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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 10-4] La fe de Bartimeo, el mendigo ciego (Marcos 10, 46-52)

La fe de Bartimeo, el mendigo ciego(Marcos 10, 46-52)
«Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino». 
 
 
Les doy la bienvenida a todos. Del 21 al 24 de septiembre hubo una reunión de renacimiento espiritual en esta ciudad y fue bendita por el Señor. El título de la reunión era La remisión de los pecados que se recibe solamente a través de la Palabra. Entre los presentes en esa reunión con la gracia de Dios, estuvieron la hermana Hyesook Heo, su madre y su hermana, y el hermano Sungrok Hong. Aunque algunos de sus familiares probablemente no hayan recibido la remisión de los pecados, Dios nos ha dado la oportunidad de predicar su Evangelio a estas cuatro personas. La hermana Heo no ha podido venir hoy, pero me complace decirles que se regocijó por el Evangelio del Señor, y compartí su gozo cuando dijo: «Ahora sé lo que significa creer en Jesús de verdad». Como todavía es joven en la fe, seguramente no conoce el significado completo y detallado de la salvación que Dios ha cumplido con el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero sí entendió claramente que ya no tenía más pecados, así que estoy seguro de que su mente llegará al conocimiento completo pronto. Aunque dijo que seguirá yendo a su iglesia por ahora, si viene a nuestra Iglesia aunque sea una vez al mes, se dará cuenta de lo que es la Palabra de Dios completamente. El Espíritu Santo que vive en su corazón le enseñará claramente que el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio. 
 
 

Siempre es genial ir a reuniones de resurgimiento para predicar el verdadero Evangelio

 
Como la reunión tuvo lugar en el curso de varios días, fue bastante agotador físicamente prepararla, pero la obra de Dios que hicimos en esta ocasión valió la pena. Muchas almas vinieron a estas reuniones después de haber leído los folletos que distribuimos y los carteles que colgamos. Y estas personas escucharon el Evangelio del Señor y muchas recibieron la verdadera remisión de los pecados en sus corazones. Estoy seguro de que Dios les mantendrá firmes en nuestra Iglesia, porque los que han recibido la remisión de los pecados saben que su sabiduría es completamente inútil ante Dios por muy sabios que sean, si no viven en la Iglesia de Dios por fe. Pídanle a Dios que lleve a estos nuevos creyentes por el buen camino para que estén firmes en el Evangelio del agua y el Espíritu cuanto antes posible. 
Queremos seguir haciendo estas reuniones en el futuro. El tema de las reuniones será diferente. Otras iglesias que sólo hacen estas reuniones una o dos veces al año se preguntan por qué hacemos tantas, pero nosotros las haremos todas las veces que podamos hasta que el Señor vuelva a este mundo. Anunciaremos a toda ciudad y aldea que estamos predicando la Palabra de Dios. A nuestros críticos y enemigos les haremos escuchar el Evangelio de la Palabra del Señor. 
Para esto debemos hacer varias compras la semana que viene. Cuesta dinero hacer estas reuniones, ya que debemos pagar la calefacción en inverno, por ejemplo, y me gustaría que orasen diligentemente por esto durante toda la semana para ver qué pueden hacer por el Señor, y que consideren la posibilidad de hacer donaciones económicas. Sería bueno que diesen voluntariamente para el ministerio del Señor. Así que les pido que se decidan a servir al Señor con lealtad y que prediquen su Evangelio diligentemente, y que se unan a nosotros en las donaciones de la semana que viene. 
Además, los sermones predicados durante la semana pasada se han grabado. Como el tema de la reunión fue el Evangelio, los sermones no tratan directamente los problemas que surgen en las vidas diarias de los santos, pero cualquiera que desee tener las grabaciones puede pedírselas al hermano Wongi Choi, un estudiante de nuestra Mission School. Se las dará gratuitamente. Y antes de que termine el año, vamos a establecer iglesias en varias regiones de Corea, incluyendo Wonjoo, así que les pido que oren por esta obra todo lo que puedan. 
Ayer pasé todo el día descansando. Creo que puedo decir que todos los que estábamos en la reunión estamos muy cansados al final de los eventos. Durante la reunión no estaba cansado para nada, pero cuando terminó me sentí tan cansado que casi no me podía levantar, así que me tumbé y descansé todo lo que pude. La reunión terminó el jueves, y después me tomé el viernes y el sábado de descanso. Quizás haya sido demasiado tiempo, ya que mi rutina se ha visto interrumpida. Esta mañana, cuando estaba copiando los boletines de la iglesia, he cometido algunos errores que se podían haber evitado y he malgastado papel. Pero cuando vuelva a mi rutina, sé que todo volverá a la normalidad. 
En nuestra Iglesia, el hermano Jaedong Park transcribe todos los sermones palabra por palabra, en vez de resumirlos, y en un mes habrá suficientes sermones para publicar otro libro. Hay una gran diferencia entre escuchar un sermón una sola vez y leerlo detenidamente por escrito. Aunque sea aburrido escuchar o leer un sermón que acaban de escuchar, si lo leen de nuevo, cuando su corazón está cansado, verán cómo el sermón fortalece sus corazones y lleva sus mentes a Dios. 
 
