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佈道

Tema 17: La relacion entre el ministerio de Jesus y el de Juan el Bautista

[Capítulo 17-12] Creamos en Jesús conociendo a Juan el Bautista (Lucas 1, 1-17)

Creamos en Jesús conociendo a Juan el Bautista(Lucas 1, 1-17)
«Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».


Estoy agradecido porque Dios nos ha dado alimento espiritual en abundancia


Cuando un día iba de aquí para allá para comprar una fotocopiadora, me di cuenta de que la gente está siempre ocupada intentando encontrar algo que les llene. La gente es pobre espiritualmente, aunque viva en abundancia material. Parecen personas vagando por el desierto que buscan un vaso de agua. Estas personas son ricas desde el punto de vista del mundo, pero me parecieron pobres cuando miré en sus almas. En mi opinión, son personas que luchan contra la muerte porque sus espíritus son pobres y están hambrientos; son personas que mueren de hambre espiritual.
Al ver a esta gente entendí el significado del siguiente pasaje de la Palabra de Dios. «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca de Dios». Cuando el Diablo tentó a Jesús después de que hubiese ayunado y orado durante 40 días en el desierto, lo primero que hizo Satanás fue ofrecerle comida. Le trajo una piedra y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Entonces Jesús respondió: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca de Dios» y echó a Satanás. Jesús dijo que el hombre no sólo vive de pan, sino que también debe vivir de la Palabra de Dios. Los seres humanos necesitamos el pan de la carne, pero todos debemos comer la Palabra de Dios, que es el pan espiritual, junto con el pan de la carne, para poder disfrutar de una vida de plenitud. 
Debemos recordar que sólo disfrutaremos de la vida si comemos la Palabra de Dios y le damos gracias a Dios Padre por darnos el pan diario que comemos en este mundo. Debemos estar muy agradecidos porque Dios Padre también nos dio Su Palabra como alimento espiritual. Me pregunto si de verdad saben lo valiosa que es la Palabra de Dios. Debemos saber que muchas personas no pueden comer la Palabra de Dios, aunque quieran hacerlo. Debemos pensar que los que están en la presencia de Dios son muy afortunados porque hay mucha gente que no puede comer este alimento espiritual. Debemos dar gracias por la Palabra de Dios. Podemos comer la Palabra del Señor en abundancia mediante la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero muchos cristianos no pueden, aunque quieran.
El Señor dice que el hombre no sólo vive de pan, sino que de toda palabra que procede de la boca de Dios. Hay mucha gente que vive en este mundo sin saber que esta Palabra de Verdad es lo que necesita. Cuando pienso en toda la gente que va de aquí para allá sin poder comer la Palabra de Dios, aunque sepan que existe, me doy cuenta de cuánto me ha bendecido Dios.
Me di cuenta de lo bendecidos que estamos todos los creyentes en la Iglesia de Dios, en especial los hermanos y hermanas de nuestra Iglesia. Pero cuanto más bendecidos nos sentimos, más debemos pensar si estamos de verdad agradecidos y si estamos comiendo la Palabra de Dios con gratitud. Les estoy diciendo que empecé a pensar que debía predicar estas buenas nuevas a la gente de la Iglesia porque probablemente hay muchos santos que no entienden que algunas cosas, como gritar el nombre de Jehová en la Iglesia, o el del Señor Jesús, cantar alabanzas por Sus obras, orar, leer y escuchar la Palabra y compartir con los hermanos, manifiestan la gracia del Padre. No saben que maravillosa gracia es poder escuchar la Palabra de Dios ahora. Me he dado cuenta de lo maravilloso que es que pueda mirar la Palabra de Dios y predicársela a ustedes y escucharla, así como poder compartir con los santos de nuestro Dios.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios. ¿De verdad están agradecidos y piensan que es maravilloso vivir comiendo la Palabra de Dios de esta manera? La Palabra de Dios es maravillosa. La Palabra de Dios está en un nivel superior al de todas las palabras de los hombres. Las Escrituras recogen toda la Palabra que procede de la boca de Dios y por lo tanto debemos vivir por la Palabra de Dios con fe. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos comer las cosas del mundo porque somos carne, pero al mismo tiempo, también debemos comer la Palabra de Dios, mientras que la gente del mundo sólo come las cosas del mundo. Asimismo, debemos comer las cosas del Cielo porque tenemos espíritu. Doy gracias a Dios por bendecirnos a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.


«Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen»


El autor del Evangelio de Lucas era un médico. Lucas escribió su Evangelio y el Libro de Hechos de los Apóstoles mientras evangelizaba junto con el Apóstol Pablo. El Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles eran un solo libro al principio. En estos aparece una persona llamada Teófilo, del que no sabemos nada hasta ahora. En Hechos de los Apóstoles 1, 1 dice: «En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar». Y en Lucas 1, 1-4 dice: «Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido».
