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佈道

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 25-1] Los cristianos insensatos y los cristianos sensatos (Mateo 25, 1-12)

Los cristianos insensatos y los cristianos sensatos(Mateo 25, 1-12)
«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco».
 

Hola a todo el mundo. ¿Cómo están hoy? El pasaje de las Escrituras nos dice que había cinco vírgenes sensatas y cinco insensatas que salieron a encontrarse con su novio. Las vírgenes insensatas les pidieron un poco de aceite a las sensatas porque sus lámparas se estaban apagando. Las vírgenes sensatas contestaron: «Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas». El novio llegó mientras las vírgenes insensatas habían salido a comprar más aceite, y las vírgenes sensatas, que habían preparado el aceite en sus lámparas, fueron con él a la boda, y la puerta se cerró. Entonces las vírgenes insensatas volvieron y dijeron: «¡Señor, señor, ábrenos!». Pero el Señor contestó: «De cierto os digo, que no os conozco». Este es el contenido esencial de este pasaje. 
En el cristianismo de hoy en día hay dos tipos de fe: una fe sensata y una fe insensata. Hay gente religiosa insensata en el cristianismo, y hay gente que cree en el cristianismo como una religión. No les interesa que Jesús haya borrado los pecados del mundo o no; sino que hacen lo que sus pasiones les dictan. Es difícil tratar con estas personas que se sientan de brazos cruzados y nos tratan con condescendencia. En esta historia las vírgenes insensatas estaban haciendo lo mejor que podían hacer, pero el novio ya había llegado. Aún así estas vírgenes insensatas armaron alboroto por ir a comprar el aceite. 
Entre muchos cristianos de hoy en día hay algunos que van de aquí para allí como mariposas espirituales, que van de centro de oración en centro de oración, de una conferencia sobre la Biblia a otra, y de una reunión para el resurgimiento espiritual a otra, y lo hacen llenos de pasión espiritual. Cuando van a una reunión para el resurgimiento espiritual, dan patadas en el suelo, aplauden, y crean todo tipo de conmoción, para que la gente les ponga las manos sobre la cabeza y ore por ellos. Estas personas toman medidas extremas, como ir a cuevas profundas, ponerse de rodillas en piedras duras, y orar a voz en grito.
Las diez vírgenes del pasaje de las Escrituras de hoy ilustran como los cristianos creen en Jesús de manera superficial. ¿A quién estaban esperando estas vírgenes? Estaban esperando a Jesús, su novio. Tenían que preparar algo mientras esperaban a su novio. Tenían que preparar aceite para sus lámparas. Si ponen aceite en una lámpara sin derramarlo, y luego la encienden, la mecha y el aceite producirán luz. Cuando la mecha absorbe el aceite, la llama que hay en ella quema el aceite. Así nos aseguramos de que la llama no se apagará y la lámpara dará luz. Pero si encienden la llama en una lámpara que no tiene aceite, la llama se enciende una vez pero se apaga enseguida. Los cristianos que creen en Jesús y le siguen como si se tratase de una tradición o una religión son como esas lámparas sin aceite. Como no tienen el Espíritu Santo dentro de sus corazones, tienen que cambiar la llama muchas veces. 
Esto es lo que les ocurre a los fanáticos religiosos que creen en el cristianismo como en una religión y queman bastantes llamas al día. Cuando la llama está quemada y gastada, la estiran y la encienden una, dos, tres, cuatro, cinco veces, una y otra vez. Por ejemplo, si la llama mide 20 cm. y quemamos 1 cm. al día, gastaremos la mecha en 20 días. Entonces necesitaremos una mecha nueva y la cambiaremos cuando se nos haya gastado la de 20 cm. Entonces gastaremos la nueva durante 20 días y necesitaremos otra nueva. Así es necesario cambiar la mecha a intervalos porque la encenderíamos por lo menos siete veces a la semana, incluyendo las oraciones matinales, las vigilias nocturnas, los servicios de culto a mitad de semana, los cultos de los viernes por la noche y los cultos de los domingos por la mañana y por la tarde. Tendríamos mucho trabajo que hacer cambiando la mecha tantas veces. 
Los que creen en el cristianismo como una religión van a la iglesia regularmente; también van a centros de oración cuando están aburridos y a reuniones de oración una vez al mes o cada tres meses. Si no van a estas reuniones, insisten en que deben ir a reuniones de resurgimiento espiritual o cualquier otro tipo de reuniones. Se irritan y no pueden aguantar la frustración cuando no pueden hacer estas cosas, y esto se debe a que sus mechas ya se han quemado y la llama se ha apagado. Así que tienen que encenderla una y otra vez porque su pasión se ha enfriado, la emoción ha desaparecido y los sentimientos estimulantes también han muerto. Tienen que encontrar nuevas mechas continuamente para que sus lámparas puedan dar luz. 
Esta es la razón por la que van a estas reuniones donde se provocan emociones, para poder tener nuevas mechas para sus emociones, volver a sus respectivas iglesias y encenderlas durante las reuniones de culto y de oración diciendo: «Señor, creo en Ti». Este tipo de cristianos son como los que solo viven por la emoción del momento quemando esas llamas. Solo buscan las emociones en vez de la Palabra de Dios, y como consecuencia de esta situación tan trágica, se convierten en impostores religiosos. Estos impostores son como ladrones o estafadores, y acaban perdiendo todo lo que tienen. 
 