 

Somos seres frágiles ante el Señor

 
Este mundo intenta robar nuestros corazones constantemente, pero si libramos nuestra batalla espiritual por el Señor, todavía podemos vivir en el Señor. Sin embargo, si no luchamos nuestras batallas espirituales, nuestra carne se hará más débil y caeremos en este mundo. Por eso tenemos reuniones de resurgimiento continuamente, para darles fuerzas espirituales. Les pido que oren por eso. Esta última reunión no tuvo mucho público, incluyendo a nuestros hermanos y hermanos que han nacido de nuevo recientemente y los estudiantes de la Mission School. Pero les pido que no se pierdan ninguna reunión en el futuro. Si se pierden una semana en nuestra Iglesia, serán como extraños para nosotros. Es muy importante venir constantemente. No importa que estén por delante o por detrás ahora, porque si se pierden unas cuantas reuniones de culto, estarán muy atrasados. Esta es la diferencia de tener el deseo de ir corriendo haciendo el Señor y vivir por Él. 
Quiero aprovechar esta oportunidad para presentarles a un nuevo miembro de nuestra Iglesia. Por favor, den la bienvenida a esta hermana con un gran aplauso. Hace poco se mudó a un complejo de apartamentos cercano, y como ha recibido la remisión de los pecados merece ser llamada hermana. Cuando esta hermana se mudó, me cambió su televisión con video por la televisión que tengo en casa. Quiero utilizarla en las reuniones de resurgimiento. Hasta ahora no teníamos nada que hacer con una videocámara, aunque la tuviésemos, pero como ahora Dios nos ha dado una televisión con video, creo que nos está diciendo que la utilicemos en las reuniones de resurgimiento. También creo que el hecho de que Dios nos diese una fotocopiadora indica que quiere que trabajemos más aún en nuestro ministerio literario. Así que vamos a tener diferentes formatos en nuestras reuniones de resurgimiento. 
Como hemos dicho anteriormente, la semana que viene les pediré que hagan algunas ofrendas para las reuniones de resurgimiento. La semana que viene todos debemos orar mucho y servir al Señor diligentemente. Necesitamos varios tipos de equipo y materiales para las reuniones, incluyendo calefacción y tóners de tinta para la fotocopiadora. No hay nada más trágico que no poder hacer lo que debemos hacer para servir al Señor porque no tenemos recursos económicos. 
Recientemente, mientras leía Romanos 11, 36, oré a Dios de la siguiente manera: «Señor, llena nuestras arcas con millones de dólares para que podamos hacer tu obra, y para que nunca estemos impedidos para servirte por falta de recursos». Como todo lo que hay en el mundo pertenece al Señor, estoy seguro de que si necesitamos recursos materiales para predicar el Evangelio, Dios nos los proporcionará. Estoy seguro de que el Señor lo resolverá todo para que siempre podamos predicar su Evangelio sin que nos falten recursos económicos. Ya son las 11:30 A.M. Voy a terminar mi largo prólogo aquí y a empezar a hablar del pasaje de las Escrituras de hoy. 
 
