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Tema 18: Génesis

[Capítulo 3-14] Busquen siempre el beneficio de Dios (Génesis 3, 1-24)

Busquen siempre el beneficio de Dios(Génesis 3, 1-24)
«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho. La cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis». Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente:
Por cuanto esto hiciste,
maldita serás entre todas las bestias,
entre todos los animales del campo;
sobre tu pecho andarás,
y polvo comerás
todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad
entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza,
y tú le herirás en el calcañar.
A la mujer dijo:
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;
con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido,
y él se enseñoreará de ti.
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él;
maldita será la tierra por tu causa;
con dolor comerás de ella
todos los días de tu vida.
Espinos y cardos te producirá,
y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres,
al polvo volverás.
Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida».
 
 
La Biblia dice que Satanás es astuto y conoce muchos trucos. Cuando caemos en la decepción de Satanás, intentamos hacer obras por hipocresía. Un ejemplo de esta hipocresía lo encontramos cuando Adán se hizo vestiduras con hojas de parra. Cuando más hipócritas seamos, más nos apartamos de Dios, porque estamos confiando en nuestra propias fuerza e intentamos establecer nuestra propia justicia, en vez de buscar la gracia de Dios en nuestra vida y poner nuestra fe en la justicia de Dios.
El capítulo tres del Génesis describe cómo Adán y Eva fueron engañados por Satanás y cómo Dios los maldijo por ello. La serpiente le dijo a Eva: «¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?». La astuta serpiente utilizó estas palabras para engañar a Eva y hacerla caer en la trampa. Satanás hizo esta pregunta deliberadamente para cambiar la Palabra de Dios y hacer que Eva dudase, y así hacerla caer en la trampa.
Pero ¿dónde dijo Dios que Adán y Eva no podían comer de todo árbol? Lo que Dios dijo en realidad es lo siguiente: «De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Génesis 2, 16-17). Satanás lo sabía, pero aún así le preguntó a Eva si Dios le había dicho que no comiera de todo árbol del jardín. Esto sólo puede significar que Satanás tenía un plan malvado en mente.
Si alguien dice algo ridículo y sin sentido, nadie le escucha. Pero si hace que sus palabras parezcan sensatas, la gente estará dispuesta a escucharle. Hoy en día, el astuto Diablo utiliza la misma técnica para de distracción para llevar a la humanidad a no creer en Jesús y caer en la destrucción. Si Satanás intentase hacer que la gente no creyese en Jesús directamente, no le saldría bien la jugada. Por eso al principio el Diablo deja que la gente crea en Dios, pero se asegura de que sean engañados y crean en falsas doctrinas, para que no puedan ser salvados de sus pecados a pesar de creer en Jesús. Satanás es muy astuto, incluso desde tiempos de Adán y Eva.
Satanás es tan astuto que se armó de palabras para decepcionarnos y frenar la fe del hombre.
Satanás le dijo a Eva: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer le respondió: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis».
Por eso Eva no sólo fue engañada por Satanás, sino que además resultó herida de muerte. En otras palabras, el Diablo hizo que su fe se tambalease. Ella había recordado lo que Dios le había dicho hasta entonces, pero ahora su fe estaba siendo cuestionada por las palabras de Satanás. Así que cuando alguien cae en la trampa del astuto Diablo, su fe se corrompe así.
Por tanto debemos saber cómo distinguir la obra espiritual de la obra carnal. Si los obreros de Dios no pueden distinguir la obra del Espíritu de la obra de la carne, acabarán cometiendo multitud de errores. Si un ministro no sabe cuál es la obra espiritual y cuál es la carnal, será engañado por Satanás. Por eso debemos distinguir lo carnal de lo espiritual.
¿Puede alguien distinguir lo carnal de lo espiritual por nosotros mismos? No. Por eso se necesitan líderes en la Iglesia de Dios, y cada trabajador y santo debe ser guiado por los siervos de Dios. Cuando Dios nombra a Sus siervos, les da sabiduría espiritual. Al asegurarnos de que podemos ver cómo Satanás intenta engañar a los santos en diferentes áreas, Dios nos permite guiar a los santos correctamente. Dios ha establecido Su Iglesia y ha nombrado a Sus siervos para que trabajen en ella, y así sean guiados adecuadamente y no sean engañados por los trucos de Satanás.
