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佈道

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 26-5] Utilicemos todo lo que tenemos por el Evangelio (Mateo 26, 17-29)

Utilicemos todo lo que tenemos por el Evangelio(Mateo 26, 17-29)
«El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho. Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.»
 

El Señor tomó la Última Cena antes de la Pascua. Cuando el Señor preparaba la Última Cena, les dijo a Sus discípulos que fueran a una ciudad donde había cierto hombre al que le tenían que decir que Jesús y Sus discípulos iban a celebrar la Pascua en su casa. Los discípulos fueron a la ciudad, tal y como les dijo Jesú, y le dijeron al hombre lo que tenían que decirle, y este obedeció y les dejó entrar en su casa. Por tanto, el Señor pudo celebrar la Pascua en esa casa con Sus discípulos. 
En el pasaje de las Escrituras de hoy vemos como el Señor y Sus doce discípulos tomaban la Última Cena por la noche. Hay una obra de arte inmortal llamada La Última Cena pintada por Leonardo da Vinci. Si miramos este cuadro, la habitación en la que el Señor celebró la Última Cena era muy grande y tenía una mesa muy grande. No era una mesa como la que hay en cualquier casa; era muy grande y larga, como las que se encuentran en los salones de celebraciones. Como Dios de la Creación, nuestro Señor lo creó todo, y lo sabe todo. Por tanto, el Señor también sabía que había cierto hombre en la ciudad que tenía este tipo de mesa. Como no hay nada que Jesús no pueda hacer, el Señor dijo cosas absurdas según los discípulos. 
Si lo miramos desde una perspectiva humana, hubo varias veces en que el Señor dijo cosas bastante extrañas. Un ejemplo es cuando el Señor les ordenó a Sus discípulos que entrasen en cierta ciudad y le trajeran un asno joven que estaba atado. ¿No suena ridículo? ¿Cómo puede una persona ir a otro vecindario y, sin el permiso del dueño, desatar un asno y llevárselo? Si lo miran desde una perspectiva humana, esta acción es un hurto, y si hubiesen sido arrestados, tendrían que haber pagado lo que robaron con crecer y además habrían sido azotados. Por tanto Jesús les dijo a Sus discípulos preocupados que si eran arrestados dijeran: «El Señor necesita un asno.» Es imposible que alguien diga esto si no es el Señor. 
Recuerden que si alguien simplemente repitiese estas palabras, estaría en un gran problema. Sería suficiente si creyésemos que esto es posible solo gracias al poder del Señor. Como es el único Maestro del universo y todo lo que hay en él, solo el Señor podía pedir que se le trajese la propiedad de otra persona. Él puede pedirle a alguien: «El Señor lo necesita», cuando se le sorprenda en el acto. 
 


