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Tema 3: El Evangelio del agua y del Espiritu

[3-30] El Evangelio primitivo que puede superar los pecados del mundo (1 Juan 5, 4-9)

El Evangelio primitivo que puede superar los pecados del mundo
(1 Juan 5, 4-9)
«Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo».
 
 
Dios ha hecho posible que venzamos al mundo, superemos el pecado y tengamos la victoria sobre el Diablo para vivir una vida de vencedores creyendo en el Evangelio de la remisión de los pecados cumplido por Jesús. Sin embargo, si creen en Jesús mientras dejan fuera la Palabra del Evangelio del agua del bautismo de Jesús, no pueden ser salvados de todos los pecados personales. Por eso el Apóstol Juan dijo en 1 Juan 5, 5-10 que la fe que supera al mundo es la fe en el agua, la sangre y el Espíritu. Dios Padre había pasado todo el precio de nuestros pecados a Jesús. Jesús había venido a este mundo encarnado en un hombre, aceptó los pecados de la raza humana a través del bautismo que recibió en el río Jordán, cargó con los pecados en Su cuerpo, derramó Su sangre en la Cruz y así pagó la condena de la humanidad con Su bautismo y sangre. 
Para vencer este mundo debemos creer en el Evangelio del bautismo y la sangre de Jesús. La única fe que nos permite a los nacidos de nuevo vencer este mundo es la fe en la Palabra del Evangelio cumplida por el bautismo y la sangre de Jesús, nuestro Verdadero Salvador. Si creen en el Evangelio del bautismo y la sangre de Jesús, el Evangelio de la remisión de los pecados, entonces su fe será aprobada por Dios; pero si no tienen fe en esta Palabra del bautismo y la sangre de Jesús, no habrán alcanzado la salvación. Tanto el bautismo de Jesús y Su sangre eran indispensables para la remisión de los pecados del mundo que Jesús hizo en este mundo, y por tanto, si no creen en ellos, en vez de ser salvados de los pecados del mundo, serán destruidos. Por eso llamamos al Evangelio del bautismo de Jesús y Su sangre de la Cruz el Evangelio de la remisión de los pecados. Casi todos los cristianos creen en la Cruz de Jesús solamente, pero para nacer de nuevo completamente, la fe en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista es completamente indispensable. 
 
 

Si no tienen el Evangelio de la remisión de los pecados cumplido por Jesús, no podrán ser salvados de los pecados

