(Mateo 28, 16-20)«Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.»
Jesucristo es la Persona que tiene autoridad para enviar a las almas al Cielo o al infierno. A parte de Jesucristo, no hay otro dios que tenga autoridad para enviar a las almas de los pecadores al infierno. Solo Jesucristo puede enviar a los pecadores al infierno. Por tanto, un pecador va al Cielo cuando recibe la remisión de los pecados por fe en Jesucristo, o entra en el infierno al rechazarlo. Cuando Jesús dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.» Estaba diciendo: «Soy Jesús y tengo esa potestad. Dios Padre me dio toda autoridad en el cielo y la tierra. Yo también os doy esta autoridad.» Esto nos dice que Jesús les dio a Sus discípulos la autoridad de enviar a las almas de los pecadores al Cielo o al infierno.
Por tanto, los discípulos de Jesús tienen este tipo de autoridad. De la misma manera en que Jesús tiene la autoridad de enviar a las almas de los pecadores al Cielo o al infierno, los justos que creen en Jesús han recibido la autoridad de enviar a los pecadores al Cielo o al infierno. Quien escucha y cree en las palabras de los discípulos de Jesucristo recibe la remisión de los pecados en su corazón. Sin embargo, si rechaza las palabras de los verdaderos discípulos de Jesús, va al infierno porque no puede recibir la remisión de los pecados. Jesús les dio a lo justos la autoridad de enviar a los pecadores al Cielo o al infierno. Leamos la Biblia para ver si dice eso o no.
Leamos Juan 20, 21-23 primero. «Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.»
Jesús fue bautizado, derramó Su sangre en la Cruz y murió. Al tercer día después de Su muerte, resucitó, se les apareció a Sus discípulos, y les enseñó las heridas de los clavos en Sus manos y la herida de Su costado. Cuando vioque Tomás dudaba de Su resurrección, dijo: «Dame tu mano y ponla en Mi costado.» Así que Tomás puso la mano en el costado de Jesús. Tomás comprobó la herida profunda en el costado de Jesús de cuando estaba colgado en la Cruz y los soldados romanos le clavaron una lanza para asegurarse de que estaba muerto. Si no hubiese tenido heridas cuando resucitó, quizás la gente sin fe no habría creído que había resucitado. Por tanto parece que Jesús tuvo que conservar Sus heridad para probar que había resucitado. Las heridas en las palmas de Sus manos estaban intactas. Los discípulos pudieron ver esas heridas. Así que cuando los discípulos vieron estas heridas confesaron: «El Señor es de verdad mi Señor.»
Jesús exhaló sobre Sus discípulos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.» Jesús se encargó de todos los pecados del mundo al ser bautizado en el río Jordán y acabó con el juicio de los pecados al morir en la Cruz. Después el Señor les dijo a Sus discípulos que recibiesen el Espíritu Santo. Del mismo modo, si una persona recibe la remisión de los pecados, recibe el Espíritu Santo como un don. De la misma manera que Dios les dio el Espíritu Santo a los 12 discípulos, también les da el Espíritu Santo a los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor de los justos les dijo a Sus discípulos: «Si perdonáis los pecados, les serán perdonados; si los retenéis, les serán retenidos.» Cuando los justos predican a los pecadores el Evangelio del agua y el Espíritu y estos lo aceptan, reciben la remisión de los pecados.
Por otra parte, si los justos se niegan y son vagos al hacer la obra del Evangelio del agua y el Espíritu, los pecadores no podrán evitar ir al infierno. Por tanto, antes de que el Señor ascendiera al Reino de los Cielos, se les apareció a Sus discípulos, que estaban congregados, y les dijo: «Tengo toda potestad en el cielo y en la tierra porque el Padre Me la ha dado. Os doy toda autoridad en el cielo y en la tierra a los que creéis en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si los pecadores escuchan vuestras palabras, obtendrán el Cielo, y si rechazan vuestras palabras, irán al infierno.» Por tanto, la persona que conocía a los apóstoles de Jesús y aceptaba sus palabras recibía la remisión de los pecados y la vida eterna.
En nuestros días también los pecados de los corazones de los pecadores desaparecen si escuchan y aceptan las palabras de los predicadores de Jesús, quienes se han hecho justos al creer en Él. La persona que crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibirá la salvación, y la que la rechace, irá al infierno.
