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Tema 14: La Primera Epístola de Juan

[Capítulo 3-2] ¿Que Clase de Pecado No Debemos Cometer Ante Dios? (1 Juan 3:9-16)

¿Que Clase de Pecado No Debemos Cometer  Ante Dios?(1 Juan 3:9-16)
«Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos».
 

¿A Quienes Fue Dicho el Pasaje de 1 Juan 3:9: «Todo Aquel que es Nacido de Dios, No Practica el Pecado»?
 
¿Que clase de pecado no cometen aquellos que han nacido de Dios?
Ellos no cometen el pecado de no creer que Jesucristo tomó los pecados del mundo al ser bautizado y al derramar Su sangre por ellos.

En el pasaje de la Escritura de hoy, 1 Juan 3:9: «Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado». Primero que nada, necesitamos darnos cuenta que este pasaje es hablado a los creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu. El Apóstol Juan, en otras palabras, dijo esto a aquellos que creen en la divinidad de Jesús nuestro Dios y en el evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que no creen en la divinidad de Jesús, y aquellos que no creen en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, se están convirtiendo todos en enemigos de Dios. Necesitamos darnos cuenta que su fe no da fruto y es vana.
Aún hoy entre los Cristianos de todo el mundo, existen muchos que no creen en la divinidad de Jesucristo, que Él es Dios Mismo. Todos ellos por lo tanto creen en sus propios pensamientos más que en la Palabra de Dios, habiendo caído en un mundo religioso de su propia hechura. Sepultados en sus propios pensamientos, viven sin la Verdad del evangelio dado por Dios. Sus pensamientos de la carne no pueden tolerar el evangelio de Dios del agua y el Espíritu, de esta manera sus vidas se vuelven interminablemente miserables. Finalmente, están viviendo sus vidas como enemigos de Dios.
Las religiones de este mundo pueden parecer muy atractivas externamente, pero la realidad es muy distinta. Habiendo caído en sus propias contradicciones religiosas, la gente está muriendo, en ambos, en cuerpo y en espíritu. Los religiosos de este mundo han perdido mucho debido a las religiones creadas por hombres en las cuales creen. Las altas paredes de las prisiones de sus religiones les han rendido y son incapaces de encontrar la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, y de creer en el.
Las religiones mundanas frecuentemente hacen afirmaciones sin bases y son inútiles. Cuando Dios dice en Su Palabra que los seres humanos fundamentalmente son incapaces de vivir virtuosamente (Marcos 7:21-23), vemos que los religiosos, lejos de aportar a esta enseñanza, en vez de eso exhortan a la gente a vivir aún con mayores virtudes. Ellos creen y predican que el hacer obras virtuosas es el propósito de cada vida Cristiana.
En contraste, la verdad real del Cristianismo enseña que nuestro propósito como Cristianos es creer en Jesucristo, quién ha venido por el evangelio del agua y el Espíritu, y por consiguiente ser libres de todos nuestros pecados, convertirnos en los propios hijos de Dios y recibir vida eterna. Es mi esperanza y mi oración que innumerables multitudes lleguen a creer en la divinidad de Jesús y en el evangelio del agua y el Espíritu, y así se conviertan en el propio pueblo de Dios.
Existen demasiados Cristianos que ciertamente pertenecen a las religiones del mundo. Tratan muy duro de amontonar sus meritos sobre su hipocresía. Así que tal gente encuentra relativamente fácil hacer afirmaciones sin base a aquellos que ignoran la verdad real. Dicen, “¡Piensa acerca de la muerte de Jesús quién fue crucificado! Entonces, ¿Cómo puedes tú ahora que has sido inspirado y bendecido tanto, no sirves a Jesucristo con tus posesiones materiales?” muchos Cristianos, al oír tales palabras, entonces intentan mostrar su devoción con sus posesiones materiales.
Tal gente es manejada emocionalmwente y no conoce la Verdad real de la salvación. Pero, ¿acaso Dios acepta su fe emotiva como una fe correcta? No, Él no acepta esta clase de fe. ¿Porqué? Porque Dios no puede aceptar a aquellos que aún permanecen en pecado como Sus propios hijos.
En la actualidad, existen muchos Cristianos que, aunque creen en Jesús como su Salvador, solo conocen la mitad del evangelio, usan pieles de cordero solamente para perseguir al inocente rebaño del Señor y les están enseñando falacias inútiles. Es profundamente molesto que innumerables almas inocentes sean presa de tales depredadores. Aquí está la razón por la cual todos nosotros debemos proclamar la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu por el mundo entero. Es por ello que debemos darnos cuenta del significado del pasaje que dice: «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo» (Filipenses 3:18). La trasgresión que nos convierte en enemigos de Dios es el pecado de no creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Al creer en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu todos debemos alejarnos de esta posición que nos convierte en enemigos de Dios.
El Apóstol Juan una vez más está amonstando al rebaño que ha perdido el camino por su ignorancia en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu: Para aquellos que no creen en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, no puede haber ni remisión de sus pecados, ni las bendiciones de la vida eterna; y para ellos, solo les espera maldición eterna y destrucción. Si no creemos en el amor del Salvador que vino a nosotros por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, nunca más veremos en la eternidad al Señor.
 


