(Gálatas 1, 6-10)«Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.».
En las Escrituras de hoy, el Apóstol Pablo dijo a los santos de las iglesias de Galacia que se maravillaba de cómo abandonaban el Evangelio del agua y el Espíritu tan pronto, el mismo el Evangelio que les había llevado a la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. También dijo que no había otro evangelio que el Evangelio del agua y el Espíritu, declarando que cualquiera que siga otro evangelio estará condenado. El otro evangelio sobre el que el Apóstol Pablo habló se refiere a las falsas enseñanzas que los defensores de la circuncisión enseñaban por aquel entonces, y afirmaba que para convertirse en el pueblo de Dios había que ser circuncidado.
Todo el mundo puede recibir la verdadera remisión de los pecados si entiende el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado y creen en él de corazón. Durante los comienzos de la Iglesia los judíos cristianos en la iglesias de Galacia que se habían convertido del judaísmo estaban intentado difundir su fe legalista en la Iglesia de Dios. En otras palabras, discutían que aunque la gente creyera en Jesús, tenían que ser circuncidados para ser el pueblo de Dios completamente. Consecuentemente muchos santos abandonaron el Evangelio del agua y el Espíritu y siguieron las falsas enseñanzas, que les llevó a la muerte espiritual al final.
Este fenómeno tan trágico se está repitiendo en el cristianismo de hoy en día. La tradición de la fe legalista de los seguidores de la circuncisión de los comienzos de la Iglesia ha continuado hasta el presente, haciendo caer a la gente con un evangelio diferente denominado doctrina del arrepentimiento. En el cristianismo de hoy, el otro evangelio que no es el Evangelio del agua y el Espíritu, al que Pablo llamó evangelio diferente, es la doctrina de las oraciones de penitencia, que hace que la gente muera espiritualmente.
¿Qué afirma la doctrina del arrepentimiento, una de las doctrinas ortodoxas del cristianismo? Esta doctrina afirma: «Quien cree en la sangre de Jesús derramada en la Cruz es perdonado por sus pecados pasados, pero los pecados que comete después de creer en Jesús le son perdonados cuando ofrece oraciones de penitencia». Sin embargo, esta enseñanza es un «evangelio diferente» que es muy diferente del único verdadero evangelio en la Biblia, el Evangelio del agua y el Espíritu.
Pero a pesar de ello, como este evangelio diferente ha sido aceptado por el cristianismo en todo el mundo, muchos cristianos que están convencidos de que es la verdad, viven su fe confiando en sus oraciones diarias de penitencia. Lo que es más, como no han escuchado el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu, no piensan que el evangelio en el que creen sea diferente, es decir el evangelio de la sangre derramada en la Cruz y de la doctrina del arrepentimiento. Sin embargo cualquier evangelio que deje de lado el bautismo que Jesús recibió de Juan y que afirme sólo Su sangre derramada en la Cruz como la obra de salvación es un evangelio diferente.
¿Puede haber más de un evangelio verdadero que nos haya dado el Señor? Si el Señor nos hubiera dado más de un evangelio, no pasaría nada si creyéramos en el perfecto Evangelio del agua y el Espíritu o en los demás evangelios. Sin embargo no puede haber más de un verdadero evangelio que nos haya salvado. No hay otro evangelio que Dios nos haya dado en Su Palabra, solamente existe el Evangelio del agua y el Espíritu.
Hasta hoy la gente ha creído en Jesús sin darse cuenta de este hecho, pensando que el otro evangelio es el verdadero evangelio, y por eso cuando encuentran el verdadero evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu, piensan que es extraño y no lo pueden aceptar. Pero Dios no nos ha dado más que un evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto deben recordar claramente que todos los evangelios que no son el Evangelio del agua y el Espíritu son evangelios falsos. Y también deben recordar que sólo cuando conocen este evangelio y creen en él pueden recibir la perfecta remisión de sus pecados y convertirse en los hijos de Dios. No hay otro evangelio que el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Qué piensan de esta cuestión?
En la época del Apóstol Pablo había un grupo de creyentes que se denominaban seguidores de la circuncisión. Esta gente afirmaba que si un hombre aceptaba a Jesús como su Salvador, sólo podía formar parte del pueblo de Dios si se circuncidaba.
El mismo tipo de fe legalista se encuentra en el cristianismo actual, defendida por los que siguen la doctrina del arrepentimiento. Creen que aunque han aceptado a Jesús como su Salvador, sus pecados diarios deben borrarse ofreciendo oraciones de penitencia. Esta gente cree en un evangelio diferente.
¿Qué piensan de esta cuestión? Los cristianos de hoy en día dicen que sus pecados son perdonados cuando ofrecen oraciones de penitencia, pero ¿pueden decir que los que creen en esta doctrina tienen la fe verdadera? No. Todos los que han aceptado a Jesús como su Salvador creyendo solamente en Su sangre en la Cruz y que han estado ofreciendo oraciones de penitencia, se darán cuenta de que sus pecados no han sido perdonados mediante sus oraciones de penitencia.
