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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 12-2] Jesucristo, que ha resuelto el problema de la muerte (Juan 12:20-33)

Jesucristo, que ha resuelto el problema de la muerte(Juan 12:20-33)
“Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: ‘Señor, quisiéramos ver a Jesús.’ Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió diciendo: ‘Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.’ Entonces vino una voz del cielo: ‘Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.’ Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: ‘Un ángel le ha hablado.’ Respondió Jesús y dijo: ‘No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Yo decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.’”
 
 
Es un hecho que desde la antigüedad hasta ahora, la humanidad ha estado tratando de resolver el problema de la muerte. Desde los reyes a la gente común y corriente, todos los seres humanos han intentado todo para resolver el problema de su muerte. Sin embargo, no ha habido nadie en este mundo que haya podido resolver este problema, pero sólo Jesucristo pudo dar la respuesta correcta a este complicado problema.
En la antigua costumbre funeral, las momias fueron bastante comunes. Lo que podemos averiguar a través de estas momias es que la humanidad ha tenido una esperanza fundamental para la vida eterna. La gente solía dar ofrendas de sacrificios a ciertos dioses de su propia creación como el dios del sol, rogando por bendiciones. Para algunos dioses, como ofrenda de sacrificios a veces eran los mismos seres humanos. ¿Por qué lo hacían así? Porque creían que les esperaba una vida gloriosa en el mundo, más allá de su muerte. Creían en otras palabras, que allí estaría su resurrección. Las personas que daban ofrendas a un dios pensaban que la ira de este dios terminaba si le dieran ofrendas. Podemos ver por este hecho que, cuánta gente había soñado en el próximo mundo y viviendo sus vidas con el fin de alcanzar la vida eterna.
Podemos ver esto también, de los antiguos reyes de la Historia. El primer emperador de China, Qin Shi Huang, fue uno de los que buscaban el vivir para siempre en este mundo. Ordenó a sus siervos encontrar el elixir de la eterna juventud, y muchos de sus sirvientes enviados en busca del elixir, se perdieron en lugares lejanos y nunca volvieron. Él los había hecho buscar una hierba mágica que pusiera fin a la muerte de la carne en este mundo y que pudiera él vivir para siempre. Sin embargo, murió a la edad de 50 años a pesar de sus desesperados esfuerzos. Y así, ha sido la esperanza común de todos para resolver el problema de la muerte.
La mayoría de la gente cree en la vida después de la muerte. Podemos comprobar este hecho desde el descubrimiento de los artefactos arqueológicos del Emperador Qin, que a su muerte tenía cientos de miles de soldados de barro cocido enterrados junto a su propio cuerpo muerto. El emperador Qin, queriendo ser protegido por sus ejércitos incluso después de su muerte, sin duda soñaba con vivir y disfrutar de su poder y autoridad para siempre. Cuando vemos esto, podemos darnos cuenta que todo el mundo tiene ese deseo de ser liberado de la muerte y vivir para siempre.
 
 

El problema de la muerte de todo mundo ha sido resuelto por la muerte de Jesús

 
Cuando se acercaba la Pascua, los judíos subían a Jerusalén, donde estaba ubicado el Templo. En ese tiempo, había unos griegos que le preguntaron a Felipe, un discípulo de Jesús, “Nos gustaría ver a Jesús, ¿podría usted por nosotros preguntarle si nos puede ver?” Cuando Jesús se enteró de esta petición por Andrés y Felipe, dijo: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado.” Esto significa que ahora ha llegado el momento de que el Señor resucite de los muertos y reine por siempre para resolver el problema de la muerte, algo que todos los pueblos del mundo buscan con entusiasmo. Jesús vino a este mundo para resolver todos los problemas de la muerte de la humanidad y la condenación del pecado, y Él dijo aquí que el tiempo había llegado para Él para cumplir con esto.
Jesús dijo esto para que se supiera el día que Él iba a ser crucificado y morir se estaba acercando, puesto que ya había sido bautizado por Juan y con ello, soportado los pecados del mundo de una vez por todas. Nuestro Señor dijo en Juan 12:24, “De cierto, de cierto os digo: que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Jesús dijo esto en referencia a su propio sacrificio. La razón por la cual Jesús fue sacrificado es porque soportó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan.
