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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-62] Dios nos ha dado bendiciones espirituales (Génesis 27:1-29)

(Génesis 27:1-29)
“Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y vé y tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba. Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo. Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: 
Mira, el olor de mi hijo, 
Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; 
Dios, pues, te dé del rocío del cielo, 
Y de las grosuras de la tierra, 
Y abundancia de trigo y de mosto. 
Sírvante pueblos, 
Y naciones se inclinen a ti; 
Sé señor de tus hermanos, 
Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. 
Malditos los que te maldijeren, 
Y benditos los que te bendijeren.”
 
 
Estamos en primavera
 
Queridos hermanos, buenas tardes.
Hoy hemos leído el capítulo 27 de Génesis y voy a predicar acerca de este pasaje de las Escrituras. Pero, antes de hacerlo me gustaría decir que está haciendo mucho más calor y estoy seguro de que todos nos sentimos mejor. Ahora que hace más calor, siento que deberíamos abrir nuestros corazones y empezar a hacer un trabajo nuevo. ¿Cómo se sienten? Ahora que ha llegado la primavera, ¿no quieren ir a caminar por las montañas o por los ríos?
Durante algún tiempo nuestra página web tuvo algunos problemas, pero los hemos arreglado casi todos y ahora funciona bien. Pero todavía tiene algunos pequeños problemas. En una semana todos estos problemas serán solucionados. Ahora mismo estamos recibiendo cada vez más pedidos de libros impresos que de libros electrónicos, pero vamos a cambiar el formato de nuestra página web para hacer más fácil la descarga de nuestros libros electrónicos. Por este motivo Dios ha revelado ciertos problemas con nuestra página web para que podamos resolver todos estos problemas uno a uno. Le doy las gracias a Dios por esto.
Esta mañana alguien en Japón, que había recibido un libro gratuito anteriormente, nos escribió diciendo que había leído un tercio del libro y le gustaba mucho. Me di cuenta a través de esto de que nuestra traducción al japonés debe ser bastante buena. De esta manera, sé que nuestros libros serán divulgados poco a poco por todo Japón y que la obra de la salvación se cumplirá entre los japoneses.
 
 

“Te bendeciré”

