(Génesis 12:10-20)
«Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón. E hizo bien a Abram por causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos. Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete. Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer, con todo lo que tenía».
En el pasaje de las Escrituras de hoy leemos como Dios habla de la fe verdadera en la Iglesia de Dios. Abraham obedeció la Palabra de Dios y se fue de su tierra con su mujer y su sobrino Lot, lejos de su familia y la casa de su padre. Pero mientras vivían en la tierra de Canaán, sufrieron una gran hambruna. Así que no tuvo más remedio que llevarse a su familia y todas sus posesiones a la tierra de Egipto.
Pero antes de entrar en la tierra de Egipto Abraham le pidió a su mujer Sara que no dijese que era su esposa para que no le matasen. Está escrito en Génesis 12:11-13: «Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti».
La vida de Abraham estaba en peligro porque sintió que estaba amenazado cuando llegó a Egipto. Esto se debe a que el poder de los jefes tribales en aquel entonces era absoluto y por eso mataban a cualquier extranjero que entraba en su tierra. Los mataban para tomar a sus esposas si eran hermosas. Y por eso en Génesis 12:13 Abraham dijo: «Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti» (Génesis 12:13). Desde un punto de vista carnal, Abraham, nuestro antecesor de la fe era una persona débil que hacía estas cosas cuando se sentía inseguro.
Pero a pesar de esto el rey de Egipto y de todo el pueblo de esa tierra estaba impresionado con la belleza de la mujer de Abraham, Sara, quien vino a su tierra. Todos alabaron la belleza de Sara ante su rey y por eso se la llevaron al palacio real. Pero pronto el Faraón que tomó a la mujer de Abraham recibió la ira de Jehová Dios. Las Escrituras dicen que Jehová Dios hizo caer una gran calamidad sobre el Faraón y su casa a causa de la mujer de Abraham, Sara.
Este suceso demuestra que podemos recibir bendiciones gracias a la Iglesia de Dios
Las mujeres en las Escrituras representan a la Iglesia de Dios espiritualmente. De la misma manera en que los egipcios sintieron atracción por Sara, la gente del mundo reconoce la belleza de la Iglesia de Dios. Los miembros de la Iglesia de Dios son las personas que creen en la justicia de Jesús, y son las personas cuya reunión es bella a los ojos de Dios. Son las personas cuyos pecados han sido eliminados porque conocen y creen en la justicia de Jesús. La fe de estas personas es bella. ¿Dónde podemos encontramos una fe más bella que esta? Así, tanto la Iglesia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu son inseparables. La Iglesia de Dios es el lugar más bello y es una organización que predica el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
El Evangelio del agua y el Espíritu nos ha hecho formar esta Iglesia de Dios tan bella, y por tanto la fe de estos santos que se han convertido en los miembros de la Iglesia de Dios es muy bella. El Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio es este Evangelio que nos ha convertido en miembros de la Iglesia de Dios. Es tan bello que podemos decir que todo el que cree en esta verdad es una persona bella. Y por tanto la gente de este mundo quiere tener esta belleza. Pero deben saber que se encontrarán con una gran calamidad en vez de recibir las bendiciones de Dios si simplemente toman la belleza exterior sin la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. A través del pasaje de las Escrituras de hoy Dios nos enseña estas verdades. Esta es la lección que la Palabra nos está enseñando a través de la calidad que experimentó el rey de Egipto. La gente de este mundo sufre muchas dificultades cuando solo piensan en la belleza del Evangelio del agua y el Espíritu e intentan creer en el según sus pensamientos carnales. Esto se debe a que el Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la verdad que no puede conseguirse con cualquier pensamiento carnal.
Abraham dijo que su mujer era su hermana porque podría haber perdido la vida si hubiera dicho que era su mujer. Por eso el Faraón, rey de Egipto, intentó tomar a la mujer de Abraham, Sara. Pero Dios hizo caer una gran calamidad sobre el Faraón y su casa a causa de esto.
