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শিক্ষা

Tema 11: El Tabernáculo

[11-10] La Fe Manifestada en La Fuente de Bronce (Éxodo 30:17-21)

La Fe Manifestada en La Fuente de Bronce
( Éxodo 30:17-21 )
«Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones».
 

La fuente de Bronce en el atrio del Tabernáculo
 
 
La Fuente de Bronce

Material: Hecho de bronce, siempre estaba lleno de agua.
Significado Espiritual: Bronce significa el juicio de todos los pecados de la humanidad. Para llevar la condenación de todos los pecados de la humanidad, Jesús tomó los pecados del mundo sobre sí mismo siendo bautizado por Juan. Como tal, el significado de la fuente de bronce es que podemos ser lavados de todos nuestros pecados creyendo que todos estos pecados de nosotros fueron pasados sobre Jesús con su bautismo.
Los sacerdotes que servían en el tabernáculo también lavaban sus manos y sus pies antes de entrar al tabernáculo y así evitaban su muerte. El bronce se refiere al juicio de todos los pecados y el agua del lavamanos se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan, a través del cual él tomó los pecados del mundo sobre sí mismo. En otras palabras, el lavamanos nos dice que Jesús aceptó todos los pecados sobre él y llevó la condenación de estos pecados. El agua en la fuente de bronce significa, en el Antiguo Testamento, el hilo azul en el tabernáculo y en el Nuevo Testamento, el bautismo que Jesús recibió de Juan (Mateo 3:15, 1 Pedro 3:21).
Así que la fuente de bronce se refiere al bautismo de Jesús, y es el lugar en donde confirmamos nuestra fe en el hecho de que Jesús llevó todos nuestros pecados, incluyendo nuestros pecados actuales, y los lavó todos de una sola vez a través del bautismo que Él recibió de Juan el Bautista hace más de 2,000 años.
Existen los justos en este mundo quienes han nacido de nuevo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Ellos son los que han recibido la remisión de sus pecados creyendo que todos sus pecados fueron perdonados por las obras de Jesús manifestadas en los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. Sin embargo, debido a que aún los justos que han recibido la remisión del pecado son insuficientes en la carne, no pueden evitar el pecar cada día, y tales pecados son llamados pecados actuales. El lugar en donde los justos, que han recibido la remisión del pecado, han llegado a resolver sus pecados no es ningún otro que en el lavamanos. Siempre que los justos cometen pecados actuales, van a la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo y se lavan las manos y los pies. Y ellos así pueden confirmar el hecho que Jesús ya ha perdonado todos sus pecados actuales también creyendo en la Palabra escrita de Dios.
En la Biblia, el agua en ocasiones es usada para referirse también a la Palabra de Dios, pero el significado más importante del agua es el bautismo de Jesús. Efesios 5:26 dice, «para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra» y Juan 15:3 dice: «Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado». La fuente de bronce permite a los santos que han recibido la remisión de sus pecados poseer la evidencia de que el Señor ha perdonado todos sus pecados con agua no importa lo insuficiente que la carne pueda ser.
1 Pedro 3:21 y 22 afirma: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades». Poco antes de estos versículos Pedro explica el significado espiritual del agua en los días de Noé. En otras palabras, aunque Noé advirtió a los pecadores de la inundación que limpiaría la suciedad del primer mundo a las almas atrapadas en el pecado, solo ocho fueron salvadas a través del agua. El agua de la inundación de ese tiempo aniquiló a todos aquellos que nunca creyeron en la Palabra de Dios. Y ahora Pedro extrae del incidente de la inundación que el bautismo de Jesús es lo que corresponde a esta agua. Como tal, la fuente de bronce es el lugar en donde confirmamos nuestra salvación una vez más ante Dios, en ambos, cuando somos salvos y después de ser salvos.
Los santos que han sido salvados de sus pecados por la fe y están vestidos de la gracia de Dios creyendo en el agua de la fuente de bronce (el bautismo de Jesús), el bronce (el juicio de Dios por todos los pecados), y en que Jesús los liberó de sus pecados. Aún si estamos llenos de debilidades y limitaciones que difícilmente podamos reconocernos a nosotros mismos como justos, podemos confirmar que somos totalmente justos comprometiendo nuestra fe en el bautismo (el llevar los pecados, agua) y en su derramamiento de sangre sobre la cruz (la condenación de los pecados, el bronce). Debido a que creemos en la Palabra de Dios que ya nos ha salvado de todos nuestros pecados y de la condenación por estos pecados, siempre podemos volvernos justos que estamos sin pecado.
La Palabra de Dios en la cual creemos nos dice que Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo a través de su bautismo recibido de Juan, derramó su sangre sobre la cruz para llevar la condenación de los pecados en lugar nuestro, y así nos ha salvado íntegramente de nuestros pecados. Dios colocó la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo para que pudiéramos confirmar con nuestra fe que somos salvos, no importa cuáles puedan ser las circunstancias, los que hemos sido salvos perfectamente de todos nuestros pecados.
 

¿Has Sido Liberado Eternamente de Todos Tus Pecados Actuales?

Durante la Última Cena, después de compartir el pan y la bebida de la Pascua con sus discípulos, Jesús, antes de morir en la cruz, quiso lavar los pies de Pedro y de los otros discípulos con agua. Debido a que Jesús ya había tomado todos los pecados de sus discípulos a través de su bautismo recibido de Juan, Él quiso enseñarles la verdad del lavamanos. Jesús les dijo que después de ser bautizado, Él, como el Cordero de la Pascua, pagaría la deuda (muerte) por el pecado siendo colgado de un árbol. Como tal, los doce discípulos de Jesús, aunque continuaban siendo insuficientes después de creer en Él, nunca más se convirtieron en pecadores.
De la misma manera, el hecho de que Jesús lavó sus pies les confirmó lo que la Palabra de verdad testificaba –que Jesús ya había lavado todos sus pecados del mundo. Es así como los discípulos siempre pudieron predicar a la gente del mundo que Jesús es el Salvador y proclamaron el evangelio del agua y el Espíritu que Él ya había realizado (Hebreos 10:1-20). Así el lavamanos permite a los justos que han sido salvos de todos sus pecados creyendo en la verdad, el recordar el bautismo de Jesús. También les da la convicción de la salvación que Dios mismo los ha liberado.
 

La Biblia No Menciona el Tamaño de la Fuente de Bronce

Mientras que el tamaño de todo lo demás en el tabernáculo está mencionado, el de la fuente de bronce no. Esto nos muestra el hecho infinitamente inmenso de que Jesús el Hijo de Dios tomó nuestros pecados sobre Él con su bautismo. También nos dice que el amor de Jesús quien nos ha salvado de nuestros pecados y condenación es ilimitado. La fuente de bronce manifiesta el gran amor de Dios que no se puede medir. Los seres humanos están atados y continúan pecando mientras viven. Pero al tomar todos los pecados del mundo sobre sí mismo a través de su bautismo recibido de Juan y siendo crucificado y derramando su sangre sobre la cruz, Jesús ha borrado todos nuestros pecados por siempre.
La fuente de bronce se hizo derritiendo los espejos de bronce de las mujeres que servían en el tabernáculo (Éxodo 38:8). Esto significa que en la Palabra de Dios resplandece la luz de la salvación sobre los pecadores y quita las tinieblas. Debemos darnos cuenta de que Dios ha hecho la fuente de bronce para que Él mismo pudiera lavar nuestros pecados. Esta Palabra de verdad ha mostrado la luz sobre los pecados de la gente escondidos en lo profundo de sus corazones, lavó sus pecados por siempre, y les ha dado la remisión de los pecados, y así los ha convertido en justos. En otras palabras, la fuente de bronce juega el papel de testificar claramente la verdad de que Jesucristo nos ha salvado totalmente a nosotros los pecadores con la Palabra de Dios.
 

