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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 16-1] Nuestra esperanza está en el Reino Eterno (Lucas 16, 1-13)

Nuestra esperanza está en el Reino Eterno(Lucas 16, 1-13)
«Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? El dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas».
 
 

¿Qué tipo de Reino quiso darnos Dios?

 
El Evangelio de Mateo 6, 33 dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Nuestra vida espiritual está buscando la autoridad y la justicia del Reino de Dios. EL Señor nos dijo que buscásemos primero el Reino de Dios. ¿Dónde está el Reino de Dios? El Reino de Dios está donde está la gente que ha recibido la remisión de los pecados. El Reino de Dios es el lugar donde los justos se reúnen para adorar ante la presencia de Dios.
Debemos expander el Reino de Dios a través de la Iglesia de Dios y vivir buscando Su justicia. ¿Cuál es la justicia de Dios? Es la bondad de Dios. Es el amor de Dios que nos ha salvado a través de la remisión de los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios nos dice que estemos orgullosos y busquemos la salvación de los pecados del mundo.
Vivimos nuestra fe en la justicia de Dios para practicar dos tipos de justicia. Una de ellas busca expandir el Reino de Dios y la otra es la justicia de Dios. Nuestra justicia debe estar orgullosa de la justicia de Dios, de la bondad de Dios y de la Verdad de Dios en vez de nuestra propia justicia. Podemos vivir por fe gracias a la justicia de Dios.
Nosotros debemos creer en Dios sabiendo cuál es el objetivo de la vida de fe. Debemos vivir para construir el Reino de Dios y estar orgullosos de Su justicia. Por tanto, de alguna manera, los que creemos en la justicia de Dios vivimos una vida diferente comparada con la vida de la gente del mundo. Debemos unir nuestros esfuerzos para expandir el Reino de Dios en vez de vivir por el mundo. Los justos intentamos construir el Reino de Dios en vez del reino de este mundo. Hay muchas naciones en este mundo, por tanto, a veces entramos en un estado de confusión mientras estamos en este mundo. Entre tanta confusión, a veces contemplamos por qué debemos vivir, por qué debemos hacer la obra espiritual en el futuro. Pensamos que la manera en la que vivimos en este mundo no es natural y es extraña.
La Palabra del Evangelio de Lucas que hemos leído hoy es igual. La Palabra habla de un siervo. El siervo pensó lo que podría pasar si el maestro volviese y le dijese que quería ver la cuenta de este siervo y encontrase fraude. Le despediría. Por tanto, el siervo cobró las deudas de muchas personas endeudadas con su maestro para prepararse un lugar donde ir cuando el maestro le despidiese.
Sin embargo, ¿qué piensa el Señor de este siervo? Nuestro Señor dijo: «Pueden pensar que los que viven en este mundo como este siervo son más sabios que los hijos de la luz». El Señor dijo a los hijos de la luz: «Es bueno que sean fieles al Reino de Dios donde vivirán en el futuro, en vez de ser fieles a este mundo».
 
 

El Señor nos dijo que apoyásemos la construcción de Su Reino con el injusto Mamón