Jesús habló durante la Última Cena

 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, ocurrió algo similar. El Señor les dijo a Sus discípulos: «Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.» Los discípulos hicieron lo que Jesús les pidió y sucedió tal y como el Señor dijo. Esto es algo que solo podía hacer Jesucristo, el verdadero Dios que hizo el universo y vino al mundo encarnado en un hombre. Así que los discípulos prepararon la mesa y la comida tal y como lo ordenó el Señor. Entonces tomaron la Última Cena en la casa de cierto hombre en aquella ciudad. Era la hora de la cena. 
Jesús reunió a Sus discípulos y les habló. «Uno de vosotros me va a traicionar.» Al escuchar esto, empezaron a susurrar, y preocupados, le preguntaron: «¿Soy yo?» El Señor dijo: «El que meta la mano en el plato conmigo Me traicionará.» Entonces tomaron un pedazo de pan, lo partieron y lo metieron en un plato con vino o leche y se lo comieron. Cuando Jesús metió la mano en el plato, uno de los discípulos metió la mano con Él. Jesús añadió: «A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.» Los otros discípulos también le preguntaron, pero cuando Judas preguntó: «¿Soy yo?», Jesús dijo: «Tú lo has dicho.»
¿Acaso no está claro? Sí, si lo está. El Señor sabía todo lo que iba a pasar. Cuando Judas, quien iba a traicionar a Jesús en poco tiempo, le preguntó: «¿Soy yo?», el Señor, quien lo sabía todo, contestó: «Sí, tú lo has dicho.» Jesús le dijo a Judas que sabía que le iba a traicionar, pero aún así Judas no se arrepintió. Probablemente no se dio cuenta de que el Señor ya sabía que le iba a traicionar. Esto se debe a que no creía que Jesús es Dios. Judas quería traicionar a Jesús porque Satanás había entrado en su corazón. Aunque Jesús le dijo esto a Judas para que se diera cuenta de su plan malvado, pero Judas no expresó sus emociones y siguió como antes pensando en el dinero que recibiría al entregar a Jesús. 
Judas nunca llamó a Jesús Señor. Normalmente le llamaba Maestro. Solamente consideraba a Jesús como a un hombre maravilloso. Como Judas solo quería recibir honor en este mundo, no pudo creer en la Palabra de Dios con un corazón puro. Como su codicia por el mundo era mayor que su creencia en Jesús, fue muy fácil para Satanás utilizarle. 
En realidad, había tanta gente que odiaba a Jesús como gente que le seguía, creía en Él y dependía de Él. Muchas personas que le odiaban pensaban: «Un pueblerino de Nazaret llega y todo el país está revolucionado y le sigue.» «¿Qué ha hecho un pueblerino así para que le presten tanta atención?» Por tanto, los que estaban en altos cargos del gobierno israelita, incluidos los Sumos Sacerdotes y los escribas que creían en Jehová, odiaban a Jesús. Por otro lado, la gente que era pobre, sin valor, enferma, y dolorida, y la gente desesperada creyó en Jesús y le siguió, pero Judas vio que los ricos y poderosos que gobernaban odiaban a Jesús, y siguió a la mayoría que recibía honor, poder y autoridad de los hombres. Como Jesús había acompañado a Jesús, sabía que no era una mala persona. Pero los líderes religiosos a los que él respetaba odiaban a Jesús y estaban frustrados porque no podían matarle, así que Judas se puso de su lado porque pensó que podría ganarse una gran reputación con la gente que quería matar a Jesús. Judas siempre tenía esta codicia en su corazón. 
Una noche dos días antes de la Pascua, Jesús y Sus discípulos estaban comiendo. Entonces Jesús dijo: «Uno de vosotros Me traicionará.» Cuando Judas dijo: «¿Soy yo?», Jesús contestó: «Tú lo has dicho.» Aunque nadie más lo sabía, Judas y Jesús sabían que él le traicionaría. La gente se conoce a sí misma bien. Como Judas había decidido traicionar a Jesús, cuando los demás preguntaron si eran ellos, Judas también lo preguntó para disimular. Como Jesús sabía lo que Judas iba a hacer, dijo: «Tú lo has dicho.» Aún así, Judas no cambió de parecer y traicionó a Jesús. Como Judas traicionó a Jesús, este fue a la corte de Pilatos, murió en la Cruz y resucitó al tercer día.
Cuando Jesús murió en la Cruz, se supo que era el Hijo de Dios, porque los cielos se oscurecieron durante tres horas, y Judas se dio cuenta por primera vez de que había hecho mal, y se arrepintió. Pero era demasiado tarde. Como está escrito, Jesús hizo el sacrificio último que eliminó todos nuestros pecados a través de Su bautismo y muerte en la Cruz, y fue a Dios Padre. Pero la vida de Judas acabó maldita porque hubiese sido mejor que no hubiese nacido, como Jesús dijo: «A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido» (Mateo 26, 24).
 