La Fuente también Estaba Hecho de Bronce

¿Conoces el significado del bronce que fue usado para hacer la fuente? El bronce no se refiere a ninguna otra cosa, que a la condenación del pecado que íbamos a encarar. Para ser más preciso, nos dice que Jesús cargó todos nuestros pecados a la cruz con su bautismo y fue condenado en lugar nuestro. Éramos nosotros quienes se suponía que seríamos condenados por nuestros pecados, pero a través del agua de la fuente de bronce, podemos confirmar una vez más que todos nuestros pecados han sido lavados. Aquellos que creen en esto se convierten en los que han sido juzgados a través de su fe y por lo tanto ya no encaran más juicio.
La guente de bronce lleno de agua nos está diciendo, “A través de los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido, Jesús ya ha lavado tus pecados y te ha salvado totalmente de tus pecados. Él te ha hecho limpio”. En otras palabras, el lavamanos es la prueba positiva para los justos que han recibido la remisión del pecado, de que ellos han sido lavados de sus pecados y salvados.
El altar del holocausto significa el juicio del pecado, mientras que la fuente de bronce, relacionado al hilo azul de entre los materiales del tabernáculo, nos dice que Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo con su bautismo en el Nuevo Testamento.
Podemos entrar al Lugar Santo solo cuando abrimos y entramos por la puerta el atrio del tabernáculo, pasamos por el altar del holocausto y luego pasamos a la fuente de bronce. Aquellos que pueden entrar al tabernáculo donde habita Dios son solo aquellos que claramente han pasado a través del altar del holocausto y la fuente de bronce por fe. Solo aquellos que han recibido la remisión del pecado creyendo en la verdad de la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo pueden entrar al Lugar Santo.
Cuando alguien trata de entrar al Lugar Santo por su propio esfuerzo, saldrá fuego del Lugar santo y devorará a esta persona. Aún los hijos de Aarón no eran la excepción de esto y algunos de ellos, de hecho, murieron como resultado (Levítico 10:1-2). Aquellos que son ignorantes de la justicia de Dios al llevar el pecado y la condenación e ignoran esta verdad serán puestos a muerte debido a sus pecados. La gente que trata de entrar en el reino de Dios creyendo de acuerdo con sus propios pensamientos en lugar de creer en su salvación del pecado elaborada abundantemente ciertamente encararán el juicio de fuego por sus pecados. Debido al inevitable juicio del pecado, todo lo que les espera a ellos como consecuencia solo es el infierno.
Jesús completó nuestra salvación del pecado con los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido para que pudiéramos ser capaces de entrar al Lugar Santo. Es creyendo en esta verdad que somos totalmente salvos de todos nuestros pecados. Dios ha puesto su plan de salvar a la humanidad del pecado aún antes de la creación, y nos ha hecho conocer su voluntad en detalle en la Biblia a través del hilo azul (el bautismo de Jesús), el hilo carmesí (la muerte de Jesús sobre la cruz) y el hilo púrpura (Dios se hizo hombre). Y de acuerdo con este plan, Él ciertamente ha salvado a los pecadores de sus pecados e iniquidades a través de las obras de Jesús manifestadas en los hilos azul, púrpura y carmesí.
1 Juan 5:4 dice: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe». Y es seguida por el versículo 10, el cual dice: «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo». ¿Cuál es este testigo de la salvación? El evangelio de verdad que nos ha dado nuestra salvación a través del agua, la sangre y el Espíritu son los testigos de nuestra fe en el Hijo de Dios (1 Juan 5:6-8). En otras palabras, solo el evangelio del agua y el Espíritu en el cual creemos es la evidencia de que Dios nos ha lavado de nuestros pecados y nos ha hecho su propio pueblo. El único camino para que seamos salvos de todos nuestros pecados, entrar al Lugar santo, alimentarse del pan de vida dado por Dios y vivir en su gracia es el creer en nada más que en este evangelio del agua y el Espíritu. Creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu que limpia nuestros pecados, debemos ahora ser salvos y vivir nuestras vidas de fe uniéndonos con la iglesia de Dios.
Es por la verdad del evangelio del agua y el Espíritu que nos podemos alimentar de la Palabra de Dios en su iglesia, estar unidos a ella y vivir como los justos cuyas oraciones son escuchadas por Dios. Cuando creemos en esta verdad, podemos llegar a ser los justos que tienen la fe de los hilos azul, púrpura y carmesí, y que viven vestidos en la gracia de Dios ante su presencia. La vida de fe que solo puede ser vivida por el pueblo de Dios viene únicamente creyendo en el agua, la sangre y el Espíritu. Podemos ser salvos de todos nuestros pecados creyendo en nuestros corazones en el bautismo de Jesús, el derramamiento de su sangre y muerte, y en que Jesús es Dios mismo. La fe que te ha permitido vivir en la iglesia de Dios es la fe en los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido.
En la actualidad, mucha gente está diciendo, “Todo lo que tenemos que hacer es creer en Jesús; ¿por qué molestarse con tanta complejidad? No perdamos nuestro tiempo con pláticas inútiles y solo creamos en cualquier forma que nosotros creamos que es apropiado”. A tal gente, solo les pareceríamos hacedores de problemas dentro del cristianismo, pero lo que es absolutamente claro es que si uno cree en Jesús sin haber recibido la remisión de pecados, él / ella deben encarar la condenación eterna. El no creer totalmente en el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu es una fe defectuosa y falsa. Es, de hecho, no creer en Jesús como el Salvador.
Si yo, para ganar el favor de algún extraño, le insistiera ciegamente a este extraño, “Yo creo en ti”, estaría convencida esta persona, “Este hombre debe creer en mi realmente”, ¿estaría contento? Por el contrario, él probablemente diría, “¿Me conoces? Yo no creo conocerte”. Si le digo a él de nuevo, “De cualquier manera yo creo en ti,” y lo veo con ojos amables tratando de hacerlo sentir mejor, ¿estará él contento entonces? Lo más seguro es que me miraría como un psicópata sin cordura, quien está tratando de leer su mente y ganar sus favores.
Tampoco Dios se agrada por la gente que solo cree en él ciegamente. Cuando decimos, “Yo creo en Dios. Yo creo en Jesús quien es el Salvador de los pecadores,” entonces debemos profesar nuestra fe en él después de conocer y creer en cómo Jesús se ha encargado de las iniquidades de los pecadores. Si creemos necia o ciegamente, como si no tuviéramos para nada carácter, entonces jamás podríamos ser salvos. Somos salvos solo cuando creemos, primero conociendo claramente cómo Jesús ha hecho nuestros pecados desaparecer. Cuando decimos que creemos en alguien, ponemos nuestra verdadera confianza en esta persona porque lo conocemos lo suficientemente bien y consideramos que esta persona es confiable. El poner la confianza en alguien al que no conocemos bien solo quiere decir que estamos mintiendo o que somos insensatos y nos disponemos a ser traicionados. Como tal, cuando profesamos creer en Jesús, debemos saber exactamente cómo Jesús ha hecho desaparecer nuestros pecados. Solo entonces no seremos abandonados por nuestro Señor en el último momento y entraremos al cielo como los hijos de Dios nacidos de nuevo.
La fe verdadera que puede guiarnos al cielo es la fe en los hilos azul, púrpura y carmesí. En otras palabras, la fe real es creer en el evangelio del agua y el Espíritu que nos ha salvado a través del agua (el bautismo de Jesús), la sangre (la muerte de Jesús) y en el Espíritu Santo (Jesús es Dios). Nosotros debemos saber cuán grande es la gracia de nuestro Señor que nos ha salvado y creer en ella, ya que el creer en esta verdad nos guiará a nuestra salvación.
Si la fe de uno es completa o no se determina solo por si esta persona conoce la verdad o no. Tú puedes creer en Jesús como tu Salvador solo cuando creas en el evangelio del agua y el Espíritu con tu corazón. Y esta fe en Jesús como nuestro Salvador, quien nos ha dado la remisión del pecado a través del evangelio del agua y el Espíritu, es la verdadera fe que nos ha salvado de todos nuestros pecados.
 


La Fuente de Bronce es la Afirmación de la Salvación que Ha Perdonado Nuestros Pecados


La fuente de bronce estaba llena con agua. Estaba colocada justo frente al Lugar Santo. La fuente de bronce es el lugar en donde nos recordamos a nosotros mismos de que hemos recibido la remisión del pecado y afirmamos que lo recibimos por fe. Es la afirmación del hecho que Dios ha limpiado todos los pecados de los creyentes. Así como los sacerdotes que sirven en el Lugar Santo lavaban sus manos y pies en la fuente de bronce siempre que se ensuciaban, aquellos quienes han recibido la remisión del pecado, también lavan tales pecados recordándose a sí mismos y afirmando una vez más, a través de la Palabra de Dios, que Jesús también ya ha borrado estos pecados que los ensució y los ha expiado por ellos de la misma manera siendo condenado vicariamente.
Nos ensuciamos debido a que no podemos evitar continuar pecando mientras vivimos en este mundo. ¿Entonces, con qué deberíamos de limpiar estos pecados que nos ensucian? Los lavamos creyendo que Jesucristo, el rey de reyes, vino a esta tierra hace más de 2,000 años en semejanza de hombre para salvar a los pecadores, tomó sus pecados sobre sí mismo a través de su bautismo, derramó su sangre sobre la cruz y así ha perdonado a los pecadores de todos sus pecados. Podemos recibir la remisión del pecado y lavar nuestros pecados actuales también solo cuando creemos en la verdad que Jesús tomó todos los pecados sobre sí mismo siendo bautizado. Podemos recibir la remisión del pecado y también lavar nuestros pecados actuales, en otras palabras, solo cuando creemos en esta verdad de que Dios ya ha lavado todos nuestros pecados a través de los hilos azul, púrpura y carmesí.
 

Debemos Tener la Fe que sabe y Cree en la Verdad De la Fuente de Bronce

Sin fe en la fuente de bronce, nunca podremos entrar en el Lugar Santo donde Dios habita. Nuestras obras no pueden ser siempre perfectas. Debido a que tenemos limitaciones, en ocasiones pecamos. Pero la salvación que Dios nos ha dado es perfecta, ya que la Palabra de Dios es perfecta. Debido a que ha lavado nuestras limitaciones con su perfecta salvación, podemos entrar atrevidamente al Lugar Santo por fe. Aquellos que no pasan a través del lavamanos nunca podrán entrar en el Lugar Santo. Somos elegibles para entrar en el Lugar Santo por nuestra fe en la verdad de que Jesús vino a esta tierra hace 2,000 años y borró todos los pecados del mundo con el evangelio del agua y el Espíritu profetizado a través de los hilos azul, púrpura y carmesí. Sin creer que nuestro Señor ya ha borrado todos nuestros pecados y nos ha hecho sin pecado, nunca podremos entrar al Lugar Santo.
Así como no podemos entrar en el Santuario de Dios sin creer en los hilos azul, púrpura y carmesí, si no creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, no podemos disfrutar la bendición de ir ante el trono de la gracia de Dios creyendo en su Palabra y en su iglesia, no podemos orar a él y recibir su gracia, y viviendo con sus siervos y santos. Podemos vivir nuestras vidas en la iglesia de Dios con nuestros compañeros creyentes, escuchando y creyendo en su Palabra y orando a él, solo cuando creemos que Dios ya nos ha salvado de todos nuestros pecados a través de los hilos azul, púrpura y carmesí podemos hacerlo.
La fuente de bronce es la confirmación final de nuestra salvación del pecado. Dios colocó la fuente de bronce justo frente al Lugar Santo y lo llenó con agua para dar la afirmación de fe a aquellos que creen en el evangelio de la remisión del pecado. Este lavamanos limpia las conciencias sucias de los justos que creen.
Vamos a leer 1 Juan 2:1-2. «Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo». Amén.
Si pecamos, tenemos un abogado con el Padre, Jesucristo el justo. Jesús lava los corazones sucios de los justos con agua limpia. El día antes de ser crucificado, durante la última cena Jesús reunió a sus discípulos, vació agua en un lavamanos y comenzó a lavar sus pies. “Cuando Yo fui bautizado, llevé todos tus pecados, aún los que habrías de cometer después y yo fui condenado en la cruz en tu lugar. Yo también tomé aún tus pecados futuros sobre mí mismo y yo los borré. Yo me he convertido en tú Salvador”.
Fue para decir esto que Jesús lavó los pies de sus discípulos durante la última cena de la Pascua. A Pedro quien se rehusaba a que Jesús lavara sus pies, Él dijo: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después» (Juan 13:7). Jesús quería convertirse en el perfecto Salvador de aquellos que verdaderamente creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Para aquellos que creen en los hilos azul, púrpura y carmesí, Jesús se ha convertido en su eterno Salvador.
 