 
Sé que hay muchos cristianos piadosos en el mundo. Algunos de ellos están dispuestos a ser martirizados por su fe, mientras que otros viven una vida cristiana excepcional, según ellos, ofreciendo oraciones de penitencia todos los días y dedicando todo su tiempo libre a una buena causa, pensando: “Me he desecho de todas mis posesiones por Dios y le he dedicado toda mi vida. No me casé para servir al Señor. Así que estoy seguro de que Dios no me ignorará”. Pero estos cristianos siguen teniendo pecados en sus corazones, aunque están seguros de su salvación, pensando: “Creo que Jesús vino al mundo como un Hombre y murió en la Cruz para salvarme. Así que, solo porque tenga unos pecados en mi corazón, ¿me va a enviar al infierno?”. Sin embargo, estas personas no han nacido de nuevo y por tanto serán arrojadas al infierno al final. 
Pero otros dicen que como Jesucristo vino a este mundo concebido por el Espíritu Santo y cargó con todo el castigo de los pecados de la humanidad con Su crucifixión, el hombre no será condenado por sus pecados. Pero, ¿cómo pueden los pecados desaparecer si no creemos que Jesús cargó con ellos a través de Su bautismo? Creer en la Cruz solamente es creen en Jesús de manera inadecuada según sus deseos. Es una fe errónea construida sobre sus pensamientos. Esta fe solo está puesta en la Cruz de Jesús y no es la fe perfecta, sino una fe inventada, y por tanto, en vez de estar entre los nacidos de nuevo, estarán de camino a la destrucción al final. Recuerden esto bien. Para darnos la remisión de los pecados y la salvación, el Señor fue bautizado por Juan el Bautista para aceptar los pecados del mundo, fue condenado y pagó su precio al derramar Su sangre en la Cruz en nuestro lugar, y se levantó de entre los muertos al tercer día. Si no creemos en este Evangelio de la remisión de los pecados, por el que Jesús cargó con todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, su fe en Jesús estará equivocado. 
En último lugar, si no se visten del bautismo de Jesucristo por fe, su fe no será la fe de la remisión de los pecados, ni habrán sido salvados de sus pecados. Jesucristo nació en este mundo concebido por el Espíritu Santo para la remisión de nuestros pecados, y con el bautismo que recibió de Juan el Bautista en el río Jordán y la sangre que derramó en la Cruz, cumplió la perfecta remisión de todos nuestros pecados. Al haber luchado y vencido a Satanás, Cristo ha eliminado completamente todos los pecados de todo el mundo y así ha traído la perfecta salvación de la regeneración a todos los creyentes. Jesucristo tomó todos nuestros pecados al ser bautizado, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos de nuevo al tercer día y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios Padre. 
Con Su bautismo y sangre, Jesús ha redimido todos nuestros pecados y se ha convertido en el Salvador de todos los que creemos en el Señor según la Palabra del Evangelio de regeneración; y al haber enviado al Espíritu Santo a nuestros corazones, ahora está dando testimonio de nuestra salvación diciendo: “Os he salvado así, y con Mi bautismo y sangre, he redimido todos vuestros pecados con la perfecta salvación. La fe de la remisión de los pecados que permite vencer al mundo está puesta en Mi bautismo y sangre, y de la misma manera en que he vencido al mundo, vosotros también podréis vencerlo. Os he salvado de todos los pecados del mundo a través de Mi agua y sangre. Tened confianza, porque podéis vencer al mundo”. Dentro de todos los nacidos de nuevo tenemos el Espíritu Santo que da testimonio de la verdadera salvación. 
El Evangelio que da testimonio de la salvación dentro de los justos es el Evangelio del bautismo y la sangre. Jesucristo tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo. Cargó con ellos en Su propio cuerpo. Dios nos ha salvado por nuestra fe en la remisión de los pecados. Este verdadero Evangelio declara que todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, que derramó Su sangre por nosotros en la Cruz, y que es Dios mismo. Y como Cristo se levantó de entre los muertos al tercer día, y como tenemos el testimonio de la Palabra del bautismo y la sangre de Jesús en nuestros corazones, podemos vencer a Satanás, luchar y vencer a los falsos profetas y prevalecer en todas las persecuciones y tribulaciones del mundo. La fe que vence al mundo es la que cree en estas tres cosas: el bautismo de Jesús, Su sangre y Su divinidad como Hijo de Dios. 
Gracias al bautismo de Jesús y Su sangre en la Cruz podemos vencer a Satanás por fe y prevalecer sobre el mundo y sus pecados. Al creer en el bautismo de Jesús y Su sangre en la Cruz podemos levantarnos contra muchos falsos profetas y vencerlos. El verdadero Evangelio de la remisión de los pecados está constituido por el bautismo y la sangre de Jesús. Ningún cristiano puede vencer al mundo si tiene fe en esta Palabra de la remisión de los pecados. 
¿Y qué hay de ustedes? ¿Tienen la verdadera Palabra del bautismo y la sangre de Jesús en sus corazones? ¿Tienen el agua del bautismo de Jesús y Su sangre? ¿Creen en la Palabra de la Verdad de que todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado? ¿Y creen en la verdadera Palabra de que Jesucristo, al haber sido bautizado, fue crucificado hasta morir en nuestro lugar y cargó con nuestra condena? La fe en esta Palabra del bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz es la fe que nos permite prevalecer sobre el mundo. 
El Apóstol Juan también creyó en el bautismo de Jesús, Su sangre y Su divinidad. Por eso puedo vencer al mundo y predicar y enseñar este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de la remisión de los pecados, a los cristianos que estaban siendo perseguidos. Les dijo que habían vencido al mundo porque creían de todo corazón en Jesucristo, quien había venido por el agua, la sangre y el Espíritu. ¿Con qué tipo de fe vencen los santos al mundo? Es con la fe que cree en la Palabra del Evangelio de la remisión de los pecados y en Jesucristo que ha venido por el agua, la sangre y el Espíritu. Esto es precisamente lo que el Apóstol Pablo escribió en el pasaje de las Escrituras de hoy. 
Está escrito en 1 Juan 5, 8: «Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan». La mayoría de los cristianos dicen que creen en la sangre y el Espíritu de Jesús también, pero casi ninguno conoce la Palabra del agua por la que Jesús cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista. En la Biblia, el bautismo (agua) de Jesús es crucial para el Evangelio de la remisión de los pecados. Así que el Apóstol Pablo escribió en 1 Pedro 3, 21 que el bautismo de Jesús corresponde a nuestra salvación: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». 
Entre los muchos cristianos que han creído en Jesús dejando Su bautismo hasta ahora, solo los que rechazan estas falsas enseñanzas, se arrepientes y creen en el bautismo y sangre de Jesús como su salvación pueden ser salvados. Aunque crean en la sangre de Jesús y Su divinidad, si no creen en el “agua” de Su bautismo hasta el final, no podrán ser personas justas ni vencer al mundo, sino que seguirán siendo pecadores hasta el final por mucho que crean en Jesús. No pueden nacer de nuevo porque no creen en el bautismo y la remisión de los pecados. Por eso debemos creer en el Evangelio de la remisión de los pecados, del bautismo de Jesús y Su sangre, que es la mano de la salvación que el Señor les ha dado: Y por esta fe deben luchar contra Satanás y vencerle para alcanzar su salvación. 
La Palabra de Dios es una espada, la vida y la luz. Quiero hacer hincapié en este mundo, pero incluso ahora hay demasiados cristianos que creen solamente en la sangre de Jesús y el Espíritu; y si creen en estas dos cosas, en vez de superar al mundo, morirán enterrado debajo de sus pecados. Aunque Dios haya dicho: “Levantaros y brillad” muchos cristianos no pueden hacer brillar su luz porque creen en Jesús a medias, y acaban siendo arrojados al infierno. ¿Son este tipo de cristianos acaso? Los que no son cristianos no son importantes ahora, pero ustedes, como cristianos, ¿están seguros de que no hay ningún problema con su salvación? 
 
