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佈道

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-28] Dios ya nos ha bendecido a los creyentes como bendijo a Abraham (Génesis 12, 1-5)

(Génesis 12, 1-5)
«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron».
 
 
Estoy seguro de que la mayoría de ustedes están familiarizados con Abraham. El pasaje de las Escrituras de hoy viene de Génesis 12, 1-5, que describe cómo Abraham dejó su tierra y fue a la tierra de Canaán como Dios le había dicho. Y me gustaría compartir las bendiciones con ustedes de este pasaje. 
 
 
¿Nos dio Dios las mismas bendiciones que le dio a Abraham?
 
Dios bendijo a Abraham abundantemente. Estoy seguro de que Dios también nos dará estas bendiciones abundantes. Pero, ¿no hemos recibido las mismas bendiciones que Abraham? Hoy me gustaría que considerásemos esta cuestión detenidamente y nos preguntásemos si Dios nos ha dado estas mismas bendiciones que a Abraham. 
Para anticipar la conclusión, de la misma manera en que Dios había bendecido a Abraham, también ha bendecido a los que creen de verdad en Su justicia. Lo que es importante aquí es que creamos en la justicia de Dios de todo corazón. Si miramos simplemente nuestras circunstancias materiales, puede parecer que no hayamos recibido muchas. ¿Cómo podemos decir entonces que hemos sido bendecidos por Dios? Quizás algunos de ustedes estén pensando que estas bendiciones abundantes están reservadas solamente a Abraham o David y no se nos aplican a nosotros. 
Sin embargo, mis queridos hermanos, Dios ya nos ha bendecido abundantemente. Deben darse cuenta de que Dios nos ha dado las mismas bendiciones que a Abraham, ya que Dios también nos ama de todo corazón. Cuando miramos nuestras circunstancias materiales y situaciones físicas, podemos pensar que no hemos recibido muchas bendiciones que sean obvias, pero cuando nos damos cuenta del amor de Dios a través de Su Palabra, podemos ver claramente que hemos recibido abundantes bendiciones. 
 
 

Debemos darnos cuenta del corazón de Dios primero

 
El corazón de Dios está lleno de amor. Es absolutamente importante que nos demos cuenta de que Dios nos ama para siempre. Y como Dios nos ama, tiene un deseo sincero de bendecirnos. Y nos ha dado estas mismas bendiciones que a Abraham. Dios nos ha dado estas mismas bendiciones que Abraham cuando dijo: 
«Y haré de ti una nación grande,
y te bendeciré, 
y engrandeceré tu nombre, 
y serás bendición. 
Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré; 
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra»
Cuando nos damos cuenta del amor de Dios por nosotros, podemos poner toda nuestra confianza en Él y darnos cuenta de cómo hemos sido bendecidos por Él. Así es como las bendiciones de Dios entran en nuestros corazones. Por mucho que un matrimonio se quiera, si no expresan su amor el uno por el otro no podrán apreciarlo. Si el marido está demasiado ocupado con su trabajo para expresar el amor por su mujer o tener conversaciones importantes con ella, y llega a casa cansado y solo quiere comer y dormir como si fuera un huésped, entones la mujer se preguntará: “¿Es este mi marido? ¿Me quiere?”. Estoy seguro de que todas las mujeres tienen un momento así. 
Pero si su marido es así y entra y sale como un huésped no es porque quiera, sino porque está demasiado ocupado intentando mantener a su familia en este mundo. Así que deberían intentar entenderle y tener compasión de sus maridos. Las parejas recién casadas puede que no entiendan esto, pero cuando pase suficiente tiempo y el marido esté abrumado por el trabajo, estará demasiado ocupado y le resultará difícil decirle a su mujer que la quiere. Para ser sincero, muchos maridos ni siquiera saben dónde están las cosas en sus casas. Así que sus mujeres se sienten como si tuvieran un huésped en vez de un marido. Pueden imaginarse lo frustrante que debe ser esto. Por eso los matrimonios acaban peleándose. Pero, cuando surgen problemas, tanto el marido como la mujer se culpan los unos a los otros, discutiendo acerca de quién empezó la pelea. Si están teniendo problemas maritales, deben tomar un respiro, pensar lo que está causando el problema en vez de culparse el uno al otro. Entonces se darán cuenta de que sus problemas matrimoniales se deben a que no han entendido a sus esposos o esposas. 
Si sus maridos no saben expresarse bien, deben ayudarles a aprender a expresarse. Muchos maridos se sienten demasiado ocupados como para decirles a sus mujeres que las quieren tan a menudo como les gustaría a ellas oírlo. Así que, si quiere que sus maridos les digan que les quieren, pídanselo con calma durante la cena y no les ataquen. Hay pocos maridos que les dicen a sus esposas así por así que las quieren sin que se lo pidan. Por supuesto que hay excepciones, pero la mayoría de los hombres no lo dicen. Y por eso muchos maridos dicen pocas palabras durante la cena. Estoy diciendo esto para hacer hincapié en lo importante que es para una pareja casada entenderse, ya que es absolutamente indispensable que se comuniquen, se consuelen y aseguren un matrimonio feliz. Cuando saben lo que pasa por la mente de sus cónyuges, pueden sacar fuerzas de ello, pero si no es así, estarán muy frustrados con su matrimonio y será como una pesadilla. 
Lo mismo ocurre con nuestra relación con Dios. Si miramos nuestras circunstancias materiales, no podemos encontrar la respuesta a la pregunta de por qué Dios nos ha bendecido, de si nos ama sinceramente o no, o de si Su amor vive en nosotros ahora. Por el contrario, si pensamos en nuestras circunstancias nos sentiremos como si Dios no tuviera interés en nosotros, y mucho menos amor. 
Por tanto, es muy importante para nosotros mirar el corazón de Dios en vez de nuestras propias circunstancias. Al observar el corazón de Dios a través de la Biblia, podemos ver que nos ama tanto y que nos está bendiciendo abundantemente. El corazón eterno de Dios está lleno de amor por nosotros como antes y nos está bendiciendo abundantemente. De Su Palabra podemos darnos cuenta de que nos ama y de que nos ha bendecido abundantemente. 
Aunque crean en Jesús, hay veces en las que las cosas no salen bien y tienen problemas en la vida y como resultado se preguntan si Dios les ama o no. ¿Acaso no han tenido momentos deprimentes como este en los que su corazón está lleno de preocupaciones y se preguntan: “¿Me ha abandonado Dios? ¿He hecho tanto mal que Dios me odia ahora”? En estos momentos es absolutamente importante que confirmen en las Escrituras que Dios les ama con todo Su corazón, en vez de dudar una y otra vez. 
 