El Dios de los justos les dio esta autoridad a Sus discípulos
El Señor les dio a los justos la autoridad de enviar a los pecadores al Cielo o al infierno. A veces hay pecadores que consideran que el Evangelio del agua y el Espíritu es extraño cuando lo escuchan. Esto se debe a que no lo conocen. Pero si no aceptan las palabras de los justos, es obvio que irán al infierno. Dios llamó a Abrahám y le dijo: «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12, 3). Del mismo modo en que la Palabra que dice que quien bendiga a Abrahám, será bendito, y la que le maldiga, estará maldita, las personas recibimos las bendiciones si aceptan a los justos que predican el Evangelio del agua y el Espíritu, y si rechazan a los justos nacidos de nuevo por el agua y el Espíritu, irán al infierno. Jesucristo fue resucitado y ascendió a los Cielos, y después, a través de Sus discípulos, proclamó el Evangelio del agua y el Espíritu que rescata a los pecadores de todos sus pecados. Por tanto, ignorar a los discípulos de Jesús es ignorar a Dios, y perseguirlos es perseguir a Dios.
Dios les dio a los justos la autoridad del Señor. Jesús les dijo a los justos: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» Los pecadores tienen que escuchar las palabras de los justos. Solo de esta manera pueden ser librados de sus pecados. La gente puede ir al Cielo, convertirse en hijos de Dios y obtener la felicidad de la vida eterna cuando escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu que los discípulos de Jesús predican y cuando creen en él. Las bendiciones y maldiciones de la gente dependen de si han escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu de los discípulos de Jesús bien o no.
El Señor les dio a los justos la autoridad en el cielo y en la tierra. Así que, ¿cuál es la tarea que deben hacer los discípulos que tienen la autoridad de enviar a las almas al Cielo o al infierno?
En primer lugar, los justos deben proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu que salva a las almas de los pecadores del pecado. Los justos, que son discípulos de Jesús, deben ir a todos los pecadores y proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu que es la salvación a través de Jesús y la remisión de los pecados. Como Dios les dio a los justos la autoridad para rescatar a los pecadores del pecado o de llevarlos al infierno, los discípulos de Jesús tienen esta autoridad y tienen la responsabilidad de predicar el Evangelio a todos los pecadores al seguir el mandamiento del Señor de ir a todo el mundo y hacer discípulos de todas las naciones.
Nosotros, los justos, debemos predicar este Evangelio del bautismo de Jesús y de Su sangre en la Cruz, para que todos los pecadores tengan la oportunidad de creer. Entonces debemos hacerles discípulos de Jesús nutriéndoles por fe. Entonces debemos bautizar a los que se han convertido en discípulos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñarles el Evangelio del bautismo y la sangre de la Cruz y enseñarles a mantenerlo. Los justos han heredado esta responsabilidad.
El Señor dijo: «Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo»
El Señor siempre estará con Sus discípulos hasta el final del mundo. Este pasaje significa que el Señor está siempre con nosotros cuando sea y donde sea. Por tanto, podemos hacer toda la obra que se nos ha confiado con el poder y la fuerza que el Señor nos ha dado. Haremos la obra de predicar el Evangelio a todas las naciones del mundo haciendo discípulos a través del Señor.
Los justos debemos predicar este Evangelio del bautismo al seguir las últimas palabras que el Señor les dio a Sus discípulos. Del mismo modo en que el Señor dijo que los justos verían que Él estaba con ellos hasta el fin del mundo, hasta que vayamos al Reino de los Cielos, nosotros veremos que el Señor está con los justos hasta el fin del mundo y lo veremos con nuestros propios ojos. Mientras vivimos en este mundo, el Señor está con nosotros y nos guarda. Creo que Dios resolverá personalmente nuestros problemas difíciles y estará con nosotros hasta el fin.