Esto también le pasó al hijo de Abraham, Isaac. Durante tiempos de Isaac, el hijo de Abraham, para proteger su vida, dijo que su mujer Rebeca era su hermana cuando estaba viviendo en la región de Gerar para escapar de la hambruna que había en aquel entonces. Estos sucesos implican que la gente de fe está protegida en cuerpo y espíritu a través de la Iglesia de Dios. Ahora, a través de esto entendemos que Dios nos está enseñando una lección al hablar repetidamente de esto que aparece en las Escrituras.
Pero a pesar de esto hay muchas personas que intentan tomar la belleza del Evangelio del agua y el Espíritu con sus propios pensamientos carnales. ¿Qué tipo de personas son estas? Son las personas que intentan poseer el Evangelio del agua y el Espíritu sin el bautismo de Jesús. Y por eso no es fácil encontrar la fe de los que creen en el bautismo de Jesús entre ellos. Intentan recibir la salvación de todos sus pecados al creer simplemente en la sangre de la Cruz sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. Al hacer eso han caído en la trampa de Satanás.
Sara es sin duda la mujer de Abraham. Por tanto son un solo cuerpo. De la misma manera, todo el que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu es hijo de Dios. Y los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son parte de la Iglesia de Jesucristo. Los que conocen el Evangelio del agua y el Espíritu se han convertido en personas que predican las bendiciones espirituales del Cielo.
Por otro lado, los que han caído a manos de las religiones de este mundo no están interesados en el Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios, sino que solo están interesados en el poder religioso y las cosas materiales. Y como resultado, solo reciben consecuencias negativas al final. Por tanto deben deshacerse de sus pensamientos y corazones carnales y recibir la salvación al creer en la justicia de Jesucristo por fe; deben hacerlo para conseguir el Evangelio del agua y el Espíritu que está manifestado en las Escrituras. Si se niegan a hacerlo no podrán recibir las bendiciones celestiales de la fe que Dios les ha dado. Para conseguir el Evangelio del agua y el Espíritu debemos negar nuestros pensamientos carnales y creer solamente en el bautismo que Jesús recibió y Su sangre, que es la justicia de Dios. No pueden recibir la salvación de todos sus pecados si no creen en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre derramada en la Cruz.
El Señor dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Marcos 8:34). Todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado para poder recibir la salvación de los pecados del mundo. Asimismo, hay que aceptar la fe en la justicia del Señor para recibir la salvación de todos nuestros pecados. En el mundo de Dios es imposible recibir las bendiciones de Dios sin negar nuestros pensamientos carnales. Sin embargo, la mayoría de la gente cree que solo se recibe la remisión de los pecados al creer solamente en la sangre derramada en la Cruz, que es un tipo de fe a medias. Y por eso afirman haber recibido la salvación de todos sus pecados sin conocer la justicia de Dios y sin conocimiento y la fe en la justicia de Dios. Por tanto, creen en el falso Evangelio que es muy diferente al Evangelio del agua y el Espíritu. No entienden bien y piensan que la única fe correcta es la fe en solamente la sangre derramada en la Cruz a la que han sido expuestos durante tanto tiempo. Hay muchas personas que creen en este falso Evangelio y no en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la base de la fe ortodoxa.
Sin embargo, los que conocen y creen en la perfecta justicia de Dios pueden diferenciar el Evangelio falso del verdadero. Pueden aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu por fe. Podemos ver claramente que nadie puede recibir la salvación de sus pecados sin tener la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Muchas personas caen en esta falsa fe y mueren espiritualmente si aceptan este Evangelio a medias. Y si lo hacen están en el camino de luchar contra la justicia de Dios, todo por esta fe incorrecta. Al final serán destruidos en cuerpo y espíritu porque no podrán entrar en el Reino de Dios porque tienen pecados en sus corazones.
Queridos santos, por este incidente Abraham se hizo muy rico. Esta experiencia fue muy importante. Como Abraham había recibido las bendiciones al creer en Dios, podemos ver que la gente justa que vive en este mundo también ha recibido bendiciones espirituales y físicas al creer en el Dios de la justicia.
