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Tema 19: Efesios

[Capítulo 6-2] Resistan las asechanzas de Satanás (Efesios 6, 10-17)

Resistan las asechanzas de Satanás(Efesios 6, 10-17)
«Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad., pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios».
 
 
Los santos deben ser fuertes en sus corazones. Como estamos viviendo en estos tiempos, debemos vivir por nuestra fe fuerte en la justicia del Señor. Sin embargo, el problema es que los santos e incluso los siervos de Dios tienden a ser débiles. A veces incluso los santos tienen que ser fríos por el Evangelio, porque cuando no pueden serlo, no pueden ser utilizados por Dios como Sus instrumentos para Su obra justa. Si permiten que su corazón sea débil, no podrán llevar a cabo la obra justa de Dios correctamente. Si los siervos y los santos de Dios son débiles, no pueden correr hacia Dios sin dudar. Por tanto, es muy importante que los siervos y los santos de Dios refuercen sus corazones con su fe en Dios. Además deben tener el temor de Dios en sus corazones.
Todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en esta era presente deben tener una fe firme y un cuerpo fuerte. Esto se debe a que si los siervos de Dios y los santos son débiles, seguramente se comprometerán con este mundo, y les será más difícil seguir la justicia del Señor hasta el final. No importa lo que diga la gente, porque todos nosotros debemos ser fuertes en nuestro conocimiento y fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe fuerte es absolutamente indispensable para poder vencer a todos los enemigos que se oponen a la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y para nunca rendirnos.
El Apóstol Pablo dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo» (Efesios 6, 10-11). Algunas personas dicen que tengo una voluntad fuerte cuando ven mi fe. Pero la fuerza de mi fe no viene de mi personalidad, sino del Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que si mi fe no la refuerza Dios y Su Evangelio del agua y el Espíritu, acabaré arrodillándome en frente de mis enemigos.
Si no fuese por mi fe profunda en la justicia de Dios y en mi temor sincero de Dios, ya habría dejado mi ministerio. Pero como el Señor me ha dado esta fe fuerte en el Evangelio del agua y el Espíritu y el corazón para temer a Dios, pude contestar a mi llamada de predicar el Evangelio por todo el mundo. No podría haber seguido al Señor de ninguna manera si no fuese por mi temor de Dios y mi fe en Su justicia. Hay un proverbio en Corea que dice: «El tren se mueve por muy alto que ladre el perro». Así que incluso cuando me enfrento a muchos enemigos, les digo: «Podéis ladrar todo lo que queráis, pero yo voy a seguir por el camino de la Verdad». No importa lo que diga la gente, porque todos nosotros debemos caminar por nuestra fe en Dios y en Su Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, cuando nos miramos a nosotros mismos, no debemos hacerlo de manera subjetiva, sino a través de los ojos de Dios. Estamos dando testimonio de la Verdad, de que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de salvación, y no solo el Evangelio de la Cruz. Así que podemos correr hacia la meta que Dios ha establecido si tenemos un corazón y una fe fuertes. Solo entonces podremos alcanzar la meta que Dios quiere que todos alcancemos.
Hemos podido vivir por esta fe hasta ahora gracias al Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado y la fe que nos hace temer a Dios. Esto es bastante obvio. Hemos podido servir a Dios no solo porque tenemos una voluntad fuerte o una personalidad resistente, sino porque nos hemos convertido en soldados de Dios a través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia del Señor. Hemos mantenido esta fe hasta este día, y debemos seguir viviendo confiando en la justicia del Señor.
¿Saben cuánta gente se opone a nosotros e intentar evitar que sigamos a nuestro Señor y Su justicia? ¿Saben lo feroces que son esos detractores y como se levantan contra nosotros para derrumbarnos? Pero aún así, nunca nos hemos rendido ante ellos. En cuanto a nuestra fe en la justicia de Dios, nunca nos hemos rendido con cobardía ante nadie, sino que siempre la hemos defendido. El Apóstol Pablo dijo: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza» (Efesios 6, 10). Este pasaje claramente nos enseña a reforzarnos confiando en la justicia del Señor.
Estamos luchando contra todos los que se oponen al Evangelio del agua y el Espíritu para defender nuestra fe. Cuando nos atacan sin piedad nuestros detractores, ¿creen que debemos sonreírles y no resistirnos a ellos? No, debemos vencerles por nuestra fe. Nuestros corazones deben ser fuertes para luchar contra estos enemigos de la justicia de Dios y para decirles que su fe es incorrecta.
Si son débiles de corazón aunque crean en el Evangelio del agua y el Espíritu, acabarán rindiéndose a los enemigos de la justicia de Dios. Esto es lo que les ha pasado a muchos santos débiles. Así que nosotros o debemos dejar que nuestra fe sea débil. No solo es un grave pecado dejar que nuestros corazones se debiliten ante Dios, sino que además esto nos convierte en Sus enemigos. En vez de alabar la justicia de Dios, las personas así de débiles acaban convirtiéndose en enemigos de Dios y al final se levantan contra Su justicia. El Señor, refiriéndose a los fariseos, dijo a través del Apóstol Pablo: «Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios» (Romanos 10, 3). Todos nosotros debemos grabar la Palabra de Dios en nuestros corazones y levantarnos contra los enemigos hipócritas con valor por fe. Es un grave error que el pueblo de Dios sea débil de corazón.
 
