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Tema 6: Herejía

[6-8] Deben creer que Juan el Bautista es el representante de toda la humanidad (Mateo 11, 1-19)

Deben creer que Juan el Bautista es el representante de toda la humanidad(Mateo 11, 1-19)
«Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos».
 

Juan el Bautista era un siervo de Dios, que vivió sólo en el desierto y que se alimentaba de miel y de langosta. Llevaba vestimentas hechas de piel de camello, y dormía y se alimentaba en el desierto. Por eso Jesús dijo lo siguiente de Juan el Bautista: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras moran en casas de reyes. ¿Acaso no fuisteis a ver a Juan el Bautista? Sí. Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer. Es el mayor de los profetas del Antiguo Testamento».
Jesús dijo esto porque Juan el Bautista era el mayor hombre nacido de mujer. Dios lo escogió para ser el representante de la humanidad. A los ojos de Dios, Juan el Bautista era más grande que todos los jueces y profetas del Antiguo Testamento, desde Moisés hasta Josué, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Obadías, Hageo y el resto.
¿Cómo llamó Jesús a Juan el Bautista? Lo llamó mensajero de Dios. El Señor citó un pasaje del Antiguo Testamento para describir a Juan el Bautista: «He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí» (Malaquías 3, 1). «Mi mensajero» se refiere a Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. Dios Padre le envió seis meses antes del nacimiento de Jesucristo. Así que como la persona que tenía que preparar el camino para Jesucristo, Juan el Bautista bautizo a la gente. Cuando bautizaba a la gente en el río Jordán, les pedía que se arrepintiesen. Y gritaba: «¡Arrepentíos, obradores de iniquidad!». Juan el Bautista les pidió que se arrepintiesen de su idolatría y volviesen a Dios.
 


Debemos darnos cuenta de que Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer, es decir, el representante de la humanidad 


Como Jesús dio testimonio, Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer. Aunque no es el mayor en el Reino de los Cielos, en este mundo, fue escogido como el mayor hombre nacido de mujer, y Dios le utilizó como instrumento Suyo. ¿Por qué? Porque Juan el Bautista bautizó a Jesucristo, que es Dios. Dios escogió a Juan el Bautista como representante de la humanidad y a través de él aceptó todos los pecados del mundo en Su propio cuerpo para siempre. Como Juan el Bautista fue escogido representante de la humanidad, pudo pasar los pecados del mundo a Jesús al bautizarle. Juan el Bautista era el único hombre en este mundo que podía pasar los pecados del mundo a Jesús para siempre mediante el bautismo.
Sin embargo, algunas personas dudan y se preguntan: «¿Dónde está escrito en la Biblia que Juan el Bautista sea el representante de la humanidad?». Yo puedo contestar lo siguiente: Juan el Bautista es el representante de la humanidad porque Jesús dijo que era el mayor hombre nacido de mujer. En otras palabras, puedo decir que Juan el Bautista es el representante de la humanidad precisamente porque Jesús testificó que él era el mayor hombre nacido de mujer. Así que Juan el Bautista es el representante de la humanidad, y como tal pasó los pecados de la humanidad al bautizar a Jesús. Puede que se pregunten acerca de esto, pero ¿acaso no pueden encontrar la respuesta en Mateo 11, 11? ¿Acaso Jesús no dijo aquí: «Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista»? Este pasaje es la prueba de que Juan el Bautista es el representante de la humanidad. Jesús dio testimonio personalmente a todos nosotros de que Juan el Bautista es el representante de la humanidad. 
Si aplicamos este pasaje al Antiguo Testamento, vemos que Juan el Bautista era el mayor profeta, incluso mayor que Moisés, quien fue el mayor profeta en el Antiguo Testamento. Él se encontró con Dios cara a cara. Ningún otro profeta del Antiguo Testamento puede compararse con Moisés; aunque Isaías, Oseas, Jeremías y Daniel fueron profetas excelentes, no tienen comparación con Moisés. Así que estaba en una categoría diferente porque era mayor que todos los demás profetas. Juan el Bautista es el representante de la humanidad que Dios escogió y que bautizó a Jesús como Sumo Sacerdote en este mundo. 
 


Estoy convencido de que Juan es el Sumo Sacerdote del mundo que pasó los pecados del mundo a Jesús 


Puedo decir esto con toda confianza por lo que Jesús dijo en Mateo 11, 13: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan». Juan el Bautista fue la persona que hizo que la Ley y las profecías del Antiguo Testamento se completaran en Jesucristo. En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote pasaba los pecados del pueblo de Israel a un animal en el Día de la Expiación al imponer las manos sobre el sacrificio. Del mismo modo, Juan el Bautista, que vino a cumplir el ministerio espiritual de Elías, pasó los pecados del mundo a Jesús de una vez por todas al bautizarle. En otras palabras, Jesús está diciendo que nos ha salvado de los pecados del mundo al cargar con ellos (Mateo 3, 15). La Biblia dice: «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel que traducido es: Dios con nosotros» (Mateo 1, 23; Isaías 7, 14). Para borrar nuestros pecados, Dios vino al mundo a través del cuerpo de la Virgen María, encarnado en un hombre. Dios nos había prometido multitud de veces en el Antiguo Testamento que Jesucristo vendría al mundo y se llevaría nuestros pecados. Esta Verdad, que dice que Jesús cargaría con los pecados del mundo de una vez por todas a través del bautismo de Juan el Bautista, fue completada por Dios de acuerdo con Su promesa revelada en el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. Este es el mensaje del pasaje que dice: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan».
Lo que deben entender es que Juan el Bautista es el representante de la humanidad. Para cumplir toda la Palabra de profecía en el Antiguo Testamento, Juan el Bautista bautizó a Jesucristo en el río Jordán, y al hacerlo, se sometió a la voluntad de Dios, para que Jesús pudiese cumplir toda la justicia de Dios. Juan el Bautista es el hombre que pasó los pecados del mundo a Jesucristo mediante el bautismo. Él es el siervo de Dios que cumplió su ministerio en obediencia, para que Jesucristo tomara los pecados del mundo de una vez por todas. Trabajó para cumplir el ministerio de salvación de Jesús y para librar a la humanidad del pecado. En otras palabras, Juan el Bautista es un mensajero de Dios, y también es el siervo de Dios que cumplió la Palabra del Antiguo Testamento en Jesucristo. Deben creer que Juan el Bautista, como último profeta del Antiguo Testamento, predicó la voluntad de Dios de salvar a la humanidad de los pecados del mundo y que a través de este bautismo, pasó los pecados de toda la humanidad a Jesucristo para siempre.
 

