(Lucas 12, 13-34)
«Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».
No se preocupen diciendo: «¿Qué comeré o qué beberé?»
No podemos separarnos de las cosas materiales mientras vivimos en este mundo. Por tanto, no podemos dejar de pensar en ellas. Sin embargo, nuestros corazones y pensamientos se dirigen a las cosas espirituales si reconfirmamos la Palabra de Dios porque es el verdadero alimento espiritual. Por eso, cuanto más leemos la Palabra de Dios, más queremos seguirla y depender de ella.
Hace un tiempo fui al Centro de Entrenamiento de Discípulos de Inje para trabajar. Para algunas personas es difícil pensar en cosas espirituales cuando están haciendo un trabajo físico. Yo también encontré dificultad en orar continuamente cuando estaba trabajando allí. Sin embargo, antes de cada comida y cuando decidía orar, oraba específicamente por cosas que necesitaba ya que siempre he encomendado mis planes a Dios e intentado hacer la obra de Dios sin cesar. Sé que ustedes tienen este mismo sentimiento.
Hemos leído lo siguiente en la Palabra de hoy. Jesús dijo: «Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?». Y después dijo: «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee». Esta fue la respuesta que Jesús le dio a un hombre que le dijo: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia». Y Jesús estaba diciendo: «¿Quién me ha hecho tu juez o una persona que divide las posesiones materiales? ¿Quién me ha nombrado en ese cargo? ¿Tengo Yo que juzgar a tu hermano para que divida las cosas materiales contigo?». El Señor le dijo a esa persona que estaba muy preocupada por las cosas materiales: «Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee».
Pensamos demasiado desde una perspectiva material. Si una persona nos pidiese nuestra opinión sobre cosas materiales, podríamos mencionar muchas cosas que queremos tener ahora aunque el Señor nos haya dicho que no nos dejemos tentar por estas cosas. Por ejemplo, no se tarda mucho en averiguar los beneficios de construir un edificio de 800 yardas cuadradas y alquilarlo por cierta cantidad. Sin embargo, no podemos calcular ni responder tan rápido cuando se trata de las cosas de Dios como salvar a las almas o propagar la Verdad. Por eso necesitamos leer y escuchar la Palabra de Dios más a menudo.
El sermón que me gustaría predicar hoy a través del pasaje de las Escrituras de hoy es aún más especial y valioso para las personas que son muy débiles ante las cosas materiales y piensan mucho en las cosas carnales. Jesús educó a la persona que le pidió que dividiese su herencia con una parábola: una persona rica tuvo mucha cosecha en su tierra y pensó: «¿Qué haré? No tengo espacio en mi granero para la cosecha. Construiré uno más grande». Sus pensamientos se hicieron cada vez más rápidos. Así que construyó un granero más grande, almacenó su cosecha y le dijo a su alma: «Alma, tienes muchos bienes guardados para muchos años; relájate, come, bebe y sé feliz». Pero Dios le reprendió como está escrito: «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (Lucas 12, 20-21).
En aquel entonces, la cantidad de cosecha era la medida de la riqueza de la gente. Por tanto, la gente creía que almacenar mucha cosecha en sus graneros era lo mejor. Las sociedades antiguas eran agrícolas y la gente vivía así.
Cierta persona tenía demasiada cosecha y pensó de manera materialista. No había sitio para guardar todas las cosechas porque había cosechado mucho. No sabía qué hacer. La respuesta es simple. Solamente tenía que construir un granero más grande. Habría estado muy satisfecho consigo mismo si hubiese construido un granero grande y hubiese almacenado mucha cosecha. Después de eso le habría dicho a su alma: «Bien hecho, ahora relájate y come, bebe, descansa y sé feliz». Sin embargo, el Señor le dijo a esa alma que solo pensaba en las cosas materiales y las consideraba muy valiosas: «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios». Y añadió: «Una persona que no es rica ante Dios y es solamente rica materialmente es así».
Y el Señor les dijo a los discípulos: «No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?» (Lucas 12, 22-26). Debemos reconsiderar qué significa esta palabra: «¿Qué es más importante? El cuerpo es más importante que la ropa y la vida es más importante que la comida. Mirad a los cuervos, no siembran ni cosechan, no tienen graneros, pero Dios los alimenta. ¿Cuánto más valiosos sois vosotros que los pájaros? ¿Y cuál de vosotros añade un codo a su estatura por preocuparse?».