 

Dios nos ama a todos

 
Dios nos ha bendecido a todos. Nos ama a todos de corazón. El amor no es algo que se exprese haciendo ruido y gritando. El amor profundo no se expresa de manera exagerada. De muchas maneras el amor profundo no es visible fácilmente para los ojos de la carne. Sin embargo, aunque este tipo de amor no se ve con los ojos, podemos sentirlos definitivamente. El amor de Dios por nosotros es así. Aunque no se vea con los ojos de la carne, no cambia nunca y dura para siempre. E incluso ahora, Dios nos ama a todos. ¿Creen en esto?
Como Dios nos amó dijo: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré». Como Dios nos ama nos ha separado del mundo. Si Dios no nos amase de todo corazón, no le habría importado que nos quedásemos en nuestro país o con nuestra familia, o incluso si hubiésemos muerto. Sin embargo, como Dios estaba muy interesado en nosotros y quiso bendecirnos a todos, nos hizo salir de nuestro país, dejar a nuestra familia y la casa de nuestro padre para mostrarnos una nueva tierra en la que vivir. 
Nosotros hemos sido salvados por el Señor. Y al haber dejado nuestro país, nuestra familia y la casa de nuestro padre, estamos viviendo nuestras vidas de fe según la Palabra del Señor. Todos los que somos amados por el Señor hemos abandonado la casa de nuestro padre para ir a Dios. Este es el mandamiento que Dios nos ha dado y esta es la primera prueba de que Dios nos ama. 
 
 

Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu estamos viviendo separados del mundo

 
Ahora que han recibido la remisión de los pecados, ¿han dejado su país, su familia y la casa de su padre? Esto no significa que deban dejar a sus familias y padres, sino que significa que deben dejar de lado su manera de pensar y su fe que tenían antes de nacer de nuevo al escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, en vez de poner su corazón en el mundo, deben ponerlo en Dios, y después de abandonar sus pensamientos antiguos, deben unirse con la Palabra y vivir siguiendo la dirección que les mostró Dios. 
Dios nos amó tanto que nos separó de este mundo y nos hizo salir de nuestro país, nuestra familia y la casa de nuestros padres. Lo hizo para darnos aún más bendiciones. Si no nos amase, no lo habría hecho. Esto nos demuestra claramente que Dios está lleno de amor por nosotros sin duda. Como Dios nos ama nos ha bendecido, y para convertir estas bendiciones en realidad nos sacó de nuestro país, familias y casa de nuestros padres para obrar en nuestras vidas. Si creemos en esta verdad, nuestros corazones también estarán llenos de amor por el Señor. 
Cuando Abraham escuchó el mandamiento de Dios que le ordenó que saliese de su país, su familia y la casa de su padre, fue muy duro para él. Abraham tenía que ser separado de su familia amada y de todo su apoyo e ir a una tierra completamente extraña, y por tanto seguramente no quisiera hacerlo al principio. Quizás sintió resentimiento hacia Dios y lloró, sintiendo que Dios estaba siendo cruel y que no tenía corazón por darle está orden. Incluso entre ustedes hay algunos que piensan que han venido a una iglesia demasiado estricta y poco flexible. Sin embargo, como Dios había dado a Abraham una tierra nueva para bendecirle aún más por Su amor, el liderazgo de la Iglesia les dará a ustedes más bendiciones. Les pido que esperen con paciencia las bendiciones de Dios en vez de estar resentidos. 
Muy a menudo, solemos medir el amor de Dios mediante nuestras circunstancias cambiantes. Pero el amor de Dios no es algo que no se puede medir visiblemente. Si el amor pudiese ser medido mediante criterios visibles, esto significaría que un marido que le compra a su esposa regalos caros ama a su mujer, mientras que un marido que no puede permitirse regalos caros no ama a su mujer. Pero pocos hombres pueden permitirse comprar regalos caros para sus mujeres todos los días. Entonces, ¿podemos decir que todos esos maridos no aman a sus mujeres? Si esto fuese así, ¿cómo podría una mujer confiar en su marido y compartir su vida con él? Una mujer comparte su vida con su marido porque conoce su corazón, no porque le compre regalos caros visibles. De esta manera, hay momentos en los que intentamos medir el amor de Dios mediante nuestros éxitos materiales y nuestros fracasos, así que cuando las cosas no van como queremos, nos sentimos abandonados por Dios. Sin embargo, cuando miramos a Dios a través de nuestros ojos espirituales, podemos ver que nos ama siempre. Dios nos ama con todo Su corazón y nos ha bendecido de manera abundante. Sus bendiciones no son promesas para el futuro simplemente, sino que nos ha bendecido ahora. 
 