 
Hoy hemos leído el pasaje de las Escrituras del Libro de Génesis 27:1-29. Cuando leemos este pasaje de las Escrituras desde una perspectiva carnal, veremos un incidente muy extraño. Hay cosas aquí que no tienen mucho sentido y que la mente humana no puede comprender.
El hijo de Abraham, Isaac había envejecido y su vista no era buena. Así que llamó a su hijo mayor Esaú y le dijo: “No sé cuándo moriré, así que vete al campo con tu arco y caza para mí. Y cuando vuelvas con la caza, prepárame mi plato favorito para que te bendiga todo lo que quiera antes de morir”. Al igual que Isaac, cuando la gente se hace mayor, su vista se vuelve mala y no puede ver casi. Isaac, que era muy mayor, tenía hijos gemelos, uno era Jacob y el otro Esaú. Isaac, para poder bendecir a su hijo Esaú antes de morir, le pidió que le preparase su plato favorito. Isaac le dijo a Esaú que preparase ese plato especial cuando iba a bendecir a Esaú tanto como quisiese después de comer este plato sabroso. Pero Rebeca, la mujer de Isaac, la madre de los gemelos escuchó lo que Isaac le dijo a Esaú. Rebeca amaba a su hijo Jacob más que a Esaú.
En cuanto Isaac le dijo a su hijo mayor que fuese a prepararle su plato favorito, Esaú contestó: “Sí, lo haré” y fue inmediatamente al campo con un arco para cazar y mientras esto ocurría, un plan secreto tenía lugar. Esto todo empezó cuando Rebeca le dijo a Jacob: “Tu padre le ha dicho a tu hermano mayor que le daría su bendición a Esaú después de comerse ese plato sabroso. Sé cual es el plato favorito de tu padre. Así que vete rápidamente al patio y sacrifica a dos cabras jóvenes. Quítales toda la piel y tráeme los cuerpos. Así prepararé el plato sabroso favorito de tu padre. Cuando lo haya preparado como le gusta, se lo llevarás a tu padre y le dirás que eres Esaú. Entonces, podrás recibir su oración de bendición. Los ojos de tu padre no ven bien, así que no podrá ver que te has disfrazado de Esaú”. Cuando Jacob escuchó esto, obedeció las palabras de su madre.
Esta es la escena. Mientras Esaú estaba corriendo persiguiendo la caza, dos cabras jóvenes fueron sacrificadas en el patio para convertirse en un plato sabroso. Jacob y Rebeca estaban preparando este plato especial con carne de cabra.
Queridos hermanos, piensen en esto. ¿Quién iba a saber mejor cuál era el plato favorito del padre a parte de la madre? De esta manera, Rebeca acabó de preparar este plato sabroso que le gustaba a su marido y sacó la ropa de su hermano mayor Esaú para que se la pusiese Jacob. Y entonces envolvió la piel de la cabra alrededor de la piel suave de Jacob.
El hermano mayor de Esaú era una persona muy peluda. Por el contrario, el hermano menor, Jacob, no tenía mucho pelo en su cuerpo y su piel era muy suave. Supongo que Esaú tenía muchas hormonas masculinas y por eso tenía pelo por todo el cuerpo. Tení tanto pelo que los monos querían ser amigos suyos. Y por eso, Jacob, para disfrazarse de su hermano mayor y esconder su piel desnuda, se cubrió con la piel de cabra.
Rebeca le dio el plato de comida a Jacob y le dijo que se lo llevase a su padre. Rebeca dijo: “Dile que eres Esaú y recibirás todas las bendiciones de tu padre”, pero aún así Jacob no estaba seguro. Le preguntó a su madre qué pasaría si su padre le descubriese y le maldijese. Su madre le respondió: “Si te maldice, deja que esa maldición caiga sobre mí”. Jacob pudo hacer esto porque su madre le dio una garantía absoluta. Jacob pudo confiar en las palabras de su madre y tomó el plato de comida sabrosa como le dijo su madre y se lo llevó a su padre.
¿Qué ocurrió a continuación? Lo leemos aquí.
“Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: 
Mira, el olor de mi hijo, 
Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; 
Dios, pues, te dé del rocío del cielo, 
Y de las grosuras de la tierra, 
Y abundancia de trigo y de mosto. 
Sírvante pueblos, 
Y naciones se inclinen a ti; 
Sé señor de tus hermanos, 
Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. 
Malditos los que te maldijeren, 
Y benditos los que te bendijeren” (Génesis 27:18-29).
Sí. Al final, el hijo menor recibió todas las bendiciones de su padre. Pero en este proceso de recibir la oración de bendición de Jacob hay muchas cosas que no podemos entender con nuestras mentes. La madre incitó al hijo a engañar a su marido para que Jacob recibiese estas bendiciones. La Biblia no dice: “Ética y moralmente hablando, no debemos engañar de esta forma” o “No hay que enseñar a los hijos a mentir”.
Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de esto? La Biblia dice que Jacob quien recibió la bendición de esta manera, era mejor que Esaú. Esta es la Palabra de Dios increíble. Este pasaje de las Escrituras es una guía que nos instruye hoy en día sobre cómo recibir las bendiciones de Dios. Para recibir las bendiciones espirituales de Dios, debemos saber qué verdad está enseñando este pasaje de las Escrituras.
 
 