La razón por la que Jesús dijo que Él se convertiría en un grano de trigo fue porque, una vez que Él es crucificado y se levanta de entre los muertos, Él podría permitir a muchas personas el recibir la vida eterna creyendo en Él como el Salvador, porque él ya había recibido el bautismo que pasó los pecados del mundo sobre Él. Dijo esto porque si no cayera en tierra y muriera, se quedaría como un grano, pero una vez que Él fue crucificado, derramó su sangre y murió, y resucitar de entre los muertos, resolvería el problema de la muerte para muchas personas y permitiéndoles el recibir la vida eterna. Si Jesús que fue bautizado por Juan, no hubiera llevado en sus hombros los pecados del mundo, no muriera en la Cruz, y quitado la condenación de la muerte, el problema de todos de la remisión del pecado y de la muerte, hubiera quedado para siempre sin resolver.
Debido a que Jesús estaba por llegar a su muerte para pagar el precio de los pecados de toda la gente, Él llevó consigo los pecados del mundo y fue vicariamente crucificado hasta morir por ellos. Por lo tanto, si no tenemos la fe que cree en el bautismo y la muerte de Jesús, entonces no habría vida eterna para los creyentes. Por eso Jesús dijo acerca de su propia muerte, “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Todos nosotros debemos darnos cuenta que Jesucristo vino a este mundo para llevar a cabo la obra de lavar los pecados del mundo y resolver el problema de la muerte. Nuestro Señor dijo: “Pero para esto he llegado a esta hora.” Jesús vino a este mundo para lavar los pecados de la humanidad y resolver el problema de la muerte para todos.
Habiendo llegado a este mundo en la carne de un hombre y siendo bautizado por Juan el Bautista a la edad de 30 años, Jesús ya había aceptado todos los pecados del mundo. Por lo tanto, sabía que, si ya sólo muriera en la cruz y luego resucitara de entre los muertos, su misión para quitar el pecado del mundo y resolver el problema de la muerte se cumpliría toda. Debido a que Jesús fue crucificado y sangró hasta la muerte, todos aquellos que lo creen son ahora capaces de vencer la muerte y recibir la vida eterna. Debido a que Jesús había tomado consigo nuestros pecados a través de Su bautismo, con su muerte en la cruz Él ahora tenía que pagar todo el precio del pecado en nuestro lugar. Por eso Jesús se entregó para ser crucificado. El Señor mismo fue bautizado por nosotros, toda la humanidad, derramó su sangre en la Cruz, y murió vicariamente en nuestro lugar, todo ello de acuerdo a la Ley que declara que la paga del pecado es la muerte. Jesús ha cumplido con ello su propósito de traer a todos a la vida.
Toda la gente nació en este mundo como pecador, porque Adán y Eva, los antepasados de la humanidad, habían caído en la tentación de Satanás y pecaron contra Dios (Romanos 5:12). Todos los seres humanos por lo tanto no podían ser concebidos en pecado desde el preciso momento en que fueron hechos en los vientres de sus madres y haber nacido en la iniquidad (Salmo 51:5). Desde su nacimiento, la humanidad no podía mas que morir por el pecado que heredaron de sus antepasados. Una vez que la gente nace en este mundo y pasa el tiempo, envejecen, se enferman y son visitados por la muerte inevitable, y este fue su destino, del que no pudieron escapar jamás. Por esto, por Jesucristo el Señor de toda la humanidad, no hubo otra solución mas que venir por si mismo a este mundo en la carne de un hombre, ser bautizado, ser colgado en la Cruz y derramar su sangre, resucitar de entre los muertos, y con ello darnos a la humanidad Su verdadera salvación, para que Él no sólo resolviera el problema del envejecimiento y la enfermedad, sino también lavara todos los pecados de la humanidad, resolver el problema de su muerte, y darles la vida eterna (Salmo 103:3-4).