 

La salvación solo puede alcanzarse si la Palabra del bautismo y la sangre de Jesús es testificada

 
Jesucristo ha venido por el agua (el bautismo a través del cual el Señor cargó con nuestros pecados), la sangre y el Espíritu, y quien cree en este Evangelio del agua y el Espíritu debe dar testimonio de tres elementos claramente. A no ser que una persona predique la Palabra de la salvación de Jesús, que vino por el agua y la sangre, esta persona no puede hacer que nadie nazca de nuevo. Esta persona no es más que una propagadora de una religión denominada cristianismo. Por eso llamo al cristianismo del mundo religión, pero el verdadero cristianismo es una fe construida sobre la Palabra de Verdad y no una mera religión. 
¿Cómo puede el cristianismo ser una religión mundana, cuando la religión es algo inventado por el hombre? El cristianismo se trata de fe, una fe en la Palabra del Evangelio de la remisión de los pecados que Dios ha cumplido. Esta es la diferencia entre la fe cristiana y una mera religión. Jesucristo no vino a este mundo para fundar una religión, ni estableció un cristianismo mundano. 
Deben alcanzar la verdadera salvación al creer en el Evangelio del bautismo y la sangre de Jesús, el Evangelio de la remisión de los pecadores que creen en esta Verdad de salvación. Y cuando nazcan de nuevo, deben levantarse y hacer brillar la luz de la Palabra del Evangelio de la remisión de los pecados y convertirse en testigos del agua y la sangre, diciendo: “La salvación no puede alcanzarse creyendo solo en la Cruz; no hay ningún otro camino a la salvación a parte de esta Palabra del Evangelio de la remisión de los pecados”. A todos los que preguntan acerca de la salvación de la remisión de los pecados, debemos decirle que el bautismo y la sangre de Jesús constituyen el verdadero Evangelio que nos permite a todos nacer de nuevo, y que la sangre de Jesús en la Cruz solamente no es el verdadero Evangelio. 
 
