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Tema 14: La Primera Epístola de Juan

[Capítulo 5-5] La Evidencia Concreta Que Nos Salva de Todos Nuestros Pecados (1 Juan 5:8-13)

La Evidencia Concreta Que Nos Salva de Todos Nuestros Pecados
(1 Juan 5:8-13)
«Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios».


¿Tenemos la Evidencia para Recibir la Remisión De Todos Nuestros Pecados?

El pasaje de la Escritura de hoy nos dice, «Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan» (1 Juan 5:8). También dice que la evidencia, da testimonio de la remisión de nuestros pecados, es el evangelio del agua y el Espíritu.
Existe evidencia concreta de que nuestro Señor nos ha liberado de todos nuestros pecados, nos ha concedido vida eternal y nos ha adoptado como hijos Suyos. ¿Cuál es la evidencia? La evidencia de nuestra salvación es en tres partes: el Espíritu Santo, el agua y la sangre. Esos tres elementos se convierten en la evidencia de nuestra liberación de todos nuestros pecados. Dios nos liberó de nuestros pecados al venir a este mundo en semejanza de hombre, al recibir el bautismo, el cuál transfirió todos nuestros pecados sobre Jesús, y al cargar estos pecados hasta la Cruz, en donde Él sangró hasta morir y al resucitar de entre los muertos. El Apóstol Juan ahora nos está enseñando la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
Como esta escrito en la Palabra de Dios, el agua significa el bautismo de Jesús que Él recibió de Juan el Bautismo, y la sangre significa el juicio que Él recibió por todos nuestros pecados. Nuevamente, la evidencia de nuestra salvación se haya en el Espíritu Santo, el agua y la sangre (1 Juan 5:8). Los ministerios del agua, la sangre y el Espíritu Santo son de Dios a través de los cuales Él ha liberado a los pecadores de todos sus pecados.


¿Cuál es la Evidencia Concreta de la Remisión del Pecado para los Creyentes de Jesucristo en Todo el Mundo?

La evidencia de la salvación de Dios consiste en el Espíritu Santo, el agua y la sangre. El Espíritu Santo se refiere a Dios Mismo. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo, nació en este mundo en semejanza de hombre. Al recibir Su bautismo y Su sangre sobre la Cruz fueron todas actividades de Dios a través del Espíritu Santo.
1 Juan 5:9 dice, «Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo». ¿Cuál es el testimonio de Dios para nosotros? Fue el testimonio de Dios acerca de Su Hijo. Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo, hizo que Jesús recibiera el bautismo que puso todos los pecados sobre Sí Mismo, e hizo que Jesús fuese juzgado por nuestros pecados al ser clavado a la Cruz. Dios nos ha dado una salvación verdadera a través de Su Hijo. La remisión del pecado que poseemos descansa en esto. El Hijo de Dios nos ha liberado completamente de nuestros pecados al venir a este mundo, recibir el bautismo, morir sobre la Cruz y resucitando de entre los muertos.
Por lo tanto ahora, si hemos recibido la remisión del pecado delante de Dios depende nuestra aceptación del evangelio del agua y el Espíritu. La evidencia de nuestra salvación está en la fe de la verdad del evangelio en nuestro corazón, la cual afirma que Dios nos ha dado la remisión de nuestros pecados a través de Su Hijo con el agua y con la sangre. En todo el capitulo 5 de 1 Juan, el Apóstol Juan da testimonio de esta Verdad, que Jesucristo nos ha concedido la remisión del pecado a través del agua y de la sangre. Tenemos la evidencia concreta de nuestra salvación en nuestra fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, y la misma evidencia es suficiente para validar nuestra remisión de los pecados delante de Dios. Esta evidencia es aún mayor, ya que este testimonio de de Dios y no de los hombres.
1 Juan 5:10 dice, «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo». Para una persona que cree en el Hijo de Dios también es testimonio de Dios. Dios Padre da testimonio acerca de Su Hijo ya que envió a Su Hijo a este mundo para tomar todos nuestros pecados sobre Sí Mismo a través del bautismo de Jesús, y Dios completó nuestra salvación haciendo que Jesús muriera sobre la Cruz sangrando. Lo que es importante por nuestra parte es si creemos en esto o no. Lo que Dios nos ha dado como testimonio es acerca de Su Hijo y la salvación que ha completado. Dios Espíritu santo ha descendido sobre nuestros corazones, los creyentes de la evidencia de Dios, y ha dado testimonio de nuestra salvación más intensamente.
El agua, la sangre y el Espíritu Santo no solo son la evidencia para nosotros de la salvación de Dios, además es el punto de la Verdad. 1 Juan 5:10 dice, «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo».
Así, si alguno de nosotros no cree en Jesucristo nuestro Salvador quién vino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo, esa persona convierte a Dios en mentiroso. Aquí, Dios enfatiza sobre el bautismo y la sangre. El pasaje de la Escritura de hoy claramente nos dice que Jesús el Hijo de Dios nos salvó de todos nuestros pecados, y nos ha dado vida eterna al venir a este mundo, recibió el bautismo y derramó Su sangre. Si alguien no cree en el ministerio de Jesús del bautismo y el derramamiento de la sangre sobre la Cruz, esa persona convierte a Dios en mentiroso.