No sabía mucho de esta Palabra al principio. En realidad, la primera cosa que me vino a la mente era que quizás no habría personas bajas de estatura si todos comiésemos bien y durmiésemos bien ya que el Señor dice que añadiría un codo a nuestra estatura. ¿Acaso hoy en día la gente es más alta si come mejor desde la infancia y mantiene una buena nutrición? Por tanto, me preguntaba por qué el Señor dijo estas cosas.
¿Se puede conseguir algo imposible con tan solo preocuparse?
Entonces, vamos a ver la palabra un codo en contexto de esta palabra. Un codo era una medida de longitud. ¿Cuántos centímetros hay en un codo? Un codo tiene unos 50 centímetros. Más específicamente un codo es 45 centímetros. Entonces esto significa que el Señor podría hacer que una persona baja creciese 45 centímetros con Su poder.
¿Puede un adulto crecer 45 centímetros después de haber alcanzado su límite de crecimiento? Esto sería posible por un milagro de Dios, pero no sería posible con tan solo preocuparse por ello. ¿Creen que sería posible si lo intentásemos? ¿O creen que es completamente imposible? Dicen que se puede hacer crecer a una persona al enderezar sus huesos con una máquina, pero que solo se pueden conseguir un par de centímetros. Quizás la tecnología avanzará mucho en el futuro y encontrarán la manera de alargar los huesos para hacer crecer a una persona, pero saben que es imposible hacer que una persona crezca un codo por medios naturales.
Esto es lo que significa preocuparse por algo. Preocuparse es estar ansioso por las cosas que ya han pasado, cosas que no pueden deshacerse, y decir: «Dios mío. Tendría que haberlo hecho mejor desde el principio». Y el Señor estaba cuestionando si podemos hacer cosas contra los principios de la naturaleza. El Señor nos dice que debemos ver a las aves del cielo que no siembran, cosechan, no tienen graneros para almacenar comida, y que pensemos en los principios de la naturaleza y no nos preocupemos por la comida ni por nuestros cuerpos o nuestra vida.
Entonces, puede que ustedes digan: «¿Qué tipo de persona puede vivir sin preocuparse?». Cuando miramos a las aves, vemos que vuelan sin descansar ni un momento, y parece que pueden conseguir comida con tan solo buscarla. Sin embargo, ¿pueden obtener comida y sobrevivir con tan solo volar por ahí? ¿Es así como viven las aves? No. Por mucho que vuelen no pueden sobrevivir si Dios no les proporciona comida. Las aves pueden comer solo cuando Dios les muestra donde encontrar comida.
Las Escrituras dicen: «Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos». ¿Cómo de bellos son los lirios? Dice que incluso Salomón, quien disfrutó de la mayor riqueza como rey, no tuvo tanta belleza como los lirios. El Señor dijo esto pero nosotros podríamos pensar que nos está diciendo que la gente debe vivir sin trabajar si escuchan la Palabra y la consideran diligentemente. Sin embargo, el verdadero significado de esta Palabra es que no podemos conseguir las cosas que queremos con tan solo preocuparnos. Esto significa que no vivimos por las cosas materiales solamente, y que una persona que tiene la plenitud de la fe puede vivir con las cosas que Dios le da. Como está escrito: «Los justos vivirán por fe», una persona cuya fe es débil es una persona insensata. Por tanto, el Señor dijo: «Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?» (Lucas 12, 28).
El Señor les dijo a los discípulos que no se preocupen porque nos da comida diaria a los que creemos en Jesús, el Salvador. Dijo esto porque los discípulos estaban preocupados por las cosas materiales. En realidad, incluso entre los nacidos de nuevo, hay muchas personas que siguen viviendo preocupándose por estas cosas materiales. Estas personas piensan primero en sus necesidades básicas de comida y techo. No piensan primero en servir al Evangelio y ayudar a otras personas a recibir la remisión de los pecados, sino que piensan en cómo comer y vivir después de recibir la remisión de los pecados.
Por tanto, el Señor estaba diciendo que si Dios viste a todas las cosas que hay en la naturaleza, a la vegetación y a los animales, cuánto más vestirá a Sus discípulos y obreros. Y el Señor está diciendo cuando les dio esta gracia a los pájaros, lirios, plantas y animales y todos los seres vivos, ¿cómo no va a dar esta gracia a Su pueblo? Por tanto, el Señor les dijo a Sus discípulos que no se preocupasen por nada y que buscasen el Reino de Dios. Y prometió que todas estas cosas serían añadidas a Su gente obediente (Lucas 12, 31).