 

Jesús nos salvó al darnos Su sangre y cuerpo

 
Dios decidió antes de la fundación del mundo que vendría al mundo y nos salvaría a través de Su cuerpo y sangre al ser bautizado y morir en la Cruz. Este era el plan que Dios había establecido. Por tanto, en la Última Cena, nuestro Señor bendijo a los discípulos, partió el pan, se lo pasó y les dijo: «Tomad y comed, este es Mi cuerpo.» Entonces tomó la copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.» El Señor entregó Su cuerpo y sangre para librarnos a todos del pecado. 
Si pensamos en esto desde la perspectiva de Jesús, nosotros tambien podemos entregar nuestros cuerpos hasta cierto punto. Pienso que nosotros también podemos sacrificar nuestros cuerpos y trabajar diligentemente. Por supuesto, el Señor entregó Su cuerpo en una dimensión diferente a la que nosotros podamos hacerlo sirviéndole físicamente. El que el Señor haya entregado Su cuerpo quiere decir que ha recibido todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista después de ser encarnado enun hombre. 
Pero nuestro Señor tomó la copa de vida y dijo: «Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.» El Señor entregó Su sangre. ¿Qué es la sangre? Es la vida. El Señor entregó Su propia vida por nosotros. Si estuviésemos en la misma situación, ¿podríamos derramar la sangre de nuestras vidas por otra persona? Sería una tarea muy difícil. Como el Señor era tan poderoso, pudo demostrar Su amor condicional por nosotros. 
Cuando entregó Su cuerpo y sangre, nos entregó Su vida. Como el Señor entregó Su cuerpo y sangre por nosotros de esta manera, hemos recibido la salvación. ¿Cómo de grande es este amor? Como nuestro Señor entregó Su cuerpo por nosotros, hemos recibido la remisión de los pecados y la salvación. Gracias a Su gran amor, hemos recibido la salvación. Si el Señor no hubiese hecho esto, ¿cómo podríamos haber recibido la salvación? El Señor vino al mundo, entregó su cuerpo para ser bautizado, fue clavado en la Cruz y murió derramando toda la sangre de Su corazón en la tierra, nos entregó Su sangre y Su cuerpo, y borró los pecados de la humanidad al resucitar el tercer día de entre los muertos. El Señor cumplió el Evangelio del agua y el Espíritu al entregar Su cuerpo y Su vida por nosotros. Hemos recibido la salvación al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Si el Señor no se hubiese sacrificado, no habríamos recibido la salvación, ¿verdad? Hemos recibido la salvación porque el Señor se sacrificó por nosotros de esta manera. 
 