Nuestro Dios Jesucristo nos ha Liberado de los Pecados de Este Mundo al Venir a Este Mundo


Tenemos que examinarnos a nosotros mismos a ver si conocemos suficientemente la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Simultáneamente Jesús es ambos, el Hijo de Dios y Dios Mismo. La Escritura dice que alguien que no cree en Dios y en el evangelio verdadero convierte a Dios en mentiroso.
Dios nos ha dado la remisión de nuestros pecados a través del evangelio del agua, la sangre y el Espíritu. Ciertamente Dios vino en semejanza de hombre, recibió el bautismo de Juan el Bautista, derramó Su preciosa sangre sobre la Cruz y resucitó de entre los muertos. De esta manera, nuestro Señor ha liberado a los pecadores de todos sus pecados a través del agua y de la sangre. Por lo tanto, hasta ahora, los incrédulos de esta Verdad lo convierten a Él en un mentiroso. Debemos creer que ciertamente Dios envió a Su Hijo, quién es Dios, con el agua y con la sangre para que Él nos concediera la remisión de nuestros pecados.
La fe que nos une es la de creer en Dios como el Ser Absoluto. Jesús el Dios verdadero es nuestro Salvador, quién recibió el bautismo para tomar sobre Sí Mismo nuestros pecados, los cargó hasta la Cruz para expiarlos con Su sangre, y resucitó de entre los muertos. Jesucristo es el eterno Dios vivo, quién también se convirtió en nuestro Salvador. Nuestro Señor nos ha liberado de todos nuestros pecados y condenación, y, así, nunca pereceremos.
Dios está vivo en este mismo instante. Debido a que Dios nos ha concedido la remisión de nuestros pecados, nuestra salvación nunca será conmovida. Dios nunca cambia con respecto a la remisión de nuestros pecados que Él nos ha concedido. Nuestro Señor es nuestro Salvador quién nos liberó a todos de nuestros pecados. Es nuestra fe la que es muy cambiante. Por lo tanto, tenemos que fortalecer nuestra fe rumiando el evangelio verdadero una y otra vez. La fe que confiesa a Jesús como Dios solo afirmara tu propia fe.
Toda la Biblia da testimonio de que Dios Padre nos ha salvado de todos nuestros pecados al enviar a Su Hijo a nosotros. Fundamentalmente Jesucristo es Dios, pero vino a este mundo como humano para liberar a Su pueblo de sus pecados, recibió el bautismo de Juan el Bautista, sangró hasta morir sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos. Recibimos la verdadera remisión de nuestros pecados por el ministerio del Espíritu Santo, cuando creemos en la Verdad del agua y de la sangre, la cual es la piedra angular de nuestra fe. Cuando llegamos a creer en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, el Espíritu Santo habla a nuestro corazón, “¡Estas bien! ¡Tu fe es correcta!”.
Nuestro Señor ya nos ha concedido la remisión de nuestros pecados y la vida eterna a aquellos de entre nosotros que creemos en nuestro corazón en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Existe evidencia para la remisión del pecado de que Dios Hijo ha completado para nosotros en este mundo a través del agua y de la sangre. Y este es el mismo testimonio que Dios Padre nos ha concedido desde el principio. El evangelio dado por Dios del agua y el Espíritu es la Verdad que no cambia. Aunque creemos en Jesús el Hijo de Dios y en el evangelio del agua y el Espíritu, nuestra fe sería vana si nos falta el conocimiento de que Jesús es el verdadero Dios.
En este punto es esencial que nosotros discernamos si nuestra fe es meramente emocional o si está basada en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. La fe verdadera es aquella que primeramente reconoce y admite el evangelio del agua y el Espíritu, y luego practica su propia fe. Pablo nos dijo, «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Romanos 10:17). Al escuchar la palabra de Dios, llegamos a entender la Verdad real.


