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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 7-2] Reconozcan la Palabra y busquen la misericordia de Dios (Marcos 7, 1-23)

Reconozcan la Palabra y busquen la misericordia de Dios(Marcos 7, 1-23)
«Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra, 
Mas su corazón está lejos de mí. 
Pues en vano me honran, 
Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 
Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas. Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre».
 
 

¿Qué es el pecado de un ser humano? 

 
Quiero hablarles sobre el pecado humano del que el Señor habló en el pasaje de las Escrituras de hoy. ¿Qué es el pecado de los seres humanos? Marcos 7 nos habla de nuestros pecados detalladamente. 
La gente tiene su propio criterio sobre el pecado. Algunas personas definen el pecado como una falta. Y otras personas dicen que es un comportamiento incorrecto. En Corea, cuando los padres fallecen, los hijos les hacen una tumba grande y los meten en esa tumba. Después tienen que hacer un montón de tierra sobre la tumba y cubrirlo con hierba. Entonces los hijos van a visitar la tumba frecuentemente para cuidar de la hierba que cubre la tumba. Y dicen que este es el deber de los hijos. Así que cuando algún hijo no hace lo que debe, se le considera un gran pecador. 
¿Qué ocurre en otros países? En algunas regiones remotas de Papúa Nueva Guinea o en el bosque del Amazonas la civilización aún no ha llegado y están habitadas por población nativa. Pero allí cuando una persona muere, los descendientes se reúnen alrededor del padre o madre y se comen el cadáver para que los animales salvajes no se lo coman. No sé si hierven el cuerpo primero o si solo se comen la carne cruda, pero ellos consideran que es su deber comerse el cuerpo de los padres para que los gusanos no se lo coman. Por tanto, incluso el concepto del amor filial hacia los padres es diferente entre culturas. 
Hay muchos conceptos diferentes del pecado según las diferentes ideas humanas de la piedad filial. Algunas personas dicen que hacer algo malo es pecar. Por eso la gente define el pecado según su sistema de valores o sus propios criterios. Algunas personas juzgan el pecado según su código ético. Miran su comportamiento a través de las lentes de las normas sociales y consideran pecado cualquier cosa que se desvía de esas normas. 
En Corea, algunas personas estipulan lo que es el pecado según las enseñanzas del confucianismo. Así que piensan que una persona es pecadora si no tiene virtudes como honrar a sus padres. Piensan que es importante seguir las normas del confucianismo. Creen que no tienen pecados si adoran a sus ancestros muertos y cuidan de sus padres con toda su devoción. Hay muchos conceptos diferentes de pecado en este mundo. 
Por tanto, debemos saber lo que es el pecado según la Palabra de Dios. ¿Cuál es el pecado de un ser humano del que habla Dios? ¿Qué parte de nosotros constituye el pecado? Generalmente las personas no saben la respuesta aunque Dios nos la haya dado. Por eso debemos prestar mucha atención a la Palabra. Esta es la única manera de entender correctamente el pecado de los seres humanos. ¿Qué es el pecado humano? Es un pecado intentar cumplir la Palabra de Dios sin creer en Su Palabra de misericordia. 
Echemos un vistazo al pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando Jesús estaba en este mundo, algunos fariseos y escribas se reunieron alrededor de Jesús en Jerusalén y vieron que los discípulos de Jesús estaban comiendo sin lavarse las manos. Por tanto, los fariseos y los escribas se preguntaron por qué pecaban Jesús y sus discípulos. Habían estipulado que era pecado no lavarse las manos antes de comer según la tradición de sus antecesores. Las Escrituras nos dicen que los judíos pensaron que solo las tradiciones humanas eran importantes y por eso dejaron de lado la Palabra de Dios. 
¿Qué ocurriría si el pueblo de Palestina fuese por toda la ciudad y volviese a casa con todo el polvo del camino? Que sus manos, sus pies y su ropa estarían cubiertas de polvo. Por tanto, cuando la gente de Palestina volvía a casa, echaba agua en un recipiente y se lavaba las manos y los pies, y después se quitaba el polvo de la ropa antes de entrar en la casa. Y antes de comer, o incluso antes de cocinar, sacaban los instrumentos necesarios para cocinar y los lavaban. También está escrito que lavaban los vasos, las jarras y los recipientes de cobre. 
¿Qué pasaría si la gente entrara en casa con todo el polvo? ¿Cuánto polvo tendrían encima? Por eso la gente se lavaba las manos, los pies y los instrumentos de cocina. Y esta costumbre fue heredada debido al polvo que hay en esa región. 
Por tanto, tenían que lavarse las manos y los pies antes de comer. Los coreanos también nos lavamos las manos antes de comer, pero no es completamente necesario. Por eso la gente de Corea no entiende este comportamiento de los judíos. Pero ustedes pueden entender el contexto de esta tradición. Los judíos les enseñaban a sus hijos que después de jugar fuera tenían que lavarse las manos y los pies. Y también les enseñaban a sus hijos que solo podían comer después de lavar los platos de la casa. Esta enseñanza era necesaria porque en esa región hay mucho polvo. Durante cuatro mil años de historia del pueblo de Israel los adultos les han estado enseñando a sus hijos que hay que lavarse las manos, y sus hijos cuando crecen se lo enseñan a sus hijos, y así sucesivamente. Entonces lavarse las manos y los pies antes de entrar en casa y de comer se convirtió en una tradición de los ancianos de Israel. 
Un día Jesús nació en la aldea de Belén, cerca de Jerusalén, en la región de Judea. Creció y fue a Jerusalén donde vivió con sus discípulos. Y allí los escribas y los fariseos se reunieron. Había un grupo de discípulos de Jesús y algunos hombres que no eran discípulos de Jesús, y era costumbre que el dueño de la casa sirviese comida a los invitados. Esta costumbre también la tenemos en Corea. Es una costumbre correcta. Hay muchas similitudes entre la costumbre israelí y la costumbre coreana. 
¿Qué pasó entonces? Los discípulos de Jesús tomaron la comida y comieron sin lavarse las manos: Lo hicieron delante de las personas que enseñaban que había que lavarse las manos y los pies antes de comer. Los fariseos y los escribas que estaban con Jesús pensaron: «¡Bastardos ignorantes!». ¿A quién señalaron cuando los discípulos de Jesús se comportaron así? Insultaron a Jesús. Está escrito en las Escrituras: «¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?». Retaron a Jesús de esta manera. ¿Cómo respondió Jesús? Dijo: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres». Y también dijo: «Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición».
Dios mira directamente en los corazones de la gente y no se preocupa de la apariencia física. Jesús vio los corazones de los escribas y los fariseos cuando le dijeron: «¿Por qué no guardan tus discípulos la tradición de los ancianos? ¿Por qué no se lavan las manos y los pies antes de comer?». Jesús les contestó: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí». 
Generalmente, la gente solía pensar que era pecado ignorar las tradiciones y las enseñanzas de los ancestros. ¿Qué hizo el pueblo de Israel? Ignoró los mandamientos de Dios y siguieron las tradiciones humanas que habían sido trasmitidas de generación en generación. 
Pero nuestro Señor dijo: «Ignorar la Palabra de Dios es un pecado». Entonces, ¿qué es el pecado? El pecado consiste en ignorar la Palabra de Dios. Por supuesto, las faltas cometidas por los seres humanos, los errores, las iniquidades y el no hacer lo que debemos hacer es todo pecado. Pero ignorar la Palabra de Dios es el verdadero pecado fundamental. 
 