 

Bartimeo, el mendigo ciego

 
Está escrito en Marcos 10, 46-47: «Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!». 
Un hombre ciego llamado Bartimeo aparece en este pasaje. En este mundo hay muchas personas ciegas como Bartimeo. ¿Cómo son sus vidas? En primer lugar, no pueden ver la belleza de este mundo. No pueden apreciar la belleza maravillosa del dominio material que Dios creó, desde el cielo azul oscuro del otoño hasta los pinos verdes, los mares profundos, y las flores silvestres que florecen en el campo; y tampoco pueden alabar a Dios por todas estas cosas bellas. Sus vidas son muy incómodas e incoherentes. 
Como los ciegos no pueden ver, confían en su tacto, y este sentido es tan sensible que con un bastón pueden saber la diferencia entre la calzada y la acera. Algunas personas ciegas pueden incluso montar en bicicleta como nosotros. Saben como ir en bicicleta mediante los sentidos que tienen y calculando cuántas veces tienen que pedalear hasta girar; pero están limitados a cierta distancia. A pesar de su gran sentido del tacto, no poder ver es muy difícil y triste. Los ciegos podrían estar mejor preparados para lo que les espera si pudiesen ver, pero como solo pueden confiar en el tacto, es inevitable que cometan errores cuando hay el menor cambio en su alrededor. 
Para los que tenemos dos ojos que ven perfectamente puede resultar difícil identificarse con la historia de Bartimeo. Podemos pensar que es una historia sobre un hombre ciego que abrió sus ojos. Sin embargo, en esta historia Dios nos está diciendo mucho más. En primer lugar, debemos estar agradecidos porque podemos ver, y porque podemos utilizar nuestra percepción para discernir, entender y prepararnos. Si consideramos que algunas personas nacen siendo ciegas, el hecho de que tenemos dos ojos que funcionan perfectamente es una gran bendición. Por supuesto, hay personas que son ciegas espiritualmente, pero el hecho de haber nacido con vista es algo de lo que debemos estar eternamente agradecidos al Señor. 
Imaginemos que nacimos siendo ciegos. Si estuviesen aquí sentados siendo ciegos, estarían prestando mucha atención a este sermón. Escucharían esto esperando un pequeño milagro y pensando que quizás podrían abrir los ojos si escuchan con atención. Puede parecer difícil apreciar esto ya que sus ojos están abiertos, pero cuando este pasaje se le predica a los ciegos, muestran mucho interés. Debemos prestar mucha atención porque este pasaje no solo es para los que son ciegos físicamente. 
 
 

El hombre ciego llamó a Jesús, «Jesús, Hijo de David»