Debemos saber sin duda que solo los que creen en la justicia de Dios son los hijos de Dios. Jesucristo es la cabeza de la Iglesia de Dios y Su pueblo está formado por los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. Abraham también se convirtió en el antecesor de la fe porque tuvo la fe que creía en la Palabra que Dios le dio; la Biblia dice que Jesucristo recibió el bautismo de Juan el Bautista y fue crucificado y derramó Su sangre en la Cruz para salvar a todas las personas del mundo de sus pecados.
Pero la gente de este mundo no pudo cumplir su voluntad espiritual porque intentó tomar a Sara como su esposa a ciegas; ahora deben saber que pueden estar en la Iglesia de Dios si tienen fe en la justicia de Dios. Los pecadores deberían tener la misma fe que todas estas personas que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu para poseer la Iglesia de Dios. Sara era hermanastra de Abraham. Uno tenía que tener la misma fe que Abraham para conseguir a Sara espiritualmente. Para convertirse en miembros de la Iglesia de Dios deben tener la misma fe que la gente de fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu al unirse con ellos.
Sin embargo, la gente de este mundo no puede reconocer la justicia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu aunque los dos existan en el mundo el uno al lado del otro. Se han desviado de la verdadera fe porque están buscando solamente la belleza exterior de la Iglesia de Dios en vez de la fe verdadera. Simplemente miran la belleza de la Iglesia de Dios e intentan tenerla. Podemos ver en el pasaje de las Escrituras de hoy que este tipo de personas experimentarán muchas calamidades por su fe errónea. Intentan recibir solamente el fruto de este Evangelio en vez de intentar conocer el Evangelio del agua y el Espíritu; intentan creer solamente en las doctrinas cristianas que ni siquiera entienden y se niegan a creer en la Palabra de la justicia de Dios. Estos falsos creyentes intentan imitar la fe de los justos solo para tener una buena apariencia externa. También insisten en que uno no tiene pecados si cree en la sangre de Jesús derramada en la Cruz. No conocen el Evangelio del agua y el Espíritu que está escondido en la justicia de Dios, pero cuando miramos sus vidas espirituales que viven por ética y moral religiosa, son bastante creíbles.
Pero debemos saber que su fe es muy diferente de la fe de los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. En realidad la mayoría de los cristianos de hoy en día dicen tener pecados incluso después de creer en Jesús como su Salvador. Dicen que tienen pecados aunque han sido salvados al creer en Jesucristo. Dicen que no van al infierno aunque tengan pecados. Dicho de otra manera, dicen que pueden ir al Cielo aunque tengan pecados en sus corazones. Dicen que es así porque han creído en Jesús como el Salvador que fue crucificado en la Cruz por pecadores como ellos.
Pero a pesar de esto no pueden entender el bautismo de Jesús que recibió de Juan el Bautista. ¿Cómo puede un pecador ir al infierno ante la presencia de Dios? No puede. Cuando el Faraón, el rey de Egipto, vio la belleza de Sara e intentó tomarla la calamidad de Dios descendió sobre él y de la misma manera la gente que no tiene fe en la justicia de Dios ahora está esperando una terrible calamidad que Dios hará descender. Este mundo está lleno de este tipo de cristianos. Son personas simplemente religiosas que no han nacido de nuevo porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Estas personas religiosas tienen pecados en sus corazones porque no creen en la justicia de Jesús. Pero les dirán que no van a ir al infierno aunque tengan pecados. Están de camino a ese lugar aunque no quieren ir. Esto se debe a que tienen la fe equivocada. Esto es lo mismo que cuando el rey de Egipto recibió una terrible calamidad porque intentó tomar a la mujer de Abraham.
¿Tienen pecados los cristianos que creen solamente en la sangre de Jesús? Algunos de ellos dicen que no tienen pecados. Sin embargo, cuando les pido que me expliquen con pruebas concretas cómo se borraron sus pecados, dicen que es por la sangre de la Cruz. Pero ¿acaso el Señor no borró todos nuestros pecados mediante la sangre derramada en la Cruz solamente? No. El Señor ha borrado todos nuestros pecados para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu.