 

¿Qué es lo que más disgusta al Señor? 

 
Ignorar la Palabra de Dios en vez de creer en la Verdad. A Dios le disgusta esto. Y le disgusta que no creamos en Su Palabra ante todo. ¿Cuál es la diferencia entre el concepto del pecado del Señor y el de los fariseos? ¿Cuál es la diferencia entre nuestras ideas y las de Dios? Dios dice que debemos aceptar la Palabra de Dios y creer en ella, y nos dice que esto está bien. Pero Dios dice que es un pecado no creer en Su Palabra e ignorarla. 
¿Cuál es el pecado de un ser humano? La definición original del pecado (hamartia en griego) significa no cumplir los requisitos. No creer en la Palabra según la voluntad de Dios es un pecado. Creer en la Palabra de Dios es cumplir los requisitos completamente. Dicho de otra manera, no reconocer la Palabra de Dios es pecar. No creer en la Palabra de Dios e ignorarla es pecar. Dios existía antes de la creación y entonces Dios creó este mundo. Por tanto, Dios es el Maestro de este mundo. 
¿Qué dijo Dios acerca del pecado de los fariseos? Podemos ver en las Escrituras que Jesús dijo que la gente ignora la Palabra de Dios y considera las tradiciones humanas más importantes y que esto es pecado. ¿Entienden lo que estoy diciendo? Los fariseos eran hipócritas a los ojos de Jesús; eran personas que solo se decoraban por fuera. 
Jesús juzgó a los fariseos por su comportamiento: «¿Cómo podéis creer en Dios y admirarme y adorarme y cómo podéis decir que honráis a Dios Jehová?». Eran pecadores a los ojos de Dios. Juzgaban a otras personas basándose en su apariencia externa e ignoraban la Palabra de Dios por completo. Además, consideraban las palabras humanas muy importantes. Eso es pecado. Ese es el mayor pecado de todos. No reconocer la Palabra de Dios e ignorarla es el mayor pecado de todos. 
Efesios 2, 1 dice: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados». Aquí la Biblia clasifica dos tipos de pecados, es decir las faltas y los pecados. A veces tenemos fallos en este mundo. Solemos llamarlos faltas o errores. El pecado que cometemos a causa de nuestras debilidades es una falta. Y el pecado que cometemos con nuestras acciones debido a nuestras debilidades es una falta también. Pero un error o trasgresión recibe el nombre de falta o defecto en las Escrituras. Por eso podemos dividir el pecado en faltas y pecados. 
Pero el mayor pecado que se puede cometer ante Dios es no reconocer Su Palabra. Este es un gran pecado a los ojos de Dios. Los que no han creído en la Palabra de Dios se han convertido en pecadores ante la presencia de Dios. Por eso Jesús reprendió a los fariseos en el pasaje de las Escrituras de hoy. Dijo que se habían desecho de los mandamientos de Dios. Dijo que habían ignorado la Palabra de Dios escrita en el Pentateuco, los cinco primeros libros escritos por Moisés en el Antiguo Testamento, desde Génesis a Deuteronomio. Esto significa que los fariseos habían ignorado lo que podían y no podían hacer según la Palabra de Dios. 
 