El Uso de la Fuente de Bronce
 
El Uso de la Fuente de Bronce

La fuente de bronce era usada para lavar toda la suciedad de los sacerdotes cuando trabajaban en el tabernáculo dando ofrendas a Dios. Era necesario lavar la mugre que el sacerdote traía después de haber matado la ofrenda del sacrificio, de sacar su sangre y cortarlo en piezas para dar a Dios la ofrenda que expiaría los pecados del pueblo de Israel. Cuando los sacerdotes se llenaban de tierra mientras daban las ofrendas, tenían que lavarse con agua, y la fuente de bronce era el lugar en donde toda esta suciedad se limpiaba.
Siempre que pecamos, ya sea espiritualmente o en la carne, y siempre que nos envilecemos rompiendo los mandamientos de Dios, debemos lavar toda nuestra suciedad con el agua de esta fuente de bronce. Los sacerdotes, siempre que sus cuerpos tocaban algo impuro o sucio, tenían que lavar las partes sucias de sus cuerpos con agua, quisieran o no.
De igual manera, siempre aquellos que creemos en Dios tenemos contacto con algo sucio o impuro, el agua de la fuente de bronce fue dada para lavar la suciedad de los nacidos de nuevo. Así que, el agua contiene la misericordia de Dios. El significado del lavamanos no es un objeto opcional que podemos escoger para creer o no, sino que es un objeto absolutamente necesario para aquellos que creen en Jesús.
Dios dio el tamaño para todos los demás objetos en el tabernáculo, especificando cuántos codos deberían de tener de altura, longitud y ancho. Pero Él no especificó el tamaño de la fuente de bronce. Esta es una característica particular solo de la fuente de bronce. Esto manifiesta el amor sin límite que el Mesías nos ha otorgado a nosotros, quienes pecamos cada día. En este amor del Mesías fue encontrado su bautismo, una forma de la imposición de manos que lava todos nuestros pecados. Se tenía que usar mucha agua cuando los sacerdotes se ensuciaban realizando sus obligaciones, la fuente de bronce siempre tenía que estar llena de agua. Así que el tamaño de la fuente de bronce dependía de esta necesidad. Debido a que la fuente de bronce era hecha de bronce, siempre que los sacerdotes tenían que lavarse con esta agua, pensaban en el juicio por el pecado.
Los sacerdotes que estaban sirviendo en el tabernáculo tenían que lavar toda la suciedad de sus manos y pies con el agua de la fuente de bronce. Si el bronce manifiesta el juicio de Dios, entonces el agua manifiesta el lavado del pecado. Hebreos 10:22 dice: «y lavados los cuerpos con agua pura». Y Tito 3:5 dice: «nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo». Como estos pasajes, la Palabra del Nuevo Testamento también nos dice mucho acerca del lavado de la suciedad con el agua del bautismo.
Si los sacerdotes lavaban con el agua de la fuente de bronce la suciedad incrustada en sus vidas, nosotros, los cristianos nacidos de nuevo de la actualidad, podemos lavar nuestros pecados actuales cometidos en nuestras vidas creyendo en el bautismo de Jesús. El agua de la fuente de bronce del Antiguo Testamento nos muestra que el Mesías vino a esta tierra y ha lavado todos los pecados del mundo con el bautismo que Él recibió de Juan.
A través de la Biblia, Dios nos dice que no solo los pecados cometidos por el pueblo de Israel, sino los pecados actuales cometidos por toda la gente de toda la historia de la humanidad fueron pasados sobre Jesús con el bautismo que Él recibió de Juan. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, Él dijo en Mateo 3:15: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Al recibir su bautismo, la misma forma que la imposición de manos de Juan, el representante de toda la humanidad, Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad sobre su cuerpo. 
Por lo tanto, creyendo en el hecho de que todos nuestros pecados fueron pasados sobre Jesús el Mesías a través de su bautismo, todos podemos ser lavados de todos los pecados asquerosos de nuestros corazones. Debido a que hemos pasado todos nuestros pecados sobre Jesús creyendo en esta verdad, todo lo que tenemos que hacer es solo creer que el Hijo de Dios cargó los pecados del mundo a la cruz, fue crucificado y derramó su sangre, convirtiéndose en la ofrenda del sacrificio perfecto para toda la humanidad, y así nos liberó de todos nuestros pecados. ¿Crees esto en tu corazón? Aquellos que verdaderamente creen que el Mesías se convirtió en nuestra propia ofrenda del sacrificio son eternamente salvos.
 


El Problema de los Pecados Actuales También Puede ser Resuelto Creyendo en el Bautismo De Jesús


¿Acaso la Biblia nos dice cómo podemos lavar todos nuestros pecados actuales? Así como los sacerdotes lavaban su suciedad con el agua de la fuente de bronce en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, podemos recibir la remisión de nuestros pecados actuales creyendo que Jesús ha cumplido la justicia de Dios al tomar los pecados del mundo sobre sí mismo a través de su bautismo recibido de Juan. Al final, todos los pecados son lavados creyendo en la verdad.
Cuando el pueblo de Israel dio la ofrenda por el pecado a Dios, llevaban al tabernáculo un sacrificio sin defecto como una oveja o un chivo, confesaban sus pecados y los pasaban todos sobre la ofrenda poniendo sus manos sobre su cabeza, mataban esta ofrenda del sacrificio que aceptaba sus pecados. Entonces degollaban su garganta y sacaban su sangre, poniendo la sangre sobre los cuernos del altar del holocausto y derramando el resto en el piso (Levítico 4). Aún un año de pecados eran todos remitidos de una sola vez por fe a través de la ofrenda por el pecado del día de la expiación (Levítico 16). Al final, recibimos nuestra remisión del pecado con el mismo método que se usaba por la ofrenda del pecado en el Antiguo Testamento –esto es, creyendo en el bautismo del Mesías quien vino a borrar nuestros pecados y creyendo en la sangre de la cruz.
La imposición de manos del Antiguo Testamento es lo mismo que el bautismo que Jesús recibió en el Nuevo Testamento. Nuestro Mesías se ocupó y lavó todos nuestros pecados siendo bautizado por Juan y después siendo crucificado. Cuando es por la obra del bautismo del Mesías y su sangre sobre la cruz que Dios nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados, ¿qué más hay que nosotros hagamos para ser perdonados de nuestros pecados? Lo que debemos recordar y creer es que aun cuando pecamos diariamente en nuestras vidas debido a nuestras debilidades, todos estos pecados también han sido lavados por Jesucristo quien vino del agua y la sangre. Aunque creemos en Dios, debido a nuestras limitaciones, aún caemos en nuestras debilidades y transgresiones. Pero nuestro Dios, quien sabe todo esto, nos ha salvado enviando al Mesías a esta tierra, haciendo que Él tomara los pecados de la humanidad sobre sí mismo a través de su bautismo y sacrificándolo a Él.
Al colocar el altar del holocausto y la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo, Dios nos ha permitido lavar todos nuestros pecados actuales cometidos diariamente antes de entrar en el Santuario, la casa de Dios. Pero esto no significa que tengamos que lavar nuestros pecados actuales con las diarias oraciones de arrepentimiento. Por el contrario, es nuestra fe en el bautismo del Mesías y su sangre sobre la cruz lo que limpia todos nuestros pecados. Dios ha puesto que cuando los justos cometan errores, pecados y malas acciones después de creer en Jesús, deben ser lavados de todos esos pecados creyendo en el bautismo que el Mesías, el Señor de la fuente de bronce, recibió.
Mucha gente está lista para considerar la carga de los pecados de Jesús y su juicio por todos estos pecados como si fueran la misma cosa, amarrándolos ciegamente en un solo bulto. Pero debido a que cometemos pecados diariamente de nuestras debilidades, el lavado del pecado y el juicio del pecado deben separarse en dos. El bautismo que Jesús recibió de Juan y su muerte sobre la cruz fueron para llevar todos nuestros pecados sobre sí mismo, ser juzgado por estos pecados y salvarnos de ellos perfectamente. En esta fe, podemos así recibir el juicio de nuestros pecados de una sola vez. Como tal, el problema de nuestros pecados actuales cometidos diariamente debe ser resuelto creyendo en el bautismo del Mesías. Es uniendo estos componentes, el bautismo y la cruz, que la única y perfecta salvación es completada. Esta es la verdad de la perfecta remisión del pecado. En lo que concierne a la solución del problema de nuestros pecados, debemos pensar y creer separando el bautismo de Jesús y la cruz.
Cuando los sacerdotes mataban animales del sacrificio estaban sucios por mugre y sangre salpicada. No podemos imaginarnos cuánto se ensuciaban. Los sacerdotes tenían que lavar toda esta suciedad, pero si no hubiera habido agua en la fuente de bronce del atrio del tabernáculo, no hubieran podido hacerlo. No importaba si era el sumo sacerdote o un sacerdote común quien hubiese sido perdonado de un año de pecados, sin lavar la inmundicia de él inmediatamente con el agua de la fuente de bronce, esta persona no podía evitar vivir con la suciedad aún sobre él.
Aún si el sumo sacerdote tenía toda clase de suciedad sobre él, debido a que estaba la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo, siempre podía ser limpiado. Aún si el sacerdote era perdonado de un año de pecados, era por ese lavar de los pecados diarios que esta persona era limpiada. Dios impuso que los sacerdotes que daban la ofrenda a él tenían que ser así lavados de toda su suciedad en la fuente de bronce. Entonces podemos darnos cuenta el por qué Dios puso la fuente de bronce en el atrio del tabernáculo. También podemos saber el por qué esta fuente de bronce era colocada entre el altar del holocausto y el Santuario.
 