Sin embargo, mucha gente todavía no cree en esto 

Muchos cristianos no entienden el papel de Juan el Bautista correctamente. Y desafortunadamente no pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso, como ellos, los fariseos tampoco creyeron correctamente en la tarea de Jesús y Juan el Bautista. Y por eso el Señor dijo: «Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos» (Mateo 11, 18-19). Los seres humanos son considerados sabios o ignorantes según sus acciones. ¿Quién es sabio? Los sabios son los que entienden la voluntad de Dios y la siguen en obediencia. Y son los que tienen la sabiduría del Cielo aunque no tengan sabiduría del mundo.
La Biblia dice que la sabiduría del Cielo se encuentra en el Evangelio del agua y el Espíritu, que ha salvado a toda la humanidad de todos sus pecados para siempre. Esta sabiduría se cumplió gracias a Jesucristo y a Juan el Bautista cuando vinieron a este mundo. ¿Cómo y con qué tipo de fe obedecieron ellos dos a Dios cuando vinieron a este mundo? ¿Cómo salvaron a los seres humanos de todos los pecados de una vez por todas?
El método a través del cual Dios ha salvado a la humanidad del pecado, es decir la sabiduría del Cielo, dice lo siguiente acerca del Evangelio del agua y el Espíritu: «Jesucristo vino al mundo y salvó a la humanidad para siempre a través de Su bautismo recibido de Juan el Bautista, Su muerte en la Cruz, y Su resurrección». En otras palabras, la sabiduría de Dios está en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio a través del cual Dios ha salvado a los pecadores de sus pecados al enviar a Su Hijo Jesucristo al mundo. Jesucristo, que fue bautizado por Juan el Bautista, habla de toda la sabiduría que viene del Cielo en Su Bautismo y Su sangre derramada en la Cruz (1 Juan 5, 4-8).
Para cumplir todas estas cosas, Dios Padre envió a Su Hijo al mundo. Y para hacer que el Hijo fuese el Salvador y cumpliese esta obra, el Padre envió a Juan el Bautista al mundo 6 meses antes. Hasta que cumplió los 30, esperó hasta el día en que bautizó a Jesucristo. Esto se debe a que los hijos del Sumo Sacerdote en el Antiguo Testamento podían convertirse en sacerdotes cuando cumplían los 30 (Números 4, 3). Cuando Juan el Bautista bautizó a Jesucristo para pasar los pecados del mundo, Jesús cumplió toda la justicia de Dios. 
Al recibir «así» el bautismo que cumple toda la justicia de Dios, en el río Jordán, Jesús pudo salvar a la humanidad de los pecados del mundo de una vez por todas. Al ser bautizado por Juan, Jesús tomó sobre Sí mismo los pecados del mundo y derramó Su sangre en la Cruz hasta morir para luego levantarse de entre los muertos. Derramó Su sangre y murió en la Cruz y después se levantó de entre los muertos. Y así pudo cumplir el objetivo por el que vino al mundo. Así es como Jesús nos pudo salvar a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El hecho de que Jesús fuese bautizado por Juan, demuestra la sabiduría de Dios, y esta es la obra que nos trajo la salvación. ¿Con qué sabiduría eliminó Dios nuestros pecados? Con la verdadera sabiduría de Dios manifestada en el bautismo de Jesucristo, la sangre derramada, Su muerte y Su resurrección. Por eso la Biblia dice: «La sabiduría se justifica por sus hijos».
Si construyésemos una casa, primero tendríamos que hacer los planes, conseguir un presupuesto y hacer todos los preparativos. En primer lugar, tendríamos que decidir el tamaño de la casa; en segundo lugar, necesitaríamos unos planos adecuados, y en tercer lugar deberíamos calcular los costes. Después conseguiríamos los materiales para la construcción en el lugar adecuado en el momento adecuado, y deberíamos controlar a los trabajadores. Sólo así podríamos construir una casa. Pero si no tenemos unos planos o un presupuesto, el trabajo será arbitrario y no tendremos ni los cimientos. 
Para conseguir nuestra salvación, Dios reveló Su sabiduría infinita. Juan el Bautista obedeció la voluntad de Dios que Él había establecido con Su sabiduría, y así Juan hizo posible que Jesucristo nos salvase de nuestros pecados. Por tanto debemos darnos cuenta de cómo Dios nos ha salvado a todos de los pecados del mundo. Podemos ver que al enviar a Juan el Bautista a este mundo y hacerle llevar a cabo Su obra, Dios se aseguró de que nuestra salvación se cumpliese con Su justicia y amor. A través de Juan el Bautista, el representante de la humanidad, Dios pasó los pecados del mundo a Jesucristo, e hizo que aceptase los pecados del mundo para siempre. Al cargar con nuestros pecados, Jesús derramó Su sangre en la Cruz, sufrió nuestra muerte, se levantó de entre los muertos y así consiguió nuestra salvación.
Esta es la sabiduría de Dios y el amor que cumplió con Su justicia. Todos nosotros debemos obedecer a Dios Padre por fe, y darnos cuenta de que nos ha salvado justamente de nuestros pecados y la destrucción.
 