 

¿Qué es el mandamiento de Dios? 

 
Jesús se refirió a los mandamientos de Dios en el pasaje de las Escrituras de hoy. Hay 613 estatutos en los mandamientos de Dios. «Haz esto, haz lo otro. Duerme así, y no hagas esto. Haz esto así». Todos los estatutos dicen estas cosas. Los diez mandamientos que conocemos hablan de lo que podemos y no podemos hacer. El Libro de Levítico en el Antiguo Testamento dice: «Los hombres deben hacer esto y las mujeres deben hacer esto; rescata al animal que haya caído en un agujero; y haz esto y lo otro». Hay 613 estatutos que Dios nos ha dado. Estos estatutos constituyen la Ley. Debemos confirmar estos mandamientos continuamente y obedecerlos porque son la Palabra de Dios, y no palabras humanas. Debemos cumplir esta Palabra con fe. Debemos reconocer que es la Palabra de Dios aunque no podamos cumplirla. Les estoy diciendo que reconocer la Palabra de Dios es lo correcto. 
¿Hay alguna parte de la Palabra de Dios que no sea correcta? No hay ni un solo versículo que no sea cierto. Pero los israelitas habían ignorado la Palabra de Dios. No les importaba que hubiera 613 o 1000 estatutos, porque los ignoraron todos. Lo que los ancianos decían era más importante y más respetado que lo que Dios decía. Por tanto, incluso durante el período en que Jesús estaba en este mundo, los israelitas creyeron y actuaron según la tradición de los ancianos en vez de la Palabra de Dios. Y Jesús detestaba esto ante todo. 
¿Y qué nos dice Dios? Está escrito: «Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos» (Romanos 11, 32). Dios sabe que no podremos cumplir toda Su Palabra completamente. Pero Dios quiso hacernos hijos Suyos porque tuvo misericordia de nosotros. 
 
 

Hay una razón por la que Dios nos dio la Ley

 
Por supuesto Dios sabía que los seres humanos no podían cumplir todas las Palabras de la Ley perfectamente. Pero debemos entender que no debemos ignorar la palabra de Dios. Lo que debemos hacer es reconocer que su Palabra siempre es cierta y que nosotros estamos corruptos. Por tanto, el Señor nos dio su Ley para que reconociéramos que somos pecadores. 
¿Para qué nos dio Dios la Ley? Queridos hermanos, ¿para qué nos dio la Ley Dios? ¿Cuál es la razón? Estoy seguro de que lo entienden. ¿Para qué nos dio Dios la Ley? Para que nos diésemos cuenta de nuestros pecados. Exactamente. Esto significa que Dios nos dio la Ley para que reconociésemos nuestros pecados. 
¿Nos dio Dios la Ley pensando que íbamos a cumplirla completamente? ¿O acaso nos dio la Ley para hacernos entender nuestros fallos y pecados? ¿Para qué nos dio Dios la Ley? Dios nos dio la Ley para que entendiésemos qué es el pecado (Romanos 3, 19-20).
Por tanto, no era extraño que los israelitas, incluyendo los fariseos y los escribas, no pudiesen cumplir la Ley. Pero deberían haber reconocido la Palabra de Dios como tal. No deberían haber ignorado la Palabra de Dios. Pero los israelitas no la respetaron. No respetaron la autoridad de la Palabra de Dios. 
Romanos 3 dice que Dios nos dio la Ley para darnos el conocimiento del pecado. Por tanto, debemos saber que Dios no nos dio la Ley para que la cumpliésemos. ¿Qué entendimos entonces a través de la Ley? ¿Qué debemos entender a través de los 613 estatutos que nos dicen lo que debemos y no debemos hacer? Debemos pensar en esto. 
Debemos darnos cuenta de nuestras faltas y pecados por la Ley. Debemos darnos cuenta de nuestros pecados ante la presencia de Dios. ¿Qué debemos hacer si nos damos cuenta de nuestros pecados ante la Ley? Por supuesto, debemos intentar cumplirla a pesar de nuestras debilidades. Pero lo más importante es conocer nuestra naturaleza pecadora a través de la Ley. Dios nos dio la Ley a los seres humanos para que entendiésemos qué es el pecado y para que buscásemos la ayuda de Dios y creyésemos en Jesucristo. Así Dios nos dio la Ley para hacernos hijos suyos y su pueblo a través de la fe en Jesucristo. 
