entienden?
Los que tienen un campo de piedras, el segundo campo, creen en Dios, pero a medias. Dicho de esta manera, creen en Dios cuando les va bien y no creen cuando no les va bien.
Mis queridos hermanos, examinen su fe ahora mismo para ver si el campo de su corazón está al lado de la carretera, o tiene piedras o espinos o si es un campo bueno. Los nacidos de nuevo no pueden ser campos al lado de la carretera o de piedras. Tampoco son campos de espinos que no creen de corazón. Por supuesto, aunque algún nacido de nuevo parezca un campo con espinos, esa persona por lo menos tiene algo de fe en la Palabra de la Verdad. Después de todo la semilla se sembró en el suelo por lo menos una vez. Pero estas personas no han aceptado la Palabra de Dios en sus corazones ni creen en ella completamente con sus corazones.
Por el contrario, el campo bueno es uno que cree de todo corazón en la Palabra de Dios al 100%. Diga lo que diga la Palabra de Dios, los que son como este campo creen en ella, aunque no puedan entenderla completamente. El Jesús resucitado le dijo a Pedro una vez: “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis” (Juan 21:6). Aunque esto no tenía ningún sentido en la mente de Pedro, hizo lo que tuvo que hacer, diciendo: “Haré lo que me pides”. Y cuando Pedro echó la red en lo profundo siguiendo la Palabra del Señor, pescó 153 peces. De la misma manera, los que creen en la Palabra de Dios de todo corazón, aunque no la puedan entender completamente en sus mentes son los campos buenos. Cuando creen de esta manera se hace la obra de Dios y todo se cumple según esta Palabra.
Cuando miro a nuestros hermanos y hermanas, puedo ver todo lo que pasa en sus vidas. Ninguno de ellos está libre de problemas graves. Algunos hermanos y hermanas confían mis palabras y me siguen y también siguen mi consejo. Sin embargo, otros no confían en mí ni en mis consejos. Intentan hacerlo todo según su propia sabiduría, nunca quieren seguir a los siervos de Dios. En realidad, es más fácil para mí si no me siguen, porque no tengo que regañarles ni ser responsable de sus acciones. Pero, si alguien busca mi consejo, le pido a esa persona que haga ciertas cosas. Y como no solo acabo confiándoles una obra, sino que soy responsable de sus resultados, es muy difícil para mí. Cuando alguien me pide consejo, dar un simple consejo no es ayudarle. Tengo que ser responsable hasta el fin. Mi consejo debe dar buenos resultados; si no es así, me preocupo mucho.
 
 
Debemos ser capos buenos que creen en la Palabra de Dios de corazón
 
No deben creerme, sino que deben creer en la Palabra de Dios. Normalmente, cuando hablo con nuestros hermanos y hermanas, casi nunca les hablo uno a uno en secreto. Suelo hablarles con la Palabra de Dios abierta. Lo mismo ocurre cuando predico. Mis sermones son una conversación entre nosotros y soy solamente un mensajero que comunica la voluntad de Dios.
Sin embargo, hay personas que creen en esta Palabra de Dios como la predico yo y hay otras que no. Y hay algunas personas que me preguntan acerca de ciertos problemas y otras no. Cuando cualquier santo me pide consejo sobre cualquier cosa, intento darle el mejor consejo. No importa que este santo lo entienda o no, o si le gusta o no. Esto se debe a que aconsejo a nuestros santos de manera imparcial, buscando lo mejor para ellos. En aquel entonces, si los santos creen de todo corazón en la Palabra de Dios como la predico yo, y creen y siguen la Palabra exactamente y de todo corazón como campos buenos, todo se cumplirá según su fe. Sin embargo, si sus preocupaciones y ansiedad hace que crean a medias como el campo de espinos o piedras, o si solo creen en lo que pueden entender y aceptan solo lo que les parece bien y rechazan lo que no les gusta, esto también ocurrirá según lo que ellos crean.