 
Quien ame al Señor por su cuenta será destruido al final
 
Cuando un cristiano cree en el Señor sin conocer la Palabra de la regeneración de Jesús, y ama al Señor por su cuenta, su fe es como un amor no correspondido. 
Quiero poner un ejemplo de esto. Imaginen que naufragan mientras están cruzando el Pacífico, y después envían una señal de auxilio y están a punto de ser rescatados. Cuando llega, el helicóptero de rescate tira una cuerda para sacarles del mar, pero en vez de atarse la cuerda al cuerpo, se agarran a ella con las manos. Esto es lo mismo que amar a Jesús por su cuenta sin ser amados por Él, diciendo a ciegas: “Por favor, sálvame. Creo que me salvarás si creo en Ti”. Pronto se cansarán y soltarán la cuerda y morirán. Esto se debe a que confían en sus propias fuerzas para creer en Jesús. No deben convertirse en creyentes confusos. 
Amar a Jesús unilateralmente es decir: “Señor creo en Ti. Creo en la salvación de Jesucristo, que vino por la sangre de la Cruz y el Espíritu”. Muchas personas aman a Jesús unilateralmente. Como no conocen el Evangelio de la remisión de los pecados y no conocen la Palabra del bautismo y la sangre de Jesús que ha borrado los pecados de sus corazones, no pueden creer en la salvación del Señor aunque lo intenten. Y como no tienen confianza en su salvación, usan el nombre del Señor desesperadamente y dicen con palabras que creen en Él. 
Pero tenemos más confianza en nuestra salvación porque hemos aceptado la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Confesar la fe con palabras es completamente diferente a creer de corazón. Todos los pecadores cristianos que no nacen de nuevo y por tanto todavía tienen pecados en sus corazones serán arrojados al infierno. Aunque dicen que seguirán al Señor hasta el final, como tienen pecados en sus corazones, serán abandonados en el último día. Esto se debe a que aman a Jesús unilateralmente. Y como creen solo en la sangre de Jesucristo y el Espíritu, su amor no correspondido será en vano, y al final serán rechazados por el Señor y serán arrojados al infierno al final. 
Por tanto, si quieren creer en Jesús correctamente deben atar sus almas con la cuerda de la Palabra del bautismo de Jesús, Su sangre y Espíritu, el Evangelio de la remisión de los pecados; y cuando aten su alma, deberán asegurarse de que está bien sujeta con la cuerda de la Verdad. Cuando la Palabra de la remisión de los pecados desciende, quien crea en esta Palabra será redimido de todos sus pecados sin falta. 
Volviendo al ejemplo del rescate que acabo de darles, imaginen ahora que la persona que está en el helicóptero dice por el micrófono: “Escuchen con cuidado. Cuando baje esta cuerda, asegúrense de atársela al cuerpo bien, para que no se suelte. Entonces agárrense y esperen. No intenten subir por la cuerda. Se caerán y morirán. Así que confíen en mis palabras, tengan fe y esperen”. Al escuchar esto, alguien se puso la cuerda como le dijeron. Y esperó con fe. Esta persona fue salvada de la muerte al confiar en la cuerda que tenía atada. 
Por el contrario, digamos que otra persona se niega a seguir las instrucciones, diciendo: “No se preocupe. No sabe lo fuerte que soy. No se preocupe. Puede subir por la cuerda solo”. Entonces esta persona coge la cuerda y empieza a subir por su cuenta. Al principio, sube bastante, pero enseguida se encuentra con un problema. El helicóptero vuela con el hombre colgando por el aire y al final, está tan cansado que suelta la cuerda. ¿Cuál de estos dos hombres tiene une fe mejor? 
Estos dos hombres intentaron subir al helicóptero de maneras diferentes. El primer hombre que se ató a la cuerda fue elevado hasta el helicóptero aunque no tenía fuerzas propias. Pero el segundo hombre que alardeó de sus propias fuerzas se cansó enseguida y soltó la cuerda, y entonces murió. 
De esta manera, los que pueden decir que han sido completamente redimidos de todos sus pecados al creer en Jesucristo y Su Evangelio son los que creen en la Palabra del Evangelio que ha venido por el bautismo y la sangre de Jesús y el Espíritu, a través del cual el Señor ha salvado perfectamente a los pecadores. A través del Evangelio del agua y la sangre, el Evangelio de la remisión de los pecados, el Señor está diciendo: “Os he salvado perfectamente con el agua, la sangre y el Espíritu”. Y nos ha dado la perfecta salvación a todos los que creen en este Evangelio tal y como es. 
Sin embargo, los que no creen en este Evangelio dicen: “Señor, creo en Ti. Puedo ser salvado de todos mis pecados a través de esta sangre valiosa que has derramado en la Cruz. Aunque no sé nada acerca de Tu bautismo y lo que significa realmente, como creo en Tu sangre y el Espíritu, esto es suficiente. Puedo nacer de nuevo aunque no conozca el misterio de Tu bautismo. Después de todo, sigo creyendo en Ti como mi Salvador pase lo que pase. Así que no te preocupes porque no voy a ir al infierno”. A pesar de creer en Jesús estas personas siguen teniendo pecados en sus corazones y por tanto serán arrojadas al infierno seguramente. No deben acabar así. Debemos nacer de nuevo al creer en la Palabra de salvación, la Palabra del bautismo de Jesús. 
Piensen en la verdadera Palabra de Dios y descubran lo que es creer. Si creen solo en la sangre de Jesús y el Espíritu, necesitan la Palabra de Dios del Evangelio y la fe que les permite nacer de nuevo y ser salvados de todos los pecados. El Espíritu de Jesús y Su sangre no son suficientes para borrar sus pecados. La Palabra con la que Dios da testimonio de que han nacido de nuevo como pueblo de Dios es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Este Evangelio de la remisión de los pecados, la Verdadera Palabra de Dios de la salvación, proclama que Jesús cargó con todos sus pecados a través de Su bautismo, fue crucificado y condenado a morir por sus pecados en su lugar, y se levantó de entre los muertos de nuevo. Y todos los que creen de corazón en esta Palabra de la salvación, han sido bendecidos para nacer de nuevo. El Señor ha sellado a todos los creyentes diciendo: “Me he convertido en vuestro Salvador. Os he salvado. Creéis en Mi bautismo y sangre y que soy Dios. Por tanto habéis nacido de nuevo. Sois hijos de Dios Padre y como prueba os he dado el Espíritu Santo”.
Sin embargo, si uno no cree de todo corazón en estos tres elementos indispensables de la salvación, el agua (bautismo) de Jesús, Su sangre (muerte) y el Espíritu, entonces Dios dice: “No habéis sido salvados porque no creéis en el bautismo de la sangre de Jesús”. Todos los Apóstoles también dieron testimonio de que la salvación de la remisión de los pecados se alcanza a través del bautismo de Jesús, Su sangre y el Espíritu. 
Está escrito en 1 Pedro 3, 21: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva». El Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu corresponde a nuestra salvación y proclama que Jesús cargó con todos nuestros pecados a través de Su bautismo y fue condenado en la Cruz al derramar Su sangre, y que así nos ha salvado a todos Sus creyentes de todos los pecados del mundo para convertirnos en nuestro Salvador. 
Hablando de la salvación del bautismo de Jesús, el Apóstol Pablo dijo en Romanos 6, 3: «¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?». Entonces Pablo siguió diciendo en el versículo 5: «Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección», y en Gálatas 3, 27 dijo: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos». De esta manera, los Apóstoles también creyeron y predicaron la Palabra del bautismo de Jesús, el Evangelio de la remisión de los pecados. ¿Es su fe mejor que la de los Apóstoles? ¿Ignoraron los Apóstoles el bautismo de Jesús a través del cual el Señor cargó con los pecados del mundo? No, por supuesto que no; todos creyeron en él. Entonces deben creer en el verdadero Evangelio para ser salvados. 
 
