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Tema 6: Herejía

[6-6] Los cristianos de hoy en día que han reemplazado a Dios con Mamón son idólatras ante Dios (1 Reyes 11, 1-13)

(1 Reyes 11, 1-13)
«Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido».
 

La Biblia dice que el rey Salomón se casó con la hija del faraón. Salomón tenía más de 700 mujeres y 300 concubinas. Como rey de Israel, Salomón debería haber llevado a su pueblo a Dios, pero en vez de eso acabó dejando a Dios. Al dejar que su corazón se apartase de Dios, y al adorar a muchos ídolos extranjeros, Salomón blasfemó contra Dios.
 

Los israelitas ofendieron a Dios

Hacía el final de los tiempos de los jueces, el profeta Samuel, un siervo de Dios, estaba guiando a la nación de Israel. Así que por aquel entonces, el pueblo de Israel vivía en una teocracia. Sin embargo, los israelitas vieron que las tribus que vivían en la tierra de Canaán vivían en una monarquía en vez de una teocracia. Estos gentiles servían a sus reyes en vez de a Dios. Y como sus reyes tenían ejércitos poderosos, gobernaban con mano dura y molestaban al pueblo de Israel. Por eso los israelitas tenían envidia de los sistemas políticos humanistas de estas tribus extranjeras. Así que el pueblo de Israel le pidió a Samuel que hablara con Dios e instaurase una monarquía en vez de una teocracia. Para ello dijo: «Déjanos tener un rey que nos gobierne». Esto significa que querían servir a un hombre como rey antes que a Dios. El pueblo de Israel quería que un hombre le gobernase en vez de Dios, y presentó su petición a Dios diciendo que no quería que un siervo de Dios les gobernase.
Samuel, el siervo de Dios, les contestó: «Con lo que me estáis pidiendo, no me estáis rechazando a mí, sino a Dios. No lo hagáis o provocaréis la ira de Dios». Pero Dios le dijo al pueblo de Israel: «Os concederé vuestra petición. Pero de ahora en adelante seréis responsables de todo lo que os ocurra». Así que al final coronaron a Saúl como primer rey de Israel. Sin embargo, Saúl no era el hombre que Dios quería establecer, y su reinado era diferente del que Dios quería. Así que Dios escogió a David, que era humilde ante Él y seguía Su Palabra y lo coronó como nuevo rey. Después de subir al trono, David venció a todas las naciones vecinas y estableció un reino unido y fuerte. Con estas conquistas, el rey David hizo a Israel una nación rica por los impuestos que pagaban las naciones que habían conquistado.
Cuando el rey David falleció, Salomón subió al trono de Israel, y al principio, el rey Salomón parecía servir a Dios Jehová con humildad. Pero después de un tiempo, el rey Salomón se dejó llevar por sus deseos carnales. No tenía la fe de su padre, el rey David, y al final, se convirtió en un enemigo de Dios. El rey Salomón sirvió a Jehová Dios sólo de palabra, pero en realidad él era su propio rey. En cuanto subió al tronó de Israel, desobedeció la voluntad de Dios al casarse con la hija del faraón de Egipto. Además se casó con muchas otras princesas de tribus extranjeras como los moabitas, amonitas, edomitas y sidonianos. Más tarde, este hombre se convirtió en un modelo de maldad, como Jeroboam. Aunque Dios le había prohibido amar a mujeres extranjeras, como rey de Israel, se consideró inmune a los mandamientos de Dios y quiso satisfacer sus deseos carnales hasta que murió.
Esto también tiene que ver con nosotros. En nuestras vidas, ¿qué somos para nosotros mismos? ¿Somos nuestros propios reyes y reinas? ¿O es Dios nuestro Rey? Hemos sido salvados de todos nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero ¿se ha convertido Dios en nuestro Rey, o todavía somos nuestros propios reyes? Estamos destinados a seguir a uno de los dos, y dependiendo de nuestra elección, seremos bendecidos o malditos por Dios. Todos nosotros debemos creer en Dios como nuestro Rey y vencer espiritualmente por nuestra fe. 