Incluso ahora mismo, hay muchas personas que intentan cumplir la Ley con todas sus fuerzas. Pero Jesús dijo en este versículo: «Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Somos personas que no pueden cumplir la Ley completamente. Pero no debemos rechazar la Palabra de Dios solo porque no podamos cumplirla por completo. En otras palabras, debemos reconocer la Ley de Dios. Podemos reconocer nuestras debilidades cuando reconocemos la Ley de Dios. ¿Qué significa esto? Una persona reconoce que es pecadora cuando entiende que no puede evitar pecar a través de la Ley de Dios. 
¿Reconocen la Ley de la Palabra de Dios con sus corazones? Debemos reconocer la Palabra de la Ley de Dios ahora mismo. Debemos reconocer que somos pecadores ante la presencia de Dios. Debemos reconocer que tenemos muchas debilidades cuando nos medimos con la Ley de Dios. Entonces le pedimos a Dios que nos salve después de reconocer su Ley. Debemos ir ante la presencia de Jesús, el único Salvador y Dios, que nos puede salvar de todos los pecados, y debemos buscar su ayuda. Dios sabe quién tiene esta actitud y quién no. 
Pero, ¿para qué nos dio Dios la Ley? No pueden estar ante la presencia de Dios con sus propios esfuerzos porque Dios nos dio la Ley para enseñarnos que tenemos debilidades y que somos pecadores. Para salvarnos a los que hemos reconocido que somos pecadores, Dios envió a su Hijo Jesucristo a este mundo para eliminar todos los pecados de los seres humanos, e hizo que Jesucristo fuese bautizado y derramarse su sangre en la Cruz. Por tanto, nuestro Dios nos dio la Ley para que recibiésemos la remisión de los pecados y nos convirtiésemos en hijos suyos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Dios nos dio la Ley a los descendientes de Adán, y nos ha hecho entender nuestros pecados. Y entonces nos hizo reconocer que somos pecadores. Por tanto, Dios nos dio la bendición de convertirnos en hijos suyos al creer en la justicia de Jesús y ser liberados de todos nuestros pecados. Dios nos dio la Ley a los descendientes de Adán para hacernos recibir todas las bendiciones que ha cumplido para todos los seres humanos. Los que no entienden la razón por la que Dios nos dio esta Ley e intentan cumplirla aunque sean débiles, son personas que viven bajo la maldición de Dios. 
Debemos entender claramente la intención de Dios cuando nos dio la Ley. Dios creó el universo al principio y a los seres humanos en él con su Palabra. Por tanto, debemos empezar nuestra fe y nuestros pensamientos con la Palabra de Dios. Debemos pensar, juzgar y creer con la Palabra de Dios. Esta es la noción más correcta. 
Debemos creer en Dios según su Palabra. Cometeremos errores si no lo hacemos y pensamos en Dios con nuestros propios criterios y actuamos según nuestras propias ideas. Los fariseos y los escribas del pasaje de las Escrituras de hoy no podrían haber reprendido a Jesús por comer con las manos sucias si se hubiesen visto según la Palabra de Dios. Esto se debe a que lo que entra en la boca de una persona no es lo que la contamina porque no entra en su corazón, sino en su estómago, y después lo elimina. Esto se debe a que lo que contamina a una persona no es la comida de este mundo. La gente se contamina por los pecados que salen de sus corazones y no por la comida que entre en sus estómagos. ¿Lo entienden? 
 