Por el contrario, si alguien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado, será perdonado por sus pecados de una vez por todas, ya que este Evangelio de Verdad contiene la obra de salvación de Jesucristo completa. Jesús, el único Hijo de Dios, vino al mundo por nuestra salvación, aceptó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, llevó estos pecados a la Cruz y derramó Su sangre de redención; y así se ha convertido en el Salvador de los que creen en Su obra. Este es el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Así que cualquiera que crea en este verdadero Evangelio, será perdonado por sus pecados, se convertirá en un justo e hijo de Dios. Si han aceptado a Jesús como su Salvador pero sólo creen en Su sangre en la Cruz, y si han intentado borrar sus pecados diarios a través de sus oraciones de penitencia, deben darse cuenta de que su fe es errónea.
¿Han muerto con Jesucristo y resucitado con Jesucristo?
El Apóstol Pablo dice en Gálatas 3, 27: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.». Confesó su fe diciendo: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.» (Gálatas 2, 20).
Estos pasajes demuestran que Pablo creía en el Evangelio del agua y el Espíritu, que proclama que cuando Jesús vino al mundo, tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado y se levantó de entre los muertos, y así nos ha salvado de todos nuestros pecados y su condena. Al creer Pablo en el bautismo de Jesús su pasado murió con Jesús y nació de nuevo. A través de esta fe el Apóstol Pablo pudo ser bautizado con Jesucristo y morir con Él. Además a través de esta fe pudo volver a la vida con Jesús.
Al creer en lo que Jesucristo hizo en la tierra, el Apóstol Pablo pudo unirse con Cristo. Por tanto, deben tener esta misma fe. Nosotros también debemos recordar que cuando creemos que el bautismo recibido de Juan el Bautista en el río Jordán es el bautismo a través del cual Cristo cargó con nuestros pecados y debilidades, nuestro pasado muere en la Cruz y es enterrado con Jesús. Dicho de otra manera, si no creen en el bautismo de Jesús, Su muerte en la Cruz no tiene nada que ver con ustedes.
Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Apóstol Pablo pudo unirse a Jesucristo y predicar este verdadero evangelio por todo el mundo. Esta fe no sólo la poseía el Apóstol Pablo, sino también el Apóstol Juan que dijo que Jesucristo vino al mundo por el agua, la sangre y el Espíritu. Dijo: « Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre» (1 Juan 5, 8). Él creyó que, aunque Jesús era Dios, vino al mundo encarnado en un hombre por nuestra salvación (el testigo del Espíritu Santo), tomó los pecados del mundo sobre sí mismo (el testigo del agua) y pagó la pena de esos pecados al derramar Su sangre en la Cruz (el testigo de la sangre).
El Apóstol Pedro también creyó en el bautismo de Jesús como parte de la obra de salvación (1 Pedro 3, 21). Así todos los apóstoles y discípulos creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de Verdad. Sin embargo, como los defensores del evangelio diferente habían entrado en las iglesias de Galacia, Pablo tuvo que defender la fe de los santos que creían en el verdadero Evangelio.
Deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora
La mayoría de los cristianos creen en un evangelio diferente. No saben que el Evangelio del agua y el Espíritu es el único verdadero Evangelio. Creen que la sangre derramada por Jesús en la Cruz es todo el evangelio. Pero el evangelio en el que creen es un pseudo-evangelio, un evangelio diferente. Con este evangelio, no pueden ser bautizados con Jesucristo, ni pueden ponerse la túnica de la justicia del Señor. La creencia de que la gente puede recibir la remisión de los pecados si cree en Jesús y ofrece oraciones de penitencia no es la fe que nos permite unirnos a Jesucristo. Este tipo de fe es la que nos une a un evangelio falso e imperfecto que es diferente al Evangelio del agua y el Espíritu que se revela en la Biblia.
La fe que se une con Jesucristo es la creencia en que todos los pecados del mundo se pasaron a Jesús y fueron borrados de una vez por todas cuando Él fue bautizado por Juan el Bautista. Este tipo de fe cree en que Jesús cargó con los pecados del mundo de una sola vez a través del bautismo que recibió de Juan y que derramó Su sangre en la Cruz de una sola vez y se levantó entre los muertos para convertirse en el Salvador que nos ha librado de la condena de todos los pecados. Para los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu uniendo sus corazones a él, el Señor ha dado la verdadera remisión de los pecados y la vida eterna, todo de una sola vez.
Sin embargo, los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y unen sus corazones a un evangelio diferente, recibirán el juicio por el pecado y serán condenados por sus pecados. Por tanto todos debemos creer de todo corazón en todos los componentes del verdadero Evangelio: el bautismo de Jesús, Su muerte y Su resurrección. Sólo entonces podemos ser salvados de todos nuestros pecados y disfrutar de la vida eterna. Sólo cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos convertirnos en el pueblo de Dios. Y sólo entonces podemos servir al Señor con un Espíritu nuevo (Romanos 7, 6), como los que han resucitado con Jesucristo.