Todo el mundo debe librarse de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero desgraciadamente, la mayoría de los cristianos de hoy en día no tienen el conocimiento correcto del Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que tienen un conocimiento limitado de la justicia de Dios. Y esto se debe a que no pueden saber que Jesús tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo de Juan el Bautista si no tienen el corazón que adora a Dios y conoce la justicia de Dios. Por tanto deben primero respetar la justicia de Dios incluyendo la Palabra de Dios. Asimismo, deben encontrar la verdad de que el Señor tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo y recibió el juicio por todos nuestros pecados en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los que siguen siendo pecadores incluso después de creer en Jesús como el Salvador se han convertido en los ciegos espirituales porque no saben que el Señor eliminó todos los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que nunca borraron sus pecados completamente porque no han escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo buscaban la belleza exterior sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y la justicia de Dios manifestada a través de la Iglesia de Dios. Se han convertido fundamentalmente en la gente de Egipto en vez del pueblo de Dios espiritualmente. Desde el punto de vista de los egipcios, Sara era muy hermosa; y de la misma manera a los ojos de los cristianos de este mundo, la Iglesia de Dios es un lugar bello. Y parece muy diferente desde su punto de vista.
Las iglesias de este mundo tienen un Evangelio a medias, ¿y cuál es el resultado de esto? Han recibido el juicio porque solo toman la ética de la iglesia, no la verdadera Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Las Escrituras nos muestran esto claramente. ¿Por qué hay tantas iglesias en este mundo que no reciben las bendiciones de Dios? ¿Y por qué sufren tantas calamidades en el futuro? Las Escrituras nos dicen que reciben estas calamidades porque no son el pueblo de Dios.
Lo que debemos entender es que el Evangelio del agua y el Espíritu que fue predicado en la Iglesia Primitiva está siendo predicado por un grupo muy reducido de personas. Pero, ¿por qué hay tanta gente que vive como pecadores aunque creen en Jesús como su Salvador? Esto se debe a que no reciben el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones. Y no creen en la Palabra de la justicia de Dios como Abraham. No pueden aceptar el verdadero Evangelio porque perderían muchas cosas de este mundo si lo hicieran. Aunque se están construyendo muchas iglesias en este mundo, los líderes de estas iglesias no pueden cumplir su papel como la luz del mundo porque no tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, es difícil para estos cristianos del mundo conocer a los siervos de Dios que conocen la justicia de Dios en este mundo. Entonces, ¿quién es la persona que acepta y cree en el Evangelio del agua y el Espíritu hoy en día? Una persona pura espiritualmente como Abraham que cree de manera pura en la justicia de Dios, esta es la persona que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Desde el punto de vista de los egipcios, la tribu de Abraham no era más que un pequeño grupo que no podía compararse con ellos. Pero a pesar de esto el rey de esta nación tan grande intentó tomar a la mujer de Abraham. Pero al final tuvo que dejar ir a Sara porque le sobrevino una calamidad cuando llevó a Sara a palacio. Al final tuvo que dejarla ir.
Cuando pensamos en esto espiritualmente, la gente de este mundo está haciendo iglesias en este mundo según sus deseos humanos. Están predicando la Palabra de Dios según lo que sienten en sus corazones y están alentando a la gente a que cumpla sus enseñanzas. En otras palabras, están creando sus propias iglesias y no la Iglesia de Dios porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones.
Queridos hermanos, debemos recordar bien lo que la Iglesia de Dios nos está diciendo espiritualmente. La Iglesia de Dios está predicando la voluntad de Dios y no la voluntad del hombre, así que la gente de este mundo no puede entenderla bien aunque lo intente. ¿Por qué? Porque están intentando aceptar la belleza y la moralidad externas de la Iglesia de Dios en vez de escuchar la Palabra de Dios y creer en ella y seguirla porque no pueden aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones aunque digan creen en Jesús como su Salvador. Por tanto, su fe solo acepta las cosas que satisfacen sus deseos carnales en vez de aceptar la justicia de Dios. Su deseo es plantar una iglesia de Dios bonita basada en la fe carnal. Pero lo que debemos saber es que esta fe tan corrupta es la prostituta que aparece en las Escrituras (Apocalipsis 19:2).