 

Debemos levantarnos con nuestra fe inamovible y hacer la obra de Dios

 
Los justos deben usar su fe en la justicia de Dios contra todos sus enemigos, ya sean fuertes o débiles. Esto se debe a que tenemos esta tarea de guiar hacia la Verdad de salvación a todos los que no han recibido la remisión de los pecados. Para ello, debemos estar firmes por fe ante la justicia de Dios. La tarea más importante del pueblo de Dios y Sus siervos es hacer Su obra, y para hacer Su obra, deben tener sabiduría, fe, temor a Dios, paciencia y trabajo duro. Aunque la gente de este mundo se enfrente a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos trabajar aún más duro para llevarlos a Cristo confiando en la justicia de Dios. Para conseguir esto debemos tener una fe aún más firme.
Ningún santo puede seguir la justicia de Dios si su fe en esta justicia de Dios es demasiado débil. Deben recordar esto. Nuestros corazones deben tener fe en la justicia de Dios, y nuestras mentes deben estar puestas en la justicia de Dios. Para vivir con fe, debemos decidirnos a seguir la justicia de Dios.
Para hacer la obra de Dios correctamente, no debemos dejar que nuestra fe en la justicia de Dios se debilite. No podemos permitirnos ser débiles en este mundo tan malvado si queremos vivir confiando en la justicia de Dios. Nuestra fe debe ser fuerte. Quiero que su fe en la justicia de Dios se haga fuerte, incluso más fuerte que sus cuerpos. Todos debemos hacernos más fuertes con nuestra fe en la justicia del Señor.
Nuestras circunstancias temporales pueden cambiar fácilmente. Hay días ventosos, días nublosos, soleados y lluviosos. Del mismo modo en que el día y la noche pasan constantemente, la situación actual de nuestras vidas cambia constantemente. Sin embargo, mis queridos hermanos, nuestras vidas de fe se viven confiando en la justicia de Dios y no deben cambiar. Cuanto más difíciles sean nuestras vidas, más fuerte deberá ser nuestra fe en la justicia de Dios. Así que no debemos tener miedo de las tormentas que se nos presentarán en el futuro, porque cuanto más fuerte es el viento, más lejos se propaga la fragancia del Evangelios, como está escrito en el Cantar de los Cantares:
«Levántate, Aquilón,
y ven, Austro; Soplad en mi huerto,
despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta» (Cantar de los Cantares 4, 16).
Mis queridos hermanos, si de verdad tienen fe en la justicia del Señor, cuanto más difíciles sean las circunstancias de nuestras vidas, más confiaremos en la justicia de Dios. Cuando nuestras circunstancias físicas son cómodas, nos cuesta hacer la obra de Dios, no cuando son demasiado difíciles. Todos debemos orar a nuestro Señor para que nos dé una fe fuerte en Su justicia, y debemos pedirle sin cesar que nos ayude a vivir por fe. Debemos vivir por nuestra fe en la justicia del Señor y la voluntad de Dios, siempre reforzándonos en el Señor. Por el poder y la fuerza del Señor somos fuertes; y por nuestra fe en la justicia del Señor podemos vencer a todos los enemigos.
 
 

Dios nos dijo: «Estad firmes contra las asechanzas del diablo» (Efesios 6, 11)

 
¿Qué debemos hacer para estar firmes contra las asechanzas del Diablo? Debemos revestirnos de la armadura de Dios por fe. Pablo dijo aquí en Efesios 6, 11-12: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Después continuó en el versículo siguiente: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (Efesios 6, 13). El Señor nos dijo claramente que estuviésemos firmes contra las asechanzas del Diablo.
La Biblia también nos dice que no estamos luchando contra sangre y carne. Esto significa que nuestra lucha no es contra fuerzas físicas y violencia humana. El Señor nos dijo que luchásemos contra principados espirituales de maldad en las regiones celestiales. ¿Quién es el enemigo contra el que deben luchar los justos? El enemigo en nuestra batalla es el Diablo. No debemos tener miedo del Diablo o desfallecer ante él. Satanás está obrando en este mundo junto con los gobernadores de la oscuridad en estos tiempos. La gente está siendo gobernada por el Diablo.
Por tanto debemos levantarnos contra Satanás por nuestra fe en la justicia de Dios. Esto se debe a que el Señor nos dijo que confiásemos en la Palabra de Dios, la entendiésemos por fe y nos levantásemos contra el Diablo. Satanás tiene el poder de gobernar sobre todo en este mundo. Todas las instituciones de este mundo están sujetas a Satanás, y el Diablo está obrando a través de estos instrumentos de control. Por eso no tenemos otra opción que luchar contra todos los que están bajo el control de los espíritus malignos.
 
 

Dios nos dijo que nos levantásemos contra el Diablo con la Palabra de Dios

 
Está escrito en Efesios 6, 16-17: «Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios». El Señor nos dijo claramente que luchásemos contra Satanás con la Palabra de Dios. Nos está diciendo que nos levantemos contra los siervos de Satanás confiando en la Palabra de Dios. También nos dijo que tomásemos en escudo de la fe sobre todo en nuestra batalla contra el Diablo.
¿Qué significa tomar el escudo de la fe en nuestra batalla? Significa que debemos luchar contra los siervos de Satanás por nuestra fe en la Palabra de Dios. Una de las características de la obra de Satanás es la división. Los dardos del fuego maligno del que habla el pasaje de las Escrituras implican que estamos en guerra. Satanás lanza los dardos del fuego maligno de condena a todos los pecadores para esclavizarlos y atarlos al pecado. Por eso estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de que Jesús ha borrado todos los pecados del mundo para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto debemos borrar los pecados de todo el mundo con el Evangelio de Verdad, que es la espada de la Palabra de Dios.
En las guerras modernas, el ejército atacante suele empezar su ataque bombardeando el campamento enemigo. Después de la campaña aérea, las tropas de tierra barren al resto de los enemigos y ocupan la tierra.
La obra que estamos haciendo ahora por el Evangelio del agua y el Espíritu es similar a la que hacen las tropas de tierra. Jesús ya ha borrado todos los pecados del mundo para siempre con Su obra justa de salvación. El Señor ha erradicado completamente todos los pecados del mundo para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que estamos haciendo es predicar estas noticias a todo el mundo. En otras palabras, nuestro Jesús ya ha lanzado un ataque contra Satanás con el Evangelio del agua y el Espíritu, y lo único que tenemos que hacer es entrar en el campo de batalla espiritual de este mundo, predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, y liberar de la condena de sus pecados y del poder de Satanás a todos los que crean en este Evangelio. Al hacer esto podemos «apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6, 16) como el Señor nos lo ha pedido.
 
