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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 1-5] Los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu hacen suyo el Cielo (Lucas 1, 24-38)

Los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu hacen suyo el Cielo(Lucas 1, 24-38)
«Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres. Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia».
 
 

Juan el Bautista fue preparado por Dios para pasarle los pecados a Jesús

 
Para salvarnos de los pecados del mundo, Dios preparó a Juan el Bautista y a Jesús. El misterio de su nacimiento está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy.
Para salvarnos de los pecados del mundo, Dios Padre había preparado a Juan el Bautista para que naciese de la casa de Zacarías, uno de los descendientes de Aarón, el Sumo Sacerdote. El pasaje de las Escrituras de hoy nos dice que Isabel, la mujer de Zacarías, escondió su embarazo durante cinco meses. Y entonces alabó la justicia del Señor por preparar a Juan el Bautista diciendo: «Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres». Como Isabel era una mujer anciana, estaba un poco avergonzada por estar en cinta, pero estaba muy agradecida a Dios porque le había dado un hijo. Así que le dio gracias a Dios por hacer esta obra en ella y el reproche se le había quitado el día en que el Señor la miró.
Cuando Dios prometió a Zacarías, el marido de Isabel, que le daría un hijo para cumplir esta promesa, Zacarías no creyó al ángel al principio, pero al final no pudo evitar creer. Habría dado más gracias a Dios si se hubiese dado cuenta del significado del nacimiento y ministerio de Juan el Bautista. Pero hasta que Juan el Bautista no nació, no se dio cuenta de la importancia de su nacimiento. Sin embargo, cuando el niño Juan nació Zacarías se llenó del Espíritu Santo y profetizó que este niño había sido dado por Dios y había nacido con el espíritu de Elías, y que como siervo de Dios, volvería al pueblo de Israel a Dios.
En el Antiguo Testamento, Sansón era un nazareno consagrado por Dios. Aunque nació de sus padres biológicos, su nacimiento había sido preparado especialmente por Dios para librar al pueblo de Israel de la opresión de sus enemigos. Cuando Dios obra, vemos que nos hace orar y después contesta nuestras oraciones. Los padres de Sansón también oraron a Dios para que les diera un hijo, y Dios contestó sus plegarias. Pero antes de que Sansón naciese, Dios les dijo a sus padres que había algunas prohibiciones. Primero, Sansón no podía cortarse el pelo de la cabeza o de las cejas. En segundo lugar, no podía beber vino ni licores. Así Sansón fue un nazareno consagrado por Dios especialmente.
Juan el Bautista era un hombre consagrado de Dios. Está escrito en Lucas 1, 15-17: «Porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Juan el Bautista tenía que volver los corazones de los padres a los hijos y los corazones de los hijos a los padres. Como Sumo Sacerdote, Juan el Bautista cumplió el papel de mediador para volver el corazón de Dios a Su pueblo y los corazones del pueblo a Dios. Esta era la tarea del Sumo Sacerdote. El Sumo Sacerdote era un mediador entre Dios y el hombre. El ministerio del Sumo Sacerdote consistía en volver el corazón de Dios a Su pueblo y los corazones del pueblo a Dios mediante el sacrificio de redención por los pecados cometidos por las debilidades humanas. Tenía el papel de mediador entre Dios y los hombres. Al cumplir este papel de mediador, el Sumo Sacerdote reconcilió a Dios y a los hombres.
Así, Juan el Bautista era el hombre que volvió los corazones de los padres a los hijos, y a los desobedientes a la sabiduría de los justos. Esto significa que Juan el Bautista cumplió la función de Sumo Sacerdote ante Dios y los hombres. Nació para cumplir este ministerio y hacer esta obra. Dios le llamó Juan y le dijo a Zacarías: «Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento» (Lucas 1, 14). De hecho, muchas personas se regocijaron por el nacimiento de Juan el Bautista en este mundo ya que sería el hombre que pasaría los pecados del mundo al Señor mediante el bautismo. Por eso Dios dijo que la gente se regocijaría con su nacimiento.
 