Entonces, ¿Quién Pertenece a Dios?


¿Quién pertenece a Dios?
Son aquellos que creen que Jesús es Dios y el Hijo de Dios, y que Él es el Salvador quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu.

El Apóstol Juan dijo en 1 Juan 3:10: «Todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios». Para aquellos que han llegado a ser el pueblo de Dios al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, es instintivo amar a sus hermanos y hermanas. Por lo tanto, aquellos que no aman al pueblo de Dios y que han llegado a ser hermanos en el Señor en realidad no creen en el divino Jesucristo como su Salvador, ni le pertenecen a Dios. Solo están diciendo con palabras que creen en el divino Jesucristo, en realidad, ellos no creen que Jesucristo vino a este mundo por el evangelio del agua y el Espíritu que ha lavado nuestros pecados.
Todos aquellos que realmente creen en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu dado por Jesucristo pueden amar a otras almas, pero esto va más allá de la habilidad de aquellos que no creen en este verdadero evangelio. Alguien que creció en abundancia de amor desde su niñez sabe como amar a otros. Pero alguien que creció sin ser amado no sabe como amar a otros. Cuando hemos recibido verdadero amor de Jesucristo a través del evangelio del agua y el Espíritu, ¿Cómo podemos no amar a nuestros hermanos y hermanas? Aquellos de nosotros que no han aceptado este amor de Jesucristo no forman el pueblo de Dios. Jesucristo vino a esta tierra por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
Ahora, creyendo en Jesucristo quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu como nuestro Salvador, todos hemos recibido la remisión del pecado en nuestro corazón y nos convertimos en los hijos propios de Dios. Jesús nos ha permitido creer que Él es el Hijo de Dios, y que Él es el verdadero Salvador quién vino a nosotros por el evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que hemos recibido la remisión de nuestros pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, ahora podemos amar a Jesucristo así como aquellos que llegan a ser nuestros hermanos y hermanas en el Señor.
 

Existen Momentos En Que Aún Los Justos No Aman A Jesucristo. ¿Cuáles Son Tales Momentos?
 
Estos son los momentos en que nosotros, quienes hemos llegado a ser justos creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, somos conmovidos por nuestros deseos egoístas tales como los deseos de la carne, el orgullo de la vida o el deseo de los ojos. Tales son los tiempos en que nuestro corazón no tiene gratitud por el amor de Dios, ya que estamos viviendo con el corazón atrapado en los deseos de la carne de este mundo. Se debe a que amamos más a este mundo que al Señor por lo que nos rendidos y somos incapaces de amar a Jesucristo de todo corazón, ni podemos amar a otras almas con todo nuestro corazón. Así que aquí necesitamos darnos cuenta que el Apóstol Juan nos está enseñando que si amamos las cosas del mundo, el amor del Padre no puede morar en nuestro corazón.
Lo que nos guía al mundo y a caer en el es el deseo de nuestra carne, el deseo de nuestros ojos y el orgullo de la vida. Los deseos de la carne humana se manifiestan cuando somos atraídos por el sexo opuesto o lo material, y cuando somos guiados por nuestras emociones y sentimientos en vez de la Palabra de Dios. Si en nuestra ambición tratamos de satisfacer nuestros deseos que exceden los límites de lo que es permitido por Dios, terminaremos cometiendo un gran pecado contra Dios: Abandonaremos a Dios y a Su Iglesia, y eventualmente nos convertiremos en Sus enemigos como lo hizo Lot. Si nuestros corazones tienen más amor por este mundo que por el amor de Dios, será una causa para que perdamos el amor del Señor por nosotros. Si esto ocurre, nuestras almas estarán rodeadas de tinieblas.
Sabemos muy bien que solamente nuestros deseos no hacen que todo lo de este mundo sea nuestro. Ya que estamos listos a cometer idolatría ante Dios, debemos guardar nuestros corazones por fe. Debido a que vivimos nuestras vidas con el orgullo de la vida y el deseo de la carne, somos capaces de alejarnos de Dios.
Por lo tanto, colocando nuestra fe en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, debemos armarnos nosotros mismos una vez más con el amor de nuestro Señor. Es cuando tenemos esta fe que cree en Jesús, quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu, por lo verdaderamente podemos amarnos unos a otros. Todos nosotros creemos en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo nos ha dado. Creemos que las profecías que Jesucristo nos ha hablado, de aquellos que aún no se han cumplido también se cumplirán sin falla.
Aquellos de entre nosotros que no creen en Jesucristo como su Salvador seguramente recibirán maldiciones en lugar de bendiciones de Dios. Al venir a nosotros por la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, Dios ha salvado a aquellos de entre nosotros que creemos en este evangelio de todos nuestros pecados. Así que Dios no desea que nadie sea incapaz de ser vestido en Su amor.
 