 
Nuestro Señor dijo: «¿Cómo puedo confiar una obra tan importante a una persona que no es justa con las cosas materiales». Esta diciendo que Dios no da cosas materiales a una persona que no es fiel al Reino de Dios en el que entrará y vivirá eternamente en el fututo. Por tanto, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivimos una nueva vida de justicia diferente a la gente de este mundo. Vivimos por fe en la justicia de Dios. La gente de este mundo vive según los principios de la naturaleza, pero nosotros vivimos para construir el Reino de Dios. Por tanto, vivimos como obreros de la justicia del Reino de Dios. Mientras vivimos en este mundo tenemos que saber cómo vivir correctamente. Podemos entender esto correctamente si nos preguntamos para qué vivir cuando vivimos por fe. Sin embargo, debemos tener en cuenta de que a veces nuestra vida es insuficiente si no pensamos en la fe correcta.
Por tanto, vivir en este mundo sería una tarea muy difícil si no supiésemos que somos los obreros del Reino de Dios. Dios nos ha salvado de los pecados del mundo con el Evangelio del agua y el Espíritu. Alabamos sin cesar la justicia de Dios que nos ha salvado de los pecados del mundo al creer en la justicia de Dios, que Dios ha borrado nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, nos ha salvado del juicio de los pecados y está sentado a la derecha del Padre y todavía nos ayuda. Dios nos amó mucho. Ahora debemos estar agradecidos una y otra vez porque nos hemos convertido en obreros que construyen el Reino de Dios.
Somos los obreros que trabajan por el Reino de Dios. Hemos sido reclutados para construir el Reino de Dios y vivimos nuestras vidas por la justicia de Dios porque somos obreros del Reino de Dios. Las amas de casa lavan la ropa, los platos, hacen la comida, mientras que los maridos trabajan en empresas, ganan dinero, oran y viven vidas espirituales. Todas estas cosas se hacen para construir el Reino de Dios. Estamos viviendo como obreros del Reino de Dios.
El Señor dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Esta Palabra nos está diciendo que debemos construir la Iglesia de Dios, como sabemos bien. Construimos la Iglesia de Dios, traemos almas a ella y predicamos el Evangelio para que reciban la remisión de los pecados. Hacemos que se queden la Iglesia y se rindan ante Jesucristo, nuestro Dios, y que alaben, aplaudan y sirvan a Jesucristo. Construimos el Reino de Dios para hacer estas obras. Esta es nuestra meta.
El Evangelio de Lucas 15 nos habla acerca de la obra de encontrar a las almas perdidas con tres parábolas. La primera parábola es la de las ovejas: «Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso». La segunda parábola es la de la moneda perdida: «¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido». Y la tercera parábola es la del hijo perdido: «Un hijo menor salió al mundo después de haber recibido la herencia de su padre, y después de malgastársela toda volvía a casa. Así que su padre se regocijó y celebró que su hijo, que estaba muerto, había vuelvo».
Estas tres parábolas hablan de salvar a las almas perdidas al predicar el Evangelio. Estas parábolas nos piden que demos testimonio del Evangelio a los perdidos, los traigamos a la Iglesia de Dios y hagamos que reciban la remisión de los pecados, y prediquen a Jesucristo, el Rey que nos ha salvado en la Iglesia. La parábola del segundo hijo que vuelve a casa después de malgastar toda su riqueza ilustra que buscó la justicia de Dios en la Iglesia. El segundo hijo implica a un obrero de Dios que no tiene justicia propia y no tiene nada bueno, y que ha sido humillado y está demasiado avergonzado para volver al Padre como un hijo. Por tanto, pide que le haga obrero. Como obrero cuya justicia se ha derrumbado completamente, solo puede estar orgulloso de la justicia de Dios.
 
 

