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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 2-11] Jesús se convierte en el indicador para levantarse y caerse (Lucas 2, 25-35)

(Lucas 2, 25-35)
«Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones».
 
 
Con la llegada de la Navidad, estamos celebrando que Jesús vino al mundo hace 2,000 años. De la misma manera en que Jesús fue concebido en el vientre de María hace 2,000 años, Jesús ha nacido dentro de nuestros corazones. ¡Qué maravillosa es esta Verdad y este amor de Dios! María pudo llevar al niño Jesús en su corazón al aceptar la Palabra de Dios entregada por un ángel. En este sentido, nosotros pudimos preparar un lugar para el Señor dentro de nuestros corazones porque anhelábamos tener el amor del Señor. 
Ahora mismo, estamos viviendo 2,000 años después de la venida del Señor. Pero como la Palabra del Señor es eficaz, entra en los corazones de los que creen y está presente en ellos en todo momento para que el Señor también pueda estar en ellos. Incluso en este momento, el Señor está naciendo dentro de los corazones de las personas que aceptan y creen en la Palabra de Dios como María. Si no fuese por el poder omnisciente y omnipotente de Dios, ¿cómo podría ocurrir esto? Sé que este es el poder de Dios. 
Hace unos 2,000 años, en Jerusalén, había un hombre llamado Simeón. Este hombre estaba esperando la salvación de Dios. Este hombre era un hombre devoto a Dios que recibió una profecía del Espíritu Santo que le dijo que «no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor» (Lucas 2, 26). Pero después de que Jesús naciese, al octavo día después de que María le diese a luz, fue presentado en el templo y ofrecido ante Dios junto con un sacrificio. En ese momento, Simeón entró en el Templo llevado por el Espíritu Santo, y vio a María, la madre de Jesús, entrando con el niño Jesús. 
Simeón tomó al bebé en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: «Él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel» (Lucas 2, 29-32). Entonces dijo: «He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones» (Lucas 2, 34-35). Como Simeón, quien creía en Dios, tenía el Espíritu Santo dentro de él, pudo reconocer que el niño Jesús nació en este mundo en la imagen de un hombre. Entonces dijo: «la caída y el levantamiento de muchos en Israel y de la humanidad dependen de este niño Jesús». Pudo decir estas palabras porque este hombre llamado Simeón reconoció al niño Jesús y entendió quién era correctamente. 
En realidad, hay muchas personas que sufren la destrucción por Jesús. Aunque Jesús no quiere que la gente sea destruida, dijo que era una piedra de tropiezo. Así que la Biblia nos dice: «He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel». Se dice que incluso hoy en día, muchas personas sufrirán la destrucción por Jesús, pero ¿por qué creen que ocurre esto? Porque, aunque Dios Padre envió a Jesús a este mundo y prometió dar todas las bendiciones a los que creen en las obras de Jesús, se decidió a enviar al infierno a los que no creen en Jesús. Al crear el universo y todo lo que hay en él, Dios se convirtió en el Maestro de todo. Creó a las personas a su imagen y envió a Jesús a este mundo para salvar a los pecadores. Entonces, Jesús erradicó todos nuestros pecados y dio salvación a los que creen en la obra cumplida por Jesucristo. 
Sin embargo, los que no aceptan esta gracia de Jesús serán juzgados por Jesucristo. Por eso los que creen en Dios están agradecidos porque el niño Jesús vino al mundo encarnado en un Hombre. Nosotros, las criaturas de Dios, somos seres bajos. Sin embargo, cuando pienso en que el Señor vino al mundo para salvarnos, no tengo palabras para expresar todo lo que siento porque estoy muy agradecido por el amor del Señor. 
La gente de este mundo intenta ir al Cielo con sus propios esfuerzos sin creer en Jesús. Por eso, los que no creen en Jesús son destruidos. La gente intentaba ir al Cielo con sus propios esfuerzos, pero Dios Padre envió a Jesús al mundo para que salvase a todas las personas y pudiesen entrar en el Cielo. Por tanto, el Cielo es un lugar al que solo se puede entrar si se tiene una relación con Jesús. Pero, ¿puede una persona que no cree en Jesús tener una relación con Él? Si la gente sigue creyendo en sí misma, con la ilusión de que recibirá compensación por su voluntad y sus esfuerzos por vivir con bondad, y si fuera posible ir al Cielo de esta manera, ¿por qué creen que Dios Padre envió a Jesús a este mundo?