Así que por el derramamiento de su sangre y morir en la Cruz, Jesús ha permitido a todos los que creen en Él, tener resuelto de una vez por todas todos los problemas de sus pecados y la muerte. Al ser bautizado y derramando su sangre en la Cruz, el Señor ha permitido a todos los que creen en Él como su propio Señor, ser lavados de sus pecados, el ser liberados de su muerte, y recibir la vida eterna, y ha permitido a todos tener el problema resuelto de la muerte eterna por la fe. Como tal, nuestro Señor es aquel mismo que ha resuelto para siempre el problema de la muerte para nosotros.
La razón por la cual Jesucristo fue bautizado por Juan y murió desangrado en la Cruz fue para que nosotros recibiéramos la vida eterna. Nuestro Señor es el Salvador que ha resuelto completamente el problema de nuestro pecado y la muerte de una vez por todas. Debido a que Jesús tomó los pecados del mundo al ser bautizado, murió como consecuencia y se levantó de entre los muertos. Esto fue el justo juicio del Señor, la muerte y resurrección que se han cumplido para nosotros que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como Jesús fue colgado en la Cruz y murió en ella, es por creer en este hecho que hemos sido liberados de toda la condenación del pecado y la muerte.
Jesús dijo en Juan 12:31, “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.” El Señor dijo aquí que este mundo es para ser juzgado ahora. Esto significa que porque el Señor tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, cuando Él muere en la Cruz, estaría sufriendo vicariamente incluso la muerte de todos aquellos que nacieran en este mundo en el futuro por sus pecados también, y así el poder de Satanás, que sólo puede reinar en donde hay pecado, ahora desaparecería. Como tal, porque el Señor aceptó todos los pecados del mundo a través del bautismo que Él recibió de Juan, al ser crucificado y sufrir vicariamente la muerte de todos, les ha permitido escapar de la condenación de sus pecados. Es por creer en esta Verdad que podemos resolver nuestro problema del pecado y la muerte.
Si Jesús no hubiera muerto en la Cruz, aún habiendo sido bautizado, el problema de nuestra muerte no hubiera sido resuelto. Pero debido a que Él llevó consigo nuestros pecados con Su bautismo, derramó su sangre en la Cruz, se levantó de entre los muertos, con ello dio la verdadera salvación para los creyentes. Si Jesús no hubiera sido crucificado para morir, la condenación de nuestros pecados no hubiera sido resuelta, y esto, entonces significaría que hubiéramos tenido que morir por nuestros pecados. Pero en lugar de que tuviéramos que morir nosotros por nuestros pecados, el Señor fue bautizado y murió por nuestros pecados, siendo crucificado y derramando Su sangre, con lo que Él ha resuelto el problema de los pecados de todos.
 
 
¿Está usted verdaderamente angustiado por el problema de la muerte?
 
Por lo que la humanidad debe estar realmente atormentada es por el problema de la muerte. ¿No hay una manera para que los seres humanos vivan eternamente? ¿Qué tan maravilloso sería si no existiera la muerte para todos los que viven en este mundo? Hay un sinnúmero de personas que mueren sin resolver el problema de la muerte, pero el Señor ha resuelto todas estas cosas para nosotros. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo no dar gracias a Él y creer? Sólo podemos dar gracias al Señor, porque Él se convirtió en un grano de trigo y cayó al suelo, resolviendo todos los problemas del pecado al ser bautizado y muriendo en la Cruz. Jesús, nuestro Señor resolvió nuestro problema de pecado y la muerte de una vez por todas al ser crucificado. Ahora, aquellos que creen en esto tomarán parte en la resurrección del Señor (1 Corintios 15:22-23). Aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu son, por creer en este Evangelio, ahora lavados de todo pecado, su problema de la muerte se ha resuelto, y con eso han recibido la vida eterna.
