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শিক্ষা

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 6-17] Comer la carne y beber la sangre de Jesús, que es el pan del Cielo, es la verdadera fe (Juan 6, 52-59)

(Juan 6, 52-59)
«Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum».
 
 
Jesús dijo que era el verdadero pan del Cielo y nos dijo que comiésemos Su carne y bebiésemos Su sangre. Entonces, los judíos le respondieron asqueados: «¿Cómo va a darnos este Hombre Su carne para comer?». Por supuesto si alguien de repente les dijese que comiesen su carne y bebiesen su sangre y dijese que era el pan de vida y les diese la vida eterna, podrían pensar: «Está loco. ¿Cómo puede decirnos que nos va a dar su carne? Aunque no tenga nada que comer, ¿cómo me puede decir que coma su carne y beba su sangre?». De esta manera, los judíos no entendieron el verdadero significado de las Palabras de Jesús y pensaron: «¿Cómo puede una persona darle su carne a otra para comer y su sangre para beber? Y como puede decir que es el pan de vida?».
Debemos hacer una distinción entre los pensamientos carnales y los pensamientos espirituales si queremos vivir la vida espiritual correctamente. Los pensamientos carnales consideran las cosas desde una perspectiva humana. Desde el punto de vista del sentido común es imposible que una persona le de su carne y su sangre a otra persona para comer y beber. No es posible desde el punto de vista carnal. Pero no debemos pensar carnalmente siempre si queremos tener fe en Jesucristo. Las cosas espirituales no encajan con los pensamientos carnales y es imposible encajarlos.
Jesús vino en la carne de un hombre como sacrificio para borrar todos nuestros pecados. Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista y los borró al derramar Su sangre en la Cruz. Por tanto, pudimos recibir la salvación del pecado y el juicio al comer Su carne y beber Su sangre. No tenemos pecados porque hizo la obra de borrar todos los pecados por nosotros. No hay juicio para nosotros porque tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo y fue juzgado en nuestro lugar al derramar Su sangre en nuestro lugar. Creer en la obra justa que Jesús ha hecho por nosotros es la fe de comer la carne y beber la sangre de la que Jesús habló.
Aunque no es posible en términos carnales, es posible si pensamos desde el punto de vista de Dios en la obra que Jesús hizo para borrar todos nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto no quiere decir que Jesús tomará 1 kilo o 2 kilos de Su carne y nos la dará para comer, ni que se cortará las venas para darnos de beber Su sangre. Comer la carne y beber la sangre de Jesús significa que creemos en lo que Jesús ha hecho por nosotros. Esto es lo que nuestro Señor nos está diciendo repetidamente en el Evangelio de Juan.
 
 

Debemos entender la Palabra de Dios solo dentro del Evangelio del agua y el Espíritu

 
El Señor habla después de unos momentos. Habló sobre esto en pasajes anteriores, pero ahora lo repite porque la gente no entendió de qué estaba hablando. Podemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre si pensamos una vez más sobre la obra que el Señor ha hecho y creemos en nuestros corazones. Entonces conseguimos la salvación del pecado, la vida eterna, y tomamos parte en la primera resurrección en el Último Día. Por tanto, debemos llegar a la conclusión de que no podemos vivir nuestra fe con los pensamientos carnales al examinar si es verdaderamente un concepto que aparece en la Palabra de las Escrituras. Podemos recibir la salvación al creer en la obra que Dios ha hecho por nosotros si Jesús vino a este mundo encarnado en un hombre y tomó todos nuestros pecados al ser bautizado para poder borrarlos. Creer en la obra que Dios ha hecho por nosotros es la verdadera fe y es la base de la vida espiritual que cree en Jesús. Esto significa que no podemos pensar en asuntos espirituales con una mente carnal.
Los pensamientos de Dios son muy superiores a los nuestros porque Su coeficiente espiritual es infinito, mientras que el nuestro es solo de 100 o 200, y porque Él es la Verdad. ¿Cómo es de perfecto? Jesús dejó el trono del Cielo y nació del cuerpo de la Virgen María para vestirse de carne humana y poder salvar a toda la humanidad de sus pecados. Tomó todos nuestros pecados al ser bautizado en Su cuerpo por Juan el Bautista. Entonces cargó con todos los pecados del mundo hasta la Cruz, derramó Su sangre en la Cruz, murió y entonces resucitó de entre los muertos. Así es como Jesús nos ha salvado. ¿Cómo de profunda, ancha y perfecta es esta salvación? Es tan perfecta que la longitud de esta amor son difíciles de medir. Nuestro Señor nació en este mundo encarnado en un hombre y tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo para siempre al ser bautizado para borrar los pecados de la humanidad. Entonces, no tenemos otra opción que creen en este hecho. ¡Qué perfecto es el método de la salvación que el Señor ha cumplido por nosotros!
 