Todo el mundo debe conocer y creer en esta maravillosa Verdad de salvación 

El Señor nos dijo a todos: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar». También nos dijo: «Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos». Y el Señor dice que ha borrado nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero a pesar de ello, los que son engañados por mentirosos en el cristianismo de hoy en día no encuentran Su perfecta salvación. Aunque Jesús ha borrado nuestros pecados, la gente no presta atención a este Evangelio de Verdad. No bailan aunque les toquemos la flauta de la salvación, y no lloran aunque les enseñemos sus pecados y les digamos que están destinados al infierno. Los cristianos de hoy en día y los que no son cristianos, no están interesados en la salvación de Jesús, ni se preocupan de sus pecados ni de la condena de Dios. Incluso se levantan contra la obra que Dios ha hecho para salvarles. Y no se dan cuenta de las consecuencias de sus acciones. 
Sin embargo, a pesar de todo esto, Dios ha salvado a todo el mundo de sus pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo el mundo debe darse cuenta de la providencia, el amor y la justicia de Dios que han hecho posible que todo el mundo sea salvado si cree en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón. Para revelarnos el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús nos enseñó la sabiduría de Dios mediante Juan el Bautista. Si Dios nos ama tanto a través de este Evangelio del agua y el Espíritu, ¿por qué seguimos atados a nuestros pecados sin poder librarnos de ellos?
Dios Padre envió a Juan el Bautista al mundo y le hizo bautizar a Su Hijo Jesucristo. Para cumplir esta misión, Dios envió a Juan el Bautista como el mayor de los hombres nacidos de mujer, y le hizo pasar los pecados del mundo a Jesús como representante de la humanidad. Dios Padre hizo «así» que Su Hijo Jesús cumpliera toda justicia. Del mismo modo en que el Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento pasaba los pecados del pueblo de Israel mediante la imposición de manos en el animal, Juan el Bautista pasó todos los pecados del mundo a Jesús mediante la imposición de manos, y así cumplió la justicia de Dios de una vez por todas. Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús aceptó los pecados del mundo para siempre. Entonces derramó Su sangre en la Cruz mientras cargaba con los pecados del mundo, se levantó de entre los muertos y así nos ha salvado a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
¡Qué maravillosa y sabia es la salvación de Dios! ¡Que perfecta y justa es! Esta es la sabiduría del Evangelio del agua y el Espíritu. La sabiduría de Dios está en este Evangelio del agua y el Espíritu.
La sabiduría de Dios hizo imposible que no creyéramos en nuestra salvación del pecado que Él nos ha dado. Con Su sabiduría, Dios ha eliminado completamente todos nuestros pecados para siempre. A través de Juan el Bautista, que bautizó a Jesucristo, Dios Padre se aseguró de que todos los pecados del mundo fuesen pasados a Su Hijo, y al hacerlo, nos ha convertido en seguidores del Evangelio del agua y el Espíritu y nos ha librado perfectamente del pecado. ¡Qué maravillosa es la Verdad y la sabiduría de Dios que se encuentra en el Evangelio del agua y el Espíritu!
A través del poder de Dios, Elías devolvió al pueblo de Israel a Jehová Dios. Y Dios Padre prometió enviar a Elías al mundo de nuevo (Malaquías 4, 5-6), y cumplió esta promesa a través de Juan el Bautista. Elías fue arrebatado en un carro de fuego. Pero Dios prometió que lo enviaría al mundo de nuevo: «He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible» (Malaquías 4, 5). La gente del Nuevo Testamento esperaba que viniese Elías. 
Este Elías no era otro que Juan el Bautista. Del mismo modo en que Elías devolvió a Israel a Jehová Dios, cuando Juan el Bautista vino al mundo, pasó los pecados de la humanidad a Jesucristo mediante el bautismo, y dio testimonio a todo el mundo de que Jesucristo era el Salvador que estaba por venir. Dio testimonio de Jesús diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29), y con este testimonio hizo que todo el mundo supiera que Jesús cargó con los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan. En otras palabras, Juan el Bautista afirmó a la gente de este mundo que quien desee creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podrá ser salvado por fe. Gracias al testimonio de Juan el Bautista, si alguien cree que Jesucristo aceptó todos los pecados a través de Juan el Bautista, puede ser salvado. Así Dios ha cumplido nuestra salvación por completo, para que quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu puede ser salvado por fe. 
 

Los testigos fieles de Dios no mienten 

Proverbios 14, 5 dice: «El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras». Juan el Bautista, de quien Jesucristo dio testimonio, es siervo de Dios. Así es como sabemos que el testimonio de Juan el Bautista es cierto. Juan el Bautista dio testimonio de que había pasado los pecados de la humanidad a Jesucristo mediante el bautismo; de que Jesús aceptó estos pecados; y de que Jesús fue condenado en la Cruz por todos los pecados del mundo. En otras palabras, Jesús aceptó nuestros pecados, fue castigado como castigo de esos pecados y pagó su precio, se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en nuestro verdadero Salvador.
Por otro lado la Biblia dice que los falsos testigos dicen mentiras. Esto significa que los falsos testigos dicen mentiras porque no creen en lo que Juan el Bautista hizo en la tierra. Dicho de otra manera, no creen en la sabiduría de Dios.
 


Los que llegan al Reino de los Cielos son los que lo toman por la fuerza con su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu 


