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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-46] Dios nos ha hecho justos al hacer lo imposible (Génesis 17, 15-22)

(Génesis 17, 15-22)
«Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham».
 
 
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Isaac, el Hijo de Abraham, nació a través de Sara, la infértil
 
En el pasaje de las Escrituras de hoy podemos ver que Dios se le apareció a Abraham, nuestro antecesor de la fe, y le dijo: «Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella» (Génesis 17, 15-16). Dios dijo que le daría a Abraham un hijo con su mujer Sara, que era infértil. Entonces Abraham contestó: “Estaría bien que mi hijo Ismael viviese ante Ti y creciese bien y heredase mi linaje. Entiendo que me estás consolando. Aprecio tu amor. Gracias”.
¿Por qué respondió Abraham así? Abraham miró esta situación desde una perspectiva humana y pensó que era imposible tener un hijo con su mujer, Sara, que tenía 90 años y nunca había concebido en su vida. Por tanto, Abraham dijo que estaría satisfecho si Ismael, el hijo nacido a través de su sierva, crecía bien y heredaba su linaje. Dios dijo: «Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac», y rechazó la respuesta negativa de Abraham. Entonces, Dios le dijo a Abraham claramente: «Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él» (Génesis 17, 19).
¿Qué significa esto? Dios dijo que le daría un hijo a Abraham a través de su mujer, que entonces tenía 90 años. Y Dios le dijo a Abraham que le llamaría Isaac. Isaac significa el que se ríe en hebreo. De esta manera, Dios dijo que le daría un hijo a Abraham a través de su mujer Sara y que su hijo, Isaac, era el que le daría risa y gozo. Dios le estaba diciendo a Abraham que haría algo que era absolutamente imposible según los pensamientos humanos. Esta promesa que Dios le hizo a Abraham de darle descendientes a través de Isaac significa que Dios hará cosas imposibles por nosotros. El nombre original de la mujer de Abraham era Sarai, pero se cambió a Sara porque Dios le dijo a Abraham que la llamase Sara. Esta Sara era estéril hasta que cumplió los 90 años. Y Dios dijo que le daría un hijo a Abraham a través de esta Sara, su mujer estéril.
Piensen en esto. ¿Cómo podría una mujer anciana tener un hijo a su edad cuando su cuerpo se estaba secando? Nunca podría dar a luz a un hijo. Es imposible. A pesar de esto, Dios dijo que le daría un hijo a Abraham a través de Sara. Abraham, nuestro antecesor en la fe, creyó en esta Palabra de Dios hasta el final aunque parezca imposible.
Esta Palabra de Dios no solo se aplica a Abraham. Dios le dice todo esto a la gente que cree en Él, incluyendo a Abraham. Cuando leemos la Palabra de Dios desde nuestra perspectiva carnal, parece que la Palabra de Dios no puede cumplirse a través de nuestra carne, como le pareció imposible a la mujer de Abraham tener un hijo a los noventa años. ¿Qué significa esto? Sí, es imposible que seamos justos en nuestra carne al no cometer pecados. Sin embargo, Dios prometió hacer lo imposible y al final nos dio a “Isaac” a nosotros según esta promesa. Dios envió a Jesucristo a este mundo y nos dio risa y gozo al eliminar nuestros pecados. El Dios Todopoderoso ha cumplido esta obra que nunca podríamos haber cumplido con nuestros esfuerzos.
 
 

¿Es posible ser perfectos en nuestra carne?