Sin embargo, los que no se someten a Dios son sus propios reyes, y esta gente no vive según la voluntad de Dios, sino según su propia voluntad. Por eso el rey Salomón tenía mil esposas. Aunque Salomón creía en Dios, sirvió a su propia carne, mientras que David sirvió a Dios. Por eso Salomón se convirtió en un hereje espiritual ante Dios. Era un hombre tan carnal que pasó 13 años construyendo su propio palacio, y movilizó a su pueblo para que realizase trabajos forzados y así satisfacer sus deseos materiales. Como Salomón era su propio rey, vivió para su carne, y acabó convirtiéndose en un hereje. Así que se convirtió en el pionero que apartó al pueblo del Israel de Dios para que sirviese a ídolos como si fuesen dioses.
La historia de la teocracia de Israel continuó desde los tiempos de Moisés hasta Josué y desde los días de los jueces hasta el reinado de David. En esta era de la teocracia, los siervos de Dios habían gobernado al pueblo de Israel, y también lo habían guiado espiritualmente para que tuviera la fe correcta. Sin embargo, el pueblo de Israel no se dio cuenta de que este sistema teocrático era una gran bendición para el pueblo. Así que aunque la nación de Israel estaba tan bendecida en la era de la teocracia, cuando empezó a estar gobernada por el hombre, cayó en la corrupción espiritual y adoró a ídolos, y el reino fue destruido.
Y como resultado, Israel se convirtió en un estado que pagaba tributos a grandes naciones como Asiria, Babilonia y Roma, hasta la llegada de Jesucristo. Incluso cuando Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre, el pueblo de Israel no lo aceptó, sino que le pidió al procurador romano que lo crucificase, diciendo: «Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27, 25). Y como consecuencia, el pueblo judío perdió su nación y quedó repartido por todo el mundo. Y así sufrió distintas tragedias durante casi 2000 años.
 

¿Qué le hicieron a Salomón sus queridas esposas?

Las esposas de Salomón apartaron el corazón del rey de Dios y le hicieron adorar a ídolos. Como Salomón no era un hombre de fe como su padre David, y como no amaba a Dios sobre todas las cosas, adoró a Astoret, diosa de los sidonios, y le construyó un altar en un monto al este de Jerusalén a Quemos, ídolo abominable de Moab, y para Moloc, la abominación del pueblo de Amón. E hizo lo mismo por todas sus mujeres extranjeras. Salomón y sus esposas siguieron a ídolos en vez de adorar a Dios.
¿Cuántas esposas tuvo Salomón, incluyendo las extranjeras? Tuvo nada más y nada menos que 1000 esposas. ¿Cuántos ídolos podrían haber traído todas estas mujeres extranjeras a la nación de Israel? El que la religión extranjera floreciese tanto en la nación de Israel es la prueba de que las mujeres de Salomón habían traído a muchos ídolos para adorar. Por ejemplo, si imaginamos que se introdujeron 30 religiones extranjeras en Israel, esto significa que el rey Salomón aprobó que se adorasen a esos ídolos. En otras palabras, Salomón permitió que sus esposas trajeran a esos ídolos que ellas adoraban en su tierra natal, que los adorasen y les construyesen altares en las montañas.
Pero esto no era suficiente para Salomón, porque él mismo los adoró en vez de adorar a Dios. Aunque era rey de Israel y tenía que adorar sólo a Dios, adoró al ídolo de Milcom, sirvió a la diosa Astoret, y a un ídolo llamado Quemos. Además construyó altares para todos los ídolos que tenían sus mujeres, para que pudieran adorarlos libremente. Así que ¿acaso las acciones de Salomón no fueron suficientes para provocar la ira de Dios?