 
Debemos estar sumergidos en el amor de Dios
 
¿Creen en el amor de Dios? ¿Creen que Dios les ama de todo corazón? Si creen en el amor de Dios, entonces sus corazones estarán satisfechos verdaderamente. Esto se debe a que el verdadero amor y la comunión verdadera con Dios pueden compartirse cuando conocen Su corazón y confían en Él. Por muy difíciles que sean sus circunstancias y por muchas dificultades que tengan, todavía pueden sobrevivir con su perseverancia gracias al amor del Señor. Incluso si sus circunstancias son difíciles y están teniendo problemas económicos, o incluso si Dios parece que no les quiere dar bendiciones materiales, todavía pueden vivir una vida feliz porque saben que Dios les ama. De esta manera, es muy importante que nuestros corazones estén sumergidos en el amor de Dios. Sin embargo, el problema es que muy a menudo no lo hacemos y miramos al mundo con nuestros ojos de la carne. Cuando ponemos nuestros corazones en las cosas materiales y temporales, acabamos tan ocupados calculando nuestras ganancias materiales y pérdidas que no podemos ir al dominio de la fe. En momentos como este, perdemos nuestra pasión por Dios y nuestros corazones se desesperan y se marchitan. Acabamos yendo por la vida sin ninguna fe. 
Por el contrario, si creemos en el amor de Dios y lo que ha hecho por nosotros, entonces incluso el corazón más desolado puede florecer con la fe y convertirse en un suelo fértil. Cuando creemos en el deseo sincero de Dios de bendecirnos a través de Su Palabra, las flores empezarán a florecer en nuestros corazones, tendremos una conexión con Dios y compartiremos verdadera comunión y amor. Creo de todo corazón que Dios nos ama. Y estoy absolutamente convencido que Dios desea amarnos y bendecirnos. 
El Cantar de los Cantares es la historia de amor entre el Rey Salomón y una mujer sulamita. En este Libro podemos ver que todas las dificultades pueden vencerse por amor, y de la misma manera, nosotros podemos vencer nuestras dificultades si sabemos cuánto nos ama Dios. Cuando nos damos cuenta de que el corazón de Dios está lleno de amor por nosotros y de que nos ha bendecido con este amor, podemos superar cualquier obstáculo con el que nos encontremos mientras hacemos la obra de Dios en Su Iglesia. Aún es más, tendremos un deseo aún más grande de hacer la voluntad de Dios aún más ardientemente. Si de verdad creemos que Dios nos ama y nos ha bendecido, entonces cumpliremos la obra que Dios nos ha confiado, aunque no seamos recompensados ni reconocidos por nuestra labor. Pero cuando nuestra labor empiece a dar fruto, en vez de recibir el mérito por ello y alardear de ello, alabamos al Señor y le damos gracias por darnos la oportunidad de servirle. 
Dios ha construido Su Iglesia en este mundo, y estamos sirviendo al Señor en esta Iglesia. ¿Estamos sirviendo al Señor para asegurar nuestra prosperidad material? ¿Es condicional nuestra disposición a servir al Evangelio? No, por supuesto que no. Como nuestro Dios nos ha amado primero, estamos intentando servir al Señor lo mejor que podemos a pesar de nuestros fallos, y como conocemos el amor de Dios por nosotros, le amamos y hacemos Su obra justa que nos ha confiado. Sea lo que sea lo que complace a Dios, lo hacemos contentos sin otros motivos o deseos. Cuando la obra que hacemos complace a nuestro Señor y Su voluntad se cumple un poco a través de esta obra, estamos contentos de dedicarnos a esta obra y confiar su fin a Dios. La verdad es que estamos haciendo algo que complace a Dios y esto hace que nuestro corazón esté lleno de gozo y por eso podemos hacer nuestra obra diligentemente sin esperar nada a cambio. Por tanto, nuestra fe debe empezar con la creencia de que Dios nos amó tanto y nos ha bendecido de todo corazón. Dios nos ha dado Su amor infinito y bendiciones ilimitadas a todos, y al venir a nosotros en persona nos ha salvado de todos nuestros pecados y nos ha dado una vida nueva. Dios nos ha dado Su amor eterno. E incluso ahora nuestro Dios todavía nos ama. De hecho, incluso en este momento el Señor nos está bendiciendo a todos. A veces no podemos apreciarlo. Cuando buscamos lo que nuestros ojos de la carne pueden ver en vez de intentar leer el corazón del Señor por fe, no podremos ver el amor grande de Dios y acabaremos sin poder entender Su mente. 
¿Puede alguno de nosotros negar el hecho de que Dios nos ama, de que nos ha bendecido abundantemente y de que nos está ayudando en todo momento? ¿Puede alguno de nosotros negar este amor de Dios? No, por supuesto que no. Ninguno de nosotros puede negar el amor de Dios porque ha demostrado claramente que nos ama. Por eso, el Señor nos ha bendecido abundantemente y nos ama de todo corazón. 
 