Vivamos con nuestra fe mientras servimos al Señor

 
Pienso en lo siguiente mientras sirvo al Señor: «El Señor nos ha salvado al entregar Su cuerpo y sangre por Su gracia. El Señor nos ha salvado al eliminar todos los pecados que cometemos hasta el fin del mundo. Él nos permitió recibir la remisión de los pecados. Nos permitió convertirnos en hijos de Dios. Nos permitió presentarnos ante Dios Padre.» Pienso en esto. Mientras pienso en la remisión de los pecados y en el cuerpo y sangre que Jesús entregó por nosotros, he decidido hacer la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios por todo el mundo.
Hay muchas veces en las que es difícil vivir en este mundo. Si leen Mateo 26, 6-13, verán que habla de una mujer que derramó un perfume muy caro. El Señor dijo que esta acción sería conmemorada dondequiera que se predicase el Evangelio. 
Pensemos por un segundo en la parte de servir al Señor. Cuando pensamos en la tarea de servir al Señor, ¿cómo no poder servirle ya que hemos recibido esta remisión de los pecados y esta salvación de esta manera? No podemos hacer otra cosa que empezar nuevas obras para servirle más. Así que, si terminamos esta obra, hacemos otra, pero podemos servirle sin cesar porque la gracia de la remisión de los pecados que Él nos dio es lo que nos da fuerzas para servirle hasta el fin de nuestras vidas. Mientras vivimos en este mundo hacemos una gran cantidad de sacrificios y trabajamos diligentemente. Entre esos sacrificios, creo que la obra más satisfactoria es obrar por el Evangelio del agua y el Espíritu. Como nuestra obra de servir al Evangelio es la más valiosa, cuanto más trabajemos por el Evangelio, más apreciaremos el Evangelio, más valioso será y más querremos trabajar por él. Por tanto, si terminamos una tarea, queremos trabajar por el Evangelio en otra tarea, y queremos hacer muchas más obras por el Evangelio. Este es el gozo de servir al Señor. 
Yo también he vivido en este mundo, pero si una persona trabaja para sí misma, no solo es inútil, sino que también se hace difícil e irritante. Mientras servimos como prisioneros para conseguir comida, vestidos y un hogar, no podemos dejar de trabajar por esto y nuestras vidas no valen la pena. Por otro lado, si alguien trabaja por el Señor, aunque es difícil físicamente, su corazón está alegre, tiene más fuerzas y está agradecido. Espero que todos ustedes trabajen por el Señor después de recibir la remisión de los pecados. Si hacen esto, recibirán nuevas fuerzas en sus corazones. En Isaías está escrito: «Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40, 31). El Señor dijo que la persona que viva por Él, recibe fuerzas. El Señor dijo: «Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas.» Esto significa que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, trabajan por el Señor y obran por Él, pueden vivir bien recibiendo nuevas fuerzas en sus corazones. 
Siento que he sido un poco descuidado con la Iglesia en nuestro país este año. Así que quiero prestar más atención a las ramas de nuestra Iglesia aquí, servir al Señor con un deseo renovado y predicar el Evangelio a más países. Quiero hacer este tipo de obra. Del mismo modo en que el Señor entregó Su cuerpo para darnos una vida nueva, quiero trabajar entregando mi cuerpo y mi corazón al Señor, apreciar la vida que Él me ha dado, estar agradecido y hacer la obra de compartir estar vida con otra gente. Espero que ustedes también vivan por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu, que da vida y salvación a toda alma perdida. Espero que los que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu puedan dar algo beneficioso a los demás. 
Pienso en la sangre y el cuerpo que el Señor nos dio. Estaría muy agradecido si pudiese trabajar por el Señor solamente. Si solamente pudiésemos dar nuestros cuerpos y nuestra sangre por el Señor, como Él nos dio Su cuerpo y Su sangre, sería maravilloso. Quiero sugerir que vivamos entregando nuestras vidas por los demás como el Señor entregó Su cuerpo y Su sangre. En el pasado no podía entregarme a los demás, pero ahora espero que podamos entregar nuestros cuerpos y corazones por el Evangelio, por otras personas y todos nosotros, de la misma manera en que el Señor nos ha dado una vida nueva y salvación al entregar Su cuerpo. ¿Tienen este deseo también?
Como el Señor eliminó todos los pecados del mundo, nos permitió presentarnos ante Dios. Espero que sean justos haciendo la obra que complace a Dios. Espero que seamos gente que hace cosas por los demás. La gente que da cosas buenas, son valiosas, así que quiero que deseen dar el Evangelio del agua y el Espíritu, que es lo más valioso del mundo, a la gente del mundo. Creo que todo el mundo que ha nacido de nuevo a través del agua y el Espíritu querrá hacer esto por el Señor. Quiero hacer esto por el Señor. 
Hemos hecho mucho trabajo en países extranjeros, no solo en las Iglesias de nuestro país. Hemos hecho mucho trabajo en el extranjero por ahora. Pero aún así, hay muchas personas en el mundo que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, deseo predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a las almas que no han nacido de nuevo hasta dar mi último aliento. Desde la posición que se me ha concedido, pienso en qué hacer y cómo hacerlo para beneficiar al Evangelio, y siempre deseo hacerlo. Como están haciendo su parte individual en esta obra, el Evangelio puede predicarse de esta manera y yo puedo hacer la mía. 
Tenemos que hacer más trabajo del que hemos hecho hasta ahora. Del mismo modo en que el Señor vino al mundo y entregó Su cuerpo y sangre por nosotros, sería bueno para nosotros también entregarnos por el Evangelio y ayudar a los demás. Quiero proclamar el Evangelio por todo el mundo. Quiero predicar este Evangelio a todo el mundo que no ha podido recibirlo todavía. Quiero hacer que el Evangelio del Señor sea más abundante y esté más extendido. Quiero predicar el Evangelio a la gente que no lo ha recibido todavía, y quiero entregar mi cuerpo por esta obra, y cuando piense que es necesario entregar mi vida, la entregaré. Tenemos el deseo de servir al Señor de todo corazón porque Él nos ha dado una salvación suficiente. Así que quiero hacer esta obra antes de ir al Señor. 
 