Estaba diciendo que no debemos preocuparnos por la comida y la vivienda demasiado porque somos el pueblo de Dios y Sus hijos. El Señor nos estaba diciendo que buscásemos el Reino de Dios y Su justicia primero en vez de preocuparnos así. Debemos saber que Dios se complace y se centra en la Palabra que nos dice que vivamos por las obras de Dios. El Señor nos habló de nuestra vida material de esta manera, y podemos ver que es aún más cierto cuando pensamos en esta Palabra.
¿Se preocupan por las cosas que van a comer o beber en su carne? Por supuesto, no podemos estar libres de preocupación completamente. Sin embargo, el Señor nos está pidiendo que reduzcamos estas preocupaciones y pensemos más en el Reino de Dios. El Señor estaba diciendo que pensemos en cómo expandir el Reino de Dios, en cómo traer el Reino de Dios a este mundo para que más gente pueda entrar en el mundo venidero cuando este mundo desaparezca. Estamos demasiado obsesionados con las cosas materiales aunque el Señor nos haya dado estas Palabras justas. Una persona que ha recibido la remisión de los pecados debe creer en la Palabra del Señor y seguirla. Sin embargo, no podemos por esta razón. Lo que es aún peor, hay muchos nacidos de nuevo que se asocian con los ricos para poder disfrutar de las riquezas materiales. Dicen que deben comer, beber y disfrutar de la vida porque las almas pueden descansar en paz si tienen esta riqueza material.
Sin embargo, debemos escapar de las ideas materialistas
Primero debemos cambiar nuestra mentalidad si queremos seguir la Palabra del Señor. Aunque vivamos en un mundo material, debemos centrarnos en Dios y pensar en cómo podemos buscar el Reino de Dios y Su justicia en nuestras vidas. Debemos pensar en qué es la justicia de Dios. Debemos recordar que Dios ha salvado a la humanidad y nos ha dado la remisión de los pecados. Dios vino al mundo para dar testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu para que todos pudiésemos entrar en el Reino de Dios. Como el Señor creó y salvó a la humanidad con este objetivo, debemos confirmar esto siempre en nuestros corazones mientras vivimos en este mundo.
Por tanto, debemos cambiar nuestra mentalidad materialista que tenemos ahora. Esto no es nunca difícil. Debemos cambiar nuestra mentalidad. El Señor no nos estaba diciendo que nos deshagamos de nuestro deseo por las cosas materiales o que no ganemos dinero. Nos estaba diciendo que no debemos estar tan centrados en estas cosas y que no nos olvidemos de la voluntad del Señor. Tenemos que creer y seguir estas instrucciones porque la Palabra del Señor es correcta.
Sin embargo, el problema es que a menudo nos olvidamos de practicar la Palabra del Señor. Esto ocurre porque solamente pensamos en las cosas de la carne. Hoy en día, incluso las personas que han recibido la remisión de los pecados caen en la trampa de estar centradas en este mundo, y el Señor nos ha dado estas Palabras porque estaba preocupado por esto. Si los nacidos de nuevo que han recibido la remisión de los pecados caen en estas cosas materialistas continuamente, al final se separarán de la Iglesia. Es difícil deshacerse de esta mentalidad cuando se cae en ella. Tenemos dificultades cuando solamente tenemos pensamientos carnales. Nosotros caemos en la tentación a menudo porque tenemos esta mentalidad. Cuando caemos en los pensamientos carnales no podemos pensar en lo que complace a Dios ni en hacer la obra de servir Su voluntad aunque digamos ser Suyos. Como hizo Abraham, podemos unir nuestras fuerzas con otras iglesias para hacer lo que el Señor quiere que hagamos. No podemos cumplir nuestra tarea aunque el Señor nos da todo lo que necesitamos. No exagero cuando digo que este comportamiento es como suicidarse.
Cuando vayan al Centro de Entrenamiento de Discípulos de Inje verán que hay muchos perros. Hay algunos que son muy tercos. Cuando los criamos ponemos un palo en el suelo y atamos a un perro al palo. Entonces el perro empieza a correr en una dirección jugando. Entonces, cuando toda la cuerda se ha atado alrededor del palo, la mayoría de los perros van en la dirección contraria para desatarla. Pero hay perros muy tercos que ladran sin parar con la cuerda atada al cuello para que alguien se la quite. Se están ahogando, pero ladran y agonizan como si alguien les estuviese ahogando. Cuando miro esta escena, pienso que ese perro es tonto.