Nuestro Señor dijo: “Yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.” Siendo “levantado de la tierra” aquí no significa otra cosa mas que la muerte de Jesús en la Cruz. Cuando Jesús fue crucificado para morir mientras que soportaba los pecados del mundo, sus pies no tocaban el suelo, ya que Su cuerpo fue levantado de la tierra. Esto nos dice claramente que la muerte de Jesús ha resuelto nuestro problema de la muerte. Las personas que piensan acerca de su muerte y pecados vienen a dar gracias a Dios, porque vienen a darse cuenta de que Jesucristo ha resuelto todos sus problemas de la muerte al llevar consigo sus pecados a través de Su bautismo y muerte en la Cruz en lugar de ellos. Esta es la fe que cree en la Verdad.
A menos que el problema de su muerte sea resuelto, la gente no puede evitar el estar constantemente preocupada. Pero para resolver el problema de la muerte en nuestras vidas, Jesucristo vino a este mundo, fue bautizado, murió en la Cruz, y con eso nos ha salvado a la humanidad del pecado y resolvió el problema de la muerte. Debemos darnos cuenta de que el Señor ha dado nueva vida a aquellos de nosotros que creemos en sus ministerios de avivamiento. Podemos alcanzar esta nueva vida sólo cuando creemos en esta Verdad. Sin embargo, la mayoría de los cristianos de hoy creen en Jesús sin conocer esta Verdad, una situación que es muy triste y preocupante.
Esta mañana, visité la tumba del diácono Kim, quien falleció hace unos años. Fui con algunos colegas míos para saber si la tumba estaba bien mantenida; quería comprobar si el pasto estaba creciendo bien, si había o no algún riesgo de desplazamiento de la tierra por la venida de la temporada de aguaceros, y algunas otras cuestiones de seguridad. No servimos bebidas ni hicimos reverencias en la tumba como la gente del mundo lo hace. En su lugar, sólo meditamos una vez más sobre cómo el Señor ha resuelto el problema de la muerte para nosotros, y le dimos gracias a Dios. Oramos por un tiempo ante su tumba, y meditamos sobre nuestra fe una vez más, para que el Señor lo levantara a él y a nosotros para vivir y vernos de nuevo.
Porque el Señor ha resuelto nuestro problema de la muerte de una vez por todas con el bautismo que recibió de Juan y la sangre de la Cruz, es por creer en esto que el problema del pecado y la muerte se resuelve para nosotros (Romanos 8:1-2). Cuando el Señor haga a sus ángeles sonar la última trompeta, volveremos a estar de nuevo cara a cara con aquellos que tienen la verdadera fe que cayeron dormidos en sus tumbas (1 Tesalonicenses 4:14-18).
A través del bautismo que Jesucristo recibió y Su derramamiento de sangre, nuestro problema de la muerte ha sido todo resuelto. Que Jesús murió en la cruz fue porque Él se llevó consigo nuestros pecados a través de Su bautismo. Por lo tanto, su muerte es nuestra propia muerte. Y su resurrección es la resurrección de nosotros los que creemos (Romanos 6:3-6). Esto no es sólo una doctrina, sino que es la Verdad real de la salvación.
Todo el mundo debe pensar en la muerte, aunque a diferentes niveles. ¿Por qué? Porque la Biblia nos dice que está establecido para los hombres que mueran una vez, y el problema más grave es que esto sería seguido por el juicio de sus pecados (Hebreos 9:27-28). Que la gente, una vez nacida en este mundo, tienen que morir una vez por el pecado es del todo cierto. Es sólo una cuestión de rutina para nosotros, el morir una vez, pero debemos pensar en cómo vamos a resolver el problema de la segunda muerte que sigue a la primera. Esta segunda muerte no es otra que el castigo eterno del infierno por nuestros pecados. El problema de esta segunda muerte había sido como una gran tarea asignada a la humanidad entera, pero ahora con la llegada de la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, este problema se ha resuelto todo. Todos nosotros sabemos muy bien que porque Jesús fue bautizado, derramó Su sangre sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos, todos estos problemas de la muerte y el pecado ya se han resuelto para nosotros, y que habrá resurrección para nosotros. Yo doy gracias al Señor, porque, al creer que Jesús ha resuelto nuestro problema de la muerte eterna al morir en nuestro lugar, ahora somos capaces de seguir a Dios por la fe, ya sin el peso de nuestras preocupaciones sobre nuestra propia muerte.