¿Por qué Necesitamos la Fuente de Bronce?

La verdad implícita en la fuente de bronce está revelada en Juan 13. Durante la Pascua, después de la última cena con sus discípulos, Jesús comenzó a lavar sus pies, comenzando con Pedro. Cuando Jesús trató de lavar sus pies, le pidió que sacara sus pies para que Él pudiera lavarlos. Sin embargo, Pedro lo rechazó, diciendo, “Yo debería lavar tus pies; ¿cómo Tú, Señor, ¿lavas mis pies?”.
Pedro lo rechazó porque él pensó que no era apropiado que un maestro lavara los pies de sus propios discípulos. “¿Cómo le puedo pedir a mi maestro que lave mis pies? No puedo”.
Pedro continuó rechazando el servicio de Jesús. Lo que Jesús le dijo a Pedro aquí es de una importancia profunda.
«Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después» (Juan 13:7). Esto es lo que Jesús quiso decir: “Tú no puedes entender ahora por qué tengo que lavar tus pies. Pero esto seguramente será la clave para solucionar los problemas de tus pecados actuales. Tú cometerás muchos pecados a partir de ahora, pero Yo me he ocupado de tus pecados futuros sobre mí mismo, y debido a estos pecados, ahora yo debo dar mi sangre sobre la cruz. Por lo tanto, debes saber y creer que Yo soy el Mesías quien se hizo cargo aún de tus pecados futuros”.
En la mente de Pedro, simplemente no se veía ético que el Mesías lavara sus pies, y es por esto qué Él se rehusó a ser lavado. Pero Jesús le dijo a Pedro, “Lo comprenderás después”, y lavó sus pies.
“Solo cuando Yo lavo tus pies puedes relacionarte conmigo. Tú no entiendes ahora el por qué lavo tus pies. Pero después de que yo sea crucificado y ascienda al reino del cielo, sabrás por qué te lavé los pies. Debido a que soy tu Mesías, yo ya cargué aún tus pecados futuros con mi bautismo, y convirtiéndome en la ofrenda del sacrificio de tus pecados, yo me he convertido en tu Salvador”.
Como nuestro Señor dijo, Pedro no entendió nada de esto en ese entonces, pero después de la resurrección del Señor, él llegó a darse cuenta. Verdaderamente, este fue el evento que borró aún sus pecados actuales.
“¡Debido a que no puedo evitar el cometer pecados en la actualidad, el Señor lavó mis pies para que yo crea que Jesús el Mesías tomó aún estos pecados de la actualidad sobre sí mismo con su bautismo de Juan el Bautista! ¡El bautismo del Mesías se hizo cargo aún de estos pecados del futuro! ¡Jesús tomó todos estos pecados sobre sí mismo con su bautismo, cargó los pecados del mundo a la cruz, y llevó la condenación de todos los pecados siendo crucificado! ¡Y levantándose de entre los muertos, Él verdadera y completamente nos ha salvado de todos nuestros pecados!”.
Solo posteriormente, después de que él traicionó al Señor tres veces, Pedro se dio cuenta de esto y creyó en ello. Es por eso que él dijo en 1 Pedro 3:21: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Aquí, la palabra ‘corresponder’ significa “alguien quien es la sombra de o identificado con un primer símbolo o figura, tal como una figura en el Nuevo Testamento quien tiene una contraparte en el Antiguo Testamento”. Así, el contexto anterior claramente declara que el bautismo de Jesús es lo mismo que corresponde al ‘agua’ en el Antiguo Testamento.
En el Antiguo Testamento, cuando la ofrenda del pecado del Día de Expiación era dada a Dios para recibir la remisión de un año de pecados, el sumo sacerdote, representando a la gente de Israel, tenía que imponer sus manos sobre la ofrenda del sacrificio y confesar los pecados que los israelitas habían cometido para pasarlos sobre la ofrenda. Este método de la imposición de manos tenía el mismo formato que el bautismo de Jesús. En el Antiguo Testamento, la ofrenda del sacrificio tenía que desangrarse hasta morir debido a que había aceptado los pecados de todos los israelitas pasado sobre ella. Su garganta era cortada y pronto se desangraba totalmente. Luego los sacerdotes la desollaban, la cortaban en partes y ofrecían su carne a Dios quemándola en el fuego.
El Mesías, quien es la sustancia real de la ofrenda del sacrificio del Antiguo Testamento, vino a esta tierra, aceptó nuestros pecados a través de la imposición de manos, se desangró en la cruz y murió en lugar nuestro. Por lo tanto, hoy, tú y yo recibimos la remisión de nuestros pecados a través del bautismo de Jesucristo y de su muerte en la cruz. Y debemos lavar nuestros pecados de la actualidad que cometemos en nuestras vidas cada día también creyendo que estos pecados ya han sido lavados por el bautismo que nuestro Señor recibió y por la sangre que Él derramó sobre la cruz. Debemos saber esta verdad y creerla. Podemos ser liberados de todos los pecados actuales solo cuando creemos que Jesús tomó todos los pecados sobre sí mismo y los lavó todos a través de su bautismo. En otras palabras, siempre que cometemos pecados actuales debemos confirmar nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Y rumiando sobre la verdad de que aún estos pecados actuales ya fueron borrados por Jesús con su bautismo y la cruz, no podemos perder nuestra salvación de ninguna forma, y puede ser restaurada de inmediato siempre que nuestros corazones son atacados por un sentimiento de culpabilidad.
Debido a que Jesús ya ha borrado aún los pecados diarios cometidos por los justos en sus vidas cotidianas, quienes ya han recibido la remisión del pecado, Dios les permitió la fuente de bronce para que estos justos, cuya remisión del pecado vino por el agua, la sangre y el Espíritu, sean lavados de sus pecados actuales a través de su fe en el evangelio del agua y el Espíritu.
Es por eso que Dios hizo la fuente de bronce reuniendo y derritiendo los espejos manuales usados por las mujeres que habían estado sirviendo en el tabernáculo de reunión, porque estos espejos proporcionaban el reflejo de nosotros mismos. Siempre que cometemos pecados en la actualidad y caemos en la desesperación debido a nuestras debilidades, debemos ir a la fuente de bronce, y lavarnos las manos y los pies. El papel de la fuente de bronce es para recordarnos que Jesús tomó los pecados de la humanidad sobre sí mismo todo de una sola vez cuando él fue bautizado por Juan. Fue para enseñar esta verdad a los justos que han recibido la remisión del pecado que nuestro Señor hizo que los israelitas hicieran la fuente de bronce derritiendo los espejos de mano de estas mujeres, lo llenó de agua y permitió a los sacerdotes lavar toda la suciedad de sus manos y pies con esta agua.
Creemos que Jesús es el Hijo de Dios, el Creador y el Salvador de la humanidad. Y debemos recordar que el Mesías vino a esta tierra en semejanza de hombre y aceptó todos nuestros pecados pasados sobre su propio cuerpo a través del bautismo que Él recibió de Juan –esto es, siempre que cometemos pecados actuales en este mundo, caemos en debilidades o nuestras debilidades son reveladas, debemos recordar aún más que el Mesías se encarnó, fue bautizado y crucificado, y de esta manera ya ha borrado todos nuestros pecados.
Si no lo recordamos y lo creemos, aunque hayamos recibido la remisión del pecado, todavía estaremos atados por nuestros pecados actuales y volveremos a nuestras viejas naturalezas pecadoras. Así que, debemos creer cada día que todos nuestros pecados cometidos debido a nuestras debilidades y limitaciones ya han sido pasados sobre Jesús a través de su bautismo. Cada día, debemos recordar, creer de nuevo y afirmar que el Mesías tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo con su bautismo recibido de Juan y todos los lavó.
No existe nadie sobre la faz de esta tierra que pueda recibir la remisión del pecado creyendo en Jesús sin creer que Él llevó los pecados del mundo siendo bautizado por Juan y derramando su sangre. Y aún si la gente ha recibido la remisión del pecado, no existe una sola persona que no cometa pecados en la actualidad. Como tal, sin creer en el bautismo de Jesús, todos serían pecadores y la voluntad de Dios nunca hubiera sido realizada en todos. Es por eso que Dios nos dio a su Hijo, hizo que Él fuera bautizado por Juan y lo entregó a la cruz para dar su sangre.
Si creemos en Jesucristo como nuestro Mesías, debemos creer que todos nuestros pecados fueron pasados sobre Él a través de su bautismo recibido de Juan y que Él llevó toda nuestra condenación cargando estos pecados del mundo a la cruz, siendo crucificado y derramando su sangre. Recibimos nuestra remisión del pecado creyendo en el bautismo de Jesús y en su sangre. Todos nuestros pecados han sido borrados creyendo en esta verdad. Hemos alcanzado la justicia creyendo en el amor de Dios con nuestros corazones. Nuestros corazones están ahora sin pecado, limpios y sin mancha. Pero aún existen limitaciones en nuestra carne. Es por eso que tenemos que recordar el bautismo de Jesús cada día y recordarnos de esta fe siempre. Siempre que nuestras limitaciones y debilidades son reveladas, siempre que se levantan pensamientos malvados y seamos ensuciados y siempre que nuestros hechos nos desvíen, nuestro Señor se agrada solo cuando recordamos que Jesús tomó todos estos pecados sobre sí mismo con su bautismo recibido de Juan y limpió nuestros corazones creyendo en esta verdad una vez más.
Siempre que cometemos pecado, primero debemos admitir nuestros pecados ante Dios. Entonces debemos creer una vez más que todos estos pecados ya fueron pasados sobre Jesús a través de su bautismo. Nosotros, quienes hemos sido limpiados por la obra del bautismo de Jesús debemos limpiarnos de nuestros pecados cotidianos creyendo en esta obra. Es por eso que tenemos que recordar y creer en el hecho que podemos lavar todos nuestros pecados a través del bautismo de Jesucristo.
Ahora hemos examinado el por qué Dios colocó la fuente de bronce entre el altar del holocausto y el tabernáculo para que cuando vayamos ante él, vayamos con cuerpos y corazones limpios. Aún después de convertirnos en justos y de haber recibido la perfecta remisión del pecado a través del bautismo de Jesús y de la cruz, nuestros corazones aún están abiertos a ser ensuciados siempre que pecamos, ya sea voluntaria o involuntariamente. Es por eso que tenemos que sacar toda esta inmundicia, así Dios colocó la fuente de bronce entre el altar del holocausto y el tabernáculo para que podamos entrar a la presencia de Dios en limpieza, habiéndonos lavado con el agua de la fuente de bronce.
 