Jesús dijo: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mateo 11, 12). El Reino de los Cielos pertenece a los que lo toman por la fuerza, es decir, por la fe. Jesús vino al mundo como Salvador porque Dios Padre lo envió. Y Dios Padre envió también a Juan el Bautista 6 meses antes que Jesús. El Reino de los Cielos sufre violencia desde los días de Juan el Bautista hasta ahora. Dicho de otra manera, el Reino de los Cielos está abierto para los que lo invaden por la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como Juan el Bautista pasó los pecados del mundo a Jesús al bautizarlo, y como Jesús los aceptó mediante Su bautismo, cualquiera puede tomar el Reino de los Cielos por la fuerza y hacerlo suyo si se da cuenta de esto. «Arrebatar el Reino de los Cielos a la fuerza» significa tomarlo por la fe. En otras palabras, si alguien escucha con sus oídos, entiende con su cabeza, y cree con su corazón en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, mediante el cual se pasaron todos los pecados del mundo a Jesús, entonces será salvado. 
Sin embargo, hay muchos falsos testigos que dicen mentiras, y dicen: «Lo que Juan el Bautista hizo no significa nada. El bautismo que Jesús recibió era sólo un ritual formal». Pero debemos darnos cuenta de que hacer estas afirmaciones no es correcto, y debemos creer que Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para tomar nuestros pecados, y que Juan el Bautista bautizó a Jesucristo para pasarle los pecados de la humanidad. Si creen así y abandonan todas sus dudas, y se aferran a la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y creen en ella, recibirán la remisión de los pecados y entrarán en el Cielo. Cuando decimos que el Cielo se alcanza por fe, el objeto de esta fe no es otro que el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es lo que Jesús dijo. 
Lo que Jesucristo hizo cuando vino al mundo fue maravilloso y sabio. A través del agua y la sangre, Jesús nos ha salvado perfectamente de todos los pecados del mundo para siempre. Por muchos falsos profetas que engañen a los cristianos con sus doctrinas y sus mentiras, Dios nos ha salvado a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estos mentirosos enseñan que los pecados desaparecen cuando somos santificados después de cree en Jesús, pero esto es una mentira. La sabiduría de la salvación de Dios nos ha salvado perfectamente de los pecados del mundo de una vez por todas a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Al enviar a Su único Hijo al mundo, Dios Padre nos ha salvado de los pecados y nos ha revestido de Su amor. Dios nos ha salvado perfectamente, y así nunca seremos pecadores de nuevo, por muy insuficientes que seamos. Por tanto no tenemos que ser engañados por mentirosos. 
El protestantismo de todo el mundo ha existido durante 500 años, desde la Reforma hasta ahora. Muchos cristianos, que no saben que Jesús tomó los pecados del mundo a través de Su bautismo, creen sólo en Su sangre derramada en la Cruz. Pero desde el punto de vista del Evangelio del agua y el Espíritu, este tipo de fe no es una fe completa. Como Juan el Bautista bautizó a Jesucristo, los pecados del mundo se pasaron a Su cuerpo. Y por eso ustedes y yo hemos sido salvados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Los falsos testigos sólo dicen mentiras. Afirman que podemos ser salvados sin creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero estas enseñanzas son muy diferentes a las Escrituras. Y por eso debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y escapar de estos mentirosos del cristianismo. Sólo pueden ser salvados de sus pecados si creen de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, deben arrebatar el Reino de los Cielos por la fuerza y hacerlo suyo.
Ahora deben entender que los que no reconocen el ministerio de Juan el Bautista son fraudes espirituales del cristianismo. Deben escuchar únicamente la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu con sus oídos, creer en ella con su corazón, y ser librados de sus pecados. El que Jesucristo tomase los pecados del mundo sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista cuando vino al mundo es la Verdad de la perfecta salvación. Entonces ¿por qué no se someten a esta Verdad? ¡Esta salvación del Evangelio del agua y el Espíritu es perfecta y sabia!
Juan el Bautista pasó los pecados del mundo a Jesús. Al recibir el bautismo de Juan el Bautista, Jesús aceptó los pecados del mundo, los llevó a la Cruz, derramó Su sangre en ella, se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en el verdadero Salvador de todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Dios nos ha salvado de los pecados del mundo con esta perfecta sabiduría del Evangelio del agua y el Espíritu, mediante el cual Dios nos ha librado de los pecados del mundo de una vez por todas. Nos ha librado perfectamente de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. 
El Señor dijo: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 31-32). También dijo: «Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (Mateo 11, 11). Estos pasajes demuestran que la fe de los nacidos de nuevo es diferente a la fe de los que sólo creen en la sangre derramada en la Cruz.
Esto significa que como Juan el Bautista es el mayor hombre nacido de mujer, es el representante de la humanidad. Pero también es el menor en el Reino de los Cielos. ¿Por qué? Este pasaje significa que incluso la mayor persona del mundo no puede compararse con la menor del Cielo. Incluso Juan el Bautista podría haber sido el menor en el Reino de los Cielos si no hubiese creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. La justicia humana no puede compararse con la justicia de Dios, que sólo se consigue al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Por muy virtuosa que sea una persona, no puede entrar en el Cielo con sus propios méritos o bondad. Esto se debe a que nadie puede ser salvado de sus pecados si no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si alguien no ha sido salvado de sus pecados es el menor en cuerpo y espíritu. Si alguien tiene pecados en su corazón, no es nada aunque sea la mayor persona nacida de mujer. Sin embargo, si recibe la remisión de los pecados y cree en el papel de Juan el Bautista y el ministerio de Jesucristo, podrá ser hijo de Dios. Convertirse en hijo de Dios es convertirse en alguien mayor que el representante de la humanidad.
Ahora estamos compartiendo la Palabra del papel de Juan el Bautista. Dios dice que envió a Juan el Bautista como representante de la humanidad. Dios envió a Juan el Bautista y a Jesucristo. Deben darse cuenta de que fue un acto de justicia que se cumplieron juntos Juan el Bautista y Jesús para salvarnos de los pecados del mundo. No me importa lo que diga la gente, porque creo que Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para salvarnos de los pecados del mundo.
Pero algunas personas hablan mal de Juan el Bautista diciendo: «Este hombre no es nadie. Como el Señor dijo: “El menor en el Reino de los Cielos es mayor que él”, Juan el Bautista es insignificante». Y creen que Juan el Bautista perdió su fe en Jesús cuando estaba en prisión. Piensan que Juan el Bautista envió a sus discípulos a Jesús para recuperar su fe débil. Así que utilizan este pasaje para enseñar a sus congregaciones lo siguiente: «Deben defender su fe en Jesús pase la que pase. Los siervos de Dios deben mantener su fe ante la adversidad». Interpretan este pasaje de una manera incorrecta y dicen que demuestra cómo los ministros de este mundo deben vivir. No entienden la Biblia correctamente.
Así que la gente de hoy en día dice: «El papel de Juan el Bautista es insignificante. El bautismo que le administró a Jesucristo no fue más que un ritual. Jesús lo aceptó para demostrar Su humildad». Sin embargo esto es una gran mentira. Estas afirmaciones sólo las hacen los mentirosos. ¿Dónde dice eso la Biblia? Mateo 3, 15 demuestra que antes de que Juan bautizara a Jesús, este último dijo: «Déjame hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia». Del mismo modo en que los pecados de los israelitas se pasaban al sacrificio a través de la imposición de manos en el Antiguo Testamento, Jesús también aceptó los pecados del mundo de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista. Esta es la Verdad.
 