Queridos hermanos, si no creen en Jesús, irán al infierno. Dios Padre había decidido enviar al infierno a los que no creen que Jesús nació en este mundo para salvar a las personas de los pecados, y para convertirlas en hijas de Dios. Por esta razón, las personas que confían solamente en su propia voluntad, al final, serán destruidas por no creer que Dios Padre envió a Jesús a la tierra. 
La Biblia dice: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4, 2). Esto se debe a que Dios Padre hizo que la salvación se recibiese al creer en Jesús. Por esta razón, todas las personas que intentan ir al Cielo al rechazar a Jesús o no creer en Él, o que quieren ir al Cielo por su propia voluntad sin intentar conocer la Verdad de que Jesús se ha convertido en su Salvador, caerán por la venida de Jesús al mundo. 
 
 

¿Qué dijo Simeón acerca de Jesús?

 
Simeón dijo: «Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha» (Lucas 2, 34). Si Jesús no hubiese venido a este mundo y los buenos fueran al cielo y los malos al infierno, ¿qué habría pasado en este mundo? Si Jesús no hubiese venido a este mundo, la gente que viviera una vida recta habría ido al Cielo. Sin embargo, como Jesús vino al mundo, los que no pueden ir al Cielo por su cuenta pudieron ir al Cielo, y los que intentan ir al Cielo por su cuenta, van al infierno. Esto es lo que Simeón estaba diciendo. 
Por eso, la gente que no cree en Jesús sufrirá la destrucción al final por Jesús. Simeón era un «justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel» (Lucas 2, 25). Esto significa precisamente que Jesús es la consolación de Dios y la salvación de Dios. En cuanto a los que quieren recibir la salvación de verdad, su levantamiento y caída depende de si creen en el Señor y le siguen de corazón. Esto también significa que Dios Padre ya ha dejado fuera del Reino de los Cielos a los que no creen en Jesús. Además, entre las personas que creen en Dios, los que creen en el Señor con su propia voluntad, los que creen al mezclar el cristianismo con el confucianismo, y los que intentan ir al Cielo añadiendo sus buenas obras a su fe, serán destruidos e irán al infierno. En otras palabras, las personas así sufrirán las maldiciones de Jesús e irán al infierno en vez de estar en la gracia del amor inmenso de Jesús. 
Simeón también dijo: «Entre los israelitas hay quienes están esperando la Consolación, pero este Niño les hará caer o levantarse». Decir que sufrirán la destrucción por Jesús significa lo mismo que morir dos veces. Esto se debe a que Jesús dijo: «Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego» (Apocalipsis 20, 15). 
Además, cuando leemos la Palabra en el Libro del Apocalipsis 21, vemos que los cobardes y los incrédulos perecerán. Leamos Apocalipsis 21, 8: «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda». El tipo de personas que sufrirán la destrucción es el tipo de personas que tiene miedo del Señor. Está escrito: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor» (1 Juan 4, 18). Esto significa que la gente tiene miedo porque no ha podido aceptar perfectamente la salvación que el Señor ha cumplido. 
Si aceptan el amor de Dios perfectamente, no hay nada de lo que tener miedo. Si creen en Jesús como su Salvador que ha borrado todos sus pecados, no tienen que tener miedo. Sin embargo, los cobardes tienen miedo porque saben que morirán a causa de Jesús. Aunque las personas crean en Jesús, los que no creen que Jesús haya borrado completamente sus pecados al cargar con ellos a través de su bautismo, morirán. Cuando mueran se sentirán avergonzados y no recibirán ninguna recompensa. Serán personas humilladas. 