¿Cómo es su fe ahora?
Esta semana es Semana Santa y los cristianos recuerdan el sufrimiento de Jesús en la Cruz y llenos de lágrimas se arrepienten de sus vidas llenas de pecado. Pero, ¿pueden recibir la remisión de los pecados creyendo exclusivamente en la sangre de Jesús en la Cruz? Aunque muchos cristianos están convencidos de que han sido salvados al creer en la sangre de Jesús en la Cruz, en realidad siguen sufriendo porque su salvación es solamente hipotética y sus pecados siguen estando intactos en sus corazones. La verdadera remisión de los pecados no llega a los espíritus de los que dicen haber sido perdonados por sus pecados sólo a través de la sangre de la Cruz.
Por supuesto, como los seres humanos son animales con emociones, es posible que sientan una especie de satisfacción psicológica después de pedir a Dios que les perdone sus pecados con lágrimas en sus ojos, pensando en el sufrimiento y dolor que Jesús soportó cuando fue crucificado hasta morir. Sin embargo esto es un efecto placebo que les hace pensar que sus oraciones compensarán por sus pecados: «Como he rogado a Dios tanto, me perdonará».
Pero, ¿de verdad desaparecieron sus pecados cuando ofrecieron oraciones de penitencia, confiando solamente en la sangre de Jesús derramada en la Cruz? Probablemente empezarían sus vidas de fe creyendo en un pseudo-evangelio, que afirma que Jesús fue crucificado hasta la muerte para borrar sus pecados. Y por tanto han vivido su fe ofreciendo oraciones de penitencia, intentado borrar sus pecados personales. Pero. ¿dio esto resultado? ¿No permanecieron sus pecados intactos tal y como lo estaban antes de creer en Jesús?
Como la gente cree sólo en la sangre de Jesús derramada en la Cruz en vez de creer en el Jesús que fue bautizado por Juan, no pueden encontrar el testimonio de la Palabra que proclama que sus pecados fueron pasados a Jesús y por tanto creen en Jesús en vano. Si sólo creen en la sangre de Jesús e ignoran Su bautismo, nunca se conseguirá la eficacia de la salvación.
Cuando los cristianos de hoy en día pecan, intentan borrar sus pecados ofreciendo oraciones de penitencia y por eso creen en un evangelio diferente. Cualquier persona que crea en un evangelio distinto al Evangelio del agua y el Espíritu estará maldito por Dios. Deben darse cuenta de lo errónea que esta clase de fe. Ustedes mismos deben saber mejor que nadie que cree en la sangre derramada en al Cruz, no se puede recibir la remisión de los pecados. Todos los que tienen esta fe equivocada deben dejar de lado su fe sólo en la sangre derramada en la Cruz y aceptar en sus corazones el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio.
Hoy, cuando iba de camino a la iglesia, he visto el anuncio de otra iglesia que decía: «Iglesia Presbiteriana generosa». No tengo ni idea de qué es lo que esta iglesia da, pero aún así sería mejor que los pastores dieran algo, aunque fuera material, en vez de explotar a su congregación. Sin embargo, que la Iglesia de Dios ayude a la gente en asuntos materiales sólo da resultado durante un tiempo. Los verdaderos siervos de Dios no sólo ayudan a la gente en asuntos materiales, sino que les llevan a recibir bendiciones espirituales.
En contraste, cuando los que creen en los falsos evangelios se dedican a la caridad, muchas veces lo hacen por publicidad o para enmascarar su fe falsa. Por eso la Biblia dice: «Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
Así que, no es extraño si también sus ministros se disfracen como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.» (2 Corintios 11, 14-15) y nos avisa para que tengamos cuidado con las buenas obras hipócritas de los falsos profetas.
Así el Evangelio del agua y el Espíritu es el mejor regalo que podemos dar a otro ser humano. Debemos ayudar a todo el mundo a recibir la remisión de los pecados a través de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio que conocían y creían los Apóstoles como Pablo y sus compañeros era el Evangelio del agua y el Espíritu. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, el regalo de nuestro Señor, todo el mundo debe recibir la completa remisión de sus pecados. Y al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, los que han nacido de nuevo deben predicar el verdadero Evangelio a los que no lo conocen todavía. Entonces creerán en este Evangelio con un corazón y se convertirán en el pueblo de Dios. Por tanto, los que ya forman parte del pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu están benditos, en cuerpo y en espíritu.
Deuteronomio 11, 14 dice: «yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite». Como el Evangelio del agua y el Espíritu se predicaba en los comienzos de la Iglesia, Dios nos ha dado la lluvia temprana, y a hora en esta última época, Dios nos está dando la lluvia tardía al hacernos difundir el verdadero Evangelio por todo el mundo. Ahora todo el mundo debe aceptar en su corazón y creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado.