Al final, como Israel dejó de ser una nación que servía a Jehová Dios como el único Ser Divino, y llegó a servir ídolos, se convirtió en una nación de gentiles espirituales. Durante su reinado, David creyó sólo en Jehová Dios y le siguió sólo a Él. Pero por el contrario, todo lo que Salomón hizo fue construir el Templo de Dios como un mero edificio visible, y su corazón sirvió a ídolos como sus dioses. Dejó al pueblo de Israel que adorase a ídolos a sus anchas. Como el rey y sus reinas adoraban a ídolos, ¿qué le impedía al resto del pueblo adorar a ídolos? De hecho, como el corazón de Salomón había dejado a Dios, se convirtió en un idólatra. Durante el reinado del rey Salomón la teocracia en Israel se acabó por completo, ya que el hombre se convirtió en rey en vez de someterse al Rey Dios, e Israel cayó en el abismo de la destrucción.
Como un hombre como Salomón se convirtió en rey de Israel, sus reinas adoraron a ídolos. Y era sólo cuestión de tiempo que el pueblo de Israel también adorase a ídolos extranjeros. Sirvieron a Jehová Dios sólo de palabra, pero en realidad se convirtieron en herejes ante Dios.
Tras la muerte de Salomón, su hijo Roboam le sucedió en el trono de Israel, pero en aquel entonces, Dios dividió a la nación de Israel en dos, en el reino del norte, llamado Israel, y el reino del sur o Judá. Incluso entones, Dios permitió a la casa de David que mantuviera su dinastía, aunque su reino estuviera reducido a una porción pequeña en el sur de Israel. Dios mantuvo la promesa que le había hecho a David. Sin embargo, el rey Roboam, que gobernaba en el reino del sur, también adoró a ídolos y abandonó a Dios como el rey Jeroboam del reino del norte. Y al final el reino de Judá también se convirtió en una nación idólatra. Así que todo el pueblo de Israel empezó a adorar a ídolos en vez de a Dios. Al final, la nación de Israel se convirtió en una nación hereje. Desde entonces la historia de Israel se convirtió en una historia de herejía. Así es como los israelitas sirvieron a ídolos desde ese momento, pero al final Dios los castigó y fueron esclavizados por naciones extranjeras. De hecho, como el pueblo de Israel no creyó en Dios y empezó a adorar a ídolos y a seguirlos, cometiendo una abominación a los ojos de Dios, la nación de Israel y su pueblo acabaron cometiéndose en herejes. Por eso Dios rechazó a Su pueblo cuando este siguió a ídolos extranjeros.
Aunque Salomón era el rey de Israel, adoró a ídolos. Al final fue el hombre responsable de convertir a su propio pueblo en una nación de herejes. Degradó a toda la nación de Israel y la convirtió en hereje. Al servir a ídolos, Salomón convirtió a su pueblo en hereje. Como el corazón de Salomón había abandonado a Dios con su idolatría, el pueblo de Israel siguió sus pasos. Como el rey Salomón vivió sólo para su propia carne, la gente también hizo lo mismo. Salomón no sólo forzó a su pueblo a trabajar durante 13 años para construir su propio palacio, sino que también firmó la paz con las naciones vecinas al casarse con sus mujeres. 
A diferencia de Salomón, David no entabló amistad con las naciones gentiles. Por mucho que sufriera, sólo confiaba en Dios, tal y como confesó: «Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros» (Salmos 18, 29). Él nunca dejó que sus enemigos viviesen cerca de los israelitas. Pero Salomón, Roboam, y Jeroboam no erradicaron a sus enemigos gentiles y sus ídolos, sino que entablaron amistad con ellos, sirvieron a sus ídolos y los amaron más que a Dios. Por eso se convirtieron en herejes ante Dios. Aunque Israel tuvo algunos reyes que temían a Dios, la mayoría de ellos se convirtieron en herejes que servían a ídolos como si fuesen sus dioses. Estos reyes abandonaron a Dios y acabaron adorando a ídolos extranjeros. Así que, ¿no demuestra esto que estos reyes se convirtieron en herejes?