Como podemos ver en el pasaje de las Escrituras de hoy, el Diablo no dijo que comer del árbol fuera incorrecto al 100 %. Un 5 % de lo que dijo era mentira, mientras que el otro 95 % era cierto. No mencionó el árbol del conocimiento del bien y del mal que había en el centro del jardín, sino que simplemente dijo: «¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?».
El Diablo cambió la Palabra de Dios aunque en esencia parecía ser la verdadera Palabra de Dios. Y la mujer respondió: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis». Así que, como podemos ver aquí, Eva pronunció estas palabras sin fe bajo la influencia de Eva.
La gente también se deja influir por las compañías. Cuando están con alguien espiritual, sus mentes también son espirituales, pero cuando están con gente carnal, sus mentes también son carnales. Y cuando alguien está con el Diablo, recibe su influencia sin darse cuenta por mucho que intente impedirlo. Por eso Eva estuvo bajo la influencia de Satanás. Por eso, en vez de creer en la Palabra de Dios tal y como es, es decir que morirían seguro si comían el fruto, Eva dijo que Dios había dicho que no comieran del fruto «no sea que muráis».
Incluso después de nacer de nuevo, si seguimos manteniendo una relación con los seguidores de la religión que conocíamos antes, seremos influidos por ellos. Aunque lo que esta gente dice no tiene sentido, si seguimos con ellos, acabaremos siendo como ellos. En realidad si seguimos reuniéndonos con los que no tienen nada que ver con la Palabra de Dios, escuchamos sus sermones, participamos en sus reuniones, y oramos con ellos, nos acercaremos a sus mentiras cada vez más.
Como sus mentiras se parecen mucho a la Verdad, nos acostumbramos a ellas gradualmente sin dudar. Así que al final, perdemos nuestra fe completamente. Este es el plan astuto de Satanás. Por eso el Señor dijo: «Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos» (Mateo 16, 6). Si los justos siguen escuchando a la gente del mundo, su fe se vendrá abajo. La fe de Eva fue puesta en peligro porque escuchó a la serpiente. Por eso dijo: «No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis».
En la Biblia está escrito claramente que Jesús tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan. Pero aún así hay muchos cristianos que confiesan: «Aunque creo en Jesús como mi Salvador, todavía tengo pecados en mi corazón». Esta es otra manera de decir: «Jesús no quitó todos mis pecados», lo que significa básicamente: «Jesús no es mi Salvador». Vemos a mucha gente cuya fe está corrupta.
Toda casa debe tener una puerta y una valla. El interior de la casa debe distinguirse del exterior. Si la fe de la gente en el Evangelio del agua y el Espíritu ha cambiado, se debe a que no han puesto una valla de fe. Esta gente sigue acudiendo a falsos profetas para ver si pueden conseguir algo de ellos, y siguen exponiéndose a la mentira y así dejan de tener fe.
Debemos tener sabiduría para ver la situación. Incluso nuestros enemigos espirituales conocen algunas verdades. En ciertos aspectos nuestros enemigos espirituales no están del todo equivocados. Pero si nos olvidamos de todas las falacias que inventan por estos aspectos que tienen en común con nosotros, seremos como ellos. Como ya he dicho en repetidas ocasiones, debemos marcar la frontera de la Verdad con nuestros enemigos. Esto se debe a que sólo entonces tenemos la fe correcta y podemos defenderla en nuestras vidas.
La Iglesia de Dios es la reunión del pueblo de Dios que cree en Su Palabra. En este caso no hay levadura espiritual. Pero si entra la levadura, la Iglesia de Dios debe quitarla. La manera de pensar de la humanidad y su sistema de valores son como la levadura, y la Iglesia de Dios quita esta levadura con la Palabra de Dios.
Si este mundo no tuviese la Palabra de Dios, la gente viviría en un mundo lleno de levadura. Si hay levadura, no puede haber obra del Evangelio del agua y el Espíritu. Los libros que escriben los que no han nacido de nuevo son un montón de levadura, y si alguien permite que se sigan publicando, su alma morirá. Dios nos dijo: «No comáis del árbol del conocimiento del bien y del mal que hay en medio del jardín. Si lo hacéis, moriréis». Pero si no creéis, caeréis en la decepción astuta de Satanás y acabaréis perdiendo cualquier tipo de fe que hayan tenido.