Pensemos en las bendiciones espirituales que hemos recibido de Dios

 
Ahora debemos pensar en las bendiciones que hemos recibido de Dios un momento.
Hace mucho tiempo, los israelitas vivían en una sociedad patriarcal. El padre era el líder de la familia y todo padre de fe pasaba sus bendiciones a su hijo mayor. En aquel entonces, cuando el padre de fe daba una bendición, se recibía una bendición y si daba una maldición, se recibía una maldición. La razón era que la autoridad para ello venía de arriba, del Dios Todopoderoso.
Normalmente, un padre bendecía al mayor de sus hijos, pero en la Biblia hay muchos casos donde sucede lo contrario. Isaac quiso bendecir a su hijo mayor, Esaú, pero acabó bendiciendo a Jacob. Pero ¿cómo recibió Jacob esta bendición? Recibió estas bendiciones al sacrificar a dos cabritos y prepararle a su padre su plato favorito y después engañar a su padre vistiéndose con piel de cabras. Y al hacer esto, Dios declaró que este Jacob había hecho lo correcto.
¿Cuál es el significado profundo escondido aquí que es imposible entender con la mente humana? La Palabra de Dios nos está enseñando lo que debemos hacer para recibir las bendiciones de Dios. Los pastores suelen enseñar a sus congregaciones que, para recibir las bendiciones de Dios, hay que hacer algo de virtud primero. Por tanto, casi todos los cristianos creen que si hacen algo malo no serán bendecidos. Pero si nuestros padres de la fe recibieron las bendiciones de Dios por sus obras, será imposible que recibamos las bendiciones de Dios. La razón es que los seres humanos somos completamente imperfectos ante Dios.
Aquí hay una pista sobre cómo recibir las bendiciones de Dios. Como nuestras obras son insuficientes ante Dios, es imposible recibir Sus bendiciones. Pero hay una manera de que Dios nos de Sus bendiciones. Podemos conseguir las bendiciones de Dios admitiendo que somos personas que cometen pecados sin cesar ante Él, y al tener la fe que cree en la justicia de Dios. Esta justicia de Dios se consigue mediante la Verdad de que Jesucristo, el Hijo de Dios, tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo para siempre, fue juzgado por los pecados del mundo en vez de nosotros y se levantó de entre los muertos y nos salvó para siempre. Al creer en esta Verdad podemos recibir las bendiciones de Dios. En el momento en que entendemos, aceptamos y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos salva de nuestros pecados gracias a la obra meritoria de Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios nos da todas Sus bendiciones. El pasaje de las Escrituras nos enseña esto.
La Biblia no está diciendo que sea bueno mentir, sino que está diciendo que todos somos salvados de nuestros pecados ante Dios por la fe que cree en Su justicia. Para poder recibir la salvación ante Dios, debemos admitir primero que somos imperfectos y pecadores débiles que tienden a cometer pecados siempre. Y debemos reconocer que somos personas pecadoras ante la Ley de Dios y que merecen ir al pecado como el juicio de nuestros pecados. Y debemos entender el hecho de que podemos recibir la salvación de todos nuestros pecados solo al tener fe en la justicia de Dios.
Para recibir las bendiciones ante Dios, debemos tener la fe correcta que cree que el Hijo de Dios cargó con nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Y debemos creer que fue clavado en la Cruz, derramó Su sangre y murió por nosotros, y que se levantó de entre los muertos y salvó de una vez por todas a los que creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu. Podemos recibir todas las bendiciones del Señor al presentarnos ante Dios con esta fe que cree en la justicia de Dios. Dios no mira nada más dentro de nosotros. El Señor no solo mira nuestras obras o las cosas maravillosas que hemos hecho. Solo mira si tenemos fe en la justicia de Dios. Dios no mira nuestras obras, si hemos hecho el bien o el mal, sino que después de ver esta fe cree en la justicia de Dios en nuestros corazones, es decir, si creemos que el Hijo de Dios nos ha salvado de los pecados del mundo, nos bendice todo lo que quiere.
Así que vemos que por esta razón Jacob sacrificó dos cabras para recibir las bendiciones de Dios. En la Biblia, una cabra representa la desobediencia. Cuando le dices que vaya aquí, va allá. Por tanto, la cabra representa la desobediencia. Las ovejas y las cabras son diferentes. Las ovejas obedecen la voz de su dueño, pero las cabras no la obedecen. Si el dueño va por delante, la cabra no le sigue.
Esta historia habla de dos cabras que fueron utilizadas como ingrediente para la comida sabrosa de Isaac. El significado espiritual es el siguiente. Puede que conozcan los sacrificios del Día de la Expiación. Aarón, el Sumo Sacerdote, ofrecía dos cabras para la expiación de los pecados anuales de la gente, una para el Señor Dios y la otra como chivo expiatorio (Levítico 16:7-9). Cuando se mataban a estas dos cabras y se convertían en un plato sabroso delicioso para Isaac, por los pecados que hemos cometido ante Dios, Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista y murió al derramar Su sangre en la Cruz, y a través de esto nos salvó de los pecados del mundo para siempre. Esto es cierto. En la Palabra de Dios somos por naturaleza semilla del pecado que desobedece y por eso debemos morir por nuestros pecados. Sin embargo, Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo y, para cargar con los pecados de todo el mundo, fue bautizado por Juan el Bautista y pagó por todos ellos para siempre. Entonces fue clavado en la Cruz al ser clavado en la Cruz, murió y se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en nuestro Salvador perfecto.
Por tanto, debemos creer en la justicia y el amor de Dios para ser salvados de nuestros pecados. Cuando aceptamos en nuestros corazones el amor de Dios y el hecho de que Jesucristo, el Hijo de Dios, fue bautizado por nuestros pecados y derramó Su sangre por nosotros, somos salvados de todos nuestros pecados y escapamos el juicio de esos pecados. Estoy diciendo que debemos creer de todo corazón y tener un corazón agradecido al aceptar esta Verdad para ser salvados, diciendo: “EL Señor tuvo misericordia, fue bautizado por Juan el Bautista y me salvó de todos mis pecados”. Cuando vamos ante Dios con esta fe que cree en la justicia de Dios así, recibiremos todas estas bendiciones celestiales y viviremos una vida próspera. Este es el mensaje espiritual de las Escrituras de hoy. Queridos hermanos, escuchen esto. Debemos acercarnos a Dios con el tipo de fe que cree en Su justicia para recibir todas Sus bendiciones.
 