 
 

¿Sabe usted que Cristo Jesús ha resuelto el problema de la muerte para todos?

 
Jesús ha resuelto nuestro problema de pecado y la muerte. Él ha permitido una nueva vida a nosotros que creemos vivir para siempre. Si creemos en Jesús y en sus ministerios del agua y el Espíritu que Él cumplió para nosotros, podemos recibir todas estas bendiciones por la fe. En Juan 14:6, Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.” En Juan 11:25-26, Él también dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Creen esto?”
Aquellos que creen en Jesucristo vivirán, aunque sus cuerpos mueran, y los que viven y creen en Jesús no morirán jamás. Si aún estamos vivos cuando el Señor regrese, realmente vendremos ante Dios sin probar nunca la muerte. Si creemos en Jesús y si hemos resuelto este problema por la fe, entonces vamos a vivir de nuevo aunque nuestros cuerpos mueran. Y si vivimos a través de la Gran Tribulación que viene sin ser martirizados por el Anticristo, entonces, nuestros cuerpos también recibirán la vida eterna sin probar la muerte. Debemos dar gracias al Señor entonces por darnos la vida eterna también.
Cuando creemos en Jesús, debemos tener el problema de la muerte resuelto con el lavado del pecado. Todas estas cosas son resueltas al creer en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Piensen en ello ustedes mismos. ¿Cómo se ha resuelto su problema del pecado y la muerte? Que Jesús fue bautizado, fue crucificado para morir, y resucitó de entre los muertos, es por creer en esta Verdad de que nuestro problema de la muerte ha sido resuelto. La Cruz donde murió Jesús no es sólo simbólica, sino que es el lugar donde Jesús realmente resolvió el problema de nuestra muerte. El bautismo de Jesús resolvió nuestro problema de pecado; Su sangre sobre la Cruz resolvió el problema de la muerte y Su resurrección de entre los muertos, al darnos la vida nueva y eterna, resolvió el deseo humano de vivir para siempre. Para nosotros, Jesucristo es verdaderamente el Salvador, nuestra resurrección y la vida, el Señor que nos ha permitido resolver el problema del pecado, el problema de la muerte, y el problema de la vida eterna de una vez por todas. Por lo tanto, debemos creer que el Señor es el Salvador que ha resuelto el problema de la muerte eterna para nosotros.
Nuestro Señor dijo: “El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna.” Es porque la gente no cree en la Verdad de la vida y sigue siendo incapaz de resolver el problema de la muerte eterna que todos se están enfrentando, a la condena de sus pecados. Su vida de la carne acabará muerta sin ser capaces de resolver su propio problema de pecado. Todos recibimos esta primera vida, la vida de la carne, de nuestros padres. Es la providencia de Dios que esta vida es asignada primero para terminarse. Sin embargo, porque la gente ama tanto esta primera vida, no puede evitar el perder la segunda vida que les habría permitido vivir para siempre. Pero aquellos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, que Cristo Jesús nos ha salvado del pecado y resuelto el problema de la muerte y la vida eterna, aman la vida eterna. Ellos recibirán la vida eterna después, que es más preciosa que la primera vida que tiende a morir y a desaparecer.
Todos deben creer en Jesús el Salvador como su propio Salvador. Cuando reconocen por la fe que están destinados al infierno y creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, por esta fe serán capaces de tener las respuestas claras a todos los problemas del pecado, la muerte y la vida eterna. Se debe a que algunas personas se aman demasiado aún cuando están inevitablemente destinadas a morir, que no pueden recibir por la fe la remisión de los pecados dada por Jesús. Por consiguiente, rechazan el Evangelio que ha resuelto el problema de todos de la muerte y la vida eterna a través del bautismo que Jesús recibió y la sangre de la Cruz. Como ellos mismos se crecen demasiado, no pueden recibir la salvación que Dios les ha dado. Representante de estas personas es Buda, quien dijo: “Santo soy yo solo en todos los cielos y la tierra.” Tales gentes nunca se rinden en su esfuerzo por resolver el problema de la muerte por sí mismos. Dicho de otra manera, cada uno de ellos está tratando de convertirse en su propio salvador. Por lo tanto, terminarán siendo condenados al infierno para ser castigados por sus pecados para siempre y perder su vida real.