Esto también se puede decir de nosotros hoy en día, de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque hemos recibido la remisión de nuestros pecados de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, si sirviésemos a los becerros de oro que los herejes de hoy en día adoran, nosotros también seríamos herejes a los ojos de Dios. Si adoramos a becerros de oro como Salomón, y considerásemos que esta fe es correcta, ¿en qué nos convertiríamos? En herejes. Por tanto debemos alejarnos de los ídolos.
 


¿Quién ha convertido a los cristianos de hoy en día en herejes colectivos? 


Si preguntásemos quién es responsable de producir herejes en las comunidades cristianas de hoy en día, la respuesta sería que fue obra conjunta del rey Salomón, el rey Jeroboam y el rey Roboam. Salomón recibió un duro castigo porque adoró a ídolos ante Dios. Al final de su vida, antes de morir, Salomón dijo: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Eclesiastés 1, 2). Toda su vida la vivió según sus propios deseos carnales, pero al final de sus días confesó que toda su vida había sido en vano.
Al adorar ídolos, Salomón convirtió a su propio pueblo en herejes. Como Salomón, muchos cristianos de hoy en día también adoran a ídolos ante Dios. Por eso se han convertido en herejes colectivos. Los herejes están desesperados por satisfacer sus deseos carnales. Los cristianos que se han convertido en herejes colectivos están dispuestos a acumular riquezas. Los líderes se inventan todo tipo de planes para aumentar sus salarios. Construyen iglesias grandes, las llenan de mucha gente y la obligan a ofrecer todo tipo de ofrendas y donaciones para construir la iglesia, y además les hacen ofrecerse voluntarios para trabajar. Estos líderes invocan el nombre de Jesucristo e incitan a la congregación con palabras bonitas para que sirvan en sus iglesias. Mientras tanto, el objetivo de este ministerio es acumular beneficios materiales a costa de la congregación.
Hoy en día, entre tantos ministros cristianos, a veces nos encontramos con muchas personas que sólo sirven a ídolos. Muchas de estas personas, que afirman creer en Jesucristo como su único Salvador, reciben más de 1 millón de dólares al mes en ofrendas. Todo el mundo sabe que si se llega a los 3000 miembros en una iglesia, se puede generar 1 millón de dólares al mes. ¿Pero qué hacen estas personas con ese dinero? ¿Lo invierten en la obra de Dios? ¿Cuánto dinero invierten en ayudar a los pobres? Aunque fingen ser generoso, no ayudan a nadie. Dicen que ayudan a los niños menos afortunados en sus iglesias, pero en realidad sólo ofrecen de 50 a 100 dólares al mes. Esto lo hacen a pesar de que recaudan miles de dólares al mes en ofrendas.
Entonces, ¿en qué gastan el resto del dinero? Lo gastan en construir iglesias. Aunque ya adoran en edificios gigantescos, no dudan en demolerlos para construir unos todavía más grandes, para atraer a más gente, recaudar más ofrendas y recibir más salarios. Al final esto significa que no están sirviendo a Dios, sino a becerros de oro. Muchas personas en las comunidades cristianas de hoy en día son herejes que adoran a becerros de oro. El Señor dijo que a un árbol se le conoce por sus frutos. Los herejes sólo viven por su propia carne. ¿No sería maravilloso que invirtiesen el dinero de las ofrendas en el verdadero Evangelio? Si utilizasen un 70-80 % de las ofrendas para servir al Evangelio, estarían haciendo una gran obra en todo el mundo. Pero, ¿qué porcentaje de las ofrendas invierten en predicar el Evangelio? ¿El 5 %? ¿El 20 %? Si invirtiesen el 10 %, estarían haciendo mucho por el Evangelio.
En realidad, como ni siquiera conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden trabajar por él, pero aún así, ¿en qué se gastan el dinero? ¿Acaso se lo gastan todo en adornar sus iglesias? Algunos pastores hacen que las propiedades de la iglesia estén a su nombre para que sus hijos las hereden. Entre los pastores de hoy en día, hay ministros que no dudan en gastarse millones de dólares. Muchos pastores adorar a becerros de oro porque reciben muchas ofrendas en sus iglesias, en el nombre de Jesús. Sus ministerios no son más que ministerios herejes.