Por lo tanto, podemos ver a través de este pasaje que Hechos de los Apóstoles es la epístola que Lucas escribió a una persona llamada Teófilo, que al parecer fue una persona con una posición importante, ya que se dirige a él como «excelentísimo Teófilo». Además, también podemos deducir que este hombre creyó en Jesús como su Salvador. Los versículos 1 y 2 dicen: «Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra» (Lucas 1, 1-2). Jesús tenía doce discípulos, gente que experimentó, escuchó y vio a Jesucristo, tanto con los ojos espirituales como con los ojos de la carne. Compartieron la Palabra de Dios que ellos habían escuchado. La compartieron exactamente según lo que habían visto, y algunos de ellos cogieron una pluma y escribieron lo que habían vivido. Un discípulo de Jesús, llamado Lucas, pensó que sería buena idea escribir al excelentísimo Teófilo sobre Jesús de manera cronológica desde el principio y decirle que Él lo había visto todo desde el principio. Lucas dijo que lo hizo para darle reafirmar lo que Teófilo había aprendido.
Lucas, uno de los discípulos de Cristo, empezó a escribir sobre Jesucristo también. En aquel entonces, algunas personas estaban difundiendo un rumor que decía que los que creían en Jesucristo chupaban la sangre de las personas para alimentarse. Lucas escribió para desmentir esos rumores absurdos. Decía: «No beben sangre de verdad, sino que conmemoran la sangre que Jesucristo derramó en este mundo mediante el vino que beben».
Por eso cuando empezaron a atacar la Verdad de Jesucristo y escribir cosas malvadas, y cuando aparecía algún escrito tratando de dañar a los primeros cristianos, Lucas escribió para desmentir estos rumores sobre la gente que creían en Dios correctamente. Él demostró que estas falsas acusaciones no eran ciertas y envió los escritos a la gente que estaba matando a los que creían en Jesucristo y también los envió a los altos cargos. Lo hizo para que la gente que trabajaba para el gobierno no leyera las palabras de los que distorsionaban la verdad y así no persiguieran a los hijos de la fe. Mucha gente tiene ideas preconcebidas. En aquel entonces mucha gente creía en esos rumores absurdos, en la palabra malvada que decía que los seguidores de Jesucristo vivían de la sangre humana y que por tanto había que matarlos. Hay un dicho antiguo que dice que la pluma es más poderosa que la espada. Por eso los seguidores de Jesús desmentían estos rumores con su palabra. La gente normalmente cree en todo lo que leen. Por eso Lucas escribió un libro a un alto cargo del gobierno que se llamaba Teófilo.
Este «excelentísimo Teófilo» creía en Jesucristo como he dicho anteriormente. Quizás por eso Lucas, el discípulo de Jesucristo, pensaba que sería buena idea escribir una carta detallada sobre Jesús, desde el principio. Esto lo hizo para confirmar lo que el excelentísimo Teófilo había aprendido, que era la Verdad, y además había creído en ella. Así que Lucas escribió esta carta porque pensó que sería buena idea hablar de Jesucristo en profundidad. Este es el Evangelio de Lucas.


Juan el Bautista nació en la familia de Aarón


A Juan, quien bautizó a Jesús, se le llama Juan el Bautista para distinguirlo del discípulo de Jesús que se llamaba Juan. Leamos Lucas 1, 5-7: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elizabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada».
Esta es la historia desde los tiempos del rey Herodes de Israel. Lucas nos describe la ascendencia de Juan el Bautista desde mucho tiempo atrás. Había un sacerdote de la clase de Abías cuyo nombre era Zacarías, y su mujer era Isabel. Dice: «Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor». La clase de Abías descendía de Aarón, el Sumo Sacerdote. Vamos a ver la genealogía de Juan el Bautista. Las clases de los sacerdotes de los descendientes de Aarón aparecen en 1 Crónicas 24. Vamos a leerlo juntos. «También los hijos de Aarón fueron distribuidos en grupos. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Mas como Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio» (1 Crónicas 24, 1-2). Está escrito que Aarón tuvo cuatro hijos. Pero dice que Nadab, el hijo mayor de Aarón, y Abiú murieron por ofrecer un holocausto indebido, y que sólo quedaron Eleazar e Itamar. Ejercieron el sacerdocio y ofrecieron los sacrificios a Dios.