Todos nos amarnos a nosotros mismos más que a otros, porque somos egoístas por naturaleza. Sin embargo, hay alguien a quien debemos amar aún más que a nosotros mismos. Este alguien que debe ser el objeto de nuestro amor verdadero es Jesucristo, el Hijo de Dios. Él ha dado nueva vida a usted y a mí a costa de sacrificar su propia vida. Debemos creer en Jesucristo, que ha resuelto todos nuestros problemas del pecado, la muerte y la vida eterna que nos da su propia vida. Debemos creer en nuestro Señor que es más grande que nosotros. Esta es la fe correcta.
En estos días, sin embargo, mucha gente en este mundo no sabe y no puede creer que Jesús haya resuelto su problema de pecado y la muerte, aun cuando desean con entusiasmo tener este problema de la muerte resuelto. ¿Cuánta gente sabe y cree que Jesús les quitó toda la condena de sus pecados? Incluso personas tan famosas de la antigüedad como Genghis Khan, Alejandro Magno, Julio César y todos, fallaron en encontrar la manera de resolver el problema de la muerte y terminaron muriendo. A pesar de que tenían un poder inmenso y que hicieron muchos grandes logros en este mundo, todos ellos acabaron muriendo en una edad relativamente joven sólo para ser enterrados en la Historia. De esta manera, para todos, el problema de la muerte no pudo ser resuelto por ninguno. Innumerables filósofos han tratado de resolver este problema de la muerte, pero ninguno se dio cuenta de la Verdad.
Hoy, sin embargo, a través del bautismo que Jesucristo recibió y Su muerte en la cruz, ustedes se han dado cuenta de la Verdad que estas personas habían buscado después de tanto tiempo, la Verdad que permitió tener resuelto el problema de la muerte. ¿Qué tan asombrosa es esta Verdad? ¿Qué forma de fe tan veraz? ¿Qué vida eterna? Si sabemos que nuestro problema de la muerte ha sido resuelto por creer en los actos de justicia de Jesucristo para nuestra salvación, entonces podemos seguir al Señor con libertad, sin preocuparnos por el problema de nuestra muerte. ¿No es este el caso? A través de Su bautismo y la resurrección, Jesucristo ha resuelto nuestro problema de pecado y la muerte. ¿Qué otra cosa es esto sino una bendición realmente sorprendente?
Cuando Jesús estaba orando al Padre en el Jardín de Getsemaní, dijo: “Padre, sálvame de esta hora.” Jesucristo sabía muy bien lo doloroso que sería su muerte en la Cruz. Imagínense ustedes que fueran a ser crucificados a muerte por sus pecados. ¿Qué tan doloroso sería? ¿No tratarían completamente de evitar esto, si fuera posible? Jesús tuvo que morir en la Cruz, porque Él había asumido nuestros pecados a través de Su bautismo, pero porque Él también estaba en la carne débil de un hombre, quería evitar el castigo de la Cruz si fuera posible. Siendo tratado como un gusano, mas bajo que un ser humano, ridiculizado, y muriendo con grandes sufrimientos era lo que conlleva el castigo de la Cruz. Nuestro Señor evitó tal castigo para nosotros.