 

Somos los descendientes de Adán que han heredado todos los pecados

 
Las cosas que salen de los seres humanos son pensamientos malvados, adulterios, fornicación, asesinatos, hurtos, envidias, maldad, engaños, lascivia y un ojo malvado. Todas estas cosas salen de una persona y la contaminan. Como Jesús dijo en las Escrituras, es el pecado que hay dentro de una persona lo que la contamina. 
Romanos 11, 32 dice: «Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos». ¿Qué dijo Dios acerca de los seres humanos? Dios dijo que tiene misericordia de ellos. Dios nos hizo hijos Suyos al darnos misericordia a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El objetivo de Dios y su voluntad eran hacernos hijos suyos. ¿Lo entienden? Por eso nos hizo nacer como descendientes de Adán. Y nos hizo un poco más bajos que los ángeles porque Dios tenía amor por nosotros; nos quiso hacer hijos suyos porque tuvo misericordia por nosotros. Dios creó un plan y lo llevó a cabo al hacernos hijos suyos por su amor por nosotros. 
Las criaturas de Dios nos hemos convertido en hijos de Dios, pero no porque seamos perfectas. Nos hemos convertido en hijos de Dios por su amor, porque nos dio el Evangelio del agua y el Espíritu, por Su misericordia. Dios nos vistió con la gracia de salvación que nos hace hijos suyos a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Creen que nos hemos convertido en hijos de Dios sin pecado porque somos justos y rectos y porque nos comportamos de una manera recta? No, esto no es cierto. Si nuestra salvación hubiera venido por nuestros méritos, esto no sería la misericordia de Dios. Los creyentes nos hemos convertido en hijos de Dios por su gracia de salvación porque Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y su misericordia por nosotros. 
Nos convertimos en completos pecadores a través de la Ley de Dios, y después entramos en la gracia de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios nos hizo hijos suyos al hacernos entrar en la gracia de salvación por fe. Esto significa que nos elevó a un estado más cercano al Creador. ¿Entienden lo que Dios ha hecho? 
Las Escrituras dicen: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!» (Romanos 11, 33). ¿Cómo es esta sabiduría de Dios? Las riquezas de la perfecta sabiduría y conocimiento están en nuestro Señor. Su juicio es inimaginable y sus caminos son inalcanzables. ¿Quién sabe por qué la gente nació con tantas debilidades? Pero nosotros llegamos a conocer la razón por la que conocimos a Jesús. ¡Qué maravillosa es la profundidad de sus riquezas!
El Apóstol Pablo nació de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como nosotros, y por eso pudo decir: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?» (Romanos 11, 33-34). Esto se debe a que nació de nuevo del pecado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Quién se convirtió en consejero de Dios? ¿Quién se atrevió a compartir su plan? Dios mismo. Nosotros, meras criaturas, nos convertimos en hijos de Dios mediante su idea y su plan, y no porque alguien nos enseñara a convertirnos en hijos de Dios. ¿Creen en esto? 
Por tanto, incluso todos los ángeles del Cielo estaban completamente asombrados. Los ángeles tenían un rango más alto que el nuestro. Las Escrituras dicen claramente que Dios nos hizo un poco más bajos que los ángeles diciendo: 
«Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, 
La luna y las estrellas que tú formaste, 
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, 
Y el hijo del hombre, para que lo visites? 
Le has hecho poco menor que los ángeles, 
Y lo coronaste de gloria y de honra» (Salmos 8, 3-5).
Los seres humanos fueron creados un poco más bajos que los ángeles al principio, pero de repente están en una posición más alta que los ángeles. Los que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu ya se convirtieron en hijos de Dios. Por eso los ángeles se sorprendieron. 
Entonces, ¿qué tipo de seres somos los hijos de Dios? Somos seres similares a Dios. Por supuesto que no somos Dios. Pero los que han recibido la remisión de los pecados pertenecen al Cielo. Por eso el Libro de Salmos dice: 
«Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, 
La luna y las estrellas que tú formaste, 
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, 
Y el hijo del hombre, para que lo visites?».
Dios no nos dejó en medio de la destrucción, sino que nos amó unilateralmente y tuvo misericordia de nosotros cuando no podíamos evitar ser destruidos por nuestros pecados y nos hizo hijos suyos y su pueblo al eliminar todos nuestros pecados. Así que el autor de Salmos dijo: «Oh Señor, ¡qué excelente es Tu nombre en toda la tierra!».
Y el Apóstol Pablo dijo las mismas palabras en el Nuevo Testamento. Dijo que esta Verdad de salvación es maravillosa y profunda. El que meras criaturas hayamos alcanzado el estado espiritual que Dios nos dio es gracias a su misericordia. Dios lo ha hecho por su misericordia por nosotros. Es imposible que podamos convertirnos en hijos de Dios si no lo hacemos por la gracia de Dios. Todo esto es el amor de Dios. 
¿Debemos intentar cumplir la Ley de Dios aunque seamos débiles? ¿Debemos cumplir la Ley de Dios y hacer un esfuerzo mayor por ir ante la presencia del Señor? ¿O acaso debemos entender el significado y el objetivo de la Ley que Dios nos ha dado para entender el pecado y que somos pecadores y así desear obtener su misericordia? Esto es cierto, ¿no es así? Debemos darnos cuenta ante Dios de que somos pecadores y debemos buscar la misericordia de Dios. Pero ¿debemos intentar ser justos sin entender el objetivo de la Ley que Dios nos ha dado? 
Por tanto, lo importante es entender la Palabra. ¿Qué es el pecado? No creer en la Palabra de Dios es pecado, no reconocer la Palabra de Dios es pecado, y toda falta ante la presencia de Dios es pecado. No creer en esta Biblia como la Palabra de Dios es pecado. No creer e ignorar el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque lo entendamos, es pecado. 
La Palabra es Dios. Por tanto, no creer en la Palabra de Dios es un gran pecado. Así que todos debemos conocer a Dios a través de Su Palabra y debemos recibir la remisión de los pecados a través de la fe. Debemos recibir nuestra salvación solo al pensar según la Palabra de Dios y al creer según la Palabra. Entonces podemos recibir la remisión de nuestros pecados pesados a través de la fe solamente. 
Una persona se convierte en pecadora en el momento en que entiende la Palabra de Dios y la Palabra de la Ley. Una persona que reconoce la Ley de Dios se convierte en pecadora y busca la justicia de Dios al tiempo en que desea recibir la misericordia de Dios y librarse de todos sus pecados perfectamente al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta persona puede saber lo imperfecta que es cuando reconoce los mandamientos de Dios, que son la Palabra de Dios. Llega a entender que es pecadora ante la presencia de Dios. No alardea de su propia justicia porque haya cumplido unos pocos mandamientos. Cuando entendemos los 613 estatutos de las Escrituras podemos suplicar ayuda: «Dios, no he cumplido la Ley, pero no he cumplido esta otra Ley tampoco. Y Dios, no puedo cumplir tus mandamientos perfectamente. Dios, no puedo cumplir todos tus mandamientos. No puedo cumplirlos todos. Sálvame del pecado». Esa persona entiende que es pecadora y por eso busca la misericordia de Dios. No nos convertimos en pecadores por nuestras debilidades, sino que reconocemos que somos pecadores porque nacemos en este mundo como una masa de pecados. Y nosotros somos los únicos que tenemos estos pecados que se rebelan contra Dios. Los que reconocemos la Ley de Dios lo entendemos. 
¿Qué dijo Jesús? Dijo: «Lo que sale de una persona es lo que la contamina. Toda la comida que Dios nos da no puede contaminarnos. Todas las cosas del mundo están limpias». Y dijo: «Pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre». 
 