 

Satanás agita los corazones de las personas con sus trucos

 
El Diablo envenena las almas de la gente con sus trucos. Satanás es tan astuto con su decepción que muchas personas viven tranquilamente sin darse cuenta de que están siendo engañadas por el Diablo. Satanás es el manipulador del corazón humano que hace que los seres humanos se vuelvan pecadores sucios. Está intentando engañarnos para que abandonemos la Verdad a cambio de los placeres carnales. Está haciendo todo lo posible por evitar que la gente vaya al Evangelio del agua y el Espíritu. Satanás obra en los seres humanos prometiendo prosperidad carnal, incitando a reemplazar la Verdad con los placeres carnales. El resultado final es la muerte cierta para las almas humanas.
Esto es tan evidente cuando vemos cómo Satanás intenta obrar entre los justos y los no creyentes. Es cierto que a menudo tenemos que superar las pérdidas materiales mientras predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, el único deseo que tenemos los redimidos es mantenernos firmes confiando en la Palabra de Dios, para nunca ser esclavizados por el Diablo, y para vivir como siervos de la justicia de Dios. Además queremos esto para todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, que están siguiendo nuestros pasos.
Mientras que nosotros estamos predicando el Evangelio a todo el mundo, Satanás y sus siervos están intentando engañar a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al engañar a estas personas con doctrinas cristianas falsas, el Diablo les está impidiendo encontrar la justicia de Dios. Sin embargo, mientras tengamos fe en la justicia de Dios en todas las cosas, podemos levantarnos contra Satanás y vencerle. Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu para poder prosperar tanto en cuerpo como en alma. Por eso, como quiero que florezcan a los ojos de Dios, les estoy pidiendo que se unan a Sus siervos. Así podrán evitar que Satanás se plante en sus corazones y su fe.
Yo pienso en los siervos de Satanás como necios porque no pueden reconocer a la Iglesia que está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. En vez de reconocer la Iglesia de Dios, piensan que es igual que cualquier otra iglesia de este mundo. Incluso cuando comparan diferentes iglesias, están confusos y no pueden distinguir a la verdadera Iglesia del resto de las demás iglesias falsas. Hay algunas personas, incluso en la Iglesia de Dios, que todavía no se han decidido a vivir exclusivamente por el Evangelio y están pensando en abandonar la Iglesia. Nosotros no podemos hacer otra cosa a parte de decirles: «Han recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que pertenecen al Señor ahora. La Iglesia es donde deben estar. Pero si quieren abandonar la Iglesia de Dios, vayan donde quieran. Lo que está claro es que tienen que ir a una iglesia que predique el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero recuerden que este Evangelio no se predica en ninguna otra iglesia. Aún así, ¿quieren ir a otra iglesia aunque no predique el Evangelio del agua y el Espíritu? Si eso es lo que quieren, no puedo impedírselo».
Por supuesto, nos duele en el corazón decir estas cosas. Pero no estamos atados a ninguna persona que no valore el Evangelio real. Después de todo podemos predicar este verdadero Evangelio a otra alma que no lo conozca. Como estamos haciendo la obra de Dios, estamos seguros de que Dios nos dará más siervos entre los santos nacidos de nuevo del mundo si se necesitan. Estamos seguros de que Dios nos dará más almas y más obreros. Incluso entre los que profesan creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hay todavía personas que no reconocen la Iglesia de Dios. Mientras que hacemos todo lo posible por pedirles que se queden en la Iglesia de Dios, si se niegan en rotundo a escucharnos, no podremos pararles.
Ahora mismo, la Iglesia de Dios está trabajando duro para salvar a todas las almas perdidas de los pecados del mundo. Pero no estamos trabajando para juntar a la gente que odia la justicia de Dios. Estas personas no tienen nada que ver con nosotros, quienes creemos de verdad en Dios. Pero a los falsos profetas avaros de este mundo no les importa si la gente cree o no en la justicia de Dios, ya que Satanás les incita a reunir a gente y explotarla para enriquecerse a su costa. Por ejemplo, hace tiempo había un líder en Corea que hacía mucho hincapié en las ofrendas, y cuando había nuevos miembros en la iglesia, insistía en predicarles el evangelio personalmente siempre y cuando fueran ricos. De hecho, dijo que el Evangelio debía predicarse en primer lugar a los ricos, y justificaba esta afirmación diciendo que una iglesia pobre no podría predicar el Evangelio de manera efectiva. Su lógica era que tener miembros ricos equivalía a tener una iglesia rica, y una iglesia rica produce más miembros. Así que este líder acumuló una gran cantidad de riquezas para sí mismo, pero acabó siendo inútil espiritualmente.
Además, este líder pensaba que cuando la congregación oraba a Dios durante el servicio religioso, él tenía que orar en nombre de toda la congregación. Así que siempre se aseguraba de que era la única persona que oraba durante el servicio, mientras que los demás repetían amén. En este tipo de iglesias nadie tiene que orar en voz alta o decir el nombre del Señor. De alguna manera puede parecer que este tipo de iglesias son más ordenadas y organizadas que la nuestra. Pero le falta la Verdad, como el Señor nos dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7, 7). Pero así es como Satanás está obrando a través de muchos cristianos hoy en día, mediante la avaricia.
 