Hermanos y hermanas, ¿está el Señor con los justos o no? Él está con ellos. El Señor ha estado con los justos hasta ahora, está ahora con ellos, y estará con ellos hasta el fin del mundo. ¿Lo entienden? El Señor no nos deja solos. Dijo que les demostraría a los justos que está con ellos. «Yo tengo toda potestad. Tengo toda potestad en el cielo y la tierra. Lo he heredado todo del Padre. Ahora también la potestad en la tierra es Mía, no del Diablo. La autoridad en el Cielo es Mía también. Quien crea en Mí, entrará en el Cielo, y quien Me rechace, irá al infierno. Yo salvo a los pecadores y envío a los justos al Cielo. Si detesto a las personas, van al infierno.» El Señor dijo de esta manera que tiene toda autoridad. Jesús les dio a Sus discípulos que creyeron en Él toda la autoridad que había recibido del Padre. Por tanto, debemos cumplir lo que el Señor nos pidió antes de irse al Cielo: «Id y haced discípulos de todas las naciones.»
«Como os habéis convertido en Mis discípulos, id y haced discípulos de todas las naciones. Como habéis recibido la salvación y estáis haciendo Mi obra al creer en Mí, ayudad a todas las naciones a recibir la remisión de los pecados y a proclamar el Evangelio.» El Señor nos dijo que salvásemos a las almas a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Del mismo modo en que el Señor salvó a los pecadores elimando todos sus pecados al venir al mundo, ser bautizado, y morir en la Cruz, los justos que han recibido la salvación deben ir a todas las naciones, predicar el Evangelio del bautismo y la sangre que Jesús cumplió, y ayudarles a recibir la salvación y ser discípulos del Señor. El Señor les dijo a los justos que bautizacen a los que aceptasen el Evangelio en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y que les enseñasen a mantener este Evangelio de Su bautismo y sangre.
¿Qué significa cuando el Señor dijo: «Enseñadles todas las cosas que os he ordenado»? Significa que debemos guiarles a creer en el Evangelio de Su bautismo y sangre, y entonces alimentarles para que se nieguen a sí mismos, sigan al Señor y proclamen el Evangelio. En resumen, el Señor nos dijo que salvásemos a la gente y que hiciésemos que vivan vidas de discípulos. Estas fueron las últimas palabras que el Señor les dio a todos los santos.
Por tanto, los justos deben guardar el Evangelio de Su bautismo y sangre. El antitipo de la salvación que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo cumplieron para salvar a los pecadores es el Evangelio del bautismo y la sangre de Jesús. Cuando predicamos este verdadero Evangelio, el Diablo nos ataca y causa conmoción porque tiene miedo. Pero si no predicamos el Evangelio del bautismo y le decimos a la gente que crea en Jesús, Satanás, el Diablo es feliz. ¿Por qué? Porque si lo predican y creen de esa manera, no podrán recibir la salvación e irán al infierno eterno con él. Esto se deberá a que pertenecen al mismo equipo que el Diablo.
Por tanto, los que no han recibido la remisión de los pecados caen en la decepción de Satanás y reciben las palabras de los siervos de Satanás cuando predican sin hablar del bautismo de Jesús. «Oh, sí, es verdad. Esto es lo que tenemos que creer. Yo también creo en Jesús de esa manera. Encantado de conocerte.» Sin embargo, si alguien dice: «Jesús cargó con todos tus pecados cuando fue bautizado en el río Jordán», la gente sale corriendo diciendo: «¿De qué habla? Nunca he oído hablar de eso antes. Me pregunto si será una herejía.»
¿Por qué la gente que dice creer en Jesús no conoce el hecho de que todos los pecados del mundo se pasaron a Jesús cuando fue bautizado? ¿Por qué rechazan esta verdad? Se niegan a creer en la Verdad aunque todas las palabras de la Biblia hablen de ella. Esto se debe a que la gente ha sido capturada y engañada por Satanás. Por tanto, los justos deben conocer el Evangelio de Su bautismo y sangre. Los justos no deben pervertir el Evangelio del agua y el Espíritu; deben guardarlo. Los justos que han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu tienen que hacer la tarea de los discípulos de Jesucristo para que muchas personas reciban la remisión de los pecados. Asimismo deben dar testimonio de este Evangelio de Su bautismo para que los demás puedan vivir como discípulos de Jesucristo. Muchos pecadores escucharán el Evangelio de Su bautismo y recibirán la salvación a través de los justos. Por tanto los justos deben guardar el Evangelio de Su bautismo.