Fue para resolver nuestro problema de pecado y la muerte que el Señor murió en la Cruz. Nuestro Señor sabía muy bien que tenía que ser crucificado a causa de nuestro problema del pecado y la muerte. Por eso el Señor dijo: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” ¿Cree usted que Jesucristo ha resuelto nuestro problema del pecado y la muerte por ser crucificado, y que así como Él resucitó de entre los muertos, también nos ha resucitado de los muertos a través del Evangelio del agua y el Espíritu? El Señor nos ha dado la bendición de la vida eterna. La Verdad de que Jesús ha resuelto nuestro problema de la muerte, es la Verdad que todos, jóvenes y viejos, debemos creer. Los seres humanos son seres mortales: Una vez que nacen como pecadores, inevitablemente envejecen, se enferman y finalmente mueren una sola vez. Y después de eso, no pueden mas que enfrentar el juicio eterno de Dios por sus pecados. Es por ello que todos los pecadores deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando estaba hoy en el cementerio, he visto cómo el negocio funerario está en auge. Antes, solía haber algunos campos desolados todo alrededor del cementerio, pero estos fueron todos cambiados y convertidos en tumbas bonitas. Pero independientemente de cómo arreglaron las tumbas y fueron sus alrededores adornados hermosamente, ¿cuántos de ellos cree que realmente habían resuelto su problema de la muerte por la fe antes de morir? ¿Cuántos de ellos, en otras palabras, recibirían una nueva vida, vivirían de nuevo, y ascenderían con Dios cuando el Señor regrese a este mundo? ¿Cuántos han grabado las palabras “Una persona justa” antes de su nombre en las lápidas que se ponen en las innumerables tumbas? Pero en el epitafio del diácono Myungchan Kim, que había creído en el Evangelio del agua y el Espíritu, estaba escrito, “Diácono Myungchan Kim, un hombre justo, duerme aquí esperando el retorno del Señor.” Hermanos y hermanas, si muero antes que ustedes mientras sirva el evangelio, yo también quiero que mi epitafio se escriba de esta manera: “Rev. Paul C. Jong, un hombre justo, duerme aquí esperando el regreso del Señor y su resurrección.” Detrás de mi tumba, me gustaría que escribieran, “Esperando que la gente y siervos de Dios hagan sus obras y retornen pronto”, y en los lados, “Todo mundo, crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, y entonces, serán lavados de sus pecados.”
Doy gracias al Señor con mi fe por permitir que mi nombre sea escrito en el Libro de la Vida en el Reino de Dios, y por resolver el problema de la muerte y el pecado. Todos deben ahora tener el problema de su muerte resuelta creyendo en el bautismo y la muerte de Jesús. Escribo esto, estando por terminar la semana de la Pasión y a punto de entrar la Semana Santa. Hay muchos cristianos que ayunan durante la Semana de la Pasión. ¿Les gustaría también ayunar, para que ustedes mismos experimenten algunos aspectos del sufrimiento que Jesús soportó? Sin embargo, lo que es más importante que esto es creer que el Señor ha muerto para resolver el problema de nuestra muerte. Es por creer en esto, que nuestros corazones están agradecidos.
Ahora, no importa cuando muramos, vamos a ir con el Señor. Nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no nos importa exactamente cuándo vamos a ir con Él. ¿Por qué? Porque el problema de la muerte ya ha sido resuelto con fe. Todo lo que tenemos que hacer es ir con el Señor cuando Él nos llame, pues ya hemos recibido la vida eterna por la fe. Para nosotros que creemos en el Evangelio que da la vida, del agua y el Espíritu, el Señor ha dado la vida eterna. Porque nuestra resurrección ya se nos ha dado, lejos de preocuparnos o sufrir por el problema del pecado y de la muerte, por el contrario, mejor damos gracias a Dios.
Nuestro Señor dijo: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Jesús dijo que su Padre honraría a los que le sirven. Además, como Él dice que los que sirven al Señor también estarán donde El está, si creemos en el evangelio del agua y el Espíritu y le servimos, todos vamos a irnos a donde el Señor está. Esto es por lo que los justos no se preocupan cuando mueren siempre que hayan difundido completamente el Evangelio del agua y el Espíritu. Si los justos son demasiado perezosos y no lo suficientemente fieles para dar muchos frutos, aunque el Señor les haya permitido hacer las obras de Dios, entonces sufrirán del corazón. Cuando se viene a difundir el Evangelio del agua y el Espíritu que servimos, con sólo prestar suficiente atención, todos podemos cumplir bien con tales obras. Sólo lamentamos que no nos hayamos dedicado con todo nuestro corazón y sido fiel a ellas. Quiero servir fielmente al Señor, pero me arrepiento de no haber sido totalmente fiel. ¿No es usted así también?