 

Jesús dijo que Juan el Bautista era el mayor hombre nacido de mujer

 
Jesús dijo en Mateo 11, 11: «Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos». Sin embargo, muchos cristianos no consideran a Juan el Bautista un hombre grande ante Dios, aunque Jesús mismo dijo en la Biblia que Juan el Bautista era el mayor hombre nacido de mujer. Los cristianos de hoy en día no se dan cuenta de lo grande que era Juan el Bautista porque no entienden la Palabra de Dios correctamente. Nuestro aprecio por Juan el Bautista debe basarse en cómo Jesús lo describió. Jesús se refirió a Juan el Bautista diciendo: «Es el Elías que está por venir». El papel de Juan el Bautista era tan importante que Jesús dijo: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga».
Esto se demuestra claramente en Mateo 11, 11-14: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir».
¿Están de acuerdo con lo que Jesús dijo? ¿O todavía tienen dudas? Como cristianos que dicen creer en Jesucristo como su Salvador, ¿qué creen que es más importante: lo que Jesús dijo en la Biblia o lo que dicen los pastores de sus denominaciones? ¿A quién escogen? Estoy seguro de que escogerían a Jesucristo. Si esto es cierto, su fe debe apreciar y creer en lo que Jesús dijo acerca de Juan el Bautista.
En este pasaje de Mateo 11, 11-14, Jesús explicó algunas cosas acerca de Juan el Bautista. Primero dijo que entre los nacidos de mujer no había ninguno mayor que Juan el Bautista. Mis queridos hermanos, yo he llamado a Juan el Bautista el representante de la humanidad en mis libros basándome en la Palabra de Dios. Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer.
Estoy seguro de que saben que todos nacemos de una mujer. Solo Adán y Eva, los primeros humanos, fueron creados por Dios personalmente y no salieron del cuerpo de una mujer; el resto del mundo nace a través del cuerpo de una mujer. Así que debemos prestar atención al pasaje donde Jesús dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista» (Mateo 11, 11). Moisés, el profeta Elías, y el rey David nacieron de mujeres. ¿No es cierto? Sus madres también nacieron de sus madres. La gente dice a menudo que el mayor profeta del Antiguo Testamento es Moisés. Pero Moisés también nació de una mujer, así que por eso Juan el Bautista es mayor que Moisés.
Deben prestar atención especial a lo que Jesús dijo aquí: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista». Lo que Jesús está diciendo sobre Juan el Bautista es la verdad. Este pasaje sirvió para cumplir la Palabra del Antiguo Testamento. Cuando Jesús dijo: «He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti» (Mateo 11, 10), estaba citando la profecía de Malaquías 3, 1 en el Antiguo Testamento. Malaquías 3, 1 dice: «He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros».
Aquí Dios estaba diciendo que enviaría a Su mensajero, y esta Palabra de promesa se refería a Juan el Bautista, sobre quien Jesús estaba hablando. Dios Padre había prometido enviar a Juan el Bautista al mundo antes que Jesucristo y había cumplido esta promesa al enviar a Juan el Bautista. En otras palabras, al enviar a Juan el Bautista antes que Jesús para nuestra salvación, Dios Padre preparó el camino de la salvación. Jesús estaba citando este pasaje en el Antiguo Testamento cuando dijo en Mateo 11, 10: «He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti». No deben dudar que Jesús estaba hablando de Juan el Bautista.
El pasaje de Mateo 11, 11-14 es la verdad de la que Jesús habló sobre Juan el Bautista. No soy yo quien afirma esto, ni los teólogos del mundo, sino que es Jesucristo mismo quien dice esto de Juan el Bautista y su ministerio. Cuando nuestro Señor dijo en Malaquías, en el Antiguo Testamento, que enviaría a Elías, quiso decir que enviaría al siervo de Dios que guiaría al pueblo de Israel a Dios y a todo el mundo, y este siervo sería Juan el Bautista.
¿Qué tenía que hacer Juan el Bautista cuando fue enviado al mundo? Pasarle todos los pecados de la humanidad a Jesús mediante el bautismo y dar testimonio de Jesucristo como el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo. En otras palabras, tenía que darnos a conocer esta Verdad de salvación. El mensajero de Dios es un siervo de Dios. El ministerio de Juan el Bautista en este mundo señalaba los pecados de los que desobedecen la voluntad de Dios, y la obra importante de pasarle los pecados del mundo a Jesucristo mediante el bautismo. Juan el Bautista gritaba a la gente: «Arrepentíos, nido de víboras». Cumplió la obra de pasar los pecados del mundo a Jesucristo mediante el bautismo que cumplió la justicia de Dios (Mateo 3, 15). También nutrió a los discípulos y los envió a Jesús para que se convirtiesen en Sus discípulos. Más adelante, reprendió al rey Herodes por sus transgresiones y por eso fue encarcelado y decapitado. Esta fue su vida.
 