En muchos casos, los predicadores del Evangelio suelen quitar el bautismo de Jesús del verdadero Evangelio y proclamar solo el Evangelio de la sangre porque tienen miedo a sufrir la persecución. También hay bastantes personas que conocen el Evangelio de Su bautismo pero no creen en él. No sufren la persecución porque no predican el Evangelio de Su bautismo, y viven en una atmósfera muy familiar con los pecadores de este mundo. Su intención es llevarse bien con el cristianismo general que ha caído en la herejía mundana, y cantan: «Estoy muy agradecido al Señor porque me envía vientos favorables de camino al Cielo. Amén ♪.»
Hermanos y hermanas, Jesús dijo que no vino al mundo para que viviésemos tranquilos como el mar en calma, sino que vino para causar revuelo. Dijo: «No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada» (Mateo 10, 34). Los que creen y los que no creen en este mundo están divididos y siempre hay guerra espiritual entre ellos. Mientras hacemos camino por el mar tempestoso, entramos en el Cielo. El mar en calma es el que lleva al infierno y el mar en tempestad es el que lleva al Cielo. A nuestros ojos es un mar en tempestad, pero para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu es un mar seguro porque el Señor viene con nosotros. Vivir sin fe en el Evangelio es como un barco dejado a la deriva en las olas. Es como una lancha motora sin motor parada en un lugar solitario sin salida.
Hermanos y hermanas, el Evangelio de la tierra que puede predicarse fácilmente sin persecución es el que atrapa a los pecadores y los arroja al infierno. Si predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, los pecadores lo odian. Pero los justos que irán al Cielo lo odian. Los justos que reciben la remisión de los pecados a través del agua y el Espíritu también reciben la persecución por Jesús, sufren por Él, reciben gloria gracias a Él y disfrutan de las bendiciones con gloria.
El Señor dijo: «Id y haced discípulos a todas las naciones.» Un discípulo es una persona que acepta todo lo que hace su maestro. Los discípulos de Jesús pueden cumplir el mandamiento de bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo al heredar el misterio de Jesucristo, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu. Como el antitipo de la salvación de los pecadores es el bautismo de Jesús (1 pedro 3, 21), como Él tomó todos los pecados en Su cuerpo, como la salvación por la Santa Trinidad se ha cumplido a través del Evangelio de Su bautismo y sangre, Jesús les está diciendo a Sus discípulos que hagan discípulos de todas las naciones y los bauticen. Hermanos y hermanas, ¿lo entienden? Como el Evangelio del bautismo es tan importante, Jesús les dijo a Sus discípulos que bautizasen a la gente.
Jesús les dijo a Sus discípulos que bautizasen a los que habían nacido de nuevo. Esto se debe a que Jesús salvó a los pecadores de todos sus pecados al tomarlos sobre Sí mismo en Su bautismo. Dios Padre hizo que Su Hijo naciese en el mundo concebido por el Espíritu Santo, y a través de Su sangre y bautismo, eliminó todos los pecados de los pecadores. Cuando Jesús fue bautizado en el río Jordán, tomó todos los pecados de los pecadores mediante el bautismo, es decir, mediante la imposición de manos. Por tanto, nuestro Señor nos dijo que bautizásemos a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo cuando hacemos discípulos. El pecador que acepta el bautismo de Jesús se convierte en una persona justa, en un discípulo de Jesús, y se convierte en un colaborador de los justos. Sin embargo, el pecador que no acepta Su bautismo no es justo o discípulo Suyo. El pecador que niega el bautismo de Jesús no puede convertirse en Su discípulo. Jesús tomó todos los pecados de los pecadores mediante Su bautismo.
Pero hay pecadores en este mundo que no conocen el bautismo de Jesús, quien ha salvado a los pecadores del pecado al ser bautizado, y ellos solo predican la sangre derramada en la Cruz. Este tipo de persona probablemente cree que su creencia en Jesús es correcta aunque solo crea en Su sangre, pero estas personas están equivocadas. Este tipo de pecador no es un discípulo de Jesús. Una persona que solo predica el Evangelio de la sangre derramada en la Cruz y lo hace sin enseñar el bautismo de Jesús, es un pecador. Si alguien escucha la Palabra todos los días de boca de estos ciegos espirituales, sigue siendo un pecador desde principio a fin. Si esta persona sigue siendo pecadora ya crea en Jesú o no, sería mejor para ella no creer en Él. Si una persona solo cree en la sangre derramada en la Cruz, es inevitable que acumule más pecados en su corazón y que se aflija más a medida que pasa el tiempo.