No Debemos Ser Como Cain

¿Quién es como Caín?
Es aquel que vive para su deseo aún cuando cree en el evangelio del agua y el Espíritu.

El pasaje de la escritura de hoy también dice: «Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte».
Las palabras “su hermano” en el pasaje, “El que no ama a su hermano, permanece en muerte,” se refiere simultáneamente a Jesucristo y a los santos nacidos de nuevo. Aquellos de entre nosotros que no aman a Jesucristo como su verdadero salvador y Dios perecerán por sus pecados. Ellos son Cristianos carnales o anti-Cristianos.
¿Quiénes son aquellos que no aman a Jesucristo nuestro Dios sin cambiar? Son aquellos que no creen de todo corazón en este Señor Salvador quién ha lavado todos nuestros pecados de una vez por todas con el evangelio del agua y el Espíritu. Los corazones de tales personas están totalmente cargados con sus pecados. Por lo tanto ellos son incapaces de pasar de muerte a vida. Jesús nos ha amado tanto que Él nos ha liberado de todos los pecados del mundo. Si realmente creemos en Jesucristo como nuestro Salvador quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu, ciertamente Él nos dará la verdadera remisión de nuestros pecados.
Sin embargo, aquellos que no aman Dios son aquellos que no creen en el bautismo de Jesucristo y en Su derramamiento de sangre sobre la Cruz. El Apóstol Juan nos está diciendo ahora que aquellos que no aman a Jesucristo son enemigos de Dios. Y también él nos dijo que es posible que tal gente, que se ha convertido en enemigos de Jesucristo, se mezcle con los verdaderos santos en la Iglesia de Dios.
Va más haya de cualquier duda que Jesús nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados con “el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu.” Mientras que pecamos en todo tiempo, nuestro Señor claramente ha borrado nuestros pecados, por consiguiente Él es nuestro Salvador, no podemos evitar sino creer y confesar que este Jesucristo, quién por el evangelio del agua y el Espíritu, es nuestro Salvador. Ya que este verdadero evangelio nos ha librado de todos nuestros pecados, nosotros, también, amamos a Jesucristo. Se debe a que creemos en el amor de Dios y verdaderamente le amamos a Él por lo que hemos llegado a ser Sus verdaderos santos.
Jesucristo es el Creador, el Rey de reyes, y el verdadero Salvador para nosotros. Debido a que creemos en el amor de Jesucristo y en el evangelio del agua y el Espíritu que Él nos ha dado, nuestros corazones están llenos de gozo. Nos gozamos aún más cuando la voluntad del Señor se cumple una por una. No estamos exaltando el estatus de Jesucristo arbitrariamente, todo por cuenta propia. Solo queremos creerle así como Él es y así como Él ha hecho. Después de darse cuenta y de creer que Jesucristo nuestro Dios es el Salvador, no hay nada mejor que hacer para nosotros que el continuar viviendo para Su gloria. Al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, damos nuestra gratitud a Dios y danos gloria a Su nombre. Él es nuestro verdadero Salvador y el Rey de reyes.
 