 
Debemos tener la misma fe que Abraham, quien se convirtió en la fuente de bendiciones por fe
 
Dios quiso bendecir a Abraham, Como Dios amó tanto a Abraham, le dijo que se fuese de su país, su familia y la casa de su padre para que Dios le bendijese todo lo que quisiese. Dios le dio a Abraham esta orden para bendecirle, no solo en el Cielo, sino también en este mundo, y para hacer de él una gran nación. Fue para demostrarlo y hacer que nos diésemos cuenta de que Dios ordenó a Abraham que dejase a su país, su familia y la casa de su padre. De las bendiciones que Dios le dio a Abraham podemos ver que nuestro Dios nos ama y nos ha bendecido de la misma manera. Así que, el hecho de que Abraham fuese bendecido es la prueba que Dios nos ama de verdad. 
Dios dijo a Abraham que sería la fuente de las bendiciones. La fe de todos los que son amados por Dios es la fuente de todas las bendiciones. ¿Quién es bendecido por Dios? Aunque Dios ama a todos los seres humanos por igual, Sus bendiciones solo recaen sobre los que aceptan este amor en sus corazones sin reservas, y solo los corazones de los que tienen el Espíritu de Dios en ellos pueden convertirse en la fuente de bendiciones. 
Por supuesto, Jesucristo es la Fuente de todas las bendiciones, pero los corazones de los que creen en Dios también son la fuente de bendiciones. Cuando miramos de cerca los corazones de quien cree en Dios y ha sido bendecido por Él, podemos ver claramente que las bendiciones se encuentran en el corazón de esa persona. Ningún corazón es igual. Los corazones de algunas personas están bendecidos, mientras que otros no tienen bendiciones, y cuando miramos los corazones benditos, podemos ver que estos corazones han sido bendecidos por creer verdaderamente en Dios y seguirle.
¿Saben dónde se originan las bendiciones? Se originan en los que han aceptado y plantado el amor de Dios en sus corazones por fe. Dios dijo a Abraham: 
«Y haré de ti una nación grande,
y te bendeciré, 
y engrandeceré tu nombre, 
y serás bendición. 
Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré; 
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12, 2-3).
Esto significa que Dios, quien hace que Sus creyentes sean la Fuente de bendiciones, bendice a los que se unen a sí mismo con esta fe, y maldice a los que no. Dios dijo que los que bendijesen a Abraham serían bendecidos, mientras que los que le maldijesen serían maldecidos. Por supuesto, el convertirse en la fuente de bendiciones depende completamente de Dios, pero como Dios le dijo a Abraham: «Serán bendición», el estar bendecido o no depende de si la persona está de lado de Abraham o no. Así, tomando a Abraham como la norma, Dios bendice a los que bendicen a Abraham y maldice a los que le maldicen. Como fue Dios quien guió el corazón de Abraham, unir nuestros corazones con el de Abraham es unirse a Dios. Así que, si unen sus corazones con el de Abraham, Dios les bendecirá también. Esto se debe a que el corazón de Abraham es la fuente de las bendiciones. Y pueden ser bendecidos si se unen con los que tienen este corazón bendito. Esto se debe a que Dios prometió que Sus bendiciones entrarían a través de los que han unido su corazón con Él. Unir su corazón con el pueblo de Dios es unirse a Dios. Sin embargo, si intentan asegurar su propia prosperidad por encima de todo sin unir sus corazones con Dios, entonces no recibirán ninguna bendición. 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu han recibido el amor de Dios. Como personas que han recibido este amor de Dios, en nuestras almas no solo tenemos el amor de Dios, sino también Su verdad y bendiciones. Como somos amados por Dios, Dios bendice a los que se unen a nosotros y maldice a los que se levantan contra nosotros. Sabiendo esto, ¿cuánto nos ama Dios y cuánto nos ha bendecido que hasta bendice a los que nos bendicen y maldice a los que nos maldicen? Esto se debe a que nos hemos vestido con Sus bendiciones. Por supuesto que no somos Dios, pero tenemos fe en Él y Su amor siempre está con nosotros, y por eso bendice a los que nos bendice y maldice a los que nos maldicen. Así que tenemos que pensar en lo grande que es el amor que hemos recibido de Dios. Por Abraham todo el mundo ha sido maldecido o bendecido. Como Abraham, Dios nos ha bendecido. Nos ama con todo Su corazón y nos ha vestido con este amor. Nos ha dado un amor enorme y las bendiciones de bendecir a los que nos bendicen y maldecir a los que nos maldicen. 
Esta es la prueba de que nos hemos vestido del amor de Dios. No bendecimos o maldecimos a la gente por nuestra cuenta. Es Dios quien nos bendice y maldice a los que nos maldicen porque Dios nos ama de todo corazón y nos ha bendecido abundantemente. Así ama Dios a todo el mundo. Así que, ¿cómo podríamos decir que no hemos recibido las bendiciones de Dios? Aunque nuestras acciones no sean mejores que las de cualquier otra persona y nuestras apariencias externas no demuestren que hemos sido bendecidos, sin importar como seamos por fuera hemos recibido las bendiciones de Dios y Su amor, ya que Dios nos está cuidando. Esto no es algo que Dios le dijese solo a Abraham o a Sus siervos importantes en el Antiguo Testamento. Es lo que Dios nos está diciendo hoy a los que hemos sido bendecidos por Él. Dios maldecirá a los que maldicen a Su pueblo amado y bendecirá a los que lo bendicen. ¿Por qué piensan que Dios haría esto? Porque Dios ama a Su pueblo y lo ha bendecido. ¿Puede alguien objetar? ¿Puede alguien disputar lo que Dios ha hecho? ¿Puede alguien quejarse de que Dios ama a algunas personas y no a otras? No, Dios ama a todos los seres humanos de la misma forma y de manera justa. Pero solo entrega Sus bendiciones especiales a los que han aceptado el amor de Dios. 
 