Estos son los nombres de los 24 nietos de Aarón a partir del versículo 6: «Y el escriba Semaías hijo de Natanael, de los levitas, escribió sus nombres en presencia del rey y de los príncipes, y delante de Sadoc el sacerdote, de Ahimelec hijo de Abiatar y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas, designando por suerte una casa paterna para Eleazar, y otra para Itamar. La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín, la séptima a Cos, la octava a Abías, la novena a Jesúa, la décima a Secanías, la undécima a Eliasib, la duodécima a Jaquim, la decimatercera a Hupa, la decimacuarta a Jesebeab, la decimaquinta a Bilga, la decimasexta a Imer, la decimaséptima a Hezir, la decimaoctava a Afses, la decimanovena a Petaías, la vigésima a Hezequiel, la vigesimaprimera a Jaquín, la vigesimasegunda a Gamul, la vigesimatercera a Delaía, la vigesimacuarta a Maazías. Estos fueron distribuidos para su ministerio, para que entrasen en la casa de Jehová, según les fue ordenado por Aarón su padre, de la manera que le había mandado Jehová el Dios de Israel» (1 Crónicas 24, 6-19).
El rey David estableció el sistema de sacerdocio levítico porque los descendientes de Aarón se habían multiplicado. Estaban organizados en 24 clases según las familias de los 24 nietos de Aarón. Uno de los sacerdotes de la clase de Abías, durante la época del rey Herodes en Israel, era Zacarías. Éste era un descendiente del Sumo Sacerdote Aarón. El rey David hizo que cada clase llevara a cabo las tareas del Tabernáculo durante 15 días, y la clase de Abías era la octava.
Juan el Bautista aparece en el Evangelio de Lucas y el pasaje de las Escrituras de hoy nos habla de la genealogía de Juan el Bautista desde el principio. Antes he apuntado que Lucas pensó que sería mejor enviar una carta a Teófilo para explicar el origen del Evangelio. Por lo tanto, Lucas explicó la genealogía de Juan el Bautista a través del sacerdote Zacarías, de la clase de Abías, y de su mujer, una de las hijas de Aarón, cuyo nombre era Isabel. Por lo tanto, Isabel también era descendiente de Aarón. Esto significa que fue escogida de entre la casa de Aarón.
Entonces aparecen Zacarías y su mujer Isabel: Zacarías era un sacerdote de la clase de Abías, un nieto del Sumo Sacerdote Aarón. Isabel también era descendiente de Aarón. Las Escrituras dicen que ambos eran justos a los ojos de Dios. Dicen que eran justos sin mancha que guardaban los mandamientos y ordenanzas del Señor. Esta gente creía en Jehová Dios de verdad, le servían y cumplían la Ley que Dios estableció en el Antiguo Testamento. En aquel entonces había que ofrecer un sacrificio de expiación por los pecados anuales y para ello se mataba un macho cabrío. Zacarías e Isabel cumplían este precepto.
Las Escrituras dicen: «No hay justo, ni aun uno» (Romanos 3, 10). Esto significa que no hay nadie que sea justo si no ha recibido la remisión de los pecados al creer en Jesús según la ley de la vida. Pero estas dos personas eran justas. Esto significa que, durante la época del Antiguo Testamento, estas dos personas creyeron que el Mesías que estaba por venir como Cordero del sacrificio según la promesa de Dios, les daría la remisión de los pecados al tomar sus pecados a través del bautismo y al morir por ellos. Así es como fueron justos ante Dios.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice que eran justos y «andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor». Eran justos en su manera de vivir y no sólo de palabra. Las Escrituras dicen: «Pero no tenían hijo, porque Isabel era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento» (Lucas 1, 7-14).
Como pueden ver, esta pareja mayor no tenía hijos. Cuando Zacarías iba al Templo de Dios para cumplir con su tarea de sacerdote según el orden de su clase, y cuando iba a realizar el sacrificio, se le apareció un ángel. Probablemente Zacarías oró por su problema además de orar por el pueblo de Israel ante Dios. ¿Acaso nosotros no oramos como él? Las Escrituras recogen lo que el ángel le dijo: «Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto» (Lucas 1, 13-17).
El ángel le dijo a Zacarías que Dios le daría un hijo a Isabel, pero él no le creyó. Dios hizo que Zacarías quedase mudo para enseñarle una lección, ya que estaba pensando con la lógica humana y por eso no podía creer en la Palabra del Señor. Por lo tanto, Zacarías se quedó mudo hasta que nació el niño. Cuando Juan nació, pudo hablar de nuevo.
El ángel dijo que Dios les daría un hijo a Zacarías e Elisabet y que su nombre sería Juan. El ángel también dijo que Zacarías se regocijaría y sería feliz y muchas personas también sentirían lo mismo. Está escrito que Juan sería grande en la presencia del Señor, y que estaría lleno del Espíritu Santo desde antes de nacer para así devolver al pueblo de Israel a Dios. También está escrito que Juan iría antes del Señor con el espíritu y poder de Elías y volvería los corazones de los padres a los hijos y los desobedientes a la sabiduría de los justos.