¿Qué Clase de Conciencia es una Buena Conciencia ante Dios?

1 de Pedro 3:21 también define el bautismo de Jesús «como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Aquí, ‘una buena conciencia’ es aquella que cree que Jesús lavó todos los pecados de la humanidad, incluyendo los pecados actuales que se cometen diariamente, esto con el bautismo que Él recibió de Juan en el río Jordán. Para tomar nuestros pecados sobre sí mismo, nuestro Señor fue bautizado por Juan y así aceptó nuestros pecados sobre su propio cuerpo. Debido a que Jesús llevó todos nuestros pecados sobre su propio cuerpo, Él tuvo que morir sobre la cruz. Si ignoramos y no creemos en lo que Él hizo, entonces nuestras conciencias solo pueden ser perversas. Es por eso qué debemos creer en su bautismo. Debemos tener buenas conciencias ante Dios. Aunque en nuestra carne no tendremos la capacidad de vivir perfectamente al 100%, por lo menos en nuestras conciencias, podemos y debemos tener buenas conciencias ante los ojos de Dios.
Hace medio siglo, cuando perdimos todo en las ruinas de la Guerra Coreana, una inundación de ayuda extranjera vino al país a sacarnos del apuro. Aunque los huérfanos iban a recibir la ayuda primero, en lugar de que fuera así, alguna gente sin escrúpulos se lo llevó a sus propios bolsillos y construyó su riqueza. No tenían conciencia. Cuando los países extranjeros dieron la leche en polvo, la harina, los cobertores, los zapatos, la ropa y otros artículos de ayuda, los que nos apoyaron lo enviaron para que la gente desnuda y hambrienta con necesidades extremas se vistieran y se alimentaran apropiadamente, difícilmente se podían imaginar que algunos oficiales públicos malvados y algunos estafadores se llevarían estos bienes de ayuda.
La gente con buena conciencia habría distribuido justamente entre los pobres. Aquellos que distribuyeron los bienes justamente entre los pobres que se morían de hambre no habrían tenido nada de qué avergonzarse ante Dios, ya que vivieron con una buena conciencia, en lugar de convertir la ayuda extranjera en una oportunidad de construir su riqueza. Pero aquellos que no lo hicieron así, hubieran sido acusados de ser ladrones por sus propias conciencias. Desde luego estos ladrones, aún ahora, pueden ser lavados de todos sus pecados si se convierten y creen en el bautismo de Jesús.
Para tomar los pecados sobre sí mismo y para borrar todos nuestros pecados actuales, Jesús vino a esta tierra y fue bautizado. Habiendo así sido bautizado por Juan, Jesús lavó nuestros pecados de una sola vez. Me gustaría reprender a los incrédulos de su bautismo diciendo, “¿Entonces qué te hace ser tan orgulloso como para no creer en su bautismo? ¿Con qué confianza es que no crees? ¿Eres lo suficientemente bueno como para entrar al reino sin la fe en su bautismo?”.
Si realmente queremos ser gente con buena conciencia, debemos lavar todos nuestros pecados actuales con el bautismo que Jesús recibió de Juan. Para hacer eso, debemos creer en nuestros corazones que Jesús tomó sobre sí mismo todos los pecados que cometimos en todo nuestro tiempo de vida y en que los lavó todos. Es por eso que Jesús nuestro Mesías fue bautizado por Juan antes de ir a la cruz.
Jesús le dijo a la mujer que fue atrapada en adulterio, “Yo tampoco te condeno. Yo tampoco te juzgo”. ¿Por qué? Porque Jesús ya también había tomado sobre sí mismo el pecado de adulterio de esta mujer, y debido a que Jesús mismo llevaría también la condenación de este pecado. Él dijo, “Yo soy el que será condenado por tus pecados. Pero sé limpio de tus pecados creyendo en mi bautismo. Por lo tanto, sé salvo de todos tus pecados creyendo en mí. También se salvo de toda la condenación por el pecado por fe, y sé limpio de todos tus pecados. Sé limpio de los pecados de tu conciencia y bebe el agua de mí que hace que nunca más tengas sed”.
Hoy, tú y yo creemos que Jesús es quien nos ha salvado de nuestros pecados. ¿Verdaderamente crees que Jesús ciertamente tomó nuestros pecados sobre sí mismo con su bautismo y los limpió todos? Nuestro Señor nos limpió de nuestros pecados siendo bautizado. Ahora nosotros podemos ir ante Dios con una buena conciencia. ¿Por qué? Porque nuestro Señor tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo y los lavó todos siendo bautizado, cargó estos pecados a la cruz, fue condenado en lugar nuestro siendo crucificado, y se levantó de entre los muertos. Hace mucho tiempo, Jesús vino a esta tierra y a través de sus 33 años de vida, Él tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo y los lavó todos con su bautismo.
Tomando aún todos nuestros pecados actuales sobre sí mismo y lavándolos, nuestro Señor nos ha concedido el ir a Dios y convertirnos en los justos, y el ser juzgados de todos nuestros pecados a través del sacrificio de Jesucristo. En otras palabras, es creyendo en este Señor que todos podemos llamar a Dios nuestro Padre e ir ante su presencia. Como tal, aquellos que creen en las obras de Jesús, el agua, la sangre y el Espíritu son aquellos que tienen buenas conciencias. Al contrario, seguramente es la conciencia malvada la que no cree en los actos justos de Dios, su bautismo y crucifixión.
 

En la actualidad Mucha Gente No Toma la Palabra de Dios Seriamente Debido a su Fe Supersticiosa