No Debemos Cometer Muerte Espiritual


1 Juan 3:15 dice: «Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él».
Quienquiera que odie a su hermano es un homicida espiritual. Aquél que odia a Jesucristo es enemigo personal de Dios. Si no creemos que Jesucristo nos ha salvado de todos nuestros pecados, y si en vez de ello rechazamos todo Su amor, terminaremos como enemigos de Dios. Los enemigos de Dios son aquellos que rechazan el amor de Jesucristo y el de Dios, y los que no creen en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Para nosotros el rechazar el amor de Dios es cometer el pecado que ocasionará que seamos tratados como aquellos que se oponen a Dios.
Escrito está: «Y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él». No existe nadie entre nosotros que pueda ser salvado sin creer en las obras del evangelio del agua y el Espíritu que Jesús ha completado para nosotros. Jesucristo es el Dios verdadero para nosotros, y Él es el verdadero Salvador quién nos ha salvado de los pecados del mundo. Jesucristo es el Dios que perfectamente nos ha salvado al ser bautizado por Juan el Bautista, derramando Su sangre sobre la Cruz y levantándose de entre los muertos. Aunque básicamente Jesucristo es Dios Mismo, para salvarnos de nuestros pecados y de nuestra propia destrucción, Él vino a esta tierra humillándose a Sí Mismo, y cumplió toda la justicia de Dios a través de Su bautismo y crucifixión sufriendo persecución y desprecio.
Entonces, ¿como no podemos amarle a Él? ¡Absolutamente no podemos hacerle esto a Él! Si ciertamente reconocemos a este Jesucristo quién tomó nuestros pecados con Su bautismo como nuestro propio Salvador, entonces, no podemos rechazar Su amor.
Aún si el final de los tiempos llega en el tiempo de nuestra vida, cuando seamos entregados al Anticristo y suframos todas las tribulaciones, gustosamente daremos nuestras vidas por Jesucristo, ya que jamás podremos alejarnos de nuestra fe porque Él es nuestro Salvador. Debido a que Jesucristo nos ama, nosotros, también, podemos ser martirizados por la fe en Él. No se debe a que tú y yo seamos físicamente fuertes o porque tengamos una gran fuerza de voluntad por lo que podremos hacer esto, sino a que se debe a que le amamos a Él demasiado. Se debe a que no podemos negar que Jesucristo es nuestro Rey y nuestro Dios. Se debe a que amamos al Señor por lo que mostramos este amor como para sufrir nuestra propia muerte de la carne.
Nosotros creemos en el amor de Jesucristo porque no lo podemos rechazar. Lo que el Apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 5:14: «Porque el amor de Cristo nos constriñe», no es otra cosa que este amor. Al igual que Pablo dio testimonio: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?» (Romanos 8:35), nadie puede separar a ninguno de nosotros de nuestra fe en Jesucristo y de Su amor hacia nosotros. Debido a que nuestro Señor así nos ha amado con la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, no podemos evitar confesar que le amamos a Él también y que practicamos este amor. Por Jesucristo, podemos soportar cualquier y todas las tribulaciones con gozo.

¿Quién es un asesino?
La Biblia dice que cualquiera que odie A Jesucristo o a los hermnos en Él es un asesino (1 Juan 3:15).