Mis queridos hermanos, lo que debemos hacer es creer en Dios de todo corazón. Podemos pasar por el dominio de la fe solo por fe. La verdadera vida cristiana se vive con un corazón sincero y con fe. Cuando la misma Palabra de Dios es escuchada por personas diferentes, algunos la aceptan con un Amén enseguida en cuanto la escuchan. Estas personas viven sus vidas según esta fe. Pero ¿qué ocurre con los que, a pesar de escuchar la Palabra, escogen lo que quieren aceptar? Que son los campos de piedras. Esto significa que sus corazones no son puros y están llenos de sus propios pensamientos, al igual que los campos de piedras tienen demasiadas piedras y poca tierra. Rechazan todo lo que no les gusta: “No creo que esto sea cierto. Esto parece correcto, por otro lado”. Este campo no tiene suficiente tierra. Tiene un tercio de tierra y dos tercios de piedras. ¿Dará alguna cosecha este campo? No, por supuesto que no. De otra manera, la fe no puede crecer allí. Aunque todo el mundo escuche la misma Palabra, solo los que creen en ella sin cuestionarla como el campo bueno pueden recibir la gracia de Dios abundantemente. Aunque la Palabra de las bendiciones fuese proclamada ahora, solo los que la aceptan de verdad pueden recibir estas bendiciones. Por el contrario, los que no aceptan la Palabra de las bendiciones, aunque sea proclamada en este mundo no pueden recibir estas bendiciones. Hay una gran diferencia entre los que aceptan la Palabra completamente y los que no. Esta diferencia es obvia en las bendiciones de Dios también.
Su vida de fe debe vivirse al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón. Aunque aceptemos este Evangelio en nuestros corazones por fe, el Diablo todavía viene e intenta derrumbar nuestra fe. Incluso después de calmar nuestros corazones, Satanás todavía quiere devorar nuestra fe y odia que creamos en la Palabra de Dios de corazón. Así que tenemos que aferrarnos a la Palabra de Dios de inmediato antes de que Satanás devore la Palabra de nuestros corazones. Así es como podemos mantener nuestros corazones como campos buenos. De lo contrario, los campos de nuestros corazones serán arruinados y caerán en los campos de al lado de la carretera.
Cuando celebramos una reunión de resurgimiento, los siervos de Dios predican el Evangelio claramente. Algunas personas reciben la remisión de los pecados de inmediato diciendo: “¡Amén! ¡Aleluya!”. A otras les resulta más difícil. Incluso cuando escuchan la Palabra durante una reunión de resurgimiento y el Evangelio se les predique individualmente más adelante, explicando todos los detalles de las Escrituras paso a paso, siguen diciendo: “Según la Palabra, estoy sin pecados, pero no puedo creerlo todavía”. Estas personas no creen en la Palabra de Dios de corazón por mucho que se les predique. ¿Qué le ocurrirá a esta gente cuando vuelva a casa con una fe a medias en el Evangelio? Toda la Palabra de Dios que han escuchado en la reunión de resurgimiento habrá desaparecido porque Satanás vendrá y la devorará. Cuando el Diablo recoge las semillas sembradas en sus corazones endurecidos de los campos de al lado de la carretera, acaban perdiendo su fe a medias y se convierten en suelo aún más duro. Cuanto más se vaya de aquí para allá en el mundo y cuanta más historia y tradición se tenga, más duro es el campo del corazón.
Para los cristianos que no aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu completamente en sus corazones, cuanto más tiempo creen en Jesús, más duros son los campos de sus corazones. De hecho, cuando miramos a los cristianos que han creído en Jesús durante mucho tiempo, pero no han recibido la remisión de los pecados, vemos que sus corazones están extremadamente endurecidos. A medida que pasa el tiempo, estas personas se convierten en líderes de la iglesia, como diáconos, ancianos y pastores. Cuando les preguntamos: “¿Creéis en Dios de todo corazón? ¿Cómo pensáis que uno puede recibir el Espíritu Santo?”, dicen: “El Espíritu Santo se recibe cuando un creyente ora en la montaña o ayuna y ora”.
Entonces preguntamos: “¿Se recibe el Espíritu Santo de esta manera? ¿Entonces tienen pecados en sus corazones o no?”.
Contestan: “¿Por qué no voy a tener pecados? Todo el mundo tiene pecados. Pero, aunque tenga pecados, como creo en Jesús, iré al Cielo”.
Entonces preguntan de nuevo: “¿Sois pecadores o justos?”.
Entonces dicen: “Por supuesto que tengo muchos pecados”.
Entonces preguntamos: “¿Podéis ir al Cielo, aunque tengáis muchos pecados?”
Contestan: “Por supuesto que puedo”.
Preguntamos de nuevo: “Entonces, ¿qué tipo de personas pueden ir al Cielo, los justos o los pecadores?”.
Contestan: “Los que no tienen pecados son los que van al Cielo”.
Finalmente les preguntamos: “¿Podéis ir al Cielo con sus pecados?”.
Contestan: “Por supuesto que puedo”.