Los seres humanos son iguales. Jesús miró con este mismo pensamiento a las personas que alardean de su riqueza, confían sus almas a sus riquezas materiales y cree que pueden recibir la salvación con esa riqueza. Como el perro terco que no sabe que puede dar la vuelta, hay muchas personas que se comportan así, aunque no deben insistir en sus ideas.
Dios cubre nuestras necesidades básicas si creemos en Él y entendemos las cosas que le complacen y las seguimos con fe. ¿Es esto correcto? Sí. Ahora me gustaría decirles una cosa que yo he experimentado. Siento si les he aburrido hablando sobre mí mismo continuamente. Sin embargo, no puedo evitarlo porque no hay nadie que hable sobre mí y pienso que puedo explicar la voluntad del Señor con más sinceridad a través de las cosas que he experimentado personalmente al seguir al Señor en mi vida y a través de las cosas que he aprendido al leer libros.
Incluso después de conocer al Señor por primera vez al haber encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu, estaba preocupado por qué comer, beber y llevar inconscientemente. Después también pensé en qué negocio podía empezar para ganar dinero y qué tipo de trabajo debería tener durante pocas horas para servir al Evangelio con el tiempo que me quedase. Como no podría disfrutar de suficiente libertad si trabajaba demasiadas horas al día, pensé en cosas sin sentido, como qué tipo de trabajo necesitaba para trabajar poco y ganar mucho dinero. Y los pensamientos de qué comer y beber no cesaron. Mi corazón estaba confuso por las cosas materiales. Esto significa que no podía dejar de preocuparme por las cosas materiales de las que habló el Señor. Sin embargo, seguí predicando el Evangelio a pesar de que tenía estas preocupaciones.
No podía evitar predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Di testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu continuamente. Di testimonio del Evangelio a varias personas al día. Y estaba muy cansado después de predicar el Evangelio durante horas aunque era joven. Sin embargo, seguí predicando el Evangelio durante seis, siete horas a cualquier persona que estuviese dispuesta a escucharme. Como una persona podría acabar recibiendo la remisión de los pecados si le daba testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final, a veces ni comía. Quería dar testimonio del Evangelio hasta que la persona recibiese la remisión de los pecados y la persona no pudiese comer tampoco porque su mente estaba confusa. No podía comer porque había encendido su alma al darle testimonio del Evangelio y su alma no podía pensar ni en comer. Estoy en este lugar ahora porque he estado predicando el Evangelio y estoy mirando si hay alguna persona que haya recibido la remisión de los pecados.
Antes, aunque era un predicador con afán, también era una persona que se preocupaba por cómo pagar la renta y los impuestos. Las preocupaciones se acumulaban en una montaña. Sin embargo, no tenía otra opción que seguir predicando el Evangelio porque Dios me lo había dicho. Entonces, después de predicar el Evangelio continuamente con todo mi corazón, Dios me dio todas las cosas que necesitaba. Dios les ha dado todo lo que necesitan para compartir con otras personas y tener suficiente para comer y beber si trabajan un poco. ¿No es cierto? Sí.
Sin embargo, el problema es que a menudo caemos en la tentación. Los cuatro Evangelios hablan de esto a menudo. En el Evangelio de Lucas, cierta persona le preguntó al Señor que dividiese la riqueza de su hermano con él. «Maestro, dile a mi hermano que divida su herencia conmigo». Y el Señor le respondió con la parábola de un hombre rico que no sabía qué hacer con sus posesiones materiales y pensó en construir un granero para guardarlas, y después de construirlo pensó para sí mismo: «Bendita alma, tienes muchos bienes acumulados para muchos años, relájate, come, bebe y sé feliz». Y el Señor les dijo a Sus discípulos: «Estas personas persiguen sus deseos carnales, no seáis así, porque seréis insensatos». Esto está escrito en los cuatro Evangelios.