Para nosotros, el odiar a nuestros hermanos y hermanas que han recibido la remisión del pecado es cometer homicidio espiritual. Nosotros, quienes realmente hemos recibido la remisión del pecado en nuestro corazón al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, no podemos odiar a nadie en Cristo sin importar cuan insuficientes o torpes puedan ser. Si tú y yo, como nacidos de nuevo hemos recibido que hemos recibido la remisión del pecado y servimos al evangelio en la Iglesia de Dios, aún albergamos odio en nuestros corazones unos contra otros, entonces claramente estamos cometiendo graves errores ante Dios. Si los justos almacenan odio en sus corazones contra sus compañeros santos, entonces tales personas están cometiendo el pecado de homicidio ante Dios, y primeramente deben examinarse a si mismos para ver si realmente el Espíritu Santo está en ellos o no. Los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu no podemos dejar de entendernos y de amarnos unos a otros.
Esto no es porque tengamos corazones generosos, sino porque existe el Espíritu Santo habitando en nuestro corazón. Es así como los justos son más que capaces de amarse los unos a los otros. Si nos hemos dañado unos a otros, el medio para solucionar el problema ya está preparado en el evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que hemos sido salvados de todos nuestros pecados creyendo en Jesucristo, y debido a que lo amamos a Él, nosotros los creyentes podemos amarnos unos a otros.
Nuestro Señor nos dijo: «porque por el fruto se conoce el árbol» (Mateo 12:33). Es verdad que existen tiempos en que estamos atados por los deseos de nuestra carne en nuestras vidas. Pero yo quiero que todos nosotros nos demos cuenta que Dios se agrada cuando practicamos Su justicia en nuestras vidas. El Señor dijo: «Mas el justo por la fe vivirá» (Romanos 1:17).
1 Juan 3:16 dice: «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos».
En nos está diciendo que si realmente creemos que Jesucristo puso Su vida por nosotros y nos ha dado nueva vida, entonces es correcto que nosotros también pongamos nuestra vida por la justicia de Dios. Es así como el Apóstol Juan alcanza la conclusión del amor de Dios: Él nos está diciendo que solamente es apropiado que los justos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu vivir para el esparcimiento de este evangelio.
Habiendo sido satisfechas nuestras necesidades básicas de casa y comida, es correcto entonces que nosotros entreguemos el tiempo que nos queda a vivir para el Señor, por la salvación de otras almas, y para nuestros hermanos y hermanas. Simplemente es lo más apropiado y lo más natural para todos nosotros el vivir para el evangelio del agua y el Espíritu. Para nosotros el servir al Señor no es algo que se nos saque a la fuerza. Y ya que simplemente es lo apropiado el que los justos vivan `para el Señor, y esto es un llamado y una obligación que todos debemos cumplir, cuando ciertamente practicamos la justicia de Dios, el Espíritu santo se regocija en nuestro corazón.
El Apóstol Juan nos está diciendo varias cosas acerca de aquellos que no aman a Jesucristo. Él te está diciendo que aquellos de ustedes que no aman a Jesucristo y que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu son asesinos ante Dios, y que tal gente, para decirlo más directamente, le pertenecen al Demonio. Si existe alguien en la Iglesia de Dios que no cree en el evangelio del agua y el Espíritu, él es un mentiroso ante Dios. Pero cualquiera que crea de todo corazón que Jesucristo vino a esta tierra, tomó los pecados del mundo al ser bautizado, y llevó toda la condenación del pecado al ser crucificado, puede recibir la remisión total del pecado. Quienquiera que haya recibido el amor de la Verdad de Dios puede amarlo a Él y practicar la justicia de Dios.

¿Quién ama a Jesucristo?
Son aquellos que de todo corazón creen que Jesucristo vino a esta tierra por el evangelio del agua y el espíritu.