La vida de predicar el Evangelio está llena de gozo

 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, en el versículo 29, Jesús dijo: «Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.» Yo también quiero hacer eso. Si piensan en vino ahora, ¿no les dan ganas de beber un vaso de vino? Bebamos todos juntos hasta saciarnos en el Reino de los Cielos del Padre. Cuando el Señor dijo: «Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre», quiso decir que después de beber vino esa vez, no volvería a beberlo en este mundo. Como dijo que no bebería vino en este mundo, no quiso beber del vino que se le puso en la boca cuando estaba en la Cruz. 
Quiero reservar la obra de buscar mi gozo por las almas perdidas y los que no han recibido la remisión de los pecados, hasta el día hasta que esté con el Señor en el Reino del Padre. Quiero trabajar por el Evangelio aún más y entregar mi corazón y mi alma por el beneficio espiritual de los demás. Quiero predicar el Evangelio continuamente a los que no lo han escuchado. Si trabajamos por el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, el Señor vendrá pronto. Cuando Él venga, beberemos el vino de la felicidad con Él y con el Padre en Su Reino. 
¿Qué significa el vino? El vino significa vida y felicidad. Si hay vino, ¿qué le acompaña? La comida. En el Apocalipsis se dice que en el Cielo hay: «Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones» (Apocalipsis 22, 1-2). Todo lo que hay en este mundo también está en el Cielo. Todo lo que hay en la tierra y en el mar. Quiero trabajar por el Evangelio del agua y el Espíritu y hacer la obra del Señor hasta el día en que pueda disfrutar en el Reino de Dios. Hay mucho trabajo que hacer físicamente, mentalmente y espiritualmente. Sea el tipo de trabajo que sea, quiero entregarme por completo a la obra del Evangelio. ¿Ustedes también desean esto en sus corazones? 
¿Creen que nuestro Señor nos ha redimido de todos nuestros pecados al entregar Su cuerpo y sangre? El cuerpo del Señor habla de que el Señor se ha encargado de todos nuestros pecados al ser bautizado, y el derramamiento de sangre en la Cruz significa que Jesús perdonó todos nuestros pecados y que ha recibido el castigo por ellos. En otras palabras, Su cuerpo y sangre se refieren al Evangelio del agua y el Espíritu que salva las vidas que habíamos perdido. El Señor entregó Su vida voluntariamente para salvarnos. Por tanto hemos obtenido una vida nueva a través de nuestra fe en el Señor. Cuando llegue el Reino del Señor, viviremos con Él para siempre. Hasta que venga ese día deseamos entregar nuestros cuerpos y nuestra sangre por otras personas como hizo el Señor por nosotros. Queremos darle a la gente el camino de la vida, y nos gustaría trabajar por este Evangelio presentando nuestros cuerpos como sacrificios aceptables para Dios. 
No piensen que están sacrificándose y trabajando demasiado para el Evangelio en la Iglesia. Cuando piensan por fe que todo lo que están haciendo es por el Señor, no solo reciben fuerzas nuevas, sino también nuevas bendiciones. Entonces sus corazones se llenan de gozo. Cuando viven por el Evangelio del agua y el Espíritu y proclaman una nueva vida, sus corazones se renuevan y obtenienen fuerzas nuevas siempre, aunque sea difícil físicamente. Cuando viven así, el estado de sus espíritus mejora cada día. 