Hagamos lo que hagamos, siempre hay un perdedor y un ganador. Por muy empatada que esté una carrera siempre se decide un ganador, aunque sea por poca diferencia. Los ganadores se sienten orgullosos, pero los perdedores no tienen nada que decir. Los que siguen teniendo miedo en sus corazones a pesar de creer en Jesús, morirán sin excepción. Las personas que no creen en Jesús irán al infierno, y serán arrojadas al lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte. Esto significa que los que no tienen su nombre escrito en el Libro de la Vida serán arrojados al lago de fuego y azufre. En resumen, las personas cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida no tendrán otro remedio que ser los caídos. 
Quiero repetir que las personas que tienen miedo de Jesús irán al infierno y los que no creen en Él también irán al infierno. Creer en Jesús no es difícil. Todo lo que hay que hacer es creer en Jesús de todo corazón. Jesús ha borrado todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Al ser clavado en la Cruz, fue juzgado por nuestros pecados. Como Jesús se ha convertido en nuestro Salvador, ya no tenemos pecados. Los pecados dentro del corazón desaparecerán si creen en esto. 
Creer en el Señor es creer en la obra de Jesús. Esto es muy simple. Por ejemplo, un patrón le trae a su invitado agua hervida con un color marrón. La persona que ha hervido el agua y ha preparado el té sabe que es té y el invitado que va a tomar el agua sabe que es té por el color y el olor. Además si el patrón le indica que es té, el invitado sabe con certeza que es té. 
De la misma manera, todo lo que tenemos que hacer es creer en el Señor de esta manera. Como Jesús nos ha salvado, es nuestro Salvador. Cuando Jesús cumplió los treinta años fue bautizado por Juan el Bautista y así borró nuestros pecados completamente. Todo lo que tenemos que hacer es creer de todo corazón. El Señor ha borrado los pecados completamente. Cuando Jesús fue bautizado, tomó todos los pecados del mundo. Al tomar los pecados del mundo y ser juzgado por todos los pecados que hemos cometido mientras fue clavado en la Cruz, nos ha dejado sin pecados. Creer en esto es tener fe. 
Queridos hermanos, ¿creen en Jesús? Sí, estoy seguro de que creen en él a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, ¿cómo saben que si creen en Jesús recibirán la salvación? Dios el Padre envió a su Hijo Jesús al mundo como el Salvador, y Jesús eliminó los pecados del mundo al tomarlos a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista cuando cumplió los treinta. Como Jesús ha eliminado todos los pecados a través del bautizado que recibió ya no tenemos más pecados. Sin ni siquiera preguntarnos, hizo esta obra por Sí mismo. En este momento, Jesús está sentado a la derecha de Dios Padre como Juez. Al final de estos sufrimientos, Jesús se convirtió en nuestro Salvador. Esta es la Verdad, y creer en esta Verdad es la fe que todos deben tener. 
En el budismo se busca cultivar el camino, y este camino significa iluminarse a uno mismo hasta llegar al Cielo. Cultivar el camino no significa conseguir levitar ni obtener la respuesta a las preguntas: «¿Por qué nací? ¿Entre el Cielo y el infierno, a dónde voy a ir? ¿Cómo puedo ir al Cielo con toda certeza?». 
En el budismo la gente hace penitencia sentándose de cara a una pared y meditando para librarse de las 108 agonías que se originan de sus deseos carnales y que existen en los corazones de la gente. Y este método de penitencia se denomina el camino. Sin embargo, un monje coreano escribió un libro titulado: «¿Cómo puedo conseguir llegar al camino cuando no hay ninguno?». Fundamentalmente tiene que haber un camino en el budismo para que una persona pueda seguirlo. Pero como una persona no puede descubrir este camino a través de prácticas ascéticas en el budismo, al final no se puede conseguir este estado de iluminación. 
La Biblia dice: «No hay salvación en ningún otro, porque no hay ningún otro nombre bajo el cielo dado entre los hombres por el que podamos ser salvados» (Hechos 4, 12). Dios Padre envió a su Hijo a este mundo e hizo que nos salvase a los seres humanos; a los que creemos en este Hijo. Prometió que nos daría el Cielo y que nos convertiría en Hijos suyos si creemos en esta Verdad de la salvación por la que Jesucristo, Dios mismo, tomó todos los pecados de la humanidad y fue juzgado en nuestro lugar. 