El que Jesucristo sea tan hermoso para ti y para mí, quienes creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, se debe a que Él se ha convertido en nuestra propiciación al ser bautizado por Juan y al derramar Su sangre por nosotros. Pero para aquellos que no creen de todo corazón que Jesucristo vino a esta tierra por el evangelio del agua y el Espíritu, sus vidas de fe están destinadas a apartarse de Jesús conforme pasa el tiempo. Es así como terminan siendo separados del amor de Jesucristo. Muchos Cristianos profesan creer en Jesús como su Salvador en el principio, y dicen que están dispuestos a dar sus vidas por Él, pero conforme pasa el tiempo, su amor por Jesús se enfría, y eventualmente terminan alejándose de Él. Esto se debe a que no creen en el Jesucristo que vino por el evangelio del agua y el Espíritu.
Los justos que creen en el divino Jesucristo nunca podrán alejarse de Él. Más bien, entre más tiempo pasamos nosotros los justos viviendo en el amor de Jesucristo, mayormente realizamos las obras del Señor. El que nosotros no reconozcamos a Jesús como nuestro Dios y Salvador es oponerse a Dios. Los justos que creen en este Jesucristo el verdadero Dios como su Salvador no pueden cometer el pecado de blasfemar al Espíritu Santo. Pero aquellos que no creen en Jesucristo como su verdadero Salvador no pueden amarlo a Él.
Así, existen tales diferencias extremas entre los creyentes y los incrédulos ya que esencialmente se encuentran en puntos opuestos desde el principio. Nosotros los justos no podemos evitar el amar a Jesús, pero en contraste, aquellos que no creen en este Jesucristo quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu fundamentalmente son incapaces de amarlo a Él. Así que el trigo y la cizaña, los creyentes y los incrédulos, claramente están separados.
Aún entre los Cristianos, existen aquellos que han convertido a Jesucristo en su enemigo. Son los que no aman el evangelio del agua y el Espíritu. Algunos pueden oponerse a Dios afirmando que el Apóstol Pablo solo mencionó “la palabra de la cruz” (1 Corintios 1:18) como nuestra salvación.
¿Sabes lo que es “la palabra de la Cruz”? tú tienes que saber que Pablo estaba enfatizando el punto final del acto de justicia de Dios para la salvación de toda la humanidad en este pasaje. Por lo tanto, “la palabra de la Cruz” es la mismísima Verdad del evangelio del agua y el Espíritu en el cual creemos ahora. Para ti y para mí, Jesucristo fue bautizado, llevó toda la condenación de nuestros pecados al derramar Su preciosa sangre sobre la Cruz, y de esta manera ha llegado a ser nuestro Salvador-esto es “la Palabra de la Cruz.”
Cuando la Verdad nos dice que nuestro Dios Jesús tomó los pecados de la humanidad de una vez por todas al ser bautizado por Juan, murió sobre la Cruz, sé levantó de entre los muertos, y por consiguiente nos salvó de todos nuestros pecados, ¿en donde está la razón para que no creamos en esta Verdad? Nosotros, también, si no hubiésemos conocido el amor de Jesucristo nuestro verdadero Dios, pero como la Verdad nos lo reveló que Jesús aceptó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, finalmente llegamos a conocer y a creer en esto.
Si creiste en tu corazón que solo la sangre que Jesús derramó sobre la Cruz es tú salvación, entonces a quién conociste antes fue a un Jesús malentendido. Si aún no conoces el evangelio dekl agua y el Espíritu
Sin embargo, mucha gente permanece en la ignorancia del evangelio del agua y el Espíritu, y así continúan creyendo solamente en la sangre de la Cruz. Así que dicen, “El evangelio del agua y el Espíritu no es la Verdad.” Cuando el Mismo Jesús, quién los ama, les está diciendo que Él ha lavado todos sus pecados al ser bautizado por ellos por Juan el Bautista, ellos aún creen solamente en la preciosa sangre que Jesús derramó sobre la Cruz como la remisión del pecado-¿Qué puede ser más frustrante y trágico que esto? La triste realidad es que esta gente verdaderamente tiene confianza en su salvación dependiendo solamente en tal dogma religioso. Así que, ¿Cuánta necedad hay en esto?
Tú y yo también vivimos entre tales personas. Pero ahora tú crees en el bautismo que Jesús recibió de Juan, y que Él cargó los pecados del mundo hasta la Cruz y derramó Su preciosa sangre como la condenación de tus pecados, y has aceptado esta Verdad en tú corazón. Tú, por lo tanto, has sido remitido de todos tus pecados y te has convertido en un trabajador para la justicia de Dios-¿no es un gran gozo que nos deja sin aliento? Necesitamos darnos cuenta que debido a que Jesucristo cargó todos los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, y debido a que Él derramó Su sangre sobre la Cruz, ahora hemos sido salvados al creer con todo nuestro corazón en estas obras como nuestra propia salvación.
No existe duda en cuanto a que cualquiera que no crea en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu es alguien que finalmente no ama a Jesús. Debido a que tal gente no cree en Jesús como Dios, y debido a que ellos también se aman más a si mismos que lo que aman a Dios, se han convertido en Sus enemigos. Ya que se aman más a si mismos y no se agradan en amar a Jesús y en seguirle a Él, no creen en Su amor tal como es.