 

Los seres humanos son pecadores desde el principio

 
¿Qué significa nacer como descendientes de Adán? Esto significa que nacemos con pecados. Y cometemos pecados durante toda nuestra vida con el pecado que sale de nuestros corazones porque nacimos con este pecado. Toda la Ley de Dios y sus mandamientos son justos. No hay nada incorrecto en la Palabra de Dios. Por tanto, podemos saber que somos pecadores que se oponen completamente a los mandamientos de Dios cuando conocemos su Ley. Esta Verdad habla de la tendencia a pecar de los seres humanos, heredada del primer pecador, Adán. Por tanto, estas personas deben arrodillarse ante Dios y buscar su misericordia. Solo el amor de Dios puede dejarnos sin pecado. Los seres humanos solo pueden encontrar este amor de Dios. Llegamos a entender que no podemos hacer nada por nuestra cuenta y que no podemos reducir nuestros pecados y por tanto debemos buscar la misericordia de Dios y la salvación de su amor. Así que, debemos ir ante la presencia del Señor y arrodillarse ante Él incondicionalmente. Entonces debemos decir: «Señor, ten misericordia de mí». 
Recuerden lo que David dijo en las Escrituras: «Señor, soy justo si dices que soy justo según el juicio de la Palabra del Señor. Soy una masa de pecados si dices que soy un pecador y merezco ir al infierno. Pero seré justo si dices que soy justo. Recibiré la salvación si Dios me salva, e iré al infierno si Dios me manda al infierno. Señor, todo está en Tus manos». David reconoció la autoridad de Dios. 
Esta es una fe recta. Esta es la fe y la actitud correcta que puede recibir la remisión de los pecados. Algunos de ustedes dirán: «¿Por qué dices esto con tanto énfasis si nos lo dices todos los días?». Pero debemos entender correctamente qué es el pecado. 
He dicho que somos los descendientes de Adán, y sabemos que somos pecadores. Entonces, ¿hay lascivia en sus corazones o no? Sí. Pero ¿qué nos dice Dios? Dios nos dice que no cometamos adulterio. ¿Hay asesinato en sus corazones o no? Sí. Pero la Palabra nos dice que no asesinemos. Pero ¿tenemos el pecado de molestar a otras personas en nuestros corazones o no? Sí. La Palabra de Dios nos dice que honremos a nuestros padres, pero ¿honramos a nuestros padres correctamente? La Palabra de Dios es correcta. Somos personas malvadas cuando nos miramos a los ojos de la Palabra de Dios. ¿Es esto correcto o no? Es correcto. 
 
 

Entonces, ¿qué debemos creer para ser salvados de los pecados? 

 
Primero debemos convertirnos en una masa de pecados ante la presencia de Dios. Entonces podemos reconocer que somos pecadores ante Él. Somos pecadores, aunque hayamos hecho buenas obras hoy. De la misma manera, somos pecadores, aunque no hayamos hecho obras buenas. La gente es pecadora ante la presencia de Dios si nace en la carne humana y aunque no cometa ningún pecado o no haga nada malo, y no solo si ha cometido pecados con sus obras. Esto significa que los seres humanos están destinados a ir al infierno. ¿Creen que es verdad? 
Nosotros no nos convertimos en pecadores por nuestras obras malvadas, es decir, por cometer adulterio, robar, atacar a otras personas o molestarlas. Somos pecadores porque nacimos destinados a pecar. Somos pecadores que no pueden evitar ir al infierno porque nacimos con una naturaleza completamente opuesta a Dios. ¿Puede una persona que ha nacido con pecado decir que es justa porque esa persona que tiene un corazón asesino no haya asesinado o no haya robado aunque hurtó en su corazón? ¿Qué piensan de esto? Estoy diciendo que los seres humanos no son justos en su naturaleza. 
Las Escrituras nos dicen claramente que una fe orientada hacia la Ley es hipócrita. Jesús reprochó a los escribas y fariseos por ser hipócritas. Les dijo que su comportamiento era hipócrita. La gente peca durante toda la vida porque nace como una masa de pecados. Esta es la perspectiva correcta de Dios sobre los seres humanos. Pero algunas personas pueden decir: «Nunca he levantado la mano a nadie en toda mi vida y nunca he robado nada. Por tanto, no he pecado nunca y no soy un pecador» aunque han nacido como una masa de pecados. Pero están mintiendo a Dios, quien nos dice: «Sois una masa de pecados. Sois pecadores». Por eso somos pecadores que han nacido como una masa de pecados aunque no pequemos, y por tanto merecemos ir al infierno. Seguimos siendo pecadores aunque cumplamos la Ley un poco y obedezcamos los mandamientos un poco. No podemos evitar ir al infierno al final. 
Entonces, ¿qué deberíamos hacer? Debemos recibir la misericordia de Dios. Esto es lo único que podemos hacer. Podemos recibir la remisión de nuestros pecados solo si Dios nos redime de nuestros pecados; pero no podemos evitar ir al infierno por nuestros pecados si Él no los elimina. Este es el destino de los seres humanos. 
Está escrito: «Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén» (Romanos 11, 36). Todo lo que hay en este universo pertenece al Señor, a través de Él y por Él. Todas las cosas del universo han sido creadas por Dios. Y Dios también creó a los seres humanos. La razón por la que Dios creó a la humanidad es que quiso hacernos hijos suyos para que viviésemos con Él en el Reino de los Cielos. Dios nos creó para eso. Génesis 2 nos habla de esto. Además nos habla de cómo nos convertimos en hijos de Dios, y de que eso no depende de nuestras obras, sino de su amor y su gracia unilaterales. ¿Verdad?
 