Satanás nos reta y nos incita a ser hipócritas. Este desafío es muy astuto. Así es cómo el Diablo nos acecha con astucia: Él se acerca a nosotros como alguien que entienda nuestras necesidades carnales o como alguien que nos hace pedirles a los siervos de Dios que cubran nuestras necesidades carnales.
En Cristo, entendemos a los que están luchando con sus deseos carnales. Pero aún así, lo que debe estar claro es que la Iglesia no debe tolerar las intenciones de la gente carnal. Como nosotros también vivimos en la carne, a veces también tenemos deseos carnales, pero esta no es la fe correcta. Si seguimos nuestros pensamientos carnales y la Iglesia nos lo permite, sólo nos quedarán un puñado de doctrinas cristianas y de relaciones humanas; la verdadera fe se corromperá y aceptaremos la idea de que el Evangelio se puede encontrar en cualquier iglesia.
Si la Iglesia pone demasiado interés en los asuntos carnales, no podrá guiar a las almas correctamente. Por ejemplo, imaginemos que una familia es tan pobre que debemos ayudarla económicamente. Por supuesto, si la ayuda económica les beneficia, debemos ayudarles. Sin embargo, hay un problema, la gente que recibe ayuda económica de la Iglesia, sólo quiere los beneficios materiales, y cuando no los recibe, deja la Iglesia. He visto esto en muchas ocasiones.
1 Juan 1, 9 dice: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». ¿Cuál es la diferencia entre el cristianismo mundano y la Iglesia de Dios que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu? Los cristianos que se han comprometido con el mundo no tienen pecados, porque Jesús los ha borrado todos. Sin embargo, también dicen que la remisión de los pecados se recibe cuando se confiesan los pecados diarios y se ofrecen oraciones de penitencia todos los días.
Pero nosotros creemos que aunque no confesemos, Jesús ya ha quitado todos los pecados del mundo. Dios hace que nuestros corazones se sientan culpables para enseñarnos lo que hemos hecho mal. Por esta razón admitimos nuestras debilidades y confesamos nuestros pecados, no porque tengamos pecados en nuestros corazones y queramos recibir la remisión de los pecados al hacerlo.
En realidad Adán era el líder de Eva. Cuando hay dos o más personas en un grupo, Dios escoge a un líder. Cuando dos de nuestros obreros se fueron a Yanbian (China) con sus familias, para predicar el Evangelio, la Iglesia nombró al Evangelista Chang como su líder. La Iglesia le pidió al Evangelista Chang que fuera el líder y al Evangelista Park le dijo que siempre consultara con él y no tomase decisiones por su propia cuenta. Así se puede servir al Evangelio correctamente. Por eso debemos tener líderes en la Iglesia de Dios.
Sólo porque sirvamos al Evangelio, no significa que seamos gente de fe. Cuando los deseos carnales nos atormentan a todas horas, debemos dejarlos y seguir al Señor. No nos convertimos en líderes con tan sólo recibir la remisión de los pecados y desearlo. Los siervos de Dios deben ser capaces de distinguir lo espiritual de lo carnal, conocer las artimañas de Satanás y esquivarlas. Sólo entonces la Iglesia de Dios puede guiar a los santos correctamente.
Y los líderes de la iglesia deben impedir que Satanás moleste a la Iglesia de Dios. Todo el mundo piensa que sus pensamientos son correctos y adecuados espiritualmente. Así que cuando no hay líderes, no podemos distinguir los diferentes tipos de pensamientos que salen de nuestra mente y no podemos saber si son carnales o espirituales. Sólo cuando tenemos a alguien que nos guíe podemos defender nuestra fe, guiar a otras almas correctamente, y evitar ser engañados por los trucos de Satanás.
Satanás es muy astuto. El Diablo es tan astuto que incluso los siervos de Dios pueden caer en su trampa. Para poder asegurarnos de que Satanás no nos engaña, debemos estar firmen en la fe. En otras palabras, deben estar firmes en la Palabra. Nuestras mentes tienen pensamientos carnales y espirituales, pero debemos mantener nuestros pensamientos espirituales y aferrarnos a la fe.