 

Dios es de la Verdad justa

 
Si teníamos que ir al infierno por nuestros pecados, siempre hay alguien que dice que esto se debe a los pecados de Adán y Eva y que él no nació con pecados porque así lo quisiera. Dios sabía esto y por eso vino al mundo encarnado en un hombre para resolver el problema del pecado personalmente. Fue clavado a la Cruz y derramó Su sangre y murió en ella cargando con todos los pecados, y fue resucitado de entre los muertos para convertirse en nuestro Salvador.
¡Qué perfecta es la obra de la salvación que Dios ha hecho por nosotros! Creer en la obra que Dios ha hecho por nosotros es el primer paso para tener fe en Dios. Aunque es difícil entender esto con sus pensamientos humanos, si se libran de sus pensamientos carnales y piensan en la obra que Dios ha hecho por ustedes creyendo, la fe verdadera se anclará en sus corazones. La fe verdadera es conocer la obra de Jesús y creer en ella a través del Evangelio del agua y el Espíritu; y es creer en Dios según la Palabra. Esta es la verdadera fe. Debemos convertirnos en la gente de fe que tiene fe y da gracias a Dios por la obra que ha hecho por nosotros.
Hay muchas veces en que estamos consumidos con pensamientos carnales durante nuestro camino espiritual aunque hayamos recibido la remisión de los pecados. Esta mañana he salido más temprano y he ido a pasear. Desde el punto de vista de mis pensamientos carnales, ¿no sería maravilloso salir y pasarlo bien en un día tan bonito? Con mis pensamientos carnales pensé que me gustaría salir a pescar con nuestros colaboradores durante algunos días. Pero cuando pienso espiritualmente y medito en lo que el Señor ha hecho por nosotros una vez más, llego a la conclusión de que sería mejor reunirnos para adorar a Dios, hacer la obra de Dios, orar por la obra de Dios, y dedicarnos a la obra que se nos ha confiado primero.
Incluso para una persona que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hay muchas ocasiones en las que cae en los pensamientos carnales. Las cosas espirituales no parecen buenas cuando pensamos en ellas carnalmente. Pero cuando pensamos en las cosas que Dios ha hecho por nosotros, nuestra salvación es absolutamente clara y es justo hacer Su obra mientras vivimos con fe. También hacemos obras carnales porque tenemos un cuerpo físico, pero preferimos entregar nuestro cuerpo a Dios y ser utilizados como instrumentos de la justicia de Dios en vez de hacer las cosas que nuestro cuerpo desea, porque el Espíritu Santo en nuestros corazones se regocija en esos momentos. No estoy diciendo esto para pedirles que trabajen más.
Los judíos escucharon lo que Jesús dijo y le preguntaron con pensamientos carnales: «Esta persona dice que nos dará Su carne. Entonces, ¿significa esto que somos caníbales?». Estaban pensando en esto carnalmente. Sin embargo, cuando pensamos espiritualmente podemos reconocer cuánto quería Jesús que todos los judíos y toda la gente del mundo comiesen Su carne y bebiesen Su sangre. El Señor quiere darnos Su carne y quiere hacer que comamos de ella con fe y recibamos la salvación de los pecados. Esto se debe a que la carne de Jesús tomó todos los pecados de la humanidad a través del bautismo de Juan el Bautista. Jesús quiere que bebamos Su sangre ahora. Esta sangre es la sangre que derramó en la Cruz. Disfrutamos de la verdadera remisión de los pecados y de la vida eterna al comer la carne y beber la sangre de Jesús por fe todos los días. A la gente que no ha recibido la remisión de los pecados hasta ahora, Jesús también quiere darle Su carne y Su sangre para que coma y beba con fe. Jesús dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy con este significado. Él desea que hagamos esto.