Jesús cumplió el Evangelio del agua y el Espíritu que no se pervierte para los justos. Jesús quiere que prediquemos este Evangelio del agua y el Espíritu que Él cumplió cuando vino al mundo. Nosotros proclamaremos el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor, que es el Maestro de todas las cosas, cumplió para que todos los pecadores puedan negar sus pensamientos y buscar al Señor. Jesucristo quiere que proclamemos el hecho de que Él se ha convertido en el Pastor de los justos a través del Evangelio del agua y la sangre, y que el Pastor siempre cuida de los justos.
Los justos obedecen las últimas palabras de Jesucristo cuando predican el Evangelio del bautismo y la sangre de Jesús
Las palabras de Jesús fueron grandes. Jesús nos dio estas palabras maravillosas a nosotros, los justos. El Señor expresó Sus últimas palabras y nos dijo que nunca no dejaría. El Señor dijo que estaría con nosotros hasta el fin del mundo. Por tanto, cuando los justos sufran persecución, la sufren con el Señor, y cuando reciben gloria, la reciben con el Señor.
Hermanos y hermanas, el Señor está con ustedes. El Señor les enseña a los pecadores el hecho de que estará con los justos hasta el fin del mundo. Aunque los justos son débiles e imperfectos, el Señor no los abandona. Por tanto, el Señor interviene en la obra que hacen y hace que vaya bien, mientras es´ta con los justos y predica el Evangelio con ellos. El Señor piensa con los justos, está siempre con ellos, y vive entre ellos como un amigo. El Señor les pidió a los justos que proclamasen el Evangelio que el Padre les ha confiado. Hasta que esta obra esté completada y hasta el fin del mundo, el Señor estará siempre con los justos. Por tanto, la salvación del agua y el Espíritu que han heredado los justos es buena.
Aunque entremo en la era de la tribulación, el Señor estará con los justos. Lo veremos con nuestros propios ojos y lo experimentaremos. Nosotros, los que hemos nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, estamos viendo y seguiremos viendo cómo el Señor se ha convertido en nuestro Pastor y cómo protege a Sus ovejas al tiempo en que obra con los justos. El Señor nos dio la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu y prometió que estaría con nosotros, los justos, cuando nos pidió que hiciésemos la obra del Evangelio. Hermanos y hermanas, ¿no es esto reconfortante?
Ustedes y yo estamos predicando el Evangelio a todo el mundo. El Señor nos abrió el camino para que pudiésemos predicar el Evangelio a través de libros o de Internet. Ahora estamos viendo que los que han recibido la remisión de sus pecados en cada país, nos mandan correos electrónicos que contienen sus testimonios de salvación y sus ministerios por el verdadero Evangelio. El Señor nos da el poder a través de la Iglesia de Dios, obra con nosotros, nos anima cuando no sabíamos que hacer, y abre el camino para predicar el Evangelio al mundo entero. Todas nuestras obras van bien porque el Señor está con nosotros. Podemos cumplir las obras de la justicia porque el Señor se complace con nosotros y porque está con nosotros. Proclamar el Evangelio nunca hubiera sido posible si el Señor no estuviese con nosotros.
El Señor les hizo una promesa a Sus discípulos, a los justos
El Señor les dio un mandamiento a Sus discípulos: «Id y haced discípulos a todas las naciones. Y haced exactamente lo que os he mandado. Enseñad a vuestros discípulos estas cosas. Yo estaré con vosotros siempre. Obrad por fe.» El Señor les da fuerzas a los justos cuando las cosas son difíciles para que no dejen de hacer la obra justa, y les regaña cuando están orgullosos, pero siempre está con ellos.