 

Debemos admitir ante Dios que somos la semilla malvada de la desobediencia

 
Queridos hermanos, ¿qué tipo de seres somos ante Dios? Somos una semilla malvada por naturaleza que desobedece la Palabra de Dios. Para creer en la justicia de Dios, debemos admitir ante Dios que deberíamos morir como las cabras sacrificadas en el pasaje de las Escrituras de hoy. Debemos confesar que somos los que deberíamos haber recibido el juicio y que deberíamos recibir todas las maldiciones e ir al infierno. Y entonces debemos ir ante Dios, quien llama a los pecadores y poseer la justicia de Dios. Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, derramó Su sangre al ser colgado en la Cruz y se levantó de entre los muertos de nuevo. A través de esto nos salvó a los que creemos en la justicia de Dios para siempre. Los que desean recibir la salvación y las bendiciones santas del Cielo de Dios deben confesar que deben recibirla a través de la fe que cree en la justicia de Dios.
Cuando vamos ante Dios con esta fe en la Verdad de que Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados a través de Su justicia que cumplió mediante el sacrificio de Su Hijo, nuestras almas recibirán la bendición de la salvación. Debemos tener la fe correcta que cree en la justicia de Dios para recibir las bendiciones de Dios. Entonces podemos recibir la salvación de los pecados del mundo y las bendiciones celestiales, así como las bendiciones de la gordura de la tierra que Dios proporciona.
Génesis 27:27-29 dice: “Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: 
Mira, el olor de mi hijo, 
Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; 
Dios, pues, te dé del rocío del cielo, 
Y de las grosuras de la tierra, 
Y abundancia de trigo y de mosto. 
Sírvante pueblos, 
Y naciones se inclinen a ti; 
Sé señor de tus hermanos, 
Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. 
Malditos los que te maldijeren, 
Y benditos los que te bendijeren”.
Isaac bendijo a Jacob de esta manera. Isaac puso sus manos débiles sobre la cabeza de su hijo Jacob y las bendiciones que le dio se cumplieron más adelante. Debemos entender cómo se pasaron las bendiciones. Cuando los siervos de Dios bendicen al pueblo de Dios, son bendecidos exactamente cuando los siervos pronuncian la bendición. Esto se debe a que Dios ha dado esta autoridad a los siervos de Dios. Ante Dios, a través de la fe en la justicia de Dios, hemos sido limpiados de todos nuestros pecados. Y a través de esta fe en el hecho de que el Hijo de Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido todas estas bendiciones de Dios. Pero, ser salvados de los pecados del mundo no es el fin de la historia. Ahora debemos ser parte de la obra del Señor a través de la fe y recibir las bendiciones espirituales y físicas que Dios nos proporciona.
¿Cuáles son las bendiciones que Dios nos da? Están escritas en el pasaje de las Escrituras de hoy. En primer lugar, una de las bendiciones es la bendición de la salvación: “Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido”. Isaac olió el aroma de la ropa que llevaba su hijo. Aquí el olor de la roopa representa la salvación basada en Su amor por nosotros mediante el cual Dios nos salvó de todos los pecados de este mundo. En otras palabras, Dios miró nuestra fe que cree en la perfecta salvación que Jesús ha cumplido al cargar con todos nuestros pecados para siempre a través de Su bautismo, derramando Su sangre en la Cruz y levantándose de entre los muertos. Y, gracias a esta obra justa, Dios entrega Sus bendiciones a los que creen en esta Verdad.
Dijo: “El olor de mi hijo es como el olor de un campo bendecido por el Señor”. Dios bendice a toda Su gente que vive su fe confiando en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y también vive por fe creyendo en la Palabra de Dios. Cuando vivimos creyendo en la justicia de Dios, nos dará todas Sus bendiciones en todo lo que hagamos.
El versículo 28 dice: “Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto.”
Queridos hermanos, Dios nos está dando todas estas bendiciones celestiales y las bendiciones de la gordura de la tierra. En realidad, Dios nos está dando todas estas bendiciones y nosotros las estamos recibiendo durante todas nuestras vidas. En el Libro de Génesis, la gente de fe como Abraham, Isaac y Jacob aparece, y después de esta gente aparecen otras personas de fe y nosotros somos algunas de ellas. Los que vivimos nuestras vidas creyendo en la justicia de Dios estamos recibiendo bendiciones espirituales y físicas abundantes. La gente que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu vivirá sus vidas por el bien de la justicia de Dios. Y estas personas de fe nunca viven vidas pobres o desgraciadas. Los que creemos en la justicia de Dios y vivimos por fe seremos bendecidos física y espiritualmente como está escrito: “Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto”. En el Nuevo Testamento Dios también nos prometió: “Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”. No hay ningún siervo de la justicia de Dios que no haya recibido bendiciones espirituales y físicas. Todo el que vive de esta manera está bendecido.
Esta Palabra de Dios fue cumplida en Abraham, Isaac, Jacob y José, e incluso en nuestras vidas. La descendencia de Isaac recibió todas estas bendiciones. La Biblia dice que Abraham era el hombre más rico de la región. Dios también bendijo a Isaac allá donde iba y por eso vivió como el hombre más rico de su tiempo. Jacob era un hombre de Dios que creía y seguía la Palabra de Dios. ¿Qué tipo de bendiciones le dio Dios a Jacob? Dios le prometió esto:
“Sírvante pueblos, 
Y naciones se inclinen a ti; 
Sé señor de tus hermanos, 
Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. 
Malditos los que te maldijeren, 
Y benditos los que te bendijeren” (Génesis 27:29).
 