 
Los sucesos descritos en el pasaje de las Escrituras de hoy tuvieron lugar cuando Jesús y sus discípulos pararon en Jericó de camino a Jerusalén. Volvamos por un momento a los versículos 33 y 34: «He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará». El Señor les dijo a los discípulos algo muy importante, es decir, que iría a Jerusalén, sería crucificado y se levantaría de entre los muertos al tercer día. 
Pero, ¿cómo reaccionaron los discípulos de aquel entonces? Está escrito: «Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda». Aunque el Señor les estaba hablando del sacrificio de la muerte que sufriría para cumplir la obra de salvación y darles la vida eterna, los discípulos solo estaban interesados en tener cargos de poder, y por eso le dijeron: «Permítenos sentarnos en tu gloria. En tu opinión, ¿quién es el mayor entre nosotros?». A pesar de que caminaron con Jesús, su Salvador, sus corazones no estaban puestos en lo mismo que el Señor deseaba. Así que pueden imaginarse lo triste que nuestro Señor debió estar en su corazón. 
Los dos discípulos que le pidieron a Jesús que les permitiera sentarse a su derecha y a su izquierda eran Jacobo y Juan. Estos eran dos de los mejores discípulos de Jesús, considerados hombres de buena fe. Junto con Pedro y Andrés, eran los más apreciados por Jesús. El único consuelo es que Pedro no se involucró en esta conversación, pero probablemente estaba pensando lo mismo. Jacobo y Juan se adelantaron y hablaron con Jesús antes: «Vamos a ser los primeros en pedirle a Jesús que nos dé cargos de poder cuando se cumpla Su Reino». 
Después de este episodio, Jesús y los discípulos llegaron a Jericó. ¿Recuerdan lo que ocurrió en Jericó en el Antiguo Testamento? ¿Conocen la ciudad de Jericó? ¿Quién recibió la remisión de los pecados en esta ciudad? Jericó es el lugar donde la prostituta Rahab recibió la remisión de los pecados. La palabra Jericó significa aroma, fragancia, o el mundo, y es una ciudad situada por debajo de Jerusalén, que está en las montañas. 
Jesús estaba pasando por esta ciudad de camino a Jerusalén y en esa ciudad había un mendigo llamado Bartimeo. Estaba sentado pidiendo dinero en el camino por el que viajaba el Señor. Entonces Bartimeo, el mendigo, oyó que Jesús iba a pasar por allí. Para ver lo que hizo pasemos a Marcos 10, 47: Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!». Como está escrito aquí, Bartimeo le gritó al Señor. Si no hubiese gritado y le hubiese pedido a Jesús que tuviese misericordia de él, Jesús habría pasado de largo y la Biblia habría dicho: «Entonces Bartimeo pasó el resto de su vida mendigando». Pero Bartimeo gritó al Señor y Él le escuchó, y como resultado volvió a ver. 
Esta historia de cómo Bartimeo pudo abrir sus ojos tiene un significado profundo para nosotros. ¿Creen que Bartimeo, el mendigo, podría haber abierto los ojos si hubiese sido demasiado tímido? Por supuesto que no. No hizo caso de lo que los demás pensaban, y gritó claramente: «Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí». ¿Era Bartimeo un hombre educado? Es bastante imposible, ya que entonces no había escuelas para los invidentes, y por eso parece que dejó de lado las formalidades y gritó para pedir ayuda desde su corazón. Los que se consideraban educados en aquel entonces llamaban a Jesús, Jesús de Nazaret, refiriéndose a su ciudad natal, pero Bartimeo no se refirió a Nazaret y le llamó Jesús, Hijo de David. No sabía que Jesús había crecido en una ciudad pequeña llamada Nazaret, sino que había oído que era el Salvador que había nacido del linaje de David. 
Esto es cierto. Como está escrito: «No será quitado el cetro de Judá» (Génesis 49, 10), Dios dijo que de los doce hijos de Jacob, nacerían reyes de la casa de Judá constantemente. Así que los descendientes de Judá fueron la tribu más importante entre el pueblo de Israel. David nació de este linaje, y Jesús también era descendiente de David. Dios había prometido a través de los profetas que el Salvador nacería de un linaje real, y Bartimeo, que había oído hablar de esto, creyó en Él. Y con esta fe que tuvo durante toda su vida, un día oyó que Jesús iba a pasar cerca de él. 