¿Creen en el Evangelio del agua y el Espíritu mediante el que Jesús eliminó todos los pecados del mundo? Si creen, esuchen la promesa del Dios ahora. Después de que Jesús salve a todos los pecadores que merezcan la salvación, acabará este mundo. Abrirá el Reino Milenario con los justos al renovar la tierra, acabar con esta tierra después de 1000 años y llevar a los justos a la nueva tierra y el nuevo cielo que es el Cielo eterno. El Señor dijo que no abandonaría a los justos hasta que les diese el Reino eterno: «Estoy con los justos. Cumpliré Mi voluntad estando con ellos.»
Jesús nos demuestra la prueba de que está con los justos hasta el fin del mundo. Así que el Señor obra con los justos. Aunque los nacidos de nuevo tenemos límites, seguimos proclamando el Evangelio sin cesar, y todo lo que podemos hacer en el futuro es porque el Señor guarda nuestros corazones y por eso podemos vivir por fe y recibir fuerzas de Él.
Con Su ayuda podemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final. Estamos tan cansados que si hacemos un poco más, sentiremos como si nuestras vidas se extinguieran. Pero el Señor guarda nuestra mecha de vida y la enciende. Incluso cuando duermo, el Señor no duerme, y aunque no trabaje, el Señor no descansa, sino que continúa trabajando. Parece que aunque hubiese trabajado solo, la mecha de la vida se habría extinguido. Tengo un mal carácter. Así que, si empezara algo y no lo terminara, abandonaría. Pero cuando veo cómo el Evangelio se está predicando por todo el mundo, no puedo negar que el Señor está obrando conmigo.
Los que no han nacido de nuevo crean gran conmoción cuando hablan en lenguas, pero en realidad no están hablando en lenguas. Solo aullan como perros. El que ustedes y yo no nos dejemos engañar por esas mentiras, no nos comprometamos con el mundo, guardemos el Evangelio del agua y el Espíritu, y lo podamos proclamar, se debe a que el Señor nunca nos abandona y siempre obra con nosotros. De la misma manera, el Señor nos enseña a los justos si va a estar con nosotros o no. «Veréis si estaré con los justos o no. Obro con los justos hasta el fin del mundo.»
Muchas veces los justos se desaniman
El Señor les hizo una promesa a Sus discípulos. «Os he dado Mi autoridad y trabajo para hacer. Lo haré con vosotros hasta el fin del mundo. Así veréis que lo hago con vosotros.» Esto es lo que prometió. Por tanto, los justos no tienen miedo. A veces nos desanimamos porque estamos atados a nuestras insuficiencias y debilidades de la carne, pero ponemos nuestros corazones en orden por fe, levantamos nuestros ojos y vemos que el Señor obra con los justos. Si quisiera trabajar para mí mismo, tendría miedo. Aunque trabajemos solos como ministerio, tenemos miedo. Pero como creemos que el Señor está con nosotros, podemos hacer Su obra con fuerzas. La persona que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu cree en el Señor.
No intervengo en la parte del trabajo de las que se ocupan nuestros trabajadores. Solo les digo: «Hacedlo vosotros y hacedlo bien. Lo estáis haciendo por Dios. ¿Lo estáis haciendo para que os vean los demás? ¿Hacéis mi obra? Estáis haciendo la obra de Dios.» Eso es lo que digo. Como estamos haciendo la obra de Dios, somos fieles en la obra que Dios nos ha encargado, diga lo que diga la gente. Como creo en el Señor, creo que el Señor nos guarda y nos utiliza, y que recibe gloria a través de nosotros cuando cumplimos la obra de proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu en la tierra. Como creemos en el Señor, creo que los siervos de Dios que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu confiamos en los santos laicos. Aunque los hermanos y hermanas se comporten como niños mimados y tengan fallos espirituales, creo que ellos también serán gente de fe.
Hermanos y hermanas, esto se debe a que no lo podemos hacer solos, sino que el Señor interviene en nuestra obra. Como el Señor trabaja conmigo y con los otros santos, creo que mientras que no cambien de opinión, Dios pone Su mano sobre ellos y los guía por el buen camino. Así que, como creo en lo que Él hará, a veces me siento muy confiado, como si no tuviese preocupaciones. Creo que, como trabajamos en la obra del Señor, los que vivan según Su voluntad recibirán bendiciones, pero Él se llevará las bendiciones que les dio si se oponen a la voluntad de Dios y se comportan como niños en contra de Su voluntad.