 

¿Fue tan maravilloso el ministerio de Juan el Bautista?

 
Sí. Jesús puso mucho énfasis en el ministerio de Juan el Bautista porque su ministerio era la voluntad de Dios y era indispensable para pasarle nuestros pecados hoy en día. Por eso Jesús elogió el ministerio de Juan el Bautista. Para salvar a los pecadores de sus pecados, Dios Padre hizo la obra necesaria previa y preparó el camino al enviar a Juan el Bautista como hijo de Zacarías. Así que cuando leemos los cuatro Evangelios en la Biblia, vemos que todos hablan del ministerio de Juan el Bautista antes que el ministerio de Jesucristo. En otras palabras, el ministerio de Juan el Bautista aparece antes que el ministerio de Jesús. El ministerio de Jesús aparece después. Así que cuando creemos en Jesucristo como nuestro Salvador, debemos darnos cuenta de que Juan el Bautista era el mayor hombre, el representante de la humanidad, y la persona que pasó todos nuestros pecados a Jesús a través del bautismo que le dio a Jesús. En otras palabras, Juan el Bautista es el representante de la humanidad que pasó los pecados a Jesús mediante el bautismo. Por eso Jesús dijo que el Cielo sufre violencia hasta ahora porque el ministerio de salvación no podría haberse completado si no hubiese sido por el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista.
 
 

¿Cómo sufre violencia el Cielo a través de los ministerios de Jesús y Juan?