Esto no tiene sentido. Esto demuestra que estas personas no tienen ni idea de cómo entrar al Cielo. Esto significa que la fe de sus corazones está muy endurecida. Aún peor es que sus corazones están llenos de maleza que Satanás ha sembrado en nombre de las enseñanzas ortodoxas. Hay mucha maleza en el camino al lado de la carretera. En una carretera muy concurrida crecen varios tipos de maleza al lado del camino. Cuanto más concurrida es la carretera, más maleza crece al lado. Esto se debe a que la maleza crece mejor cuando se pisa. De la misma manera, los corazones de los que no han nacido de nuevo se convierten en campos duros llenos de maleza.
Nosotros no somos como los campos de al lado de las carreteras. Si alguien acaba de recibir la remisión de los pecados, ¿qué tipo de campo es esta persona? Quizás el corazón de esta persona puede ser un campo de piedras al principio. Es posible que alguien se convierta en el cuarto tipo de campo desde el principio, es decir el buen campo. Pero esto es raro.
Normalmente, los que escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu por primera vez no aceptan la Palabra tan pura como es. Escuchan a los predicadores del Evangelio basándose en su conocimiento inútil que han acumulado hasta ahora. Deberían cambiar su actitud escuchando la Palabra primero cuando escuchan a alguien predicar la Palabra de Dios. Dicen amén enseguida si sus enseñanzas coinciden con la Palabra de Dios, pensando: “Lo que el pastor está diciendo no tiene que ver con mis pensamientos, pero sus enseñanzas coinciden con la Palabra. Está bien, las palabras del pastor son correctas. Amén. Ahora lo creo”. Entonces se deshace de sus pensamientos y cree en la Palabra de Dios exactamente como es. Solo entonces se convierte en un campo bueno.
Sin embargo, la gente normal a la que Dios ha buscado, aunque no lo buscase empieza su vida de fe como el segundo campo, es decir, el campo de piedras. Aunque creen en Dios, creen solo al 50 por ciento. Algunos de ellos creen en la Palabra de Dios solo al 30 por ciento. En realidad, hay muchas personas así en el mundo. Cuando se dan cuenta de que su fe no está completa y quitan las piedras, se convierten en corazones del campo espinoso. Ante esta oscuridad, a sus lados hay paredes, detrás hay un acantilado y por eso oran al Señor. Intentan adaptar la Palabra a sus propios pensamientos; así es como viven. Este es el campo espinoso.
Mis queridos hermanos, ¿hay algo que se consiga mediante nuestros pensamientos humanos? No hay nada que podamos hacer con nuestras fuerzas. Cuando nacemos de nuevo, lo que nos pasa depende de Dios, viviremos si Dios nos salva y moriremos si nos mata. Ahora pertenecemos a Dios. Somos Suyos.
La vida de fe se trata de creer con el corazón. En el dominio de la fe hay muchos lugares en los que no hemos estado y muchas cosas que no hemos experimentado todavía. Por tanto, cuando entramos en este dominio debemos seguir la Palabra de Dios completamente como hizo Abraham cuando no sabía dónde ir. Lo que debemos hacer es creer en la Palabra de Dios de corazón.
¿Creemos por el bien de otras personas? En el dominio de la fe, aunque creamos al 100% ahora, es difícil mantener el 30% más adelante. ¿Qué ocurrirá si creemos solo el 30% de la Palabra y dejamos de lado el 70% cuando la Palabra caiga sobre ustedes? La falta de creencia prevalecerá sobre su fe y tendrán todo tipo de dudas en sus corazones. Cuando esta falta de creencia se acumule, tendrán aún más dudas de su salvación y pensarán para sí mismos: “¿Será esto verdad? Aunque la Palabra sea cierta, ¿se cumplirá o no? ¿Cómo debo vivir de ahora en adelante? Estoy en la completa oscuridad, apartado de todo y no puedo escapar. Tengo que abandonar esta fe”.
 
 
En vez de perder nuestra fe a causa de nuestros deseos por el mundo, debemos hacer la obra de la fe durante el resto de nuestras vidas
 
Mis queridos hermanos, la fe en la Palabra de Dios nos pide que entreguemos el 100%. Aunque nuestra fe sea 100% sólida, todavía puede ser erosionada despacio por nuestros pensamientos carnales, el Diablo, nuestras preocupaciones mundanas y nuestras circunstancias. Lo único que queda es una fe como la semilla de mostaza. Todavía somos débiles, aunque creamos en la Palabra de Dios completamente cuando la escuchemos y por eso si no creemos de todo corazón, acabaremos saliendo al mundo como Dina. ¿Qué ocurrirá entonces? Que nos pasarán calamidades.