Como Bartimeo creyó en su corazón que Jesucristo, que vino como descendiente de David, era el Mesías, tuvo valor suficiente para llamarle por su nombre, y así Jesús pudo abrirle los ojos. Cuando llamó a Jesús gritando, los discípulos probablemente le dijeron: «¡Cállate! ¿Quién crees que eres? Eres un mendigo. ¿Qué crees que vas a hacer si conoces a Jesús? ¡Cállate! Jesús tiene más personas que conocer. No intentes nada raro y vete». Pero, ¿qué hizo Bartimeo? La Biblia dice que gritó aún más. Tenía mucho valor. Si de verdad quieren ayuda, deben ser tan valientes como Bartimeo. Si lo que dicen los demás les intimida, no podrán encontrar a Jesús. Así que Bartimeo gritó aun más: «¿Quién sois vosotros para pararme? Quiero ver al Hijo de David. ¿Por qué me estáis parando? Fuera de aquí». 
Como Bartimeo era ciego, no podía ver nada, pero aún así intentó llegar a Jesús. Entonces Jesús escuchó su voz, se quedó quieto y les dijo a sus discípulos que le llamasen. Cuando los discípulos fueron a llevar al hombre ciego, se quitó las vestiduras, saltó y fue hacia Jesús. Y Jesús le preguntó si quería volver a ver, y que su fe le había salvado. El resultado de todo esto está en la Biblia: Bartimeo recuperó su vista. 
Para un mendigo ciego como Bartimeo, sus vestiduras son la posesión más preciada. Para un mendigo, su bote para pedir dinero también es una posesión preciada, aunque para nosotros no signifique nada. Sin el bote un mendigo no puede conseguir comida, y por eso es un medio de vida. Un mendigo también necesita vestiduras para protegerse de los elementos, pero cuando Bartimeo oyó que Jesús le estaba llamando, lo dejó todo de lado, incluyendo sus vestiduras y el poco dinero que tenía y fue corriendo hacia Jesús. 
Era un hombre valiente. Si de verdad quieren encontrar a Jesús deben tener tanta pasión como este hombre. Sin este tipo de valor y decisión de Bartimeo, no podrán encontrar a Jesús. Muchas personas también desean conocer a Jesús, pero si de verdad quieren conocerle, primero deben deshacerse de lo que están impidiendo que le conozcan, de la misma manera en que Bartimeo gritó aún más alto cuando le dijeron que se callase. 
Además en Marcos 2, hay un suceso similar en el que cuatro hombres intentaron llevar a un paralítico a Jesús pero la multitud de personas de alrededor se lo impedía. Había tantas personas que casi no se podía dar ni un paso, pero si el paralítico y los cuatro hombres que lo llevaban se hubieran rendido, el hombre no podría haberse curado y habría seguido paralizado durante el resto de su vida. Sin embargo, los cuatro hombres que llevaban al paralítico empujaron a la multitud, subieron a un tejado, lo abrieron y bajaron al paralítico en su cama hasta Jesús para que pudiera verle. Y así el paralítico fue curado de su discapacidad. 
Podemos encontrar la misma insistencia en el pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando Bartimeo llamó a Jesús, no solo la gente de alrededor, sino que también los discípulos de Jesús, le dijeron que se callase. Le dijeron: «¡Cállate! Eres un mendigo, ¿cómo te atreves a gritar tanto?». Pero Bartimeo siguió gritando aún más. Entonces Jesús lo vio y se dio cuenta de que había muchas personas intentando evitar que llegase a Él. Cuando el Señor les dijo a los discípulos que le trajesen a Bartimeo, este se quitó las vestiduras, dejó su bote y todo lo que tenía para ir a Jesús. 
El Señor le preguntó: «Qué quieres que haga por ti?». El hombre ciego le contestó diciendo: «Quiero recuperar la vista». Cuando Bartimeo se presentó ante Jesús, no le pidió dinero, ni vestiduras caras, ni una casa. Su único deseo era poder abrir los ojos en la presencia de Jesús, el Hijo de David. 
Comparado con los deseos de los discípulos que sólo querían poder y altos cargos, la petición de Bartimeo era muy honrada. Imaginen lo increíble que es para un ciego recuperar su vista, ver este mundo bello que Dios ha creado e ir a su Reino. Bartimeo no quería nada más que abrir los ojos. Aunque este hombre era un vagabundo ciego, hizo todo lo posible por conocer a Jesucristo. Si hubiese dejado de intentar conocer a Jesús sólo porque la gente se lo impedía, o si le hubiese pedido otra cosa, nunca habría abierto los ojos. Sin embargo, le dijo a Jesús que quería abrir los ojos y Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Jesús abrió sus ojos porque tenía coraje y fe. 
 