 

El Evangelio de Dios de la redención de los pecados fue cumplido con el agua del bautismo del Señor y Su sangre derramada en la Cruz 

 
Jesús vino a este mundo mediante Su bautismo y sangre. Todos debemos hacer brillar la luz del bautismo y la sangre de Jesús, la verdadera luz de la salvación, y debemos creer en la Palabra que nos salva, es decir, el bautismo de Jesús, Su sangre en la Cruz y Su divinidad. Debemos dar testimonio claramente de que Jesús es el Hijo de Dios y el perfecto Salvador de todos los pecadores y debemos hacer brillar la luz del Evangelio de Su bautismo y sangre. Dios nos ha dado la luz de la salvación y nos ha dicho que la hagamos brillar. Debemos obedecer este mandamiento ahora. 
Si alguien tiene pecados en sus corazones a pesar de creer en Jesús y decir ser una persona justa, entonces esta persona no es justa, sino pecadora. Ningún pecador puede superar al mundo. Todos los pecadores morirán por el pecado. 
Si no creen en esta agua (bautismo) de Jesús, sus pecados no podrán ser borrados. De la misma manera, si no creen en la sangre de Jesús, no podrán ser librados de la condena del pecado ni recibir la salvación. Jesucristo es Dios mismo y vino a este mundo concebido por el Espíritu Santo en el cuerpo de la virgen María, y no pueden ser salvados si no creen en este Señor. Quien no crea en Jesús de todo corazón no podrá ser justo y seguirá siendo un pecador. Los que dicen que son justos imperfectamente defienden la doctrina de la justificación que dice que Dios los considera sin pecado aunque tengan pecados. Estas personas no han entrado en la Verdad de la regeneración de Jesucristo. Aunque estos cristianos dicen que han nacido de nuevo porque Dios los considera sin pecados a pesar de sus pecados, no conocen la Biblia. Estas personas enseñan a otros a nacer de nuevo, pero no lo aprenden ellos mismos porque no saben cómo. 
Si piensan que Dios les va a considerar personas justas aunque tengan pecados, están cometiendo un grave error. Dios dice que solo los que son completamente justos tienen justicia, y les dice a los pecadores que son pecadores y no han nacido de nuevo. No dice que un pecador es justo solo porque diga creer en Jesús de cualquier manera. Aunque Dios es Todopoderoso, no puede mentir. El problema es que muchos cristianos no lo han entendido bien y han confundido a Dios profundamente en sus pensamientos. Solo los que Dios dice que son justos están limpios. 
La doctrina humana de la justificación es el producto de los pensamientos humanos; no es el Evangelio de Dios del bautismo y la sangre de Jesús. Esta doctrina dice que Dios considera a un pecador justo aunque tenga pecados. Pero nuestro Dios no miente llamando a un pecador justo aunque tenga pecados. Como es absolutamente imposible que Dios mienta, no llama justas a ninguna persona pecadora, aunque sea cristiana. Pero a pesar de esto, si alguien piensa que Dios le llamará justo solo por creer en Jesús de cualquier manera, es un insensato. A los seres humanos tampoco les gustan las mentiras y entonces cómo va a llamar Dios, el Creador de los cielos y la tierra, justo a alguien porque crea en Jesús. No, esto no puede ser. Estoy seguro de que saben que Dios no haría eso nunca. 
De la Palabra por la que Jesús nos ha salvado, si Su bautismo o sangre se dejan de lado, ese evangelio es una creación humana; no es la Verdad que hace que los pecadores sean justos. Por tanto, solo hay un tipo de personas cuya fe Dios aprueba. Dios aprueba la fe de los que creen en el bautismo de la salvación que Jesús recibió en este mundo, los que creen de todo corazón en el Evangelio de la remisión de los pecados. La creencia de que Jesucristo vino a este mundo y aceptó todos los pecados de todos los pecadores al ser bautizado; la creencia de que fue condenado en la Cruz al derramar Su sangre mientras cargaba con los pecados del mundo; y la creencia de que se levantó de entre los muertos, es la fe en esta Palabra de la remisión de los pecados la que Dios usa para salvar a Su pueblo. 