¿Se han desecho de sus pensamientos carnales y creído en la Palabra de la justicia de Dios? Deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para convertirse en miembros de la Iglesia de Dios; no pueden ser miembros de la Iglesia de Dios si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero los pecadores cristianos no aceptan el bautismo que Jesús recibió y la sangre que derramó conjuntamente, lo que constituye el verdadero Evangelio, porque intentan tomar la belleza de la Iglesia de Dios. Como no cambian sus corazones fundamentalmente y solo intentan aceptar las cosas que les complacen de manera carnal, rechazan la justicia de Dios que está escondida en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios ha hecho que la gente que ha creído en el Evangelio del agua y el Espíritu prospere en la Iglesia de Dios en cuerpo y en espíritu, y los ha protegido de todas las crisis a través de Su Iglesia.
Abraham habría muerto si Sara hubiese sido una segunda esposa con el rey de Egipto. Pero Dios hizo caer una gran calamidad sobre la casa del Faraón y protegió la vida de Abraham. Cuando el Faraón se dio cuenta de la causa de esta calamidad que había descendido sobre su casa le dijo a Abraham: “Llévate a tu mujer ahora. ¿Por qué no me dijiste que era tu mujer? Llévatela ahora”. Abraham pudo recibir las bendiciones de Dios incluso entre tantas tribulaciones.
El pueblo de Dios vive gracias a la Iglesia de Dios y esta es la manifestación de la obra de Dios. Como ocurrió en este suceso, Dios tiene interés en Su Iglesia. Dios protege a Sus siervos y a Su pueblo y les da bendiciones a los que viven en Su Iglesia. Esta es la bendición que Dios entrega a Su Iglesia como está escrito: «Los ojos de Jehová están sobre los justos,
Y atentos sus oídos al clamor de ellos» (Salmos 34:15).
El pueblo de Dios en Su Iglesia está prosperando en cuerpo y espíritu gracias a la justicia de Dios. Cuando la perfecta Iglesia de Dios se establece en este mundo, Dios bendice a los que se unen a Su Iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios ahora pueden probar la gracia de Dios porque están con los siervos de Dios. Cuando vemos como Abraham se hizo rico no podemos evitar decir que se hizo rico gracias a su mujer. En aquel entonces hubo una gran hambruna. El lugar donde Abraham vivía era la tierra del enemigo y no pudo asentarse allí, pero a pesar de esto recibió bendiciones abundantes por este incidente en el que traicionó A su mujer.
No debemos pensar en esto de una manera carnal. Las Escrituras dicen que Dios hace que Su pueblo prospere, lo protege y lo guarda a través de Su Iglesia. Así, las iglesias de este mundo no deben simplemente aceptar la belleza exterior de la Iglesia de Dios, sino que deben aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu para poder seguir la fe de la Iglesia de Dios.
La verdadera Iglesia de Dios pertenece a la gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la base de la fe verdadera. La gente de este mundo no puede tener la Iglesia de Dios aunque quiera porque no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo puede una persona poseer la Iglesia de Dios? Solo es posible cuando una persona tiene fe en la verdadera salvación, es decir, en la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Es imposible que in pecador obtenga la Iglesia de Dios sin creer en la justicia de Dios. Por tanto, debemos saber que una persona que tiene una fe falsa recibirá una terrible calamidad cuando intente tomar la Iglesia de Dios a la fuerza. La Iglesia de Dios pertenece a la gente que cree en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu de la misma manera que Sara, la mujer de Abraham no pudo evitar ser devuelta a su marido porque no pertenecía al Faraón, el rey de Egipto. Por tanto, toda la gente del mundo debe volver al Evangelio del agua y el Espíritu, que es el verdadero camino de la fe.