Los que están llenos de pasión religiosa no podrán entrar en el Reino del Señor

 
Las vírgenes insensatas del pasaje de las Escrituras de hoy son así. En este pasaje de las Escrituras vemos a Jesús, el Novio, que ha llegado al final, pero las vírgenes insensatas no tienen aceite suficiente y les piden a las sensatas que les den un poco. ¿Es posible cortar al Espíritu Santo dentro de los verdaderos nacidos de nuevo y compartirlo con otras personas? No es posible. Por eso las vírgenes insensatas tuvieron que ir a comprar aceite el día en que el novio iba a volver. La gente que cree en Jesús hoy en día está persiguiendo sus emociones incluso hasta el día en que el Señor venga. Esto es lo que el Señor nos está diciendo a todos. 
Si vamos a la iglesia, nuestra prioridad debe ser recibir la remisión de los pecados y las bendiciones de nacer de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, como resultado de recibir esta salvación asombrosa, ¿tendremos aceite en nuestros corazones o no? Sí, tendremos aceite. En las Escrituras la palabra aceite representa al Espíritu Santo. El aceite es el Espíritu Santo que vive dentro de una persona que ha recibido la remisión de los pecados. El Espíritu Santo vive de forma natural en los que han recibido la remisión de los pecados, pero la gente insensata sigue cambiando la mecha todos los días porque no tiene aceite aunque haya ido a la iglesia durante muchos años. 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, vemos que la gente que tiene una pasión religiosa no podrá entrar en el Reino de Dios cuando vuelva el Señor. Los que creen en Jesús deben darse cuenta de su estado y convertirse en vírgenes sensatas ante Dios. Las vírgenes insensatas no reciben la remisión de los pecados, y no tienen una convicción firme de su salvación. El Espíritu Santo no puede entrar en sus corazones por culpa del pecado que hay en ellos, y el Señor las expulsará en el último día diciendo: «Nos os conozco». Por eso esta gente tiene que preparar el aceite urgentemente antes de que llegue ese día. Tienen que prepararlo cuanto antes o inmediatamente después de escuchar este Evangelio. Quién sabe cuándo llegará el Señor, y qué vergüenza pasaremos si no estamos preparados para Su venida. 
Debo ser sincero y decir a veces que vivir en este mundo no es tan placentero, ya hayan recibido la remisión de los pecados o no. Hay veces en que la vida se hace pesada, difícil, aburrida y frustrante. Pero a pesar de estos sentimiento, en el versículo 10 podemos leer que las personas sensatas han preparado el aceite. Esto significa que lo tienen preparado de antemano. Por eso pudieron entrar en la boda, es decir, en el Reino de los Cielos. Entonces miremos las Escrituras ahora para ver cómo debemos preparar el aceite, es decir, el Espíritu Santo. 
 