Nuestro Señor les dijo a los que no creían en Juan 6, 53: «De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros». Podemos entender a través de este pasaje lo mucho que Jesús quiere que comamos Su carne y bebamos Su sangre. Aquí el Hijo del Hombre significa Dios mismo, que nació en este mundo como un hombre. Dijo que no tenemos la vida eterna si no comemos Su carne y bebemos Su sangre. Por tanto, esto es algo que debemos comer definitivamente por fe, no algo en lo que tengamos una opción de comer o no comer. Debemos pensar espiritualmente sobre la obra que Dios ha hecho por nosotros a través de la Palabra de Dios de nuevo. Pensar en la obra que el Señor ha hecho por nosotros es pensar espiritualmente y es la fe espiritual. Debemos comer la carne y beber la sangre de Jesús con fe. De lo contrario no hay remisión de los pecados ni vida eterna en nosotros. Los que no comen la carne ni beben la sangre de Jesús con fe están muertos espiritualmente. Recibimos la remisión de los pecados y una vida nueva cuando comemos la carne y bebemos la sangre que Jesús nos da.
El Señor habla continuamente de la Verdad: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6, 54-55). Debemos comer con fe la obra que Jesús ha hecho por nosotros: vino al mundo para cargar con nuestros pecados al ser bautizado en Su cuerpo, fue juzgado en la Cruz en nuestro lugar, y se convirtió en nuestro Salvador al ser resucitado de entre los muertos. Solo los que comen Su carne y beben Su sangre con fe reciben la remisión de los pecados y consiguen la vida eterna. Nos está diciendo que nos devolverá a la vida un día cuando el mundo acaba, como dice la Palabra. La gente se entierra debajo de la tierra cuando muere. Pero el Señor vendrá de nuevo y devolverá a la vida a los que han comido Su carne y han bebido Su sangre. Entonces, vivirán juntos con el Señor para siempre en Su Reino. ¿Creen en esto?
Sería horrible si la gente dijera que recibe la vida eterna al comer la carne y beber la sangre de los seres humanos. Pero si entendemos el verdadero significado de la Palabra de Jesús en el pasaje que dice que conseguimos la vida eterna al comer Su carne y beber Su sangre, estamos agradecidos y contentos por esta Palabra en vez de horrorizados. Jesús, que es el Hijo de Dios y nuestro Salvador, quiso darnos Su carne y sangre para borrar todos nuestros pecados. La manera de comer Su carne es creer en la obra justa que Jesús hizo cuando estaba en este mundo. Podemos comer al creer en la obra que Dios ha hecho por nosotros, al creer que Jesús pasó el juicio de nuestros pecados por nosotros al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz. Debemos comer la carne y beber la sangre de Jesús por fe. Por tanto, una persona que no come ni bebe de la carne y la sangre de Jesús no tiene vida. Los que no creen que Jesús vino al mundo y borró todos nuestros pecados siguen teniendo pecados, y los que no creen que en la obra de Jesús por la que fue juzgado por los pecados al ser clavado en la Cruz y derramar Su sangre, serán juzgados por Dios. Por tanto, los cristianos que no reconocen el hecho de que Jesús tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista en lugar de toda la humanidad no pueden tener vida eterna. Recibirán el juicio eterno por los pecados que todavía tienen en sus corazones.
Los católicos creen en la transustanciación porque malinterpretan lo que Jesús dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida». Por tanto, pasan el pan a los creyentes durante la comunión y estos lo comen pensando que se ha convertido en la carne de Jesús de verdad. Piensan que comen la carne y beben la sangre de Jesús cuando comen el pan y beben el vino de la comunión. ¿Por qué? porque creen que todo el pan que hay en el recipiente se ha convertido en el cuerpo de Jesús cuando los sacerdotes bendicen el pan. Por tanto, creen que comen la carne y beben la sangre de Jesús literalmente en la comunión, y por eso celebran este sacramento siempre que se reúnen.
Esto no es comer la carne y beber la sangre de Jesús. No es más que un ritual religioso. Jesús dijo: «Comed Mi carne y bebed Mi sangre». Comer la carne y beber la sangre de Jesús significa tener fe en Jesús, que vino al mundo, tomó los pecados de la humanidad sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista, recibió el juicio al ser clavado a la Cruz hasta morir, y fue resucitado de entre los muertos para borrar todos los pecados de la humanidad. Comer el pan durante la misa no significa que se esté comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús.
 