El Tabernáculo de Dios no podía quedarse en la tierra de los filisteos o amalequitas. Si el Tabernáculo se sacaba de la tierra de Israel y se llevaba a una tierra de paganos, esa tierra recibiría una gran calamidad. La Iglesia de Dios pertenece a la gente de fe que cree en la Palabra de Dios y la Iglesia es el lugar donde pertenece la gente de fe. La Iglesia es el lugar donde los santos que han recibido la remisión de los pecados está reunida y donde la Palabra de Dios verdadera, es decir la Ley de Dios, y las normas y estatutos de Dios de la Iglesia se encuentran. La Iglesia de Dios es la gente que tiene fe en la Palabra de Dios y Él les da la justicia.
A través del pasaje de las Escrituras, Dios nos dice que el mundo no puede recibir la Iglesia de Dios. No puede recibir la Iglesia de Dios porque la verdad entra en sus mentiras, lo juzga y lleva calamidades si acepta Su Iglesia. El mundo no puede luchar contra la verdadera Iglesia de Dios. No puede evitar rechazar a la Iglesia de Dios en vez de servir a Su Iglesia y disfrutar de todas las bendiciones junto a ella.
Entonces, ¿quién es la persona que se unirá a la Iglesia de Dios y a los justos? Dios les da la Iglesia de Dios a las personas que tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Abraham sigue siendo el antecesor de la fe. Dios se le apareció a Abraham y dijo:
«Vete de tu tierra y de tu parentela,
y de la casa de tu padre,
a la tierra que te mostraré». Entonces Abraham se fue de la tierra en la que había crecido y aceptó la Palabra de Dios inmediatamente sin tener en cuenta sus emociones, pensamientos, lógica y voluntad y siguió la Palabra de Dios.
Para un hombre de Dios era más importante creer en la Palabra de Dios y seguirla que seguir sus sentimientos o pensamientos. Esta fe es la fe verdadera y esta persona es una persona de fe que cree en la Palabra de Dios. Dios establece Su Iglesia en las personas que tienen esta fe. Abraham no tenía hijos entonces. ¿Cómo podía la Iglesia de Dios continuar a través de las generaciones? Abraham recibió la bendición al creer en la Palabra de Dios aunque no tenía hijos. Una persona que cree en la Palabra de Dios y la sigue se convierte en el cuerpo de la Iglesia de Dios y sigue la Palabra de Dios de Su Iglesia.
Abraham era una persona que siguió la Palabra de Dios tal y como se la dio. Dios se le apareció a Abraham primero y dijo:
«Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3). Abraham creyó en la Palabra de Dios que se le había dado tal y como era y salió de la casa de su padre y su familia en su patria que era Ur de los Caldeos.
Abraham creyó en la Palabra de Dios y dejó su patria, pero no tenía hijos aunque era mayor. De las conversaciones entre Dios y Abraham podemos ver que este Dios de la Alianza bendice a las personas de fe.
Dios dijo en Génesis 15:1-4: «Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará».
Abraham tenía un siervo llamado Eliezer y debió ser una persona muy especial. Pero Abraham necesitaba un hijo para seguir su linaje porque Eliezer no era su hijo biológico. Jehová Dios entonces le dijo a Abraham que le daría un hijo. Está escrito en Génesis 15:5-6: «Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra». Dios dijo que le daría un hijo aunque Abraham y Sara ya eran ancianos, pero aún así Abraham creyó en Su Palabra. Dios consideró esta fe como justa. Dios vio la fe de Abraham que creyó y obedeció Su Palabra sin dudar y le aprobó como antecesor de la fe. El Nuevo Testamento dice que Dios aprobó la fe de Abraham que creyó en Su Palabra con esperanza en una circunstancia en la que normalmente no hubiera tenido fe. Así que esta fe se le contó como justicia (Romanos 4:22). Aunque la mujer de Abraham, Sara, era estéril, Abraham pudo tener un hijo después de 25 años desde que Dios le hiciera la promesa.