 

¿Eran mejores que el mendigo ciego los que veían perfectamente? 

 
La gente de aquel entonces veía perfectamente. Y con estos ojos veían a Jesús pasar bien. Sin embargo, el hombre ciego fue el que corrió hacia Jesús y le pidió que le abriese los ojos, y su deseo fue concedido. El ciego Bartimeo representa a todos los pecadores que nacen ciegos espiritualmente. Por tanto la verdadera lección de esta historia es que todos los pecadores pueden recibir la remisión de los pecados por la Palabra del poder que Jesús nos ha dado. Deben entender aquí que nadie tiene pecado, ya crea en Jesús o no. 
Muchas personas no entienden esto, pero pueden proclamarlo por fe. Hay gente sin pecado. De la misma manera en que nacieron con los ojos abiertos, también nacieron con los pecados redimidos. Sin embargo, muchas personas viven siendo ciegas espiritualmente como si tuvieran pecados cuando en realidad no tienen pecados. Los que no conocen la realidad de Dios piensan que sólo hay pecadores en este mundo. Si hay personas así en este mundo, deben tener coraje como Bartimeo y recibir la remisión de los pecados del Señor. 
Todos los pecados del mundo han desaparecido gracias a Jesús. Estamos viviendo en un mundo de luz sin pecados. Sin embargo, muchas personas siguen viviendo con sus pecados porque no pueden abrir los ojos en su estado de depresión. Como creen que tienen pecados, ¿no creen que estarán en un estado de oscuridad, depresión y desesperación? ¿No creen que estarán frustrados por tener pecados en este mundo? 
Hay una gran diferencia entre los que viven con los ojos abiertos y los que viven con los ojos cerrados. Los que han abierto los ojos piensan que este mundo es un lugar bello. Saben que este mundo que Dios ha creado es bello y bueno. Pero los que no han abierto los ojos piensan lo contrario. Para ellos este mundo es un lugar oscuro, deprimente y triste. 
Los que han abierto los ojos espirituales creen que Jesucristo ha borrado todos los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, y confirman en sus corazones que están sin pecados. Pueden vivir con gozo en este mundo ya que todos sus pecados han desaparecido. Pero los que creen que todavía tienen pecados en sus corazones no pueden evitar vivir con frustración, sufrimiento y oscuridad. Sin embargo, la humanidad no tiene pecados. No hay pecados en este mundo. Como estamos viviendo en un mundo sin pecados, nosotros tampoco tenemos pecados. 
Cuando alguien me pregunta: «Pastor, ¿no tienes pecados?» yo les contesto con seguridad: «Por supuesto que no tengo pecados». Como mi respuesta sale tan naturalmente, algunas personas reaccionan de manera adversa. El que no tenga pecados no significa que no peque más, sino que aunque cometa pecados, el Señor cargó con todos mis pecados y fue condenado por ellos, y por lo tanto ya no tengo ningún pecado. Y como no tengo pecados puedo reír y alabar al Señor incluso en las circunstancias más difíciles. Así es como puedo vivir mi vida. 
Cuando el mendigo Bartimeo era ciego, es decir, cuando era pecador, ¿Qué tan miserable creen que era su vida? Las cosas normales que no apreciamos a diario, serían una montaña para él, incluso cosas tan mundanas como ir al baño y comer. Sin embargo, cuando conoció al Señor, abrió los ojos y recibió la remisión de los pecados para la salvación, todo se hizo más fácil. 
Lo mismo nos pasa a nosotros. Cuando recibimos la remisión de los pecados, todas las dificultades del pasado desaparecen. Por supuesto todavía hay veces en que estamos deprimidos, tristes y frustrados, pero ¿acaso la vida es así? ¿Deben sufrir así nuestras almas? No, por supuesto que no. Como personas que han recibido la remisión de los pecados por el Señor, ya no somos así. Debemos darnos cuenta de que cuando sintamos que este mundo es deprimente y oscuro, esto no es verdad, sino que el Diablo está intentando engañarnos. Somos las personas que han abierto los ojos del alma. Somos personas justas. Es tan maravilloso vivir en este mundo con los ojos abiertos, caminar con el Señor, y vivir por Él, y estoy seguro de que Bartimeo, quien fue salvado por el Señor, también vivió el resto de su vida feliz con los ojos abiertos. 
 
 

El que hayamos abierto nuestros ojos espirituales no significa que las circunstancias del resto de nuestras vidas han cambiado completamente