¿Dónde hay gente que viva por otras personas a parte de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y han nacido de nuevo? Solo esta gente puede entregar sus cuerpos por otra gente. Del mismo modo en que el Señor entregó Su cuerpo y sangre por nosotros, solo los que han recibido la remisión de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden sacrificar sus cuerpos y sangre por el Señor y por otras personas. Somos personas impacientes por dar más y que viven para dar a mucha gente. La Biblia dice: «El impío toma prestado, y no paga; mas el justo tiene misericordia, y da» (Salmos 37, 21). Los malvados son los que piensan en sí mismos y hacen daño y atormentan a los demás, mientras que los creyentes juntos son los que dan todo lo que pueden a los demás. Los justos que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu trabajan por los demás y siempre piensan en lo que pueden hacer por ellos. 
Si no hubise justos en el mundo, habría sido destruido. Creo que Dios está preservando este mundo porque tiene esperanza en los creyentes justos que siempre quieren hacer el bien por los demás. En concreto, la obra que hacemos sirviendo a otras personas es un servicio espiritual que rescata a las almas del infierno. No podemos ayudar físicamente a la gente del mundo que es pobre y está enferma y oprimida. Si pudiésemos, tendríamos que hacerlo, pero si nos preocupamos con esa obra, no podemos hacer la obra más valiosa de salvar almas. Así que debemos entregar el dinero que hemos obtenido con nuestro trabajo a la proclamación del Evangelio para salvación de las almas. 
Jesús dijo que la obra de la mujer que derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús sería conmemorada dondequiera que el Evangelio fuese predicado. Sin embargo, Sus discípulos no valoraron lo que hizo y le regañaron: «¿Para qué este desperdicio? Pues este perfume podría haberse vendido por mucho dinero y habérselo entregado a los pobres.» Pero Jesús dijo: «Porque a los pobres los teneis siempre con vosotros.» Como el Señor dijo, no poco después de que esta mujer le derramase el perfume en la cabeza, fue crucificado, murió y ascendió a los Cielos después de ser resucitado. La gente ya no pudo encontrar el cuerpo de Jesús en la tierra. 
Lo que Jesús dijo sobre la mujer que derramó el perfume sobre Su cabeza era que trabajar por el Evangelio del agua y el Espíritu no es algo que se pueda hacer siempre, sino que hay un tiempo en el que se puede hacer. Este mundo no va a durar mucho más. Cuando el Evangelio del agua y el Espíritu se proclame por el mundo entero y todo el mundo que tenga que recibir la salvación, la reciba, llegará el fin del mundo. Ya sean ricos, pobres, enfermos o desgraciados, los que acepten el verdadero Evangelio irán al Reino Eterno de Dios Padre y los que no lo acepten irán al fuego eterno. Por tanto Jesús dijo: «Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece» (Juan 6, 27). 
Puede que no podamos trabajar por comida, vestido y vivienda cuando vivimos en este mundo. Nadie puede escapar este trabajo. Si es así, espero que deseen trabajar por la voluntad de Dios. Ya laven los platos en la Iglesia, limpien la capilla, prediquen el Evangelio, ganen dinero, o hagan cualquier otra cosa, deben saber que hacen este trabajo para servir al Señor. Así pueden hacer más trabajo, recibir más bendiciones, sus corazones son renovados y reciben nuevas fuerzas. Pueden hacer todo este trabajo después de recibir poder del Señor, y aunque sea físicamente difícil, no es difícil en sus corazones. Estos están renovados porque el Señor les da agua viva y ustedes reciben satisfacción.
Después de terminar una tarea, querrán hacer otra, y seguirán recibir nuevas fuerzas como un águila que bate sus alas y se eleva hacia el cielo. Por tanto, espero que los que han recibido la salvación se decidan a hacer cualquier obra para el Señor con ganas. De esta manera su fe crecerá sola y recibirán corazones bellos y deseos de servir a Dios, y asimismo sus cuerpos y almas prosperarán. 
 