Salomón construyó su palacio en 13 años, pero sólo invirtió 7 años en construir el Templo de Dios. Pero esto no era suficiente para él, porque tuvo más de mil esposas, construyó un altar para cada reina, y todo eso financiado con los fondos del Estado. Así que era inevitable que Israel se convirtiese en una nación de herejes. Y por eso, la idolatría se repitió en él días del rey Jeroboam y Roboam, e Israel se convirtió en una exposición de las religiones del mundo. Por eso, hoy en día siguen surgiendo herejes que abandonan su fe en Dios en vez de servir a los becerros de oro como sus dioses. Así que desde entonces surgieron herejes, pero Dios los maldijo a todos.
Cuando vemos a los herejes que aparecen en la Biblia, nos parecen ridículos. Ellos siguieron sus deseos carnales y acabaron convirtiéndose en herejes. Del mismo modo, los líderes cristianos de hoy en día se han convertido en herejes porque basan sus ministerios en el materialismo. Jesucristo vino al mundo y eliminó los pecados de la humanidad al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, los cristianos deben recibir la salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y deben vivir para predicar por todo el mundo este Evangelio de Verdad que Dios nos ha dado. Todos debemos servir al Evangelio del agua y el Espíritu sin olvidar que Israel se convirtió en una nación hereje porque sus reyes eran idólatras que adoraban a becerros de oro. 
El cristianismo primitivo defendió la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu incluso cuando sus seguidores eran perseguidos, pero cuando el Imperio Romano declaró el cristianismo como religión oficial en el 313 d.C. y le concedió beneficios especiales, se reemplazó a Jesucristo con becerros de oro y se creyó en esos ídolos. Esta es la razón por la que los siervos de Dios y los santos nacidos de nuevo que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu desaparecieron casi por completo. Y por eso el cristianismo de hoy en día se ha convirtió en una religión idólatra que cree sólo en la sangre de la Cruz. Por tanto, el cristianismo de hoy en día debe arrepentirse del pecado de adorar a becerros de oro ante Dios, y debe volver a Él mediante la verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que el Señor nos ha dado. A no ser que los cristianos hagan esto, se convertirán en herejes para siempre. Seguirán siendo herejes malditos.
 


¿Adorar a becerros de hoy no es lo mismo que predicar sólo la sangre en la Cruz para los cristianos de hoy en día? 


El cristianismo de hoy en día se ha convertido en una herejía que adora a becerros de oro. Sinceramente, los cristianos de hoy en día sólo quieren tener salud física y prosperidad bajo el pretexto de creer en el nombre de Jesús. Y este es el objetivo de sus vidas de fe. Dicho de otra manera, los cristianos que viven por los bienes materiales están sirviendo a becerros de oro ante Dios. Muchos líderes cristianos y pastores dicen en sus sermones que si se cree en Jesús, se reciben bendiciones materiales y las enfermedades pueden ser curadas. Esto significa que los cristianos de hoy en día son corruptos y creen en una religión que adora a becerros de oro. Esta es la realidad de la fe de hoy en día. Era el rey de Israel, la nación escogida por Dios, pero aún así tenía mil esposas. Parece que cuando iba a otro país, traía a cualquier princesa que veía y la hacía su esposa, como si estuviese comprando compulsivamente en unos grandes almacenes. Por eso Israel quedó reducido a una nación idólatra. 
El peor de todos los reyes fue el rey Salomón. Su padre era temeroso de Dios y obedecía todos Sus mandamientos a pesar de sus insuficiencias. Pero aunque Salomón era el hijo de David, sólo vivió para sí mismo desde el momento en el que sucedió a su padre en el trono, en el momento en que se aseguró el poder. El rey Salomón no era un buen rey. Era un rey malvado y trágico porque produjo a muchos herejes. Por su culpa el pueblo de Israel se convirtió en una nación de herejes. Como Salomón abandonó a Dios y adoró a otros dioses, se convirtió en un hereje. Entonces, ¿por qué los cristianos de hoy en día adoran a becerros de oro? Como los cristianos de hoy en día creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen que servir a becerros de oro y se convierten en herejes colectivos. Nosotros, si abandonamos el Evangelio del agua y el Espíritu y adoramos a otro dios como nuestro ídolo, nos convertiremos en herejes. 