Estas Palabras son las cosas que el Señor quería decir a los que se convertirían en Sus discípulos en el futuro, es decir, a nosotros. Lo que debemos entender es que somos personas que están encomendando sus almas a las cosas materiales. Aún así, decimos que Dios alimenta a las aves del cielo y que incluso los lirios están vestidos con más esplendor que Salomón en toda su gloria. Decimos con nuestros labios que el Señor hace que las flores vivan con esplendor aunque solo vivan por un momento. El Señor nos dice a los que somos así: «Vosotros no sois menos que estas cosas. Os daré lo básico, pero ¿acaso no debéis buscar el Reino de Dios y Su justicia?».
Por tanto, lo importante es en que nos centremos en la Palabra del Señor en vez de pararnos a pensar qué debemos aprender de esta Palabra del Señor. El Señor nos está diciendo que prestemos atención a las obras espirituales para salvar nuestras almas. No debemos escuchar la Palabra del Señor a medias, sino que debemos reconsiderar el significado de la Palabra del Señor y seguirla. Está claro que una persona que intenta seguir las cosas materiales del mundo es totalmente insensata e inadecuada. Sin embargo, una persona que quiera buscar el Reino de Dios y la justicia de Dios y viva así es una persona sabia y recibe bendiciones en cuerpo y espíritu.
Si Dios alimenta y viste a todas las cosas del mundo, ¿acaso no hará lo mismo por Sus hijos? El Señor dijo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lucas 12, 32-34). «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino» significa que Dios está contento con darnos el Reino.
Aún así, intentamos buscar las cosas materiales continuamente, aunque escuchemos la Palabra del Señor. Además, nuestros esfuerzos para escuchar, entender, creer y seguir la Palabra de Dios son demasiado débiles. Como el Señor dijo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino», deberíamos tener gozo y alegría en nuestros corazones que diga: «Pensaba que esta tierra no era nuestra, este Reino es mi reino porque es el Reino de Dios. Este Reino es mío». Sin embargo, no pensamos que esto sea importante porque no podemos verlo con nuestros propios ojos. Esto se debe a que naturalmente pensamos que el Señor nos lo va a dar.
Sin embargo, los que piensan en las cosas del Señor como cosas valiosas y no desean guardarlas hasta el final, reciben todas las bendiciones del Señor. Por el contrario, aunque Dios quiere darle este Reino a todo el mundo, no puede dárselo a una persona que no espera al Señor y que solo está interesada en las cosas materiales del mundo después de haber recibido la salvación. No debemos pensar que Dios nos dará Su Reino automáticamente solo porque hayamos recibido la remisión de los pecados. Si piensan así traicionarán al Señor algún día. Por tanto, el Señor les dijo a las personas que piensan así: «Pero quien me niegue ante los hombres, también será negado ante Mi Padre que está en el cielo».
El Señor nos dio una cosa valiosa. Cuando recibimos el Evangelio que el Señor nos ha dado y nos olvidamos de él cuando nos pidió que lo compartamos con nuestro prójimo es traicionar al Señor. Además, este tipo de persona lucha contra el Señor. Estas personas ya no tienen la cualificación para recibir el Reino aunque Dios se lo quiera dar. Satanás ha entrado en los corazones y los gobierna. Hay muchas personas que han recibido un talento solamente y que después se han dejado llevar por los poderes del maligno. Como Dios nos da Su Reino, nos dijo: «Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».
¿Dónde están sus corazones? ¿Están fijados en salvar a las almas o en comer y beber? La respuesta que el Señor quiere es simple. Nuestros corazones deben estar en la salvación de las almas, y si Dios nos ha dado Su Reino, nuestros corazones deben vivir en ese Reino. ¿Cuál es el tesoro para nosotros y dónde está ese tesoro? Está en el Señor y en el Reino donde está el Señor. En otras palabras, está en la obra justa que el Señor nos ha dado.
Pensamos que seguimos la voluntad del Señor con nuestros propios pensamientos. Sin embargo, en realidad nos olvidamos de esto queriendo o sin querer. Estamos concentrados en una obra hasta que la conseguimos. Sin embargo, el verdadero tesoro de los corazones no son las cosas materiales. El tesoro que debería estar en nuestros corazones no son las cosas materiales. Si guardamos al Señor como el tesoro de nuestros corazones, será el tesoro más valioso y espléndido. Sin embargo, una persona que ha recibido la remisión de los pecados no puede ser justa si el tesoro de su corazón es una cosa material en vez de ser el Señor y el Evangelio. Solo debemos tener la salvación del Señor para las almas y la justicia del Reino de Dios en nuestros corazones. Una persona que no hace esto es insensata.