 

Las bendiciones que reciben los justos

 
Toda la gente de este mundo debe someterse a los que creen en la justicia de Dios. Esto es cierto. Estamos planeando hacer todas estas cosas para servir el Evangelio del agua y el Espíritu y Dios cumplirá nuestros planes solo si son beneficiosos para la proclamación de Su Evangelio. Aunque algunas cosas parezcan completamente imposibles, Dios las cumplirá todas. Dios permite a la gente que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu confiar en Su Palabra, unirse a la Iglesia de Dios y vivir por la justicia de Dios. Dios hace que experimenten prosperidad en sus familias. Y permite que estas personas prosperen las que más entre sus respectivas familias. Asimismo, aunque haya varios hermanos en una familia, y entre ellos haya algunos que hayan arruinado sus vidas, los que viven por el Evangelio del agua y el Espíritu no se arruinarán. Y en esta misma familia, aunque los familiares serán arruinados también, los que viven por este Evangelio verdadero no serán arruinados. Y por eso, al final, todos los hermanos irán a estos santos y se someterán a ellos. Dios nos ha dado estas bendiciones valiosas.
¿Qué otras bendiciones nos ha dado Dios? Dios nos ha prometido que maldecirá a los que maldicen a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque nosotros no les maldigamos, Dios maldecirá a los que se oponen a nosotros y no permite que sean bendecidos. Por otro lado, Dios ha bendecido a la gente que ha bendecido a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. En resumen, Dios nos ha dado a los santos una autoridad invencible como hijos Suyos.
Esta es la autoridad que Dios les ha dado a Sus siervos y Su pueblo que cree en Su justicia. Dios ha dado Su Palabra de bendiciones a Sus siervos y es el Señor que cumple todas estas bendiciones como ha prometido. Entonces, ¿tienen estas bendiciones algún término de eficacia limitado? No. Estas promesas no solo se cumplieron para Jacob, sino que son pasadas de generación en generación a los que creen en la justicia de Dios.
De vez en cuando, hay personas que se nos oponen porque no conocen la justicia de Dios. Algunas de estas personas intentan dañar a la Iglesia de Dios. Cuando ocurre algo así, me sorprendo y pienso: “De verdad quieren ser maldecidas estas personas”. En mi corazón, estoy pensando: “No hagan esto por mucho tiempo. Si siguen haciéndolo, Dios tomará sus vidas. ¿A quién creen que están maldiciendo y persiguiendo?”. Queridos hermanos, aunque no utilicemos nuestros puños, probamos nuestra propia medicina. Esto se debe a que los que maldicen al pueblo de Dios, reciben las maldiciones de Dios enseguida. Dios maldice a estas personas. El pasaje de las Escrituras de hoy habla de esto y se cumplirá.
 