 
Empiecen su batalla de fe
 
El Señor dijo que es una batalla de fe que los santos no se rindan ante el poder y las palabras del Diablo, y que prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu sin cesar. Nuestra batalla espiritual consiste en salvar a las almas de la gente de sus pecados. Estamos haciendo esta obra de salvar a las almas con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. El que estemos luchando contra el Diablo significa que estamos salvando a la gente a través del verdadero Evangelio, sin rendirnos nunca ante los falsos evangelios.
Nuestra batalla espiritual no se libra mediante nuestras pasiones humanas, aunque claramente esto es lo que prefiere el Diablo, ya que le gusta cuando estamos llenos de nuestras pasiones y confiamos en nuestras fuerzas para luchar contra él. El Diablo también se complace cuando buscamos las riquezas carnales en vez de servir y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Le encanta cuando confiamos en nuestras fuerzas carnales para vivir. La intención de Satanás es hacernos creer que las victorias que hemos conseguido se deben a nuestro sudor y trabajo. Cualquier persona que busque las riquezas de la carne aunque se llame a sí mismo siervo de Dios, no es más que un siervo de Satanás. Es mejor que la Iglesia de Dios no tenga este tipo de gente en ella.
Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos regocijamos cuando predicamos la justicia de Dios en nuestras vidas. Así que debemos vivir por la gracia de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu siempre. Debemos luchar por el Evangelio del agua y el Espíritu y no rendirnos ante nuestros enemigos. Para ello debemos seguir la voluntad de la Iglesia.
Sin embargo, el problema es que algunas personas que están dentro de la Iglesia de Dios están más preocupadas con sus propios asuntos que con la obra de Dios. Podemos encontrar el típico ejemplo de esto en 3 Juan 9: «Pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe». La única meta de este tipo de personas es encontrar una manera de exaltarse a sí misma y elevar su nivel en la Iglesia de Dios, y esto solo significa que ha caído en las artimañas de Satanás.
 
 