La Palabra dice que Dios le dio el espíritu y poder del profeta Elías. El profeta más significativo en el Antiguo Testamento era el profeta Elías, y en el Nuevo Testamento se dice que Juan el Bautista es como Elías. Cuando los escribas decían que Elías debía venir y recuperarlo todo antes de que viniera el Mesías, Jesús dijo: «Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos» (Mateo 17, 12).
Cuando Jesús dijo que Elías ya había venido, quería decir que Juan el Bautista nació en este mundo con el espíritu de Elías. Pero ¿qué quiere decir el espíritu de Elías? Si entendemos lo que quiere decir el Espíritu de Elías, podemos ver por qué Juan el Bautista era el representante de toda la humanidad que preparó el camino al Señor. Moisés es el representante de la Ley en el Antiguo Testamento y el representante de todos los profetas es Elías. Pero el representante de toda la humanidad es Juan el Bautista, quien tenía el espíritu de Elías. 
Podemos ver por qué las Escrituras dicen que Juan vino en el espíritu de Elías si estudiamos a este profeta en el Antiguo Testamento. Elías era un siervo de Dios de Galaad, en el reino del norte de Israel. En aquel entonces Israel estaba dividido en dos reinos (norte y sur). Pero el rey Acab tomó por esposa a una gentil, aunque él era un israelita que debía adorar a Dios. Su mujer, Jezabel, trajo al dios Baal al palacio para adorarlo, y los israelitas empezaron a aceptar y adorar a Baal porque su reina lo hacía.
Baal significa señor y también puede traducirse como dueño. Este dios masculino se adoraba en la tierra de Canaán por aquel entonces. Creían que Baal era un dios que hacía que la tierra fuera fértil y diera frutos y que el ganado fuera abundante. Era un símbolo de prosperidad. En nuestro país también tenemos deidades como Baal. Podemos ver ídolos como Baal en el cementerio público, y la gente en Corea los utiliza sin saber su origen.
Baal era un dios que se ocupaba de la productividad de la tierra y la prosperidad del ganado y era adorado sobre todo por los agricultores y ganaderos. Este tipo de dioses existe por todo el mundo. Baal era un dios gentil y no el dios de los israelitas. Ellos adoptaron a este dios y crearon una imagen suya, lo adoraron y oraron para que les bendijera. Oraban así: «Por favor, dame hijos. Por favor, haz que la cosecha sea abundante».
Fue Jezabel, la mujer del rey Acab, quien trajo este dios a Israel. Al principio, Jezabel adoraba a este dios junto con sus sirvientas, pero esta costumbre se propagó entre el pueblo de Israel. El poder de una reina es mayor de lo que ustedes creen. Hay un refrán que dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Si el hombre es la cabeza, la mujer debe ser el cuello. La cabeza se mueve gracias al cuello. Si el cuello no quiere moverse, la cabeza no puede hacer nada, aunque quiera. Así el hombre se mueve cuando la mujer se mueve. De esta manera, la reina Jezabel controlaba al rey Acab como quería. ¿Entonces qué ocurrió? Que todo Israel acabó adorando al ídolo Baal, el dios gentil.
El profeta de aquella época era Elías. El primer profeta, Moisés, recibió la Ley de Dios en el Monte Sinaí y la proclamó al pueblo de Israel. Grabó la Ley en tablas de piedras y las puso en el Arca para enseñárselas al pueblo de Israel. Elías era un profeta que vivió durante el reinado de Acab, mucho tiempo después de Moisés. Cuando Jezabel y los israelitas adoraban a Baal, Elías vio esta situación y declaró la voluntad de Dios al tiempo en que luchaba contra ellos diciendo: «Baal no es Dios. Baal es sólo un ídolo, no es el verdadero Dios. Si lo adoráis, estaréis pecando contra Jehová».
Pero Jezabel y el pueblo de Israel siguieron pecando y llamando dios a Baal. Pero, ¿podía Elías luchar solo contra todos ellos? Elías escuchó la voz de Dios en secreto y profetizó. Fue ante el pueblo como profeta y les aconsejó. Pero Elías tuvo que luchar contra 850 profetas de Baal y Asherah para demostrar quién era el verdadero Dios de Israel cuando hablaban contra la Palabra de Dios diciendo que era sólo un fanático. Elías dijo: «Jehová es el Dios verdadero. Vamos a demostrarlo» y se enfrentó a 850 profetas.
Él les dijo a los falsos profetas: «Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; más de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho» (1 Reyes 18, 22-24). Y les pidió a los profetas de Baal lo siguiente: «Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo». 