Creer en Jesús es creer en Dios. Jesús es el Hijo de Dios, y es el Dios que nos creó. El Creador nos creó en este mundo y nos ha salvado de todos los pecados que cometemos en este mundo hasta que morimos por la tentación del Diablo. Al eliminar nuestros pecados nos ha hecho justos. Todo lo que tenemos que hacer es creer. 
No debemos intentar vivir solamente con virtudes. ¿Quién en este mundo comete pecados solo porque alguien se lo haya dicho? ¿Y hay alguien que no cometa pecados porque alguien le diga que no debe pecar? No podemos hacer lo que queremos. ¿Acaso no cometemos pecados porque alguien nos haya dicho que no lo hagamos? Todos somos débiles y no podemos hacer lo que queremos. Solamente podríamos evitar cometer pecados si Dios nos hubiese dado el poder de no cometer pecados. Pero Dios nos ha dado el poder de no tener más remedio que cometer pecados, y entonces no podemos evitar pecar. 
Sin embargo, Dios dijo: «No podéis evitar pecar. Por eso he enviado a Mi Hijo y se ha convertido en vuestro Salvador. ¿Creéis en Mi Hijo? Si creéis seréis salvados. Pero si no creéis, iréis al infierno». Queridos hermanos, tener fe es algo muy simple. Creer en Jesús, que es el Salvador, es tener fe. Si tienen esta fe, irán al Cielo, pero si no tienen esta fe, irán al infierno. Así que espero que todos vayan al Cielo al convertirse en creyentes. Si confían en sus propias fuerzas, y si siguen practicando sus buenas obras para entrar en el Cielo, tendrán miedo de Dios y al final irán al infierno. 
Queridos hermanos, quiero que sean el tipo de personas que van al Cielo y prosperan al creer en Jesús. Al ser bautizado, Jesús ha borrado nuestros pecados completamente. Queridos hermanos, ¿tienen pecados en este momento? No. La fe consiste en creer que Jesús ha borrado nuestros pecados. Quiero que sean creyentes fieles. Los incrédulos acaban yendo al lago de fuego y azufre. Las personas cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida caerán en el lago de fuego y azufre, lo que se denomina la segunda muerte. Está escrito: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9, 27). La gente que no cree en el hecho de que Jesús es el Salvador caerá en el fuego eterno. Esto es lo que significa caer. 
Aunque todos los seres humanos tienen el potencial de caer y levantarse al nacer, si no se cree en Jesús antes de morir, se perece, es decir se va al infierno. ¿Puede haber personas que caigan aunque crean en Jesús? Sí, pero estas personas no creen en la salvación con la que Jesús ha borrado todos los pecados del mundo con su bautismo y sangre, y por eso irán al infierno. Por esta razón, debemos creer. ¿Creen que Jesús ha eliminado todos sus pecados? No tienen otro remedio que creer. 
Un día, estaba predicando el Evangelio a una hermana que sufría de misofobia. Me dijo: «Espera un momento. Discúlpame» y se fue al baño. Volvió con las manos limpias. Pero a los tres minutos volvió a lavárselas. Pensé que era misofóbica porque no podía lavar los pecados que había cometido. Al fin y al cabo le prediqué el Evangelio y le pregunté: «Jesús ha borrado todos tus pecados. ¿Tienes pecados todavía?». Y ella me contestó: «No, no tengo pecados». Entonces, después de haber pensado durante mucho tiempo, me hizo una pregunta. Me pregunto si podía jurar por Dios que no tenía pecados. Y yo le di mi palabra. 
Le dije: «Por el nombre de Dios, quien creó los cielos y la tierra, y quien me ha salvado, te doy mi palabra de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados y ya no existen». Entonces la mujer me preguntó tres veces más si era verdad. Después le dije con toda seguridad: «Ya no tienes pecados porque Jesús los ha eliminado al ser bautizado y ser juzgado por nosotros en la Cruz», y su misofobia desapareció. La mujer solía ir a un hospital psiquiátrico por su enfermedad, pero cuando escuchó la Palabra en la Iglesia, su misofobia despareció. Esta hermana tenía misofobia por sus pecados. Solía pensar que cometía pecados por culpa de otras personas que le decían que lo hiciera, aunque ella no quería. 