La fe sensata es la fe que tiene el aceite

 
Deben preparar el aceite como las vírgenes sensatas que esperaban al novio. El Espíritu Santo es Dios, es el que vive dentro de una persona cuando recibe la remisión de los pecados. Entonces, ¿cómo se borran los pecados del corazón de una persona? ¿Cómo puede nacer de nuevo a través del agua y el Espíritu? Les voy a hablar de esto. Hoy me gustaría hablarles del Evangelio del agua y el Espíritu. 
En Mateo 3, 13-17 vemos a Juan el Bautista bautizando a Jesús: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». 
Podemos ver aquí que Jesús fue a ser bautizado por Juan el Bautista, un descendiente del Sumo Sacerdote Aarón, nacido 6 meses antes que Jesús. Juan el Bautista reconoció a Jesús, el único Hijo de Dios, y al principio se negó a bautizarle. Así que Jesús le ordenó a Juan el Bautista que lo hiciera: «Déjame hacer ahora. Debes bautizarme y hay una razón por la que debes hacerlo. Porque tenemos que cumplir toda justicia». Aquí la palabra justicia significa justicia de Dios, y toda significa por completo. La palabra así denota que Jesús tomó sobre Sí mismo los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista. Este bautizó a Jesús para quitar los pecados de la humanidad. Jesús fue bautizado para cargar con todos los pecados del mundo. 
El bautismo que Jesús recibió también se denomina bautismo por inmersión. Significa lo mismo. El bautismo por inmersión implica la transferencia de los pecados mediante la imposición de manos y la muerte en el agua, y el bautismo de Jesús significa que recibió todos los pecados de la humanidad y los borró mediante la imposición de manos. Así que vemos que el bautismo y la imposición de manos son casi lo mismo. Por eso Jesús fue bautizado, para salvar a todos los seres humanos, desde Adán hasta toda la gente del mundo hasta el fin de los días, desde todos los pecados que hay en los corazones hasta todos los que cometemos todos los días. 
 