Así que los profetas de Baal prepararon el sacrificio primero y gritaron: «Baal, Señor Baal». Cuando vieron que no les contestaba, se rasgaron la carne y siguieron gritando. Pero aún así no recibieron ninguna respuesta hasta la tarde. El agua seguía allí y el buey que había sido preparado seguía sin tocarse. Elías vio esto y dijo: «Gritad más alto, porque es un dios, quizá esté durmiendo y tenéis que despertarlo». Así que ellos siguieron gritando y haciéndose daño en vano.
Entonces Elías les dijo a todos: «Acercaos». Entonces reparó el altar del Señor que estaba roto con doce piedras e hizo un agujero a su alrededor. Entonces puso la leña, cortó el buey, y dijo: «Llenad cuatro cántaros de agua y echadlos sobre el holocausto y la leña». De manera que había agua por todo el altar y dentro del agujero.
Y entonces Elías oró: «Escúchame, Oh Señor, escúchame, para que esta gente sepa que Tú eres el Señor Dios, y que has vuelto sus corazones hacia Ti». Entonces el fuego del Señor cayó del cielo y secó el agua que había en el agujero. Y quemó el holocausto con la leña que había sobre el altar mientras todo Israel miraba. Sólo entonces, cuando Elías demostró la obra de Dios de esta manera, el pueblo de Israel se dio cuenta de lo siguiente: «Jehová Dios es el Dios verdadero que nos hace prosperar y hace que nuestros hijos también prosperen. Dios es el único Dios verdadero». Sus corazones se arrepintieron.
Las Escrituras dicen en Lucas 1, 16-17: «Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». ¿Quién es el que guió a los israelitas ante Dios? Isaías y Ezequiel eran profetas poderosos, pero el que de verdad llevó los corazones de su pueblo a Dios fue Elías.
Elías dio la sabiduría de los justos a los desobedientes, guió a los israelitas a entender la voluntad de Dios y les enseñó esta voluntad. Las Escrituras dicen que Juan el Bautista, que es el mayor de los seres humanos, el mayor de los nacidos de mujer, haría esta obra y no un dios. Por eso Lucas, el discípulo de Jesucristo, mencionó el nacimiento de Juan el Bautista dándole mucha importancia y por eso dijo que Juan el Bautista nació con el espíritu de Elías.
Cuando leemos Mateo 11, vemos que Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer. Leamos Mateo 11, 10-14: «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir».
Dios prometió en el Libro de Malaquías del Antiguo Testamento que enviaría a una persona como Elías (Malaquías 4, 5). Dios dijo que enviaría a una persona que llevaría a mucha gente a Dios y entonces cumpliría Su promesa. Esta persona que Dios prometió era Juan el Bautista. El Señor dijo: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir» (Mateo 11, 14). Mucha gente en el Antiguo Testamento esperaba que viniera Elías. Esperaban tanto al Mesías como a Elías para que este último les llevara al Mesías. Entonces nació Juan el Bautista al principio del Nuevo Testamento. Juan el Bautista nació en este mundo con el espíritu de Elías y el Señor preparó a Juan el Bautista para que los pecadores volvieran a Dios y así dejasen de adorar a Baal, el dios falso.
Por eso Lucas, el discípulo de Jesucristo, recogió en el Evangelio todas estas cosas. Aunque conocemos bien el ministerio de Juan el Bautista, porque hemos creído en el Evangelio del agua y el Espíritu, hay mucha gente que no lo conoce bien. Incluso muchos cristianos no conocen a Juan el Bautista, que aparece con un papel importante en las Escrituras. No lo conocen, aunque hayan leído el Evangelio según Lucas, el de Mateo, el de Marcos y el de Juan. Aunque las Escrituras le dan mucha importancia al papel de Juan el Bautista, la gente sólo entiende un poco y piensa: «Juan el Bautista es sólo uno de los profetas y de los siervos de Jesús» y dice lo primero que se le viene a la cabeza sin entenderlo correctamente.
Incluso los líderes cristianos de hoy en día dicen cosas así. ¿Quién es Baal? Baal representa a los dioses falsos de este mundo. Pero Dios Jehová es el que existe por Sí mismo. Él dijo: «Yo soy el que soy» (Éxodo 3, 14). Este Dios no fue creado. Pero Baal es un producto de la imaginación humana. Los humanos lo crearon para adorarlo y conseguir prosperidad. Baal es una creación de las criaturas de Dios, y es un ídolo. Esta es la religión del mundo.