Por eso, aunque la gente del mundo no parezca tener misofobia como esta hermana que se lavaba las manos y los pies constantemente, sus corazones pueden tener misofobia. Cuando Pilato ordenó la crucifixión de Jesús, se lavó las manos y dijo que no tenía la responsabilidad del veredicto. Dijo: «Quiero que vosotros seáis responsables completamente por este pecado. Yo quería liberarle, pero me dijisteis que lo crucificase». 
Jesús vino a este mundo para cargar con nuestros pecados. Esto significa que cargó con los pecados de los que nacerán en el futuro también. Ustedes deben saber que las personas que creen en esto tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida. 
Queridos hermanos, cuando se dan cuenta de la Verdad, se liberan. Sin embargo, no podrán encontrar esta Verdad en ninguna otra religión. Esto se debe a que no tienen la Verdad. Les voy a contar la anécdota del monje budista Won Hyo. Mientras viajaba por la India para encontrar el Camino, una noche durmió en una cueva. Cuando el monje se levantó a medianoche tuvo sed y bebió agua de un cuenco que tenía al lado y se volvió a dormir. Cuando se levantó la mañana siguiente, se sorprendió al ver que el cuenco del que había bebido la noche anterior era una calavera humana. Entonces vomitó todo lo que había en su estómago y después tuvo una revelación y pensó: «¿Por qué no me sentí enfermo ayer cuando bebí el agua?». Entonces tuvo una iluminación: que todo está determinado por su mente. Así que dejó de viajar por la India y volvió a Corea como un hombre que había alcanzado el mayor estado de iluminación. 
Todas las cosas del mundo no son sucias, sino que son los corazones de las personas los que están sucios, como está escrito: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso;¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17, 9). Cuando una persona ve cierto objeto, si piensa que es sucio, se convierte en algo sucio, pero si piensa que es algo limpio, entonces se convierte en algo limpio. Las cosas sucias de este mundo solo desaparecerán cuando limpiemos nuestros corazones, a través de los cuales pensamos en los objetos. 
Pero, ¿es fácil que los ojos del corazón sean limpios? No. Como no podemos conseguirlo por nuestra cuenta, debemos creer en Jesús como nuestro Salvador. Debemos creer en Él para ser reconocidos ante Dios Padre y entrar en el Cielo donde hay una cantidad ilimitada de gozo. Sin embargo, los mentirosos que no creen en Jesús, los malvados, los abominables, asesinos, lascivos, borrachos e idólatras acabarán en el lago de fuego y azufre porque sus nombres no estarán escritos en el Libro de la Vida. 
Queridos hermanos, ¿mienten a menudo? Mentir es un pecado. Pueden ir al infierno por decir una sola mentira. Solo los que no tienen ningún pecado pueden ir al Reino de los Cielos. Queridos hermanos, ¿quién cree que puede ir al Cielo y disfrutar de la vida eterna? No todo el mundo puede ir al Cielo aunque el Señor quisiera. Solo los que creen en Jesús, enviado por Dios Padre, pueden ir al Cielo. 
Jesús, quien fue enviado por Dios Padre, vino a este mundo. Desde la venida del Salvador han pasado más de 2,000 años. ¿Cómo se determina el paso de los años por todo el mundo? Mediante el calendario occidental, creado por Dionisus Exiguus (c.470- c.544), un monje de Escitia (actualmente Rusia). En el pasado, cuando Roma conquistó el mundo entero, la clase gobernante pensaba que tenía que unir a todos los estados vasallos mediante un calendario unificado. Así que el emperador romano reunió a expertos de todos estos estados y les preguntó cuál sería el evento más adecuado para demarcar el primer año del calendario. En aquel entonces Roma controlaba todo el mundo conocido y había ejecutado a todos los rebeldes de los países que dominaba, pero había permitido que los estudiosos y los artistas viviesen. Por tanto, los historiadores respondieron a su pregunta y le pidieron que escogiese el año en el que Jesús, el Creador que había venido a salvar a la humanidad al tomar todos los pecados del mundo, murió por toda la humanidad y resucitó, para que fuese el primer año del calendario. Por tanto, la gente de todo el mundo está utilizando el nacimiento de Jesús como el comienzo del año del calendario occidental. 