 

La gente que reconoce la Palabra de Dios admite que es pecadora completamente

 
La gente reconoce sus pecados y que no puede evitar ir al infierno haga lo que haga. Y este tipo de personas que reconocen la Palabra al final entienden que son el pueblo justo por la Palabra de Dios. Por tanto, ignorar la Palabra y no reconocerla es pecado. La gente que comete este pecado sigue siendo pecadora para siempre. Pero los que reconocen la Palabra de Dios se convierten en pecadores primero y después en justos. Esto es lo que significa nacer de nuevo a través de la Palabra de Dios. Esto es lo que significa estar revestido de la gracia de Dios. 
¿Qué es el pecado? No reconocer la Palabra de Dios e ignorarla. En Marcos 7 Jesús nos habla claramente sobre el pecado. A través de esta ilustración del error de los fariseos y los escribas, Jesús definió claramente lo que es el pecado. 
Dios quiso que los seres humanos que fueron creados por Dios fueran pecadores primero al reconocer la Palabra de Dios y después se convirtieran en personas justas al creer en Su Palabra de salvación por fe. Esto significa que Dios quiso cumplir su plan para nosotros perfectamente porque es nuestro Creador. Por tanto, si una persona ignora la Palabra de Dios y no la reconoce, esa persona se convierte en la persona más pecadora del mundo que merece ir al infierno. Por eso debemos entender la Palabra de Dios correctamente. Debemos entender correctamente qué es el pecado. Quiero repetir esto. Solíamos estar destinados a morir, pero nos convertimos en gente justa cuando reconocimos y creímos en la Palabra de Dios. 
Leamos Gálatas 3, 10-11: «Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá». ¿Qué dice este pasaje? Dice que la gente que está bajo las obras de la Ley está maldita. La gente que todavía intenta con todas sus fuerzas cumplir la Palabra de Dios, la Ley de Dios, con sus obras, está maldita. Este pasaje nos dice que los que intentan limpiar sus pecados ofreciendo oraciones de penitencia y mediante buenas obras están bajo la maldición de Dios. 
Está escrito: «Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Romanos 3, 20). Dios nos dio la Ley para que supiésemos qué es el pecado. Dios no nos dio la Ley porque pensara que la podíamos cumplir. Entonces, ¿por qué nos dio la Ley si no espera que la cumplamos? Nos dio la Ley para que conociésemos nuestra naturaleza pecadora. Esta es la razón por la que nos Dios la Ley. Por tanto, es un grave pecado no reconocer la Palabra de Dios. 
Entonces se pueden preguntar: «¿Cómo puede ser un pecado vivir según la Palabra de Dios?». Por supuesto, temer a Dios e intentar obedecerle no es algo malo. Sin embargo, Dios dijo que el corazón de un ser humano tiene asesinato, adulterio y orgullo. Y es arrogante pensar que podemos cumplir la Ley cuando tenemos un corazón tan malvado. Entonces, ¿qué tipo de persona recibe la salvación de los pecados ante la presencia de Dios? Una persona que cree en la Palabra de Dios, que reconoce la Palabra de Dios, alguien que quiere recibir la remisión de los pecados de Dios al reconocer su Palabra, ha recibido la salvación de todos sus pecados. Solo estas personas pueden convertirse en el pueblo de Dios y en hijos Suyos para ir al Reino de los Cielos. Nosotros recibimos la salvación de los pecados solo cuando creemos en toda la Palabra de Dios. 
Recibimos todas las bendiciones de Dios solo al tener fe en su Palabra. Recibimos la salvación al creer en la Palabra de Dios y no al cumplir la Ley. Solo estas personas pueden recibir la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos da. Pero la mayoría de los cristianos actuales intentan cumplir la Ley aunque Dios nos la ha dado para que entendamos nuestra naturaleza pecadora. La mayoría de los cristianos son así. La noción de intentar cumplir la Ley es loable, pero hay que saber que Dios nos dio la Ley para que supiésemos qué es el pecado (Romanos 3, 20). Es decir, hay que deshacerse de los pensamientos arrogantes de creer poder cumplir la Ley. Solo entonces podemos recibir el amor misericordioso de Dios. Déjenme decir esto de nuevo: primero tienen que deshacerse de su arrogancia para poder recibir la remisión de los pecados. 
Dios dice que los que intentan cumplir la Ley y los que hacen las obras de la Ley están malditos. Dios dice que la gente que cree que puede santificarse y ser justa para entrar en el Reino de los Cielos al vivir según la Palabra de Dios está bajo la maldición de Dios. Pero piensan: «Yo creo en Dios como mi Salvador, pero debo vivir según la Palabra». 
Entonces, ¿se convierte en justa la gente al vivir según la Palabra de Dios? No. Deben reconocer que son pecadores mediante la Palabra de Dios. Primero deben convertirse en pecadores que no pueden evitar ir al infierno por sus pecados. Entonces se convierten en personas perfectamente justas a través de la fe en la Palabra de Jesucristo. Por eso Dios estableció el Evangelio del agua y el Espíritu que nos salva del pecado a través de la ley de la fe. Dios nos salvó de los pecados a través de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, no a través de las obras de cualquier ser humano. Dios decidió darnos esta salvación para librarnos de todos los pecados del mundo. 