Nuestro Señor tiene toda potestad en el cielo y en la tierra, y les dio esa potestad a los discípulos que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu. Por tanto, debemos vivir siguiendo la voluntad del Señor. Estamos predicando este Evangelio a los pecadores. Si ellos también quieren recibir bendiciones, deben reconocer a los discípulos de Jesús y escuchar sus palabras atentamente. Si no escuchan las palabras de Sus discípulos, esas bendiciones se les escaparán.
Hermanos y hermanas, si hay alguien demasiado débil, le visito y le animo con buenas palabras. Pero si la verdad es que no es débil sino que su corazón es demasiado terco y orgulloso, le dejo en paz. Sin embargo, deben saber que a veces nuestras debilidades se convierten en grandes males a los ojos de Dios. Es malvado caer totalmente en sus debilidades y no poder librarse de ellas. El Señor nos salvó a los que éramos débiles a través del Evangelio del agua y el Espíritu y nos permitió tener una fe fuerte. Como el Señor nos dio fe para poder hablar con confianza con cualquier persona que conozcamos, no podemos olvidarnos de que estamos predicando este Evangelio tan poderoso a los pecadores. Lo correcto es que los justos vivan con el Señor mientras alaban la obra que Jesús hizo, que estén agradecidos por ella, y le busquen a Él para cubrir sus necesidades. El Señor está con todos los justos y los nacidos de nuevo, sin excluir a nadie, hasta el fin del mundo.
El Señor dijo: «Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» Dijo que nos demostraría si está con nosotros o no. ¿Ha estado con nosotros el Señor hasta ahora? Sí. Ustedes experimentan cada día que el Señor ha estado con ustedes desde que recibieron la salvación, ¿no es así? Yo también lo he experimentado. Lo he experimentado multitud de veces. En el futuro también lo experimentaré muchas veces. Por tanto, es suficiente con que neguemos nuestros egos insuficientes y sigamos al Señor. Si queremos conseguir nuestros propios deseos arrastrando al Señor, desde ese momento sufriremos todo tipo de problemas hasta la muerte, pero si entregamos nuestras vidas al Señor y buscamos Su voluntad, desde entonces, Él se encargará de todo. Él lo hace lo mejor posible.
La obra que los justos tendrán que hacer en los últimos días es hacer discípulos en todas las naciones al predicar la Palabra del Señor. La obra de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a todo el que quede. Por tanto, estamos predicando el Evangelio en Yanbian (China), lo predicamos a todo el que está a nuestro alrededor y vamos allí donde podemos para dar testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo.
El Señor abrió el camino, conocido como Internet, para que pudiésemos predicar el Evangelio en aquellos lugares a los que no podemos ir en persona. No nos da trabajo y luego nos hace olvidarlo, sino que siempre vive en nosotros y siempre obra en nosotros. No estamos predicando el Evangelio para hacer que nuestra denominación crezca. Estamos obedeciendo el mandamiento del Señor de hacer discípulos a todas las naciones. El Señor nos demuestra que está con nosotros hasta el fin de los tiempos y que nos ayuda.
Probablemente ya se hayan dado cuenta de lo que tenemos que hacer es estos últimos días. Sí. Tenemos que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Debemos enseñar a la gente lo que el Señor nos ha ordenado, tener fe en nuestros corazones, y guardar la Palabra del Señor hasta el fin. Predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo es lo mismo que guardar la fe. El Señor obra en los que guardamos Su Palabra, nos protege, nos ayuda y nos levanta. Esto es lo que nuestro Señor hace. Nos basta con hacer dos cosas bien: guardar y predicar el Evangelio de Su bautismo, y seguir individualmente la Palabra del Señor. ¿Lo entienden?
Su Palabra nos ha salvado. El Señor nos ha dado la Palabra de justicia. La Biblia dice: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119, 105). Basta con que obedezcamos la Palabra del Señor. Creo que una vida de fe es muy fácil de vivir. Esto se debe a que basta con vivir una vida de fe según lo que el Señor dijo y según lo que nos ordenó. ¿Hay algo para lo que debamos hacer planes? No. Nos basta con cumplir los planes que Él estableció. No hay nada que debamos planear. Basta con que hagamos discípulos, empezando por la gente de nuestro alrededor, cuando el Señor dice: «Id y haced discípulos a todas las naciones.»