¿Qué es la verdadera fe ante la presencia de Dios? Es la fe que cree en la Palabra de Dios tal y como es. ¿A quién se le concede la Iglesia de Dios? Dios le concede la Iglesia de Dios a la gente que tiene esta fe genuina para que sirva a la verdadera Iglesia. El mundo no tiene la verdadera Iglesia de Dios y por eso se aleja de ella y la saca de sus corazones. Es como cuando el Faraón le devolvió la mujer a Abraham. ¿Puede Abraham, quien guió a un pequeño grupo de personas, compararse con el rey de un imperio con poder inmenso? Pero el rey de esta nación se arrepintió de sus pecados y devolvió a la mujer a su esposo porque no podía aceptarla. Le habría sobrevenido una calamidad si no la hubiese devuelto.
La verdadera Iglesia solo se les concede a los que tienen la verdadera fe, es decir, a la gente que cree en la Palabra de la justicia de Dios. ¿Qué nos enseña la Palabra a través de este evento? Nos enseña que Dios nos ha dado una Iglesia bella a los que tenemos la fe de Abraham.
Si lo miramos desde un punto de vista carnal, Abraham vendió a su mujer cuando las cosas se pusieron mal. Abraham vendió a su mujer si no lo pensamos espiritualmente. Pero Dios solo vio una cosa, su fe en la Palabra de la justicia de Dios, y consideró a Abraham justo y lo nombró antecesor de la fe. Abraham no tenía nada de lo que alardear desde un punto de vista carnal. Por tanto, está escrito en el Libro de Romanos: «¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios» (Romanos 4:1-2). Abraham no era una persona digna de admiración desde una perspectiva carnal. Pero a pesar de esto, su fe fue aprobada y se convirtió en un antecesor de la fe de los que tenemos la verdadera fe hoy en día, incluyendo el ejemplo de la fe porque creyó en la Palabra de Dios. Dios nos está mostrando que la fe de Abraham es la verdadera fe.
Los líderes cristianos de este mundo desean poseer la Iglesia de Dios. En otras palabras, quieren ser pastores de un rebaño del pueblo de Dios y hacer el ministerio con ellos. Estos ministros ordinarios envidian la fe que tenemos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando los miramos, vemos que no hay muchos casos en los que las ovejas crean y sigan a su pastor de corazón.
Los Testigos de Jehová nos dicen que nuestros hermanos y hermanas obedecen a nuestros líderes a ciegas. ¿Nos obedecen a ciegas de verdad? Piensan que nuestros hermanos y hermanas se someten a nosotros, los líderes espirituales, porque les obligamos a seguirnos incondicionalmente sin cuestionarnos. Pero esto no es cierto. Nuestros hermanos y hermanas nos siguen porque vale le pena seguirnos y porque la Palabra de Dios los dice. Por cierto, los Testigos de Jehová dicen que nuestros hermanos y hermanas obedecen a sus líderes a ciegas, pero no es así.
En otra ocasión, un ministro de una iglesia evangélica dijo que nuestros hermanos y hermanas parecían novicios en la fe cristiana. Dijo que nuestros hermanas y hermanos parecen estar en la fase de haber conocido a Jesús por primera vez y tienen un corazón nuevo, devoción y agradecimiento. Pero no hay ningún hermano o hermana entre nosotros que haya empezado a creer recientemente. Dijo que este nuevo espíritu se desvanecería completamente después de que pasase un año desde que empezaron a creer en Jesús. Así que envidiaba la espiritualidad de nuestros hermanos y hermanas. De esta manera, los ministros del mundo quieren cuidar de la Iglesia de Dios. Me preguntan: “¿Cuál es el secreto de tu ministerio?”. Pero no tengo ningún secreto.