Muchos mentirosos, desechando la Palabra de Dios como si fuera meramente un adorno, solo predican que también deberíamos hacer el bien por encima de nuestra fe en Dios para entrar en el reino del cielo. Y cuando se trata de la salvación, solo hablan de la sangre de la cruz, y erróneamente piensan que tienen que subir una montaña para orar o ayunar para entonces encontrarse con Dios a través de una experiencia de la carne. Aunque nada puede estar más equivocado que esta fe, están absolutamente seguros de ella. Ellos dicen, “Yo estaba atormentado por mis pecados así que me quedé orando toda la noche, ‘Dios, yo he pecado, yo creo en ti, Señor.’ Ese día, yo estaba aún atormentado en la noche, pero después de haber permanecido toda la noche en oración, cuando el amanecer llegó, repentinamente sentí como si una bola de fuego hubiera sido arrojada sobre mí, y justo en ese momento, mi mente fue totalmente aclarada –todos los pecados de mi corazón quedaron lavados y tan blancos como la nieve. Así que fue en ese momento que yo nací de nuevo. ¡Aleluya!”.
Tales pensamientos son solo hechos por hombres, pensamientos ignorantes y obstinados que vuelven inútil la Palabra de Dios. Debes recordar que Dios castigará, por sus muchos dobleces, a aquellos que hablen esa mística insensata fe y que por eso engañen a la gente y guíen a otros al fuego del infierno.
“Me duelen tanto mis oídos. Pero yo creo en lo que el Señor dijo, que seremos sanados si creemos y yo soporté mi dolor diciendo, ‘¡Señor, yo creo!’ Cuando creí de esta manera, entonces ¡el dolor se fue!
“Yo tenía una ulcera gástrica, así que cada vez que comía algo, me dolía el estómago terriblemente. Así que antes de comer, ore, ‘Señor, estoy en dolor aquí, pero tu dijiste que oirías todo lo que oráramos con fe. Aún creo en tu Palabra.’ Seguro, ¡no tengo problemas de digestión!”.
¿Qué es todo esto? Estos son los casos en donde la gente no se encontró con el Señor a través de la Palabra. Estos casos demuestran la falsedad de su fe que no cree por la Palabra. Estas no son las respuestas a sus oraciones recibidas a través de la Palabra, sino solo su mística fe. Creen en Dios no por la Palabra, sino por su errónea confusión basada en sus propias emociones y experiencias. Lo que es muy lamentable y entristecedor es que existen muchos místicos entre los cristianos de hoy.
Así, haciendo a un lado la Palabra de Dios y creyendo en Jesús ciegamente basados en sus emociones o experiencias solo conllevan a una fe supersticiosa. La gente que afirma creer en Jesús, aunque no creen por la Palabra necesitan examinarse a sí mismos para ver si están poseídos por demonios o no. “Encontré a Jesús mientras oraba. Jesús apareció en mi sueño. Oré fervientemente y mi enfermedad fue sanada”. Cualquiera con una boca medio intacta puede hacer esas afirmaciones, pero lo que es claro es que esa no es la fe dada por Dios, sino que es una fe falsa dada por satanás.
A través de los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido, nuestro Señor se ha revelado a sí mismo a nosotros. ¿Nuestro Señor se revela a sí mismo de maneras nuevas y diferentes en la era actual? ¿Realmente Él se aparece ante nosotros en una ilusión o en un sueño? Él está arrastrando enormes cadenas en sus pies, sangrando por todos lados, tiene una corona de espinas sobre su cabeza, y dice, “Ves, así es como sufrí tanto por ti. Ahora, ¿qué harás por mí? -¿Es así como nuestro Señor se revela a sí mismo a nosotros? ¡Todo esto carece de sentido!
Sin embargo existe gente que supuestamente después de haber tenido esta clase de sueño, hace una promesa ante Dios, “Señor, me convertiré en tu siervo y te serviré con todo mi corazón por el resto de mi vida. Te construiré una casa de oración aquí. Cargaré mi cruz sobre mi espalda por el resto de mi vida y testificaré de ti por toda la nación y el mundo entero”.
De hecho, fácilmente podemos encontrarnos con predicadores devotos en las calles o en los lugares públicos. Sin excepción, son todos místicos que dicen que decidieron vivir así después de haber visto a Jesús en sus sueños o de haber escuchado la voz del Señor mientras oraban. Pero el Señor se revela a sí mismo solo a través de su Palabra; él no nos habla en un sueño o mientras estamos orando, especialmente en esta era en que toda su Palabra ha sido dada a la humanidad completamente. Los sueños solo vienen del complicado mundo del subconsciente humano. Esta gente tiene esta clase de sueños debido a que tienen toda clase de imaginaciones acerca de Jesús en su amor no solicitado y solo piensan demasiado.
Cuando tu mente habita profundamente en un asunto antes de caer dormido, lo más seguro es que te veas a ti mismo enredado en ese asunto también durante el sueño. Así, los sueños están formados de tu subconsciente. Es por eso que pensamos demasiado y tenemos toda clase de sueños raros. Ninguno de ellos tiene nada que ver con la fe, sino meramente son un reflejo de los cambios físicos o del subconsciente.
Es por eso que la gente piensa mucho acerca del derramamiento de sangre sobre la cruz de Jesús, en sus sueños él aparece con una corona de espinas sobre su cabeza. En si mismo, no hay nada malo con estos sueños. Pero tomar este sueño con demasiada seriedad es un grave error. Qué pasa si Jesús se aparece ante ellos, sangrando por todos lados y les dice, “¿Qué harás por mí? Vivirás el resto de tu vida para mí como un ascético. Para mí, ¿no tendrás ninguna posesión?”. Existe gente obstinada que realmente rinden sus posesiones para poder vivir de esta manera. ¿Acaso existirá alguien que fue atemorizado por un sueño, que lo tomó seriamente o cuya vida fue cambiada por ello? Nada más que esto es el misticismo.
Dios nos encuentra a través de la Palabra. Él no es alguien a quien podamos encontrar en un sueño o en una visión en nuestras oraciones. La Palabra de Dios está escrita en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y es cuando escuchamos esta Palabra predicada a nosotros y la aceptamos en nuestro corazón que nuestro espíritu puede encontrarse con Él a través de la Palabra, puesto de otra manera, a través de la Palabra y solo a través de la Palabra tu espíritu puede encontrar a Dios.
Es por la Palabra que llegamos a saber que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo con su bautismo; es por oír esta Palabra que hemos llegado a creer en nuestro corazón. La respuesta a la pregunta del porqué Jesús tuvo que morir sobre la cruz también se encuentra en la Palabra. Se debe a que Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo y fue bautizado, Él murió en la cruz que nos ha salvado. Por la Palabra, llegamos a conocer a Dios, y por la Palabra, llegamos a creer en Él. Que Jesucristo es Dios también lo sabemos y lo creemos solo a través de la Palabra.
 

¿Cómo Podríamos Haber Llegado a Creer en Dios? ¿No Fue por la Palabra Escrita de Dios?

¿Si no existiera la Palabra de Dios, cómo podríamos haber llegado a encontrarnos y a creer en Jesús, quien ha hecho desaparecer todos nuestros pecados? Si no estuviera la Palabra de Dios, nuestra fe nada sería. “Esto es lo que pienso” -podemos hablar lo que pensamos, pero esta no es la verdad y cuando nuestros corazones estén llenos con aquello que no es verdad, entonces la verdad absoluta no puede entrar en nuestro corazón. Lo correcto no es, “Esto es lo que pienso”, sino, “Esto es lo que la Biblia dice”. Cuando leemos la Biblia, la verdad hablada por Dios entra a nuestro corazón y corrige los errores de nuestros pensamientos anteriores.
¿De qué está hecha tu fe en el evangelio del agua y el Espíritu? ¿Está hecha de tus propios pensamientos? ¿O llegaste a nacer de nuevo conociendo y creyendo en ello por escuchar la Palabra? Es a través de la Palabra que hemos llegado a creer y a encontrar a Dios en nuestro corazón. Es por eso que la puerta del atrio del tabernáculo fue tejida con hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido.
El agua que estaba en el lavamanos significa el bautismo a través del cual Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo. «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3:15). A través de la Palabra de Dios, llegamos a conocer el bautismo de Jesús quien tomó todos los pecados que tú y yo cometemos a través de toda nuestra vida, esta Palabra nos ha hecho tener la fe del bautismo en nuestros corazones. Es a través de la Palabra que llegamos a encontrar la verdad manifestada en el lavamanos.
Por la Palabra de Dios, podemos descubrir que el lavamanos fue hecho de bronce. En la Biblia, el bronce significa juicio. Así que, el significado del lavamanos de bronce es que cuando nos miramos a nosotros mismos ante la ley, la cual juega el papel de un espejo que nos refleja a nosotros mismos, todos estamos atados a la condenación. Es por eso que el lavamanos estaba hecha de los espejos de las mujeres que servían en el tabernáculo. El Señor nos ha salvado, a quienes no podíamos evitar el ser condenados debido a nuestros pecados, viniendo a esta tierra, siendo bautizado y muriendo sobre la cruz. A través de la Palabra escrita, llegamos a saber que debido a que Jesús fue bautizado, Él tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo, fue a la cruz y llevó la condenación por el pecado. Y es por aceptar en nuestros corazones y por creer en esta verdad que hemos sido salvados. ¿Y tú? ¿Cómo has sido salvado?
En una cierta denominación que sigue el misticismo, afirman que sus miembros deben saber la fecha exacta de su salvación, en qué mes y día fueron salvados. Y un pastor de esta denominación se dijo que testificó ante muchos creyentes que él creyó en Jesús y fue salvado cuando subió a una montaña a orar y se dio cuenta de que no era nada. Él afirmó con mucho orgullo que nunca olvidaría la fecha y hora exacta de haber nacido de nuevo. Ciertamente esto nada tiene que ver con el lino fino torcido, sino que solo es emocional. La fe de este pastor no tiene nada que ver con los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. La salvación enseñada por esta denominación no tiene nada que ver con la verdadera salvación hecha de la Palabra de Dios, sino que es de su propia justicia.
En realidad es posible hipnotizarse uno mismo. Si la gente sigue pensando que están sin pecado y piensan de esta manera una y otra vez, entonces terminan siendo hipnotizados por sí mismos y se hacen sin pecado por su propia cuenta. Si continúan con este encantamiento hacia ellos mismos, entonces realmente pueden sentir que están sin pecado, pero tales sentimientos no durarán mucho, así que en poco tiempo, tendrán que hipnotizarse de nuevo, repitiéndose, “Estoy sin pecado. Estoy sin pecado”. ¡Cuán egoísta, falsa, ignorante y supersticiosa es esta fe!
El lino fino torcido significa la Palabra de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. El que las puertas del atrio del tabernáculo, del Lugar Santo y del Lugar Santísimo estuvieran todas tejidas con los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido nos dice que Jesús se ha convertido en la puerta de nuestra salvación y en nuestro Salvador exactamente como está escrito en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. ¡Yo, por lo tanto, verdaderamente doy gracias a Dios, por cuán cierta es esta salvación de la que Dios nos ha hablado a nosotros!
Es por esto que cuando oro, no trato de mirar las emociones o de montar un espectáculo. Solo oro dejando todo en Dios y confiando en Él. “Padre, por favor ayúdanos. Haznos predicar el evangelio por todo el mundo. Protege y guarda a mis compañeros ministros y santos. Danos los obreros que puedan servir al evangelio, permite que este evangelio sea proclamado y haz que los creyentes se den cuenta y crean en tú Palabra”. Esto es todo lo que digo cuando oro, no oro tratando de agitar mis emociones y mi llanto, nada de esta insensatez es parte de mis oraciones.
Alguna gente, cuando simplemente no pueden sacar sus emociones sin importar cuánto lo intenten, aún traen a la memoria sus padres muertos de mucho tiempo atrás, para sacar lágrimas y pretender que sus oraciones sean tomadas seriamente por otros. Tales oraciones inventadas son como un montón de basura que haría que Dios vomitara. La gente agita sus emociones pensando en la crucifixión de Jesús y se mantienen gritando ciegamente, “¡Yo creo en ti, Señor!”.
¿Pero realmente esto quiere decir que la fe de esta gente es fuerte? Si tú piensas en tus pecados y tratas de agitar tus emociones, diciendo, “Señor, he pecado. Ayúdame a vivir en justicia”, entonces realmente es muy posible que te eleves a ti mismo emocionalmente. Debido a que tener tal experiencia emocional y una buena sesión de llorado pueden ventilar mucho estrés, mucha gente, sintiéndose refrescados, piensan que de eso se trata la fe. Aunque sus experiencias están llenas de problemas, tales experiencias emocionales por lo menos los hacen sentir mejor durante un tiempo, así que continúan de esta manera con sus vidas religiosas.
 