Acerca de Juan el Bautista

 
Entonces ¿quién es Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús? Para poder reconocer a Jesús como el Salvador y creer en Él, debemos entender el testimonio de Juan el Bautista. A través de los testimonios en las Escrituras que vamos a compartir, veremos que Juan el Bautista es una persona importante que no podemos olvidar en nuestra discusión sobre la salvación. Debemos reconocer por completo que Juan el Bautista era el mayor hombre nacido de mujer (Mateo 11, 11). Es el representante de toda la creación humana. Dios, mediante Su plan para salvar a la humanidad, envió a Juan el Bautista al mundo 6 meses antes que Jesús. Las Escrituras nos dicen que Juan el Bautista era el siervo de Dios del que el profeta Zacarías habló y profetizó, y también era descendiente de Aarón (Lucas 1, 5). Ahora vamos a verificar esta información a través de la Palabra y veremos que Juan el Bautista era el siervo de Dios y no me lo estoy inventado. Vamos a leerlo juntos.
Mateo 11, 11 dice: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» y el versículo 14 dice: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir». Asimismo Malaquías 4, 5-6, en el Antiguo Testamento, dice: «He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».
Podemos ver en el libro de Malaquías que Dios había hecho una promesa a través de este profeta al final del Antiguo Testamento, y esta promesa consistía en enviar a Elías. Sin embargo, las palabras de la Biblia nos dicen que el profeta Elías fue arrebatado. Ascendió hacia el Señor en un carro de fuego. De hecho Elías fue arrebatado cuando todavía estaba vivo. Dios dijo que enviaría de nuevo a este Elías. Algunas personas pueden pensar: «Dios va a enviarlo de nuevo porque no murió en este mundo».
Mateo 11, 14 nos dice claramente: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir». Dios da testimonio de que Juan el Bautista es el profeta Elías. En el Evangelio según Mateo capítulo 11, versículo 11 encontramos: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él». Además en los versículos 12 al 13 leemos: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan». Esto significa que el Antiguo Testamento acaba con Juan el Bautista. ¿Dónde empieza y dónde termina el Nuevo Testamento? El Nuevo Testamento empieza con la primera venida de Jesús y acaba cuando Jesús vuelva a la tierra. 
Mateo 11, 12 dice: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan». Arrebatarlo significa destruirlo por una fuerza violenta o robarlo con fuerza violenta. Es posible que la gente piense que una persona humilde y recta pueda entrar en el Reino de Dios, pero no una persona de naturaleza violenta. Pero debemos tener en mente que las Escrituras son diferentes a nuestros pensamientos. Aquí, por ejemplo, el significado de las Escrituras está muy claro, y no hay nada malo en él. 
Si es así, no podemos evitar plantearnos la siguiente pregunta: «¿Qué hizo Juan el Bautista que era tan importante como para permitirnos entrar en el Reino de Dios por fe desde entonces?». Es muy importante que entiendan esto por completo, porque quien cree en lo que Juan el Bautista hizo en el mundo y en lo que Jesús hizo, recibe la remisión de los pecados por fe y puede entrar en el Reino de los Cielos. 
Sin embargo debemos saber que los que creen en Jesús como si siguieran una religión, no podrán entrar en el Reino de los cielos. Los que están ebrios de religión no podrán entrar en el Reino de los Cielos. Todo lo que hacen es alimentar sus emociones, y así intentan satisfacer sus pensamientos y sus sentimientos. Creen en Jesús como en una religión, como el confucianismo o el budismo. 
Por tanto simplemente fingen ser humildes y rectos, y siguen ofreciendo sus oraciones de penitencia, yendo a retiros de oración, ofreciendo el diezmo y haciendo servicios voluntarios. Se niegan a aceptar lo que Juan el Bautista ha hecho según las Escrituras, a que vino por el camino de la justicia y completó la obra justa con Jesús. Mediante sus acciones tercas y desobedientes, desechan la voluntad de Dios para sus vidas (Mateo 21, 32; Lucas 7, 30). Están satisfechos consigo mismos y beben constantemente de sus emociones, como la gente que se intoxica con el alcohol. Podría seguir hablando de esto con todo detalle, pero hay poco tiempo. Lo que estoy diciendo es que una persona religiosa no acepta lo que Juan el Bautista ha hecho al venir por el camino de la justicia. 
Juan el Bautista participó en la obra de salvación de Jesús, que ha cumplido toda la justicia al bautizar a Jesús, y al hacer esto transfirió todos los pecados de la humanidad a Jesús. La palabra justicia, mencionada aquí, significa la justicia de Dios. Hay dos tipos de justicia: la justicia humana, que consiste en vivir con rectitud y bondad, y protegiendo a los demás; y la justicia de Dios. Cuando todo el mundo había caído en el pecado por desobedecer Sus mandamientos, gracias a la bondad de Dios hacia nosotros, nos salvó y nos dejó sin pecados al hacer que Su Hijo tomase todos nuestros pecados. La justicia de Dios es la verdadera justicia. 
Si Juan el Bautista no hubiese cumplido esta obra de transferir todos los pecados del mundo a Jesús mediante el bautismo, no podríamos estar sin pecados. Si esto fuese cierto, todavía tendríamos pecados en nuestros corazones, por mucho que creyésemos en Jesús. Por eso es tan importante saber que Jesús fue bautizado para borrar nuestros pecados. Cuando todavía tenemos pecados desde el punto de vista de Dios, Él no los deja pasar diciendo: «Todos tus pecados han sido borrados» o «Eres justo». Eso se debe a que Dios es justo y no puede mentir. 
Dios transfirió todos los pecados de la humanidad a Jesús a través de este método justo del bautismo de Juan el Bautista, a quien había escogido de antemano como representante de toda la humanidad. Todos los pecados del mundo han sido borrados perfectamente mediante este bautismo y por eso ahora no tenemos pecados en nuestros corazones. El Señor, por Su obra justa, nos ha redimido por completo de todos los pecados del mundo. Después de ser bautizado, Jesús se convirtió en el cordero de Dios que cargó con los pecados de la humanidad hasta la Cruz, como resultado de la desobediencia del hombre (Romanos 5, 19). 
Debemos entender por completo estas palabras importantes en Juan 1, 29: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Este es el testimonio que Juan el Bautista compartió con sus discípulos y con todo el mundo dos días después de haber bautizado a Jesús en el río Jordán.
 