Somos los obreros del Reino de Dios

 
Estamos construyendo el Reino de Dios y no debemos alardear de nuestra justicia carnal después de entrar en Su Iglesia. Sabiendo que Dios nos ha hecho obreros de Su reino cuando nuestra justicia ha sido derrumbada, debemos ser personas que están agradecidas por ser obreros de Dios y trabajar todas nuestras vidas construyendo el Reino de Dios. Por eso debemos ser justos construyendo el Reino de Dios y llenar este mundo con la vida que exalta la justicia de Dios.
Entonces, ¿cuál es la bendición que Dios le da a una persona que busca Su Reino y Su justicia? El Reino Milenario, que es el Reino de Dios que será establecido en este mundo. Toda nuestra devoción a Su Reino será recompensada físicamente al final. Este es el Reino Milenario. Dios establecerá Su Reino que durará mil años en este mundo. Dios establece Su Reino en este mundo y recompensa a Sus obreros por haber trabajado duro por el Reino de Dios y les hace disfrutar de Su gloria espléndida. Debemos practicar esta gloria en este mundo para no morir de un ataque por la repentina dosis de emoción cuando vayamos al Cielo. Dios nos da tiempo para que nos ajustemos a los nuevos cielos y la nueva tierra.
El Reino Milenario es el don que Dios nos da a Sus obreros por haber trabajado duro para construir Su Reino. Estos son los nuevos cielos y la nueva tierra. Los que hemos nacido de nuevo no vivimos para construir un reino de este mundo. La gente que ha recibido la salvación hace la obra de construir el Reino de Dios mientras cumple las leyes de la sociedad de este mundo. Por eso, los que hemos recibido la salvación entramos en la Iglesia y ahora vivimos por gracia.
Dios dijo: «Un siervo injusto del mundo ha vivido una vida más sabia que la de un Hijo de Dios. Si no fueron justos en las cosas materiales, ¿cómo voy a confiarles las verdaderas riquezas?». Dios está diciendo: «¿Cómo puedo Dios, que es el maestro original de todas las cosas materiales, confiarle cosas materiales a una persona si no las utiliza para hacer la obra de construir el Reino de Dios?». Refiriéndose al ejemplo del siervo injusto, el Señor dijo que todas las cosas materiales son Suyas, que nos ha dado cosas materiales a los justos, y que los justos deben administrarlas como siervos fieles y buenos. ¿Cómo puede Dios confiarnos cosas materiales que al final perecen si los justos que han recibido la salvación no las utilizan para construir el Reino de Dios? Dios está diciendo que no nos dará los recursos si no los utilizamos para construir Su Reino.
Por tanto, Dios está diciendo a los justos que deben vivir para construir el Reino de Dios y que deben alardear de Su justicia. Ahora, después de recibir la remisión de los pecados y entrar en la Iglesia de Dios, todas nuestras vidas deben dedicarse a construir el Reino de Dios. Por tanto, debemos vivir para construir el Reino de Dios y levantar la justicia de Dios ahora. Vivimos por esto.
¿Tienen algo de lo que estar orgullosos? Reconocerán que no tienen nada de lo que estar orgullosos en la carne después de haber recibido la remisión de los pecados. Probablemente piensen que antes eran muy listos. Pero si aprenden más y van más allá de su justicia, no tendrán nada de lo que estar orgullosos.
Hemos recibido la remisión de los pecados y vivimos por la justicia de Dios. Deberíamos tener algo de lo que alardear después de recibir la salvación y la remisión de los pecados, y convertirnos en justos al creer en el bautismo y la sangre de Jesús. Sin embargo, Dios nos sigue en todo momento, destruye las cosas de las que alardeamos y las rompe para que no tengamos nada de lo que estar orgullosos. Si esto no es suficiente, Dios lo machaca todo y lo convierte en polvo para que el viento se lo lleve. Por supuesto, duele cada vez que pierden algo de lo que están orgullosos. Pero, como el segundo hijo que volvió al padre, solo los que no tienen justicia propia pueden servir al Señor y a Su Evangelio con acción de gracias desde lo más profundo de sus corazones.
Si hay algo de lo que estar orgulloso después de haber entrado en la Iglesia de Dios, son las obras que hemos hecho por el Evangelio. Esto es poner los ladrillos del Reino de Dios. Dar cosas materiales por el Evangelio es un orgullo. Podemos alardear de estas cosas porque esto eleva la justicia de Dios y no nos hace débiles. No hay nada de lo que alardear a parte de esto.
En la cuestión de construir el Reino de Dios en Su Iglesia, el criterio de belleza está en si una persona está sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu. Esto significa que una persona que trabaja duro por el Reino de Dios tiene belleza. Este es el criterio del Reino de Dios. Esta es la obra de construir el Reino de Dios que es lo único que merece alabanza y orgullo.
Somos personas que han sido llamadas y escogidas para construir el Reino de Dios. Este es el llamado de Dios. Vivimos en este mundo para construir el Reino de Dios. No vivimos por nada más, debemos entender esto claramente. Debemos creer en esto. Debemos ir hacia la meta que Dios nos ha puesto. Nuestros hermanos y hermanas adultos, los miembros de nuestras reuniones de jóvenes, de los adolescentes, los estudiantes de la escuela dominical y los siervos de Dios han sido llamados para construir el Reino de Dios.
Este es el objetivo de nuestras vidas. Por eso damos cosas materiales para este ministerio. Esta es la razón por la que oramos. Esta es la razón por la que predicamos el Evangelio. Esta es la razón por la que nos reunimos. ¿Para qué vivimos? Para construir el Reino de Dios. Si alguien nos pregunta para qué vivimos, debemos decir: «Soy un obrero escogido para construir el Reino de Dios. Por tanto, soy un obrero que vive para el Reino de Dios» y debemos creer y vivir por esto.
 