Tú Debes Creer que el Señor Ha Venido a Nosotros a través de los Hilos Azul, Púrpura y Carmesí, y el Lino Fino Torcido


Nuestro Señor vino a nosotros a través de la Palabra. Por lo tanto, no deberías esperar basado en tus sentidos, sino que debes escuchar lo que la Palabra de Dios te dice a ti. Lo que es importante es si crees o no en esta Palabra de Dios en tu corazón. Cuando ores, no trates de concentrarte en tus emociones. Más bien deberías mantenerlas en un nivel apropiado. ¿Por qué? Porque existen muchos mentirosos en este mundo que se acercarán a aquellos a los que les gusta elevarse e inspirarse emocionalmente para tomar ventaja de sus huecos emocionales. Debido a que la gente con mucha frecuencia pierde su parte intelectual siguiendo sus sentimientos, cuando se dan las reuniones de avivamiento son tomados bajo una bandera de un “Gran Avivamiento Espiritual”, con mayor frecuencia, la mira es agitar las emociones de los participantes.
Sin embargo, ahora que yo he nacido de nuevo, no podría organizar tal avivamiento aún si tratara, ya que el predicar la Palabra de Dios no es incitar las emociones de la gente como estas grandes reuniones de avivamiento espiritual del mundo. Debido a que yo he nacido de nuevo de la verdad de la Palabra, me he despedido de mi aspecto emocional que solía entrometerse en mi vida espiritual.
Nosotros, los justos quienes escuchamos la Palabra de Dios, usamos nuestro intelecto, no nos gusta ser agitados emocionalmente. Creemos en la verdad dándonos cuenta rápidamente si alguien nos habla o no de la Palabra de Dios como es, y discerniendo rápidamente si esta persona nos habla a nosotros creyendo en ella verdaderamente. Debido a que nosotros que sabemos y creemos en la verdad de los hilos azul, púrpura y carmesí, y en el lino fino torcido tenemos al Espíritu Santo en nuestro corazón, nos damos cuenta de que la incitación emocional está muy lejos de la verdad, y solo aceptamos la verdad real en nuestro corazón.
Jesús vino a nosotros por los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. ¿Cuán maravillosa es esta verdad? ¿Cuán maravilloso es el amor de nuestro Señor que te ha salvado? A través de las cuatro obras de Jesús escritas en la Palabra de Dios, todos hemos llegado a creer que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo con su bautismo, murió en la cruz, y así nos ha salvado con su cumplimiento de toda justicia.
¿Crees esta verdad en tu corazón? Aquellos quienes predican el evangelio deben esparcirlo dentro del lino fino torcido, esto es, la Palabra de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento, y su contenido debe ser los hilos azul, púrpura y carmesí. Y aquellos que lo escuchan deben aceptarlo en sus corazones y creer en él totalmente.
 


El Agua del Lavamanos Lava Nuestros Pecados


A través de su bautismo, Jesús tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo y los lavó todos. El bautismo de Jesús se refiere al agua del lavamanos; nos ha limpiado, a quienes estábamos destinados al infierno debido a los pecados, y nos ha permitido estar ante Dios. Debido a que Jesús aceptó todos nuestros pecados sobre sí mismo a través de su bautismo, Él pudo ir a la cruz y lavarlos siendo crucificado a muerte. Ambos el bautismo de Jesús y la cruz testifican que Jesús llevó la condenación de todos nuestros pecados. A través del bautismo y de la cruz, Jesús realizó toda nuestra salvación.
El hacer oraciones de arrepentimiento nunca podrá limpiarnos de nuestros pecados. Se debe a que Jesús tomó nuestros pecados con su bautismo que estos han sido lavados. Es por escuchar esta Palabra y creer en lo que Jesús ha hecho por nosotros que podemos ser libres de la condenación de todos nuestros pecados. Gracias a la condenación que Jesús llevó, nosotros ya hemos sido librados de la condenación por el pecado a través de nuestra fe en su bautismo. Verdaderamente, hemos sido salvados por fe. De cierta forma, la salvación es expresamente sencilla. Si creemos en el regalo y en el amor de la salvación, podemos ser salvos, pero si no creemos, entonces no podemos ser salvos.
 

Aparte de la Salvación Realizada por Dios, No Hay Nada que Podamos Hacer para Ser Salvos

Si no fuera por Dios, no hay nada que podamos hacer por nuestra salvación. Nuestro Señor decidió salvarnos de esta manera aún antes de la creación y Él realizó esta salvación, todo depende de lo que decida Dios. Dios Padre decidió salvarnos a través de su Hijo y del Espíritu Santo, y cuando llegó el tiempo determinado, Él envió a su Hijo Unigénito Jesús a esta tierra. Cuando Jesús cumplió 30 años y llegó el tiempo de realizar estas obras de salvación, el Padre hizo que Cristo se bautizara y que muriera en la cruz, lo resucitó y así nos ha salvado. Somos salvados aprendiendo y conociendo lo que el Señor ha hecho por nosotros de la Palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento y creyendo en nuestro corazón. Siendo salvos por creer en nuestro corazón, esto es aceptar la fe en nuestro corazón.
¿Crees que esta Palabra de la Biblia es la Palabra de Dios? Ninguna otra cosa que la Biblia es Dios mismo quien ha existido desde el principio y es su Palabra. A través de la Palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento, podemos conocer y encontrarnos con Dios. Y a través de la Palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento, podemos darnos cuenta y creer que Él nos ha salvado a través de los hilos azul, púrpura y carmesí y el fino hilo tejido. También, debido a que aquellos que realmente creen en esta verdad son salvos, pueden testificar que esta Palabra tiene poder con toda seguridad. No debemos juzgar y medir la Palabra de Dios con nuestros cerrados pensamientos, sino que debemos darnos cuenta y aprender de ella exactamente cómo Dios nos ha salvado.
Del Antiguo y del Nuevo Testamento, yo espero y oro que todos ustedes ahora escuchen y crean en la Palabra de los hilos azul (el bautismo de Jesús), púrpura (Jesús es rey de reyes) y el carmesí (la cruz), y el lino fino torcido (la Palabra de Dios del Antiguo y el Nuevo Testamento). Si tú pones a un lado la Palabra de Dios y juzgas su Palabra con tu propia vara de medir por el resto de tu vida, nunca serás salvado.
Si tú mismo reconoces que no conoces bien la Palabra de Dios, entonces debes escuchar cuidadosamente lo que dicen los predecesores de la fe. Ya sean pastores, trabajadores o cimentadores, cuando escuchas la Palabra de Dios predicada por ellos, y cuando lo que están predicando es ciertamente correcto ante Dios, todo lo que tienes que hacer es reconocer que es correcto y creerlo en tu corazón.
Aquellos que esparcen la Palabra no lo hacen porque es fácil, sino que lo hacen porque lo que están proclamando es correcto ante Dios. Es por eso qué ellos predican el conocimiento correcto ante Dios –esto es, el evangelio del agua y el Espíritu, la verdad de los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. No importa de quien lo oigamos, si es la verdadera Palabra de Dios, entonces no existe nada más que podamos hacer que aceptarla con un sí, ya que no hay ni una sola tilde o acento que sea incorrecto en la Palabra de Dios.
Debemos creer en la Palabra de Dios. ¿Qué es ‘creer’? es aceptar. Es confiar. En otras palabras, debido a que nuestro Señor fue bautizado por nosotros, entregamos todas nuestras enfermedades a Él y dependemos de Él. “¿Realmente el Señor me salvó haciendo esto? Yo creo y confío en Ti”. El creer de esta manera es la fe verdadera.
Entre los teólogos de este mundo, es muy difícil encontrar a alguien que sepa y crea correctamente. Aún antes de alcanzar el lavamanos, se atoran en la puerta del atrio del tabernáculo, incapaces de entrar aún en el atrio. Cuando dan sermones sobre el tabernáculo, hacen un esfuerzo consciente de evitar la puerta del atrio, y cuando publican libros sobre el Tabernáculo, insertan ilustraciones que dejan fuera la enorme puerta que ocupaba 9 metros de la cerca del atrio.
Ocasionalmente, existen algunos que atrevidamente predican acerca de la puerta del atrio del tabernáculo, pero debido a que no conocen la sustancia fundamental del hilo azul, solo dicen, “azul es el color del cielo”. Así que afirman que el hilo azul es el color del cielo que manifiesta que Jesús es Dios mismo, y que el hilo carmesí se refiere a la sangre que Jesús derramó sobre la cruz mientras estuvo en esta tierra, así que se saltan, disimuladamente, la verdad de la puerta del atrio del tabernáculo. ¿Qué hay con el púrpura? El púrpura nos dice que Jesús es el Rey de reyes y Dios mismo. La divinidad de Jesús ya se sostiene perfectamente en el hilo púrpura, así que no hay necesidad de reiterar la verdad con otro color de hilo.
La verdad del hilo azul es que Jesús vino a esta tierra y tomó todos los pecados de la humanidad sobre sí mismo todo de una sola vez siendo bautizado por Juan. Pero los teólogos de este mundo, debido a que no reconocen este bautismo de Jesús, ni lo pueden saber, ni lo pueden predicar, sino solo expresar su insensatez. Aquellos que no han nacido de nuevo no creyendo en Jesús quien vino por los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido no saben que Jesús tomó todos los pecados sobre sí mismo a través del bautismo y llevó su condenación. Así que se han convertido en ciegos espirituales e incapaces de resolver la Palabra, y como consecuencia han convertido en religión la Palabra de Dios interpretándola arbitrariamente basados en sus propios pensamientos. Ellos enseñan, “Cree en Jesús. Entonces tú serás salvo. Y sé bueno y manso a partir de ahora”. Han convertido la fe en Jesucristo en una mera religión que solo enfatiza sus obras virtuosas.
Debido a que la gente sabe que ellos no pueden ser buenos sin importar lo mucho que lo intenten, fácilmente son engañados por tales palabras que invocan la voluntad de la humanidad para tratar de ser buenos. Las religiones siguen el mismo viejo camino, “Si lo intentas, lo puedes hacer”, o “Haz tu máximo esfuerzo para llegar a ser santo”. El tema común que se maneja en las religiones es que miden muy altamente los pensamientos decentes, los esfuerzos y la voluntad de la humanidad. ¿Y, por ejemplo el budismo? El budismo enfatiza los innumerables esfuerzos y la voluntad de la humanidad y enseña a sus seguidores que traten de ser santos por sí mismos, diciendo, “No mates; busca la verdad y se bueno.” En ciertas áreas, sus enseñanzas son muy similares a las doctrinas cristianas. La razón por la que el cristianismo y el budismo aparecen tan cercanamente relacionados a pesar de estar en puntos extremos se debe a que ambas son meras religiones.
La religión y la fe son completamente diferentes la una de la otra. La verdadera fe es reconocer y aceptar en nuestro corazón el regalo que nuestro Señor nos ha dado, quien nos ha salvado únicamente a través de la justicia de Dios, la fe es recibir la remisión del pecado creyendo en nuestro corazón que el Señor vino a esta tierra y fue bautizado para tomar nuestros pecados sobre sí mismo y que Él llevó toda la condenación de nuestros pecados siendo crucificado. Creer que el Señor nos ha liberado de todos nuestros pecados y de la condenación salvándonos a través del agua y el Espíritu es fe. ¿Lo crees? Debemos creer verdaderamente en nuestros corazones.
 