Podemos ver que la Palabra de las Escrituras tiene su correspondencia

Está escrito: «Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu» (Isaías 34, 16). La Biblia dice que la imposición de manos del Antiguo Testamento tiene su correspondencia en el bautismo de Jesús en el Nuevo Testamento. Debemos reconocer que el animal del sacrificio del Antiguo Testamento se corresponde con el cuerpo de Jesucristo en el Nuevo Testamento. El papel del Sumo Sacerdote en el Antiguo Testamento, es el papel de Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. Del mismo modo en el que el chivo expiatorio del Antiguo Testamento moría para perdonar los pecados de los israelitas, después de haberlos aceptado mediante la imposición de manos del Sumo Sacerdote, Jesús derramó Su sangre y murió para perdonar nuestros pecados, después de ser bautizado por Juan el Bautista. 
Sin embargo, algunas personas dicen que el papel de Juan el Bautista es insignificante, pero dicen mentiras. Estos pastores están mintiendo a su congregación, aunque ellos sean los que les pagan. Estos mentirosos intentan impedir que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu prosperen en la fe. Así que despiertan la ira del Señor: «Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando» (Mateo 23, 13). Hay muchas personas así predicando en las comunidades cristianas de todo el mundo.
Cuando Dios nos llame para ir a casa, todo lo que tenemos que hacer es ir a Él con alabanzas. Pero ahora debemos hablar y predicar sobre los herejes que viven entre nosotros. ¿Por qué? Porque muchos cristianos están atrapados en la herejía y no se dan cuenta de que están destinados a ir al infierno, y por eso siguen a los falsos profetas. Así que, por una parte, debemos entender la realidad del cristianismo de hoy en día, que se ha convertido en una herejía colectiva, y por otro lado debemos predicar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu.
La gente suele confiar en las doctrinas de sus propias denominaciones a ciegas. Así que piensan: «Mientras creamos con fe y sigamos en esta denominación, no hay ningún problema». Sin embargo, esta gente no se da cuenta de que ha caído en la herejía. Todo el que pertenece a una denominación cristiana debe examinar el evangelio en el que cree para ver si es diferente al Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Pero a pesar de esto, muchas personas no quieren pensar en la Palabra de Dios detenidamente y por eso creen en Jesús a medias, sin darse cuenta de que el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio. Sinceramente, muchos de ellos ni siquiera saben que existe el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que cuando predicamos a esta gente: «Sólo el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad», ellos dicen: «¿Existe ese Evangelio en la Biblia? ¿Están diciendo que multitud de personas creen en algo incorrecto? ¿Todo el que no conoce el bautismo de Jesús está equivocado aunque crea en Jesús como su Salvador?».
La respuesta es sí. Toda esa gente no está creyendo en lo correcto. ¿Qué señala sus creencias equivocadas? La Biblia, la Verdad eterna, da testimonio de que sólo el Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de salvación, y que no hay otro evangelio. Sin embargo, para que los cristianos se den cuenta de esto, alguien debe enseñarles cuál es la diferencia. Y por eso estamos trabajando tanto para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Ya se lo he dicho antes, pero hace tiempo estaba preocupado por no poder entender por qué Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Oré de rodillas y ayuné, mientras le pedía a Dios: «Señor, quiero saber por qué Juan el Bautista bautizó a Jesús. Por favor, enséñame». Y al final el Señor me enseñó esta Verdad. Mientras leía Mateo 3, 13-17 en cierta ocasión, la luz de la Verdad de Dios entró en mi alma. Entonces pensé: «¡Oh! ¡Ahora lo entiendo! Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús cumplió la justicia de Dios. Cuando Jesús dijo: “Pues conviene así que cumplamos toda justicia”, quiso decir que tomaría todos nuestros pecados al recibir el bautismo de la imposición de manos».
Las palabras «así» en Mateo 3, 15 son hoo’-tos gar (οϋτως γάρ) en griego, que significa «lo más adecuado», «sólo de esta manera». La expresión «toda justicia», es pasan dikaiosunen (πάσαν δικαιοσύνην) en griego, y denota una justicia sin fallos. Por tanto, al recibir el bautismo, Jesús tomó los pecados de la humanidad de la manera más justa, fue crucificado hasta morir, se levantó de entre los muertos y así nos ha salvado para siempre. La Palabra de Dios es exacta en todos los aspectos. El significado de la Palabra de Dios es exacto tanto en las Escrituras originales como en las versiones traducidas.
El bautismo de Jesús es la obra más justa que ha salvado a la gente del pecado. Para hacer esta obra justa de salvar a toda la humanidad del pecado, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Para cumplir «la obra justa de un Hombre» (Romanos 5, 18), Juan el Bautista tuvo que desempeñar un papel muy importante. En otras palabras, aunque hoy en día la gente pecadora vaya al infierno si tiene pecados en el corazón, nuestro Señor cargó con sus pecados y los míos al ser bautizado por Juan el Bautista. Así que, al recibir Su bautismo de la mano de Juan, Jesús cumplió la salvación más justa para nosotros. La luz del conocimiento de esta Verdad vino a mi alma cuando leía el capítulo 3 de Mateo. Lo que Juan el Bautista hizo cuando vino al mundo no fue en vano, del mismo modo en que no hubo nada fútil en la obra justa de Dios que nos ha salvado de todos nuestros pecados. Jesús no tomó nuestros pecados en vano ni fue bautizado por Juan el Bautista en vano, como tampoco derramo Su sangre en la Cruz ni se levantó de entre los muertos en vano.
Jesús dijo: «La sabiduría se justifica por sus hijos». ¿No es cierto que el Señor viniera a la tierra y tomara nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista? ¿Acaso no tuvo que borrar nuestros pecados de esta manera? Si Jesús hubiera dicho sólo con palabras: «Cargaré con vuestros pecados», hubiera muerto en la Cruz y aparecido mas tarde para decir: «¿Creéis?», ¿hubiera sido esta la salvación de la sabiduría de Dios? ¿O hizo bien en tomar los pecados de la humanidad, llevarlos la Cruz, ser crucificado y derramar Su sangre, levantarse de entre los muertos y salvar a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu? El Señor nos ha dado la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que salva del pecado. La sabiduría de Dios está en nosotros para siempre. La sabiduría de Dios es justa y se completa mediante la «obra de un Hombre» que ha conseguido esta justa salvación.
 