Para alcanzar la victoria debemos armarnos con la Palabra de Dios

 
Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos obligados a enfrentarnos a Satanás, y el resultado de esta batalla dependerá de si confiamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Para ganar esta batalla, debemos tomar la Palabra de Dios. La Biblia dice que la Palabra de Dios es como una espada. También es crucial tomar el escudo de la fe en nuestra batalla espiritual. Cuando Satanás intenta engañarnos con sus mentiras, debemos detectarlas con la Palabra de Dios y enfrentarnos al Diablo por fe.
El Evangelio en el que los cristianos de hoy en día creen no es el verdadero Evangelio de Dios, es decir no es el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero la voluntad de Dios es que todos los cristianos crean en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso estamos haciendo esta obra de Dios para todas las almas perdidas.
También es la voluntad de Dios que formemos nuevos obreros que prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu como siervos de Dios. Los siervos de Dios no hacen su trabajo para ganar dinero. Así que es malvado subestimar a los siervos de Dios que predican el Evangelio del agua y el Espíritu. Eso no es hacer la obra de Dios. La obra que hacemos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es la obra de Dios, no la obra del Diablo. Todos los que no viven por el Evangelio del agua y el Espíritu, caerán en la tentación de Satanás.
La Palabra de Dios es absolutamente indispensable para poder detectar las mentiras y los planes malvados de Satanás. Mediante la Palabra de Dios podemos pensar y juzgar correctamente. Cuando vemos lo que está pasando en la Iglesia, mediante la Palabra de Dios podemos distinguir si es la obra del Espíritu Santo o no.
La mayoría de las iglesias intentan acumular riquezas y expandir su influencia. Satanás utiliza a los pastores avariciosos para su obra. Cuando vemos lo que Satanás ha estado haciendo hasta hoy, nos damos cuenta de que siempre ha obrado de esta manera. La palabra potestades que aparece en el pasaje de las Escrituras de hoy se refiere a los gobernantes de las naciones. Cuando miramos la obra de Satanás, podemos ver que el Diablo trabajó a través de los gobernantes de este mundo, tanto en los días del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Durante la era de la Iglesia Primitiva, todos los Apóstoles creyeron y predicaron el Evangelio del agua y el Espíritu. Muchas personas de aquel entonces escucharon el Evangelio del agua y el Espíritu de la boca de los Apóstoles. El Evangelio que predicaron los Apóstoles con todas sus fuerzas en los días de la Iglesia Primitiva no es otro que el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, para obstaculizar la Vedad predicada por los Apóstoles, Satanás utilizó el poder de un hombre llamado Constantino. Cuando este hombre se convirtió en emperador de Roma, aceptó el cristianismo como religión del Estado. Como ahora la vida era mucho más fácil para los cristianos, Constantino pudo debilitar sus corazones e incitarles a comprometerse con las autoridades seculares de este mundo. Así es como obra Satanás.
Pablo nos avisó podemos «apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6, 16), y esto significa que debemos detener los ataques de Satanás confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos dio. Satanás está intentando extinguir la Verdad y la verdadera fe con sus artimañas malvadas. Incita los deseos carnales de nuestros corazones constantemente. Nos hace tener avaricia carnal para que podamos ser tentados para solo buscar el éxito carnal. En otras palabras, el Diablo nos incita a prestar más atención a incrementar el número de la congregación que a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a las almas perdidas.
La mayor tentación cuando predicamos en la Iglesia de Dios es la de incrementar la congregación. Si nuestros ministros no tienen cuidado, podrán caer fácilmente en esta tentación y acabar prestando mucha más atención a cómo incrementar la congregación más que a cómo vivir una vida de fe ante Dios. Satanás ha estado utilizando este truco durante mucho tiempo, y hasta cierto punto ha tenido éxito. Incluso ahora sus siervos están utilizando el mismo truco. Hay demasiadas personas engañadas por estas artimañas sucias y malvadas de Satanás.
Pero debemos tomar la Palabra de Dios viva por fe, utilizar el escudo de la fe y así superar todas las artimañas sucias del Diablo. Ninguno de nosotros debería cometer este error. Los siervos de Dios no deben estar preocupados por el tamaño de su congregación. Si Dios nos trae más almas, estaremos agradecidos, y si no es así, debemos orar por las almas perdidas y buscarlas. ¿Y ustedes? ¿Salen a buscar almas perdidas? ¿O están contentos con su situación porque piensan que ya han hecho lo suficiente? Todos nosotros debemos salir a buscar almas perdidas y trabajar duro para salvarlas. Debemos tomar la Palabra de Dios por fe para atacar y extinguir la obra del malvado. No debemos caer el la auto complacencia y en los deseos carnales.
La Biblia dice que debemos tomar la Palabra de Dios para que podamos «resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (Efesios 6, 13). Como dice este pasaje, es absolutamente indispensable que sigamos a Dios y vivamos por fe. Solo cuando caminamos por fe a los ojos de Dios podemos estar firmes sin vergüenza cuando llegue el día de presentarse ante el Señor.
No es justo elevarnos a nosotros mismos mientras afirmamos hacer la obra de Dios. Quien pertenezca a Dios debe intentar salvar a otras almas confiando en la justicia de Dios. Todos nosotros debemos tomar la Palabra de Dios y con esta fe salvar a tantas almas como nos sea posible. Nuestra batalla no es física, sino espiritual. Es una batalla de fe. Estamos luchando por la Verdad, para defender nuestra fe en la Palabra de Dios. Lo que importa no es cómo incrementar nuestras congregaciones, sino nuestra capacidad de salvar a las almas que están sufriendo bajo el dominio de Satanás ahora.
No fuimos nosotros los que amamos a Dios, sino que fue Dios quien nos amó primero. Pero aunque Dios nos ama a todos, si buscamos satisfacer nuestros propios intereses en vez de compartir el amor de Dios con los demás, acabaremos siendo charlatanes sin escrúpulos. El Diablo malvado se asegurará de que esto nos ocurra.
Para resistir las artimañas del Diablo, debemos ponernos toda la armadura de Dios al creer en Su Palabra. Las artimañas de Satanás son malvadas y astutas. Para vencer estas artimañas malvadas debemos ponernos toda la armadura de Dios por fe y estar firmes ante el Diablo. Aunque el Diablo malvado nos quiera tentar para que creamos que el Evangelio de la vida se predicaría más eficientemente si nuestra influencia crece, esto no es verdad. Satanás está intentando engañarnos para que nos obsesionemos sobre cómo incrementar nuestra influencia en el mundo. Con este truco, está intentando engañarnos para que pensemos que debemos confiar en nuestras propias fuerzas para predicar el Evangelio de la vida. Pero caer en esta tentación es rendirse ante las artimañas malvadas del Diablo.
La Palabra de Dios no se predica mediante la influencia en una congregación numerosa. Debemos tomar la Palabra de Dios por fe, y al confiar en esta Palabra debemos convertir a los pecadores y salvar sus almas. Sin embargo, el problema es que todavía hay gente en la Iglesia de Dios que piensa que está viviendo por fe pero ni siquiera saben que murieron en Cristo. Debemos enseñarles a estos santos que han muerto en Cristo por sus pecados, y que ahora se han levantado con Cristo. Es absolutamente importante que formemos a nuestros santos para que vivan una vida de fe auténtica. Debemos seguir predicando el Evangelio de vida de Jesucristo para salvar a tantos pecadores como sea posible. Esta es la obra de Dios.
La Iglesia de Dios es el lugar donde los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se reúnen, y cuando la influencia de la Iglesia aumenta, y esto suele atraer a más almas. Pero hay una desventaja, y es que la gente que acude en masa a la Iglesia de esta manera suelen ser taras y no trigo.
Por tanto, cuando hay nuevos creyentes que quieren unirse a nuestra Iglesia, es muy importante que examinemos su fe detenidamente para asegurarnos de que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Satanás siempre ha obrado en el nombre de Jesús hasta la fecha, y seguirá haciéndolo en el futuro. Con sus artimañas malvadas, el Diablo seguirá tentándonos para que luchemos contra carne y sangre en vez de contra nuestros enemigos espirituales. Por tanto, al luchar nuestra batalla espiritual, es absolutamente crucial que sepamos qué tipo de trucos malvados utiliza Satanás, y veamos a través de estos trucos que utiliza en sus artimañas. La meta del Diablo es evitar que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu a más gente.
Así que si alguien intenta tentarnos para que nos elevemos a nosotros mismos y quiera evitar que sirvamos a la justicia de Dios, sabemos que esta persona no es un siervo de Dios. Estas personas nos incitan a gratificar nuestros deseos carnales y servir a los hombres más que a Dios, y al hacer esto, están ayudando a Satanás a cumplir su meta, que es obstaculizar nuestro ministerio de predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Todos debemos darnos cuenta de esto.
Por eso el Apóstol Pablo nos dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy que nos pusiéramos la armadura de Dios. Pablo nos dijo esto para que pudiésemos soportar el día malvado y estar confiados en la presencia del Señor después de haber hecho toda la obra de Dios. Por eso Pablo nos dijo que tomásemos la armadura de Dios. El que debamos ponernos la armadura de la Palabra de Dios significa que debemos creer en ella y el que debamos tomar la Palabra significa que debemos luchar nuestra guerra espiritual confiando en la Palabra de Dios.
Así que les pido que no intenten hacer la obra de Dios confiando en sus facultades humanas, ya sea su elocuencia o su inteligencia. Deben obrar confiando en la Palabra de Dios. Todos nosotros debemos creer en la Palabra de Dios, hacer que esta Palabra sea el estándar que gobierne todos los aspectos de nuestro ministerio, y luchar por servir la justicia del Señor según la Palabra. Esto se debe a que Satanás está intentando constantemente engañar a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu para que vivan una vida carnal. El Diablo está siempre buscando una oportunidad para hacernos caer en los deseos carnales. Esto significa que Satanás está intentando que nos dejemos llevar por las corrientes de este mundo y caer en la justicia del hombre en vez de someternos a la justicia de Dios.
Por tanto, debemos estar firmes ante las artimañas malvadas del Diablo con la Palabra de Dios hasta que venzamos victoriosos. En vez de intentar establecer nuestra justicia y exaltarnos a nosotros mismos, debemos confiar en la justicia del Evangelio y exaltar a Dios. Para conseguir esto, debemos luchar contra el Diablo con el escudo de la fe y la armadura de la Palabra de Dios en nuestra batalla espiritual.
 