 
Jesús dijo cualquiera
 
Sea quien sea, quien crea y coma con fe las cosas que Jesús hizo por nosotros para salvarnos de nuestros pecados al darnos Su carne y sangre, recibe la remisión de los pecados y la vida eterna. La gente que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado recibe el juicio de Dios y la pena del infierno porque todavía tiene pecados en sus corazones. El Señor sigue hablando en el Evangelio según Juan capítulo 6. Dice: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida» y sigue diciendo: «Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece» (Juan 6, 27). Jesús repite que lo que había dicho en pasajes anteriores. Los que creen en Jesús deben saber esto perfectamente.
La mayoría de los jóvenes coreanos con una buena educación fueron a la Guerra de Corea (1950~1953) y murieron. Cuando se empezaron a organizar ciudades y aldeas después de la guerra, no había muchos hombres capacitados para convertirse en líderes de la comunidad y representantes de las aldeas porque la mayoría de los hombres decentes había ido a la guerra. No había muchos hombres con una educación básica y por eso se inventó la expresión: «Sería representante de la aldea si supiera leer». Por tanto, los que estaban de lado de los japoneses durante la ocupación japonesa vivían bien y ocupaban todo tipo de cargos porque sabían leer, ya que iban a escuelas japonesas. También debemos saber cómo comer la carne y beber la sangre de Jesús con fe porque entonces podemos recibir la remisión de los pecados y disfrutar de la vida eterna.
Si queremos creer que Jesús nos ha salvado de los pecados y del juicio y nos dio la vida eterna, ¿no deberíamos aprender a vivir con rectitud y creer? Entonces, ¿qué debemos saber? Jesús dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna». Jesús es Dios, pero se convirtió en un ser humano temporalmente. Vino a este mundo y fue bautizado y juzgado por el pecado al morir en la Cruz para salvarnos de los pecados del mundo y del juicio del pecado. Comemos la carne y bebemos la sangre de Jesús al creer en la obra que el Señor ha hecho por nosotros. ¿Han comido la carne de Jesús y han bebido Su sangre?
El Señor dijo que nos devolvería a la vida el último día. No es broma. Nos dijo esto continuamente. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en el Señor, cuando aparezca el Anticristo y gobierne el mundo, irán al Señor después de haber sido martirizados a manos del Anticristo. Entonces disfrutarán de la vida eterna sin muerte en el Cielo.
Juan 6, 55-56 dice: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él». No podemos pasar por alto ninguno de estos versículos. Aquí se dice que la carne de Jesús es verdadera comida. Tomamos el pan cuando tenemos la santa comunión en la Iglesia para conmemorar con fe lo que Jesús hizo: que tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo al venir a este mundo y ser bautizado.
 
 

Nadie puede recibir la remisión de los pecados e ir al Cielo si no entiende el Evangelio del agua y el Espíritu