Haced discípulos de Jesucristo por todas partes
Prediquen el Evangelio de Su bautismo y Su sangre a todo el mundo, y ayúdenles a creer en él y a seguir al Señor. Los que tengan piernas fuertes, que vayan a lugares lejanos y den testimonio del Evangelio a todos los pecadores. Asimismo deben enseñar a la gente que escuche el Evangelio a proclamar este Evangelio de Su bautismo claramente cuando lo prediquen a otros pecadores. Enseñen a la gente claramente para que cuando reciba la salvación y predique el Evangelio a otras personas, no omita el bautismo de Jesús.
Vivan mientras experimentan o no si el Señor está con ustedes hasta el fin del mundo. Dios está con nosotros. Basta con cumplir lo que el Señor nos ha mandado en silencio mientras experimentamos y vemos con nuestros propios ojos que Él está con nosotros. Si queremos seguir la Palabra del Señor, basta con ir a Él frecuentemente. Es muy fácil seguir Sus mandamientos. ¿Es fácil o difícil? Es fácil. Pensamos que predicar es difícil, pero es muy fácil realmente. Basta con predicar lo que el Señor ha hecho por nosotros.
Lo digo una vez más. No podemos decirle al Señor que nos siga. Una vida de fe confía en Él. Dios nos está contento si vivimos una vida que esté en contra de la voluntad de Dios. Debemos vivir poniendo primero al Señor, que es nuestro Comandante. Si el Señor va deprisa, nosotros vamos deprisa; si se echa una siesta, nosotros nos echamos la siesta con Él; aunque se levante y vaya despacio, a 50 metros por hora mientras mira a una montaña lejana, nosotros no debemos decir: «Vaya, no vas a llegar, tienes que ir más deprisa.» Debemos ir a Su paso, a 50 metros por hora. En este caso, si decimos: «Señor, ¿es difícil para Ti? Por favor, sal de mi camino. Yo iré primero», Él no está contento. ¿Saben lo que el Señor diría? Diría: «Ya veo que no conoces tus límites.»
Hermanos y hermanas, basta con que sirvamos al Señor y vayamos donde Él nos lleve. Esto es lo único que nos pide. Nos pide que concentremos nuestros esfuerzos en predicar el Evangelio. No hay nada más que hacer a parte de hacer esto bien. Él no dice en ninguna parte que seremos ricos, ni que viviremos felices. Él dice: «Yo me ocuparé de todo lo que necesitéis. Vosotros concentraos en proclamar el Evangelio. Si lo hacéis, os ayudaré. Yo os guiaré. Pero si no proclamáis el Evangelio, no podré estar con vosotros porque Dios Padre no está contento.» Una vida de fe es muy simple.
Hermanos y hermanas, no piensen que una vida de fe es difícil de vivir. No piensen que seguir al Señor es difícil. Cuando someten sus corazones, deben someterlos al Evangelio, y si quieren afirmar algo, deben dejar su propia afirmación y hacerla por el Evangelio. Hermanos y hermanas, ¿lo entienden? No finjan ser mejor que otras personas en la Iglesia. Basta con que sigan al Señor paso a paso.
Todas las palabras que el Señor dijo son promesas que nos hizo. Primero dijo: «Os doy Mi autoridad.» En segundo lugar dijo: «Id y haced discípulos a todas las naciones y predicadles el Evangelio. Haced que todas las naciones Me sigan y crean en Mí.» En tercer lugar dijo: «No pervirtáis el Evangelio.» En cuarto lugar dijo: «Estaré con vosotros. No os preocupéis. Haced lo que os he dicho por fe en silencio.» Estas fueron Sus últimas palabras. Lo que debemos recordar es que debemos caminar con Dios.
Sean leales en las circunstancias que se les han dado, y vivan por el Evangelio. No hay otro objetivo para un hijo de Dios nacido de nuevo a parte de vivir para proclamar el Evangelio. No piensen en nada más. El Señor de los justos estará con Sus discípulos hasta el fin de los tiempos.
Le doy gracias a nuestro Señor.