 
¿Han heredado las bendiciones que Jacob recibió?
 
La gente que pasó la fe de Abraham y Jacob estaba bendecida. Y todos ellos fueron ricos durante todas sus vidas. Sin embargo, ¿qué le ocurre a la gente que se oponen a la gente de Dios y la odia? Que Dios la maldice. Por tanto, si hay alguien que desea ser bendecido, debe bendecir a los que creen en la justicia de Dios. Por eso no maldecirá a ninguno de ustedes. ¿Por qué? Porque poseen el nombre de Dios. Son el pueblo de Dios y no puedo maldecirles. Por supuesto, si hay algo que hacen mal, les corregiré y les llevaré por el buen camino como un predecesor y líder pero nunca les maldeciré.
Nuestro Maestro es Dios y por eso si alguien nos maldice, Dios aplastará a esa persona. He visto como Dios hacía esto muchas veces. Quiero darles un ejemplo. Debajo de nuestra Iglesia en Seúl hay una pastelería. El dueño de esta pastelería solía maldecir y odiar al ministro de esta Iglesia y causar problemas porque aparcábamos la furgoneta de nuestra iglesia delante de su negocio. Y por eso, en poco tiempo, esa pastelería se quedó sin clientes y el dueño se quedó sin dinero. En nuestra Iglesia en Pocheon City había siempre un hombre malvado que se oponía a nosotros cuando celebrábamos reuniones de resurgimiento para proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu. Queridos hermanos, ¿hacemos el mal a otros los justos? En realidad, ¿quién hay que viva por los demás como nosotros los justos? Pero esta persona malvada en Pocheon siguió maldiciendo a la Iglesia de Dios hasta que un día su casa se incendió y se quedó completamente arruinado. En aquel entonces los santos le dijeron: “No te deberías haber enfrentado a nosotros. Nos causaste tantos problemas que ahora todo lo que tienes se ha quemado”. De esta manera, veo muchos casos donde las cosas ocurren exactamente según la Palabra de Dios.
Soy una persona que recibe estas bendiciones de Dios y ustedes también. Así, cuando alguien bendice a alguno de nosotros que cree en la justicia de Dios, será bendecido, pero si nos maldice, será maldecido. Por tanto, si alguien quiere ser bendecido, la persona primero debe bendecirnos a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y esa persona debe unir su corazón con nosotros. En realidad, ¿qué les hemos hecho a los demás? No hemos hecho nada malo, pero si alguien nos odio y nos persigue sin motivo, será maldito. Queridos hermanos, ¿odiamos a otras personas? No. No odiamos a nadie en este mundo. No hay nadie como nosotros, que sea tan educado y humanitario.
Dios dijo que nos daría todo lo que hay en la tierra. También nos dijo que bendeciría todo lo que hacemos. Dijo que nos bendeciría cuando comiésemos y bebiésemos y en todo lo que hiciésemos. También dijo que seríamos servidos por toda la gente de este mundo y que nos exaltaría a las posiciones más altas de este mundo, como Dios habló de las naciones arrodillándose ante nosotros y nosotros gobernando sobre nuestros hermanos. Y así, una persona que haya recibido la remisión de los pecados es la persona más bendita de su familia. Y los que persigan a esta persona santa serán malditos con pobreza. Yo no maldigo a nadie porque Dios me ha prometido que maldecirá a estas personas estúpidas. Y así, cuando alguien se mete conmigo y habla de sus posesiones materiales y prestigio, pienso: “Vas a ser un mendigo”. Y después esta persona se convertirá en mendiga.
Queridos hermanos, se han convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, si alguien les persigue demasiado esa persona recibirá más maldiciones y persecución. Puede que hayan experimentado cosas similares en sus familias. Los que sienten simpatía hacia ustedes y les aman a ustedes y a Su Evangelio serán bendecidos, pero los que les odian sin motivo y se oponen a ustedes serán arruinados. Si se hace por ignorancia, las consecuencias serán menos graves, pero si les odian y se oponen a ustedes a propósito, serán absolutamente maldecidos.
Queridos hermanos, tengan esto en cuenta. Los seres humanos están divididos en dos categorías ante Dios. Somos personas que han aceptado el amor de la salvación que Dios proporciona y han recibido bendiciones, o somos personas que se oponen a la justicia de Dios y a los justos y como resultado se llevan todas las maldiciones. Si entendemos claramente y creemos que Dios nos ama tanto seremos bendecidos. Si lo sabemos, pero lo rechazamos y escogemos el odio, seremos maldecidos. Es una cosa o la otra, una bendición o maldición. No hay ningún punto medio.
 