 
Esto no significa que Juan el Bautista sea otro Salvador, sino que Juan el Bautista pasó los pecados del mundo a Jesús al bautizarle, obedeciendo así la voluntad de Dios Padre para que quien crea en la justicia de Jesucristo pueda ser redimido de sus pecados y entrar en el Cielo. En otras palabras, esto significa que al bautizar a Jesús, Juan el Bautista le pasó los pecados de la humanidad para siempre. Este Juan es Juan el Bautista porque es quien bautizó a Jesús. Jesús le llamó Juan el Bautista en Mateo 11, 12. Dijo esto porque Juan el Bautista había pasado los pecados de la humanidad a Jesús a través del bautismo.
Para saber más acerca del ministerio de Juan el Bautista, deben pasar a Mateo 3, 13-17. Este pasaje habla de lo que ocurrió cuando Jesús fue a ser bautizado por Juan. Está escrito: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».
Juan el Bautista hizo esto como su ministerio. Cuando Juan el Bautista fue bautizado por Jesús, todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús para siempre. Después de aceptar los pecados de este mundo a través del bautismo que recibió de Juan, Jesús llevó los pecados a la Cruz, derramó Su sangre y murió, se levantó de entre los muertos al tercer día y así se ha convertido en nuestro Salvador. Jesús cargó con nuestros pecados a través de Su bautismo y se convirtió en la propiciación de nuestros pecados. Jesús, el Hijo de Dios, cargó con nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz en nuestro lugar y se levantó de entre los muertos de nuevo. En otras palabras, Jesús, el Hijo de Dios, cargó con nuestros pecados al ser bautizado y se convirtió en la propiciación de los pecados de los que creen y así se convirtió en nuestro Salvador.
¿Quién da testimonio de esta Verdad? Juan el Bautista, y este es su ministerio y nuestro ministerio hoy. Así que el papel de Juan el Bautista es muy importante, como está escrito: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan». Por tanto, los que invaden el Cielo por fe en esta Verdad hacen suyo el cielo. Es cierto que Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad para siempre cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesús cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús. Los que creen en esta Verdad ahora serán lavados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y entran en el cielo. La Biblia dice que los violentos toman el Cielo por la fuerza. Dicho de otra manera, los que entran en el Cielo lo hacen por su fe audaz. La expresión “tomas por la fuerza” se utiliza para implicar que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no encuentran resistencia cuando intentan tomar el Cielo. Esto no se refiere a la fuerza física, sino que se refiere a tomar el Cielo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu significa que la fe nos permite hacer nuestro el Cielo.
Mis queridos hermanos, no tenemos justicia ni buenas obras. No tenemos nada más que insuficiencias, Y no podemos evitar cometer pecados hasta el día en que morimos. Pero a pesar de esto, Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo, tomó nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado por nuestros pecados y derramó Su preciosa sangre en nuestro lugar, para después levantarse de entre los muertos. Por tanto, los que ahora creen en esta Verdad no tienen pecados, sino que se han convertido en el pueblo de Dios para siempre, y al mismo tiempo tienen la vida eterna. El Señor nos ha salvado para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, derramando Su sangre y muriendo en la Cruz en nuestro lugar, y levantándose de entre los muertos. Por eso, los que creen que Jesús se ha convertido en Su Salvador al cargar con sus pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos, y los que toman esta Verdad por fe, son salvados de los pecados y pueden entrar en el Reino de los Cielos. Por eso Jesús dijo: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan».
 
 

Todas las profecías del Antiguo Testamento fueron hasta Juan el Bautista

 
En tercer lugar, Jesús dijo: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan» (Mateo 11, 13). Mis queridos hermanos, el Pentateuco, los Libros de los Profetas Mayores y Menores, y los otros libros del Antiguo Testamento, hablaron del sistema de sacrificios del Tabernáculo a través de la Ley de Dios, enseñando que la salvación se consigue a través de este sistema de sacrificios del Tabernáculo. Estas profecías se referían a que Jesús vendría al mundo como el Cordero de Dios, y como los animales de los sacrificios del Antiguo Testamento, aceptó los pecados de los israelitas mediante la imposición de manos, y se ofreció como sacrificio para salvarnos de nuestros pecados.
Por tanto, el que Juan el Bautista fuese quien bautizó a Jesús significa el final de la era del Antiguo Testamento, y el que Jesús fuese bautizado por Juan el Bautista simboliza el inicio del Nuevo Testamento, lo que implica que Jesús se convirtió en el Salvador de la humanidad a través de este bautismo que recibió de Juan, Su muerte en la Cruz y Su resurrección. En otras palabras, Jesús cumplió la remisión de los pecados para los que creen en la justicia de Dios. En el Antiguo Testamento, la salvación se conseguía cumpliendo los mandamientos de la Ley, y mediante el sistema de sacrificios. Pero en el Nuevo Testamento, las puertas del Cielo se abrieron para los creyentes, ya que los pecados del mundo fueron pasados a Jesucristo cuando Juan le bautizó, ya que todos los pecados fueron pagados cuando Jesús derramó Su sangre en la Cruz. De la misma manera en que los animales del Antiguo Testamento aceptaban los pecados mediante la imposición de manos, en el Nuevo Testamento podemos ser salvados al creer en la Palabra escrita de que Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y de que murió por nosotros en nuestro lugar, se levantó de entre los muertos y nos salvó. Y Dios nos ha permitido, a los que vivimos en el Nuevo Testamento, conocer esta Verdad a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y ha hecho que los creyentes podamos ser salvados de todos nuestros pecados para siempre.
Por eso el Señor dijo: «Todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan» (Mateo 11, 13). Mis queridos hermanos, el último profeta del Antiguo Testamento, el que cumplió el papel del último Sumo Sacerdote, es Juan el Bautista. Como Juan el Bautista bautizó a Jesús como representante de la humanidad, le pasó todos los pecados del mundo para siempre. Así es como Juan cumplió su función. Dio testimonio de Jesús al día siguiente de bautizarlo en el río Jordán, diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Esto significa que Jesús había venido al mundo para salvar a los hombres de los pecados del mundo y que nos ha salvado al venir al mundo como nuestra propiciación al tomar todos nuestros pecados. Juan el Bautista dejó este mundo después de haber cumplido su función de transferir los pecados del mundo a Jesús y de dar testimonio de que Jesús era el Cordero de Dios que tomó todos los pecados del mundo.
Muchos cristianos se refieren a Juan el Bautista como el pionero del ascetismo porque se centran en su estilo de vida narrado en la Biblia: «Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre» (Mateo 3, 4). Pero esta perspectiva está distorsionada y es lo mismo que dejar un regalo envuelto y no abrirlo. Deben tener el conocimiento correcto de la función de Juan el Bautista. La razón por la que Juan el Bautista nació en este mundo y por la que Dios lo preparó para nacer, era que tenía que pasarle todos los pecados del mundo a Jesús, todos sus pecados y los míos.
 