¿Quién es sabio: Dios o el hombre? 

La Biblia dice: «Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Corintios 1, 25). Cuando miramos el bautismo que Dios recibió por nosotros, Su muerte en la Cruz, y Su resurrección podemos ver que Dios es sabio. Cuando decimos que Dios es verdaderamente sabio, lo decimos por el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús cumplió en este mundo. Pero a pesar de esto, la mayoría de los cristianos no creen en la sabiduría de Dios.
La sabiduría de l salvación de Dios es perfecta. La insensatez de Dios es mejor que la sabiduría de los hombres. La sabiduría de Dios es tan perfecta que nos ha salvado de los pecados. Al elegir a Su siervo Juan el Bautista, Dios hizo que pasara todos los pecados del mundo a Su Hijo. En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote pasó todos los pecados de un año entero, acumulados por el pueblo de Israel, al cordero que iba a ser sacrificado. Y lo hizo a través de la imposición de manos sobre la cabeza del animal (Levítico 16, 20-22). Este es el método sabio y maravilloso que Dios empleó para salvar a los israelitas de todos los pecados al cumplir la Ley de Dios que dice: «El precio del pecado es la muerte». Y este sistema de sacrificios era un anticipo de lo que ocurriría más tarde (Hebreos 10, 1). Esta Verdad de la salvación es perfecta y maravillosa, y consiste en que Jesucristo aceptó los pecados del mundo a través del bautismo de Juan el Bautista. ¿Acaso no es esta la Verdad de la justicia y del amor misericordioso de Dios?
Pero, a pesar de esto, los que no creen en esta Verdad dicen: «¿Cómo podemos estar sin pecado si cometemos pecados? Debemos creer en Jesús, pero de manera que sea compatible con nuestras ideas». Sin embargo, Dios nos ha salvado perfectamente de todos los pecados con un método más adecuado de lo que podríamos imaginar, es decir mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Evangelio es maravilloso. Pero cuando empezamos a escuchar la Palabra del Evangelio, vemos que es más lógico y coherente que cualquier otro evangelio inventado por el hombre.
Dios no es un ídolo inanimado, ni está hecho de piedra. Dios es el Rey de la sabiduría, la Verdad, el amor, y la justicia. A Dios no le falta nada. A través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, nos ha salvado de nuestros pecados perfectamente. ¿Creen en esta Verdad? Yo sí que creo. Sin embargo, la absoluta mayoría de los cristianos no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad. Dicho de otra manera, los cristianos de hoy en día creen en las palabras de los teólogos más que en la Palabra de la Biblia. Eso no está bien y además es un pecado que lleva directamente al infierno.
Podemos entender todas las ideas de Martín Lucero, Juan Calvino, John Knox, Ulrico Zwingli y David Livingston con tal sólo leer algunos de sus libros. Por muy importantes que sean como teólogos durante siglos, podemos comprender sus argumentos con tan sólo leer algún libro suyo. Y podemos entender que sus argumentos no sirven para nada. La Biblia dice: «Toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra» (Génesis 2, 5-6). Del mismo modo, aquellos cuyos corazones no han sido labrados, es decir, que no tienen a Jesús, poseen pensamientos que no son más que un vapor. Estos pensamientos humanos desaparecen cuando surgen nuevas conjeturas. Y todas las teorías se vienen abajo cuando Jesús hace resplandecer la Palabra de la Verdad como el Sol que irradia su calor en todo el mundo.
Por muy elegantes que parezcan estas teorías teológicas, a no ser que la Palabra de Dios apruebe estas ideas, todos estos argumentos son en vano. Y si la Palabra de Dios dice que Juan el Bautista es el representante de toda la humanidad, entonces esta es la Palabra de Verdad. Las Escrituras dicen que en Su sabiduría, Dios envió a Juan el Bautista a este mundo y pasó los pecados del mundo a Jesús. A través de Juan el Bautista, Jesús aceptó los pecados de la humanidad para siempre, fue crucificado, derramó Su sangre hasta morir, se levantó de entre los muertos, y así se ha convertido en el Salvador de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si esto aparece en la Biblia, y si esto es lo que dice la Biblia, debemos creer. De aquí nace la fe. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, seremos librados de nuestros pecados. 
Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu será salvado de sus pecados. Así que, ¿por qué confían en las palabras de los teólogos que sólo son seres humanos como nosotros? ¿Son tan inteligentes? ¿Acaso Calvino, Lutero y todos los otros teólogos no propagaron sus propias ideas? Algunas personas también afirman: «Dios me habló mientras oraba» o «El Señor se me apareció en una visión y me habló». Pero debemos darnos cuenta, al creer en la Palabra de Dios, que la fe que se basa en experiencias sobrenaturales no significa nada. No vemos visiones con nuestros ojos, ni escuchamos voces, pero mientras afirmemos nuestra salvación a través de la Palabra de Dios, sepamos lo que nos está diciendo, y aceptemos la verdadera salvación que se alcanza mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la verdadera remisión de los pecados. ¿No es cierto?
La Palabra de Dios dice que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad. A pesar de esto hay muchos cristianos que todavía desean una fe que se base en experiencias sobrenaturales. Pero cuando dicen que fueron a una montaña a orar y escucharon un sonido extraño allí, ¿están diciendo la verdad? Los cristianos deben darse cuenta de qué es una herejía. La herejía empieza de una manera similar, pero su fin es diferente. Aunque algunas personas dicen creer en Jesús como su Salvador para poder librarse de sus pecados, su objetivo es conseguir la prosperidad de este mundo, así como fama y salud, en vez de preocuparse por la salvación de los pecados. Todos los cristianos creen en Jesús, por diferentes razones, pero algunas personas adoran a becerros de oro en vez de Jesús, mientras que otros están limpios de pecado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estos últimos son hijos de Dios. Son la familia de Dios. Pero los que tienen pecados en sus corazones, aunque crean en Jesús, no son la familia de Dios. Por eso Jesús llama herejes a esta gente y les dice: «Sois diferentes a Mí». Y por eso son herejes.
 