Jesús vino al mundo y esto es cierto, y el que borrase nuestros pecados también es cierto. Creer en esto es tener fe. El Señor Jesús dijo: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 31-32). ¿Creen en esta Verdad? ¿Creen que Jesús ha eliminado todos nuestros pecados? 
 
 

Si tienen esta fe, sus nombres estarán escritos en el Libro de la Vida

 
Queridos hermanos, ¿cómo creen que será el infierno? El infierno es un lugar horrible. Si el Cielo está siempre lleno de gozo, el infierno es exactamente lo contrario. La gente suele imaginar que el infierno existe por debajo de la tierra. Al igual que la tierra, el infierno es un lugar real. Dios lo creó. El infierno es un lugar del que no se puede escapar cuando se ha caído en él. Queridos hermanos, si no quieren ir al infierno donde hay agonía y caos eterno, deben creer en la obra de Dios. Deben creer hasta el final. Si Dios me ha salvado, entonces recibiré la salvación. Si Dios no me ha salvado, no recibiré la salvación. Nuestra voluntad, esfuerzos y obras buenas no pueden afectar nuestra salvación. 
Como Jesús nos ha salvado, creemos en Jesús, y por eso nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida. Los pecadores caen en el lago eterno de fuego y azufre porque mienten y tienen pecados. No pueden confesar la Verdad porque no creen que Jesús ha borrado sus pecados. Están destinados al infierno por mentir a Dios y no por mentir a los hombres. Nosotros no tenemos pecados porque Jesús ha borrado todos los pecados al ser bautizado. La gente que no tiene esta fe pregunta: «¿Cómo puede decir que todos los pecados del mundo han desaparecido a través de Jesús si siguen cometiendo pecados hasta ahora?». No poder creer es mentir. Las personas que no pueden creer en Jesús como su Salvador no pueden evitar mentir. 
Dios ha borrado todos nuestros pecados. Desde el punto de vista de Dios, todos los pecados han desaparecido completamente. Debemos creer en esto. La mentira es decir que Dios no borró nuestros pecados desde una perspectiva humana. Estas personas mentirosas acaban en el lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte. 
Queridos hermanos, no le mientan a Dios. Hay muchas personas que mienten demasiado en este mundo, pero ante Dios no mienten. La gente que no cree en Jesús según la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu no puede evitar mentir ante Dios. Dicen: «Si creen en Jesús, deben vivir haciendo buenas obras. Aunque crean en Jesús, todavía tienen pecados. Siempre cometemos pecados, porque el pecado existe siempre». 
Hay dos tipos de personas entre las que creen en Jesús: un tipo es el de las personas que mienten a Dios y el otro el de las personas que creen en la Verdad. Las personas que mienten a Dios deben arrepentirse de sus pecados. Deben arrepentirse y creer en el Señor diciendo: «Querido Dios, he pecado. Dios ha borrado todos mis pecados. No tengo fe verdadera. Por favor, dame más fe». Con un poco de fe verdadera, Dios verá esa fe porque sus ojos la ven bien, y nos mandará a su Reino de los Cielos. ¿Creen en esto? 
¿Quieren ir al Cielo o quieren ir al infierno? Yo quiero ir al Cielo. Los que quieren ir al Cielo deben creer en Jesús. Creer en Jesús significa creer en que Jesús es nuestro Salvador y que ha eliminado nuestros pecados. Creer en Jesús significa creer en que Jesús es el Señor Salvador que ha erradicado nuestros pecados. Deben tener esta fe. 