 
Hemos recibido la remisión de los pecados a través del Señor. Pero, sería maravilloso si los que han recibido la remisión de los pecados fueran perfectos en la carne, pero ¿es esto posible? No es posible. No es posible, como no era posible que Sara tuviese un hijo a los 90 años.
¿Saben cuándo los santos que han recibido la remisión de los pecados sufren más? Cuando han crecido un poco después de recibir la remisión de los pecados, como un niño que está preparado para ir a la escuela después de haber aprendido a caminar. Durante esta fase de crecimiento temprana, la mayoría de santos son perfectos espiritualmente, y entonces empiezan a trabajar por ello. Sin embargo, es imposible ser perfecto en la carne. Al igual que Sara no podía tener un hijo a su edad avanzada, es imposible que una persona sea perfecta en la carne aunque crea en Jesús fervientemente. Los corazones de los santos nacidos de nuevo son perfectos, pero no pueden ser perfectos en la carne. Sus corazones están molestos porque la realidad es muy diferente de lo ideal. Sin embargo, Dios le dio un hijo a Sara, aunque parecía que no pudiera tener un hijo. ¿Qué significa esto? Esto significa que Dios hace que los que no pueden ser perfectos en la carne sean justos. Esto es lo que Dios está enseñándonos a través del pasaje de las Escrituras de hoy.
Aunque hemos recibido la remisión de los pecados a través de la bendición del Señor, no podemos ser perfectos en la carne por nuestros propios esfuerzos. La mujer de Abraham tenía 90 años en aquel entonces. ¿Puede una mujer de 90 años dar a luz aunque quiera? Es imposible. Somos perfectos en espíritu al creer en Jesucristo. Sin embargo, ¿puede nuestra carne también ser perfecta al mismo tiempo? No, no puede. Por tanto, si Dios no nos hubiese hablado de estas cosas, habría ido por el mal camino en poco tiempo. Si Dios no nos hubiese enseñado acerca de estas cosas, no podríamos habernos convertidos en personas justas.
La carne humana no puede ser perfecta. Pero, a pesar de esto, el Dios Todopoderoso cumplió esta obra. Una mujer de 90 tuvo un hijo. En ese momento, el pueblo de aquel lugar seguramente se rio. Se rio cuando escuchó que esta mujer, Sara, había dado a luz. Esta puede ser la razón por la que Dios le dijo a Abraham que llamase a su hijo Isaac.
Es imposible que seamos perfectos en nuestra carne. Por tanto, no debemos seguir las cosas de la carne que no serán perfectas nunca. Los que buscan al Señor después de recibir la remisión de los pecados deben seguir al Espíritu justo. Seguir a la carne está mal y es imposible ser perfecto en la carne. Debemos darnos cuenta de quiénes somos en términos carnales. Debemos saber sinceramente que somos como Sara ante la presencia de Dios. Estoy diciendo que debemos reconocer nuestras debilidades e insuficiencias y creer en la justicia de Dios.
Esto es cierto. Somos personas como Sara. Debemos reconocer: “Soy una persona que no puede vivir una vida perfecta y santa carnalmente, de la misma manera en que Sara nunca podría haber dado a luz por sus propios medios a los 90 años”. Debemos pensar en esto y reconocerlo en nuestros corazones. Podemos seguir adelante y vivir una vida de fe justa solo cuando pensamos en quiénes somos y reconocemos nuestras debilidades carnales.
Podemos vivir una vida de fe cuando nos damos cuenta de que no podemos vivir una vida santa. Dios nos está diciendo ahora que somos personas como Sara, la mujer de Abraham. Dios nos está diciendo que no podemos vivir una vida de fe perfecta en un sentido carnal. Debemos abrir las puertas de nuestros corazones y escuchar esta Palabra de Dios. Y debemos reconocer lo siguiente: “Sí, tienes razón. Soy una persona maldita. Pero, al enviar a Jesucristo a este mundo, me has hecho justo, aunque soy tan malvado que no puedo ser perfecto por mi cuenta”. En realidad, somos tan malvados y no podemos ser perfectos por nuestra cuenta. Pero, a pesar de esto, Dios nos hizo santos justos al enviar a Jesucristo a este mundo.
 