Jeroboam también abandonó a Dios, construyó becerros de oro para sustituirlo, y le dijo a la gente: «Aquí están los dioses que os sacaron de Egipto». Y él creyó también. Él había seguido a mamón y creído en él como su dios. Así que Dios dijo que los mentirosos se conocen por sus frutos. El que sean verdaderos creyentes o herejes se puede diferenciar cuando miramos qué es lo que buscan. Si alguien sólo quiere las cosas de la carne aunque diga creer en Jesús, entonces es un hereje. Esta gente no sirve al Señor. No cree en el Evangelio del agua y el Espíritu aunque se lo prediquen. Y se levantan contra este Evangelio. A pesar de creer en Jesús, viven sólo para asegurarse la prosperidad carnal.
Los cristianos de todo el mundo están atrapados en el pecado de la idolatría. Aunque adoran a Dios en el nombre de Jesucristo y predican a otros para que crean sólo en la sangre de Jesús, dicen que si se cree en Jesús como el Salvador, aunque se tengan pecados en el corazón, se puede ir al Cielo. Estas son sus doctrinas cristianas. Y hacen que los demás adoren a ídolos, y les dicen que sigan ofreciendo oraciones de penitencia. Lo que hacen los líderes cristianos de hoy en día es intentar sacar más ofrendas en el nombre de Jesús. Siguen acumulando dinero. Y con cada oportunidad que tienen, se inventan un nuevo programa para sacar dinero. Reúnen ofrendas con todo tipo de pretextos, desde ofrendas para la construcción de la iglesia hasta para las misiones y la «ofrenda de las mil veces», que deriva de la historia de los holocaustos que Salomón ofreció en Gabaón (1 Reyes 3, 4). Piden ofrendas a los miembros de sus iglesias en todas las reuniones y cuando visitan a los miembros de sus iglesias. Con el dinero que sacan de esta manera, cobran grandes salarios y construyen grandes edificios, lo que explica que estén obsesionados con el dinero, en el nombre de Jesús.
Hay muchos empresarios cristianos que prefieren las iglesias grandes. ¿Por qué prefieren las iglesias grandes? Estas personas sólo van a la iglesia para ganar dinero. Por ejemplo, digamos que un nuevo empresario se muda a una ciudad nueva. Primero busca la iglesia más grande en cuanto al número de miembros, y encuentra una. Entonces visita al pastor a cargo de la iglesia y se presenta diciendo: «Antes era diácono en otra iglesia, y ahora que me he mudado aquí, me gustaría venir a su iglesia».
Entonces se hace miembro de la iglesia, dona una gran cantidad de dinero como ofrenda de acción de gracias. Y el pastor de esta iglesia le llama ante toda la congregación el domingo siguiente y habla de su negocio diciendo: «Este diácono tiene este negocio aquí». Y esta información se incluye en el boletín de la iglesia. Si esta iglesia tiene 20.000 miembros, entonces el empresario ha creado 20.000 clientes nuevos. ¿No es así? Aunque no toda la iglesia va a ese negocio, por lo menos un gran número de miembros irá a comprar algo a esa tienda, porque piensan que es una buena idea ayudarse los unos a los otros. Así que los pastores y los ancianos se ayudan mutuamente, ya que los primeros reciben salarios muy altos en el nombre de Jesucristo, mientras que el segundo ve su negocio crecer, mientras dice servir en el nombre de Jesucristo también. Por eso es normal que las iglesias grandes prosperen. Una iglesia con muchos miembros siempre tiene idólatras. Esta gente de negocios no prefiere una iglesia pequeña como la nuestra porque parece que toda la congregación sea bastante para ayudar a su negocio. Por eso cuando esta gente mundana viene a nuestra iglesia, no duran mucho. Y esto se debe a que no parece que seamos muy ricos. 