Queridos hermanos, si mienten ante Dios, irán al infierno. Si no mienten pueden entrar en el Cielo. Pueden mentir ante las personas, pero no pueden mentir espiritualmente ante Dios. Como ya saben, la gente que no miente prospera. La gente que cree en la obra que Jesús hizo al venir a este mundo prosperará e irá al Cielo. Pero los que no creen en Jesús caerán. El pasaje de las Escrituras de hoy en día dice: «He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha». Esto significa que Jesús es la señal contra la que se hablará.
Las personas que creen de manera cínica dicen: «¿Tengo que creer en Jesús? A pesar de haber vivido con virtud, si no creo en Jesús, ¿voy al infierno?». Piensan en Jesús como si fuera algo trivial. La expresión hablar contra alguien significa hablar mal de alguien, pero la Biblia dice que Jesús será una señal contra la que hablará la gente. Esto significa que Jesús vino al mundo no solo para salvarnos, sino también para ser culpado por los que no creen. Si les dijésemos a los que van a ir al infierno que van a ir al fuego eterno por no creer en Jesús, ¿cuántos creen que hablarían mal de Jesús? Cuestionarán el que les haya enviado al infierno por no creer en Él y se enfadarán contra Él diciendo que prefieren ir al infierno que creer. Así que definirán la fe por su cuenta y dirán: «¿Tengo que creer en el Señor como los justos?» y esto es hablar contra El Señor. 
Todas las religiones del mundo hablan mal de Jesús. Dicen: «¿Por qué dicen que su religión es la mejor y hablan mal de nosotros? Podemos entender a la gente que cree en Mahoma o Buda, pero los que creéis en Jesús sois unos santurrones. Nunca seremos amigos vuestros». Por esto, la mayoría de las religiones odian a los cristianos que creen en Jesús y le siguen. Sin embargo, el hecho de que otras religiones hablen mal de los cristianos por sus errores es tolerable. Sin embargo, lo peor es que hay personas que hablan mal de Dios porque están de camino al infierno por no creer en el Señor. 
Sin embargo, debemos recordar el hecho de que estaba escrito que otras personas hablarían mal de Jesús. Jesús es como una señalización. Por ejemplo, pensemos por un momento que estamos ante una carretera bifurcada, y que hay una señal que indica que la provincia de Jeonla está a la izquierda y la provincia de Gyeongbuk está a la derecha. De la misma manera Jesús es una señal para nuestras vidas que indica por dónde se va al infierno y por dónde al Cielo. 
La fe consiste en creer en la Verdad de todo corazón. Si no creen en estas palabras, sus corazones no podrán creer en la Verdad. Si en vez de tener fe en el Señor creyesen solamente en las obras justas que hacen, estarían yendo por el camino del infierno. La gente que no tiene fe y rechaza la existencia de Jesús y va en contra de Jesús, acaba hablando contra Él. En vez de buscar una estrategia para ir al Cielo, pensando que se puede ir al Cielo por muchos métodos diferentes, deben creer en el Señor sin ninguna duda. Deben admitir sus debilidades y creer en el Salvador. Si lo hacen, irán al Cielo. 
Al haber ido al Cielo en mi mente, he visto un paraíso. Un ángel tocaba el arpa por un lado, y otro ángel venía hacia mí con las alas abiertas diciendo. «Querido hijo del Maestro, sube a mis alas». Era un lugar lleno de belleza y gozo, con frutos dulces colgando de los árboles todo el año; y un océano claro y limpio como un mar de cristal y corales. Entonces pensé cómo había llegado allí y llegué a la conclusión de que había creído en el Señor. Cuando le pregunté a Dios dónde estaban mis amigos, me dijo que algunos habían ido al infierno. Cuando le pregunté por qué, me dijo que estaban sufriendo agonía en el lago de fuego y azufre porque no creyeron en Jesús, la señal del Cielo y el infierno. 