 
Como pueblo bendito de Dios, no estamos solos
 
Mientras seguimos viviendo nuestras vidas, algunas veces nos sentimos solos y a veces pasamos por varias circunstancias difíciles. En esos momentos, ¿cómo pueden nuestros corazones tener fuerzas? Solo con el amor de Dios. Cuando nuestros corazones tienen parte del corazón de Dios pueden encontrar descanso verdadero. Cuando viven en el amor de Dios, su corazón estará completamente satisfecho y no estarán solos nunca, aunque no tengan nada especial en este mundo y aunque estén solos. Pueden caminar por este camino de justicia con gozo. Aunque parezca que no tengan nada, son ricos; y aunque el mundo parezca odiarles, son honorables. Esto se debe a que ustedes creen en el amor de Dios. Como creemos en el amor de Dios, podemos tener coraje en este mundo, aunque no tengamos nada, bendecir a los que no creen y llevarles por el camino de la justicia y convertirnos en una fuente de bendiciones para compartir las bendiciones infinitas con todo el mundo en nuestras vidas. Todos nos hemos vestido del amor de Dios y podemos vivir así, y podemos vivir así una vida bendita. 
¿Creen que Dios nos ama de todo Su corazón? Si es así, ¿no han sido bendecidos ya? Son los santos bendecidos. Dios nos ama con todo Su corazón y hemos recibido Sus bendiciones. Así que nuestros corazones están llenos del amor de Dios. Por esta fe no tenemos miedo, aunque caminemos solos en este mundo. Esto se debe a que somos la gente bendecida que vive entre las bendiciones de Dios, aunque nadie nos lo reconozca, o por muchos fallos que tengamos, o por mucho que las personas nos ignoren. Como hemos recibido estas bendiciones de Dios, nadie puede hacernos daño. Ni Satanás, ni nadie en este mundo puede dañarnos. Nadie puede maldecir a alguien que haya sido bendecido por Dios, y nadie puede bendecir a alguien que haya sido maldecido por Dios. Como han sido salvados a través del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, han recibido las mismas bendiciones que Abraham. 
Por tanto, es muy importante que todos vivamos nuestras vidas de fe confiando en Dios, quien nos ha bendecido con todo Su corazón. Debemos poner los cimientos de nuestra fe en el hecho de que el corazón de Dios está lleno de Su deseo de bendecirnos. Cuando vivimos por esta fe, tenemos un corazón seguro y las tentaciones y los sufrimientos no nos molestan, los vientos del mundo no nos sacuden, sino que estamos corriendo la carrera de la fe para darle gozo a Dios. 
 
 