Vayamos ante el Señor después de hacer obras beneficiosas para otras personas

 
Hermanos y hermanas, pienso en cómo el Señor nos dio Su cuerpo y sangre. Por tanto, no quiero alardear de mi justicia, sino que quiero servir al Señor modestamente. 
Si hay algo que yo pueda hacer por ustedes, lo quiero hacer, y si hay gente que no haya recibido el Evangelio del agua y el Espíritu, me gustaría dárselo. Creo que ustedes también tienen este deseo. ¿No es así? Esto es lo que deseamos. Por cierto, el día que fue prometido no está lejos. Espero que se conviertan en el tipo de personas que quieran dar algo beneficioso a la gente y trabajen mientras puedan por el Señor y por el Evangelio del agua y el Espíritu. Espero que todos tengan este tipo de fe y este deseo. De esta forma, Dios y el Espíritu estarán contentos y recibirán muchas bendiciones. 
Le doy gracias a Dios. Estoy completamente agradecido al Señor porque Dios nos dio el Evangelio del agua y el Espíritu y nos permitió trabajar por él y vivir por el beneficio de los demás. No queda mucho para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. No queda mucho tiempo, por eso la Biblia dice: «Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar» (Eclesiastés 1, 8). ¿Cómo podemos trabajar por el Evangelio cuando este mundo esté destruido? Debemos trabajar diligentemente mientras podamos sembrar. Yo quiero ser un siervo de Dios leal y responsable. 
Pasado mañana esperamos publicar libros en húngaro y polaco. Entonces enviaremos 2500 copias a Rusia en idiomas del Este de Europa. Si nuestros colaboradores en Rusia no hacen un buen trabajo, podemos mandar a trabajadores desde Corea y hacer mucho trabajo en Rusia, de la misma manera en que hemos conseguido mucho progreso por el Evangelio en los Estados Unidos gracias al Reverendo Kim y su esposa. A través de este ministerio estamos predicando el Evangelio a países del Este de Europa. De la misma manera en que el Señor nos entregó Su cuerpo, estamos trabajando y predicando el Evangelio con el sacrificio de nuestros cuerpos. Como Él compartió Su vida con nosotros, a la vez nosotros la compartimos con otras personas. 
Mañana empezaremos a traducir nuestro tercer libro al inglés. Si la traducción está terminada, imprimiremos el libro cuanto antes posible. Si el libro se distribuye, entraremos en una nueva etapa de proclamar el Evangelio, y será predicado más que antes. Si hemos predicado el Evangelio del agua y el Espíritu hasta ahora, a través de la tercer libro en inglés sobre el Espíritu Santo, quitaremos las taras que Satanás ha plantado y empezaremos una nueva obra de plantar el Evangelio más firmemente. 
Hay pasos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. El primer paso es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo desde ángulos diferentes, y el segundo es predicar libros de crecimiento espiritual para los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Con estos libros para el crecimiento espiritual podemos eliminar la cizaña de las falsas doctrinas que Satanás ha plantado en los corazones de los cristianos. Todo el que haya leído esos libros verá que ha sido engañado por Satanás y que ha creído en Jesús con pecados en sus corazones. Muchas personas verán, a través de estos libros, lo claro que es el Evangelio del agua y el Espíritu, creerán en él y al final todo el que sea digno de creer en este Evangelio, creerá en él. 
Como creo que todas estas cosas pasarán dentro y fuera de nuestro país, el trabajo que estoy haciendo ahora no parace trabajo. Estoy haciendo todo este trabajo con todas las ramas de la Iglesia en este país. Los ministros se reúnen y celebran reuniones, y si se necesita, enviamos trabajadores a las regiones donde la Iglesia los necesita. Al hacer esto, siempre hacemos trabajo adicional predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. Por supuesto, hagamos lo que hagamos, se hace por el Evangelio. Mientras trabajamos por el Evangelio, haremos nuevas obras y entregaremos nuestros cuerpos y corazones por el Evangelio como antes. 
Espero que aquellos de ustedes que piensen que son insuficientes pero quieran entregar sus cuerpos al Señor, trabajar juntos por el Evangelio y darles cosas valiosas a las personas, puedan hacer la obra del Evangelio. Les doy la bienvenida. Si los nacidos de nuevo nos unimos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, estoy seguro de que conseguiremos hacer mucho trabajo. 
Hermanos y hermanas, le doy gracias a Dios. Durante algún tiempo mi salud no era muy buena, pero pude terminar mi trabajo porque Dios me dio fuerzas. Así que estoy muy contento. Ahora quiero hacer algo nuevo. Todavía quiero hacer mucho por el Señor. Voy a entregar mi cuerpo entero antes de que venga el Señor. Él dice: «De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Juan 12, 24). Todos, y no solo yo, debemos hacer cosas beneficiosas por los demás y para ello debemos sacrificarnos antes de ir al Señor. Creo que el Señor hará esto por nosotros. 
Él dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos de los Apóstoles 20, 35). Espero que Dios no les haga gente que da poco; sino que espero que les haga dar mucho. ¡Aleluya!