Por eso los que son espirituales no creen ser justos en la carne. No confían en su propia carne, como el Apóstol Pablo dijo: «Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne» (Filipenses 3, 3). Cuando trabajamos para servir a Dios, la gente espiritual nunca insistimos en nuestros pensamientos carnales. Nos negamos a nosotros mismos y seguimos al Señor. Esto se debe a que sabemos a que somos seres carnales y a que el Señor es Espíritu, y por eso nos negamos a nosotros mismos y seguimos al Señor. En la Iglesia, el seguir a la Palabra de Dios y dejar que la Iglesia nos guíe tiene un precio, sólo se consigue si nos negamos a nosotros mismos.
La Biblia dice: «Sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra» (Génesis 2, 6). Esto significa que nuestros pensamientos son siempre malvados y sólo desean lo carnal, y por eso no valen de nada para nuestras vidas espirituales. ¿Cómo podemos negarnos a nosotros mismos? Sólo podemos negarnos cuando creemos que nuestros pensamientos son malos y que la Iglesia de Dios hace el bien siempre. Los santos deben darse cuenta de que están en la carne y de que el Señor es Espíritu, y por eso deben saber y creer que Dios ha nombrado a Sus siervos en Su Iglesia y les ha dado mentes espirituales y fe. De esta manera Dios guía a Su Iglesia. Entonces los santos pueden negarse a sí mismos y dejarse guiar por la Iglesia.
Si la Iglesia de Dios estuviera llena de amor carnal y permitiera entrar a todo el mundo, incluso a los que causan problemas, la gente estaría contenta. Si consideramos esto desde el punto de vista carnal, podríamos pensar que la Iglesia prosperaría más y tendría más santos y mayor sentimiento; pero desde el punto de vista espiritual, sabemos que esto mataría a las almas. Si los siervos de Dios toleraran todos los deseos carnales de los santos, al principio les gustaría, pero al final sus almas no podrían crecer ni transformarse espiritualmente.
Cuando la maldad carnal de un santo se revela y un líder de la iglesia le rechaza, el santo piensa: «Este hombre es muy frío, no le importa nadie», pero cuando pasa este momento, el Señor le hace darse cuenta de lo que ocurre. El Señor le enseñará lo siguiente: «Tuvo que regañarte para enseñarte una lección. Y tú estabas equivocado».
Nuestro Señor posee la Verdad y el amor. Su amor no es el tipo de amor que tolera todo a ciegas. El Señor es justo. En otras palabras, el Señor está lleno de amor y justicia. Cuando los santos necesitan nuestra ayuda, debemos ayudarles aunque no quieran.
Por muy amable y generoso que sea alguien en la carne, esta relación carnal no puede durar mucho. Se deshará pronto porque es como una casa sin cimientos. Debemos distinguir lo que es espiritual. Aunque no podemos vivir espiritualmente al 100 %, en nuestros corazones debemos diferenciar lo espiritual de lo carnal y debemos vivir por el Espíritu Santo. Entonces Dios obrará en nuestras vidas, la Verdad no saldrá de nosotros y nuestra fe espiritual nos protegerá. Así nace la Iglesia.
De hecho la Iglesia de Dios no puede ser establecida por cualquiera. Sólo porque hayamos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no significa que podamos establecer la Iglesia de Dios predicando el Evangelio. En primer lugar, se necesita un siervo de Dios para establecer Su Iglesia. Los siervos de Dios deben tener la habilidad de predecir o que puede pasarles a los santos en el futuro y deben saber cómo distinguir lo carnal de lo espiritual, y guiar a las almas correctamente. Sólo entonces se puede establecer la Iglesia de Dios y empezar sus ministerios. Sólo entonces se puede expulsar a los siervos de Dios de la Iglesia aunque se metan en ella, y entonces Dios puede cumplir con Su bondad en la Iglesia. Sin embargo, si intentamos servir al Evangelio y ser líderes en la Iglesia aunque no podamos distinguir lo carnal de lo espiritual, acabaremos sirviendo al Diablo.