Es un pecado no reconocer la Palabra de Dios que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Por qué no pueden recibir la remisión de los pecados los pecadores cristianos? Porque no han recibido la remisión de los pecados, no han reconocido la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de la que Dios ha hablado. Los que hemos recibido la gracia de Dios, hemos recibido la remisión de nuestros pecados porque hemos reconocido su Evangelio del agua y el Espíritu aunque seamos seres humanos débiles. 
Las Escrituras nos dicen: «Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada» (Mateo 24, 41). Entonces, ¿seguirá moliendo la mujer que es dejada? Por supuesto que sí. ¿Por qué será una tomada y la otra dejada? Porque la que es tomada ha escuchado la Palabra de Dios que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu y ha creído en ella. Pero la persona que es dejada fue rechazada por hacer las obras de este mundo e intentar cumplir la Ley. Por eso esa persona va al infierno. 
Entonces, ¿por qué fue rechazada? Porque intentó cumplir la Ley de Dios, la Palabra de Dios, en vez de creer en ella. Intentó ser perfecta ante Dios con un corazón arrogante en vez de creer en su Palabra. Esto significa que esa persona irá al infierno por intentar retar a Dios con su corazón arrogante. 
Cuando nos pican los bichos, nos los quitamos de encima con las manos. De la misma manera los humanos irán al infierno cuando intenten acercarse a Dios con sus obras en vez de creer en su Palabra de salvación ante la presencia Divina. Dios se quita a los humanos de encima cuando intentan cumplir la Ley con un corazón arrogante. Manda a esta gente al infierno. Por tanto, ustedes también irán al infierno cuando intenten acercarse a Dios rebelándose contra su justicia. ¿Lo entienden? 
Las Escrituras dicen: «Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas» (Gálatas 3, 10-12). ¿Qué dice esto? Sí, dice que los justos vivirán por fe. Entonces, ¿cómo puede una persona ser justa? Las personas se hacen justas cuando viven por fe. Los justos viven por fe aunque sus obras no sean perfectas. Como está escrito: «Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque» (Eclesiastés 7, 20), no somos justos porque no hayamos pecado. 
Intentar cumplir la Palabra de Dios en vez de creer en ella es pecado. No reconocer la Palabra de Dios es pecado. Lo diré de nuevo. No creer en la Palabra de Dios es un pecado que envía a los pecadores al infierno. Quiero que sepan que esto es un gran pecado. 
No podemos cumplir la Palabra de Dios correctamente porque somos descendientes de Adán. Es fácil creer en la Palabra de Dios, pero es muy difícil cumplirla porque pecamos durante toda nuestra vida después de haber nacido con pecados en nuestros corazones. Por tanto, no hay ni un poco de esperanza para los seres humanos. No hay esperanza en nosotros mismos porque no podemos evitar pecar. La única esperanza para nosotros es creer en Jesucristo que nos salvó de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos esperanza en Él solamente. Por tanto, hemos recibido la salvación de los pecados al creer en Jesucristo, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Creemos que ha borrado todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y además ha borrado todos los pecados del mundo. Hemos recibido la salvación de todos los pecados a través de la fe en Jesucristo. 
¿Son insuficientes? Sí. ¿En qué estado se encuentran ahora? ¿Se han convertido en justos a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Sí, se han convertido en justos. ¿Se han convertido en justos a través de sus obras? ¿Se han convertido en justos a través de la Ley? ¿O se han convertido en justos por intentar vivir según la voluntad de Dios? No. Se han convertido en personas justas a través de la fe en la Palabra de Dios. 
Aunque la Palabra de Dios de justicia fue predicada a todos de la misma manera, algunas personas creyeron en la Palabra y otras no. Los que no creyeron fueron al infierno y los que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu se convirtieron en hijos de Dios y fueron al Cielo. El que se negasen a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu significa que no reconocieron la Palabra de Dios. Intentar vivir según la voluntad de Dios aunque no se crea en ella es arrogancia. Las Escrituras hablan de esto. 
Debemos librarnos de nuestra propia justicia. Podemos volver al seno de Dios cuando reconocemos que somos pecadores ante la presencia de Dios y reconocemos el Evangelio del agua y el Espíritu con fe sabiendo que no podemos evitar ir al infierno. Debemos entender esta Verdad de cómo Dios nos salvó con su Palabra y aferrarnos a ella por fe. Debemos recibir la gracia de la remisión de los pecados a través de la fe. 
Hemos recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios. Por tanto, debemos dar gracias a Dios. Debemos convertirnos en personas justas a través de la Palabra de Dios, no a través de nuestras obras. No debemos convertirnos en personas justas al intentar cumplir la Palabra de los mandamientos, sino por la fe. Debemos convertirnos en justos por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.