Si Jesús hubiese muerto en la Cruz sin cargar con nuestros pecados a través de Su bautismo en este mundo, y hubiese dicho: “Moriré por ti, cree en Mí solamente” entonces no se habría convertido en el Señor justo, y habríamos pensado que el Señor es despótico e irracional. Esto significa que si el Señor hubiese dicho que había borrado los pecados del mundo sin aceptarlos a través de Su bautismo, entonces Su salvación sería demasiado absurda para creer en ella. 
El Señor dijo: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11, 28). Jesús puede invitar a todos los pecados a Su descanso porque les ha salvado de todos sus pecados a través de Su bautismo y sangre. Dios no aprueba a nadie que solo crea en la sangre de Jesús derramada en la Cruz. 
El Reino de Dios solo tiene la verdad, justicia, honestidad, amor y amabilidad, y no tiene ninguna falsedad. Al contrario que en el mundo presente, en el Reino de los Cielos no se permite ni un pecado. Está escrito: «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» (Mateo 7, 22). Pero Dios nunca ha aprobado las obras justas como su salvación. 
Dios no es tan suave como pensamos (Mateo 7, 23). Cuando llegue el día del juicio, algunas personas pueden decir: “Señor, te he ofrecido dos casas y he entregado mi vida por Ti. ¿No lo has visto? ¿No me has visto sacrificando mi vida para no negarte?”.
Pero el Señor les dirá: “Alejaos de Mí. Un pecador no puede venir aquí”. 
“Pero he sido martirizado por Ti”.
“¿Qué es el martirio? Moriste solamente para mostrar tu voluntad. ¿He testificado alguna vez que eras Mi pueblo? He salvado a los pecadores a través de la Palabra del Evangelio de Mi bautismo, Mi sangre y el Espíritu. ¿Ha testificado esta Palabra del Evangelio que eres parte de Mi pueblo? ¿Conoces esta Palabra? ¿La has aprendido? ¿Acaso no te has levantado contra ella? Entonces, ¿qué puedo hacer ahora que has creído por tu cuenta aunque Mi Palabra de Verdad no dice esto? No has sido martirizado para defender su fe en el Evangelio del agua de Mi bautismo, Mi sangre y el Espíritu; sino que tu muerte ha sido en vano. Me has amado por tu cuenta, creyendo en Mi sangre derramada en la Cruz y el Espíritu en vano. ¿Te das cuenta de lo que has hecho? Serás arrojado al infierno”. Esto es lo que el Señor dirá a todos los que crean que son justos aunque tengan pecados. 
Para los nacidos de nuevo, el que nuestra salvación sea aprobada por Dios está constatado en Su Palabra. El hecho de que somos personas justas está constatado en la Palabra escrita de Dios del agua y el Espíritu. 
Está escrito: «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo» (1 Juan 5, 10). Dios dijo que los que creen en Su Hijo han dado testimonio. Yo también tengo este testimonio dentro de mí. Y la Palabra del testimonio dice lo siguiente: “Por nuestro bien Dios vino a este mundo como el Salvador encarnado en un hombre a través del cuerpo de la Virgen María y concebido por el Espíritu Santo; a los 30 años cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista en la misma manera que la imposición de manos del Antiguo Testamento; y así cargó con todos los pecados del mundo, fue condenado en la Cruz en vez de los pecadores y se levantó de entre los muertos al tercer día para darnos la vida”. De esta manera, el Señor ha salvado a Sus creyentes del pecado. 
Si el Señor no se hubiese levantado de entre los muertos y siguiese enterrado en Su tumba ¿cómo podría el Cristo muerto dar testimonio? Pero el Señor fue resucitado. Así que Jesús se ha convertido en el Salvador de todos Sus creyentes, y han sido salvados para convertirse en personas justas cuyos corazones no tienen pecados. Nuestros corazones son tan blancos como la nieve. 
Como Jesús nos ha salvado de esta manera profetizada en el Antiguo Testamento, alcanzamos nuestra salvación al creer a través del Evangelio del bautismo de Jesús y Su sangre que está constatado aún más claramente en el Nuevo Testamento. Tengo este testimonio dentro de mí, ustedes tienen este testimonio dentro también y todo el que ha sido salvado tiene ese testimonio. Los santos nacidos de nuevo creen en el bautismo de Jesús y no lo ignoran. Solo son salvados si creen en todo lo que Jesús ha hecho por ustedes, sin dejarse nada fuera. 
 