Mis queridos hermanos, ¿qué pasaría si no tuviésemos fe y dijésemos «no sea que muráis» en vez de «moriréis»? Que sería nuestro fin. ¿Qué conseguiríamos al predicar el Evangelio entonces? Después de escuchar toda la Verdad del Evangelio, pueden decir: «Jesús he quitado todos mis pecados. ¡Aleluya! Pero como todavía cometo pecados, tengo que orar todos los días para borrar mis pecados personales. Esto es una verdad bíblica. Miren aquí. Lean 1 Juan 1, 9. ¿Acaso no dice que debo confesar mis pecados mediante la oración?». Esto es lo que dicen los que no tienen fe de verdad.
He mencionado las oraciones de penitencia en un sermón anterior. Como nuestra conciencia está molesta, nos confesamos, pero no porque Dios quiera que nos confesemos ante Él. Como Dios ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, desde el punto de vista de la fe, todos nuestros pecados han desaparecido. Nos confesamos para librarnos del mal, no porque tengamos pecados. ¿Entienden lo que quiero decir?
Sin embargo, si dijéramos con lealtad: «La remisión de los pecados se recibe mediante la confesión», entonces estaríamos rebelándonos contra Dios y construyendo el reino del Diablo. Incluso cuando sufrimos, cuanto más predicamos el Evangelio sin la fe verdadera, más gente acabará uniéndose al ejército del Diablo. Aunque esta no sea nuestra intención, es lo que pasaría en realidad. En realidad, sería mejor que esta gente no tuviera fe.
Sin embargo, muchos de ellos quieren vivir con fe a toda costa. Ponen tanto interés que llegan a gastarse todo el dinero en los demás. Pero desde el punto de vista espiritual, le servirían de más a Dios si no hiciesen nada. Esta gente hace esto porque no puede distinguir lo carnal de lo espiritual. En otras palabras, como cayeron en la trampa de Satanás, ahora se encuentran en esta situación.
Mientras vivimos con fe, podemos observar que tenemos todo tipo de pensamientos sucios de vez en cuando. Cuando caemos en la red de esos pensamientos carnales en vez de seguir al Espíritu, tenemos todavía más pensamientos egoístas y sucios. Así que lo que debemos hacer es seguir la Palabra de Dios desde el principio. Del mismo modo en que el pueblo de Israel seguía al Arca de la Alianza, nosotros debemos seguir a la Palabra de Dios.
Debemos ser obreros que saben lo que es espiritual y que siguen al Espíritu por fe. Debemos distinguir lo que es espiritual. Por ejemplo, los estudiantes de nuestra misión no han aprendido cómo predicar la Palabra de Dios. Por que lo que se les enseña principalmente es a seguir la voluntad de Dios y para ello deben aprender a distinguir los deseos del Espíritu Santo de los deseos carnales. Dicho de otra manera, están siendo entrenados para negarse a sí mismos y servir al Evangelio del agua y el Espíritu con lealtad. Su objetivo, al venir a la Mission School, es darse cuenta de cómo deben vivir para tener la verdadera fe. Si se dan cuenta de esto y lo ponen en práctica por fe en sus vidas, no tendrán nada más que aprender.
Deben escuchar la Palabra de Dios, crecer en la fe, seguir a sus predecesores en la fe, obedecerles y unirse con ellos. Les voy a contar una historia. Había una vez un reino en el que vivía gente inteligente y un reino en el que vivían tontos, y un día estos dos reinos se declararon la guerra. Todos los habitantes del reino inteligente era sabio, desde el rey hasta el ministro de defensa e incluso los soldados. Pero en el reino de los tontos todo el mundo era estúpido, desde el rey hasta el ministro de defensa e incluso los soldados. Entonces hubo una guerra entre estos dos reinos rivales.
El capitán del reino inteligente gritó: «¡A la carga!». Pero los soldados pensaron: «Si ataco así, seré el primero en morir. Mejor me escondo en un agujero y cuando el enemigo esté cansado, saldré al campo de batalla, atacaré y así pareceré un héroe». Así que todos los soldados se escondieron en agujeros. Sin embargo cuando el capitán del reino de los tontos gritó: «¡A la carga!», los soldados atacaron. Así que mataron uno a uno a todos los soldados del reino inteligente que estaban escondidos en los agujeros. ¿Quién ganó la guerra? El reino de los tontos la ganó.