¿Quién es nuestro Dios? El Dios en el que creemos, el Dios que creó el universo tal y como se explica en las Escrituras, el Dios de la Trinidad que existe por Su cuenta, es Dios Jehová. Dicho de otra manera, Jesucristo es nuestro Creador. Pero hay mucha gente en el mundo que todavía cree en Baal. Mucha gente, ya sea cristiana o no, crea dioses falsos con su propio entendimiento y cree en ellos. Esto también ocurría cuando Jesús nació, y lo que Juan el Bautista hizo era la obra del profeta que hizo saber al mundo quién es el verdadero Dios. Juan el Bautista vino en el espíritu de Elías e hizo que todos se dieran cuenta de quién es el Dios verdadero, y volvió a mucha gente hacia la sabiduría de los justos.
¿Quién es la verdadera deidad, el verdadero Dios? ¿Es el Dios que nos salvó de los pecados o el dios que no puede salvar ni a una sola persona? La deidad que no podía salvar a la gente del pecado nunca puede ser nuestro Dios. Pero no sería exagerado decir que muchos cristianos confían en Baal, y que dicen el nombre de Jehová con sus labios. Algunas personas definen esta creencia en Baal como una creación de una imagen para ser objeto de adoración. Pero en realidad Baal puede ser toda clase de imagen o actividad. Incluso puede referirse a una religión o una denominación. Puede referirse a la creación de una denominación bajo el nombre de cristianismo.
Juan el Bautista que bautizó a Jesucristo testificó claramente acerca de Jesucristo a las personas en el mundo. Juan el Bautista testificó claramente que Jesucristo es nuestro Salvador. Juan el Bautista presenció claramente cómo el Señor tomó nuestros pecados sobre Él por nosotros.
El Jesucristo en el que creemos es el Dios verdadero. ¿Puede el mundo hacernos prosperar? Puede parecer que el mundo nos hace prosperar, pero no es cierto. Sólo Dios puede hacernos prosperar. Sólo Dios puede hacernos felices, bendecidos y prósperos. El único que nos hace vivir una vida bendita y nos da felicidad es Dios Jehová; y no ningún ídolo. Él es Jesucristo, en el que creemos. Él es nuestro Salvador.
Si miramos alrededor nuestro, hay muchos cristianos. Pero muchos de ellos no están interesados en Dios, sino que se interesan por algunas personas, denominaciones y organizaciones, aunque digan que creen en Jesucristo. Piensan que serán bendecidos si adoran así y que serán prósperos si se aferran a ello. Esto es adorar a ídolos y espíritus malvados. 
Sus corazones están puestos en sus negocios, en sus denominaciones y en algunos seres humanos, aunque digan con sus labios: «Señor, Señor». Como he dicho anteriormente la palabra Baal significa señor. Ellos dicen «Señor, Señor» a Baal, a las criaturas, en vez de llamar a Dios Señor, y buscan la bendición de las criaturas de Dios. Pero ¿acaso Baal, una criatura del hombre, bendijo a los israelitas? ¿Acaso Baal bendijo a este mundo? No, Baal no bendijo a nadie. Baal no puede bendecir este mundo. Baal fingía ayudar a la gente, pero sólo la explicaba y hacía que la gente fuera al infierno sin poder darles felicidad. Aunque parecía que hacía a la gente prosperar, en realidad la mandaba al fuego del infierno. Entre los cristianos de hoy en día, los que no han recibido la remisión de los pecados, tienen a Baal como su dios y le llaman «Señor, Señor».
Baal significa también carga. Significa esto ya que los corazones de estos cristianos están engañados. Estoy diciendo que estos cristianos calculan y analizan las cosas que el mundo puede hacer por ellos y qué denominación es mejor para ellos, en vez de tener verdadera fe en Dios, que les bendice. Sólo Dios es nuestro Señor y sólo Dios puede darnos bendiciones celestiales. Sólo Dios Jehová puede bendecirnos. Sólo Él puede hacerlo. ¿Creen en esto? Sólo Dios es nuestro Señor.


Lo que Juan el Bautista hizo en este mundo


La obra de Juan el Bautista consistió en dar testimonio a todo el mundo de que Jesucristo es nuestro único Salvador y en hacerles entender cómo Jesús borró los pecados del mundo. Nos dijo cómo Jesucristo tomó nuestros pecados, cómo debemos creer en Jesucristo para convertirnos en hijos de Dios y cómo debemos creer para recibir las bendiciones celestiales.
Entre los que dicen creer en Jesús, hay mucha gente que adora a Baal. Los cristianos que no tienen el Espíritu Santo en ellos son así. Todos los que no han recibido la remisión de los pecados todavía están adorando a Baal. Ellos gritan: «Señor, Señor», pero no les importa lo que el Señor diga. Sólo oran a Dios porque quieren ser bendecidos, pero no quieren escuchar nada de lo que Dios dice.
