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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 4-11] Su verdadera fe salvó a su hijo (Juan 4, 46-54)

Su verdadera fe salvó a su hijo(Juan 4, 46-54)
«Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea».
 
 
¿Qué parte de la Palabra de Dios debemos creer en nuestro camino espiritual? Debemos vivir con fe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos vivir nuestra vida espiritual para que nuestras almas reciban la salvación de todos los pecados al creer en la justicia de Dios, no por nuestro beneficio carnal. Debemos vivir nuestra vida de fe por la expansión del Reino de Dios. También debemos vivir nuestra fe por la salvación de otras personas y no solo por nuestras almas.
El pasaje de las Escrituras de hoy comienza así: «Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino» (Juan 4, 46). Caná es la ciudad donde Jesús hizo Su primer milagro que convirtió el agua en vino. Había cierto hombre noble allí y su hijo estaba enfermo en Capernaum. Este hombre se enteró de que Jesús había salido de Judea a Galilea, así que fue y le pidió que curase a su hijo porque el hijo de este noble del rey estaba enfermo de muerte. 
El que le pidió ayuda a Jesús era un hombre noble con un alto cargo. Este noble escuchó el rumor de que Jesús estaba en la región de Galilea y fue hacia Él para pedirle que curase a su hijo. El noble fue a Jesús y le pidió que curase a su hijo. Entonces Jesús rechazó esta petición diciendo: «Si no viereis señales y prodigios, no creeréis». El noble le rogó de nuevo diciendo: «Señor, desciende antes que mi hijo muera». A esto Jesús le contestó: «Ve, tu hijo vive» (Juan 4, 48-50). El noble creyó en la Palabra de Jesús y cuando estaba de camino a su casa se encontró con sus siervos y escuchó la buena noticia de que el niño estaba sanado. Los siervos le dijeron que el hijo empezó a sanarse el día anterior a la hora séptima. Entonces el noble y todos los miembros de su casa creyeron en Jesús por esta obra, y este es el mensaje del pasaje que hemos leído hoy.
El pasaje de las Escrituras nos dice qué significa creer en la Palabra de Dios y vivir con fe. Cuando el noble del rey le pidió a Jesús que curase a su hijo, Jesús le dijo: «Si no viereis señales y prodigios, no creeréis». Jesús conocía muy bien los corazones de los que no creían en aquel entonces. Solo creían cuando veían algo milagroso delante de sus ojos. El Señor no estaba contento con ellos.
Es fácil para nosotros creer en la Palabra de Dios y seguirla cuando hay alguna prueba del cambio de las circunstancias, pero la Palabra de Dios nos dice que es incorrecto vivir con una fe así. El Señor está diciendo que una vida de fe correcta consiste en creer en la Palabra de Dios y seguirla. En otras palabras, aunque no encontremos pruebas en nuestras vidas, si la Palabra de Dios dice algo, debemos creer que así será.
Por ejemplo, las Escrituras dicen lo siguiente acerca de las oraciones: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7, 7). Este pasaje nos dice que es Dios quien nos ayuda en todas las oraciones y en la vida diaria. Nos dice que nuestro Dios obra con nosotros y nos protege, que contesta nuestras oraciones y se ocupa de nuestros problemas, protege nuestros cuerpos y mentes, y nos lleva por el camino recto paso a paso. Tener fe en esto es vivir por fe.
Seriamos avaros si creyésemos y siguiésemos a Dios solo porque hace cosas por nosotros. La gente que vive por fe en la Palabra de Dios no vive por su propia carne. Estas personas creen en la Palabra y la siguen con fe en Dios. La gente que sigue la justicia del Señor busca el Reino de Dios y Su justicia primero. La gente que tiene el centro de sus corazones puesto en Dios cree en la Palabra de Dios, depende de la Palabra y vive por fe.
 
 