 

Los que bendicen a la gente de Dios serán bendecidos

 
Todas nuestras bendiciones vienen de Dios. Queridos hermanos, debemos entender que quien bendice al pueblo de Dios será bendecido y quien maldiga al pueblo de Dios, será maldito.
Les voy a poner otro ejemplo. En mi ciudad de Chuncheon había una imprenta donde solíamos imprimir nuestros libros. Antes de imprimirlos allí la impresa no tenía muchos clientes. Después de entrar en contacto con nosotros y publicar muchos de nuestros libros, su negocio empezó a ir bien. ¿Qué ocurrió a continuación? Cuando empezaron a tener más clientes, nos trataron como clientes de segunda clase. Les decíamos: “Necesitamos este libro en un par de semanas”, pero no lo hacían pensando que no les haríamos nada. Nos despreciaron sin motivo y por eso decidimos buscar otra imprenta.
Así que fui a Seúl y visité una imprenta grande. Allí conocí al dueño, el señor Hwang, y empezamos a trabajar con él. Pero poco más adelante me enteré de que la imprenta de Chuncheon había cerrado. A medida que pasó el tiempo, también me di cuenta de que el Sr. Hwang mentía y hacía cosas que no estaban bien y por eso dejamos de trabajar con él. ¡Y qué casualidad! Su imprenta también tuvo que cerrar. Nuestra editorial ahora es una empresa grande, pero, aunque tengan mucho trabajo, siempre hacen de nuestros pedidos una prioridad. Así que me dije a mí mismo: “Estas personas serán bendecidas”. Y estas personas están prosperando hasta tal punto que acaban de instalar equipo de imprenta nuevo que les ha costado decenas de miles de dólares.
Queridos hermanos, incluso la gente de este mundo, cuando colabora con la Iglesia de Dios en la obra de proclamar el Evangelio, será bendecida. Será verdaderamente bendecida. Y la gente que está bendecida de esta manera dice: “He sido bendecida por Dios”. Ni siquiera cree en Dios, pero reconoce que ha sido bendecida por Dios.
Tenemos un conductor que transporta nuestros libros en un contenedor desde Seúl a Busán, el puerto más grande situado en el Sur de Corea. Esta persona es muy buena con nosotros. Si le pedimos que lleve nuestros libros al puerto a medianoche, lo hace sin perder ni un minuto. Trabajaba para nosotros, aunque no sacara muchos beneficios, pero siguió haciendo esta obra para nosotros e hizo todo lo que pudo. Y al final él también se hizo rico. Escuché esto del Pastor Andrew Jeong, que está a cargo de una imprenta enorme y distribuye nuestros libros. Todos los que trabajan con nosotros, tienen éxito. Dios nos bendice a nosotros y a los que trabajan con nosotros.
 