Jesucristo Es el Verdadero Dios y Nuestro Salvador 


1 Juan 5:11-12 nos dice, «Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida».
¿Cuál es la evidencia concreta de que hemos sido limpiados de todos nuestros pecados? En otras palabras, ¿cuál es la evidencia de que Dios es nuestro verdadero Salvador? La evidencia es que nuestro Señor nos ha dado vida eterna y que esta vida está en Dios Hijo. Nuestro Señor nos dio vida nueva que permanece toda la eternidad. El Dios eterno nos ha dado la remisión de nuestros pecados y la vida eterna a través de Su propio Hijo.
Mis queridos Cristianos, ¿conocen el evangelio del agua y el Espíritu? El Señor nos ha advertido que lucharemos con nuestra fe a menos que permanezcamos firmes en el conocimiento del evangelio del agua y el Espíritu.
Juan declaró firmemente, «Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo» (1 Juan 5:11). El Apóstol Juan nos dijo que la nueva vida es Jesucristo. Jesucristo es nuestro Salvador, quién nos concedió la remisión de nuestros pecados a través del agua y de la sangre. Aquellos que conocen y creen que el Señor nos ha concedido que recibamos la remisión del pecado, la vida nueva, pero aquellos que no creen son como los muertos a pesar de estar vivos temporalmente ya que no han recibido la remisión de sus pecados.
1 Juan 5:20 dice, «Este [Jesús] es el verdadero Dios, y la vida eterna». ¿Quién es este Jesús? Él es nuestro verdadero Dios. Leamos 1 Juan 5:20. «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna».
¿De que nos ha informado el Hijo de Dios acerca de los que viven en el mundo? Primero Jesús nos enseñado la Verdad acerca de quién es Dios y de cómo podemos recibir la remisión de nuestros pecados. Así, fue en Jesucristo en quién recibimos la remisión de nuestros pecados a través de la Verdad real. Jesucristo es nuestro Señor y Salvador, quién nos liberó de todos nuestros pecados, y Él es quién nos concedió la vida eterna. Nuestro Señor es nuestro todo en todo ya que Él nos ha convertido en Sus hijos propios.
Uno no debe vivir en sus propias emociones sino en su fe en la Palabra de la Verdad. 1 Juan 5:20 dice que Él “es el verdadero Dios, y la vida eterna”. Yo creo que Jesús es el verdadero Dios. Jesús es igual que Dios Padre.
Tenemos que llegar a saber acerca del amor de Dios y de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu a través del ministerio de Juan el Bautista. Juan mismo dio testimonio de este hecho en la escritura (Juan 1:15, 29-34, Mateo 11:11-12, 21:32).


No Debes Hablar a una Persona que Todavía No Ha Nacido de Nuevo como lo Harías con un Santo Nacido de Nuevo que Ha recibido la Remisión del Pecado
 
«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). Como ilustra el pasaje, si confesamos nuestros pecados delante de Dios, somos limpiados por creer en el merito de Jesús que Él ha completado al recibir el bautismo de Juan el Bautista para tomar sobre Sí Mismo todos los pecados del mundo. Debido a que Jesús ya ha limpiado nuestros pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu, tenemos que vencer toda la oscuridad confesando nuestros pecados y confesando nuestra fe en este verdadero evangelio.
Para nosotros, Jesucristo es Dios de la Verdad y nuestro Salvador real, quién nos ha concedido la vida eterna. Sin embargo, es muy difícil compartir la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu con una persona que solamente cree en la sangre de la Cruz. Dios es la santa luz, sin tener una sola mancha de oscuridad. Sin embargo, se complica compartir el evangelio del agua y el Espíritu con una persona que no ha nacido de nuevo.
Aunque el evangelio del agua y el Espíritu es la Palabra de la Verdad, la gente muere en sus pecados debido a que ni conocen ni desean creer en este evangelio verdadero. Debido a que ellos tienen una forma totalmente diferente de comprender, la comunicación con ellos frecuentemente falla. Ellos son los que se han bebido el vino viejo. Escrito está, «Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor» (Lucas 5:39). Normalmente rechazan el verdadero evangelio, ya que, desde una condición saturada con las enseñanzas de este mundo, no han aceptado el evangelio del agua y el Espíritu en su corazón.
Algunos de ellos aceptan el evangelio del agua y el Espíritu cuando predicamos el verdadero evangelio con fe. Sin embargo, ellos necesitan ser alimentados continuamente con comida espiritual. De otra manera, retroceden al caos espiritual. Es por ello que estamos tratando de proveer su alimento espiritual a través de esta “Serie de Crecimiento Espiritual.” A través de nuestra “Serie de Crecimiento Espiritual”, llegarán a darse cuenta de la profundidad del evangelio del agua y el Espíritu del cual alguna vez tal vez lo hayan considerado vació.
Hoy, muchos Cristianos creen sin conocer el evangelio del agua y el Espíritu claramente manifestado en la Biblia. Sin embargo, Jesús es Dios, quién nos concedió la remisión del pecado y la vida eterna. Así como el evangelio del agua y el Espíritu se hallaba dentro de Jesucristo, aquellos que creen en esta Verdad ciertamente serán bendecidos con vida nueva.