Por eso nosotros sólo podemos obedecer las órdenes de la Iglesia de Dios si nos convertimos en tontos. De hecho, todos ustedes son cortos de entendimiento. La gente del mundo dice que no nos entiende ya que parecemos tontos a los ojos de la carne. Y dicen que nadie cree como nosotros, aunque creamos en lo que dice la Palabra de Dios. Así que si nos evaluamos según los parámetros del mundo, somos estúpidos. Somos idiotas. Los cristianos del mundo nos llaman estúpidos y nos tratan como si fuéramos idiotas, porque ellos se comprometen con el mundo fácilmente y son flexibles, pero nosotros sólo seguimos la Palabra de Dios y predicamos únicamente el Evangelio del agua y el Espíritu.
Si nos medimos con los parámetros de la humanidadm pensaremos que es bastante estúpido seguir la Palabra de Dios. De hecho, si seguimos al Señor correctamente, es cuestión de tiempo que nos traten así. Como el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6, 26).
A veces la Iglesia de Dios también parece tener poca compasión con los santos. A penas tenemos vidas privadas y cuando revelamos nuestros pensamientos, se nos regaña. Sin embargo, esto se hace porque nuestros pensamientos no son correctos ante Dios y la Iglesia nos reprende para corregir nuestras faltas. Si expresásemos nuestras opiniones al creer en la Palabra, la Iglesia aprobaría esas opiniones.
Seguir a la Iglesia de Dios es seguir al Señor. Sólo cuando somos espirituales podemos seguir a la Iglesia de Dios, y sólo cuando seguimos la voluntad de Dios a través de Su Iglesia podemos seguir al Señor. Mis queridos hermanos, ¿quieren seguir la voluntad de Dios? ¿Desean seguir la voluntad de Dios pase lo que pase? Si de verdad lo desean, entonces pueden seguir al Señor.
Cuando hacen su trabajo, a veces los resultados no son como esperaban, pero si sus corazones quieren seguir al Señor, Él lo hará todo. Si la voluntad del Señor es que pongamos los ladrillos, debemos poner ladrillos. Si queremos obedecer la voluntad del Señor, podemos hacerlo todo. Sólo alguien que va donde el Cordero le guía puede caminar con el Señor (Apocalipsis 14, 4).
Hay un orden definido en el Reino del Señor. Aunque no podamos verlo, hay orden y sabiduría en la Iglesia de Dios. Aunque no podamos verlo, hay autoridad y verdadera fe en ella. Cuando vemos cómo se hace una tarea determinada, a veces parece tan poco elaborada que pensamos: «¿Qué obra se hace sin cálculos ni planes?».
Pero al final, cuando vemos lo que ocurre, decimos: «Entonces el líder tenía un plan. Lo tenía todo planeado, aunque no había nada en su sitio». La Iglesia de Dios no hace las cosas sin motivo. Aunque tiene que pasar un tiempo para ver los resultados, los líderes ponen cada ladrillo con el plan que han ideado en mente. Esta es la sabiduría de Dios y Su voluntad.
En nuestras vidas de fe, debemos aprender a distinguir lo espiritual y debemos dejar que nuestros líderes nos enseñan. ¿Cuál es la voluntad de Dios? Si le complace a Dios, debemos hacer lo que Él quiera, aunque no estemos contentos con ello o pensemos de manera diferente. Debemos morir, pero el Señor debe vivir, debemos fracasar, pero el Señor debe tener éxito. «Debemos negar nuestros deseos, pero la voluntad del Señor debe cumplirse». Con este conocimiento espiritual, debemos negarnos y debemos hacer lo que beneficie al Señor. Debemos hacer lo que glorifique al Señor y beneficie Su Reino.
Si el Señor nos dice: «Ahora que habéis recibido la remisión de los pecados, debéis separaros del mundo», entonces debemos separarnos sin falta, pase lo que pase. Y si el Evangelio del agua y el Espíritu puede predicarse más, debemos hacer lo que sea por conseguirlo. ¿Cómo podemos complacer al Señor si sólo nos preocupamos de nuestro orgullo o bienestar? Si al Señor le complace, debemos dedicarnos al completo. Así es como debemos pensar.