 
La verdadera fe consiste en entender y aceptar la obra que el Señor ha hecho por ustedes. El Señor dice: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida». Jesús ilustró este concepto en sentido figurativo. Nuestro estómago se llena cuando comemos pan y nuestra garganta y nuestro pecho se refrescan cuando bebemos algo frío. No tenemos hambre si reconocemos y aceptamos la obra que Jesús hizo al venir a este mundo y tomar los pecados sobre Sí mismo al ser bautizado porque la Palabra de Dios es el pan de vida eterno.
Digamos que una persona se encuentra con un viajante que vaga por el desierto y le da pan y agua. Entonces este viajante revive si come y entonces tiene más fuerzas para seguir en su viaje. Por eso Jesús nos dio Su carne y sangre a los que estábamos muriendo por culpa del pecado. Jesús vino a este mundo y tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Entregó Su vida en la Cruz y derramó Su sangre para recibir el juicio de nuestros pecados. Por eso la sangre de Jesús es verdadera bebida. De la misma manera en que la sed se sacia cuando bebemos un vaso de agua cuando tenemos sed, es muy refrescante volver a confirmar el hecho de que Jesús fue juzgado al ser clavado en la Cruz por todos los pecados que nosotros cometemos en este mundo. Es muy refrescante. Es maravilloso. Por eso debemos creer en el bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz cuando creemos en Jesús como nuestro Salvador. Todos nosotros debemos pensar en el bautismo que Jesús recibió y en Su sangre derramada en la Cruz como cumplimiento de nuestra salvación. Es completamente incorrecto solo aferrarse a la Cruz de Jesús y creer solo en ella. Esto es lo mismo que beber la sangre de Jesús sin comer el pan.
¿Para qué sirve que no haya juicio por la sangre de Jesús y no saber que los pecados han sido borrados a través del bautismo? Los que creemos en el bautismo de Jesús confesamos: «No hay juicio para mí, porque creo en el Señor porque Él fue bautizado por mí y fue juzgado por los pecados en la Cruz». Los que no comen la carne de Jesús con fe tienen pecados en sus corazones. No experimentarán el renacimiento de su alma porque solo saben que Jesús fue juzgado en su lugar si solo creen en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, pero no han comido la carne de Jesús. Por tanto, debemos saber que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz y debemos creer en esto ahora.
Entendemos que Jesús nos salvó a todos de nuestros pecados al ser clavado en la Cruz y ser juzgado por todos esos pecados porque Jesús tomó todos los pecados de la humanidad sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista. Muchos cristianos no lo saben. Todo lo que tienen que hacer es creer en esto, pero siguen creyendo solamente en la sangre derramada en la Cruz porque no saben lo perfecta que es la obra que Dios ha hecho.
El Señor dijo: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida». Esto es cierto. Debemos entender que los pensamientos humanos no son correctos. Con pensamientos humanistas algunos preguntan: «¿Crees que somos caníbales?». Debemos pensar espiritualmente en el bautismo de Jesús y la sangre tan valiosa que derramó en la Cruz.
Dios creó este mundo y nacimos siendo descendientes de pecadores porque el pecado entró en el mundo a través de nuestros ancestros comunes, Adán y Eva, cuando pecaron. Dios Padre envió a Su Hijo Jesucristo a este mundo como el Salvador para transferirle todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista. Jesús entonces murió clavado en la Cruz y derramó Su sangre en ella. Entonces se convirtió en el Señor de la resurrección tras resucitar de entre los muertos. Esta es la misericordia de Dios que nos ha salvado de los pecados de este mundo. Esta es la Verdad. La gente debe conocer la carne y la sangre de Jesús espiritualmente. Incluso los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos seguir meditando sobre esta Verdad en nuestros corazones.
El Evangelio del agua y el Espíritu que tenemos nosotros, los nacidos de nuevo, y el Evangelio de la Cruz en el que los demás cristianos creen, pueden parecer similares, pero en realidad son muy diferentes. Cuando la gente hace un examen, ¿no hay una diferencia entre los que han estudiado mucho y los que no han estudiado nada? Solo se puede saber la respuesta correcta si entienden perfectamente los significados espirituales de la carne y la sangre de Jesús. Si creen en Jesús como su Salvador, deben saber y creer que la carne y la sangre que Jesús derramó por nosotros. Creer en la obra que Dios ha hecho por ustedes es la verdadera fe, pero creer en Él con los pensamientos carnales humanos no es la fe verdadera.
Los cristianos actuales de todo el mundo deben comer la carne y beber la sangre de Jesucristo por fe. Nuestras almas morirán si no comemos la carne de Jesús y solamente bebemos Su sangre. Por tanto, deben saber cómo comer la carne y beber la sangre de Jesús. Deben saber que Jesús vino a este mundo y tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo a través de Su bautismo y también que derramó Su sangre por nosotros. Por tanto, no solo deben creer en Dios. Deben conocer y depender del hecho de que Dios vino a este mundo y borró todos nuestros pecados. Esta es la verdadera fe.