Tengamos fe espiritual a los ojos de Dios

 
Lo que sus ojos ven no son todo lo que hay. Por supuesto que hay muchas cosas maravillosas en este mundo. Miren las flores. ¿Acaso no son todas hermosas? Pero no hay ninguna que dure más de una semana o dos sin sustento. Y nuestras circunstancias afortunadas tampoco duran para siempre. 
Así que, en vez de mirar nuestras circunstancias inmediatas, debemos mirar nuestros corazones. Dios nos ama de todo corazón, y este amor con el que nos ha bendecido está en sus corazones y en el mío. Este amor es lo que nos da fuerzas para superar todas nuestras circunstancias adversas. Esto se debe a que el amor de Dios vive en nuestros corazones para siempre. Gracias al Espíritu Santo, tenemos el amor de Dios en nuestros corazones siempre. 
Por tanto, mientras vivimos con nuestras vidas en el punto de mira de Dios, debemos tener una fe espiritual. Corremos el riesgo más alto cuando las cosas que son visibles para nuestros ojos carnales van bien. Cuando medimos todo mediante nuestros ojos de la carne estamos corriendo un enorme riesgo. Lo que vemos con nuestros ojos no es todo lo que hay. Debemos seguir al Señor con nuestros corazones en nuestras vidas hasta el día en que regrese y nos lleve a Su Reino. Debemos seguir a Dios hasta el final de todo corazón, confiando en que el corazón de Dios está lleno de amor por nosotros. 
Les pido que no duden por sus circunstancias. Esto se debe a que las circunstancias cambian siempre. Cuando el sobrino de Abraham, Lot, vio la tierra de Sodoma y Gomorra, le pareció el Jardín del Edén. Lot siguió lo que sus ojos miraban con placer, y como resultado, casi fue destruido con Sodoma y Gomorra. Estuvo a punto de perder su vida. Aunque sus circunstancias sean buenas, esto no significa que lo demás esté bien. Aunque hayamos pasado por muchas dificultades en nuestras vidas de fe hasta ahora, durante todo el tiempo hemos tenido a Dios ayudándonos a nuestro lado. Aunque a veces hayamos tropezado y caído de camino a donde estamos ahora, no pensamos que este camino haya sido doloroso porque Dios ha estado siempre con nosotros. Si nuestras circunstancias hubieran sido buenas, no habríamos sentido la ayuda de Dios. Por supuesto, todos sabemos lo duro y lo doloroso que es tropezar y caer. Pero todos debemos darnos cuenta de que esta es la ayuda y el liderazgo de Dios. En otras palabras, debemos dejar de lado la noción convencional de que solo las cosas buenas que ocurren en nuestras vidas son las bendiciones de Dios, mientras que las dificultades no lo son. 
Para bendecir a Abraham, Dios le dijo que abandonase su país, su familia y la casa de su padre. Aunque el camino a la tierra de Canaán fuera extremadamente difícil para Abraham, todavía tenía la ayuda de Dios cuando pasaba dificultades. Y Al final Abraham se convirtió en una bendición como Dios lo había prometido, y la nación de Israel nación de él. 
Dios también nos ha dado esta misma promesa. Nos ha llamado para llevarnos por un camino bendito y convertirnos en una fuente de bendiciones para que todo el mundo sea bendecido para crear una nación grande con nosotros. Por esta razón Dios nos ha dicho que dejemos atrás nuestros pensamientos carnales y deseos que buscan la comodidad de la carne. ¿Cómo se sienten ahora que se han embarcado en este viaje con Abraham? ¿Es demasiado difícil? Si Dios no hubiese bendecido a Abraham, no se habría ido cuando Dios le dijo: 
«Y haré de ti una nación grande,
y te bendeciré, 
y engrandeceré tu nombre, 
y serás bendición. 
Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré; 
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra».
Como Dios había bendecido a Abraham con Su Palabra, Abraham se fue con todas estas bendiciones prometidas de Dios en su corazón. Si Dios no le hubiese bendecido de esta manera, no habría tenido motivo para irse. Después de todo, ya estaba viviendo una vida cómoda, ¿y por qué se habría ido a una tierra extranjera?
Mis queridos hermanos, como Dios ya nos ha bendecido podemos vivir con fe, servir al Señor y seguirle. Hemos dado el primer paso en nuestras vidas de fe precisamente porque Dios nos amó de todo corazón y nos dio todas Sus bendiciones. Estamos siguiendo al Señor porque Dios nos ha hecho Su pueblo bendito, no porque queramos ser bendecidos en el futuro. Si están pensando equivocadamente que serán bendecidos si viven con fe, deben darse cuenta de que esto es incorrecto. ¿Están siguiendo todavía al Señor para ser bendecidos en el futuro? ¿Cómo saben que van a ser bendecidos en el futuro? ¿Piensan que Dios les bendecirá solo si hacen algo con mérito?
Si esto fuera así, entonces ninguno de nosotros podría haber creído en el Señor, ni podría haber tenido ninguna seguridad en la Palabra del Señor de que nos fuera a bendecir. Miren de cerca nuestras acciones y nuestras debilidades. Aunque hayamos acumulado muchas bendiciones, ¿no creen que es posible que las perdamos todas? Sí, por supuesto. Esto se debe a que estamos llenos de fallos y de debilidades. Así que, incluso si hacemos algo digno de recibir bendición, cometemos tantos más fallos enseguida que cualquier otra cosa de mérito ha quedado sin efecto. Somos así de débiles. Por eso, si tuviésemos que hacer algo meritorio para ser bendecidos, ninguno de nosotros recibiría ninguna bendición de Dios. Si Dios nos hubiera dicho: “Seguidme con lealtad y os bendeciré; os amaré si hacéis algo con mérito” entonces tendríamos que dejar de intentar recibir bendiciones. Esto se debe a que por mucho que intentemos ser buenos, es mucho más probable que fracasemos. Así de débil es nuestra carne. 
Sin embargo, Dios ya nos ha bendecido de todo corazón. Como Dios ya había bendecido a Abraham, pudo irse de su tierra con seguridad. Dios nos ha dado las mismas bendiciones diciendo: “Maldecire a los que os maldigan y bendeciré a los que os bendigan. Os haré una fuente de bendiciones”. De hecho, Dios nos ha bendecido. Como el Señor ya cargo con todas las maldiciones que tendríamos que haber pagado, no tenemos más que recompensas y bendiciones que recibir del Señor. Este es el amor de Dios. 
 