Quien tiene pecados en su corazón, a pesar de creer en Jesús, es un hereje 

Si alguien tiene pecados en sus corazones ahora, es un hereje por mucho tiempo que haga que su familia ha creído en Jesús, y aunque esa persona haya creído en Jesús durante toda su vida. De vez en cuando veo los canales cristianos de la televisión, y he visto a muchos predicadores ridículos. Son como comediantes. Y digo esto porque conozco todas las ideas que propagan mediante sus mentiras. Una vez escuché un trozo de uno de esos sermones, y sé cuáles son sus denominaciones y las ideas que propagan, y por eso puedo predecir sus pasos. La mayoría de ellos no se desvían mucho de mis predicciones. Como la Teología se aprende en los seminarios, sólo discuten sobre doctrinas cristianas, del mismo modo en que yo hablo del Evangelio del agua y el Espíritu todos los días.
Esa es la realidad de los cristianos de hoy en día. Hay muchos herejes en las comunidades cristianas que adoran a becerros de oro en vez de Dios. Por eso Jesús dijo: «Hay muchos en el camino amplio, pero muy pocos en el camino estrecho. Porque el camino estrecho es difícil, pocos los encuentran, pero es el camino de la vida. Por el contrario, el camino amplio es el camino de la destrucción». Aunque muchas personas creen en Jesús, sólo creen en la sangre derramada en la Cruz. Creen en las palabras de los líderes herejes que dicen: «Es normal tener pecados en el corazón después de creer en Jesús. No pasa nada por tener pecado. Pueden resolver este problema mediante oraciones de penitencia». Y por eso se convierten en herejes, y serán destruidos por Dios. Una vez nacemos, debemos morir una vez, pero si ese final es la destrucción, somos muy miserables. Si acabásemos siendo destruidos, seríamos los más miserables del mundo.
Los que han sido salvados de sus pecados, los que siguen a Dios, los que practican Su justicia y Su sabiduría por fe, y los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, son los sabios. Estoy muy agradecido a Dios. Esto tan agradecido que cuando hablo para predicar la Palabra de Dios, digo la Verdad. Espero que ustedes también estén agradecidos a Dios. Lo que están escuchando es la verdadera Palabra, no una mentira, ni algo para pasar el rato, sino algo genuino. Así que ¿no deberían estar agradecidos? ¿Están contentos por haber escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu? Estoy seguro de que todos están muy contentos y agradecidos. Si sólo estuviese hablando de ética humanista y moral desde el púlpito, no podrían escuchar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu con sus oídos. Es maravilloso que ahora estén escuchando esta Palabra y que sus corazones estén inspirados y satisfechos por la Palabra. Deben darse cuenta de lo felices que son.
La fe en la justicia de Dios viene al escuchar la Palabra de Dios. La fe se forma al escuchar con nuestros oídos. Por eso la Biblia dice: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Romanos 10, 17). Por tanto, un pastor debe predicar la Palabra de Dios a su congregación. Sólo entonces los corazones crecen al oír esta Palabra. Así es como pueden ser felices.
Los que tienen pecados en sus corazones aunque creen en Jesús, no han sido salvados a los ojos de Dios. No estoy hablando a los que no son cristianos, sino a los que están en las comunidades cristianas y dicen creer en Jesús. Aunque hay muchas personas famosas en las comunidades cristianas, viven como herejes ante Dios sin darse cuenta. Además de estos pastores, hay millones de creyentes que también son herejes. Hoy tomé un taxi para ir a casa y, aunque el taxista era cristiano, cuando hablé con él, me di cuenta de que era un hereje. Un vecino mío, limpiador de profesión, también cree en Jesús, pero es un hereje. Una señora que vende verduras en el mercado también es cristiana, pero ella también es un hereje. Y aunque hay muchos predicadores famosos, también son herejes. Entonces ¿cuántos herejes hay entre nosotros?
Dios dijo que Su sabiduría se justifica por sus hijos. ¿Cómo borró Jesús nuestros pecados cuando vino al mundo? Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús cargó con nuestros pecados para siempre, y al levantarse de entre los muertos después de ser crucificado, se convirtió en nuestro Salvador. Esto es muy sabio. ¿Es sabio o no? ¿No es sabio? ¿Acaso esta no es la respuesta de la salvación que se hace más clara cuando la escuchan? Los cristianos deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu primero. Los pastores de hoy en día les piden a sus congregaciones que crean en Jesús incondicionalmente, pero ¿cree alguno de ellos en el Evangelio del agua y el Espíritu? Cuando los cristianos creen en Jesús sin darse cuenta de cómo les ha salvado, ¿en qué creen? Antes de que pedir a alguien que crea en Jesús, primero debemos explicarles, según la Palabra, cómo Jesús nos ha salvado. Así es como podemos hacer que alguien crea en Jesús.
 

¡Qué sabio es que Juan el Bautista bautizase a Jesús y que Jesús recibiera este bautismo! 