 

El Elías que está por venir profetizado en el Antiguo Testamento era Juan el Bautista

 
En cuarto lugar, está escrito: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir» (Mateo 11, 14). En otras palabras, el Elías por venir es Juan el Bautista. ¿Quién es el Elías que tenía que venir del que habló Jesús? Es Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. Debemos aprender la Palabra de Dios y conocerla. La gente no conoce la Biblia y por eso no sabe quién es Elías, y cuando piensan en él solo piensan en el Elías del Antiguo Testamento.
Leamos Malaquías 4, 5-6:
«He aquí, yo os envío el profeta Elías,
antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres,
no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».
Dios Padre dijo que enviaría al Profeta Elías al mundo antes del fin del mundo, antes del juicio. Sin embargo, Elías el profeta, ya había muerto en el Antiguo Testamento. ¿A quién se refiere entonces? Se refiere al siervo de Dios a quien Dios dijo que enviaría: «He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí» (Malaquías 3, 1). Elías era diferente que los demás profetas. La mayoría de los profetas desaparecieron después de realizar ciertas proclamaciones, pero el Último Testamento dice que a los ojos de Dios, Elías era un siervo valiente del Señor que se enfrentó a 850 profetas de Baal y Aserá y los venció. El pueblo de Israel de aquel entonces adoraba a ídolos, pero él les enseñó que Jehová era el único Dios y los devolvió a Dios. Es decir, Elías era un poderoso siervo de Dios.
En Malaquías 3, Dios había prometido que enviaría a Elías, un poderoso siervo de Dios, al mundo y Dios cumplió esta promesa al enviar a Juan el Bautista. Juan el Bautista hizo la obra de pasar los pecados del mundo a Jesucristo al bautizarle en el río Jordán. Juan dio testimonio del ministerio de Jesucristo, testificando: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Dicho de otra manera, Juan estaba testificando: «¡Mirad! Es el Cordero de Dios que ha cargado con los pecados del mundo al ser bautizado y ahora va a ir a la Cruz a derramar Su sangre. Jesucristo es la propiciación del Padre por nuestros pecados. Es el sacrificio preparado para salvarnos de los pecados del mundo».
Entonces, gracias a este testimonio de Juan el Bautista, el pueblo de Israel, como nosotros, pudo creer en Jesucristo y servirle como el Salvador. Al bautizar a Jesús y pasarle nuestros pecados, y a través del testimonio de Jesús como nuestro sacrificio, Juan nos ha permitido poder creer que Jesucristo es nuestro Salvador.
Mis queridos hermanos, sin el ministerio de Juan el Bautista, ¿cómo podríamos creer en Jesucristo como nuestro Salvador? ¿Podríamos haber sido salvador perfectamente al creer solamente en el Jesucristo crucificado? No, por mucho que creyésemos, seguiríamos atormentados por los pecados diarios. Sin embargo, como Juan el Bautista pasó todos los pecados de la humanidad a Jesucristo para siempre al bautizarle, al darnos cuenta de esta Verdad, pudimos creer en Jesucristo como nuestro Salvador sin dificultad. ¿No es cierto? Por supuesto que sí. Cuando Jesús vino a este mundo, no tomó los pecados del mundo sin ayuda, sino que necesitaba a un siervo de Dios para que le pasase los pecados de la humanidad sobre Su cabeza. Este siervo era Juan el Bautista.
 