 

El principio de nuestra fe

 
Abraham siguió la Palabra del Señor Dios porque creyó en Su promesa bendita. De esta manera, la fe empieza con la Palabra de Dios concreta. Por eso seguimos esta Palabra. Como la Palabra de Dios nos garantiza claramente que nos ha bendecido de todo corazón, podemos seguir al Señor y empezar a vivir nuestra fe sin dudar. Toda vida de fe empieza basada en esta Palabra de Dios segura y está firmemente plantada en Su amor. 
¿Cuál es el punto de partida de nuestra fe? ¿Es el hecho de que Dios les ha bendecido de todo corazón? ¿O son sus pensamientos carnales que piensan abstractamente que serán bendecidos de alguna manera si siguen al Señor durante suficiente tiempo? La gente de fe creyó que Dios ya les había bendecido y empezó su vida de fe basándose en su fe inamovible en esta Palabra concreta. Podemos darnos cuenta de esto en las Escrituras. Como Dios ya ha bendecido al pueblo de Israel, le dijo que le siguiera. En vez de decir que les bendeciría si le seguían, Dios les dijo que le siguiesen porque ya les había bendecido. Sin embargo, como el pueblo de Israel no se dio cuenta de esta providencia de Dios, intentó establecer sus propias obras y cuando no lo hizo, culpó a Dios, adoró a ídolos y siguió yendo por el mal camino una y otra vez. 
En vez de escuchar la voz de Dios llamando, el pueblo de Israel se levantó contra Dios en los tiempos de Jesucristo, como está escrito: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!» (Mateo 23, 37). Como resultado, Israel fue destruido, y al perder su tierra los israelitas fueron esparcidos por todo el mundo. Sus maldiciones empezaron porque no creyeron en el amor de Dios. ¿De dónde vienen las bendiciones? Empiezan con la creencia de que Dios les ha bendecido completamente y de que les ama de todo corazón. Cuando nos damos cuenta del amor de Dios como está revelado en la Palabra, Sus bendiciones empiezan por esta fe inamovible en esta Palabra. Cuando nuestra fe empieza de esta fe, nuestras bendiciones también empiezan. 
 
 

Debemos comprobar y reorganizar nuestra fe

 
Aunque estemos llenos de fallos, Dios aún nos ama. Como dijo el Apóstol Pablo, Dios nos ama por muy bajos que seamos. Si observamos solamente nuestras acciones, ¿cuántas veces hemos vivido una vida piadosa? No mereceríamos ser amados si la Ley se nos aplicase estrictamente; no podríamos ser amados por Dios ni esperar que nos amase. Sin embargo, a pesar de esta condición podrida, Dios todavía nos ama y nos ha bendecido de todo corazón. Como Dios nos amó primero y nos ha bendecido podemos confiar en Él y seguirle a pesar de nuestras debilidades. Así es como empieza la fe. 
Como confiamos en el amor de Dios y creemos que nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos arrepentirnos de nuestros errores. Siempre podemos vivir una vida bendita por fe. Si nuestra fe dependiese de nuestras acciones, entonces el momento en que nuestras acciones se volviesen malas, entonces no podríamos presentarnos ante Dios. Cuando hiciésemos algo malvado, no podríamos ir a Dios. Habría cada vez más días en que no podríamos ir ante Dios, y al final, acabaríamos separados de Él irreversiblemente. 
Pero, ¿es esto lo que quiere Dios para nosotros? Como dice la Biblia: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4, 10), es Dios quien nos amó primero. Y el amor perfecto se deshace del miedo, como está escrito: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor» (1 Juan 4, 18). ¿Quién teme a Dios? Los que no saben si hay Dios no le temen. Por el contrario, Dios es temido por los que creen en Él, pero no pueden creer en Su amor e intentan nacer de nuevo a través de sus acciones. Estas personas no saben lo terrible que es el infierno, pero como no pueden eliminar sus pecados por mucho que lo intenten, tienen miedo de acabar en el infierno. Sin embargo, si estas personas dejan de lado sus corazones, pueden ser liberadas de todo el miedo al infierno. Dios nos ama a todos y ya nos ha bendecido de todo corazón. Si creen en este amor, todos sus pecados desaparecerán. Todos sus errores y pecados que les han condenado hasta ahora desaparecerán. Si creen en el amor de Dios, vivan en él y se lo agradecen durante toda su vida esto les dará gozo y plenitud, aunque no haya recompensa en este mundo. 
Dios nos ha bendecido para vivir con gozo. Nos ha bendecido no solo a los descendientes de Abraham, sino también a toda Su gente y a los descendientes de la fe. Estoy absolutamente seguro de ello, de la misma manera en que ustedes creen de todo corazón en esto. Y por eso no podemos olvidar el amor de Dios. Dios nos amó tanto que cargó con todos nuestros pecados a través de Su bautismo y los redimió al ser crucificado hasta la muerte. No podemos olvidar este amor. Por supuesto, como todavía tenemos muchas debilidades, todavía tropezamos, cometemos errores y a menudo abandonamos a Dios como una vez hizo el Apóstol Pablo. Sin embargo, Dios nos bendijo, aunque sabía que éramos así de débiles. Pudimos alcanzar nuestra salvación precisamente porque Dios nos amó incondicionalmente en vez de esperar que lo mereciésemos con nuestras acciones. 
Abraham entró en la tierra de Canaán como Dios lo había prometido. Gracias a Abraham, multitud de personas fueron bendecidas durante generaciones, y todo el que emuló su fe, recibió el amor de Dios. No se olviden de que todo esto tuvo lugar porque Abraham obedeció la Palabra de Dios que le ordenó que se fuese de su país, dejase a su familia y la casa de su padre. 
 