El Apóstol Pablo dijo que si alguien predica otro evangelio que no sea el que él predicaba, Dios le maldeciría. Cualquiera que predique otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu será maldito. Entre los pastores de este mundo, algunos son alabados. Sin embargo, aunque estos pastores sean adorados por los hombres, si predican otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios ha dado a la humanidad, serán malditos.
Un pastor que yo conocía estaba a punto de morir a los 80 años tras haber pasado su vida dedicado al ministerio y oí que como sus pecados habían permanecido en su corazón, rezaba penitencias hasta el último momento, rezando hasta que murió: «Señor, he pecado tanto. Por favor, perdóname y acepta a este pecador». ¿Aceptaría el Señor su alma? No, por supuesto que no. El Señor sólo castiga a ser echados al infierno a los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor le dice a esta gente: «Mientras vivisteis, no tuvisteis nada de lo que preocuparse y vivisteis con lujos, como el rico en la palabra de Lázaro. Aunque vuestros corazones fueran pecadores, erais ricos con vuestra propia justicia, pero no buscabais el verdadero Evangelio que os permite ser perdonados de sus pecados. No creísteis, sino que los rechazasteis cuando lo escuchasteis. Ahora pagaréis el precio de vuestros pecados y viviréis en el fuego eterno».
Como esta gente ha rechazado el Evangelio del agua y el Espíritu y ha vivido confiando en sus oraciones de penitencia como la verdad que les borraría sus pecados, se merecen ser malditos. Por mucho que intenten hacer su propio carácter, sus corazones no tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso Dios se asegurado de que se merezcan el castigo del fuego del infierno.
¿Han sido capaces de borrar todos sus pecados mediante sus oraciones de penitencia?
Los cristianos de todo el mundo no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso predican un evangelio diferente, es decir la doctrina de las oraciones de penitencia. Creen que aunque el pecado original se ha borrado al creer en la sangre de Jesús, los pecados que se cometen después se borran mediante oraciones de penitencia. Como nunca han imaginado que sus creencias estuvieran equivocadas, cuando escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu les parece extraño y por eso se niegan ciegamente a creer en él, pero además le dicen a todo el mundo que el Evangelio del agua y el Espíritu no es la Verdad.
Sin embargo cuando esta gente cree y predica la sangre de la Cruz, está difundiendo un evangelio falso que es diferente al Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús le dijo a Nicodemo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.» (Juan 3, 5). En otras palabras, Jesús dejó claro que quien no crea que Él tomó los pecados del mundo cuando Juan le bautizó y en que ha salvado a toda la humanidad del pecado al morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos, pagará el precio del pecado.
Por el contrario quien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu habrá visto por si mismo cómo sus pecados le han sido perdonados de una vez por todas y como se ha convertido en un hijo de Dios. Como el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de salvación de Dios, quien crea en el verdadero Evangelio se convertirá en hijo de Dios y en Su obrero. Sólo este Evangelio que Dios nos ha dado es la Verdad que trae la salvación. La doctrina de las oraciones de penitencia inventada por el hombre es un evangelio falso y diferente y por tanto nadie puede ser perdonado por sus pecados al creer en ella.
No puede haber otro evangelio a parte del Evangelio del agua y el Espíritu del que habla la Biblia. La gente cree que cuando se va a un seminario y se aprenden las doctrinas cristianas e ideas teológicas, se conoce la Biblia bastante a fondo, pero la realidad es diferente. Por mucho que se estudie Teología, no se puede aprender el verdadero Evangelio de los teólogos.
Por lo tanto la doctrina de las oraciones de penitencia que siguen los teólogos está equivocada. La doctrina de las oraciones de penitencia no puede aportar ningún beneficio a los que creen que han sido salvados de sus pecados ofreciendo sus propias oraciones de penitencia.
La verdadera remisión de los pecados que el Señor nos ha dado es el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo muchos teólogos no conocen este Evangelio y han confundido a todo el mundo con la doctrina del arrepentimiento y la doctrina de la santificación incremental. Satanás le dijo a la gente que se inventaran la doctrina de las oraciones de penitencia y que creyeran en ella, y por eso el Señor dijo claramente en el Libro de Gálatas que ese era un evangelio diferente al Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora mismo, esto significa que su fe no tiene nada que ver con la salvación verdadera de Dios. Ustedes, como el Apóstol Pablo, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y tener la fe que les permite ser bautizados con Jesucristo, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos con Él. Sólo entonces pueden tener la misma justicia que Jesucristo.
Dios amó tanto al mundo que dio a Su único Hijo, que vino a la tierra y aceptó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista. Y al llevar esos pecados a la Cruz y morir allí, y al levantarse de entre los muertos, nuestro Señor borró todos nuestros pecados y así se ha convertido en el verdadero Salvador de los que creen en Él. Como Dios ha cumplido nuestra salvación a través de Su Hijo con el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha hecho creen en él, no hay razón por la que no debamos creer en esta Verdad.