 

Jesús nos ha hecho justos

 
Jesús vino a este mundo como un ser humano, tomó todos nuestros pecados sobre ese cuerpo carnal al ser bautizado en el río Jordán y nos ha salvado al pagar el juicio de la Cruz en nuestro lugar. Y debemos convertirnos en justos al creer en esta obra de salvación completa de Jesús en nuestros corazones. En realidad, Dios podría haberle dado a Abraham un hijo cuando su mujer, Sara, era más joven, y podría haberle dado un hijo a los 65 años, es decir cuando dejó su tierra natal con su marido Abraham. Sin embargo, Dios hizo que Sara tuviese un hijo solo cuando cumplió los 90 años.
¿Cuál era el motivo de esto? Quiso mostrar, al darle un hijo a una mujer muy anciana, que podía hacer lo que parecía completamente imposible a los hombres. Dios dejó claro que esta cosa tan maravillosa había ocurrido por su obediencia incuestionable a Su Palabra. De una manera, los que no podíamos convertirnos en personas justas por nuestra cuenta hemos sido justos obedeciendo y creyendo en la Palabra del Evangelio y el Espíritu.
Debemos saber lo maldita que es nuestra carne. No podemos recibir la salvación si el Señor no nos salva. No podríamos haber sido salvados si no fuese por la Palabra de la Verdad del Señor. Asimismo, somos seres que no podían ser justos sin tener fe en esta Palabra de salvación. Somos seres que no podrían ser justos si no fuese por Dios. Pero el Dios Todopoderoso nos hizo a personas malditas convertirnos en santos justos. Dios Padre nos ha salvado a personas así de desesperadas. Esta es la Verdad que Dios nos está diciendo hoy. Dios no le dio un hijo a la mujer de Abraham a una edad avanzada porque estuviese aburrido. Dios lo hizo según Su providencia e hizo que esto fuese escrito en Su Palabra. Esto lo hizo para enseñarnos a todos los seres humanos la manera de convertirse en personas justas al creer en Jesucristo.
Pensemos en esto. ¿Podemos convertirnos en personas justas en nuestra carne? ¿Acaso nuestros cuerpos físicos están enteros y perfectos cuando pasa mucho tiempo después de recibir a remisión de los pecados? No. Pero, no queremos reconocerlo. No queremos creer en esto aunque no seamos rectos en la carne. No debemos seguir las cosas de la carne. Seguir a la carne no es la voluntad de Dios. Nuestros corazones están oscuros y son malvados cuando buscamos las cosas de la carne. Por tanto, debemos reconocer que no somos justos carnalmente. Nuestra fe es como Sara. Nuestras almas son la única parte de nosotros que se hace perfecta al creer en la Palabra de Dios. Solo cuando estamos rectos en nuestra fe en la Palabra de Dios podemos engendrar a Isaac como Abraham y Sara hicieron.
Cuanto más vivamos nuestra vida de fe, más reconocemos este hecho. Debemos reconocer que no podemos ser justos en términos carnales y que somos personas como Sara que no pueden tener hijos a los 90 años. Pero tenemos que convertirnos en justos solo al creer que Jesucristo borró todos nuestros pecados por el agua, la sangre y el Espíritu que nos dio. Debemos tener fe en nuestros corazones que dice: “Es imposible que nos convirtamos en personas justas de manera carnal. Sin embargo, Dios hizo que una persona maldita como yo fuera justa”. Dios nos ha hecho justos al eliminar todos nuestros pecados. Dios hizo esta obra que nosotros no podíamos hacer. El Dios Todopoderoso hizo esta obra que era absolutamente imposible que hiciésemos con todas nuestras fuerzas.
Algunas personas abandonan su fe en medio de su vida de fe porque solo han mirado a su carne sin tener esta fe. Dios dijo: “Sara no puede dar a luz por sí misma. Sin embargo, yo le daré un hijo” y les dio un hijo, y este hijo fue llamado Isaac. Esto es lo mismo que decir que Dios nos ha hecho justos a los que éramos insuficientes en la carne.
 