Dios Ya Nos Ha Salvado a Ti y a Mí de Todos Nuestros Pecados


Como tal, todo lo que tenemos que hacer es creer esto en nuestro corazón y aceptarlo. Esto es lo que los verdaderos y obedientes hijos de Dios tienen que hacer ante Él, y todo lo demás no es tan importante. Debido a que Dios te ha amado, Él envió a Su Hijo Unigénito a esta tierra, hizo que Él tomara tus pecados haciendo que Él se bautizara e hizo que muriera condenándolo a Él, lo resucitó y así te salvó de todos tus pecados.
¿Entonces, si tú no crees en esta verdad, cómo crees que se siente Dios? Aún ahora, si ustedes desean convertirse en sus obedientes hijos e hijas que pueden agradar su corazón, entonces debes creer que Dios, a través de su hijo, ha borrado todos tus pecados y te ha salvado de ellos, si ustedes creen en sus corazones y en agradecimiento debes confesar con tu boca. ¿También quieres creer en él, pero parece ser muy difícil que creas con tu corazón? Entonces, trata de confesar tu fe claramente con tu boca. Así, cuando tú confieses que crees entonces la fe será plantada y crecerá poco a poco. La fe pertenece a aquellos que la arrebatan violentamente.
Supongamos por un momento que yo tengo un anillo de diamantes real. Supongamos además que se los dé, pero uno de ustedes se rehúsa a aceptarlo diciendo que él / ella no puede creer que el anillo de diamantes sea real. Aunque el anillo de diamantes es real, debido a que esta persona no creyó, para él / ella no es un diamante, así que él / ella perdió la oportunidad de tener un anillo de diamante real.
La fe es así. Si un especialista autorizado le probara a la gente con un certificado escrito que el anillo está hecho de diamantes reales, ¿lo creerían? Dios nos ha dicho en detalle a través de su Palabra escrita que la salvación que Él nos ha dado es verdad. Y aquellos que creen en su salvación debido a que su Palabra lo testifica, son gente de fe. “Es difícil para mí creer que verdaderamente es cierto, pero debido a que tú lo dices y eres el Todopoderoso, yo lo creo”. Así, cuando la gente cree, pueden convertirse en gente de fe, y el regalo más preciado es de ellos como se prometió.
Por otro lado, existe otra clase diferente de fe. Supongamos que un estafador imita un anillo de diamantes y que alguien, convencido de que es auténtico lo compró intoxicado por sus brillantes colores. Esta persona está totalmente convencida de que él / ella escogió sabiamente, pero de hecho, él / ella han sido engañados. Cuando la gente cree en testigos falsos que afirman que el anillo está hecho de diamantes cuando no lo está, entonces el diamante falso es igual que el real para esta gente, ya que ellos creen ciegamente que el anillo está hecho de diamantes. Desde luego que lo que tienen es solo una imitación. De la misma manera, existe gente que tiene una fe falsa. Aunque están convencidos de su fe, es falsa, sin bases y mística, ya que no vino de la Palabra de Dios.
Dios dijo, “No tendrás dioses ajenos aparte de mí”. La Palabra de Dios es Dios mismo, y la Palabra nos dice que a menos que nazcamos del agua y el Espíritu, no podremos ver el reino de Dios (Juan 3:5). Dios nos está diciendo qué sin pasar a través de la puerta del atrio del tabernáculo tejida de los hilos azul, púrpura y carmesí, y del lino fino torcido, no podremos entrar en el atrio del tabernáculo. Ya que solo esta Palabra es verdad, cualquier otra cosa aparte de esta es toda falsa.
Solo la fe en la verdad es la fe real, y la fe en cualquier otra cosa es toda falsa. No importa cuán ardientemente la gente pueda creer, lo que no es la Palabra de Dios no es la Palabra de Dios hasta el final. Cuando Jesús nos dice que Él ha hecho desaparecer todos tus pecados con su bautismo y la sangre de la cruz, todo lo que tienes que hacer es tan solo creer. Debido a que quien lo dice que él lo ha hecho así es Dios, entonces esta fe en su Palabra es real. Si nuestro Señor realmente no ha hecho esto, entonces este es su error y su fe en sí misma no está equivocada. Por otro lado, si el Señor definitivamente ha hecho esto, y todavía tú no crees por lo tanto no eres salvo, entonces claramente esto es tu propia responsabilidad. Es por eso lo que tenemos que hacer es creer. Debemos creer lo que Dios nos habla a través de su iglesia. ¿Lo crees?
¿Cuál es la Palabra hablada a través de su iglesia? Es la Palabra de Jesucristo quien vino a nosotros por los hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. La iglesia esparce toda la Palabra de Dios, que Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo siendo bautizado, que Jesús es Dios mismo, y que Él llevó la condenación de todos nuestros pecados sobre la cruz. La fe en esta verdad, que Jesús así nos ha salvado, es la fe del diamante real garantizado por Dios.
Cuando por primera vez conocemos la voluntad de Dios y los significados espirituales manifestados en el tabernáculo y luego hablamos de ellos, es así de sencillo. Pero si fuéramos, incapaces de conocer, solo en conocimiento superficial acerca del formato externo del tabernáculo, la palabra original hebrea para ello, o su antecedente histórico, entonces no obtendríamos ningún beneficio sino solo un dolor de cabeza.
Cree en el bautismo de Jesús. Jesús recibió el bautismo que limpia todos los pecados oscuros y sucios que aún están en nuestros corazones. El bautismo significa lavar el pecado, pasar a, sepultar, transferir y cubrir. Se debe a que Jesús recibió tal bautismo para que Él tomara todos tus pecados sobre sí mismo. Aquellos que no creen en esto serán condenados a muerte y arrojados al infierno. «Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua... se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones» (Éxodo 30:18, 21). El no creer es estar bajo maldición. El no creer es ser arrojado al infierno. Si tú no crees, la maldición de Jehová y la destrucción descenderán sobre ti y serás arrojado en el fuego eterno.
«Se lavarán las manos y los pies». Dios dijo esto al sumo sacerdote, mencionando que es una ley eterna y sus descendientes por todas las generaciones deben seguirlas. Cualquiera que quiera creer en Jesús como su Salvador debe creer en su bautismo y en la sangre sobre la cruz. La fe pertenece a aquellos que la arrebatan. La salvación se hace tuya cuando la aceptas en tu corazón creyendo. La verdad puede ser beneficiosa para nosotros solo cuando la creemos. Debemos creer en lo que Dios nos ha dicho. No existe ningún obstáculo más grande para un corazón que la incredulidad.
Dios dijo que cuando los sacerdotes vinieran ante Él, primero deben lavarse sus manos y sus pies en el lavamanos de bronce, y todavía existe mucha gente que no tiene fe para limpiarse sus manos y sus pies con el agua del lavamanos. Cualquiera que no tiene esta fe manifestada en el lavamanos será condenado a muerte ante Dios. Cree en el evangelio del agua y el Espíritu en tu corazón y se limpiado y así ve ante Dios, evita tu muerte y recibe su reino como regalo. No importa cuánto discutas e insistas ante Dios, tú ciertamente serás condenado por no creer cuando se te dio la oportunidad. Yo espero y oro que nadie de entre ustedes encare la muerte por no creer en la verdad.
Si tú no crees en la verdad de la salvación que ha borrado tus pecados con el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz, serás grandemente dañado. ¿Lo crees? Debemos darle nuestra gratitud a Dios por salvarnos de nuestros pecados y de la condenación a través del lavamanos.
La parte que queda del tabernáculo será discutida en secuelas a este libro. Yo espero que todos ustedes tengan el privilegio de convertirse en hijos de Dios a través de los mensajes de estos libros.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (I)