Irán al infierno si son demasiado tercos para creer en el Señor. El Señor dijo: «Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios» (Romanos 2, 5). Si creen en Él de todo corazón, irán al cielo, pero si no creen irán al infierno. Esta es la señal que Dios nos ha dado a los seres humanos. Debemos dejar nuestra voluntad de lado y creer en Dios. Aunque la voluntad de Dios no esté de acuerdo con lo que nuestros corazones quieren, debemos tener fe. No somos más que una mera creación y Él es nuestro Creador. Por tanto, ¿no creen que debemos creer en la obra que el Creador ha hecho para ir al Cielo? Debemos dejar de lado nuestros pensamientos y creer ante todo. Debemos creer en la Verdad porque Jesús ha borrado todos nuestros pecados. Creemos para recibir la remisión de los pecados, y como creemos, los pecados ya no existen. Por eso debemos darnos cuenta por qué Jesús es bueno y así empezar a creer en Jesús. 
Cuando era joven era budista. El confucianismo y el budismo llegaron a Corea hace 2,000 años. Sin embargo, el protestantismo solo llegó a Corea hace 100 años. Como el cristianismo era algo tan desconocido para mí, no conocía a Jesús muy bien y por tanto no tenía nada que ver con Él. Pero después empecé a creer en Jesús para recibir la remisión de mis pecados aunque al principio no conocía su voluntad verdadera. Sin embargo, aprendí más acerca de Jesús y me sentí más cerca del paraíso. 
Pero si no hubiese tenido la fe correcta, habría sido destruido y habría caído. La gente habla mal de Jesús porque puede ser destruida por no creer en Él. Así que Dios hizo que Jesús fuese una señal de la que la gente hablaría mal, como se puede ver en las palabras: «¿Por qué no eres odiado por los que van a ir al infierno?». Pero Jesús fue establecido como señal para hacer que los que creen en Él y le siguen estén agradecidos ante Dios Padre y ante Él mismo. 
Jesús es la señal para los benditos y los malditos. Simeón, a quien Dios reconoció como justo, habló de esto en la Biblia. Entre los que creen en Jesús hoy en día hay personas que irán al infierno por creer en Jesús solo en apariencia pero no de corazón. Por otro lado, hay personas que irán al Cielo porque creen sinceramente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay personas que irán al infierno por ser demasiado tercas, por no creer en Jesús, mientras que otras personas que no han hecho nada bien, que han sido insuficientes, y han hecho cosas malas, irán al Cielo. 
Simeón nos está diciendo que este es el camino que Dios ha establecido. Nos dice que Jesús ha venido al mundo para perforar las almas de la gente. Está escrito: «Una espada perforará tu propia alma». La Palabra de Dios no solo perfora nuestros cuerpos, sino también nuestras almas porque señala los pecados que hemos cometido. Dios dijo: «Del corazón de las personas salen cosas como pensamientos malvados, hurtos, asesinatos, fornicaciones, orgullo, insensatez, sentimientos inapropiados, lascivia, un ojo malvado, peleas, etc. Y todos vosotros tenéis estas cosas en vuestros corazones». Por eso, cuando se presentan ante Jesús están avergonzados. Sean quienes sean en este mundo, la Palabra de Dios les perforará, y se darán cuenta de que son pecadores ante Dios. Por tanto, recibimos la salvación al creer en que Jesús tomó todos los pecados que cometemos al recibir el bautismo y el juicio en la Cruz en nuestro lugar. Sin embargo, si no creemos en la Verdad, los pecadores seguirán dónde están y no tendremos otro remedio que ir al infierno. 
Un hombre Simeón vio al niño Jesús y habló de esta fe. María, la madre de Jesús en la carne, y la gente normal reunida dentro del Templo escucharon estas palabras. A través de la Biblia, hemos escuchado esas palabras. Dios nos ha dado estas palabras a través de un hombre llamado Simeón. Jesús manda a la gente al Cielo o al infierno. A menudo, se convierte en la señal de la que la gente habla mal y la espada que perforará sus almas. Este Jesús es Dios. Dios señala los pecados de nuestros corazones y es el Creador. 
Queridos hermanos, los que creemos en Jesús debemos pensar en el significado de que el Señor naciese en este mundo, especialmente en estas Navidades. Debemos grabar esto en nuestros corazones y darle gracias al Señor por haber venido al mundo como un hombre para salvar a la humanidad. 
Queridos hermanos, debemos creer en Jesús e ir al Cielo para vernos de nuevo. Nadie debería ir al infierno. Amén.