Dios Padre te amó tanto que Él envío a Su propio Hijo a este mundo, hizo que Él recibiera el bautismo de Juan el Bautista y murió sobre la Cruz, y le resucitó a Él de Su muerte. Sin embargo aún existe alguna gente que no cree en su corazón en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, ni dan gracias por el, y como resultado se oponen a Su amor. La realidad es que existe mucha gente aún entre aquellos que profesan creer en Jesús como su Salvador. Han ignorado el bautismo de Jesús y solo se han asido de Su sangre sobre la Cruz de su propia necedad. Si no creemos que Jesucristo es Dios Mismo, y si no le amamos a Él, quién nos ha salvado de nuestros pecados con el evangelio del agua y el Espíritu, entonces claramente somos de aquellos que se oponen a Dios.
Si realmente amamos a Jesús, entonces no existe razón por la que no podamos creer que Él, quién nos amó tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado mientras cargaba estos pecados del mundo, y por consiguiente así nos salvó. Si el Mismo Señor nos está diciendo que Él nos ha salvado de todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y llevando Su sufrimiento sobre la Cruz por nosotros, entonces debemos creer en esto tal cual Él nos lo esta diciendo. Debemos creer en Jesucristo como nuestro Salvador y de todo corazón decir amén a lo que Él nos está diciendo, que Él nos ha salvado de los pecados de este mundo.
Cuando somos tan insuficientes, ¿porque no creer en Jesucristo? Cuando Jesucristo Mismo nos está diciendo que Él nos ha salvado de una vez por todas con el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, no existe razón por la que no creamos en esta Verdad con todo nuestro corazón. Debido a que nuestro Señor nos amó, Él nos ha salvado de los pecados del mundo de una vez por todas, y Él nos ha convertido en los propios hijos de Dios. Nuestro Señor nos ha dado Su amor, y nos ha prometido que disfrutaremos esplendor y gloria eterna. Creemos en toda la Palabra del pacto que el Señor nos ha prometido. No podemos evitar creer en Jesucristo como nuestro propio Salvador y dar toda nuestra gratitud a Dios.
¿Quién es aquel que nos ama? ¿No es el Dios Trino-el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? ¿Quién abandonó la gloria y el esplendor del Cielo, tomó los pecados de este mundo al ser bautizado, se hizo maldición derramando Su sangre sobre la Cruz, y te ha salvado de todos tus pecados? ¿Quién te ha amado así? Si existiese alguien que nos ame así tan profundamente, viviríamos para el. Si él nos dijese que pisáramos el piso, no dudaríamos en hacerlo. ¿Qué no haríamos por aquel que nos amara así? No ha existido otro que haya llegado a ser nuestra propiciación, excepto Jesucristo. Cuando el amor que Jesucristo ha derramado sobre nosotros es tan grande, ¿cómo no amarle a Él? Aunque nuestra carne falle ante Dios, nuestros corazones aún aman al Señor.
En el Antiguo Testamento, cuando los sacrificios eran ofrecidos en el Tabernáculo, el Sumo Sacerdote tenía que imponer sus manos sobre los animales del sacrificio para pasar sus pecados y los pecados de su pueblo. Sabemos y creemos que fue a través de esta imposición de las manos del Sumo Sacerdote sobre la cabeza del animal del sacrificio por lo que sus pecados y los pecados de su pueblo se pasaban. Y creemos que debido a que las manos eran impuestas sobre este animal del sacrificio, este tenía que derramar su sangre.
Como tal, ahora también en esta era, aquellos de nosotros que creemos en Jesucristo como nuestro Salvador también creemos en la imposición de las manos y en el derramamiento de sangre en el tiempo del Antiguo Testamento como la Palabra de la remisión del pecado. La Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, con la cual Jesucristo nos ha salvado de los pecados del mundo, nunca cambiara.
Ninguno de nosotros debe jamás llegar a ser enemigo de Dios al reusarse a aceptar la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. En vez de eso, todos debemos amar a Jesús consistentemente. Aquel que ama el evangelio del agua y el Espíritu sin variantes es alguien que ama a Jesús. Si no amamos a Jesucristo, entonces no creemos en Él.
Cuando creemos en Él, primeramente pensemos en cuanto Jesús nos ha amado, y como Él ha borrado nuestros pecados. Todos ustedes deben llegar a ser tales personas que conocen a Jesucristo apropiadamente y le aman a Él. Yo creo que cuando tú continúas amando al Señor, llegará el día en que disfrutaras todo el esplendor que Él te dará.
Jesucristo es el Dios de la salvación para ti y para mí. Nuestro Señor es nuestro Salvador, el mismo Dios que nos ha dado nueva vida. Al darnos el evangelio del agua y el Espíritu, este Señor nos ha concedido recibir la remisión de nuestros pecados.
Poniendo mi fe en el amor de nuestro Señor, doy toda mi gratitude a Jesucristo quien ha llegado a ser nuestro Salvador. ¡Aleluya!