 
Nuestro punto de vista ha cambiado. Antes, sólo podíamos saber que una flor era una flor al tocarla, pero ahora podemos verla con los ojos. Mis queridos hermanos, si alguien recibe la remisión de los pecados y abre sus ojos espirituales por completo a través del Señor, su corazón cambiará totalmente, aunque las circunstancias naturales de su alrededor creadas por Dios sigan igual y su apariencia física sea la misma. Como esta persona ha abierto los ojos, si hace un esfuerzo, podrá vivir una vida maravillosa en este mundo oscuro, llevar a muchas personas a Jesucristo y hacer que el resto de su vida valga la pena. Creo que Dios nos dará esta vida como se la dio a Bartimeo. 
Mientras vivimos en este mundo, si creemos en nuestros corazones que no hay pecado en este mundo, podemos vivir felices en una luz brillante. Cuando nos damos cuenta de que no hay pecado, este mundo se convierte en un lugar bello y limpio. Sin embargo, si creen que este mundo está lleno de pecados, entonces es un lugar oscuro, deprimente, sucio y difícil de vivir. La fe de nuestros corazones hace que todo sea diferente. Este mundo es un lugar difícil y deprimente no solo para los que no han recibido la remisión de los pecados, sino también para los que sí la han recibido. Sin embargo, los que han recibido la remisión de los pecados a través del Señor, los que han abierto los ojos espirituales, saben que no hay pecado en este mundo y por tanto lo ven como un mundo bello. Piensen en esto. Piensen en el cielo azul, las estrellas brillantes y todas las criaturas, las flores que florecen sin que nadie se lo diga, y la cosecha abundante en otoño. ¿No ven lo maravilloso que es este mundo? Nuestra visión del mundo debe cambiar de esta manera. 
Entre las personas que insisten que han recibido la remisión de los pecados, hay personas que viven una vida patética porque piensan que hay pecados en este mundo. Incluso después de haber abierto los ojos espirituales a través del Señor, juzgan al mundo como cuando eran ciegas, y por eso no pueden ver la verdadera belleza del mundo. En otras palabras, no pueden vivir en un mundo espiritualmente brillante. Nosotros debemos darnos cuenta de que estamos viviendo en un mundo bello y maravilloso. 
Sin embargo, si todavía hubiese pecados, ¿cómo de sucio estaría este mundo? No tendríamos esperanza en este mundo ya que veríamos a todo el mundo, incluyéndonos a nosotros, como una montaña de pecados. Debemos tener el verdadero punto de vista del mundo. Ya no hay pecados. No hay pecados en este mundo. Si piensan que hay pecados, no es verdad, sino que están siendo engañados por el Diablo. Esto significa que tienen los ojos del Diablo y siguen siendo espiritualmente ciegos, aunque ya no haya pecados. Hay una gran diferencia entre ser ciego espiritual y abrir los ojos espirituales para ver que no hay pecados en el mundo. Para los que saben que no hay pecados en el mundo, la condición de sus corazones es completamente diferente de la de los que creen que este mundo está lleno de pecados. Mis queridos hermanos, les pido que se den cuenta de que hay una gran diferencia entre los que viven por fe y los que viven con los ojos espirituales cerrados. 
¿Qué tan miserable era Bartimeo cuando era ciego? ¿Y cómo de deprimentes son las vidas de la gente que todavía no ha abierto los ojos espirituales? Solo están interesados en ganar dinero cómodamente. Y hagan lo que hagan, no hay belleza en sus corazones. El único gozo de sus vidas es llenar sus estómagos y hablar de los demás a sus espaldas. No tienen ojos espirituales para ver el mundo claramente. No ven la belleza. 
Pero en realidad, ¿Qué tan maravilloso es este mundo? ¿Qué tan bello lo ha creado el Señor? ¿Qué tan felices y benditos nos ha hecho? Dios ha creado este mundo y el siguiente con belleza. Ha creado este universo con belleza, tanto los cielos como la tierra. Bartimeo había vivido en un mundo oscuro y deprimente, pero cuando encontró la Verdad, abrió los ojos y vio la belleza de la creación de Dios. De la misma manera, en vez de mirar el mundo con pesimismo, debemos tener ojos espirituales para ver la belleza del mundo. 
Aunque éramos ciegos, ahora hemos abierto los ojos. Esta es la verdad. Creer que no tenemos pecados es creer en la verdad. A pesar de tener ojos de la carne, todos éramos ciegos espiritualmente. Pero ahora que hemos abierto los ojos gracias al Señor, no debemos mirar este mundo de la misma manera que cuando éramos ciegos. Cuando se abren nuestros ojos espirituales, debemos pensar en este mundo como un lugar bello y maravilloso. De la misma manera, cuando tratamos a otras personas, debemos creer que no tienen pecados, y debemos darles la luz de esta fe. Crean desde lo más profundo de sus corazones que estamos limpios y sin fallos, y que no hay pecado en este mundo. 