A parte del hecho de que podemos ir al Cielo después de este mundo, los que hemos recibido la remisión de los pecados debemos saber la tarea que se nos ha dado y debemos buscar el tesoro de nuestros corazones con fe. Somos el pueblo de Dios y Sus hijos. Mientras vivimos en este mundo, todo el mundo pasa por momentos en los que se siente inadecuado y su propia justicia se viene abajo. Sin embargo, cuando pensamos en esto, vemos que somos meros seres humanos que no tienen nada de lo que alardear. Somos seres humanos débiles y embarazosos cuando estamos ante el Señor.
Sin embargo, cuando pensamos en esto, el Señor nos ha salvado a seres tan bajos como nosotros de los pecados. Nos ha glorificado al darnos el Espíritu Santo. Dios ha llenado nuestras insuficiencias con Su gracia. Nos ha hecho vencer de esta manera. Podemos entender que el Señor es nuestro verdadero tesoro porque nos ha ayudado cuando hemos sentido que nuestra justicia era inadecuada.
El Señor se ha convertido en el verdadero tesoro para nosotros
El Señor nos ha salvado y nos ha hecho vencer. Aunque seamos insuficientes, somos hijos de Dios. Somos el pueblo valioso de Dios y los discípulos de Jesucristo. Somos las personas que hacen la obra justa. No hay muchas personas que hagan la obra justa como nosotros. Nuestro ministerio da mucho fruto por todo el mundo. Hay muchas personas que han recibido la remisión de los pecados, pero el número de personas que nos envía testimonio de su salvación todavía no es muy elevado. Si recibiésemos testimonio de salvación de 20 personas por semana, sería más que suficiente. Los que no nos envían testimonio de salvación son muchos más aunque hayan recibido la remisión de los pecados a través de nuestros libros. Por tanto, incluso todas las personas que no nos envíen testimonio de salvación están haciendo obras muy valiosas. Son también personas muy estimadas porque tienen al Señor como tesoro de sus corazones y hacen la obra justa que es guardar el tesoro que el Señor les ha confiado.
Debemos ser personas altruistas si sabemos que somos valiosas y tenemos esta meta en nuestros corazones. Esto significa que debemos ser personas que busquen el beneficio de otras personas. No debemos ser como este hombre rico que se preocupó solamente porque su granero estaba lleno y no tenía sitio para guardar las cosechas, y entonces construyó un granero más grande e intentó confiar su alma a sus riquezas. Somos hijos de Dios y discípulos de Jesucristo aunque tendemos a pensar solamente en las cosas materiales. Como el Señor hizo la obra de extender Su Reino y salvar a las almas, nos ha confiado la misma obra de salvar a las almas de este mundo a Sus discípulos. Somos las personas que deben hacer esta obra. Hemos recibido bendiciones infinitas del Señor y tenemos una misión importante. Por tanto, no podemos decir que no seamos valiosos.
Cuanto más leo la Palabra del Señor, más veo que esta Palabra es justa. Por eso creo en ella firmemente. Esto no significa que no hayamos vivido por la Palabra del Señor hasta ahora solo porque frecuentemente hayamos tenido cosas materiales en nuestros corazones. Sin embargo, aunque hemos vivido así hasta ahora, debemos saber lo que es bueno y lo que es malo y escoger el buen camino en esta vida. Si lo debemos dejar todo y lo sacrificamos por alguien, entonces tenemos que hacerlo. Esta es la voluntad del Señor y el Señor dijo que nos lo daría todo si vivimos por el Señor.
Una persona que no tenga un sueño ya ha sido destruida es como una bestia que solamente disfruta de cosas temporales. Todo el mundo debe tener una visión. Una persona no debe intentar ganar dinero solamente y solo servir al Señor con ese dinero. Una persona que considera a una persona pobre materialmente como pobre espiritualmente y piensa que debe salvarla con su dinero no tiene una verdadera visión. Las personas pobres de verdad son las que no tienen una visión verdadera. Sin embargo, estoy seguro de que nosotros tenemos una visión. Debemos entender nuestra visión de compartir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, y nuestro Señor cumplirá esa visión en nuestras vidas. Es hora de tener una visión y un sueño y de cumplirlo.