 

La verdadera fe está basada en la Palabra escrita de Dios

 
Todos nosotros somos más que capaces de estar firmes ante Satanás siempre y cuando luchemos nuestra batalla espiritual creyendo en la Palabra de Dios. Sin embargo, si no pueden confiar en la Palabra de Dios, no podrán evitar caer en la tentación del Diablo. Solo cuando tenemos una fe inamovible en la Palabra de Dios podemos rechazar las tentaciones de Satanás y estar firmes ante él cuando nos ataca. Por tanto es absolutamente indispensable que tengamos fe en la Palabra de Dios cuando nos enfrentamos a los siervos de Satanás.
Si no tenemos la Palabra de Dios en nuestros corazones como el barómetro de nuestra fe, será imposible distinguir lo que es correcto de lo que no lo es, y por tanto perderemos nuestra batalla espiritual. Cuando luchen su batalla espiritual, primero tiene que distinguir a sus enemigos, y saber cómo de malvados son antes de enfrentarse a ellos. Si no pueden distinguir a sus enemigos espirituales, pensando que tienen una parte buena y una mala, no podrán luchar contra ellos con seguridad. En otras palabras, si piensan que no todo lo que dicen sus enemigos es incorrecto, no podrán luchar contra ellos con determinación, y por tanto les devorarán.
El Diablo no nos ataca solamente con cosas malvadas. A menudo Satanás utiliza la Palabra de Dios para engañarnos, la tuerce para que nos levantemos contra la justicia de Dios. Por tanto es absolutamente imprescindible que tengamos una fe firme en la justicia de Dios para resistir los ataques de Satanás. Debemos resistir al Diablo por fe en la Palabra de Dios, servir al Señor para predicar Su Evangelio, servir a la Iglesia y a las demás almas.
 
 

La Iglesia de Dios es la única que contiene la Palabra de Dios, el Espíritu Santo y la verdadera fe cristiana

 
Como todos nosotros creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, tenemos la Palabra de Dios y el Espíritu Santo en nuestros corazones. La Iglesia de Dios es la única que predica el Evangelio del agua y el Espíritu con el Espíritu Santo y la Palabra de Dios que residen en ella. En la Iglesia de Dios pueden encontrar la verdadera fe en la Palabra de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu.
Después de advertirnos «vestíos de toda la armadura de Dios» (Efesios 6, 13), el Apóstol Pablo siguió diciendo: «Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar» (Efesios 6, 16-20).
Pablo se llamaba a sí mismo un embajador en cadenas, porque en ese momento estaba encadenado y encarcelado en Roma. Solo cuando Pablo fue encadenado como un criminal pudo ir a Roma porque tenía que predicar la Palabra de Dios allí también. En otras palabras, el Apóstol Pablo estaba contento de estar encadenado por la voluntad de Dios porque podía predicar el Evangelio a los altos oficiales del Imperio Romano. Fue a Roma de buena gana encadenado aunque podría haber evitado esa situación. Así el Apóstol Pablo nunca trabajó por sus propios intereses carnales. ¿Para qué trabajó entonces? Siempre trabajó para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Todos nosotros debemos estar unidos a la Iglesia de Dios y estar firmes ante Satanás con la Palabra de Dios. Cuando el Diablo nos intenta engañar, debemos levantarnos contra él por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Elevarnos a nosotros mismos, buscar nuestra propia comodidad, o intentar ampliar nuestra influencia en el mundo, es caer en las trampas de Satanás. Aunque el Diablo intente constantemente incitar estos deseos carnales en nosotros, debemos ignorarlo. Debemos confiar en la Palabra predicada por la Iglesia de Dios, predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por esta fe, y dedicar todos nuestros esfuerzos a salvar a todas las almas perdidas, una por una.
 