 

La fe de los que hacen mentiroso a Dios

 
Está escrito: “Quien no crea a Dios lo hace un mentiroso”. El Apóstol Juan explica que los que no crean en todo lo que Dios ha hecho por ellos, es decir, los que digan creer en Jesús mientras dejan Su agua fuera, están haciendo a Dios mentiroso. Cuando estas personas escuchan que Jesús tomó todos los pecados del mundo dicen: “Eso no es cierto. El Señor tomó nuestro pecado original solamente, así que debemos ofrecer oraciones de penitencia para redimir nuestros pecados personales todos los días; en cuando a nuestros pecados futuros, el Señor los eliminará cuando los confesemos”. Estas personas están negando el bautismo de Jesús y como los que creen así están haciendo a Dios mentiroso, serán condenados a morir por este pecado. 
Vamos al infierno, no porque cometamos pecados, sino porque no creemos en el bautismo de Jesús y Su sangre, y por tanto convertimos a Dios en un mentiroso. Estas personas que no creen en este bautismo de Jesús tienen pecados en sus corazones, y por eso dicen: “¿Cómo puedo decir que no tengo pecados cuando cometo pecados?”. De esta manera convierten a Dios en un mentiroso hasta el final, y son castigados por este pecado. 
Una vez le pregunté a un anciano: “¿Desaparecerán mis pecados si creo en Jesús?”.
“Sí, por supuesto” dijo el anciano. 
“Entonces deben ser salvados, ya que la Biblia dice que Jesús tomó todos los pecados del mundo y terminó toda la obra de salvación?”. 
El anciano contestó: “Sí, claro”.
Le preguntó de nuevo: “Debes estar sin pecados, ¿verdad?”
“Sí, ahora estoy sin pecados gracias a la sangre de Jesús”.
“¿Qué pasa si cometes pecados en el futuro?”
Entonces contestó: “Seré un pecador. ¿Cómo puede alguien no tener pecados. Como todos somos pecados, es imposible no cometer pecados. Pero debemos arrepentirnos cuando pecados y entonces los pecados desaparecen”.
“¿Qué hay de ti? ¿Tienes pecados?”
“Sí, tengo pecados”.
“¿Eres un santo entonces?” 
“No, soy un pecador”. 
“Entonces, ¿quién irá al Cielo, los justos o los pecadores?” 
“Los justos son los que irán al Cielo”.
Así que le pregunté una última vez: “¿Dónde irás entonces?”. Sin poder decir nada, el anciano no pudo contestar mi pregunta y se fue murmurando. La fe de estas personas es la que hace mentiroso a Dios, y por tanto son arrojadas al infierno por convertir a Dios en un mentiroso. 
 