¿Podemos conseguirlo si queremos? Sí. ¿Por qué hemos empezado esto si no lo podemos acabar? Estoy diciendo que podemos hacerlo si tenemos una mente espiritual. Quiero que sepan que hay una pequeña diferencia entre tener una mente espiritual y una mente carnal. Podemos ser personas espirituales si pensamos en el Reino de Dios y Su justicia, y nos convertimos en una persona carnal si pensamos solamente en cómo vivir físicamente. Como podemos cambiar nuestros pensamientos tan fácilmente, a veces estamos confusos por lo menos diez veces al día. En otras palabras, nos convertimos en personas carnales y espirituales muchas veces al día.
¿Por qué hay muchas reuniones en cada departamento cuando hay muchas reuniones de culto dentro y fuera de la Iglesia en una semana? Normalmente tenemos estas reuniones para poder pensar en cosas espirituales constantemente para que nuestras mentes no cambien tan fácilmente. Por eso tenemos muchas horas de culto, tiempo para predicar el Evangelio y tiempo para orar. Y podemos mantener nuestra fe solamente cuando tenemos tiempo para compartir. De lo contrario, nos convertimos en personas que no pueden tener fe constantemente y no pueden evitar ser malditas ante Dios aunque hayan recibido la remisión de los pecados. Si no aceptamos la Palabra de Dios de todo corazón acabaremos dejando la Iglesia. Por tanto, debemos reunirnos y orar para no ser tentados por este mundo y acabar siendo maldecidos.
Hoy es miércoles, y los miércoles tenemos muchas reuniones. Los martes tenemos el culto para mujeres, el jueves por la noche tenemos la reunión para jóvenes, los viernes y los sábados celebramos las reuniones de oración y de culto. Y el Señor nos da muchas oportunidades para reunirnos con el Señor porque nos ama mucho. Aunque normalmente tenemos muchas preocupaciones materiales, podemos evitar caer en esta mentalidad si estamos con Dios. Yo también he pensado en la obra del Señor durante los tres días que estuve trabajando en Inje porque tenía miedo de caer en esta mentalidad.
No podía dejar de pensar en cómo terminar la construcción de un edificio nuevo en el centro de Inje. Calculé la altura de los cimientos. Estaba inundado con estos pensamientos, como la altura y el ancho del edificio, cuántas mezcladoras necesitábamos, etc. Y parecía que no iba a terminar de calcular mientras pensaba en cuánto dinero necesitaríamos para terminar la construcción, los electrodomésticos necesarios después, y me sentí seguro porque nuestros hermanos en la Iglesia ahora tienen un edificio donde trabajar, porque antes me preocupaba por si llovía y se mojaban en los invernaderos donde trabajaban.
Me sentí lleno de pensamientos materialistas. Por supuesto, cuanto más trabajamos para evangelizar, menos oportunidades tenemos para acercarnos a la Palabra del Señor espiritualmente, aunque estemos haciendo la obra de Dios. Sin embargo, debemos trabajar sin cesar. Por tanto, no debemos dejar de escuchar la Palabra de Dios por muy ocupados que estemos. La obra que debemos hacer es creer en la Palabra de Dios. Si seguir Sus enseñanzas no es nuestra obra original, ¿qué otra responsabilidad tenemos? Tenemos que vivir con esa fe. Las Escrituras dicen: «Los justos vivirán por fe». También está escrito: «Pero buscad primero el reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura».
No debemos preocuparnos por qué comer o dónde vivir, sino que debemos dar testimonio del Evangelio de Dios diligentemente, reunirnos en la Iglesia de Dios y esperar la llegada del Señor. ¿No es así? Sí. Entonces, ¿nos da el Señor comida y ropa cuando nos preocupamos del regreso del Señor en vez de preocuparnos por las cosas materiales? Sí. Por tanto, debemos orar continuamente para que Dios nos dé lo que necesitamos y debemos darle gracias.
Además, debemos creer que el Señor ha purgado todos nuestros pecados y que nos guía y nos da corazones nuevos aunque no tengamos justicia propia. Les pido que no se olviden de que tenemos que seguirle con esa fe. ¿De verdad tienen esta fe? Sí. ¿Entonces ha ganado el Señor? Sí, ha ganado. Los que seguimos al Señor de esta manera también hemos ganado.
La gente que puede vivir siempre por fe puede hacer la obra justa. Además, son personas que reciben bendiciones continuamente. Doy gracias infinitas a Dios. Deseo sinceramente que Dios nos dé aún más bendiciones a las personas que tenemos mentes espirituales ante el Señor.