Doce tipos de pecado

 
Ahora me gustaría hacer una pausa y preguntarles a todos ustedes si admiten ante la Palabra de Dios que todo el mundo, incluidos ustedes mismos, nace con pecado y que nadie puede evitar cometer pecados. Marcos 7 dice: «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre» (Marcos 7, 21-23).
Entonces, si leemos correctamente, ¿están de acuerdo con que estos tipos de pecados están en sus corazones? Por supuesto. ¿Tienen lascivia en sus corazones? Sí. ¿Tienen robos en sus corazones? Sí. ¿Hay alguien que haya mirado las posesiones de otro y haya tenido envidia? Sí. ¿Hay alguien que haya engañado a otra persona? Sí. ¿Hay alguien que haya odiado a otra persona y haya pensado en matarla? Sí. ¿Hay alguien que haya tenido pensamiento de desobedecer a sus padres e interferir en sus vidas? Sí. Este es un gran pecado, ¿Hay alguien que haya deseado matar a sus padres o hijos para beneficiarse de un seguro de vida? Sí, estoy seguro. Por favor, entiendan lo que digo y crean en la verdad bíblica que dice que todo el mundo ha nacido con estos doce tipos de pecados ante Dios. 
Dios dice en Isaías 1, 4 que todos somos una generación de malignos y que vivimos toda nuestra vida derramando estos doce tipos de pecados. Debemos ser honestos sobre quiénes somos ante la Palabra de Dios. ¿Han pecado en esta vida desde que nacieron hasta que cumplieron los 10 años? Sí. ¿Están incluidos estos pecados en los pecados que se transfirieron a Jesús cuando fue bautizado? Sí. Entonces, ¿Han pecado desde que tenían 10 años hasta los 30? Estos también son los pecados del mundo. ¿Han sido transferidos a Jesús también? Sí. Los pecados que han cometido desde los 10 hasta los 30 años también han sido transferidos a Jesús. Los pecados que han cometido desde los 40 hasta los 70 también son los pecados del mundo. Todos esos pecados también han sido transferidos. 
Como Jesús ha cargado con todos los pecados del mundo mediante el método más apropiado, es decir, mediante Su bautismo, Dios nos da la salvación a los que creemos en Jesús como nuestro Salvador. Todos nuestros pecados han sido transferidos a Jesús a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista mediante la imposición de manos. Jesús nos ha dado una vida nueva al ser condenado a morir en la Cruz, derramar Su sangre, morir en esa Cruz, vencer a la muerte y resucitar de entre los muertos. 
Muchos cristianos religiosos de hoy en día creen que reciben la remisión de los pecados cuando ofrecen esas oraciones de penitencia miserables. Debemos parar aquí un momento y pensar en esto; si Jesús nos perdonase cada vez que ofrecemos oraciones de penitencia, entonces no ha borrado todos los pecados del mundo por completo. De hecho la gente todavía va a cometer muchos pecados. Las personas son criaturas que no pueden evitar cometer pecado hasta el día en que mueren. 
Por tanto, con esta falsa creencia, toda la justicia no se ha cumplido para los que intentan deshacerse de sus pecados a través de este método. No creen que Jesús haya tomado los pecados del mundo. El Apóstol Pablo habla sobre estas personas en el libro de Romanos. Estas personas ignoran la justicia de Dios y quieren establecer su propia justicia (Romanos 10, 3). 
 