Somos tan Felices Cuando Creemos En Este Verdadero Evangelio


Estoy tan contento de que formo parte de la Iglesia de Dios. Estoy contento porque existen compañeros colaboradores, y nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Nosotros los trabajadores de la justicia de Dios nos estamos entregando nosotros mismos a esparcir el evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. No existe una sola actividad que hagamos que no sea importante. El evangelio del agua y el Espíritu del cual Dios dio testimonio es la Verdad que limpia del pecado. El justo ministerio de Dios no se realiza a través de un solo individuo. No solo yo mismo o cualquier otra persona. Todos nosotros los justos de manera individual debemos hacer nuestra parte. Si todos nuestros hermanos y hermanas trabajan fielmente en las tareas que les han sido dadas, la voluntad de Dios será cumplida. Por lo tanto, el ministerio que tenemos en nuestro esfuerzo unido por esparcir este evangelio de la Verdad ciertamente es precioso. Dios Mismo se complace con el esfuerzo del pueblo de Dios, constituido por Su Iglesia, para esparcir el evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
Satanás trata de causar incredulidad en el corazón en el evangelio del agua y el Espíritu. Aún así, creemos que Jesús es el verdadero Dios, quién nos da vida eterna, y que Él también es nuestro Salvador, quién nos concedió nueva vida. Tenemos que vivir con propósito, creyendo que Dios comisiono la predicación del evangelio a Su Iglesia.
Si alguno de nosotros tiene una opinión diferente acerca de las obras de las obras de Dios, esa persona esta cegada por la ambición personal. Ciertamente este es el caso. La Biblia nos dice, «Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio» (Proverbios 18:1). Nuevamente Dios dice, «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Dios nos concedió Su poder y bendiciones, cuando vivimos para la gloria de Dios. A pesar de la remisión de todos nuestros pecados, si no seguimos la voluntad de Dios, Dios no estará de nuestra parte. Dios se agrada con la gente que rinde sus propios deseos, y los bendice.
Primero tenemos que creer en el evangelio del agua y el Espíritu, el cual ha borrado completamente todos nuestros pecados. Una persona, que no cree en el evangelio del agua y l Espíritu, no puede vencer al mundo. Aquellos, que luchan con creer que Jesús es nuestro Salvador a pesar de su asistencia a la Iglesia de Dios, lo hacen porque les falta conocimiento preciso y fe en Jesús como Dios. Las almas de esas personas fallan en creer en el evangelio del agua y el Espíritu.
Jesucristo es el Creador, quién creó a todas las criaturas en este mundo. Jesús es el verdadero Dios. Jesucristo, el Creador del universo y el verdadero Dios, ha venido temporalmente en semejanza de hombre a este mundo para libera a los pecadores de sus pecados. Entonces, Él recibió el bautismo, tomando los pecados del mundo sobre Sí Mismo, fue crucificado sobre la Cruz, sangrando hasta morir, y resucitó de entre los muertos. In todos Sus logros, Jesucristo se ha convertido en nuestro Señor y Salvador.
Cuando creemos firmemente en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, cualquier otra pregunta que tengamos se nos esclarece. Antes de que naciera de nuevo, la Palabra de la Biblia era como un difícil rompecabezas. No fue fácil poner las piezas juntas. Sin embargo, yo he experimentado la revelación de todo el misterio de la Biblia una vez que creí en el evangelio del agua y el Espíritu.
Por otro lado, si no creemos en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu, cada tres palabras se complican. Así llega la confusión a cada Cristiano que aún no ha nacido de nuevo. La clave para descubrir toda esta masa esta en el hecho de que Jesucristo es Dios y de que todos nuestros pecados han sido borrados a través del evangelio del agua y el Espíritu. Al aceptar la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu en nuestro corazón, podemos poseer la evidencia concreta de nuestra salvación en la Palabra de Dios. Gracias sean dadas a Dios.
Jesús es el Dios verdadero y nuestro eterno Salvador, quién nos concedió la vida eterna. Con esta preciosa fe, podemos vencer a Satanás, nuestras propias debilidades, y nuestros propios deseos. También podemos estar delante de Dios sin vergüenza después de haber servido fielmente a este evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que morimos.
El Apóstol Pedro confesó, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:16). La palabra ‘Cristo’ implica que Jesús es Dios. Jesucristo, Él fundamentalmente es Dios y simultáneamente es el Hijo de Dios. Aún más, Él es nuestro Salvador. Esta es la confesión de fe de Pedro. Nosotros los creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu también confesamos la misma fe.
Entonces, Jesús le dijo a Pedro, «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mateo 16:17). Como Pedro, nosotros también podemos encontrar la evidencia de la remisión de nuestros pecados en el testimonio de Dios, esto es, en el evangelio del agua y el Espíritu.
Demos gracias a Jesucristo, quién nos ha liberado de todos nuestros pecados.