Nosotros hemos recibido la remisión de los pecados. Sin embargo, a veces nos deprimimos. Otras veces nos sentimos tristes. ¿Por qué no podemos ser felices en este mundo bello? ¿Por qué tropezamos como si pasásemos por un túnel oscuro en vez de ser felices? ¿Por qué caminamos por un camino oscuro cuando hay un camino iluminado delante de nosotros? Como personas nacidas de nuevo, debemos abrir los ojos una vez más. De la misma manera en que Bartimeo abrió los ojos, nosotros debemos abrir nuestros ojos espirituales por completo para darnos cuenta de que este mundo es bello. De lo contrario viviremos como personas ciegas que no pueden ver lo que tienen delante, atrapadas en la oscuridad y el pesimismo. 
Lo mismo podemos decir cuando damos testimonio del Evangelio a los demás. Cuando nos acercamos a la gente, no debemos mirarlos de manera negativa. No piensen de manera negativa en cómo pueden recibir la remisión de los pecados. Dejen de lado los pensamientos cínicos. Diga lo que diga la gente, hay que tratarles con confianza para quitarles la venda de los ojos. Deben confiar en sus ojos espirituales y hacer que puedan recibir la remisión de los pecados. Para los que han abierto los ojos espirituales hay un mundo inmensamente hermoso ante sus ojos. En sus vidas no hay maldición ni oscuridad. Sólo les esperan cosas maravillosas. 
Si ven este mundo a través de los ojos de la fe de manera positiva, verán que este mundo está lleno de bendiciones. Por supuesto, incluso entre los que han recibido la remisión de los pecados hay personas que viven en la oscuridad como si sus ojos estuviesen cerrados. Pero esto es incorrecto. Los redimidos nunca deben vivir así. Si hay personas así entre los santos reunidos aquí, deben escapar de este punto de vista lo antes posible. 
Muchas personas han recibido la remisión de los pecados desde que empezamos nuestro ministerio literario. Miles de personas están llegando a la luz del Señor, y su Iglesia se está haciendo aún más bella. Debemos creer de corazón que nuestros pecados pasados han desaparecido de nuestras vidas y que ahora tenemos una vida nueva, feliz y gozosa en el Señor. 
Precisamente por esta razón el Señor nos ha salvado, y por eso es completamente inútil vivir siendo miserables atados por nuestros pecados pasados incluso después de recibir la remisión de los pecados. Ninguna flor bella puede florecer en nuestras vidas si vivimos así. Es lo mismo que vivir en el pasado siendo esclavos en Egipto y temblando de miedo, sin poder tomar la tierra de Canaán que el Señor ha abierto para nosotros, el mundo hermoso que el Señor nos ha dado. Debemos escapar de este punto de vista. De la misma manera en que Bartimeo el mendigo escapó de la oscuridad, debemos deshacernos de ese punto de vista para ser libres. 
Ahora voy a terminar este sermón. Todos debemos darnos cuenta de cómo Dios ha bendecido nuestra vida y al vivir en esta fe en el Señor, debemos pensar si hay pecados en el mundo o no. Les pido que crean de corazón que no hay pecados en este mundo, y que vivan y trabajen en este mundo como la luz, tanto en casa como en el trabajo. Les pido que vivan por fe en el Señor, que ha iluminado el mundo, den gracias al Señor por lo que les ha dado y den testimonio de la Luz ante Dios. Este mundo bello que Dios nos ha dado es tan grande que toda nuestra vida no sería suficiente para disfrutarlo todo. Lo que nos falta por hacer es disfrutarlo por fe y tomar lo que Dios nos ha dado. 
Mis queridos hermanos, no podemos ser ciegos de nuevo. Si hemos abierto nuestros ojos espirituales a través del Señor, todos debemos vivir una vida nueva. Bartimeo vivió en miseria pidiendo en el lodo y en las calles sucias toda su vida, pero cuando abrió los ojos vio lo maravilloso que es este mundo y pudo apreciar su belleza. Así que debemos vivir como él. No dejen que su pasado les retenga. La Biblia dice: «Lo viejo ha pasado, todo se ha hecho nuevo». Como dice este pasaje, Dios ha abierto nuestros ojos, para que vivamos con todas las bendiciones disfrutando de toda la belleza. 
¿Creen en esto? Entonces vivan por esta fe. Las flores de la felicidad florecerán en su hogar, las flores de la Verdad en la Iglesia y las flores de las bendiciones en nuestras vidas. 
Dios nos ha bendecido para disfrutar todo lo que hay en el mundo. Espero que disfruten de toda la Luz, den más frutos ante Dios y le den gloria.