El Evangelio de salvación a través del cual el Señor nos ha salvado del pecado es el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado a través de Su Hijo, nos reunimos con Jesucristo. Por tanto, sólo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son el pueblo de Dios. Al creer en otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu, no podemos convertirnos en el pueblo de Dios. Si tuviéramos que servir a Jesús con nuestras obras, ¿cómo le serviríamos? Incluso si hubiéramos dado todo de nosotros para el Señor, cualquiera de nosotros que no crea en l Evangelio del agua y el Espíritu no puede ser salvado.
El Señor nos ha salvado de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. No podemos hacer nada bien ante el Señor excepto creer en la Palabra de Verdad, es decir, en que el Señor nos ha dado la salvación al venir por el agua, la sangre y el Espíritu y darle gracias por él. No podemos borrar nuestros pecados haciendo buenas obras o rezando oraciones de arrepentimiento, sino sólo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios completó por nosotros gracias a Su amor incondicional, y por eso podemos recibir la remisión de nuestros pecados y alcanzar la vida eterna. El Señor hizo este precioso Evangelio y nos lo dio gratis, diciéndonos: «Creed y sed salvados».
Si ustedes aceptan el regalo de la salvación de Dios por fe, podrán formar parte del pueblo de Dios. Gracias al Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado, la perfecta Verdad de la salvación, todo el que cree en él puede ser hijo y obrero de Dios y puede entrar en el Cielo y recibir la vida eterna.
Nuestro Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. No hay otra Verdad de salvación a parte de este verdadero Evangelio. Como muchos cristianos creen que el evangelio de la sangre derramada en la Cruz es la verdad y creen que el «evangelio diferente» del que se habla en las Escrituras de hoy se refiere a las enseñanzas heréticas, pero en realidad, deben darse cuenta de que el evangelio diferente es el suyo. El evangelio de la sangre derramada en la Cruz y de la doctrina de las oraciones de penitencia son evangelios diferentes que llevan a la gente a la muerte espiritual.
A aquellos que hoy en día creen sólo en la sangre derramada en la Cruz les digo: «Han creído en un evangelio diferente, no en el Evangelio del agua y el Espíritu». Y les pido: «Abandonen ese evangelio y crean en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora mismo».
Junto a mis compañeros continuaré predicando este Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Trabajaré más duro, entregando mi vida a esta obra porque el día del Señor está cerca. Los que han escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu deben considerar si esta Palabra es verdad o no, creer en ella y ser salvados de sus pecados. Nosotros daremos testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu de una manera más clara y dibujaremos la línea de la salvación en los corazones de la gente. Así guiaremos y ayudaremos a prosperar a los que creen en Jesús correctamente, pero a los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final, los dejaremos en paz. Sin embargo continuaremos difundiendo el Evangelio del agua y el Espíritu hasta que no podamos más.
El tiempo corre como el agua. Toda persona nacida en este mundo tendrá que pasar cuentas ante Dios por lo menos una vez. No sabemos lo que nos pasará a nosotros, ni lo que le pasará al planeta tierra en el futuro. Probablemente hayan oído hablar del tsunami que se desencadenó por un terremoto provocado bajo el mar en Indonesia el pasado invierno, que produjo un desastre que nadie se podía esperar. Se cree que este es uno de los terremotos más grandes que jamás hayan tenido lugar. Cientos de miles de personas murieron como consecuencia de este desastre.
El Instituto Goddard para estudios espaciales de la NASA anunció recientemente que este verano será el más caluroso de los últimos 100 años. Nadie sabe si ocurrirá una inundación sin precedentes en la historia de la humanidad que nos mate a todos. Si cruzáramos un río y se nos llevara, ¿no moriríamos? ¿Quién sabe si eso le puede pasar a usted? Nadie puede ver el futuro, ni siquiera echar un vistazo pequeño. Por lo tanto todos debemos estar preparados espiritualmente para que cuando Dios nos llame podamos presentarnos ante Él con confianza. Debemos estar preparados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibiendo la remisión de nuestros pecados.
Pero a pesar de ello los cristianos de esta era creen en Jesús aún siendo pecadores, porque aunque hayan creído en Él durante décadas, sólo creen en la sangre derramada en la Cruz. No se dan cuenta de la existencia del Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio que puede borrar todos sus pecados. Todo el mundo debe conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él. Dado que el mundo está condenado, ¿no deberíamos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y convertirnos en el pueblo de Dios?
Vivir en este mundo es una lucha constante y no hay esperanza alguna en él. Mucha gente en el Tercer Mundo muere de hambre y no es extraño ver a una familia entera suicidándose o a padres abandonando a sus hijos. De hecho, en esta era es difícil vivir mentalmente sanos sin creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Qué esperanza queda en este mundo? Pero a mí me dan más pena los que creen en Jesús sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Dado que toda persona nacida en este mundo muere y debe salir de este mundo que es como un valle de lágrimas, ¿no deberíamos creer por esa razón en el Evangelio del agua y el Espíritu y vivir felices en el otro mundo?
¿Cómo han podido abandonar tan pronto el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado?