Dios es un Dios misericordioso que nos dice todo a través de la Palabra: cómo recibir las bendiciones, y lo que está bien y lo que está mal. Es el Dios viviente. Nos lleva a Su Palabra paso a paso y da a los desobedientes la sabiduría de los justos, y al amor paterno a los hijos que creen en Él. Nuestro Dios está vivo ahora, nos lleva por el camino recto y habla con nosotros a través de la Iglesia y los predecesores en la fe.
Pero la gente piensa que el dios falso Baal o la prosperidad material pueden darles la felicidad. Pero Baal nunca puede dar la felicidad a la gente. Cuando todos los israelitas adoraban a Baal, el profeta Elías demostró quién era el Dios verdadero y volvió a los desobedientes a la sabiduría de los justos. ¿Quién era un gran líder? Elías, que es Juan el Bautista. Las Escrituras dicen que Juan el Bautista llevaría a la gente a Jesucristo y que toda la gente creería en Jesucristo a través de su testimonio. La Biblia habla de esto. No es exagerado decir que el camino de la salvación está lejos si no creen en lo que Juan el Bautista ha hecho. La gente que va diciendo que tal denominación es una secta y la gente que no acepta la Palabra de Dios porque son personas arrogantes y orgullosas, aunque no conozcan la Verdad, no pueden recibir la salvación.
Juan el Bautista era como Elías. Han visto cómo Lucas escribió con todo detalle todo sobre Juan el Bautista desde el principio, ¿verdad? Demostró que el que nació con el espíritu y poder de Elías era Juan el Bautista. Las Escrituras dan testimonio de Juan el Bautista en distintos aspectos una y otra vez. ¿Creen que Juan el Bautista es Elías? El pasaje de las Escrituras dice: «E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Juan el Bautista dio testimonio de Jesucristo al mundo. Dijo a la gente que sólo Jesucristo es el Dios de la Verdad, e hizo que muchos volviesen al Señor. Hizo que mucha gente fuera bendecida.
Juan el Bautista preparó sus ministerios para la gente que creía en la justicia de Dios y trabajó duro para hacer que volviesen al mundo de la justicia. Vivía en el desierto, se vestía en pieles de camello, y comía langostas y miel silvestre. Juan el Bautista hizo que la gente quisiese vivir por Dios y vivió sin culpa, vivió por Dios y llevó a muchos a Cristo. Dio testimonio de Él hasta el final. No sólo hizo que la gente recibiese la remisión de los pecados, sino que hizo que los descendientes de la fe tuviesen la fe correcta en sus corazones. Juan el Bautista demostró a través de su vida cómo vivir por Dios correctamente. Era una persona pura. Está escrito que Juan el Bautista vivió en el desierto. No vivió en el mundo. No tiene sentido pensar que podemos servir a Dios si vivimos en el mundo con nuestros pensamientos. Esto significa que no tiene sentido mirar a las cosas del mundo y aceptarlas, aunque digamos de palabra que creemos en Dios. Juan comía miel silvestre y langostas en el desierto y esto significa que sólo comía lo que el Señor le daba. Significa que dependía de Dios mientras vivía en este mundo.
Juan el Bautista es el modelo a seguir de los obreros de Dios. Aunque seamos insuficientes, debemos dedicarnos a Dios y vivir por Él. Y debemos ser testigos de Jesucristo durante el resto de nuestras vidas. Debemos vivir la vida para devolver a los desobedientes, los pecadores, a la sabiduría de los justos. Debemos manifestar al Señor en nuestras vidas y hacer que la gente sea bendecida. Lucas también habla de esto.
A través de la Palabra, hemos examinado quién era Juan el Bautista, el profeta Elías por venir, desde su nacimiento. ¿Quién es Juan el Bautista? Es Elías del Antiguo Testamento. ¿Quién es el representante de los israelitas? Moisés recibió la Ley de Dios y se la entregó a los israelitas, pero el verdadero representante de los israelitas es Elías. En el Antiguo Testamento, Elías, vivió para dar testimonio de Dios y para devolver a los israelitas a Dios, y entonces ascendió hasta Dios en un carro de fuego.


Juan el Bautista es el Elías que tenía que venir y el representante de la humanidad


A parte de la cuestión de a qué clase y a qué familia pertenece, podemos ver una cosa muy clara cuando estudiamos el nacimiento de Juan el Bautista: que es la persona que Dios envió. Sus padres eran mayores y, por lo tanto, era imposible que Juan naciese por medios humanos. Era imposible desde el principio. Así que la Biblia dice: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan» (Juan 1, 6). Juan el Bautista nació gracias a la providencia de Dios, a Su obra, fuerza y poder. Está escrito que mucha gente se regocijaría por su nacimiento, y no sólo sus padres. El nacimiento de Juan el Bautista es una bendición y un gozo para nosotros también. Sería difícil para nosotros creer en Jesús si Juan el Bautista no hubiera nacido, y además el Diablo se hubiera burlado de nosotros.