 
Debemos ser fuertes en nuestra fe en la Palabra de Dios
 
Todos los que vivimos en estos tiempos malvados debemos tomar la Palabra de Dios y luchar en esta guerra espiritual sin descanso. Debemos ganar esta guerra por fe. A no ser que nuestros corazones tengan fe en la Palabra de Dios, también caeremos en las trampas de Satanás. Si de verdad tenemos fe en la Palabra de Dios, podremos vencer a Satanás por mucho que nos tienten o nos persiga. Solo cuando estamos firmes en la Palabra de Dios con una fe inamovible y nos armamos con esta Palabra de Dios, podemos vivir como siervos del Señor hasta el último día. Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que el Diablo nos engañe y nos haga buscar la aprobación de los hombres y no la de Dios.
Puede parecernos que sería mejor si nuestra fe fuera aprobada por toda la gente del mundo. Pero no debemos estar contentos porque cualquier persona acepte nuestra fe, ni debemos desfallecer cuando no la apruebe, porque así acabaremos ignorando la obra de Dios. En realidad debemos reflexionar acerca de la Palabra de Dios para ver si nuestra fe es correcta o no. Lo que debe preocuparnos es si nuestra fe es correcta ante la Palabra de Dios. Si no podemos encontrar ninguna prueba concreta de fe en nuestros corazones cuando examinamos la Palabra de Dios, entonces tenemos que admitir que no somos siervos de Dios. Pero si nos examinamos ante Dios y vemos que creemos en Su Palabra, podemos vivir como verdaderos obreros de fe. Ante todo debemos estar firmes ante el Diablo con la Palabra de Dios.
¿Saben lo malvados que son estos tiempos? Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu a veces hemos sido acusados de herejes por algunos evangélicos que dice haber nacido de nuevo. Nos han acusado de herejía solo porque a veces oramos a Dios en voz alta, pero ¿dónde está escrito en la Biblia que rezar en vos alta sea una herejía? Estas afirmaciones absurdas las hacen para levantarse contra nosotros y evitar que el Evangelio del agua y el Espíritu se predique. Estos siervos de Satanás mienten a los nuevos creyentes que acaban de recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hacen todo lo posible para que estos nuevos creyentes tropiecen, y les dicen: «¿No oran en voz alta estos creyentes en esa iglesia en la que adoran? ¿No se ríen durante el culto? ¡Son todos herejes!». Sin embargo, Dios dijo que si alguien hace que estos nuevos creyentes tropiecen, le maldeciría y lo arrojaría en el mar con una roca atada al cuello.
Mientras hacemos la obra de Dio, podemos ver cómo los verdaderos herejes obran tan duro para denunciarnos. Cada día estos herejes enseñan a sus seguidores que ellos solos tienen razón, y alardean de de lo grandes e influyentes que son sus denominaciones. Pero estos cristianos perdidos están atrapados en las trampas de Satanás. Cuando la gente cae en estas trampas, ni siquiera saben que están atrapados.
A no ser que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tengan cuidado, es posible que sean heridos por los siervos de Satanás. Este problema surge a menudo cuando la Iglesia de Dios empieza a florecer. Este es un momento vulnerable para los siervos de Dios ya que entonces Satanás les tienta para que se comprometan con falsos evangelios para incrementar la congregación. Pero debemos recordar el mandamiento de Dios de defender nuestra fe. Cuando plantamos la Iglesia de Dios lo hacemos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a las almas perdidas en esa región, una por una, y para salvarlas de sus pecados, paso a paso, y no para incrementar el número de miembros de nuestra Iglesia.
Debemos predicar el Evangelio de Dios a las almas perdidas, una a una, y prestarles atención individualmente. Al darnos cuenta de que Satanás está intentando obstruir nuestro ministerio del Evangelio en estos últimos tiempos, debemos tomar la Palabra de Dios por fe y vivir por esta fe. Es absolutamente importante que todos nosotros tengamos la Palabra de Dios con nosotros y poder distinguir la verdadera fe con esta Palabra de Dios. Solo cuando tomamos la Palabra de Dios por fe y vivimos por esta fe podemos vencer las artimañas malvadas de Satanás y vencerle. De lo contrario caeremos de nuevo en la confusión.
¿Creen en toda la Palabra, en los 66 libros de la Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento? Creer en toda la Palabra de Dios es absolutamente indispensable para servir al Señor. Si no servimos al Evangelio del agua y el Espíritu no es porque nuestras circunstancias sean demasiado difíciles. En realidad el que podamos o no servir al Evangelio depende completamente de si nuestros corazones tienen fe en la Palabra de Dios o no. Lo que necesitamos es la fe inamovible que está anclada firmemente en la Palabra de Dios.
Si de verdad creemos en la Palabra de Dios el Evangelio del agua y el Espíritu se propagará por todo el mundo. Estoy completamente seguro de que Dios estará con nosotros siempre hasta el fin del mundo. Cuando vayamos al mundo a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Dios nos traerá mías almas y nos dará todo lo que necesitamos. Nos daremos cuenta de esto cuando pongamos toda nuestra fe en la Palabra de Dios. Por tanto, mientras nuestros corazones tengan fe en la Palabra de Dios, el Evangelio del agua y el Espíritu se predicará sin falta.
Nuestras circunstancias nunca son difíciles siempre que creamos en la Palabra de Dios de todo corazón. Estas circunstancias no son un problema. Solo cuando no creemos en la Palabra de Dios de todo corazón, nuestras circunstancias difíciles pueden convertirse en un reto. Pero siempre que haya fe en la Palabra de Dios en nuestros corazones, no hay ningún problema. En otras palabras, la victoria es nuestra siempre que creamos en la Palabra de Dios de todo corazón.
Así que, si tenemos fe en la Palabra de Dios, el Evangelio del agua y el Espíritu, a través del que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados, nunca desaparecerá aunque este mundo desaparezca. Incluso si este mundo desaparece ante nuestros ojos, nuestro Señor nos prometió darnos una tierra y un cielo nuevos. Por tanto, ninguna de las bendiciones que el Señor nos ha dado desaparecerá. Dios está siempre con nosotros, y esto significa que, sin importar las circunstancias, Dios siempre se complace con los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu, y siempre les ayuda. La promesa del Señor de contestar todas las oraciones de los santos también es efectiva. Por tanto, aunque nuestras circunstancias sean difíciles, siempre y cuando tengamos fe en la Palabra de Dios, podemos superar todas las artimañas de Satanás y salvar a multitud de almas.
 