 
El ministerio de Juan el Bautista es indispensable para todos nosotros
 
Está escrito: «El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición» (Malaquías 4, 6). Este pasaje nos demuestra lo importante que es el papel de mediador de Juan el Bautista. Esto se debe a que Juan el Bautista pasó todos los pecados a Jesucristo y así Dios pudo demostrar Su amor con acciones.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3, 16). Este gran amor de Dios y toda Su justicia se cumplieron con los ministerios de Jesús y Juan el Bautista. Al cumplir Su justicia siendo bautizado por Juan el Bautista y derramando Su sangre, el Señor probó Su amor por nosotros. Dios Padre hizo esto a través de Su Hijo Jesucristo. Al hacer que Jesucristo, Su Hijo, fuese bautizado por Juan el Bautista y aceptase nuestros pecados para siempre, al dejar que fuese crucificado, y al resucitar de entre los muertos, Dios demostró Su amor por los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, la noción de que todo el mundo puede ser salvado al creer en Jesús a ciegas, sin entender la Palabra de Dios es una afirmación sin fundamento que viene de un completo desconocimiento de la Palabra, y no es más que una tontería. La razón por la que Dios Padre envió a Jesucristo a esta tierra fue para librarnos de los pecados del mundo y salvarnos. De esta manera, para salvarnos de los pecados del mundo, Dios Padre preparó a Juan el Bautista y así borró nuestros pecados y nos salvó de la muerte. En otras palabras, Dios Padre había preparado a Su Hijo Jesucristo como nuestra propiciación, y también había preparado a Juan el Bautista. Juan el Bautista tenía que pasar los pecados de la humanidad a Jesucristo. Si Jesús hubiese tenido que aceptar los pecados del mundo al ser bautizado a diario, se habría quedado calvo. Pero no lo hizo a diario, sino que aceptó los pecados del mundo para siempre a través de Su bautismo.
Para salvarnos a los pecadores de los pecados del mundo para siempre, Dios Padre había preparado a Jesús y a Juan el Bautista. ¿Quién dio a luz a este Juan? Isabel, una descendiente de Aarón y esposa de Zacarías. Esta mujer dio a luz a Juan el Bautista.
La voluntad de Dios está escondida en esta Verdad. En el Antiguo Testamento, solo ciertas personas podían ser Sumos Sacerdotes. Solo los descendientes de Aarón podían llegar a ser Sumos Sacerdotes. La Biblia dice que tanto Zacarías e Isabel, los padres de Juan el Bautista, eran descendientes de Aarón (Lucas 1, 5). Esto es muy importante en cuanto a los ministerios de Juan y Jesús.
Hoy en día quien se gradúa de un seminario se convierte en evangelista o pastor. Pero los pastores deben ejercer su función con conocimiento de la función de Juan el Bautista y Jesús. Debemos darnos cuenta de que Dios Padre había preparado a Juan el Bautista primero y después a Jesucristo para cumplir Su amor y así debemos ser salvados de todos los pecados del mundo
¡Aleluya! ¡Qué Dios les bendiga a todos!