 
Los que creen en la justicia de Dios han recibido muchas bendiciones
 
Está escrito: “Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren” (Génesis 27:29). Dios nos ha dado a todos este tipo de autoridad. El hecho de que hayamos recibido la remisión de los pecados no acaba con esto. Esto significa que hemos recibido todas estas bendiciones también. Queridos hermanos, ¿qué tipo de personas éramos antes? Según la Ley de Dios que dice que el precio del pecado es la muerte éramos personas que iban a ir al infierno. Sí, esto es cierto. Éramos todos como los cabritos que aparecen en el pasaje de las Escrituras de hoy. Debemos saber que todos somos cabritos individualmente porque nos negábamos a escuchar u obedecer. Las cabras son conocidas por no escuchar y ser tercas hasta que mueren. Pero los que éramos así ahora somos justos por la salvación de Dios. Al arrepentirnos y volver a Dios correctamente, nos hemos convertido en Sus ovejas. Si no lo hubiésemos hecho, mereceríamos ser malditos.
En la Biblia, las ovejas y las cabras están bien diferenciadas (Mateo 25:31-33). Entre estos dos, queridos hermanos, ustedes deben ser ovejas. Aunque sean personas que no escuchan ni obedecen, cuando se trate de la Palabra de Dios, deben humillar sus corazones ante esta Palabra Justa y obedecerla. Ante la Palabra de Dios deben buscar Su gracia diciendo: “Merezco ir al infierno. Merezco morir e ir al iniferno como Tú has dicho: “El precio del pecado es la muerte”. ¿Qué debo hacer para ser salvado?”. Lo que estoy diciendo aquí es que ante todo lo que necesitan es a Jesucristo. Por tanto, deben aceptar esta salvación con la que nos ha salvado. Debemos creer en esta salvación de todo corazón. Cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu a través del que el Señor nos ha salvado, debemos convertirnos en Sus hijos y recibir correctamente las bendiciones que el Señor Dios nos da.
Queridos hermanos, piensen en esto. ¿Hay alguien que haya sido arruinado aunque se haya unido con la Iglesia de Dios después de haber recibido la remisión de los pecados? No. Por otro lado, hay muchas personas que no se han unido con la Iglesia de Dios y fueron arruinadas por ello. Hay dos resultados ante Dios: la bendición o la maldición. Esta verdad no tiene nada que ver con la gente que no ha recibido la remisión de los pecados todavía. Lo que importa es que deben recibir la remisión de los pecados antes de nada. Incluso en nuestra Iglesia debe haber unas cuantas personas que no han recibido la remisión de los pecados todavía, y deben recibir la remisión de los pecados primero. La verdad es que si no han recibido la remisión de los pecados, siguen siendo cabras. Para ser sincero, somos cabras desde el momento en que nacemos. Con esto quiero decir que éramos pecadores y desobedientes desde que nacimos.
Por tanto, debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. No sé lo agradecido que estoy a Dios por habernos dado Sus bendiciones a Su Iglesia, a los santos y Sus siervos. Y creo en todas las bendiciones que el Señor nos ha dado. ¿Creen en esto también?
Ustedes, mis queridos hermanos, son el pueblo de Dios. Pertenecen a Cristo. Pertenecemos a Cristo. Y somos maravillosos. Toda la gente del mundo está recibiendo las bendiciones a través de los que hemos recibido la remisión de los pecados. Toda la gente del mundo recibe la remisión de los pecados y las bendiciones a través de nosotros. ¿Recibe las bendiciones de Dios la gente con la Iglesia de Dios y hace la obra de Dios? Sí que recibe las bendiciones.
Dios dijo que la gente así recibirá las bendiciones pero que irán acompañadas por mucha persecución (Marcos 10:30). Sí, esto es cierto. Después de haber recibido la remisión de los pecados y cuando vivimos por el Evangelio, tendremos muchas dificultades. Pero este tipo de dificultades son un proceso que es necesario en nuestras vidas. Es necesario para poder tener una barrera de la fe definida y para poder eliminar la suciedad de nuestros corazones. Por tanto, no está mal tener dificultades después de recibir la remisión de los pecados. Esto es bueno. Solo después de pasar por este proceso podemos vivir una vida de justicia. Está escrito: “Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro” (Job 23:10). Debemos experimentar muchas dificultades antes de poder brillar como oro puro. Cuando experimentamos muchas dificultades y nos convertimos en gente de fe que ha sido probada por fe, seremos bendecidos física y espiritualmente ante Dios y seremos exaltados ante muchas personas. Seremos exaltados porque Dios nos exalta. Dios nos ha dado estas bendiciones. Creo en esto. Le doy gracias a Dios.