La fe consiste en admirar la obra que Dios ha hecho y creer en ella de corazón, mientras que la religión consiste en conseguir la salvación por los esfuerzos propios. Todas las religiones del mundo son simplemente meros sistemas de creencias que han sido creados por los humanos, y en ellos creen las personas. Por eso hay tantas religiones en el mundo. Sin embargo, Jesucristo vino al mundo del pecado, fue bautizado, y derramó Su sangre en la Cruz hasta morir para salvarnos. Así es como nos salvó de los pecados. No debemos creer en Jesús con nuestros pensamientos carnales, sino que debemos creer espiritualmente en la obra de salvación que Dios hizo por nosotros. Debemos entender que esta es la verdadera fe.
Juan 6, 56 dice: «El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él». Dice que el Señor permanece en la persona que come la carne y bebe la sangre de Jesús con fe, es decir la que acepta en su corazón el hecho de que Jesús tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo y murió en la Cruz. El Señor dice que también vive en Jesús. Por tanto, no hay pecados en el corazón de la persona que ha comido la carne y ha bebido la sangre de Jesús, y el Espíritu Santo vive en esa persona. Por tanto, es un hijo de Dios, una persona de Dios y justa y sin pecado. Asimismo debemos entender que perseguir a los justos es levantarse contra la justicia de Dios.
Juan 6, 57 dice: «Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí». Como Jesús vivió gracias a Dios Padre, nosotros también vivimos en Jesucristo. También dice: «Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente» (Juan 6, 58). Jesús es el pan de vida que descendió del Cielo. Es el verdadero pan de la salvación. Jesús es el que vino a tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo. ¿Lo entienden? Esta es la verdad asombrosa y el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Quién recibió el juicio de nuestros pecados al cargar con todos los pecados del mundo a través de Su bautismo y derramamiento de sangre en la Cruz? ¿Fue una persona nacida en este mundo? ¿Acaso fueron los sabios de la historia? Nadie más hizo nada así. Solo el único Hijo de Dios, Jesús, el que vino del Cielo, tomó nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado. Jesucristo fue bautizado por nuestros pecados al ser clavado en la Cruz y derramar Su sangre. Al entregar Su carne y Su sangre, Jesucristo nos ha dado una vida nueva a los que creemos en Él. Esta Verdad es el Evangelio del agua y el Espíritu en una forma concisa, y es la salvación. Jesús es el pan vivo del Cielo. Jesús es el Salvador. ¿Creen en esto?
Los cristianos de hoy en día deben comer este pan con el conocimiento de que Jesús es el pan de vida del Cielo y no solo tomar el pan. Cuando comen la carne de Jesús sabiendo que es el pan de la salvación, también pueden beber de la sangre de Jesús simultáneamente. Nosotros no tenemos pecados porque todos los pecados de la humanidad han sido pasados a Jesús en el momento en que entendemos y creemos en el bautismo mediante el que Jesús tomó todos nuestros pecados. Por tanto, nuestro juicio terminó en el momento en que Jesucristo fue clavado a la Cruz. Nosotros nos convertimos en personas que han recibido la salvación del pecado, persona que han recibido la vida eterna, y personas que se han convertido en hijos de Dios al creer en este hecho. Esta es la salvación y la verdadera remisión de los pecados. Los que no han comido de la carne ni bebido de la sangre de Jesús no han recibido la salvación de los pecados. Los que no predican esta Verdad son los que no predican el verdadero Evangelio.
No les predico el Evangelio del agua y el Espíritu solo a ustedes. Envío mis sermones sobre el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Además si alguien quiere refutarlos, que lo haga; y si hay algo incorrecto en lo que creo, deben enseñarme lo que es correcto; pero si se dan cuenta de que han creído de forma incorrecta, deben creer correctamente de ahora en adelante. Incluso ahora hay muchos misioneros, pastores y personas laicas que llegan a conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él de corazón.
El Señor es el pan del Cielo. Debemos comer el pan de vida con fe porque el Señor vino al mundo para alimentarnos con ese pan. Recibimos la vida eterna si comemos este pan, pero recibiremos una maldición eterna si no lo comemos. Hay una maldición en este mundo y en el mundo futuro. ¿Lo entienden? Algunas personas dicen: «El Papa de la Iglesia Católica Romana seguramente fue al Cielo porque hizo muchas buenas obras». Entonces, ¿va la gente al Cielo por haber vivido una vida recta? Solo pueden recibir la vida eterna si comen del pan celestial. Sin embargo, comer el pan de este mundo solo les llevará a la muerte aunque coman tanto como puedan. Nosotros comemos el pan celestial.
A menudo caemos en nuestros pensamientos carnales, pero por lo menos debemos pensar y creer en las cosas que Dios ha hecho por nosotros en este momento. Creemos en Jesús diciendo: «Jesucristo, el Hijo de Dios, tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado y morir en la Cruz y resucitar de ente los muertos. No tenemos pecados porque está claro que Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre Su cuerpo al ser bautizado. No recibimos el juicio porque el Señor ha recibido el juicio por todos nuestros pecados en nuestro lugar. Somos el pueblo de Dios que ha recibido la vida eterna porque Dios nos ha salvado del juicio del pecado y nos ha dado la vida eterna». Por fe creemos en esto porque Dios lo hizo por nosotros. Estamos completamente sin pecados. Estoy infinitamente agradecido por esto.
¿Han comido el pan celestial? ¿Están comiendo este pan en el presente? La parte esencial de esta Palabra es el Evangelio del agua y el Espíritu. Le doy gracias al Señor con fe por haber venido del Cielo y haberse convertido en el pan de vida para nosotros.