La voluntad de Dios apunta hacia la remisión de nuestros pecados

 
¿Qué significan estas palabras que el Señor dijo en la Cruz: «Está acabado»? Estas palabras son muy poderosas y significan que Jesús cumplió toda la justicia al ser juzgado y recibir el castigo por todos los pecados del mundo cuando los tomó a través del bautismo a manos de Juan el Bautista. Jesús recibió el método de bautismo más apropiado que Dios Padre había planeado, y fue sumergido en el agua del río Jordán. Esta inmersión representa Su muerte, y cuando salió a la superficie de nuevo, estaba indicando su resurrección y la resurrección de los creyentes. ¿Qué dijo Dios Padre cuando Jesús fue bautizado? «Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Este es el testimonio de Dios Padre, y tiene el siguiente significado: «Este es el que ha recibido los pecados del mundo de la manera más adecuada, y es Mi Hijo, en quien tengo mi complacencia, y quien obedece al Padre».
Ahora razonemos acerca de la Palabra, en el capítulo 7 de Mateo, que dice: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 7, 21). ¿Hay algún cristiano en este mundo que siga la voluntad del Padre por completo? No hay nadie que pueda seguir la voluntad de Dios por completo si esto significa obedecer la Ley mediante obras. Todos los seres humanos son frágiles como Pedro, y no pueden hacer todas estas cosas, según la voluntad de Dios, a través de nuestras obras. Todo el mundo, incluso Pedro, al ser frágil en la carne, traicionaría a Jesús en repetidas ocasiones, y por eso viviría arrepintiéndose de sus pecados una y otra vez. 
Pero lo importante es que el Señor ha cargado con todos estos pecados y debilidades. A través de Su bautismo, Jesús ha cargado con todos nuestros pecados, y con los pecados de toda la humanidad, que todavía sigue cometiendo pecados en este mundo. Por eso ni uno solo de los discípulos de Jesús, ni Pablo, ofrecieron oraciones de penitencia por sus pecados. A veces se arrepentían de sus errores después de darse cuenta: «No debería haberlo hecho». Pero no hay ninguna prueba de que rogasen: «Señor, por favor, perdóname» como los fanáticos religiosos que hacen esto cuando se reúnen porque todavía tienen pecados en sus corazones y tienen miedo de ir al infierno. 
Jesús ha recibido el bautismo más apropiado para toda la humanidad. La voluntad de Dios era que Jesús viniese al mundo como un ser humano humilde según el mandamiento de Dios Padre, que recibiese todos los pecados del mundo para siempre a través de Su bautismo, es decir la imposición de manos de Juan el bautista, y que muriese en la Cruz para finalizar el juicio por el pecado. Jesús nos ha salvado perfectamente al obedecer la voluntad de Dios Padre y ahora podemos ir al Reino de los Cielos al creer en Jesús, el Salvador, de todo corazón según la voluntad de Dios Padre. Ahora podemos ir al Reino de los Cielos por fe. Esto es lo que significa Mateo 7, que hacemos la voluntad de Dios y entramos en la gracia de Dios por fe, y no por nuestras obras. 
El Evangelio de Juan capítulo 1, versículos 6-7 dice: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él». Juan el Bautista era el que vino a dar testimonio de Jesús. Juan el Bautista era el Sumo Sacerdote que transfirió todos los pecados de la humanidad a Jesús. Juan el Bautista todavía sigue dando testimonio a la humanidad con estas palabras tan poderosas: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). Los que creemos en esto podemos conocer a Jesús a través del testimonio de Juan el Bautista. En otras palabras, nos damos cuenta de que todos nuestros pecados han sido pasados a Jesús, gracias a que Juan el Bautista nos ha dado testimonio de Él.
No podríamos haber creído en Jesús como nuestro Salvador perfectamente si no hubiésemos tenido el testimonio de Juan el Bautista, que dio testimonio de Jesucristo, la verdadera Luz. Gracias a Juan el Bautista, ahora podemos conocer a Jesús perfectamente por Su bautismo y por el testimonio de Juan el Bautista. Jesús y Juan el Bautista han completado la obra de salvación para nosotros para que nunca seamos considerados pecadores ante Dios, aunque cometamos pecados en el futuro. 
 


Prediquen el Evangelio

 
El bautismo que Jesús recibió al principio de Su vida pública fue el principio de la obra de nuestra salvación. Jesús le dijo a la mujer que fue sorprendida en adulterio: «Yo tampoco te condeno» (Juan 8, 11), y esto significa: «No tienes pecado porque yo he cargado con este pecado». Jesús compartió el Evangelio de la remisión de los pecados durante tres años, como en este ejemplo. Después derramó Su sangre, murió en la Cruz por el juicio del pecado, resucitó al tercer día y ascendió a los Cielos, par completar nuestra salvación. Los que creen en este Evangelio reciben la remisión de los pecados y se convierten en gente sensata de fe que ha preparado el aceite, es decir, el Espíritu Santo, dentro de sus corazones. Hemos conocido a Jesús gracias al testimonio de Juan el Bautista, y nos hemos vestido de toda justicia al creer en todo lo que ha hecho por nuestra salvación.
Ahora, como Su pueblo justo, como en la parábola de las vírgenes sensatas que esperan al novio, debemos predicar la Palabra bendita de nacer de nuevo a través del agua y el Espíritu a toda la gente del mundo durante el resto de nuestras vidas con fe, y debemos hacer la voluntad de Dios Padre. El Señor nos ordena: «Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2 Timoteo 4, 2).