Cuando voy a cualquier sitio no tengo tiempo de ser distraído de camino. Un día, cuando iba a un sitio, me quedé a ver el mercado y tardé dos horas en llegar a casa. Mientras vivimos en este mundo, si van de un lado a otro, entonces dos horas no serán suficientes para ir a algún sitio que normalmente cuesta 25 minutos. Si se encuentran con un conocido, acabarán perdiéndose enseguida. En otras palabras, si vamos de un lado a otro mientras viven en este mundo, no podremos vivir una vida de fe recta. Cuando empiecen a mirar al mundo en vez de aferrarse a su fe, al final no podrán recibir las bendiciones que Dios quiere darnos y nuestra fe tampoco crecerá.
Si Dina hubiese muerto, eso habría sido el fin, pero no murió. ¿De qué tribu era Dina? Era hebrea, una palabra que denota a los que cruzaron el Río. El líder de la tribu de los hebreos era su padre y esa tribu no tenía muchos miembros. Si algo hubiese ido mal, la tribu entera podría haber sido asesinada por los heveos por culpa de Dina.
Lo que debemos entender en nuestra mente acerca del pasaje de las Escrituras de hoy es que nunca debemos vagar por el mundo. Cuando hacemos algo en el mundo, debemos tener en cuenta que esta obra es predicar el Evangelio. ¿Cómo podemos dejarnos ser engañados por el mundo y acabar siguiéndolo? Es muy fácil seguir al mundo un paso y dos pasos. Y cuando lo seguimos por dos pasos, en poco tiempo estaremos siguiendo cuatro pasos. Cuando seguimos cuatro pasos, desde entonces seguiremos siguiendo al mundo sin parar. ¿Dónde estaremos, más cerca de la Iglesia de Dios o del mundo? La Iglesia de Dios se alejará de nosotros y el mundo se acercará más. Esto será una gran pérdida para todos los que iban a ser salvados a través de nosotros porque serán exterminados.
Mis queridos hermanos, la vida de fe se vive con un corazón sincero. En el pasaje de las Escrituras, el Señor Dios dice que solo los circuncidados pueden tomar a las hijas de Su pueblo. Nuestro Dios está diciendo que debemos trazar una línea clara de fe en nuestros corazones. ¿Quiénes somos en realidad? Somos el pueblo de Dios claramente. Y por eso no debemos ir al mundo y ser sus siervos allí. ¿Debería la gente de Dios ser atraída por la gente del mundo, mirar su belleza y desearla? No, por supuesto que no. Deben saber que en el dominio de Dios les estarán esperando cosas más bellas que este mundo.
¿Por qué debemos vivir en este mundo? ¿Por qué debemos salir al mundo y trabajar? Vivimos en este mundo para predicar el Evangelio del Señor a la gente. Por este motivo debemos vivir en este mundo. Debemos dedicar todas nuestras vidas a predicar el Evangelio.
La gente del mundo no puede compararse con nosotros. Si me comparan con cualquier pastor famoso del mundo, me enojaré. Aunque no sea un hombre importante, espiritualmente hablando soy un siervo de Dios y parte de Su pueblo. Soy un hombre de Dios que no puedo ser comparado con nadie que no haya nacido de nuevo. Si alguien me comparase con esa gente, me enojaría. Los nacidos de nuevo no pueden compararse con nadie. Por muy inteligentes y poderosos que sean otros, no los cambiaría por ellos. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, han recibido la remisión de los pecados y nos hemos convertido en el pueblo de Dios. Por tanto, no pueden ser comparados con nadie ni cambiados. Recuerden esto claramente. Las bendiciones de Dios se entregan a través de nosotros, los nacidos de nuevo de Dios.
Mientras vivimos en este mundo, nos encontramos con mucha gente que no ha nacido de nuevo. Cuando oramos por ellos, solo debemos pedirle a Dios que les haga nacer de nuevo y nada más. Cuando se trata de nuestros santos redimidos, oramos por sus bendiciones, pero cuando los que tienen el corazón endurecido retan a Dios, cualquier deseo que tuviésemos de pedirle bendiciones para ellos desaparece rápidamente. Aunque orásemos por sus bendiciones, no podemos hacerlo si Dios no lo permite.
Queridos hermanos, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos el pueblo de Dios. Somos personas juntas. Como obreros de Dios, debemos dedicar el resto de nuestras vidas a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos tener ninguna otra meta en nuestras vidas. Entonces debemos tener esta fe juntos, trazar una línea de fe clara y vivir el resto de nuestras vidas en las bendiciones de Dios.