 

Además esta es la era de la confusión de los valores

 
Cierto economista dijo que estamos en la era de la incertidumbre. Las relaciones internacionales y la política están en una situación muy inestable. No solo la gente del mundo, sino además los que han nacido de nuevo suelen ahogarse en el caos. Estamos en un período de tiempo en el que la gente no sabe por lo que vive y no sigue la Palabra de Dios.
Aunque la gente tenga pecados, intentan esconderlos en este mundo. Cierta hermana testificó que se había tomado un descanso de su vida espiritual porque estaba defraudada con su vida de fe y había puesto sus pecados en un cajón porque no quería tener nada que ver con ellos. Entonces dijo que su cara empezó a temblar de su enojo cuando una persona que había recibido la remisión de los pecados fue a ella un día y reveló todos los pecados que había escondido. Además dijo que había admitido que tenía pecados y había recibido el Evangelio del agua y el Espíritu y la remisión de los pecados. Así, quien quiera ser salvado debe admitir sus pecados ante la Palabra de Dios, pero la gente de esta era no quiere que sus pecados sean revelados, ni siquiera ante Dios.
Somos personas que han sido llamadas como obreras de Dios para construir el Reino de Dios en esta era. Tenemos el deber de encontrar a las ovejas perdidas de Dios, hacer que reciban la salvación al predicarles el Evangelio, construir el Reino de Dios y reunir a la gente del Reino de Dios. En otras palabras, la obra que debemos hacer en el final de los tiempos es buscar a otras personas, darles testimonio del Evangelio y traerlas a Dios. Este pasaje dice que de cien ovejas, una se perdió. Hay muchas personas en este mundo, y entre ellas hay una persona como la oveja perdida. Debemos buscar a esa oveja perdida por todas partes. Debemos buscar debajo de la alfombra, dentro de la basura, en los armarios, en los cacharros de cocina o dentro de un cajón. Debemos hacer la obra de encontrar a esa alma perdida porque somos obreros de Dios. Vivimos por esta obra.
Es muy difícil encontrar a las ovejas perdidas porque hay pocas aunque haya tantas personas en el mundo. Debemos dejar a las noventa y nueve ovejas e ir a buscar a la que está perdida. Debemos buscar el dracma por toda la casa. Debemos ir a este país y al otro con nuestro ministerio literario. Esta es la vida que deben vivir los obreros que están construyendo el Reino de Dios. Debemos buscar a esa persona perdida. Debemos hacer esa obra.
Nuestra vida ya ha sido decidida. Su vida y mi vida han sido decididas. Haga lo que haga, lo hago con pasión. Escribiré muchos libros. Quiero tener pasión por la obra de salvar a las almas perdidas. Escogeré títulos para mis libros detenidamente y arte para la cubierta que sea llamativo, y los distribuiré para dar testimonio del Evangelio.
No quiero hacer esto solo. Debemos hacer esta obra juntos. Estoy diciendo que debemos buscar a las ovejas perdidas juntos. Hagamos esto en este rincón y el otro. Aunque simplemente estemos de paso, nuestros corazones se llenan de pasión por la salvación de los vecindarios a los que vamos. Entonces Dios salvará a las almas de esas regiones. Aunque no sea la manera correcta, algún día recibirán la remisión de los pecados. Debemos salir a buscar a las almas perdidas. Debemos ir a buscarlas aunque estas almas no vuelvan a Dios. Debemos hacer esta obra. Las ovejas carnales no querrán volver si el campo es grande y el pasto es verde. Sin embargo, habrá una oveja perdida entre ellas que estará pasando dificultades. Debemos buscar a estas almas. Nos hemos convertido en los obreros de Dios que deben hacer esta obra.
Debemos construir el Reino de Dios juntos. Debemos vivir buscando la justicia de Dios. Vivimos solo por esta obra porque hemos sido llamados para hacer la obra de Dios. Nada puede satisfacernos. No habrá satisfacción aunque publiquemos diez mil libros. Estábamos muy felices cuando publicamos nuestro primer libro, pero ahora no estamos satisfechos por muchos libros que publiquemos.