 

Por fe, rían por la obra que Dios ha hecho

 
Como he dicho antes, el nombre de Isaac, el hijo de Abraham, significa “se ríe”. Y la palabra “Evangelio” tiene el significado de “buenas noticias”. ¿Cómo son sentimos cuando recibimos la remisión de los pecados en nuestros corazones por el Evangelio del Señor? Simplemente nos echamos a reír porque estamos muy felices, ¿no es así? De esta manera, Isaac significa el Evangelio del Señor.
¿Creen en la obra que Dios ha hecho por nuestra salvación? ¿Reconocen sus insuficientes? Si es así, entonces está bien. Si tienen esta fe, no tienen que mirarse a sí mismos y lamentarse o estar tristes cuando viven por fe. No miren sus debilidades carnales y reconózcanlas. Por fin podemos reír cuando reconocemos nuestra naturaleza y confesamos: “Soy un ser desgraciado cuya carne es así aunque pase mucho tiempo. Pero Dios me ha hecho una persona completamente justa”. Podemos vivir una vida de fe bien y firmemente si tenemos esta fe. Dios enseña a las personas así que son como Sara a predicar el Evangelio del Señor con poder. Dios hace que esta persona predique Su Evangelio con confianza como un león. Así que podemos decir: “Dios me ha hecho un santo justo. Dios les dará un hijo”.
Todos somos Sara, una mujer de 90 años. Todos somos personas infértiles que no pueden tener hijos. Es decir, nadie puede ser justo por sus propias obras. Esto es lo mismo para los grandes sabios de este mundo como Buda, Confucio y Sócrates. Cierto monje budista coreano publicó un libro recientemente con el título: “¿Cómo podemos estar iluminados cuando no hay verdad?”. Dijo que no hay nada en este mundo que pueda ser considerado la verdad. Es una persona muy honesta porque reconoció que no podía encontrar la verdad porque no hay nada como la verdad en el budismo, aunque haya vivido como monje budista durante mucho tiempo. Esta persona es como Sara, aunque no sigue al Señor. Se dio cuenta de que no podía ser justo viviendo una vida ascética de monje.
Esto es cierto. Nuestra carne no puede ser perfectamente justa al vivir en este mundo virtuosa y moralmente. ¿Cómo podemos ser justos e ir al Reino de los Cielos? ¿Acaso no es solo Jesús? ¿No podemos ir al Reino de los Cielos por fe en Jesús? Todas las cosas especiales que tenemos no valen para nada si no fuese por Jesucristo. Ya hayan recibido la remisión de los pecados o no, no pueden ser perfectos en la carne. Solo podemos ser perfectos por nuestra fe. ¿Cómo puede conseguirse esta justicia? La justicia solo se recibe de Dios y nosotros podemos convertirnos en hijos de Dios al creer en Jesús, es decir, al creer que Jesucristo, nuestro Salvador, tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo mediante el bautismo del agua y pagó por ellos al ser juzgado por todos ellos en la Cruz. Nos convertimos en hijos justos de Dios con esta fe. Deben creer en esto firmemente en su corazón. La única manera de convertirnos en hijos de Dios es creyendo en Jesucristo, el Hijo de Dios. Debemos reconocer una vez más que esto es imposible por nuestra carne. ¿Lo reconocen?
Dios fue a Abraham y le habló de manera unilateral. El Señor Dios se le apareció a Abraham y le hizo el antecesor de la fe. Sé que lo que Dios le dijo a Abraham en aquel entonces es la Palabra de Dios que Él nos ha dado. Por el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesucristo nos ha salvado a los que no podíamos ser perfectos en la carne. Pero Jesucristo hizo posible que fuésemos justos. Nuestro Dios nos ha hecho justos a los insuficientes. Esta es la obra que Dios cumplió, como la obra que hizo cuando le dio un hijo a Sara. El que nos hayamos convertido en justos es la promesa y bendición del Dios Todopoderoso. ¿Creen en esto?
¿Hay algo justo que podamos hacer en nuestra carne? No. Debemos reconocerlo. Nuestro Dios nos ha hecho justos a todos los que somos así. Le doy gracias a Dios. ¡Aleluya!