Los pastores y los laicos están atrapados en la herejía y dicen que hacen la obra de Dios, pero en realidad sólo invocan el nombre de Jesucristo para recibir beneficios carnales. Así es como predican y viven su fe, mientras dicen que se ayudan los unos a los otros. Y por eso las iglesias grandes se hacen cada vez más grandes.
¿Pero podemos decir esto de nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Importa tanto el dinero también para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu? No. El dinero no vale para nada cuando se gasta. ¿Es un millón de dólares mucho dinero? Digamos que ustedes tienen un millón de dólares, y que lo han metido en el banco del que reciben de 3000 a 4000 dólares en intereses. Muchos de nosotros conducimos, ¿no? Si se compran un coche, disfrutan de algunas cosas de la vida, contribuyen a la obre del Señor y viven con fe, y si se dan algún capricho cultural, entonces se gastarían unos 10,000 dólares en poco tiempo. ¿No es así? Ahora estamos ganando dinero y gastándolo en el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso nuestras vidas tienen sentido y nuestros corazones son ricos. Pero si tuviesen medio millón en efectivo en el banco y viviesen de los intereses, se darían cuenta de que no es mucho dinero. No sería suficiente. 
Muchos maestros de escuela o funcionarios en Corea, después de pasar toda la vida trabajando se retiran con una paga de 200.000 a 300.000 dólares. Imaginemos que ustedes son uno de ellos, y con ese dinero se compran un apartamento pequeño, un coche y algunas cosas necesarias para su jubilación. Entonces gastarían 200.000 dólares enseguida. Y si después metieran los otros 100.000 en el banco, los intereses no serían ni de 500 dólares al mes. Intenten pasar el mes con esa cantidad y verán que no les dura mucho. Incluso estos 300.000 dólares no son nada. Una vida que se basa en las cosas materiales no vale para nada, ya tengan 3 millones o 300.
Hay muchos pastores en las comunidades cristianas que sirven a becerros de oro como si fuesen seres divinos. Todos quieren predicar en una iglesia grande. ¿Por qué? Porque quieren cobrar mucho dinero. Hay muchos pastores que ganan más de 10.000 $ al mes como salario básico, y que predican por el dinero. Aunque algunos pastores cobren tanto dinero oficialmente, hay muchos otros que reciben ese salario de manera extraoficial. No les digo esto para que me paguen más dinero, sino para señalar la prevalencia del materialismo en el cristianismo de hoy en día. Estos pastores mundanos tienen miedo a ser expulsados de estas iglesias. Miren a los pastores de este mundo. Cuando los veo predicar desde su púlpito, veo como sus caras están llenas de brillo. No parecen personas normales que sufren en este mundo. Parecen diferentes porque viven una vida de riquezas. Los herejes son los que adoran el dinero como su dios. Aunque hablen de Jesucristo cada vez que abren la boca, en realidad adoran al dinero como su dios. Como los líderes cristianos de hoy en día adoran al dinero como su dios y sus seguidores viven vidas religiosas, no están sirviendo a Dios, sino que están adorando a becerros de oro.
Los herejes están obsesionados con el deseo de expandir sus iglesias. Tienen una especial fijación con sacar dinero de su congregación por todos medios y con construir una iglesia más grande. Vayan donde vayan, incluso en el campo, encontrarán que el edificio más grande es la iglesia. En el campo puede que sólo encuentren casas que parecen graneros, pero los falsos pastores que sirven a ídolos le sacan el dinero a la gente pobre para construir grandes edificios. Aunque la iglesia sea colosal, las casas de la congregación son muy pobres. Incluso si todo un pueblo fuera miembro de una iglesia, ¿es necesario tener edificios tan grandes para adorar? Pero esto es lo que está ocurriendo en todas partes.