Busquen primero la justicia de Dios

 
El Señor dijo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6, 33). Esto nos dice que el objetivo de nuestras vidas antes de recibir la remisión de los pecados es buscar primero la justicia de Dios. Pongamos el objetivo de nuestra vida en la voluntad de Dios y demos toda nuestra vida por ese objetivo. Estoy diciendo que debemos emplear todos nuestros esfuerzos para seguir la voluntad de Dios después de haber recibido la remisión de los pecados a través de la fe en Jesús y en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Pero si queremos prosperar solo en las cosas carnales, entonces vivimos una vida de fe carnal que no es la verdadera vida espiritual. Hablando estrictamente, está mal decir: «Si creen en Jesús y van a la iglesia viviendo una vida de fe serán ricos en cosas materiales. Serán felices si van a la iglesia. Las parejas casadas serán felices. Recibirán bendiciones si van a la iglesia».
En nuestra vida espiritual, queremos que otras personas reciban la misma remisión de los pecados al compartir el Evangelio del agua y el Espíritu porque hemos recibido la remisión de los pecados. Debemos ayudar a los demás a tener paz en sus corazones y a ir al Cielo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al tomar responsabilidad por la obra de compartir el Evangelio del agua y el Espíritu vivimos la vida espiritual correcta. Veremos que Dios nos ayuda en la carne cuando hacemos la obra de Dios primero. Servir al Evangelio debería ser nuestra prioridad absoluta. Entonces nuestra fe crecerá y prosperaremos en todo, en cuerpo y espíritu. Dios quiere que nuestros corazones estén fijados en la Palabra de Dios.
Pero si no creemos en la Palabra de Dios en nuestra vida espiritual, no estamos viviendo una vida espiritual correcta. Si siempre tenemos que ver prodigios y milagros para mantener nuestra fe, entonces no tenemos la verdadera fe, sino una mera superstición. Dios nos aprueba cuando creemos en la Palabra de Dios tal y como está escrita. Debemos vivir entendiendo correctamente qué debemos hacer primero y qué después.
No podemos vivir una vida de fe correcta si miramos a nuestros alrededor y confiamos en nuestro ambiente físico. En el pasaje de las Escrituras de hoy, el noble del rey esperaba que Jesús hiciese un milagro cuando fue a verle y le pidió que curase a su hijo. Le dijo: «Jesús, por favor, ven y pon las manos en la cabeza de mi hijo para que sea sanado completamente».
Las personas solo buscan milagros que puedan ver con sus propios ojos. Pero solo están adorando a Jesús físicamente si solo creen en Él cuando ven algún milagro, y por tanto todas las Palabras de Jesús no les importan. ¿Cómo pueden creer en algo que no han visto con sus propios ojos? Si se centran estrictamente en su fe emocional será imposible que vivan una vida espiritual correcta por mucho que crean en Jesús durante toda su vida. Por eso Jesús quería que la persona creyese en lo que el Señor dijo y le siguiese. Jesús quería que el noble recibiese la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios.
Incluso ahora, Dios quiere que hagan la obra de Dios y experimentes Sus Milagros al creer en la Palabra de Dios. Dios hizo que la gente que cree en la Palabra de Dios reciba la gracia de la remisión de los pecados. Además, Dios también ha permitido la gracia de las oraciones sin contestar y toda la gracia a la gente que cree en Su Palabra. Dios obra para la gente que cree en Su Palabra incluso ahora mismo.
¿Vivimos nuestras vidas de fe porque el Señor ha contestado nuestras peticiones enseguida o seguimos al Señor creyendo en la Palabra porque lo dice la Palabra de Dios? Ya les he dicho que debemos tener fe en Su Palabra. Él quería que creyésemos lo que el Señor dijo en las Escrituras. Esto es lo que le complace a Dios. Jesús le dijo al noble que creía en Él: «Ve, tu hijo vive». Este noble creyó en la Palabra de Jesús y volvió a su casa. Entonces su hijo fue sanado completamente de la enfermedad según la fe que creyó en la Palabra de Dios. Dios nos ha hablado acerca de todo en Su Palabra. Creer en la Palabra de Dios como está escrita es vivir con la fe correcta.
¿Cómo deberíamos vivir nuestra vida espiritual? ¿Tenemos que hablar por un micrófono y provocar reacciones emocionales en la iglesia diciendo: «Reciban fuego, fuego, fuego»? ¿O deberíamos decir: «Creo que Dios les curará de todas sus enfermedades. Satanás, sal de nosotros» y hacer milagros y prodigios curando enfermedades y haciendo que los paralíticos vuelvan a andar? El Señor nos está diciendo que hacer estas cosas en la iglesia no es la verdadera fe y que no es correcto que la gente crea en Dios porque ha visto estos prodigios. El Señor está diciendo que esta fe no es la fe que cree en la Palabra de Dios.
Está diciendo que la fe correcta consiste en creer y seguir la Palabra de Dios como Él la ha dicho. La verdadera fe consiste en preguntarse qué dice la Palabra de Dios acerca de cada cosa aunque no haya milagros o prodigios delante de sus ojos ahora mismo y en poner sus corazones en lo que la Palabra dice aunque no haya pruebas físicas todavía. Deben entender que es la verdadera fe y deben tener esta fe. Esta es la fe que complace a Dios. Esta es la fe espiritual. Todos debemos vivir con fe espiritualmente.