El Señor dijo: «Buscad primero el reino de Dios y Su justicia». Debemos servir al Señor y la Iglesia de Dios, aunque perdamos algo. Ustedes y yo debemos vivir para el Señor. Cuando lo hacemos, podemos seguirle con lealtad. Y entonces podemos conocer al Dios vivo.
¿Buscan sus corazones su propio beneficio o el del Señor? ¿Seguimos la voluntad de Dios o nuestra propia voluntad? Debemos distinguir esto y vivir por el Señor. Y debemos orar al Señor para poder ser así. Al orar, debemos seguir adelante paso a paso. Debemos dejarnos guiar por Dios en cada paso que damos hacia la meta.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, si Eva hubiese vivido por el Señor, habría reconocido las artimañas de Satanás, pero por el contrario, atada por sus pensamientos, acabó cayendo en la trampa de Satanás.
Cuando el Diablo le dijo: «¿Acaso no te ha dicho Dios que no comas de ningún árbol?», su tentación podría haber acabado allí si Eva hubiese dicho lo correcto. Ella debería haber dicho: «No, te lo voy a decir una vez. Dios dijo que podía comer de todo árbol del jardín, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal que hay en medio del jardín. ¿Lo has entendido? No malgastes tu saliva conmigo». Pero Eva no tenía en mente el beneficio de Dios ni Su gloria.
Dios ha permitido a los seres humanos que coman del árbol de la vida y que vivan para siempre. Por supuesto, hay una razón por la que Dios hizo a la humanidad débil. Sabemos que Dios nos hizo débiles para que naciésemos de nuevo a través del Señor y nos convirtiésemos en Sus hijos.
Ahora, hemos nacido de nuevo. Si estuviésemos en la misma situación que Evan, ¿qué deberíamos hacer? Deberíamos hacer lo que beneficiase a Dios. Como hemos nacido de nuevo, debemo hacer lo que a Dios le convenga. Debemos hacer lo que a Dios le conviene siempre. Como nos hemos convertido en hijos de Dios desde el momento en que creímos en el Evangelio del agua y el Espíritu y nacimos de neuvo, debemos beneficiar a la Iglesia de Dios y al Evangelio. Entonces podemos hacerlo todo. Cuando Dios nos dice que prediquemos la Palabra, podemos predicarla, y cuando nos dice que recaudemos bienes materiales para servir al Evangelio, podemos recaudarlos para ofrecérselos.
Desde el punto de vista de Dios, siempre les ordena hacerlo todo a los que buscan el beneficio de Dios y piensan en Su voluntad sobre todas las cosas. Dios convierte en Sus siervos a los que buscan Su beneficio, el beneficio del Evangelio y el beneficio de la Iglesia y a través de ellos se glorifica. ¿Entienden lo que quiero decir aquí? Deben ser la gente que busca el beneficio de Dios ante todo.
Nuestro ministerio no es para nuestra propia denominación. Para ser sincero, me parece ridículo que muchos cristianos consideren que cualquier denominación que no sea la suya sea una herejía. Esto no es buscar el beneficio del Señor. Los seres humanos son tan estrechos de mente que sólo buscan su propio beneficio, en vez de vivir por Dios. Pero como nosotros hemos nacido de nuevo, debemos buscar el beneficio de Dios. El que debamos buscar el beneficio de Dios no significa que debamos hacer cualquier obra a ciegas, sino que debemos hacerlo todo siguiendo un plan y a su debido tiempo para que el Diablo no se aproveche de nosotros, y el Reino de Dios se levante con más fuerza.
Ustedes y yo debemos vivir el tipo de vida que busque el beneficio de Dios. Por eso estamos trabajando en la Mission School. Esta escuela no extiende ningún certificado o diploma, ni está acreditada por el mundo secular. Sin embargo, estoy seguro de que es el mejor lugar para formar a los obreros de Dios para que se conviertan en el ejército de Dios que busca Sus intereses.
Espero que los alumnos de la Mission School crezcan en la fe y vivan por el Señor en sus vidas cuando terminen su formación. Somos soldados de Dios que siguen en este mundo después de recibir la remisión de los pecados para el beneficio de Dios. Al darnos cuenta de esta verdad y al confiar en ella, debemos vivir por fe ante Dios.