Mis queridos hermanos, debemos estimar el oro como si fuera una piedra. Dios dice: «Mía es la plata, y mío es el oro» (Hageo 2, 8). Dios cubre todas nuestras necesidades. Él nos dio todas nuestras posesiones materiales para que las utilizásemos en servir al Evangelio, porque el dinero no es nuestro dios. Un lingote de oro no es divino. Una pepita de oro no es nada para nosotros.
Para los que hemos nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu, las posesiones materiales no son nada, pero para los herejes que viven en las comunidades cristianas de hoy en día sí que tienen significado. Para estos herejes que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, las posesiones materiales son sus dioses. Siguen el sistema de valores pagano. Los paganos meten dinero incluso en los féretros para los muertos.
Ponen dinero, oro, plata y joyas dentro de un ataúd para que el fallecido se lo gaste en el otro mundo. Algunos cristianos están influidos por estas prácticas paganas y piensan que el dinero lo puede solucionar todo. Así que se gastan mucho dinero en estatuas de mármol con la figura de criaturas feroces como leones o tigres y las ponen en frente de sus tumbas. Hacen esto para impedir que espíritus malvados profanen la tumba. Es una noción ridícula pensar que los bienes materiales serán útiles incluso después de la muerte. 
Mis queridos hermanos, los dioses de este mundo no son nuestros dioses. Aunque los cristianos herejes piensen que el dinero lo es todo, no es así. El Señor dijo que a los herejes se les conoce por sus frutos. Los herejes están obsesionados con la construcción de iglesias. El objetivo de sus ministerios es construir edificios grandes. ¿Cuáles la visión de todo pastor que empieza una iglesia nueva? Tener éxito en su ministerio para construir una iglesia grande y una casa enorme para sí mismo. Para todos los pastores que no han nacido de nuevo la única meta es construir una iglesia grande, porque así es como pueden atraer a más gente. 
Estos pastores no se refieren a sus iglesias como capillas o lugares de culto, sino que las llaman templos. En vez de decir que la iglesia es el lugar donde se adora a Dios, la llaman el templo santo de Dios. Pero ese lugar no es un templo. Llamar a esas iglesias templos es una tontería. Son lugares de culto, donde se reúnen los santos para adorar a Dios. Lo que importa no es el lugar, ya que se puede adorar a Dios donde se quiera. El lugar de culto puede estar en cualquier sitio; lo importante es que la gente adore a Dios. Me entristece pensar en que el cristianismo de hoy en día ha caído muy bajo. Me entristece pensar en Salomón, y me entristece pensar en el cristianismo de hoy día. Yo también estuve atrapado allí, pero Dios me ha salvado a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, y también les ha salvado a ustedes y a todos los demás santos. Es un milagro.
Estábamos destinados a vivir por los bienes materiales y ser arrojados al infierno, ricos o pobres, pero Dios tuvo tanta compasión por nosotros que vino a salvarnos con el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando pienso en esto, estoy muy agradecido. También doy gracias al Señor por salvarnos mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque no fuésemos nadie, aunque hubiésemos nacido como seres efímeros que desaparecen como el rocío de la mañana. Así es como hemos entendido quién es Jesucristo, y hemos difundido este Evangelio. Cuando pienso en que ahora sirvo al Evangelio de Dios, me inunda la gratitud. ¿Están ustedes agradecidos también?
Mis queridos hermanos, debemos salvar a los herejes de sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. La última obra que debemos llevar a cabo es salvar a los herejes del pecado. Juntos, ustedes y yo, predicaremos el Evangelio del agua y el Espíritu a todos esos herejes que se encuentran en el cristianismo. Y les diremos lo que es una herejía.
Aunque ustedes y yo éramos cristianos antes, a los ojos de Dios, éramos herejes. Sin embargo, ahora que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, nos hemos convertido en verdaderos creyentes ante Dios. Los que hemos sido justificados ahora podemos dar frutos por la fe en la justicia de Dios, y por eso doy gracias a nuestro Señor.