 
Dejen de lado su justicia efímera
 
No vivan sus vidas de fe basándose en sus méritos carnales o virtudes. Yo tengo muchos fallos. Pero todavía estoy convencido de que estoy viviendo mi vida de fe para seguir al Señor porque creo que Dios me ama y me ha bendecido de todo corazón. Me digan lo que me digan, mientras Dios me bendiga y me ame de todo corazón, siempre viviré en el amor de Dios, seré libre en este amor y compartiré mi fe entre estas bendiciones de Dios. 
Les pido que no confien en sus acciones transitorias para ser bendecidos. Como Dios nos amó y nos ha bendecido podemos vivir una vida justa. Debemos servir al Señor y vivir una vida justa en este mundo, no porque Dios nos vaya a bendecir así solamente, sino porque nos ha bendecido ya de todo corazón y estamos agradecidos por estas maravillosas bendiciones. Por tanto, mientras vivan sus vidas en este mundo, tienen la tarea de hacer lo correcto ante Dios, pero no deben esperar ser recompensados por esto. Si esto fuera posible, nos haría estar aún más endeudados. Si le dijésemos a Dios: “Señor, he hecho todas estas cosas por Ti, ahora me debes recompensar de esta manera”, sería lo mismo que decirle a Dios que nos debe algo a nosotros, en vez de al revés. 
Pero, ¿está Dios en deuda con nosotros de alguna manera? No, por supuesto que no. No solo no está endeudado Dios con nosotros, pero además nunca lo permitiría. Esto se debe a que Dios nos amó primero de manera suficiente y abundante. Incluso si dedicásemos el resto de nuestras vidas al Señor, no hay nada que podamos pedirle a Dios a cambio. Lo que hemos recibido ya es suficiente para que debamos dar las gracias siempre, y entonces ¿cómo vamos a pagarle por Su amor y bendiciones? Esto es simplemente imposible. Y por eso Salmos 116, 12 dice: «¿Qué pagaré a Jehová Por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre de Jehová». No hay nada que podamos pedirle al Señor. Pero, cuando nuestra fe se desvía, a veces insistimos en que Dios debe recompensarnos por hacerle algunos favores. Cuando hacemos esto, acabamos volviendo nuestra relación con Dios en una relación de deudor y acreedor. ¿Qué gozo podemos encontrar en tal relación?
Dios nos ama a todos y nos ha bendecido con todo Su corazón. Nos ha vestido con Su amor verdadero. Ha borrado todos nuestros pecados, nos hizo Sus esposas y nos glorificó. Como tienen que estar lo suficientemente agradecidos por haber recibido la remisión de los pecados, ¿convertirían su relación con Dios en una relación como la de un deudor y acreedor?
Nuestro Dios nos ha bendecido de todo corazón, y Su corazón está lleno de amor por nosotros. Somos el pueblo de Dios que ha recibido este gran amor. Cuando pienso en este amor, estoy tan abrumado por la gratitud que no sé cómo puede estar lo suficientemente agradecido. ¿Qué hay de especial en nosotros para que Dios, entre todas las personas del mundo, nos amase y nos diese Su amor infinito? Muchas personas consideradas inteligentes y brillantes en este mundo van directas al infierno porque no han aceptado el amor de Dios. En contraste, hemos podido disfrutar de la vida eterna al aceptar el amor de Dios, aunque no tengamos nada de lo que alardear y estemos llenos de errores. Esta es una bendición tan maravillosa que todo lo que le puedo decir al Señor es gracias. 
 
 
Debemos alabar al Señor por Su amor con fe
 
Estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo porque estamos agradecidos al Señor por Su amor. Todo lo que le podemos dar al Señor es gratitud y alabanza, no nuestras acciones justas. Por tanto, todos debemos vivir en el amor del Señor por fe y alabarle en nuestras vidas. El punto de partida exacto de nuestra fe empieza con el conocimiento de que Dios nos ha bendecido de todo corazón y nos ama de todo corazón. Así que les pido que vivan en este amor por fe y alaben al Señor. Dios nos ha bendecido a todos los santos en Su Iglesia por todo el mundo. Como Dios nos ha bendecido de todo corazón estamos donde estamos ahora. Ahora que hemos sido salvados y nos hemos convertido en el pueblo de Dios, entraremos en el Reino de los Cielos. Les pido que estén agradecidos por esto y alaben al Señor por esta maravillosa bendición. 
La fe no debe ser condicional. Si su fe es ligeramente condicional, deben dejarla de lado. Tengan fe incondicional en Dios y vivan en completa obediencia al Señor. Confirmando este amor de Dios de vez en cuando, les pido que hagan todo lo posible para pagar al Señor por Su amor hasta que regrese. Yo también les pido que practiquen el amor del Señor y le sirvan durante el resto de sus vidas. 
En un futuro no muy distante, entrarán en el Reino de Dios. El Señor nos prometió que volvería a este mundo pronto. Así que todos debemos vivir el resto de nuestras vidas dando gracias y alabanza al Señor incluso cuando vayamos al Cielo, recordando que incluso seres tan sucios y desgraciados como nosotros pudieron convertirse en el pueblo de Dios porque nos amó y bendijo primero.