Conocimos a Jesucristo. Si sólo conociésemos a Jesucristo y no a Juan el Bautista y sus ministerios, Satanás nos tentaría a caer en el pecado de nuevo, y serías justos un día y pecador al siguiente. Podemos pensar que iremos al cielo si morimos cuando nuestra fe es fuerte, y que iremos al infierno si morimos cuando nuestra fe es débil. Esa fe no es correcta. Por lo tanto, no podemos recibir la remisión de los pecados si no conocemos los ministerios de Juan el Bautista. Saber que no somos perfectos es la confirmación de la remisión de los pecados ante el Señor.
Debemos conocer el papel de Juan el Bautista. Por eso las Escrituras lo describen con todo detalle desde el principio. ¿Entienden lo importante que es el papel de Juan el Bautista tal y como Lucas lo describió? Lucas explicó los hechos históricos meticulosamente. Podemos calcular cuándo reinó el rey Herodes. Justo antes y después del nacimiento de Jesucristo.
Cuando el sacerdote Zacarías estaba quemando incienso en el templo, un ángel se le apareció y dijo que el Señor le daría un hijo y que el hijo se llamaría Juan. El ángel dijo esto antes de que Juan fuese concebido. El ángel le bendijo y dijo que Juan devolvería a mucha gente a la sabiduría de los justos. ¿Quién es este Juan el Bautista? Las Escrituras dicen que Juan es el que vino en el espíritu de Elías y que es Elías. Por tanto, mucha gente creerá en Jesucristo a través del representante de la humanidad y el Sumo Sacerdote, que transfirió los pecados del mundo a Jesucristo, el Cordero de Dios. Juan el Bautista dio testimonió de que Jesucristo es nuestro Salvador.
Todo lo que hemos creído es en vano si no conocíamos el ministerio de Juan el Bautista y la justicia de Jesús. Acabamos de decir que creemos desde nuestro punto de vista, pero que no teníamos pruebas de que Dios nos hubiera salvado de los pecados del mundo. Pero después de entender el ministerio de Juan el Bautista, pudimos darnos cuenta de que no debíamos creer en el Señor desde nuestro punto de vista, sino que Jesús nos salvó a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la fe correcta. Hemos dicho que creemos en Dios sin conocer a Juan el Bautista, y por eso no creíamos en el Señor según Su Palabra, sino que creíamos desde el punto de vista humano. ¿Qué ocurre cuando creemos en Jesús arbitrariamente desde el punto de vista humano? La fe acaba derrumbándose y vamos al infierno. Cometer pecados todos los días y ofrecer oraciones de penitencia a diario, no es la fe correcta. Decir: «Creo en Ti» desde mi punto de vista, no es la fe verdadera. Esta fe se cae y yo me hago débil.
Pero si entendemos el ministerio de Juan el Bautista correctamente, podemos entender cómo Jesús tomó nuestros pecados y saber que dio testimonio de Jesucristo. También dice que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y creemos que no tenemos pecados gracias a Jesús. El Señor y Juan el Bautista decidieron llevarnos al Cielo de esta manera y no tenemos otra opción que ir al Cielo, incluso sino queremos, porque ellos dos han trabajado mucho para conseguirlo. Jesús nos salvó de esta manera. Hemos sido salvados.
Dios decidió salvarnos de los pecados del mundo y lo consiguió a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo (1 Juan 5, 4-7). El Señor dio testimonio de esto a través de Juan el Bautista. ¿Por qué nació Juan el Bautista? Juan el Bautista nació en este mundo para dar testimonio de Jesucristo, para hacernos justos, confirmar la obra de Jesucristo, revelar que Jesús es el verdadero Dios, dar testimonio de que Jesús es el Dios que creó el universo, y el Señor que salvó a todos los humanos. Jesús borró los pecados de todos los seres humanos perfectamente, y es este Jesús quien los creó. Juan el Bautista vino al mundo y dio testimonio de esto.
Doy gracias al Señor que vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Pienso en lo que tenemos que hacer en el futuro. Debemos devolver a mucha gente a la sabiduría de los justos, dar testimonio de Jesucristo, de que es el verdadero Dios y el único Dios que quitó el pecado del mundo. La Biblia nos dice esto.
Quiero que vivan esta vida de testimonio como Juan el Bautista. Quiero que reciban las bendiciones con la ayuda de Dios y que prediquen durante el resto de sus vidas.