Dios ha guiado a Su Iglesia y Su pueblo a Sus siervos que creen en Dios y siguen Su Palabra. Dios los ha llevado todos a Su siervo. La gente de este mundo no puede vivir con la mujer de Abraham. No está cualificada para hacerlo. Dios les da Su Iglesia a los que creen, le siguen y le obedecen. Dios nos ha dado la Iglesia de Dios a los que creemos en la Iglesia de Dios. ¿Creen en esto? Yo quería hacer este ministerio en una Iglesia así desde el principio. Aunque hubiese un solo creyente laico en mi Iglesia, yo quería cuidar de esa persona que creyese en la Palabra de Dios al 100% y que creyese en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que no reuní a todo tipo de personas porque quería establecer la Iglesia con solamente santos que siguiesen la Palabra de Dios por fe. Entonces Dios me permitió establecer la Iglesia de Dios.
¿Saben cuántas personas de este mundo quieren tener una mujer hermosa como Sara? Quieren establecer la Iglesia de Dios pero no pueden conseguirla. No están cualificadas. Esto se debe a que no creen en la Palabra de Dios como los egipcios. No pueden establecer la hermosa Iglesia ni entrar en ella porque solo creen en sus propios pensamientos y con su ley carnal en vez de la ley de Dios. Y por eso Dios nos ha dado Su Iglesia, a los santos que creen en la Palabra de Dios y la siguen. Dios ha permitido a las personas justas que están siguiendo la Palabra después de haber nacido de nuevo compartir espiritualmente una vida espiritual con los demás. La Iglesia de Dios es el don de Dios. No todo el mundo puede tener esto. Dios le ha dado este don a Su pueblo. No todo el mundo puede tenerlo. Dios le ha dado este don a Su pueblo, a los santos que creen en la Palabra y la siguen. Dios está diciendo esto en el Libro de Génesis capítulo 12.
La gente de este mundo no puede hacer lo que quiere con la gente justa. Será destruida si nos toma a la fuerza. No pueden poseernos, así que deben dejarnos ir. No pueden evitar arrojarnos de sus lugares para que seamos ministros de la Iglesia de Dios lejos de ellos. Serán destruidos si intentan tomarnos y poseernos. El Faraón egipcio expulsó a la mujer de Abraham y todas sus posesiones. Nosotros somos la gente de Dios que fue escogida para servirle, para creer en Dios, para dar testimonio del Evangelio y vivir una vida espiritual y recibir las bendiciones que Dios nos da. Nosotros somos el pueblo especial de Dios y la gente bendita que Dios ha escogido especialmente mientras vivimos en este mundo. Dios se responsabiliza y nos da todo lo que necesitamos cuando estamos en Su Iglesia. Pero debemos tener fe. Cuando tenemos fe como la de Abraham, Dios nos bendice, nos pone en un lugar especial en este mundo y nos trata de manera especial.
Abraham vendió a su mujer al Faraón, perdió su mujer a manos del Rey Faraón y ganó muchas riquezas gracias a su mujer, una gran calamidad llegó a casa del faraón, la mujer de Abraham volvió a Abraham y le llevó muchas posesiones, y todos estos incidentes nos hacen darnos cuenta de qué tipo de persona puede poseer la Iglesia de Dios. A través de esta Palabra debemos saber que Dios le ha dado Su Iglesia a la gente que sigue la Palabra de Dios con la misma fe que la de Abraham.
La Iglesia de Dios se le da a los que creen en la Palabra como Abraham. Esta es la bendición que Dios nos ha dado. La Iglesia de Dios es la gran bendición que nos ha dado. El pueblo de Egipto no puede tener la Iglesia de Dios, sino solo los santos que poseen Su Iglesia. Le doy gracias a nuestro Dios por esta gracia.
No intentamos que se nos reconozca en este mundo. Solo queremos darles bendiciones celestiales, pero no pueden aceptarnos. Por eso hemos salido de Egipto por fe y hemos traído todas las cosas que recogimos en Egipto y ahora vivimos lejos. Y hemos recibido la bendición de Dios en Su Iglesia y predicado el Evangelio mientras hemos vivido allí. La Iglesia de Dios es el campo bendito de Jehová Dios ha escogido. Es la congregación de las personas que han sido escogidas y bendecidas por Jesucristo.
Le doy gracias al Señor que nos ha dado la Iglesia de Dios.