El Apóstol Pablo dijo que no podía entender por qué lo santos de las iglesias de Galacia habían abandonado el Evangelio de Dios tan pronto y se habían entregado a un evangelio diferente. Falsos maestros que provenían del judaísmo habían llegado a las iglesias de Galacia y habían engañado a los santos diciendo: «Yo también creo en el Evangelio del agua y el Espíritu pero aún así sólo nos podemos convertir en el pueblo de Dios si nos circuncidamos». Habían empezado a hacer zozobrar la fe de los santos de las iglesias de Galacia, diciendo: «¿No es la circuncisión la alianza establecida con Abraham, el padre de nuestra fe? Si sois descendientes de Abraham, ¿por qué no os circuncidáis? Aún es más. Si estáis circuncidados, sería muy útil predicar el evangelio a los judíos también. ¿Así que por qué dudáis?».
Habiendo escuchado esto, los creyentes de Galacia pensaron que tenían razón y abandonaron el Evangelio del agua y el Espíritu rápidamente para circuncidarse cuanto antes posible. El Apóstol Pablo se quedó sorprendido al ver que habían aceptado otro evangelio tan fácilmente, y se enfadó tanto que les dijo: «No hay otro evangelio. Si alguien os predica un evangelio diferente al que yo predico, que sea maldito».
¿Se atrevería algún pastor a decir a su congregación: «Malditos sean»? El Apóstol Pablo declaró a los santos de las iglesias de Galacia que si alguno de ellos predicaba otro evangelio que no fuera el verdadero Evangelio predicado por Pablo, sería maldito. Todo lo que hizo el Apóstol Pablo fue revelar la Palabra de Dios a los que se merecían ser malditos. Les dijo: «Si no cambian hasta el final y creen en la circuncisión, serán malditos. Pero si cambian ahora, evitarán ser echados al fuego eterno del infierno».
No hay otro evangelio que el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado a la humanidad. Algunos creen que son salvados del pecado al creer sólo en la sangre de la Cruz. Aunque no se puede escapar del pecado al creer sólo en la sangre derramada en la Cruz, absurdamente creen que esa creencia es cierta. En realidad hay mucha gente que se está sacrificando por un evangelio así, y que dedica su vida y sus pertenencias a él. Todos debemos entender que sólo el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio y que no hay ningún otro evangelio.
Sabemos que los que creen sólo en la sangre derramada en la Cruz y buscan una forma de santificación no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu (2 Timoteo 3, 5). Creen que como viven su fe correctamente, no están expuestos a la ira de Dios.
Al pensar de esta forma se están engañando a sí mismos. Quien no cree en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu tiene pecados en su corazón. Entre esa gente algunos son lo suficientemente valientes como para decir: «Aunque creo sólo en la sangre derramada en la Cruz, como Jesús ha limpiado los pecados de mi pasado, presente y futuro con Su sangre, no hay pecados en mi corazón». Sin embargo esta gente se está engañando a sí misma. Cualquiera que diga no tener pecado al creer sólo en la sangre derramada en la Cruz, aunque no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, se está engañando a sí mismo y no vive en la Verdad (1 Juan 1, 8).
¿Qué pasaría si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de salvación, hasta el final? Sin duda, serían castigados por Dios por sus pecados. Por tanto deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que ha salvado a todo el mundo del pecado, o de lo contrario no podrán recibir la remisión de sus pecados. La manera de convertir todo lo que nos ha dado el Señor en algo inútil es no creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor es el Hijo de Dios, el Creador, nuestro Dios, nuestro Salvador y nuestro Maestro. Para salvar a los humanos del pecado nuestro Señor nació del cuerpo de una mujer, fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y nos ha salvado de una vez por todas. Si sus corazones no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu aunque lo entiendan, esto significa que han creído en un evangelio diferente. Mucha gente de hoy en día no tiene capacidad de razonamiento espiritual y por eso creen en un evangelio diferente al Evangelio del agua y el Espíritu.
Todos estamos en este mundo por un corto plazo de tiempo. Como Dios ha completado el Evangelio del agua y el Espíritu para que todo el mundo pueda entrar en el Cielo, quien haya recibido la vida eterna en el Cielo por fe es la persona con más éxito nacida en este mundo. Dado que nuestras vidas sólo son temporales, debemos encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu mientras estemos vivos en este mundo, creer en él y ser librado de nuestros pecados.
¿No sería maravilloso que mucha gente conociera y creyera en el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad? ¿No sería mucho mejor si todo el mundo creyera en este Evangelio verdadero y obtuviera la salvación mientras viviera en este planeta?
Espero el día en que todo el mundo conozca el Evangelio del agua y el Espíritu correctamente y crea en él. Sin embargo cuando este mundo sea destruido los que no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu serán destruidos con el mundo. Por eso la Biblia dice: «El hombre que está en honra y no entiende,
Semejante es a las bestias que perecen.» (Salmo 49, 20).