¿Hay verdadera satisfacción? No hay satisfacción en la obra de este mundo. Hay personas que viven para disfrutar del dinero, pero por mucho dinero que ganen no están satisfechas. Hay personas que viven para estudiar. Pero por mucho que estudien no están satisfechas. Lo único que puede darnos satisfacción es traer a las almas perdidas a la Iglesia. Esta es la única obra que debemos hacer los obreros de Dios y es la única obra que nos da satisfacción.
Creo que debemos buscar a las almas perdidas hasta que llegue el Reino Milenario al final del mundo, hasta que el Señor vuelva y hasta que vayamos al Señor. Esta es la obra que debe hacer la Iglesia de Dios, la obra que debemos hacer los que hemos recibido la salvación, los que nos hemos convertido en obreros del Reino de Dios. Debemos vivir solo por esto.
Tengo el deseo de no hacer nada absurdo. No quiero que los santos vivan por otra cosa. Creo que Dios nos confiará más riqueza material y bendiciones mientras vivamos en este mundo si vivimos la vida de un obrero por el Reino de Dios y por salvar a las almas perdidas.
Mientras leo esta Palabra, creo que hacerse rico es simple. No nos hacemos ricos al trabajar duro. Dios nos confía más a los que trabajamos más por Dios. Lo que debemos hacer los que hemos recibido la salvación es trabajar duro para construir el Reino de Dios. Debemos vivir para construir el Reino de Dios y estar orgullosos de la justicia de Dios. Sé que ustedes harán esto. Son insuficientes, pero la providencia de Dios es hacer que busquen la justicia de Dios. Dios nos ha hecho recibir la salvación y vivir en esta Iglesia para hacernos obreros que construyen el Reino de Dios. Muchas personas no vienen a la Iglesia después de ser salvados. Estas personas nunca serán ricas. Acabarán destruidas. Lo sé aunque no lo pueda ver. El fin de los que buscan el camino del mal es obvio. La obra que debemos hacer los que hemos recibido la remisión de los pecados es la obra de construir el Reino de Dios y buscar la justicia de Dios. Esta es la meta de nuestras vidas. No hay nada más.
A menudo predico sermones con dos intenciones. El sermón de hoy es uno de ellos. El primer punto del sermón es el siguiente: el secreto de hacerse rico es unir el corazón con la Iglesia y construir el Reino de Dios. Entonces se harán ricos aunque no quieran. Esto no sigue la lógica del mundo, pero es el principio de Dios. La lógica de este mundo dice que cuanto más servimos, más pobres somos, pero el principio de Dios es que nos hacemos ricos cuanto más servimos. Entendí esto después de encontrar y servir al Señor. Dios me ha hecho predicar el Evangelio en vez de hacerme ganar dinero, y por eso me ha resultado mejor escoger la obra de Dios. El amor es servir. Es dar. Nos hacemos ricos cuando compartimos y pobres cuando nos lo quedamos; este es el principio de Dios. Es muy extraño. Perdemos cuando no invertimos en la obra de Dios y ganamos mucho cuando invertimos en ella. Este es el principio del Reino de Dios.
No quiero explotar sus riquezas materiales, sino que quiero vivir bien con ustedes mientras construimos el Reino de Dios en este mundo. Dios nos ha llamado para ser obreros que construyen el Reino de Dios. El Señor dijo: «Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia». Dios nos ha hecho vivir por estas dos cosas. Nos ha prometido que estaremos bien si vivimos por esta meta. Creo en esta Palabra.
Le doy gracias sinceramente a Dios por hacernos vivir por el Reino de Dios aunque no tengamos nada de lo que estar orgullosos, y hacermos seguir la justicia de Dios. No tenemos nada de lo que alardear en la carne. Sin embargo, tenemos testimonio en nuestras vidas y tenemos algo de lo que estar orgullosos si buscamos la justicia por el Reino de Dios. Por tanto, debemos vivir la vida que construye el Reino de Dios y sigue la justicia de Dios.