 
Quien crea en el Evangelio primitivo no niega la divinidad de Jesús
 
Como dice la Biblia: «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo» (1 Juan 5, 10), todos tenemos un testimonio claro de la salvación. Quien haya salvado a través del agua y el Espíritu crea en la Verdad de que Jesús nació en este mundo a través del cuerpo de la virgen María concebido por el Espíritu Santo, que todos sus pecados fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado y que Jesús los ha borrado al morir en la Cruz por los pecados del mundo. Estas personas creen que la salvación se alcanza al creer en Jesús, quien vino por el agua, la sangre y el Espíritu. Solo los que creen en Jesucristo, que vino por el Espíritu el agua y la sangre pueden obtener el testimonio de esta salvación ante Dios. 
La Biblia dice: «pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros» (1 Tesalonicenses 1, 5). A Satanás le gusta ver a la gente predicar solamente la sangre de Jesucristo, y está engañando a multitud de personas para que crean solamente en la sangre de Jesús. Deben darse cuenta aquí de que en esta era presente el Diablo obra a través de las iglesias del mundo en vez de por la persecución para engañar a la gente para que crea en un Evangelio sin el bautismo de Jesús, que corresponde a nuestra salvación (1 Pedro 3, 21). 
El Evangelio que Satanás teme más en este mundo es el Evangelio del agua y el Espíritu. El Diablo se va corriendo cuando se encuentra con alguien que tiene fe en la Palabra del bautismo de Jesús, Su sangre en la Cruz y Su divinidad como el Hijo de Dios. 
Hay una película titulada el Exorcista en la que unos sacerdotes católicos realizan rituales de exorcismo para expulsar a un demonio, orando fervientemente y agitando una cruz delante del demonio, pero incluso los sacerdotes no pueden enfrentarse al demonio y acaban muertos. Pero es imposible que una persona que ha nacido de nuevo de verdad, y cuya salvación ha sido constatada por Dios, perder contra Satanás. Los nacidos de nuevo se sientan callados y con su fe en la Palabra, le ordenan al demonio que se vaya. Si el Diablo intenta engañarles, simplemente hablen tranquilos del Evangelio primitivo del agua y el Espíritu diciéndole a Satanás: “¿Te das cuenta de que Jesús ha tomado todos mis pecados?”. El Diablo entonces se irá corriendo. 
¿Cuál es el testimonio del Hijo de Dios? ¿Acaso no es el Evangelio de la salvación que da testimonio de que Jesucristo vino a este mundo concebido por el Espíritu Santo, cargó con todos nuestros pecados sobre Su cuerpo a través de Su bautismo y derramó Su sangre hasta morir en la Cruz en nuestro lugar? La gente miente a Dios porque no cree en esta Palabra del testimonio del Espíritu, el agua y la sangre; y quien cree y predica un evangelio falso se convierte en un falso profeta. 
La Biblia dice en 1 Juan 5, 11: «Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo». Como Dios nos ha dado la vida eterna y esta vida está en Su Hijo, viviremos para siempre. Si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, también recibirán la vida eterna. 
Los Apóstoles Juan, Pablo y Pedro distinguieron a los nacidos de nuevos de los que no han nacido de nuevo. Entonces, ¿cómo pueden los siervos de Dios actuales reconocer a los nacidos de nuevo? ¿Y cómo pueden distinguir a los verdaderos siervos de Dios y Su pueblo? Los que han recibido la salvación y la vida eterna a través del agua y el Espíritu pueden distinguir a los salvados de los que no han sido salvados. Esto se debe a que tienen el Espíritu Santo y la Palabra de Dios escrita. 
Si alguien en un cargo de la iglesia, como un pastor o evangelista, no puede distinguir si un miembro de su iglesia es un santo o no, entonces la persona no ha sido salvada y es una persona sin vida que no tiene la Palabra del agua, la sangre y el Espíritu. Los que no tienen vida en ellos no pueden distinguirlo y como personas ciegas, van tropezando sin convicciones de lo que es bueno y lo que es malo. Por el contrario, los que han sido salvados pueden distinguir quién es un santo y quién no. 
Esto es lo mismo que intentar distinguir entre diferentes colores en la oscuridad. Una persona ciega no puede decir que el verde es verde o que el blanco es blanco porque sus ojos no pueden ver, y entonces no puede ver la diferencia entre estos dos colores. En contraste, cualquiera con un ojo abierto puede ver la diferencia enseguida. Sabe que hay una diferencia entre el verde y el blanco porque puede ver. 
Si los nacidos de nuevo no hacemos brillar la luz que da testimonio del bautismo de Jesús y Su sangre, el Evangelio de la remisión de los pecados, muchas personas morirán. Si dejamos que pase esto, entonces en vez de estar complacido con nosotros, Dios nos regañará por ser malos siervos. Debemos hacer brillar la luz claramente y con sabiduría. Quiero resaltar esto porque la mayoría no puede entenderlo hasta que lo explico con todo detalle una y otra vez. Por ejemplo, no pueden traer a alguien analfabeto y esperar que empiece a leer de repente sin enseñarle el alfabeto. Cuando se aprende un idioma, se empieza por lo básico para explicar lo que es el alfabeto, cómo se componen las palabras con el alfabeto y cómo se construyen las frases y las oraciones con una combinación de palabras para comunicarnos. De la misma manera, la Biblia debe enseñarse claramente desde la base. 
De esta manera el bautismo de Jesús también debe explicarse clara y repetidamente. Lo que he escrito en este libro no es mi propia opinión, sino que predico según la Palabra, verificada por los textos originales de las Escrituras, y construida en una base bíblica sólida. 
La salvación de los pecadores se ha cumplido. Como todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado, fue enterrado en vez de los pecadores; porque todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesús, todos nosotros los que creemos en esto han sido lavados de los pecados; y por tanto, esta fe en el Evangelio original permite a todo el mundo ser recibido en los brazos de Dios. Este Evangelio primitivo cumplido por el Señor permite que todo el mundo nazca de nuevo del agua, la sangre y el Espíritu, y espero y oro porque crean en este Evangelio y entren dentro.
 
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LA SABIDURÍA DEL EVANGELIO PRIMITIVO