¿Y qué hay de los que viven una vida ascética y santa ante Dios? ¿Serán salvados aunque no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu? No. No hay otra manera de salvarse que recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Deben darse cuenta de que no hay otro evangelio a parte del Evangelio del agua y el Espíritu y deben creer en él sin falta. También deben recordar que cualquiera que predique un evangelio diferente al Evangelio del agua y el Espíritu, aunque sea un ángel del Cielo, será maldito.
Hoy en día, cuando el cristianismo se ha establecido como la religión mayoritaria, está llena de gente que cree en un evangelio diferente al verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Así que incluso los cristianos creen equivocadamente en Jesús como el simple fundador del cristianismo. Aunque dicen que creen en Jesús como su Salvador, no creen en Él como el Señor de la salvación revelado en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Todos los que creen en la Palabra de Dios deben conocer el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos dio y recibir la remisión de sus pecados al creer en este Evangelio. Debemos darnos cuenta de que el verdadero Evangelio que Dios nos enseñó es el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio que predicó el Apóstol Pablo y en el que creyó era este Evangelio. No hay otro verdadero Evangelio a parte del Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los demás son falsos.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos de pasajes que describen el Evangelio del agua y el Espíritu. Los cuatro Evangelios recogen la obra de redención del Señor desde el bautismo de Jesús, quien dijo a Nicodemo que para ver el Reino de Dios y entrar en él había que nacer de nuevo del agua y del Espíritu. Cuando el apóstol que iba a sustituir a Judas Iscariote fue elegido, vemos que la Iglesia primitiva de Jerusalén limitó su calificación a los que estaban con los apóstoles desde el día en que Jesús fue bautizado hasta el día en que ascendió a los Cielos (Hechos de los Apóstoles 1, 21-22).
Así los apóstoles y los santos de la Iglesia Primitiva creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos estaban revestidos de la justicia de Dios al ser bautizados en Jesús con su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y unimos nuestros corazones a él, el Evangelio a través del cual nuestro Señor nos ha salvado de los pecados de este mundo, nosotros también nos hemos vestido con Jesucristo. Quien se haya bautizado en Cristo ha sido salvado por Dios al creer de corazón en las obras de Jesucristo que nos han salvado del pecado. Toda esta gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu son hijos de Dios. ¿También creen ustedes en el Evangelio del agua y el Espíritu? Yo también creo en este Evangelio.
Debemos ser capaces de cuidar de nuestras almas al menos. ¿Quién sino puede cuidar de sus almas? ¿Quién sino sería castigado por sus pecados? ¿Pueden los padres cargar con la pena del pecado de sus hijos? No, no es posible. La gente no va al infierno porque quieran ir, no pueden evitar ir con tan sólo no desearlo. Sólo porque alguien haya hecho buenas obras ante Dios no significa que pueda ser salvado del pecado y entrar en el Cielo. Nadie puede escapar del castigo del infierno si no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado.
Por tanto debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, y tener la fe que nos une a Cristo. Para ser salvados del pecado, no hay otra manera que aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones y creer en él. Ante Dios no hay otra manera de decir «Sí» a Su Palabra. ¿Qué más tenemos ante Dios? Nada.
¿Quién cree en Jesús de la manera más adecuada? Alguien que, cuando el Señor le dice que el Evangelio del agua y el Espíritu es la verdad, responde «sí» y cree en él. Quien cree en Jesús como su Salvador sin importar lo que la Palabra diga es un estúpido. Pero si alguien cree en el Salvador que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, será librado de todos sus pecados y será una persona sin pecado.
Algunas personas dicen: «Como no he creído en el Evangelio del agua y el Espíritu hasta ahora, no puedo creer en él ahora». Esta gente es estúpida y sus corazones son arrogantes y no cuidan de sus propias almas. Pero desafortunadamente hay mucha gente así.
No importa cómo hayamos creído en Jesús hasta ahora. El Señor dijo: «Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.» (Mateo 5, 37). Si la Palabra de Dios dice que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad, entonces desde este momento, todo lo que debemos hacer es decir «sí» a este Evangelio y creer en él según la Palabra. Si nos damos cuenta al fin de que hemos creído en un evangelio diferente, debemos admitir ante Dios que hemos creído erróneamente y creer ahora en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo puede esto herir nuestro orgullo? Si pudiéramos compararnos con Dios remotamente, podríamos aferrarnos a nuestro orgullo, pero como Dios es infinitamente mejor y más santo que nosotros, ¿qué conseguiríamos al aferrarnos a nuestro orgullo ante Dios Omnipotente? ¿Qué otra solución tenemos a parte de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora?
El Evangelio que predicó el Apóstol Pablo es el Evangelio del agua y el Espíritu. Él dijo: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo». El Apóstol Pablo creyó en que Jesucristo fue bautizado para aceptar los pecados de la humanidad, en que murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos para salvar no sólo a Pablo, sino a toda la raza humana del pecado. No hay otro Evangelio que el Evangelio del agua y el Espíritu. Si alguien sigue otro evangelio a parte del Evangelio del agua y el Espíritu, será maldito. En cuanto a mí, como el Apóstol Pablo, creo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, ¿qué hay de ustedes? ¿También creen en este evangelio?