Sé que mucho arrepentimiento puede surgir cuando estamos haciendo las obras de Dios. Pero cuando tales pensamientos vienen a nuestras mentes, preguntándonos cómo hubieran sido las cosas si hubiéramos hecho ciertas cosas de manera diferente, todavía estamos decididos a agradar a Dios difundiendo con audacia y firmeza el evangelio del agua y el Espíritu hasta el final. Si no queremos tener mas remordimientos más tarde por no ser fieles a las obras del Señor, entonces tenemos que servir al Evangelio, incluso mejor, hasta el día que el Señor ya no permita más que el Evangelio se extienda en este mundo. Yo quiero que hagan las obras de Dios ahora, cuando ustedes sean capaces de servir al Evangelio del agua y el Espíritu para la felicidad de su corazón, sin ningún tipo de arrepentimiento. Mi esperanza es que no lamenten, cuando el plazo establecido por el Señor llegue y nos diga que dejemos de difundir el Evangelio.
En cuanto a mí, creo que voy a terminar lamentando si no soy fiel ahora, en este preciso momento. Incluso si me arrepiento cuando el tiempo de la tribulación llegue, sólo me dolería el corazón, porque todos mis pesares serían en vano, y no podría deshacerme de ellos. Aunque mi corazón está contento por recibir la remisión del pecado, quiero esparcir el Evangelio lo mas posible ya que el Señor me ha concedido la oportunidad, la capacidad y el tiempo para servir las obras de Dios, o de lo contrario acabaría lamentándolo. Debo reconocer que soy un poco insuficiente, pero todavía no quiero vivir una vida llena de arrepentimientos. Habiendo vivido mi vida para recibir al Señor, servirle y seguirlo, he decidido no convertirme en alguien que se lamente. Esta es la razón por la que hago las obras del Señor, aunque pueda ser insuficiente. Y de verdad, tengo muchas debilidades en mí, Pero como realmente quiero llegar a ser alguien que no tiene ningún remordimiento, estoy tratando de hacer lo que tengo que hacer, independientemente de mis defectos.
El problema de la muerte para ustedes, para todos los Santos y siervos de Dios, ha sido ahora resuelto por el Señor. Creyendo que el Señor nos ha resuelto el problema de la muerte, yo le agradezco una vez más. Me siento tan agradecido de que este precioso concepto, la gloria, y los frutos bendecidos sean por el hecho de que el Señor fue crucificado. Debido a que Jesucristo cayó en el suelo y se convirtió en el fertilizante que resolvió nuestro problema de la muerte, usted y yo que creemos que han nacido los frutos de tener todos los problemas de la muerte resuelta.
Doy gracias a Dios. Nuestros corazones están entristecidos en algunos momentos luchando, y son a veces atrapados por pensamientos carnales. Pero al creer en el Señor, que ha resuelto nuestro problema de la muerte, tenemos que superar todas estas cosas. Con nuestra fe en el Señor, tenemos que superar todas las debilidades que nos atan. Al creer que el Señor ha cumplido su misión de resolver todos los problemas del pecado y la muerte, podemos llegar a ser vencedores. A pesar de que nuestra carne es imperfecta, todavía podemos triunfar con la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu, todos nosotros nos hemos convertido en Santos.
Ahora que creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, debemos vivir siguiendo al Señor. Creyendo que el Señor nos ha resuelto el problema de la muerte al ser bautizado y sangrado a muerte en la Cruz, es correcto que nosotros nunca nos volvamos a preocupar por nuestro problema de la muerte, sino darle gracias a Dios, por el contrario, por resolver el problema del pecado y la muerte y darnos vida eterna. Espero que todos ustedes crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y vivan el resto de sus vidas sin tener ningún remordimiento ante de Dios.
Oro por que vivan sus vidas creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el día que estén ante el Señor. Para aquellos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, creo que Dios ha dado el perdón de los pecados y la vida eterna. ¡Amén! ¡Aleluya!