 
La fe en la voluntad de Dios triunfa sobre el malvado
 
Mis queridos hermanos, si de verdad desean vivir por Dios y la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios defenderá su fe y cuidará de ustedes. Esta fe es absolutamente indispensable para todos nosotros. Aunque nuestras circunstancias sean difíciles y no veamos los resultados tangibles enseguida, si confiamos en Dios, todo irá bien según nuestra fe. Pero si no creemos en la justicia de Dios de todo corazón, la obra de Dios se parará aunque parezca ir rápidamente.
Por tanto es absolutamente imperativo que tengamos fe en la Palabra de Dios. Sobre todo debemos tomar el escudo de la fe y resistir los ataques de los enemigos por fe. Al tomar la espada de la Palabra de Dios, debemos vencer las artimañas malvadas de Satanás. Esta es la voluntad de Dios para nosotros. Debemos vencer la maldad confiando en la justicia de Dios. Si no tenemos esta fe en la justicia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestras almas morirán.
¿No se necesita un escudo cuando se recibe un ataque? Por supuesto que sí. Por eso es tan importante tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, porque así podemos resistir cualquier ataque. Cuando Satanás nos ataca debemos estar firmes por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si tenemos fe en la Palabra de Dios, podemos distinguir los ataques de Satanás y estar firmes ante él, diciéndole: «La Palabra de Dios dice que el Evangelio del agua y el Espíritu es correcto. Así que creo en este verdadero Evangelio». Su fe en la Palabra de Dios es su escudo. Con este escudo de fe, podemos extinguir la obra de Satanás y vencerle en todas las cosas. Por fe debemos vencer todas las artimañas astutas del Diablo malvado y todos sus trucos sucios.
No puedo dejar de hacer hincapié en lo indispensable que es que tengamos fe en la Palabra de Dios. Solo cuando tenemos esta fe inamovible en el Evangelio del agua y el Espíritu y la justicia de Dios podemos vencer a este mundo malvado. ¿Saben cuántos enemigos malvados están en contra de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu? Hay muchas cosas en nuestra contra. Debemos vencerlas con nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo que nos importa es lo que Dios dijo y no lo que la gente dice. Esta es la base de nuestra fe.
De hecho no solo debemos defendernos de nuestros enemigos espirituales con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, sino que debemos contraatacarlos con este Evangelio genuino. Así que mientras creamos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, todos podemos resistir los ataques de los malvados. Por muy ferozmente que nos ataquen los malvados, podemos resistir estos ataques porque tenemos el Evangelio del agua y el Espíritu como nuestro escudo firme de fe. Por tanto debemos tomar este escudo de fe por encima de todas las armaduras para luchar esta batalla espiritual. Como estamos viviendo en el fin de los tiempos, es mucho más importante ahora que tomemos la Palabra de Dios por fe.
Voy a darles un ejemplo para explicar lo que significa tomar la Palabra de Dios por fe. Pablo dijo en Gálatas 2, 20: «Con Cristo estoy juntamente crucificado». Cuando leen este pasaje, deben darse cuenta de que no solo fue el Apóstol Pablo quien fue crucificado con Cristo. En otras palabras, Jesucristo no solo murió por el Apóstol Pablo, sino que cargó con todos nuestros pecados a través de Su bautismo y murió en la Cruz por nosotros. El que hayamos sido crucificados con Jesús significa que nuestros pasados han muerto en Jesucristo. Nuestros pasados han muerto en la Cruz con Jesús. Nos hemos levantado con la resurrección de Cristo. Todo lo que tenemos que hacer ahora para obtener la victoria es creer en esta Palabra de Dios y levantarnos contra el Diablo por fe, dándonos cuenta de lo siguiente: «Yo también he muerto con Cristo, pero ahora vivo como una persona justa. ¡Soy una criatura nueva!». Por eso es absolutamente imperativo creer en la Palabra de Dios y tomarla como nuestro escudo de fe.
Todos nosotros nos encontramos con muchas dificultades durante nuestras vidas. Los malos momentos que pasamos no son pocos, como tampoco son pocos nuestros enemigos. Del mismo modo en que se han enfrentado a todo tipo de circunstancias difíciles y obstáculos que parecían insuperables, seguirán haciéndolo en el futuro. De hecho, los problemas se harán más graves a medida que pase el tiempo. Por eso deben tener fe en la Palabra de Dios y estar firmes contra las artimañas malvadas del Diablo.
 
 
Al librar nuestra batalla espiritual todos los días, finalmente llevaremos la corona de la victoria
 
No estamos sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu por nuestra prosperidad carnal. Servir al Evangelio es una vida muy poco idílica en la que hay que luchar en la guerra de fe todos los días. Esta guerra espiritual se lucha sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los días resistimos los ataques de Satanás con nuestro escudo espiritual de fe, todos los días nos levantamos contra el Diablo, y todos los días prevalecemos. Es muy importante darnos cuenta de que vivir por fe es una batalla constante. Si los que creemos en la justicia de Jesús queremos servir al Evangelio del agua y el Espíritu más, debemos estar contentos de ir a la batalla espiritual. Esta batalla no se lucha contra carne y sangre, sino que es una batalla espiritual. Hermanos y hermanas, todos nosotros estamos luchando una batalla espiritual contra el Diablo con el mismo escudo de la fe. No pasa ni un solo momento sin que estemos en la batalla.
Cuando leemos el Antiguo Testamento, vemos que 30 guerreros aparecieron en los días del Rey David. Eran guerreros valientes. Ganaron multitud de batallas y tomaron multitud de prisioneros. Como siervos fieles del Rey David, estos guerreros estaban contentos de luchar todos los días. De la misma manera, en el Reino de Dios los que han salvado muchas almas son los que tienen una fe fuerte. Ningún santo justo debería negarse a ir a la batalla espiritual. En vez de perder el tiempo en una batalla inútil, todos los santos justos deben vivir como soldados de Cristo, levantándose contra el Diablo y salvando a tantas almas perdidas como sea posible. Así que si un siervo de Satanás se presenta en su puerta para luchar contra ustedes, les pido que no salgan corriendo.
Si se tiene suficiente experiencia, en realidad es bastante emocionante luchar en una batalla espiritual. Aunque puede que la primera vez tengan miedo, intenten vivir por la justicia de Dios con fe. Cuando libren su batalla espiritual por primera vez, disfrutarán de la experiencia, ya que es una lucha para salvar a las almas perdidas. No estamos intentando destruir a nadie físicamente.
Todos los santos justos deben luchar su guerra espiritual por fe. Cuando luchan y vencen al enemigo con su fe en la Palabra de Dios se sienten como nunca se han sentido. Este sentimiento de felicidad no lo consigue todo el mundo, sino solo los que se han convertido en soldados espirituales de Cristo. Ningún santo justo debería dudar en luchar contra el Diablo. Si de verdad quieren hacer la obra de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu, no deben dudar en levantarse contra sus enemigos espirituales. Todos debemos luchar nuestra batalla espiritual confiando en la Palabra de Dios. Solo cuando luchamos confiando en Dios podemos levantarnos contra el Diablo y vencerle.
Individualmente somos demasiado débiles como para no sucumbir al miedo, y por tanto es absolutamente indispensable que estemos unidos a la Iglesia de Dios, que luchemos nuestra batalla espiritual juntos y venzamos a Satanás con nuestra fe común en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por muchos problemas que tengamos, sin importar quien se les oponga, y por muchas acusaciones que sus enemigos les hagan, no caigan nunca en la desesperación, y luchen siempre con valor confiando en la Palabra de Dios en todas las cosas.
Prepárense y preparen su fe para ver la estrategia astuta de Satanás. Pueden servir al Evangelio solo si se levantan contra el Diablo confiando en la Palabra de Dios. En todas las batallas espirituales que luchamos, debemos vencer por fe y dar gloria a Dios. demos gloria a Dios con fe.