Para seguir a Dios y vivir la vida espiritual de fe bien, debemos servir al Evangelio del agua y el Espíritu y desear compartir el Evangelio más efectivamente en vez de intentar prosperar físicamente. La gente que tiene esta fe sirve a Dios. Debemos vivir nuestra fe para salvar las almas de los pecadores. Debemos creer en esta Palabra firmemente y seguir al Señor con la fe en que todo se cumplirá según Su Palabra cuando seguimos a Dios porque Él lo dijo, y no porque haya hecho milagros o prodigios. Nosotros estamos viviendo nuestra fe espiritualmente si creemos en la Palabra de Dios y la seguimos con fe. Pero no será una vida espiritual de fe si dudamos por las cosas que vemos ahora mismo y si no seguimos al Señor con fe. Dios dice que la gente que ha nacido de nuevo a través del agua y el Espíritu debe vivir una vida de fe espiritual.
Dios nos dijo que debemos servir y seguir a Dios con fe en Su Palabra. ¿Lo entienden? La gente del mundo sigue al Señor solamente cuando ve pruebas con sus propios ojos. Pero los nacidos de nuevo siguen al Señor aunque no puedan ver ninguna prueba con sus ojos. Por eso los pecadores cristianos a veces malinterpretan a los nacidos de nuevo. Pero los nacidos de nuevo deben vivir con fe en el Espíritu Santo diga lo que diga la gente. Si Dios nos dice algo, debemos creerlo tal y como lo ha dicho.
Si la Palabra de Dios en Mateo 3, 13-17 dice que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo cuando fue bautizado por Juan el Bautista y cumplió toda la justicia de Dios, todos nosotros debemos creer exactamente como está escrito. Jesús dijo que cumplió toda la justicia a través de Su bautismo impartido por Juan el Bautista. Todos debemos saber y creer que todos nuestros pecados han sido transferidos a Jesucristo cuando creemos en la Palabra de Dios. Esta es la vida espiritual de fe.
La Biblia dice: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). Dios nos dijo esto. La Palabra de Dios nos dice que Jesús tomó los pecados del mundo para siempre al ser bautizado. Por tanto, creemos que nuestros pecados han sido transferidos a Jesús. Debemos reconocer que Jesús tomó todos nuestros pecados al ser bautizado. Debemos creer que nuestros pecados han sido transferidos a Jesús aunque no lo hayamos visto con nuestros propios ojos o no nos provoque ningún sentimiento. Debemos entender la justicia de Dios con nuestra cabeza y creer en ella con nuestro corazón. Esta es la vida de fe espiritual correcta, que consiste en recibir la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios, y en tener la fe que cree en Dios, a quien no podemos ver con nuestros ojos, así como en su Palabra.
Debemos tener ahora la fe que nos lleva a una vida espiritual de fe. Debemos crecer en la fe como niños. Estábamos contentos cuando Dios hacía cosas por nosotros cuando éramos jóvenes espiritualmente. Pero después de crecer un poco, debemos entender la Palabra de Dios que reconoce que todas las bendiciones escritas en la Biblia son nuestras si la Palabra de Dios lo dice, aunque no podamos ver prueba de ello ahora mismo. ¿Lo entienden? Debemos vivir nuestras vidas de fe espiritualmente si queremos vivir con fe hasta que vayamos ante la presencia del Señor y hasta el día en que vuelva el Señor, es decir, hasta el fin del mundo. Debemos vivir nuestra vida espiritual con fe en la Palabra. Debemos vivir con fe en la Palabra digan lo que digan las personas, y entonces podremos experimentar las bendiciones abundantes de Dios con toda certeza.
Si somos jóvenes en la fe, tendemos a perdernos a causa de las circunstancias presentes. Estamos felices cuando alguna cosa insignificante va bien y nos deprimimos cuando algo va mal porque nuestra fe es joven y no tenemos una fe firme en la Palabra de Dios. Pero las Escrituras dicen: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11, 1). Este pasaje significa que seguimos la Palabra de Dios porque creemos en ella y la esperamos porque creemos en la Palabra.
No podemos ver a Dios. Pero el pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea» (Juan 4, 50-54).
¿Lo entienden? Dice que el noble creyó lo que el Señor dijo y todo ocurrió tal y como Él dijo. Nuestra esperanza también se cumplirá según la Palabra de Dios si creemos en Su Palabra y vivimos según esa Palabra. Creer en la Palabra de Dios y vivir por ella es la vida espiritual de fe. No hay nada más correcto que esto. Debemos vivir la vida de fe espiritualmente.
Debemos volver a examinar nuestra fe y ver si es correcta o no. Si siguen a la Iglesia porque les gustan las cosas que hace exteriormente, porque les gustan los santos aunque no creen en la Palabra de Dios, y porque no tienen otra opción que este tipo de vida, deben escapar de este tipo de fe. Debemos creer en la Palabra de Dios porque nos dice solamente la verdad. Somos personas sabias si creemos y seguimos la Palabra de Dios con conocimiento: «Dios dijo esto y lo otro acerca de este tema».
Dios nos hace promesas en numerosas Palabras en los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Nos dice que creamos. Y dice que todas Sus promesas se cumplen en los creyentes. Debemos servir a Dios, seguirle, predicar el Evangelio y vivir el resto de nuestras vidas creyendo en la Palabra de Dios. Vivimos creyendo en la Palabra que dice que es correcto vivir la vida de fe espiritualmente.
Debemos entender que seguir la Palabra de Dios por fe es la vida espiritual de fe. No podrán evitar caer en la tentación si tienen una mente carnal. Todos debemos vivir una vida espiritual de fe y buscar a Dios creyendo en Su Palabra. Debemos vivir la vida espiritual de fe para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos volver a examinarnos y ver si estamos viviendo nuestra fe espiritualmente o no, y todos los que hemos nacido de nuevo del agua y el Espíritu debemos vivir esa vida espiritual de fe.