El bautismo que Juan el Bautista dio a Jesús fue un producto de la sabiduría de Dios. ¡Qué maravillosa es la sabiduría de Dios! Si los 6,500 millones de personas que viven en el mundo, pasasen sus pecados a Jesús mediante la imposición de manos individualmente, ¿no se quedaría calvo? Y si todo el mundo tuviera que imponer las manos sobre Jesús personalmente, sólo los que hubieran vivido en Su época podrían haberlo hecho. Además, tardaríamos 200 años en imponer las manos sobre Jesús si nos pusiésemos en fila, aunque a cada persona le costase un segundo. Sin embargo, en Su sabiduría, Dios cumplió nuestra perfecta salvación a través de Juan el Bautista y Jesús. Creemos en esto. Creemos que los pecados del mundo se pasaron a Jesús a través del bautismo que recibió de Juan. 
Jesús dijo que la sabiduría se justificaba por sus hijos. El que el Señor viniese al mundo y aceptase los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista es muy sabio. ¿No es esto asombrosamente sabio? Sí lo es, porque Dios resolvió el problema del pecado para siempre mediante el principio de representación. Juan el Bautista, el representante de la humanidad, y Jesús, el Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos, se encontraron en el río Jordán para representar a la raza humana y a Dios. Jesús le dijo a Juan: «Bautízame. Aceptaré tu bautismo y tomaré los pecados del mundo», y a través de este bautismo, cargó con los pecados del mundo. Entonces fue crucificado para derramar Su sangre y, a través de estas cosas, nos ha salvado. ¡Qué sabio es esto! ¡Qué cierto es!
¿Hay algo más importante en la Biblia aparte del Evangelio del agua y el Espíritu? Aunque la Biblia habla de muchas cosas, el Evangelio del agua y el Espíritu es el mensaje central. Pero la gente no cree en esto. Aunque la historia del cristianismo se remonta 2000 atrás, los cristianos de hoy en día todavía dicen que han sido salvados al creer solo en la sangre derramada en la Cruz. Pero el Evangelio del agua y el Espíritu dice que no esto no es cierto. Así que protestan diciendo: «Pero mucha gente murió creyendo sólo en la sangre derramada en la Cruz. ¿Significa esto que toda esta gente fue al infierno?».
Debemos decirles: «No me importa si esa gente fue al infierno o no, pero si los examinamos según la Palabra de Dios, sí que fueron al infierno. Lo importante es saber si tienen o no pecados en sus corazones. Si tienen pecados, irán al infierno. ¿Afirman estar sin pecados? Cómo no van a tener pecados si ni siquiera saben que Dios, en Su sabiduría, cargó con sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. La Biblia dice que su conciencia les indicará si tienen pecados. La Verdad de Dios, Su Palabra, habla a sus corazones: “Sus pecados estarán intactos, irán al infierno y por eso son hijos del Diablo”».
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu estamos agradecidos a Dios. Estamos muy agradecidos. Como hemos hablado del problema de la herejía en esta ocasión, debemos darle gracias aún más. ¿Cómo no darle gracias, cuando nos ha librado de la herejía por dejarnos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Si eran herejes ante Dios, ¿no se sentían atormentados? Cuando empiezo algo, siempre me aseguro de terminarlo. Así que predicaré la Palabra de Dios hasta que los cristianos de todo el mundo admitan que están cometiendo una herejía, y se entreguen a Dios. Cuando se publiquen estos sermones sobre la herejía, los cristianos se darán cuenta de quién es hereje ante Dios, y quién es un verdadero creyente.
Y los santos repartidos por todo el mundo, que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibirán fuerzas gracias a este libro y pensarán: «Como he sido salvado de mis pecados al creer en la Palabra, soy un verdadero creyente a los ojos de Dios, y todos los que me han criticado por creer son herejes». Nuestros santos entonces tendrán compasión por estos herejes y les predicarán el Evangelio, ¿no es así? Por el hecho de que nuestros santos hayan nacido de nuevo, ¿creen que condenan a los herejes cruelmente? No, tienen compasión por todo el mundo, incluso por los herejes.
Doy gracias a Dios porque no les estoy mintiendo. También estoy inmensamente agradecido porque me he convertido en un verdadero creyente a los ojos de Dios. No puedo expresar lo agradecido que estoy por haber sido salvado por Su sabiduría y por haber sido salvado mediante Su justicia. Me faltan palabras para expresar mi gratitud.
Dios nos ha salvado perfectamente de nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que cuando pienso en esto, me inunda la gratitud. La salvación que hemos recibido al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con nuestros corazones no podría ser más segura. Por eso estoy tan agradecido a Dios. Los santos de la Iglesia Primitiva recibieron este tipo de salvación. Cuando el emperador romano reconoció al cristianismo como la religión estatal del Imperio Romano, la espiritualidad del cristianismo se destruyó por completo. Como el poderoso emperador aceptó el cristianismo por su propio interés, la fe cristiana se convirtió en una manera de conseguir el éxito. Por eso el cristianismo se destruyó, porque los cristianos sustituyeron a Dios por becerros de oro. Se dice que en el antiguo ejército coreano, si un comandante iba la iglesia, todos los líderes se convertían al cristianismo. Los oficiales subordinados hacían cualquier cosa por complacer a sus superiores porque pensaban que de lo contrario no ascenderían.
Sin embargo, Dios mueve la historia del mundo. Aunque parezca que los seres humanos hacen su propia historia, es Dios quien la hace. Y estoy seguro de que Dios llevará a cabo Su último plan. Por eso nos estamos dedicando a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, porque creemos en este verdadero Evangelio y estamos agradecidos por él.
Los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son pecadores ante Dios. Espiritualmente está mal que esta gente crea en Jesús a pesar de que todavía tiene pecados en sus corazones. Por eso espero que toda esa gente se arrepienta de sus errores, crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y reciban su salvación. Les pido que se decidan a creer ante el trono de Dios y que dejen su fe hereje.