Pero alguna gente, aunque quiere conocer a Dios, no conoce la justicia del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios completó por nosotros y por eso intentan conseguir su propia justicia, rechazando el verdadero Evangelio (Romanos 10, 1- 3). Esta gente es terca ante Dios. Sólo debemos ser tercos con alguien que insista en sus propia opinión, ¿cómo podemos ser tercos con Jesucristo?
¿Quién es Jesucristo de todas maneras? Es el Rey de reyes y el Creador que hizo las galaxias. ¿Quién se atrevería a decir que no creerá en el Evangelio del agua y el Espíritu que Cristo completó al sacrificarse y que nos dio como un regalo? Los que son arrogantes ante Dios caerán en el foso de la destrucción por el pecado de enfrentarse a la justicia de Dios.
Deberían examinarse a sí mismos para ver si son así de estúpidos y si averiguan que creen en otro evangelio, cambien cuanto antes posible y crean en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Cualquier otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu no es más que una doctrina inventada por el hombre y por tanto es un evangelio maldito. Si tenemos creencias erróneas, ¿no debemos abandonarlas cuanto antes posible?
El cristianismo se originó de la Verdad de que Jesucristo ha salvado a la humanidad a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Pero a pesar de ello, ¿en que tipo de evangelio creen los cristianos de todo el mundo? Desde el fin de la Iglesia Primitiva hasta esta época, un evangelio diferente al Evangelio del agua y el Espíritu ha estado corrompiendo el cristianismo. Cuando los apóstoles de la Iglesia Primitiva murieron, empezó la era post-apostólica y la era de los Padres de la Iglesia. Desde la era de los Padres de la Iglesia evangelios distintos a l Evangelio del agua y el Espíritu empezaron a corromper la verdadera fe de la Iglesia. Después llegó el Edicto de Milán en el 313 d.C y el Evangelio del agua y el Espíritu desapareció completamente de la Iglesia y desde entonces hasta nuestros días el cristianismo ha creído en otro evangelio.
Sin embargo en esta era Dios ha reestablecido el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu, dando lugar a la obra que salva almas. Por tanto, como cristiano, está mal no creer en el Evangelio de Verdad y insistir en sus propias ideas. Si la Palabra de Dios dice que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad, debemos creerlo y dejar de lado todas las enseñanzas que sean distintas a este Evangelio. No hay razón por la que debamos creer en las doctrinas erróneas del cristianismo. Por mucho que hayan discutido los denominados teólogos famosos y sea lo que sea que han creído los cristianos que vivieron antes que nosotros, debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y predicarlo porque la Palabra de Dios lo dice.
Un reportero de la Prensa Asociada me envió un e-mail desde Vietnam hace poco. Escribió que aunque cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, como mucha gente no creer en este verdadero Evangelio, le tienen aversión a nuestros libros que señalan las creencias equivocadas con demasiada sinceridad. Hay gente que no cree en el verdadero Evangelio aunque se lo expliquen con todo lujo de detalles, tal y como está escrito en Mateo 11, 17:
«Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.»
Sin embargo, por Su parte, Dios está difundiendo el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo y anuncia lo malo que es creer en cualquier evangelio que no sea este Evangelio. Por eso, los que han escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu se darán cuenta que lo que habían creído hasta ahora era incorrecto y llegarán a buscar la Iglesia de Dios donde el Evangelio del agua y el Espíritu se predica. Y al ir a la Iglesia de Dios, aprenderán acerca de la Biblia y conocerán la verdadera Palabra de Dios.
Dios nos ha hecho predicar el Evangelio del agua y el Espíritu para que sirvamos a Su justicia. Dios nos ha mandado que proclamemos la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu para que todo el mundo la oiga. Por eso estamos distribuyendo libros que contienen el Evangelio del agua y el Espíritu no sólo en Corea sino por todo el mundo. Sólo el año pasado distribuimos 400.000 libros gratis por todo el mundo. Enviamos nuestros libros a todo aquel que lo deseaba, en cualquier parte del mundo. Así que teniendo esto en cuenta, no es porque no haya nadie difundiendo el Evangelio del agua y el Espíritu la razón por la que la gente no puede ser salvada, sino que no pueden alcanzar su salvación porque no aman a sus propias almas.
Damos gracias a Dios. Por encima de todo estamos agradecidos porque Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu y porque nos ha hecho predicar este verdadero Evangelio. Hasta que todos los que creen en un evangelio diferente al Evangelio del agua y el Espíritu se den cuenta de su error, se arrepientan de él, cambien y vuelvan a Dios, debemos seguir difundiendo este Evangelio.
Hasta el día en que el Señor nos lleve a casa, la obra de proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu continuará sin cesar. ¡Aleluya!